Reencuentro con tu
“Reconocer lo que hay” “La curación es sólo una consecuencia, parte del movimiento del alma, que por supuesto va hacia el amor, no se trata de amar más, sino simplemente de amar con más conciencia”. - Bert Hellinger -
Nuestro niño interior es nuestra parte auténtica, nuestra esencia, nuestro verdadero ser o por otro lado esa parte de nosotros que necesita atención, aprecio, afecto, aceptación tal cual somos y que nos hace sentirnos vulnerables, pequeños y asustados en muchas situaciones de nuestra vida adulta. Cuando empezamos a crecer, como esponjas absorbemos cantidad de información que se va sumando a nuestra mochila de experiencias y que va dejando huella, caminando hacia la adolescencia y hacia la adultez.
Lo que nos afectó en la etapa de la niñez, nos repercute toda la vida y si aprovechamos el contacto que podemos tener con nuestro niño interno, podemos sanar muchas situaciones, entender y avanzar con más seguridad y confianza por la vida. Para ser adultos, debemos sanar, reconciliarnos con el niño interior y reconocer a nuestros padres. Cuando escuchas lo que ese niño/a tiene que decir, desde el alma, tus ojos no serán los mismos. Aprenderás a escucharle, abrazarle, acoger sus emociones y ponerle límites saludables a sus reacciones y comportamientos.
“La sanación del vínculo con los padres, es la forma de sanar nuestro vínculo con la vida y con nosotros mismos. Para el hijo, los padres representan simbólicamente la vida. Si estamos en paz con ellos, estamos en paz con la vida, cuando los tomamos a ellos, podemos tomar la vida en todas sus dimensiones”.
Cuanto más conozcamos a ese niño herido y aprendamos a acogerlo y a sanarlo, más podremos ser capaces de conseguir que esta parte de nuestra personalidad trabaje a nuestro favor en lugar de perder energía peleándonos con ella cada día. Si bien el pasado no lo podemos cambiar, ni cómo reaccionamos en aquel momento (haciendo lo mejor que podíamos), sí podemos avanzar, reconocer y sanar todo lo que nos afectó y seguir adelante.
“Todos tenemos conexión directa con las cualidades divinas que tanto nos sorprenden en los niños: pureza, ternura, compasión… Somos creadores de nuestra realidad y gracias a la Energía del Niño, que es nuestra esencia, podemos hacerla poderosa y que sea la que maneje nuestra vida, viviendo desde el corazón y el amor, que es lo que somos”.
Cuando el niño/a interior siente que ahora como adultos nosotros nos hacemos cargo de ellos, que estamos con ellos y nunca estarán solos, estamos en armonía y fluimos con la vida misma. Al sanar, nos hacemos responsables de él, y le decimos: “Yo como adulto, me hago cargo de tí”
Reencuentro con tu
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