“Tarde en Concepción” Fotografías Por Javiera Orellana Puentes
Las tardes son efímeras y retraídas, nada sucede dos veces, dicen. En este registro fotográfico quiero presentar una serie de momentos en los cuales se quiere representar el instante puro en donde nos mostramos realmente como somos, me refiero a las instancias de ocio, situaciones reflexivas con personas de nuestra confianza, alejados de la mera tecnología, enfocados en la real actividad humana del conversar y socializar. “Lo queramos o no solo tenemos tres alternativas: El ayer, el presente y el mañana…” – Nicanor Parra, El último Brindis
Aproximadamente a las 18:00 de la tarde, una variedad de alumnos (entre otras personas) se juntan en las escaleras del campanil. Sentarse a fumar marihuana mientras se disfruta de una buena conversaciĂłn inmersos en intensos pensamientos puede ser el regalo mas preciado del dĂa‌ o la vida.
Las tardes, llenas de música y sutil compañía, ajenas a los deberes diarios y la necesidad de utilizar el tiempo en cierta “productividad”, realmente resultan ser un regalo, de paz, sin pensar en que es necesariamente paz, una distracción, y simplemente nos dejamos ser.
Tampoco falta el romance, o quizás ni eso, puede ser un pinche, algo corto, pero ya el hecho de poder disfrutar de un sentimiento casi en común en compañía de otro llega a ser una bendición.
Pero no todo sucede en el foro de la universidad de concepción, en los alrededores de la ciudad también ocurren muchas mas cosas, como sentarse en la pileta de la Plaza Perú a fumarse un pucho mientras el tiempo corre y nadie se da cuenta…
‌ O sentarte desde otro lado, ni siquiera a fumarte un pucho, pero quedarte ahà mirando en dirección hacia la diagonal y ser consciente de que todo esta pasando (o no).
Otra opción resulta ser caminar por la diagonal y sentarte en el café Colombia y pedir un cortado. Entre amigos da lo mismo si el café resulta ser simple o doble, seguramente te demorarás mas de lo que puede durar el cortado en la mesa.
Con eso de los cafés, podemos llegar muy lejos, como lo hice yo, que me senté en el Cantabria, al lado de la Catedral mirando hacia la Plaza de Armas (o independencia) donde muchas veces se encuentra el señor leyendo el diario, o pidiendo algo para pensar, o reunirte con el viejo amigo a fumarte un cigarro tomando café mientras te ríes de la infancia, o la juventud…
Resultan ser tantas cosas en la vida, pero la simpleza es algo maravilloso. Recostarse en los “Platillos voladores” del Parque Ecuador y mirar el cielo mientras pizas la poza de agua, que en realidad da lo mismo, y aguantar el frio también, mientras se contemple el universo del “no tiempo”, todo da lo mismo.
Finalmente me quiero detener en una caminata con alguien. Como experiencia personal, me gusta recorrer ConcepciĂłn, a veces sola, pero cuando es acompaĂąada mucho mejor. Lograr encontrar alguien que te escuche o que quiera ser escuchado, mientras el universo (o nuestro microuniverso) gira es una de las mas grandes posibilidades. La necesidad de querer cosas materiales o de tener un celular y hablar virtualmente nos esta costando la vida, y eso me gustarĂa evitar.
La necesidad de la reflexión y del compartir es algo que no podemos perder, como decía anteriormente, es un error que desperdiciemos nuestra vida inmersos en cosas que son tan impropias de la real naturaleza humana, como hablar por whatsapp, o revisar vidas en Facebook. Necesitamos volver a admirar la conversación, ignorar por un instante como pasa el tiempo, y ver a nuestro alrededor, hacer de la vida un arte.
“… en resumidas cuentas solo nos va quedando el mañana: Yo levanto mi copa por ese día que no llega nunca, pero que es lo único de lo que realmente disponemos.” -Nicanor Parra, El último Brindis