psicologia cognitiva

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UNIVERSIDAD EUROCONTINENTAL

PSICOLOGÍA COGNITIVA

Teoría de la percepción y atención | Jessica Rivera Mendez


A través de sus sentidos el hombre toma conciencia de la realidad del mundo que le rodea y lo hace por medio de la percepción. Se ha definido la percepción como la aprehensión de la realidad a través de los sentidos (Fernández, 1986), creyendo que esta aprehensión es como si hiciéramos una fotografía de la realidad y ésta quedara impresa en nuestra mente, pensamos que las cosas son tal y como creemos que son sin pensar siquiera en que podrían ser de otra manera.

La percepción ha sido estudiada dentro de tres paradigmas y en tres etapas diferenciadas. Primero, dentro del paradigma introspectivo de la conciencia se concibió como «claridad» de esta, dado que no fue considerada ni estimulo ni respuesta. Posteriormente fue estudiada dentro de la teoría de los condicionamientos, dándosele, como es lógico, un marcado carácter conductual y concebida como un reflejo, el de orientación. Por último, fue estudiada dentro del marco de la psicología cognitiva y bajo el prisma del procesamiento de la información, y concebida como «capacidad» para el procesamiento de diferentes tipos de información estimular (Allport, 1980; Khaneman, 1973; Norman y Bobrow, 1975; Shiffrin y Chenider, 1977). Como es lógico, estos puntos de vista son diferentes de los que centran nuestro estudio, el punto de vista psicológico, que analiza la clasificación de los estímulos (Skinner, 1938), su naturaleza (Bruce y Green, 1985), la respuesta o resultado perceptual, lo evocado por el estímulo, y los procesos internos que interpretan y transforman los estímulos en un resultado inferencial identificable e inteligible para el individuo. No obstante lo referido, entraremos un poco más en las teorías que lo analizan. “La percepción es el conocimiento de las respuestas sensoriales a los estímulos que las excitan, conocimiento por el que diferenciamos, o deberíamos ser capaces de diferenciar, todos y cada uno de los estímulos provenientes del mundo que nos rodea”.

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Para la teoría de la percepción directa el sujeto capta directamente la información suministrada por el medio ambiente, sin que exista ningún tipo de construcción ni interpretación, por parte del sujeto. Esta teoría, defendida por la Gestalt, establece que lo que percibimos son totalidades y no elementos puntuales, dado que estos se organizan formando un único estímulo perceptual. Gibson (1950,1979) es el representante más importante de esta teoría, para quien los estímulos perceptuales son los verdaderos estímulos información que se reciben directamente sin que medie construcción por parte del perceptor. En el estímulo está toda la información necesaria para su identificación y evaluación por lo que, para Gibson la percepción es un proceso simple, sin necesidad de activar ningún tipo de procesos mentales internos. Para la teoría de la percepción indirecta, el sujeto elabora la percepción a partir de los datos sensoriales. Lo que los sentidos captan son datos elementales con los que el sujeto, por algún tipo de inferencia, con la ayuda de la memoria, construye el objeto complejo (antiguo estructuralismo elementarista). Por ejemplo, cuando percibimos puntos luminosos no sólo vemos luz, sino también intensidad, frecuencia de ondas luminosas, color, tiempo de encendido y apagado que, en su conjunto, podemos captar como una flecha de dirección como la que exhiben determinados establecimientos o señalizaciones de tráfico. La postura funcionalista de la teoría del New Look, sin contradecir la posición dela teoría de la percepción indirecta, postula la percepción como una actividad adaptativa que se mueve por necesidades del sujeto, lo que hace que nuestras motivaciones biológicas o sociales nos lleven a percepciones diferentes. Más actualmente, dentro de la psicología clásica, y desde el Procesamiento de la Información, se opta por la posición constructivista, teoría indirecta, de la percepción (Neisser, 1976). De acuerdo con la psicología clásica lo que conocemos está mediado no sólo por los órganos sensoriales, sino por otra serie de sistemas que interpretan la información que recibimos. Para Neisser, representante de esta teoría, la percepción es un proceso activo de construcción en el que la persona que percibe «contrasta» la nueva información con sus propios esquemas internos, producto de su aprendizaje, y rechaza o acepta la información suministrada por el estímulo, en razón de la adecuación o no a su esquema personal. Más próximo a nuestros días, siguiendo dentro de la psicología cognitiva, la percepción, especialmente la percepción de la forma, se define por procesos y tareas. Para Uttal (1983) la percepción es un todo formado por diferentes procesos, de detección del estímulo, de discriminación, de reconocimiento y, por último, y abarcando todo lo anterior, el proceso perceptual.

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EL PROCESO DE LA PERCEPCION Al contrario de la sensación, que es un mero proceso receptivo, la percepción es el conocimiento de las respuestas de nuestros sentidos perceptores a los estímulos que se nos presentan, haciéndonos partícipes de nuestro mundo exterior y procediendo a nuestra adaptación al mismo. De lo dicho se deduce la existencia de un elemento exterior, el estímulo, una combinación de las sensaciones que se producen en nuestros diferentes sentidos, la integración de estas sensaciones con nuestra propia experiencia y, por último, la discriminación y selección de aquellas sensaciones más útiles o adaptativas para nosotros en cada circunstancia y momento. Estas últimas acciones nos llevan a una constatación de lo conocido o a una interpretación de lo desconocido para adaptarlo a nuestro mundo y llegar a su comprensión.

Podemos concluir que la percepción posee determinadas características propias y dependientes. Estas características son: a) La subjetividad, fácilmente apreciada al comprobar que un mismo estímulo produce comportamientos diferentes en diferentes personas, e incluso la ausencia de ellas por la indiferencia ante dicho estímulo; b) La selectividad, en parte provocada por la capacidad limitada de la atención, en parte provocada por esa subjetividad a la que antes hemos hecho referencia. Esto queda reflejado en el experimento de Künnapas (1955) y Oyama (1975), con los estímulos. c) La temporalidad, dado que, tanto por su repetición como por otros elementos propios del estímulo, cada vez prestamos menos atención a aquellos estímulos que acaban por sernos familiares. A alguna de estas características haremos posteriormente referencia.

Pero, después de todo lo dicho, aún no hemos abordado el proceso perceptual, proceso que tiene como finalidad identificar un objeto y que ha estado sometido a varias teorías. Pero, para ello, y desde el punto de vista psicológico, hemos de analizar los imputs perceptuales (estímulos atendidos), los outputs perceptuales (respuestas del organismo) y el propio proceso del perceptor, proceso propio, personal y característico de cada individuo.

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Los estímulos (imputs) perceptuales…

Skinner (1938) clasificaba los estímulos psicológicos en estímulos elicitantes, reforzantes y discriminativos, remarcando que en el contexto perceptual todos los estímulos son elicitantes o evocadores del proceso perceptual, que suministran las información a procesar que producirá la respuesta perceptual (output). Respecto a su naturaleza, es tema de gran importancia para Bruce y Green (1985).Tradicionalmente, un imput no era más que un complejo de luces, de distintas intensidades y longitudes de onda que incidían sobre nuestra retina, lo que, para Gibson (1950), es un patrón de luz en un espacio y en un tiempo determinado (estímulo energía y estímulo información).

Desde el marco de la Teoría de la Información formulada por Shannon (1948) la preocupación era encontrar la manera de cuantificar el estímulo, como única manera científica, para demostrar la conexión entre estímulos y procesos perceptuales. Esto podría también ser base experimental suficiente para las leyes perceptuales de la Gestalt. Recordemos que, para la teoría de la información, un bit de información resuelve la incertidumbre entre dos alternativas igualmente probables, por lo que la cantidad de bits contenidos en el estímulo era el elemento importante. Todos los estímulos contienen información, pero unos la contienen en mayor cantidad que otros. Lo homogéneo, lo conocido, lo esperado ofrece muy poca información, por el contrario, lo heterogéneo, lo extraño, lo sorpresivo, contiene muchas más información y, por ende, más difícil de percibir (Hochberg y Brooks, 1960; Hochberg y McAlister, 1953). Como dijimos anteriormente lo que contiene información es lo raro, lo , lo heterogéneo, todo ello acontecimientos muy informativos. De igual manera las figuras simples (con pocos ángulos o líneas) poseen muy poca información y son muy predecibles, como lo demuestran los cubos de Kopferman (1930), más fácilmente percibidos como cubos aquellos que tienen mayor cantidad de elementos (bit) de información., si bien los perceptores prefieren las figuras más simples, con menor cantidad de información (Hochberg y McAlister, 1953. 4


Gibson (1966) presenta su Teoría de la Información del Estímulo en la que establece, que la percepción depende de la estimulación exterior disponible y no de un enriquecimiento de sensaciones desnudas. Los estímulos información, opuestos a los estímulos energía de la teoría tradicional, son los invariantes del medio, características distintivas o de orden superior que nos permiten reconocer los objetos, y no solo su forma (Gibson, 1950), y se basan en la consideración de nuestros sentidos como sistemas de percepción que recogen información, con un flujo cambiante, del medio ambiente en el que se desenvuelven, información recibida con congruencia y seguridad que le permite la preparación del output apropiado (conductas) para desenvolverse en ese medio ambiente. Estas características de orden superior nos permiten, entre otras cosas, superar las deficiencias de la teoría tradicional sobre la percepción visual de la proyección retiniana para percibir la distancia o profundidad y el tamaño, modalidades que forman parte del patrón total de estimulación, y que son explicadas por los gradientes de densidad de textura. Respecto a la distancia, al aumentar la densidad de textura, aumenta la sensación de distancia. En cuanto al tamaño, y a pesar de que la imagen retiniana disminuye el tamaño con la distancia, la sensación de tamaño permanece constante. Por lo que respecta al movimiento es representado por un patrón de flujo de la disposición óptica específico para cada tipo de movimiento, según los elementos de la textura física del medio (acercamiento, alejamiento, movimiento y dirección del mismo).

Leeuwenberg (1971) formuló la Teoría de la Información Estructural, más conocida como la Teoría de la Codificación, continuación de la teoría de la cuantificación (cantidad de información que suministra el estímulo), pero basada en la información del patrón estructural. Esta teoría fue resumida por Beck (1982).

Pero el enfoque del estudio del estímulo, más acorde con nuestros días, está en el Procesamiento de la Información, mediante la ejecución de tareas perceptuales que requieren un procesamiento de la información (atención, discriminación), no el estudio de los procesos o estructuras de la mente, para captar las propiedades del estímulo que tienen efectos sobre el output perceptual. Como también veremos al hablar de la atención, la percepción también posee determinadas características, unas debidas al estímulo y al ambiente exterior al que percibe y, otras, propias del perceptor. 5


Los estímulos para que sean más o menos seleccionados y/o atendidos, deben reunir igualmente características determinadas y que, sin querer ser exclusivos, destacaremos las que podemos considerar más «atractivas»: a) La forma, y son los contraste sencillez-complejidad a los que se les presta mayor atención, con predominio de la sencillez; b) La luminosidad y el color. Ambos, estímulos básicos de la visión, poseen un potente atractivo para las personas, aún en nuestro inconsciente. La intensa luminosidad y la policromía atraen más que la semioscuridad, penumbra, monocromía o el blanco y negro; c) El sonido, característica atendida de forma forzada cuando existe estridencia y de forma placentera cuando expresa armonía; d) El tamaño es un estímulo atendido, en la mayoría de las veces, de forma automática, tanto por su expresión mínima, su grandiosidad o su contraste con la realidad; e) El movimiento. Un objeto en movimiento es más atractivo que cuando el mismo se encuentra estático; y f) Lo raro, extraño o insólito. Aparte de lo referido para el tamaño, todos los estímulos físicos, acústicos, ópticos, etc., que, de alguna manera, resalten por su incongruencia, y en los parámetros señalados, tendrán siempre una mejor atención perceptiva y serán seleccionados para su atención preferente.

Cada individuo, por su parte, posee unas características físicas en relación con sus sentidos. Todos nuestros sentidos pueden verse afectados por factores tan mundanos como la edad o las enfermedades. Nuestra capacidad de visión y audición, especialmente, pueden verse afectados por estos factores que, de forma progresiva, pueden aumentar nuestros umbrales de percepción necesitando cada vez estímulos más «ruidosos» o más «visibles» para que merezcan nuestra atención. Conocemos como umbral de percepción, para cada uno de nuestros sentidos, el nivel de su naturaleza física (decibelios, fotones, etc.) a partir del cual dicho estímulo es percibido.

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Otro factor propio de cada individuo puede ser la necesidad, que puede existir sin que exista un estímulo específico que la satisfaga, si bien la mayoría de las necesidades se satisfacen con uno determinado. Maslow (1954, 1991) clasificó las necesidades humanas según categoría bajo la forma de su conocida pirámide. Sin duda una persona hambrienta, sedienta o con déficit en otras necesidades, prestara especial atención, o detectará con mayor facilidad, los estímulos referidos a la comida, bebida, etc., cuando padecen esa necesidad, estímulos que pasarán desapercibidos tras su satisfacción. La motivación es otro factor importante en la percepción, factor que puede estar asociado a la necesidad, pero no necesaria unida a ella, dado que unos mismos estímulos pueden dar satisfacción a varias necesidades (motivaciones de seguridad de logro, sexual). La intensidad de la motivación va en relación directa con la atención prestada.

El factor experiencia afecta no solo a la percepción de los estímulos (imputs), sino también a la respuesta que se da a los mismos (outputs). Un estímulo conocido produce, bien una disminución de nuestra atención y respuesta (monotonía, redundancia, inanidad), o bien una mayor predisposición a su percepción (toxicidad, peligrosidad, letalidad, ataque). Por último, las expectativas y los intereses influyen en la atención que los individuos prestan a determinados estímulos y, por consiguiente, en la percepción de los mismos. Los intereses y las expectativas son los factores internos que más afectan a la selección que los individuos hacen de determinados estímulos, entre los muchos a los que se encuentra expuesto y los que poseen una mayor duración en el comportamiento humano. Tienen una atención especial aquellos estímulos que están en conflicto con sus intereses o expectativas y, también, por supuesto, aquellos que las satisfacen, si bien a estos últimos se les presta una atención con una mayor intensidad. 7


El output perceptual Era muy difícil para los conductistas considerar como respuesta otra cosa que no fuera una reacción física de cualquier tipo que no fuera visible, por lo que ha sido difícil encuadrar el resultado de una percepción dentro del comportamiento, y explicarlo como conducta humana. Para ello se recurrió a la denominación de experiencias interiores, no observables directamente, pero verdaderas variables dependientes, consideradas como fenómenos que contienen experiencias de la conciencia, sin las cuales la conducta ni se puede dar, ni explicar (Fernández, 1986). Sus características de configuración, actualidad y organización significativa la diferencian de otros procesos cognitivos (pensamiento) u otras experiencias interiores (recuerdos, sensaciones).

Como sabemos, y dentro de la teoría de la percepción directa, Gibson (1950, 1979) decía que la percepción no es una imagen a la que luego haya que añadirle significado, pues los seres vivientes captan directamente ese significado ya organizado. Estas características, propias de un carácter organizativo, las analizaremos más extensamente cuando hablemos de la Gestalt.

Los fenómenos perceptuales: La Gestalt Los fenómenos perceptuales, descritos por los psicólogos de la Gestalt sobre los primeros años del siglo XX (Köhler, 1947; Koffka, 1935; Lewin, 1936 y Wertheimer, 1923), son el punto de partida del estudio de la percepción. Para ellos siempre configuramos u organizamos, de alguna forma, lo que percibimos, dado que lo importante es la distribución de fuerzas por las que un conjunto estimular se agrupa, no el estímulo en sí, encuentra los principios explicativos en los campos dinámicos de la física (movimiento gamma de Koffka, fenómeno phi de Wertheimer), es decir los principios de organización de fuerzas. Rompe así con los esquemas anteriores y declara la unidad de la realidad psíquica, únicamente comprensible si se contempla como un conjunto estructural.

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Uno de sus principios es la configuración figurafondo, en la que la parte más estructurada constituye la figura, y la parte indiferenciada, el fondo, configuración más básica y necesaria en toda percepción. Por su parte, Rubín (1921), trabajando con figuras reversibles o ambiguas, encuentra siete diferencias, que no principios de su organización: a) En áreas con límite común, lo que se percibe con forma es la figura, el fondo se percibe sin forma. b) La figura resalta sobre el fondo, es el elemento central que capta nuestra atención inicial. El fondo parece que continúa detrás de la figura. c) Lo que tiene significado es la forma, que se presenta como un objeto definido, no el fondo. d) El color de la figura es más intenso que el del fondo. e) La figura parece más cercana que el fondo. f) Lo que la memoria almacena del conjunto estimular es, especialmente la figura, el fondo se almacena con menor intensidad o queda indefinido. g) El contorno del conjunto estimular pertenece siempre a la figura, no al fondo. No obstante, pueden establecerse unos subprincipios ordenadores del principio general de la configuración figura fondo. Uno de estos es la orientación que, íntimamente relacionada con la subjetividad de la percepción a la que antes hemos hecho referencia, juega a veces un papel muy importante en la organización de la percepción y que son debidos no solo a nuestra sensibilidad gravitacional, sino en referencia a la percepción visual subjetiva en el conjunto perceptivo. “A veces la percepción de la forma lo da la propia experiencia del sujeto que percibe” Otro de estos subprincipios es el de tamaño relativo, especialmente representado por los círculos de Titchener (1898) donde, a pesar de su igualdad, los círculos centrales son percibidos más grandes o más pequeños en relación inversa al tamaño de los que los circundan (Ebbingahus, 1902).

De la misma manera, por el subprincipio de simetría, las áreas simétricas se conciben como figuras y las asimétricas como fondo, todo ello en igualdad de condiciones entre las figuras. La simetría ha sido definida por Palmer (1985), en base a la transformación, como el conjunto de transformaciones que puede sufrir una forma, permaneciendo sin cambiar (Palmer y Bucher, 1982). 9


Otro de los principios básicos, el de la agrupación, nos lleva a percibir varios estímulos como una única estructura determinada. El agrupamiento es una operación perceptual que se efectúa sobre los estímulos y sus efectos se manifiestan en la ejecución de las tareas que definen dicho procesamiento, El agrupamiento, es decir, la percepción de los estímulos en grupos o bloques facilita la memorización y el recuerdo de la información que estos contiene. Una de las maneras por las que llevamos a cabo esta agrupación es a través del efecto de la proximidad (Wertheimer, 1923), que configura una asociación entre estímulos. En igualdad de circunstancias los estímulos más próximos tienden a percibirse como un mismo conjunto perceptual.

Desde el punto de vista de la teoría de la información, se considera como figura más simple la más redundante o la que necesita menor cantidad de información para ser completamente percibida e identificada. La figura más pregnante sería el círculo y las figuras simétricas son más pregnantes que las asimétricas, todo ello en relación con un conjunto de estímulos presentados. Otro principio, consecuencia del principio de la pregnancia o buena figura, es el de cierre o clausura por el que una figura incompleta o inacabada, líneas interrumpidas, etc., tienden a percibirse como completas, especialmente cuando aquellas son conocidas. La apertura puede generar ansiedad en el que la observa y para reducir esa tensión el individuo suele, mentalmente, procede a su cerrado o compleción.

Se denominan figuras reversibles o estímulos ambiguos aquellas en que, dependiendo de factores, tanto de la propia figura como del observador, pueden apreciarse de diferentes formas. Una de las más conocidas es la representada, en la que pueden apreciarse los perfiles de una mujer joven o de una mujer mayor.

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EL PROCESO PERCEPTUAL Su estudio, propio de las teorías constructivistas de la percepción, implica la existencia de una actividad interna del organismo que le lleva a interpretar la información percibida para formarse un output, una interpretación y reconocimiento de lo observado que trata de dar contenido a los estímulos visualizados, lo que Helmholtz (1911) llamaba inferencia inconsciente

Es de destacar el estudio desarrollado por Rock (1985) para elaborar una teoría cognitiva sobre el proceso perceptual, que no es el estudio de los estímulos y del output perceptual, sino un estudio que tiene por objeto los procesos internos que transforman el estímulo en interpretaciones u output perceptual, y para quien el proceso perceptual construye la percepción a partir de los datos sensoriales con la ayuda de la memoria y el proceso perceptual, si bien tampoco esta teoría ha estado exenta de detractores (Kanizsa, 1985).

Lo que debe quedar claro es que el acto de la percepción está influido por diferentes factores que intervienen no solo condicionando el acto de nuestra percepción, seleccionando los estímulos a los que atender, sino haciéndolo también sobre su interpretación y la adopción de nuestra conducta (output) ante tales estímulos. Algunos de estos factores, los internos, son propios y específicos de cada individuo. Nuestra experiencia, gustos, deseos, intereses, perspectivas, en definitiva, nuestras motivaciones y necesidades, nos predisponen a prestar más atención, y por tanto percibir, o percibir con más intensidad, unos estímulos y desatender a otros. Estas motivaciones o necesidades pueden ser tanto físicas, hambre sed, etc., como psíquicas o culturales. Otros factores son externos, y dependen, principalmente de las características físicas de los estímulos. Así su intensidad, tamaño, contraste, repetición, movimiento, etc., hacen que nuestra atención hacia ellos sea más rápida o más intensa, lo que beneficia nuestra percepción.

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Las ilusiones visuales Se denomina ilusión óptica al efecto que se produce cuando lo percibido y el estímulo de la percepción no coinciden, es decir, cuando el sujeto configura erróneamente los estímulos recibidos por los sentidos, por lo que no son percepciones auténticas sino falsas. No son interpretaciones y por ende ni están sometidas a actos voluntarios ni son modificables con la experiencia, actúan directamente sobre la visión configurando erróneamente el estímulo. Son numerosas las ilusiones, entre ellas destacaremos: 1) Los objetos o figuras imposibles, se perciben como un todo cuando éstas no pueden tener correlación física con un objeto real, es decir que son posibles de dibujar en un plano, pero no es posible «construirla» en el espacio (Gregory, 1969), un ejemplo es el cubo de Necker. 2) Las figuras distorsionadas, también denominadas efectos figurativos, son aquellas que, al observar figuras idénticas en su configuración, determinados elementos circunstanciales, no esenciales, las hacen diferentes a nuestros ojos, bien en forma o en tamaño (Gregory, 1969; Luna, 1979). Una de las más conocidas es la ilusión de la flecha o ilusión de Müller-Lyer (Figura 14). 3) Los contrastes y los postefectos figurales o postimágenes. Todos los contrastes producen efectos en los sentidos que los perciben, especialmente los visuales que llevan al observador a un proceso de comparación que puede dar lugar a sorprendentes efectos ópticos. Son muchas las imágenes que podemos encontrar en las que una figura de un determinado color superpuesta sobre fondos diferentes, en especial blancos y negros, hace que partes de esa figura, dependiendo del tono de contraste, cambien la intensidad de su color (Parrilla de Hering, 1870; Bandas de Mach, 1860). Las postimágenes, imágenes que seguimos viendo después de apartar los ojos del objeto que hemos contemplado durante algún tiempo, son mejor apreciadas con figuras en blanco y negro. La postimágen se nos presenta con los tonos invertidos cuando el original es en blanco y negro o con los colores complementarios cuando esta es en color.

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4) La ilusión de Poggendorff se produce cuando una línea continua es atravesada por una figura o «vacío» entre líneas paralelas, percibiéndose la línea atravesada como desplazada en su dirección (Luna, 1979). Si bien la ilusión original de Poggendorff (1860).

5) La ilusión de Zollner, es un efecto distorsionante producido cuando al atravesar con pequeños trazos paralelos varias líneas, también paralelas, estas últimas aparecen como convergentes o divergentes (Luna, 1979). 6) Ilusión horizontal-vertical, se produce cuando dos líneas iguales se colocan una en posición vertical a la otra, apareciendo estas diferentes, siendo aparentemente más larga la vertical que la horizontal (Luna, 1979). Este efecto se representa con la conocida t invertida de Wundt (1858) 18. Hering (1870) consigue producir un efecto curvilíneo sobre dos rectas paralelas cuando hace converger otras líneas sobre el centro de las paralelas.

Están relacionadas con la percepción de la profundidad, la perspectiva y la constancia del tamaño de los objetos provocado por determinados gradientes (Gregory, 1969). No obstante los psicólogos de la Gestalt mantenían que las ilusiones ópticas, o la mayoría de ellas, eran debidas a fenómenos fisiológicos, teoría no admitida en la actualidad.

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Desde que nacemos, y a lo largo de toda nuestra vida, desarrollamos nuestras actividades diarias en un ambiente desde el que se nos lanzan cantidades considerables de información de todo tipo, homogénea, heterogénea, sencilla y compleja, información que sin duda satura nuestros sentidos y desborda nuestra capacidad de procesamiento por lo que, nuestras limitadas capacidades y recursos mentales, deben ser administrados y dirigidos tan solo a algunos aspectos de nuestro entorno, en perjuicio de otros. Esta decisión de atender a un determinado tipo de información, prescindiendo de otra, se manifiesta a través de la atención. La atención, una de nuestras funciones cognitivas, que activa los analizadores sensoriales y ha sido definida como «la activación del organismo encaminada a la captación de estímulos» (Fernández, 1986, p. 393), nos permite «seleccionar» los estímulos más relevantes para ser mejor percibidos, por lo que la atención puede considerarse como una cualidad de la percepción, pero también, por lo dicho, podemos considerar la atención como un mecanismo de «filtro» (Vega, 1994), si bien no debemos olvidar que es un mecanismo de capacidad limitada que nos permite procesar solo parte de la información a la que un organismo está expuesto (Broadbent, 1958; Treisman, 1969). Desde el punto de vista de la psicología, la atención no es un concepto único, sino el nombre atribuido a una variedad de fenómenos. Tradicionalmente, se ha considerado de dos maneras distintas, aunque relacionadas. Por una parte, la atención como una cualidad de la percepción hace referencia a la función de la atención como filtro de los estímulos ambientales, decidiendo cuáles son los estímulos más relevantes y dándoles prioridad por medio de la concentración de la actividad psíquica sobre el objetivo, para un procesamiento más profundo en la conciencia. Por otro lado, la atención es entendida como el mecanismo que controla y regula los procesos cognitivos; desde el aprendizaje por condicionamiento hasta el razonamiento complejo.

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En muchos casos actúa de manera inconsciente iniciado en el hemisferio cerebral izquierdo y es mantenida en el hemisferio derecho. El estar atento ("Poner atención" o "prestar atención") tampoco es un comportamiento único del ser humano. Podríamos destacar las siguientes características de la atención como las más importantes:

Amplitud: Hace referencia a la cantidad de información a la que podemos atender al mismo tiempo y al número de tareas que podemos realizar simultáneamente. Oscilamiento o desplazamiento de la atención: La atención cambia y oscila continuamente, ya sea porque procesamos dos o más fuentes de información (estímulos atendidos) o bien porque nos encontramos realizando dos tareas y la atención se va dirigiendo alternativamente de una a otra (shifting). El tiempo de las oscilaciones de la atención puede ser variable.

Oscilamiento o desplazamiento de la atención: La atención

Control: Supone dirigir la atención y poner en marcha sus mecanismos de funcionamiento en función de las demandas del ambiente y de la tarea que vamos a realizar, en este caso hablamos de atención controlada. La atención controlada a diferencia de la no controlada requiere un esfuerzo por parte del sujeto para mantenerla. Muchos autores afirman que es ésta, la característica más importante de la atención.

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Intensidad: Todos sentimos alguna vez la sensación de estar más o menos atentos, a esto se le denomina intensidad de la atención o tono atencional. Puede definirse como la cantidad de atención que le prestamos a un objeto o tarea y está directamente relacionada con el nivel de vigilia y alerta de un individuo. Pueden producirse variaciones en la intensidad denominadas como fluctuaciones de la atención al descenso de la intensidad de la atención se le denomina “lapsus de atención”. Los cambios de atención pueden ser cortos y transitorios denominándose “cambios fásicos”, cuando son largos y relativamente permanentes se denominan cambios tónicos.


Podemos decir que la atención está condicionada por diferentes factores, unos propios de la persona que atiende y otros definidos por el estímulo atendido y sus características. Los primeros, los factores internos, limitan no solo la capacidad atencional, sino también el nivel de rendimiento, entre los que resaltaremos: El estado orgánico, que condicionará la atención a aquellos estímulos que, en un momento determinado, satisfacen una necesidad corporal básica y puntual en el sentido del primer escalón de las necesidades humanas en la pirámide de Maslow (hambre, sed, sueño). El estado anímico, mecanismo similar al anterior, y que atiende a satisfacer necesidades sociales, psicológicas o espirituales, que podemos encontrar en los escalones superiores de la referida pirámide. Los intereses. Este apartado atiende a condicionantes personales de carácter intelectual, lúdico, deportivo, o profesional. Los determinantes externos son los que proceden del medio y posibilitan que el individuo mantenga la atención hacia los estímulos que se le proponen, es decir, depende del medio ambiente. Potencia del estímulo. Es evidente que un sonido de gran intensidad es capaz de atraer nuestra atención. Lo mismo sucede con los colores intensos con respecto a los tonos más suaves. Cambio. Siempre que se presenta un cambio que modifica nuestro campo de percepción, nuestra mente es atrapada por los estímulos que modifican la situación de estabilidad. Tamaño del estímulo. La publicidad emplea con gran eficacia este principio. Sin embargo, se ha logrado descubrir que el tamaño posee menos atractivo que el cambio o que la potencia del estímulo. Repetición. Un estímulo débil, pero que se repite constantemente, puede llegar a tener un impacto de gran fuerza en la atención. Es muy utilizado en anuncios comerciales. Movimiento. Contraste. Cuando un estímulo contrasta con los que le rodean, llama más la atención. Puede haber dos situaciones: El contraste por aparición, en la que el estímulo contrasta porque no estaba presente hasta ese momento, y el contraste por extinción, donde el contraste lo provoca el hecho de darse cuenta de que ya no está. Organización estructural. Los estímulos que se presentan deben estar organizados y jerarquizados, de manera que posibiliten recibir correctamente la información. 16


Dependiendo de la implicación del sujeto a la hora de gestionar su propia atención, podemos hablar de tres tipos: 1.- Activa y voluntaria (deliberada) cuando se orienta y proyecta mediante un acto consciente, con un fin de utilidad práctica y en su aplicación buscamos aclarar o distinguir algo. La motivación activa nuestra atención hacia ese objeto. Ejemplos:  Cuando atendemos a un estímulo porque hay un interés subyacente, no por la potencia del estímulo en sí misma.  Cuando mantenemos la atención en situaciones que nos interesan pero a la vez nos fatigan. 2.- Activa e involuntaria: Es la orientada por una percepción. 3.- Pasiva: es atraída sin esfuerzo. Como un simple movimiento de una hoja nos llama la atención. Según el objeto y el grado de activación psicológica: Atención selectiva: Es la capacidad de un organismo para concentrarse en una sola fuente de información, desechando otros estímulos que puedan interferir. Se refuerza cuando las disposiciones del sujeto permiten anticipar el ciclo perceptual, que incluye los esquemas anticipatorios. Donald Broadbent desarrolló un modelo, conocido como "metáfora del filtro" o "cuello de botella", para explicar la atención selectiva. Atención dividida: Consiste en los procesos que un sujeto pone en funcionamiento para atender, de modo simultáneo, varias demandas del ambiente que se le presentan a la vez en un momento o tarea dadas, distribuyendo los recursos atencionales entre las actividades o estímulos. En estos casos, las tareas que menos recursos demandan son las altamente automatizadas por el sujeto (por ejemplo, en el caso de la conducción). Estos procesos dependen de un procesador central ejecutivo que gestiona los recursos atencionales. Atención sostenida: Hace referencia a la persistencia de la atención en el tiempo para concentrarse en una tarea antes de que empiece a cometer errores. Resulta fundamental en las actividades escolares y laborales. 17


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