Fábulas de siempre 5 fábulas tradicionales para niños.
CONTIENE
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ORIGINAL
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FĂĄbulas de siempre 5 fĂĄbulas tradicionales para niĂąos.
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Fábulas de siempre 5 fábulas tradicionales para niños.
Diseñado por: Claudia Ramírez - Jessica Gutierrez Grupo editorial Norma
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Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta oba por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o prestamos públicos. Título original: Fábulas de siempre 1a Edición - 19 de Abril del 2013 2013 ISBN: 84-586-6525-3 Reimpesión: Febero, 2013 Bucaramanga/ Colombia Grupo editorial Norma
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Introducción La razón que nos empujó a llevar a cabo este libro fue y sigue siendo la ilusión de recrear y crear mediante la lectura un conocimiento agregado que llegue a rescatar en los niños de hoy en día la capacidad de interpretar e interactuar con cada una de las fabulas que aquí dentro de este libo encontraras, queremos llevar a cabo un movimiento que invite a que los niños y niñas seas los lectores del mañana, pero no solo usando la lectura como base de aprendizaje si no buscando por medio de ella la interacción con su mundo y la manera de comunicación con la sociedad, aprendiendo como y de manera divertida la forma de toma conciencia de las situaciones del día a día.
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Índice 1. Prólogo 2. La liebre y la tortuga
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3. El león y el ratón
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4. Los 3 cerditos y el lobo feroz
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5. El pastorcito mentiroso
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6. La lechera
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7. Colofón
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8. Epílogo
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9. Bibliografía
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Fรกbula 1
La liebre y la tortuga
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En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se jactaba de ello ante la lentitud de la tortuga. - ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre burlándose de la tortuga.
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La liebre y la tortuga.
Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre: - Estoy segura de poder ganarte una carrera - ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre. - Sí, a ti, dijo la tortuga.
Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera. La liebre, muy ufana, aceptó. Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de los asistentes.
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La liebre y la tortuga.
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Confiada en su ligereza, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar.
Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse. Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia de la meta.
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La liebre y la tortuga.
Salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había ganado la carrera! Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
Fin.
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La liebre y la tortuga.
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F谩bula 2
El le贸n y el rat贸n
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Después de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un árbol. Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se atrevieron a salir de su madriguera y se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más travieso tuvo la ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo despertó.
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El león y el ratón.
Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida, el león atrapó al ratón entre sus garras y dijo dando un rugido: -¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy a comerte para que aprendáis la lección!El ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando: - Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas te estaré eternamente
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El león y el ratón.
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agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún día me necesites – - ¡Ja, ja, ja! – se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué forma va a ayudarme? ¡No me hagas reír!. Pero el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su tamaño y su valentía, le dejó marchar.
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El león y el ratón.
Unos días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó unos terribles rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles. Rápidamente corrió hacia lugar de donde provenía el sonido, y se encontró allí al león, que había quedado atrapado en una robusta red. El ratón, decidido a pagar su deuda, le dijo:
- No te preocupes, yo te salvaré. Y el león, sin pensarlo le contestó: - Pero cómo, si eres tan pequeño para tanto esfuerzo. El ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el león, y el león pudo salvarse. El ratón le dijo:
- Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos. El león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este día, los dos fueron amigos para siempre. Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.
Fin.
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El león y el ratón.
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Los tres cerditos Fรกbula 3
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En un ancho valle vivían tres pequeños cerditos, muy diferentes entre sí, aunque los dos más pequeños se pasaban el día tocando el violín y la flauta. El hermano mayor, por el contrario, era más serio y trabajador. Un día el hermano mayor del dijo: - Estoy muy preocupado por vosotros, porque no hacéis más que jugar y cantar y no tenéis en cuenta que pronto llegará el invierno. ¿Que haréis
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Los 3 cerditos y el lobo feroz
cuando lleguen las nieves y el frío? Tendríais que construiros una casa para vivir. Los pequeños agradecieron el consejo del mayor y se pusieron a construir una casa. El más pequeño de los tres, que era el más juguetón, no tenía muchas ganas de trabajar y se hizo una casa de cañas con el techo de paja. El otro cerdito juguetón trabajó un poco más y la construyó con maderas y clavos. El mayor se hizo una bonita casa con ladrillos y cemento.
Pasó por aquel valle el lobo feroz, que era un animal malo. Al ver al más pequeño de los tres cerditos, decidió capturarlo y comenzó a perseguirle. El juguetón y rosado cerdito se refugió en su casa temblando de miedo. El lobo, al ver la casa de cañas y paja, comenzó a reírse.
El lobo comenzó a soplar con tanta fuerza que las cañas y la paja salieron por los aires. Al ver esto, el pequeño corrió hasta la casa de su hermano, el violinista. Como era una casa de madera, se sentían seguros creyendo que el lobo no podría hacer nada contra ellos.
- ¡Ja, ja! Esto no podrá impedir que te agarre -gritaba el lobo mientras llenaba sus pulmones de aire.
- ¡Ja, ja! Esto tampoco podrá impedir que os agarre, pequeños -volvió a gritar el malvado lobo.
De nuevo llenó sus pulmones de aire y resopló con todas sus fuerzas. Todas las maderas salieron por los aires, mientras los dos cerditos huyeron muy deprisa a casa de su hermano mayor. - No os preocupéis, aquí estais seguros. Esta casa es fuerte, He trabajado mucho en ella -afirmó el mayor.
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El lobo se colocó ante la casa y llenó, una vez más, sus pulmones. Sopló y resopló, pero la casa ni se movió. Volvió a hinchar sus pulmones hasta estar muy colorado y luego resopló con todas sus fuerzas, pero no logró mover ni un solo ladrillo. Desde dentro de la casa se podía escuchar cómo cantaban los cerditos:
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Los 3 cerditos y el lobo feroz
- ¿Quién teme al lobo feroz, al lobo, al lobo? ¿Quién teme al lobo feroz? Esta canción enfureció muchísimo al lobo, que volvió a llenar sus pulmones y sus carrillos de aire y a soplar hasta quedar extenuado. Los cerditos reían dentro de la casa, tanto que el lobo se puso muy rojo de enfadado que estaba.
Fue entonces cuando, al malvado animal, se le ocurrió una idea: entraría por el único agujero de la casa que no estaba cerrado, por la chimenea. Cuando subía por el tejado los dos pequeños tenían mucho miedo, pero el hermano mayor les dijo que no se preocuparan, que darían una gran lección al lobo. Pusieron mucha leña en la chimenea y le prendieron fuego.
Fin.
Así consiguieron que el lobo huyera. Los cerditos aprendieron después de esta aventura que:
Es importante hacer el trabajo con afición, si deseas salir de una difícil situación.
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Fรกbula 4
El pastorcito
mentiroso
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Había una vez un pastor muy bromista y mentiroso. Todos los días, cuando regresaba a su casa, Después de haber llevado a pastar a su rebaño, entraba corriendo en el pueblo gritando: - ¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo!
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El pastorcito mentiroso.
Al oír los gritos, todos los habitantes se metían en sus casas muertos de miedo. Y allí encerrados se quedaban hasta que oían de nuevo al pastor: - ¡Ja, ja, ja! ¡No es verdad! ¡Sólo era una broma! ¡Tontos!
Y todos los días los habitantes del pueblo miraban malhumorados al pastor que siempre se alejaba riéndose. Todos los días… Hasta que… ¿Sabes qué pasó?
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El pastorcito mentiroso.
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Un día, como tantos otros, el pastor volvió corriendo al pueblo. Gritaba tanto o más que en otras ocasiones: - ¡Viene el lobo! ¡Viene el lobo! Pero esta vez corría más deprisa de lo normal y gritaba
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El pastorcito mentiroso.
también más fuerte de lo normal… Sin embargo, los vecinos del pueblo no le hicieron ni caso, hartos ya de que el pastor les hubiera engañado tantas veces… Y ¿Sabes cómo terminó todo? ¡Claro! Esta vez sí que fue verdad que venía el lobo. Y como nadie del pueblo le
hizo caso, el pastor se quedó sin ovejas, pues el lobo se las comió todas. En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso, aunque diga la verdad nadie le creerá.
Fin. Fábulas de siempre
El pastorcito mentiroso.
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Fรกbula 5
La lechera 39
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Fรกbulas de siempre La lechera.
¿Por qué? Porque la gentil lechera caminaba acompañada por sus pensamientos y con la imaginación veía muchas cosas hermosas para el futuro. “Sí-pensaba-.Ahora llegaré al mercado y encontraré en seguida comprador para esta riquísima leche. Sin duda, han de pagármela a buen precio, que bien lo vale. Iba alegre la lechera camino del mercado. Con paso vivo, sencilla y graciosa, sostenía sobre su cabeza un cántaro lleno de leche. Ese día se sentía realmente feliz y a medida que se iba acercando al pueblo, su dicha aumentaba.
“En cuanto consiga el dinero, allí mismo compraré un canasto de huevos. Lo llevaré a mi cabaña y de ese montón de huevos, lograré sacar, ya hacia el verano, cien pollos por lo menos. ¡Ah, que feliz me siento de pensarlo
solamente! Me rodearán esos cien pollos piando y piando y no dejaré que se le acerque zorra ni comadreja enemiga. “Una vez que tenga mis cien pollos, volveré al mercado. Y entonces, entonces...los venderé para comprar un cerdo. “Sí, un cerdo, no muy grande, un lechoncito rosado. ¡Ya me encargaré yo de cebarlo! Crecerá y se pondrá gordo, porque estará bien alimentado con bellotas y
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castañas. Será un cerdo enorme, con una barriga que ha de arrastrarse por el suelo. Yo lo conseguiré.” Siguió la lechera su camino, sonriendo ante la idea de ser dueña de tan robusto animal. ¿Qué haría? Lo pensó un instante. Y otra vez una sonrisa de felicidad iluminó su linda carita.
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Fábulas de siempre La lechera.
“Claro está. Ya sé lo que me conviene. Ese cerdo magnífico bien valdrá un buen dinero. ¡Con él me compraré una vaca! ¡Una vaca y...un ternero! ¡Ah, que gusto ver al ternerito saltar y correr en mi cabaña!” Ya se imaginó la lechera correteando junto al ternerito. Y al pensarlo, río alegremente a tiempo que daba un salto. ¡Hay cuanta desdicha siguió a su alegría! Al dar el salto, cayó de su cabeza el cántaro que se rompió en mil pedazos.
La pobre lechera miró desolada cómo la tierra tragaba el blanco líquido. Ya no había leche, ni habría pollos, ni cerdo, ni vaca, ni ternero. Todas sus ilusiones se habían perdido para siempre, junto con el cántaro roto y la leche derramada en el camino.
No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro.
Fin. Fábulas de siempre La lechera.
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Colofón Título original: Fábulas de siempre ISBN: 84-586-6525-3 Bucaramanga/ Colombia Reimpesión: Febero, 2013 Litografía La Bastilla 1000 copias
Tipografía: Minion Pro - Remachine Papel: Propalcote 150 gr.
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La liebre y la tortuga.
“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad.” Menninger, Karl A.
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La liebre y la tortuga.
Bibliografía http://www.guiainfantil.com http://www.pequered.com http://www.juegosyeducacion.com http://www.pequelandia.org Fábulas de siempre
La liebre y la tortuga.
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La liebre y la tortuga.
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La liebre y la tortuga.
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La liebre y la tortuga.