Intuición Femenina y Ciencia
La madre es una figura muy especial para los mexicanos. Es un día particular cada quien recuerda y festeja, aunque el resto del año, especialmente en el Distrito Federal, los conductores les recuerdan a las mamás a todos los demás y les envían cordiales saludos; al grado que el día que no recibía yo saludos de Doña Carmen en mi travesía diaria desde el sur hasta el norte de la ciudad de México, llegaba triste y le decía ¿Qué crees mami? hoy no se acordaron de ti. Fue precisamente ella la que me hizo concebir la idea de escribir un artículo en la que relacionara la forma en que las mujeres dedicadas a la investigación perciben su entorno frente a sus habilidades para la ciencia y la tecnología. Eso ocurrió por que ella hubiera querido ser científica pero en sus tiempos no podían hacerlo, como me lo dijo después de hacer un análisis integral de la información que ha escuchado sobre el maíz transgénico y sacar unas conclusiones que a mí misma me sorprendieron, dedo aclararles que yo no había discutido con ella el tema, ni le había dado información y mi madre solo curso la primaria. Así surgió la pregunta entonces ¿Cuándo empezaron las mujeres a conformar un porcentaje importante entre los estudiantes universitarios en México? Fue hacia finales del siglo pasado y también de esa época empezaron a destacar las mujeres en la ciencia y cada vez juegan un papel más importante. Actualmente 30% de los investigadores del Sistema Nacional de Investigadores son mujeres. En lo personal estoy convencida de que las mujeres tenemos habilidades especiales para la ciencia y quise relacionarlas con la que la sabiduría popular llama la intuición femenina. Así que empecé por buscar información; el diccionario define “intuición” como la facultad de adivinar, de presentir y el verbo “intuir” significa clara o instantáneamente una idea o verdad sin ayuda de la razón. Leer esto e imaginarme lo que opinarían mis colegas científicos fue uno, y me imaginé una platica… Si las mujeres toman las decisiones mágicamente, entonces no tienen que hacer nada en ciencia, ya que en ciencia sólo es válido sacar conclusiones en base en datos, ecuaciones, etc. Platicando con un amigo, él momento que estaba leyendo un libro muy interesante de Carmen Posadas y Shopie Coutgeon (A la sombra de Lilita. En busca de la igualdad perdida) y me señaló una tabla sobre diferencias en la forma de razonar entre hombres y mujeres, que dice: “Ellas piensan en forma contextual abarcando en todos los detalles que rodean una cuestión, a lo que se llama pensamiento en red.” Así que ahora sí puedo especular que es la intuición femenina la que nos hace percibir simultáneamente una gran diversidad de información aparentemente sin
conexión, integrarla y con base en la misma tomar decisiones. Esta capacidad es muy importante en ciencia y gracias a ella, la que suscribe ha podido hacer planteamientos y encontrar correlaciones que a otros colegas no se les ocurrieron. Además, he constatado que mis amigas científicas razonan de manera similar. Otra característica importante de las mujeres es la capacidad de pensar en varias cosas al mismo tiempo. Si hacemos una analogía con las computadoras, diríamos que trabajan con varias ventanas abiertas con distintos programas. Esta característica a permitido a las científicas no descuidar su carrera, ser madres, formar una familia y atender muchos asuntos a la vez. Hay mexicanas muy destacadas que de laguna manera fueron abriendo el camino, y de las que tuvimos la suerte de ser sus alumnas. Nos introdujeron en el maravilloso mundo de la investigación científica y nos enseñaron con el ejemplo que se puede ser madre, científica y tener una familia. Quiero rendir un pequeño homenaje a ellas y sólo tomare una minúscula muestra del conjunto. Empezaré con la Dra. Luz María del Castillo Fragoso, que en 1964 obtuvo el Premio en Ciencias de la Academia de la Investigación Científica para jóvenes investigadores, por sus trabajos en fisicoquímica relacionados con la caracterización y propiedades de diversas enzimas, muchas de ellas de plantas tropicales. Ella fue la primera mujer mexicana galardonada con dicho premio. Posteriormente la ahora denominada la Academia Mexicana de Ciencias ha otorgado esa distinción a varias investigadoras jóvenes (menores de cuarenta años). La Dra. Del Castillo tuvo dos hijos, Ximena (Ingeniera Industrial y de Sistemas) y Bernal (Maestría en Administración de Empresas). Ahora hablaremos de las mujeres científicas que han recibido el máximo galardón que el Gobierno Mexicano otorga a los artistas, científicos y artesanos, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en los campos siguientes: I.II.III.IV.V.VI.-
Lingüística y Literatura Bellas Artes Historia, Ciencias Sociales y Filosofía Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales Tecnología y Diseño Arte y Tradiciones Populares
Los Campos III, IV y V corresponden al rubro de las ciencias y desde que se instituyó el Premio han sido distinguidas con éste seis cinéticas mexicanas: La Dra. Josefina Vázquez y Vera (1999), Ida Rodríguez Prampolini (2001) y Juliana González Valenzuela (2004) en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía; LA Dra. Herminia Pasantes y Ordóñez (2001) en Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales: la Dra. María Luisa Ortega Delgado (1996) y la que esto escribe (1998) en Tecnología y Diseño. Quiero hacer una mención especial sobre mis colegas premiadas que paralelamente a su carrera científica siguieron la carrera de mamá. Ida Rodríguez Prampolini. Ha dedicado a la investigación y a la docencia gran parte de su vida. Su obra se ha centra en la historia, la filosofía y la crítica del arte del siglo XX, sobre todo en plástica y arquitectura de México, América Latina y Europa. Ella tiene dos hijos Ferrucho (Licenciado) y Daniel (Ingeniero) y tres nietos.
Herminia Pasantes y Ordóñez (Premio Nacional de Ciencias Naturales 2001). Sus primeros trabajos describieron altas concentraciones de un compuesto llamado taurina en la retina del ojo, se preguntó (para qué servía? y encontró que en este compuesto ayudaba a controlar la presión osmótica. A partir de este descubrimiento su investigación derivó al estudio de los mecanismos de control de volumen en células nerviosas. Un tema de notable interés clínico, que por su importancia se ha salido del área de la investigación básica para incursionar en aspectos clínicos y de investigación nutricional de interés social. Ella tiene dos hijos: Isabel (Economista) y Gonzalo (Fotógrafo profesional) y dos nietos. Estimado lector, yo también soy mamá y mi primer hijo, Yamandú Alejandro (Diseñador Gráfico), me acompañó cuando era bebe a la escuela e hicimos juntos la licenciatura. Mi segunda hija Ixchel (Psicóloga) hizo conmigo la maestría y el doctorado. Con ellos dos y Omar el tercero (estudiante de preparatoria), construimos juntos mi camino en la investigación. Desde su tierna infancia compartieron todas mis vicisitudes, los viajes al extranjero, la estancia posdoctoral. Se acostumbraron a tener una mami rara que siempre estaba trabajando y adoraba su trabajo. Fue difícil para los cuatro salimos adelante. Ninguno de ellos ha querido seguir la carrera científica. Sin embargo, a los dos mayores les apasiona la biotecnología y mi nieta Metztil se la pasa diseñando experimentos desde que tenia un año. He compartido las experiencias de madre-científica con varias amigas mexicanas incluyendo a la Dra. Herminia Pasantes y con colegas de otros países. Para todas el jugar ese doble papel ha sido a costa de ganarle horas al sueño, de multiplicarnos y muchas veces necesitar días de 48 horas, de ser como dice el refrán “aferradas, burras, tercas y necias”, de nunca darnos por vencidos y sobre todo ser siempre mujeres. Ninguna nos arrepentimos y si volviéramos a nacer lo volveríamos a hacer. Al final las mujeres científicas tenemos una familia ampliada que incluye a nuestros hijos, sobrinos y nietos biológicos y a nuestros hijos, nietos y bisnietos científicos, es decir hasta nuestros alumnos, sus alumnos y a los alumnos de sus alumnos. Los tiempos han cambiado y las jóvenes que inician una carrera científica o piensan hacerlo en el futuro estoy segura que tendrán un camino menos abrupto, por que otras hemos abierto brecha y nos sentimos orgullosas de que nuestras alumnas y las alumnas de nuestras alumnas superen a nuestras maestras. Talvez unos llamen intuición femenina, otros aseverarán que no existe tal cosa, pero lo cierto es que como científicas (con énfasis en la ultima “a”), las experiencias son inigualables. Cuando a esto le añadimos el papel de madre, la experiencia se hace mejor. Dra. Mayra de la Torre *Miembro del Consejo Consultivode ciencias de la Presidendica de la República *Investigadora del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C.