Poemario: De verso azul - David Alcántara

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Este libro no podrå ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del autor. Todos los derechos reservados Š David Alcåntara, 2012


David AlcĂĄntara

De verso azul

Pintura de BegoĂąa Tojo Varela Torso de mujer en azul


ÍNDICE

Anónimo

-5-

Incrédula

-6-

Puta sustancial

-7-

Odio

-8-

Aérea

-9-

Transiciones

- 10 -

Rotación

- 11 -

Tierra distante

- 12 -

La mujer del silencio

- 13 -

Añoranza

- 14 -

Finito

- 15 -

Pánfilo

- 16 -

Dócil

- 17 -

Voz, tu voz

- 18 -

Copia

- 19 -

Insubordinada

- 20 -

Expiración

- 21 -

Sigilo

- 22 -

Sima

- 23 -

Quizá

- 24 -


A MarĂ­a


Anónimo Voy a publicar todas mis cicatrices, la sangre vertida, las dolencias, los porrazos que he ganado con aversiones, la vida que derroché por otras existencias, los tiempos que le di al alba, la respiración que no supe guiar, los roces que dejé sin tentar, la oscuridad que puse en mis ojos. Y te pediré que me envuelvas fuerte, cuando no exista más que verme rendido y ocupar el título de fracasado e ir al encuentro de la muerte y adherirme como un héroe herido para morir oculto y querido.

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Incrédula Yo te distinguí erizando tertulias, indagando en libertades sombrías, frotando el corazón de desaires, cambiando el idioma de tus demencias. Yo te escuché destapando tus trovas, colmando de sentencias tus zapatos, abandonando a la mitad tus súplicas, agitando con las manos el fuego. Te atendí mientras filosofabas sin sentido, cuestionando y frunciendo el rostro, no entendías el significado del verso. Pero aún en la ceguera de mi pluma yo sentí el éxtasis de tu cuerpo, tan efímero, tan sumiso, tan lírico.

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Puta sustancial Eres una puta mala, extraviada, loca, natural, posees una droga sustancial. Escupes en mis entrañas en mis ojos y en mi manos, brindas con mi dolor. Asesinas mi éxtasis, inhalas mis deseos, consumes mi pasión. Eres una puta mala me sangras en las sienes, en el alma y así te quiero puta mala, puta sustancial.

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Odio A Nadia, que me roba el corazón de la forma más extraña y bella. Odio la manera en que llegaste, odio que no te puedas quedar, odio el círculo que te rodeó cuando asomé, odio saber que aquella figura no desaparecerá, odio que no poseas lo que odio de todos, odio que tengas lo que odio de nadie, odio tener que escribirte cuando tengo tanto por decirte, odio no transcribir lo que en pocas ocasiones si te dije, odio seguir viéndote aun cuando te vas, odio que la felicidad este asociada a los momentos contigo, odio que la tristeza también, odio que seas indiscutiblemente angelical, odio que no siempre me hayan gustado las malas, odio que dudes, odio tu confianza, odio que me hagas creer aun cuando lo sabes todo, odio que recuerdes las palabras que no exactamente pronuncie para ti, odio que olvides las que si estuvieron dirigidas a tus oídos, odio no ser tu amigo incondicional, odio saber que nunca existirá, odio tu mirada hacia mí, odio cuando mis ojos te buscan moribundamente, odio no poder hacerles entender que no vendrás, odio que no me hagas odiar, odio escribirte estas líneas, odio no poder evitarlo.

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Aérea Eres ave efímera y peregrina que inundas tus alas en el paraíso, flotando sutil y sin rumbo fijo, tal vez consumando tus deseos. Buscas en el espacio inmortal una quimera disipada, un amor perpetuo, y cuando en tus sentidos se dibuja el mal, tu revoloteo se torna melancólico. Agasajas las rosas de la tarde, te fundes en la lánguida neblina, irradias con tus suspiros las alboradas, explotas en la sombra de los moribundos. Mi alma oscura te persigue por todas partes, como un río de lava ardiente y amenazante que abraza en silencio las cenizas sombrías de mi amor y tú olvido.

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Transiciones He resuelto al incoar este hoy, este inicio de frĂ­o aĂąejo, ahorcar tu silencio seductor con mi laberinto, mi caricia. Transformarte en sed, para yo saciarte, alterar tu paraje celestial, con mi libido, mi delirio. Perturbar tu santidad, con un ĂŠxtasis perpetuo de amaneceres azules, con mi brisa, mi suspiro. Contemplarte en amarillo, en abril o en mayo, no importa, mi fin es contemplarte, con mi tristeza, mi gota.

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Rotación Hoy amaneció mi poesía feliz, dulce y sin lágrima, no me da anclaje para una excusa, inquieta mi pluma y me acaricia. Implanta su régimen en mi terraza con un tango vetusto y sensual, (¡que dicha la mía!) soy el preso fiel de su placer. Inventa una euforia en mis ojos, asciende mi alma a parajes eternos, me muestra lo que jamás he visto, mi poesía tiene dorsal de mujer. Hoy despertó y me encontró taciturno, triste, ácido y bajo lluvia, y en aquella contrariedad matutina ha alterado mi mundo por completo.

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Tierra distante Acércate al tiempo de la desilusión, donde no se borran las cicatrices, donde se trenzan quimeras con desastre y la humedad se une a la ebriedad. Conquista al corazón bajo la sábana y ejecuta tu estrategia en contra del olvido, se parte por un momento de la tropa de las caricias indiferentes e infortunadas. Repite tu maldición a las noches, gira el universo a tu favor, y disípate en mi desierto quédate cerca, cerquita, y revierte la morriña gélida por visitar tus tierras lejanas.

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La mujer del silencio La mujer del silencio fusiona su pintalabios con la amargura de los teoremas de la vida y del acento, su sonrisa es su arma mĂĄs letal. La mujer del silencio no entiende cuando a veces callo en busca del sonido retorcido, su lugar favorito es el viento. La mujer del silencio se ha fatigado del silbido de un suspiro que finaliza cada noche en una gota, sus latidos son balas vehementes. La mujer del silencio incita mi alma hacia la victoria en aquellos dĂ­as que estoy rendido, su afĂĄn en mostrarme lo divino.

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Añoranza ¿Te acuerdas cuando nos timamos, cuando nos quisimos desbordadamente y cuando un beso nos disolvió? ¿Te acuerdas de aquella tarde en que secundamos a la razón y dimos pase al sentimiento? Aquel día el atardecer fue más que el alba. ¿Te acuerdas del beso imprudente que nos dimos, del entendimiento de nuestras quijadas y del remolino salvaje de nuestros sentidos? ¿Te acuerdas de aquel delgado escritor, de su temblor con epicentro en ti y de las coplas que recitó al pie de tu balcón? ¿Te acuerdas de las rimas y estrofas que entonaste orgullosa y bella, las mismas que me hurtaste como desquite? ¿Te acuerdas de mí aún, de este querer ilícito, de mis ojos lacerados y estremecidos por eso a lo que nombraste estulticia y sin sentido? Recuerdas todo, lo intuyo, recuerdas mi querer, aquella tarde, el beso, mis temblores, las rimas y estrofas, mis ojos y hasta el réquiem que inventamos. Recuerdas todo, como yo te recuerdo a ti, con un ósculo en mi pómulo y tus manos trazando una partida, una huida.

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Finito Tengo una bala entre mis hemisferios, un golpe profundo y acertado entre mis aurículas, un grito, un puño, una muerte. Tengo una sombra herida, una puerta cerrándose entre do y re, un niño, un hombre, un génesis. Tengo un camino de adagios de soledades y tristezas, una autopista de ciegos, una silueta, un inicio, un final. Tengo tu nombre en mis sienes, tu querer hundido en los ojos de otro, una mueca, un rostro, una mujer. Tengo una razón concisa y directa de extremo a extremo para hundirme en tu espalda, una tregua, un gesto, un beso. Tengo un verso que me seduce, un odio anclado en mi eje, una mujer agitando mi camino, una historia, un adiós, un presente.

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Pánfilo Historia breve en un baúl sin fondo. Fuiste lágrima en camino agreste. Te llevé en un bolsillo con profundos agujeros. Velé día y noche para que no desciendas. Tu debilidad huyó de mis manos, de mi sombra. Tu incoherencia se hundió fielmente en mis sienes. Caí, golpeé un cielo e inhale tu naturaleza. Anclé mis ojos en tu espalda indiferente. En tus ojos plasmé la silueta de un beso. Ese beso extraviado en tus labios y los míos. Tarde breve en un día sin fondo. Fuiste ceniza en mi libertad.

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Dócil Inquieto amor que lentamente hieres, que flagelas suave al par que excitas. Que a los hombres descarrías y derrumbas sin dejar de abrumar los paladares y melenas. Amor que lastimas más cuando no lastimas, que causas más daño si sigilosa te limitas. Mujer armada de látigos, de flores y pasiones, que castigas al pasar mi alma por tu sendero. Blanda dueña, aliada y enemiga, que tanto cuánto das así más quitas. No te atiborres en la flor de los amaneceres, ni deshojes a la virgen margarita, pues tú y yo somos el camino.

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Voz, tu voz Tu voz, hoy, solo eso, nada más, mientras parpadeo, mientras camino, mientras voy chiflando bajito por la avenida, mientras escribo y cuando no, también. Tu voz, al menos una vocal, nada más, cuando tiemblo en silencio, cuando tartamudeo, cuando duermo, cuando no, cuando voy saliendo y cuando no te hallo. Tu voz, solo una estrofa, nada más, al pasar por tu vereda, al caer en tu jardín, al perderme en la ciudad voluntariamente, al desplomarme despacio en la soledad. Tu voz, eso requiero, nada más, para saber que solo hay sentido para ti, para olvidar el silencio de mi pared, para recordar lo más sublime de mi vida.

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Copia Imaginas a todos los hombres iguales: títeres que siempre te satisfacen apeteciendo una sombra de pasión contigo, hostigando tú camino con perversiones. No sé quién es de todos el más estúpido; tú, que nos presumes simples a todos, o nosotros, que consecutivamente te damos porqués para creerlo.

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Insubordinada Enmudeceré pronto con la dama a mi costado, sin temor, esperando aquel eco. Enmudeceré siempre y para siempre con el único propósito de hablarte. Enmudeceré sin molestias, y el vacío se erguirá en nuestras bocas, y será un placer perpetuo. Reclama si pronuncio palabra, pide que calle y callaré, la poesía se escribirá sola, sin esfuerzos, libre.

20


Expiración Pero yo la vi acurrucada entre cartulinas viejas y hediondas mudas escarlatas, perdida y postrada en lo trivial. Miró mi huella con su ojo izquierdo y me invitó a un camino poblado de rústicas coplas y tramos de piel, nuestro aliento fue el norte y el sur. Temblábamos cerca a la luna mientras mirábamos el cielo pálido y los cuerpos eran un reflejo turbulento en las autopistas iluminadas. Ni una voz, ni el bramar de un susurro, afligidos por nuestras frentes sudorosas, unimos nuestras palmas heridas y nos desbarrancamos al olvido.

21


Sigilo Ven, aproxímate a mi rostro y empújalo lánguidamente hacia la carretera. La noche está avanzada y no hay ojos denunciantes. Por que transitar por estas calles sin tu presencia es desvanecerse con la cornisa de tus ojos sin encontrar la manera de romper el más hondo silencio.

22


Sima Nuestro precipicio se trastorna como palabra en tu boca, gesto infecundo del pasado aferrado a lo lejano. Nuestro precipicio es tradición, deseo y sensatez, mundo desolado, noche que se quedó dormida en las palmas del futuro. Nuestro precipicio se enmaraña como una mirada enamorada en el barullo de la belleza alimentada por el sonido. Nuestro precipicio es la razón que aún no se concibe en nosotros.

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Quizá Podría haber sido un rayo, podría haber sido un libertador, podría haber sido un novelista. Me hiciste tanto bien y no estoy caído, ni estoy rendido, estoy esperando. ¡Que dicha la tuya! Yo sigo siendo ceniza y tú tan libre, tan fugaz, tan soberana de la ciudad. Podría haber sido un astro, podría haber sido un héroe, podría haber sido un poeta. Me hiciste tanto mal y no estoy contento, ni estoy triste, estoy perdido.

24


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