Entrevista con Marc Augé

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domingo 26 de octubre de 2014 → Nº 158

ENTREVISTA

Marc Augé,

unpensadordel presente →

E

Jéssica Zambrano Periodista

de antropólogo —que prefiere sobre el de etnólogo— observa, se cuestiona y teoriza las relaciones entre las etapas históricas de modernidad y sobremodernidad, esta última época concebida como aquella que acentúa la individualidad y la soledad. En un contexto en el que las ideas se vuelven universales, como su circulación, Augé está convencido de que la antropología es hoy más que nunca necesaria para analizar la crisis del sentido social en todo el planeta. La antropología, según Augé, puede acompañar la aceleración de la historia con su tradición, procedimiento y objeto. En esa búsqueda está Augé desde los inicios, desde que terminó su profesorado de Literatura con una gran necesidad de escribir y una súbita pasión por viajar, por conocer más allá de lo que le rodeaba y le dejaba la Academia, para encontrarse con el otro, un ser desconocido en una experiencia que hasta hoy le parece fascinante y a la que siempre retorna. Hoy está seguro de que un antropólogo no regresa jamás de su primer viaje sobre el terreno aunque, como ha escrito, es necesario el retorno

l abuelo de Marc Augé era un hombre sin estudios, pero muy inteligente. Su forma de garantizar la preservación de ese conocimiento fue invertir en la educación de sus hijos. El padre de Augé fue un funcionario público y quiso que aquel a quien leemos hoy, desde la antropología, fuese un intelectual. Pero para Augé el rol del intelectual debe ser repensado. Considera que este debe ser una persona que hace de su individualidad un principio. En una entrevista otorgada a un periódico argentino resaltó cómo su padre vio en su figura sus sueños realizados. “Todo eso fue posible gracias a la escuela pública, a la educación para todos. Pero hoy eso se terminó. La escuela ya no puede luchar contra la desigualdad: el cuerpo social está cada vez más inmóvil, la gente se queda encerrada en sus barrios, sus escuelas, sus familias, como si fueran una suerte de casta premoderna”, dijo. Los antropólogos son figuras enigmáticas, de revelación y cuestionamiento. El francés Marc Augé es algo de eso. Desde su oficio

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Fotos: Internet

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para escribir, “al menos regresar a casa”. Desde su primera experiencia intenta aparcar fuera de lo que llama la ‘homogenización de los medios de comunicación’. Lo hace a través del análisis de la sociedad de su siglo, con los libros que está preparando siempre y los documentales con los que ha recorrido África y América Latina. El pensamiento particular de Augé genera interés universal y sus libros se traducen a cientos de idiomas. Para muchos, pensar en Augé es rememorar la diferencia entre los conceptos de ‘lugar’ y ‘no lugar’ que describe en su libro Los no lugares. Espacios del anonimato. Antropología de la sobremodernidad (1992). Su divulga-

realidades concretas; así, el proceso de la urbanización del mundo ha continuado y se ha amplificado. El mundo hoy es como una inmensa ciudad y toda gran ciudad ya es un mundo. Los ‘no lugares’, en el sentido empírico de la palabra —dice Augé—, se extienden sobre el planeta, tomando en cuenta que debemos abordar ciertos temas y fenómenos desde ciertos puntos de vista. La modernidad se sobreimpone a la modernidad, es una exageración de los factores de la modernidad debido al énfasis sobre la emoción individual, el estrechamiento del planeta y sobre la aceleración del planeta. Estos tres fac-

Vista de uno los andenes del metro de Tokio. Un posible ‘no lugar’, punto de encuentro de seres anónimos.

ción y lectura se han popularizado a tal punto que hay quienes han empezado a buscar realidades concretas y sujetas a un espacio físico, cuando en su texto insiste que “son polaridades falsas: el primero no queda nunca completamente borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente: son palimpsestos donde se reinscribe sin cesar el juego intrincado de la identidad y de la relación”. Luego de 22 años de la publicación de esta obra, Augé se enfrenta a un desarrollo espectacular en el planeta de los espacios de circulación, de comunicación y de consumo que se pueden analizar y que se constituyen como

tores constituyen a la modernidad sobre la sobremodernidad. La consecuencia es que cada vez es más difícil de analizar. Cuando Marc Augé publica el libro en el que aborda la cuestión de los ‘no lugares’ había pasado su fase de etnólogo con los Alladian en Costa de Marfil y con los indios Puré de Venezuela. Desde entonces, sus ideas en torno a la sobremodernidad lo pusieron en el centro de los debates intelectuales. El concepto de ‘sobremodernidad’, ligado íntimamente a la ponencia de la crisis de los tiempos, se refiere a la multiplicación de las reivindicaciones de identidad local con for-

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*** ¿Qué opina de la lectura adversa de su obra? Pienso que hay una lectura demasiado rápida. Hay dos aspectos: por un lado las definiciones teóricas del lugar y el ‘no lugar’, que es un espacio en el cual no es posible leer las relaciones sociales, el pasado histórico, todo lo que hace una comunidad. Sabemos muy bien que se desarrollan sobre el planeta espacios de comunicación, de consumo. Por ejemplo cuando estamos en el aeropuerto no podemos leer las relaciones sociales, la gente no se conoce. Lo que cuenta es la dualidad: el lugar y no lugar, porque cualquier espacio, en ciertos aspectos, es un lugar y en ciertos otros puede ser un no lugar. No es posible hacer una lista de los lugares y otra de los no lugares. En ese contexto aparecen y se integran a la vida cotidiana las redes sociales. ¿Qué parte de la vida cotidiana está ficcionalizada a partir de este fenómeno? Las redes sociales son espacios en los que las personas tienen una inscripción social. Es una comedia frente a la sociedad, pero no es social. Con lo digital se plantea, en primer lugar, una sustitución de las relaciones frente a frente. Hoy es necesario consumir para existir y lo máximo de la existencia es pasar del otro lado del espejo a hacerse imagen uno mismo. La telerrealidad, la creación de sitios personales en la red contribuyen a ese pasaje de la imagen, pero también la publicidad vista en la televisión lo hace. Esto puede ser llamado la impregnación de la ficción. El ejercicio del arte está muy ligado a la educación y a la utopía anhelada en la medida que las sociedades más desarrolladas y potencias a nivel económico son las que pueden generar más de estos trabajos artísticos. ¿Cómo percibe la creación artís-

tica y al arte contemporáneo en la actualidad? Hoy la prioridad del arte contemporáneo es cuestionar al espectador. A veces lo hace a tal punto que genera demasiados cuestionamientos antes que una crítica a un contexto social y político. Si actualmente la relación de la creación artística con nuestra historia resulta difícil de identificar es porque el tiempo se acelera y por el recubrimiento del lenguaje temporal por el lenguaje espacial. Existe una primacía del código que describe los comportamientos sobre lo simbólico y construye las relaciones, pues tiene efectos directos sobre las condiciones de la creación. Actualmente, los artistas, los arquitectos y los escritores están condenados a descubrir la belleza del mundo resistiéndose a las aparentes evidencias de la actualidad. Se esfuerzan por encontrar el carácter enigmático de los objetos antes que desconectarse de toda existencia. Pero también toman como objetos a aquellos que pretenden hacerse pasar

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mas y a escalas muy diferentes entre unas y otras: el más pequeño de nuestros pueblos ilumina su iglesia del siglo XVI y exalta sus especialidades; o bien los idiomas regionales recobran su importancia. En Europa y en otras partes del mundo los nacionalismos renacen o se vuelven a inventar. Los resurgimientos religiosos se fundan en un pasado recuperado o reconstruido. Augé pasó por Ecuador hace un mes. Vino a hablar de la crisis de los tiempos y las ruinas en un auditorio lleno en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). En su discurso se acopló a la lengua castellana con su pronunciado acento francés. No dejaba de cautivar a los asistentes con cada postulado. Se estaba acercando a su público.

trabajo sigue vinculado al lugar y al no lugar. Esta vez lo piensa desde los bistró, pequeños establecimientos populares de Francia de los años 60. Su espacio se llenaba principalmente con la clase obrera y más que ser un lugar para comer, era un sitio donde se podía beber. En la actualidad, los bistró se han convertido en espacios modernizados y ajustados a la necesidad de los tiempos. Augé indaga en su libro las

Los antropólogos son figuras enigmáticas, de revelación

y cuestionamiento. Marc Augé es algo de eso. Desde su oficio de antropólogo —que prefiere sobre el de etnólogo— observa, se cuestiona y teoriza sobre las relaciones entre las etapas históricas de modernidad y sobremodernidad esta última época concebida como aquella que acentúa la individualidad. por mediaciones en busca del sentido social bajo las máscaras de la evidencia. El sentido social no es un sentido metafísico total, sino la misma oración social en tanto que, representada e instituida, resulta que existe siempre una tensión entre sentido social definido como el conjunto de las relaciones sociales y libertad definida como el espacio dejado a la iniciativa individual. Esta tensión es la condición y el objeto mismo del arte y de la creación literaria. Garantizar la libertad de los individuos sin condenarles a la soledad es la función más alta de la democracia a nivel político, como de la creación del arte a nivel antropológico. ¿Cómo mira a América Latina? Sin ser condescendiente con nadie, veo a una América Latina más dinámica. Resalta en ella Brasil y la forma en la que sus gobiernos se han integrado. Marc Augé, como dijo el maestro Pedro Cantero, que propició su visita al país, siempre tiene un libro en el fogón. Su siguiente

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relaciones del entorno inicial y la presencia femenina, casi inédita, en varios de ellos. Terminó su visita hablando del tiempo y las ruinas, esas obras de arte que describe en El tiempo en ruinas (2003), ubicadas entre historia, memoria y tiempo puro, esa etapa a la que no es posible asignarle fechas. Las ruinas, para Augé, se han vuelto un espectáculo que promueve sentimientos distintos en diferentes espectadores porque pueden enviar o rememorar un pasado común y simbolizar la unidad de un grupo o una nación. Las ruinas se interponen entre sí para develar de manera concreta el cambio de escala que surge en la historia de la humanidad, los cambios que describe ahora desde la observación sin telarañas en los ojos para traducirlos en sus distintos soportes: el cine, la escritura, la Academia. A sus 79 años, Marc Augé reside en Turín con el propósito de mejorar su italiano. Vive entre el estrecho parentesco entre la etnología y la memoria y, más allá, la analogía entre el recuerdo y la ruina.


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