Descentralización

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Descentralización, centralización y autonomía escolar. Recopilan y comentan: Mtro. José Luis Sánchez Vega y Eduardo Pliego Pérez. No sabemos, cómo ven algunos nuestro país, nosotros creemos que tenemos un México, que es mucho México para tratar de manera monolítica los problemas educativos. No podemos medir con la misma vara al Distrito Federal y Oaxaca donde, para empezar, las diferencias en el ingreso per cápita de los habitantes de ambas entidades es superior en más de seis veces. Por ello, en el nivel de las entidades se decidiría, entonces, qué competencias se promueve y bajo qué reglas y en qué tiempos. La participación de la autoridad federal se limitaría, entre otros puntos, a incentivar la competencia pero no a imponerlas. Analicemos lo siguiente: Artículo 28 bis.-de la Ley General de Educación. “Las autoridades educativas Federal, local y municipales, en el ámbito de sus atribuciones, deberán ejecutar programas y acciones tendientes a fortalecer la autonomía de las escuelas. En las escuelas de educación básica, la secretaría emitirá los lineamientos que deberán seguir las autoridades educativas locales y municipales para formular los programas de gestión escolar, mismos que tendrán como objetivos: usar los resultados de evaluación para mejorarlos, desarrollar planeación de actividades para lograr la educación de calidad, administrar los recursos en forma transparente y eficiente, entre otros. Sólo que a nuestra manera de ver tal artículo, consideramos que: No todo debe ser descentralizado. Después de todo, México es una federación y la unidad nacional es un valor. Dicho eso, el papel de las autoridades federales debería, por tanto, restringirse a tres puntos básicos por lo menos: 1.Estándares mínimos en metas (que por supuesto serían negociados con las autoridades estatales y escolares) a través de un currículo nacional, Cómo se aplica, cómo se desarrolla, cómo se ejecuta, bajo qué formulas pedagógicas y bajo qué criterios y métodos administrativos, es problema de las localidades y quizás de las escuelas. Por supuesto que esta política de estándares mínimas debe ir acompañada de una política de evaluación (no sólo medición). Sin embargo, la evaluación no necesariamente tiene que ser nacional y universal. Muchos países del mundo con alto desempeño académico de sus estudiantes no tienen esquemas universales de evaluación escolar. La participación en las pruebas estandarizadas de la autoridad federal debe ser obligatoria en el caso de pruebas aleatorias y voluntaria en el caso de pruebas universales o por demanda. 2)Rendición de cuentas,. Ninguna política de incentivos, descentralizaos y evaluación funciona sin la rendición de cuentas. La rendición de cuentas es un instrumento de las democracias para controlar el buen uso de recursos públicos y contener tanto a los políticos como administradores y servidores públicos en la confusión de sus intereses personales con los intereses públicos. Aun así, el esquema de rendición de cuentas de la federación debe ser producto de la combinación de un mecanismo de estímulos que asegure el subsidio público a las escuelas. 3)Incentivos: Si el sistema de financiamiento público a las escuelas se basa, en lo fundamental, en subsidio por estudiante (el dinero sigue al niño), y si por otro lado existe un buen esquema local de competencia, la rendición de cuentas es automática. Está en el interés particular de cada escuela ganarse el “corazón” de cada niño y, por tanto, el de sus papás. En resumen, las tareas centrales del gobierno federal se limitarían por el significado de tres palabras: metas, incentivos y rendición de cuentas.


Al respecto, también, nos habla uno de los Transitorios Quinto del Artículo 3º y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la fracción III de las adecuaciones al marco jurídico: Inciso a) Fortalecer la autonomía de gestión de las escuelas ante los órdenes de gobierno que corresponda con el objetivo de mejorar su infraestructura, comprar materiales educativos, resolver problemas de operación básicos y proporcionar condiciones de participación para que los alumnos, maestros y padres e familia, bajo el liderazgo del director, se involucren en la resolución de los retos que cada escuela enfrentan”. En este sentido nuestra investigación va: No podemos poner a competir a las escuelas ni tampoco exigirles rendición de cuentas si no les damos la oportunidad de dirigir, administrar e innovar con base en sus propias decisiones. No podemos decirles a las escuelas, “ve, anda, corre y compite” y al mismo tiempo les imponemos una camisa de fuerza: un modelo administrativo por más nítido y completo que luzca en el escritorio de los funcionarios públicos o en los artículos de los académicos nunca podrá equipararse a la imaginación administrativa y creatividad organizacional de miles de escuelas con autonomía y competencia real, ni podrá prever todos los desafíos que las escuelas enfrentan. Tenemos que darles a las escuelas la oportunidad de ser y crecer. Sólo van a crecer cuando el paternalismo forzoso se abandone. En el fondo, lo que esto implica es darles margen de maniobra tanto a los directores como a los maestros y a los papás. Quienes critican este enfoque, y a veces con razón, mencionan que muchas escuelas no están preparadas para andar solas. Esto mismo ha sucedido en otros países que han recorrido este camino. La solución es que las autoridades escolares, preferentemente las autoridades estatales o locales, desarrollen esquemas de apoyo a las escuelas, ya sea directamente o mediante la contratación de servicios profesionales ad hoc. Con esto se suple la carencia de experiencia o apoyo que las escuelas puedan experimentar al pasar de un esquema centralizado y dictado a un esquema de autonomía y rendición de cuentas. Para instrumentar estos apoyos y generar economías de escala, muchas escuelas se agrupan en “clusters” y redes “networks” en los que se generan demandas específicas y se proveen servicios conjuntos. No hay un modelo a seguir. Los esquemas de apoyo varían desde aparatos centralizados en los distritos o autoridades locales hasta aparatos descentralizados a las escuelas mismas donde ellas contratan los servicios de manera directa. Esquemas como el mexicano, con una centralización institucionalizada, provocan que los apoyos no se adecuen a las condiciones de la localidad y de la escuela. Sería deseable que el gobierno federal se abstuviera de participar en los esquemas y políticas de apoyo a las escuelas ya sea a través de programas federales variados en donde se logre enviar estos recursos directamente a las escuelas o a las autoridades escolares locales para que en ese nivel, de acuerdo con las necesidades se decida el mejor uso de los recursos. Bajo la trilogía “meta-incentivo-rendición-de-cuentas”. Pero como mencionamos anteriormente no existe un modelo a seguir, más no podemos negar que sí existen otros modelos, por lo tanto: ¿Qué podemos aprender de otros modelos?. Podemos aprender poco y mucho. En términos de observación podemos aprender mucho. Por supuesto que comparar sistemas y modelos es algo positivo. Sin embargo, las comparaciones en todas las áreas, pero en especial en educación, son muy difíciles. No todo se puede comparar porque a veces existen condiciones tan específicas que el objeto, evento o indicador que se compara es incomparable. Por ejemplo, entre las cosas que podemos comparar con cierta confianza de que la comparación se refiere a lo mismo, son los resultados de evaluaciones estandarizadas, los niveles de cobertura, o los niveles de gasto, o los niveles y ciclos educativos. Aun en estos casos, existen expertos que sostienen que estas comparaciones son imposibles o extremadamente difíciles, porque los gastos, currículos y niveles escolares no son estrictamente comparables, con razón o sin ella lo sostienen, nosotros. ¡Sabe!



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