CUENTO EN doce DIAS Joel Cruz Maytorena Agosto 13 El día estuvo pesado, trabajo por todas partes, a eso agrégale que tuve que soportar toda la tarde la cara de idiota de Paolo que no deja de observarme cada que tiene tiempo para ver si tengo alguna falla en mi desempeño, eso ya no es arrogancia o rutina, es una manera de ser, tengo cinco años haciendo lo mismo y jamás me a volteado a ver de manera distinta, ni siquiera cuando es lunes y tengo ánimos nuevos y lo saludo con gran entusiasmo -(solo por fregar... lo admito)- pero al fin de cuentas con animo, solo se limita a decir el muy imbécil; ¿a ver si me saludas igual el sábado? Y por supuesto que el sábado ni siquiera volteo a verlo, no tanto por el cansancio de toda la semana sino por que se le cumpla su deseo al muy hijo de puta. A la salida me encontré con la hija de los Bravo, muy mona ella con su novio arquitecto que tanto presume en las reuniones familiares a las que cada mes asisto para cumplir con los deseos de mis viejos que no se han cansado de ver a los Bravo cada mes durante casi mas de doce años, en fin la salude de pasada mientas me dirigía a comprar el cigarro que me fumo cada noche mientras platico con el resto de la pavada laboral que quedamos todas las noches para fumar y relajarnos después de la jornada. De camino no tuve ganas de leer ni escuchar música, solo me dedique a observar las calles por donde pasa el camión que tomo todas las noches, descubrí cosas que no había notado, negocios, mas puestos de comida, más letreros de transito, menos alumbrado publico, en fin cosas que no había notado. Baje en la esquina de siempre y camine las tres cuadras que separan a la esquina de siempre de mi departamento, la pareja de siempre, la señora de siempre, el perro de siempre, el bache de siempre, el cigarro de siempre. Puta, que solo esta este lugar, tengo sueño, le haces falta tu. Cuando queda poco tiempo para que el sueño me venza por completo es cuando precisamente más pienso en ti, justo cuando los ojos comienzan a partir hacia la oscuridad completa y cuando el corazón comienza a latir de manera más tranquila -(tras haber estado todo el día acelerado por el peso del trabajo y de la vida cotidiana)- es entonces cuando apareces tu de manera más clara y tangible. Ese estadio del sueño, es decir, cuando uno esta entre despierto y entre dormido, es el mejor para sentirte a mi lado, cuando los sentidos se encuentran a flor de piel confundiéndose por completo, buscando unos labios, unos brazos, buscando el sonido de la voz deseada, el rostro vigoroso y reconfortante, el olor femenino perfecto, en ese momento de sentidos perdidos y mezclados es cuando te dibujo mejor en mis paredes, es cuando te retrato en el techo de mi cuarto. ¿Será que el tiempo se detiene para burlarse en mi cara? o ¿el tiempo me bendice al dejarme esos pequeños instantes moribundos para pensar en ti? El tiempo siempre juega un papel