This is not a love song Vivimos tiempos difíciles y, al igual que la mayor parte del país, nuestros bolsillos tienen un agujero muy profundo. Por eso, siempre estamos a la caza de actividades culturales que nos inspiren pero que a la vez nos den un respiro económico. Dicen que “Barcelona és bona si la bossa sona”, hoy me gustaría aprovechar estas palabras que escribo, para desmitificar esta idea tan equivocada. A nivel cultural, Barcelona tiene sus posibilidades. Aunque no tenga un Prado o un Reina Sofía, esos sitios de gran interés por la calidad de obras y autores históricos, esos sitios donde la entrada cuesta un riñón y los flashes de los miles de turistas allí reunidos pueden provocarte un ataque epiléptico; la ciudad condal cuenta con un aire distinto. Aquí se estila más el arte en movimiento. Artistas del siglo XX y actuales se dan cita a diario en los cientos de sitios destinados a la cultura en este país. Pequeñas galerías y lugares de exposición se amontonan a lo largo de sus diferentes barrios. Y lo mejor es que la mayoría de ellos son gratis. Como la exposición a la que asistimos hoy: “This is not a love song”. Situado en las céntricas Ramblas, entre turistas y carteristas, se encuentra la Sala Virreina, un antiguo edificio del siglo XVIII. Este magnífico lugar está dedicado a exposiciones de muy diversas índoles. Emplazamiento ideal para la exposición que nos ocupa. “This is not…” Es un punto de encuentro entre la video-creación , la cultura pop y la música. Sus salas nos presentan la cronología de esta interrelación a través de los años desde la década de los sesenta, hasta el día de hoy. Quedamos sorprendidos desde la entrada, las bóvedas estilo barroco en contraste con una decoración más bien moderna, nos dejan boquiabiertos. En la recepción una chica encantadora nos invita a dejar nuestras mochilas en el guardarropa y nos recuerda que está prohibido hacer fotos en el recinto. No haremos caso de esta segunda advertencia, queremos documentar y somos unos rebeldes. Después de ocultar nuestras cámaras atravesamos una tenebrosa cortina que cae unos tres metros desde el techo y, ¡tachán! Entramos de lleno en la exposición. Venus in Furs de The Velvet Underground sonando a todo volumen y cuatro gigantes que nos envuelven de colorines. ¡Toda una declaración de intenciones!. Es la magistral obra de Andy Warhol “Exploding Plastic”. Un embriagador aire psicodélico nos rodea. Nos quedaríamos aquí horas hipnotizados por el espectáculo, pero es tarde y tenemos que verlo todo antes de que nos cierren. Las siguientes salas continúan con la misma estela. Primero una serie de screen test de Warhol con los rostros de los componentes de The Velvet. Y otros trabajos de: Ronald Nameth, Nam June Paik, Jud Yalkut, Eric Siegel y Yayoi Kusama. Todos estos en un apartado cuyo objetivo es llevarnos a conocer a los pioneros del vídeo-arte y la psicodelia de la época.Pasamos a otra sección. “Rock is my Religion”, un ensayo audiovisual y literario de Dan Graham, que pretende abordar el fracaso de los ideales utópicos y los componentes alienantes del rock.
Utilizando la técnica de found footage el artista mezcla textos, citas, dibujos e imágenes de archivo, el autor crea un símil entre las religiones tradicionales de EEUU y el fenómeno rock de las décadas de los sesenta y setenta, basándose en la actitud de mesiánica de las estrellas de este mundillo. La mítica banda Sonic Youth pone su música en gran parte de la obra. “No Músicos vs No Artistas”. Este es el título de la siguiente sección, que no deja indiferente. Recoge la idea por la cual para ser músico no hace falta saber tocar un instrumento. Cómo no, el referente base para estas obras son la música Punk y la No Wave. Nos encontramos en esa época (finales de los 70) en la que emerge un movimiento contracultural que se opone a la industria musical imperante. Pretende ser una parodia del “Star System” y de sus estereotipos. Las obras expuestas, pertenecen a: Vito Acconci, John Baldessari, Christian Marclay, Douglas Gordon, Tony Oursler y José Iges. Volvemos a dar otro salto en la historia. Entramos de lleno en los 80’s y 90’s con la sección “El rock y su doble”. Este espacio, parece recolectar, de modo melancólico, los precedentes del rock a modo de collage. Como nos indica el cartelito de la entrada, “es un intento de remezclar, parodiar, versionar y otras estrategias de postproducción como posible y único punto de fuga posible en la era de la reporductibilidad pirata”. Autores: Candice Breitz, Adel Abidin, Tony Cokes, John Mikel Euba y Largen & Bread. La penúltima sección, nos parece muy interesante, pues tiene relación con acontecimientos que estamos acostumbrados a ver hoy día. Se trata de “Políticas en la música de baile”. La primera obra recoge muy bien la idea: Una manifestación londinense en la cual los asistentes hacen un uso festivo del espacio público para llevar a cabo sus reivindicaciones. El autor es Jeremy Deller. Otras obras de: Charley Case, John Di Stefano, Mark Leckey, Adrian piper, Charles Atlas y Assume Vivid Astro Focus. Para terminar esta tarde cultural, “Música para tus ojos”. Toda una sección dedicada al videoclip. Se trata de una sala muy amplia y con una decoración retro, llena de cómodos sofás con televisiones en los que puedes seleccionar diversos vídeos musicales desde los 60’s hasta hoy. Desde “The doors” hasta la actual banda alemana “Die Antwoord” pasando por “Nirvana”, “Depeche Mode”, “Red Hot Chili Peppers” o “Aphex twin” entre muchos otros artistas que nos encantan. Es una visión de cómo una cadena como MTV ha podido hacer uso de todo el trabajo de los anteriores artistas que, paradójicamente, se resistían y criticaban este tipo de industria. Para nosotros, un lugar perfecto para relajarnos con nuestros videos favoritos antes de irnos a los bares. Son varias las conclusiones con las que nos vamos de este curioso lugar. Para empezar quiero recordar a todos los organizadores de eventos de estas características, que es muy conveniente insonorizar las diferentes salas, pues me voy con un gran dolor de cabeza con tanto ruido mezclado en mis oídos. Los auriculares son una gran opción, pero impiden que puedas disfrutar de una obra mientras que tienes a varias personas esperando detrás su turno. La organización de las salas es fantástica, atravesándolas tiene uno la sensación de estar en un viaje cronológico por la historia de la música de la segunda mitad del siglo XX y la actualidad. Nos vamos con una sensación de nostalgia de una época que ni siquiera vivimos. ¡Quién pudiera ver a Jimmy Hendrix quemando su guitarra en Woodstock! Lo que más nos ha dado de que hablar y, creemos que era la intención de la galería, es la gran contradicción que surge constantemente en el mundo del arte. Todo aquello que empieza siendo un movimiento de rebeldía juvenil, acaba siendo un producto de consumo masivo explotado por las grandes multinacionales. En este punto confluye la música y la política. Es de bastante reflexión ver cómo millones de personas compran la imagen de Syd Vicius (como la del “Che”), siendo esta producida por la misma gente que demoniza estas figuras y las presenta como ejemplo de qué no hacer en la vida. Es la contradicción de este mundo en el que el mercado deja de lado toda ideología en pro de aumentar los beneficios a toda costa.
En fin, nos vamos con muy buen sabor de boca y sin habernos gastado ni “un duro”. Este tipo de actividades son la excusa ideal para pasar una tarde cultural con tus amigos y después reflexionar como sabios en el bar de al lado, por supuesto empleando el dinero ahorrado en refrescarte el gaznate con una cerveza helada. Perfecto para un verano ideal. Por cierto que, para estar prohibido, hemos podido hacer todas las fotos que nos ha dado la gana, sin tener que cortarnos. A esto lo llamamos nosotros “hacer el reportero ganso”. Ahí queda. Artículo: J.J. Cañas