Andante Andante
ANDANTE Suplemento Periodístico de la Facultad de Letras y Comunicación Jueves 28 de Enero de 2021
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Jueves 28 de Enero de 2021deÉpoca 709 Colima, Col. Col. Viernes 6 de Diciembre 2019 XIII ÉpocaNúmero X III Número 700 Colima,
No hay que temer a los nuevos medios El silencioVicente no es salud de comunicación: Quirarte
Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba
Gastón Eduardo Lippi *
Lo más terrible que habíamos Sebastián Virgen Ambriz profetizado se cumplió, postales acomRamón Christoper Anguiano pañadas de un mórbido abandono y “Están en hablando conRecouna efímeras alegrías las paredes. criaturajunto de alpapel. Crecípsiquiatra en una rremos, médico
generación que le gusta el papel, que le gusta los objetos hechos; sin embargo, pienso que la edición que hacen los jóvenes en las redes sociales está bien”, declaró el poeta y ensayista Vicente Quirarte en entrevista exclusiva para este medio, luego de una conferencia ofrecida en la Facultad de Letras y Comunicación. En este tema también abundó con la idea de “no hay que tenerles miedo a los nuevos medios de comunicación. embargo,del la Gastón Vacchiani, lasSin instalaciones Hospital Neuropsiquiátrico de barrio amplia difusión de los contenidos Juniors. Lo peor del olvido tipográfica que atravieexige que la formación sa es el permanente silencio que perdusea más exigente. Creo que entre ra entre quienes conviven sus pasillos, casi un gesto de desesperanza frente a la terrible situación de un centro de salud público oculto bajo la sombra del Panal1 (Casa de Gobierno), apenas al cruzar el río sobre la calle León Morra y Bahía Blanca, a menos de doscientos metros de la ventana del gobernador. “No puedo hacer más, discúlpe-
*Un periodista auténtico enseña a pensar
me”, reitera el Dr. Vacchiani a una de las pacientes que entró en llanto a la guardia. Luego de despedirla, mira hacia la más difusión tenga undetiene medio,frente más oficina de ingreso y se selectivo debe ser”. en el vidrio y un cartel que hande pegado
Comentó que los tiempos han cambiado y que, incluso, los auditorios son diferentes. “Por ejemplo, estaba dando la conferencia y muchos jóvenes estaban con el teléfono. No quise decir nada, sé que para un joven eso no es una falta de educación. Ya crecieron con eso, con ese chip”. Sin embargo el poder de la palabra sigue existiendo, como siempre, recordó cómo desde la Gacetase anuncia de México quedó donde que el esto personal está de huelga. La atención médica se reduclaro. “Fernández de Lizardi fue el jo en últimos dos forma drástica, enque los primer periodista que demostró años es el único caballito de batalla del la palabra sirve para enfrentarse
hospital, como medida de fuerza, frente la escasa respuesta de la Dirección de Salud Mental de la Provincia. “La falta de personal se torna muy crítica en todas las áreas, tanto de profesionales como administrativos o maestranzas”, señala el médico y pide que lo acompañemos a conocer el lugar. Mientras atravesamos un pasillo
Andante es un suplemento del periódico El Comentario, realizado por
los estudiantes de la Licenciatura en Periodismo de la Facultad de Letras y Comunicación. Desde su creación, ha procurado ser el medio informativo de los periodistas en formación, que escriben notas, artículos y reportajes, relevantes para la sociedad colimense. Con la instauración del Premio Andante hace cinco años, se ha querido distinguir los mejores trabajos periodísticos escritos por los estudiantes, para también ofrecerles a nuestros lectores las piezas periodísticas que, en consideración de los profesores del plantel, representan algunos de los textos más destacados del semestre escolar que está por terminar. Evidentemente podrán encontrar reflexiones sobre la pandemia de salud que sola al mundo contemporáneo, pero también un análisis crítico sobre el momento endeble que Vicente Quirarte (al centro), y poeta, novedosas asegura que los medios de viven nuestras democracias, asíensayista como referencias al horizonte culcomunicación entreConozcan mayores un consultas tengan debendede más exigentes tural del Siglo XXI. poco más del trabajo losser estudiantes de la Licenciatura en Periodismo a través del V Concurso Andante con su redacción y contenidos. En de la los fotoganadores es entrevistado por los estudiantes de Periodismo, categoría II. Sebastián Virgen (izquierda) y Ramón Christoper Anguiano (derecha). Foto
de Francisco Emmanuel.
cubierto de humedades que separa el ala nueva de aquella fundada en 1890, Vacchiani nos comenta que, en los últimos al poder. es cuando provincial aparece cuatro años,Ahí el presupuesto la cuestión dereducido la crítica y la de salud se ha casi un plaza veinte por ciento,por sumado eliminaron pública esoa que el se periodismo más de setecientos cargos. El deterioro es el cuarto poder, porque está social ha generado un aumento expocuestionando la aparición del nencial del ingreso a hospitales públipoder omnímodo. cos. La pérdida de obras sociales, las Hoy día un yperiodista situaciones de en desempleo la angustia como Jesús Silva-Herzog pone generada por el actual contexto de criel reavivan dedo enlosla fantasmas llaga dedello 2001 que2. sis El martillazo del conflicto está pasando. No se social trataexige de mejores condiciones, la migración credemoler si no de construir. ciente haciaalapensar salud pública Enseñar a la indica genteque, y al menos, deben cumplirse prestaciones eso es lo que hace un periodista mínimas. Sin embargo, de la teoría a la auténtico. Enseñar a pensar y 3 práctica estatal, hay un Suquía de discrear opinión”. tancia y, si el tema no incomoda, el proAgregó también que blema desaparece.
A finales de enero, el Neuro4 se estremeció por el suicidio de un paciente. Los medios locales apenas comentaron el hecho y la magnitud de la situación pasó desapercibida por el común de la gente. Tras la alfombra de la indiferencia, los trabajadores del hospital afirmaron que aquella noche sólo hubo una médica de guardia y que, además, trabajaba bajo la condición del monotributo5. La puja interna del Neuro, por el pase a contrato o planta permanente, ha logrado, en los últimos tres períodos, la regularización de distintos empleados. Vacchiani comenta que todavía continúan enfermeras bajo esa condición. “Son compañeras que tienen un salario de 16 mil pesos y hacen más de treinta y cinco horas semanales, no tienen vacaciones ni carpetas médicas ni aguinaldo, ningún derecho laboral”, luego, è 2
“hoy en día cualquiera con una “El poder de la palabra sigue cámara y el uso de la palabra existiendo, como siempre”, agregó hace periodismo, se parecen a Quirarte al ser cuestionado sobre el los poetastros del pasado. El futuro de los medios impresos. (Foto de Francisco Emmanuel) gran creador existirá toda la vida: eso requiere disciplina y un a medida que vivamos para la aprendizaje constante”. palabra ella nos va a dar también Comparó el ejercicio de de comer, ella va a ser fiel con la palabra que hacen algunos nosotros”. autonombrados periodistas, con Sobre la poesía refirió que el de esos poetastros, “caen por “la gente ha cambiado su manera su propio peso. Hay una gran de ver a los poetas. El poeta, sin diferencia entre el que quiere embargo, sigue siendo el hombre ser famoso y el que quiere ser que inspira no el hombre inspirado. poeta, por eso siempre menciono Uno se reconoce en el poema por 1 Panal: “Centro Cívico Bicentenario”, casa de Gobierno la Provincia de Córdoba, el poemínimo dedelEfraín Huerta: lo quedeya has vivido y yaArgentina. sabes Ubicado frente al Hospital Neuropsiquiátrico de Córdoba y separado de este por el río Suquía. solo a fuerza de ser poeta se se siente” 2 Año 2001: Por entonces, Argentina atravesaba unacómo crisis económica, política y social de gran imdeja de ser poeta a fuerza. Hay el autor los mejores pacto. El mismo año se realizaron múltiples manifestaciones,Para una escalada de violencia inédita en las calles, la renuncia del Presidente y el completo desplome de la economía argentina. quien quiere vivir como poeta y poetas de México son Francisco 3 Suquía: Río que atraviesa a la Ciudad de Córdoba y separa la Casa de Gobierno del Hospital prostituir la palabra y el poetastro Hernández, Jorge Esquinca, Neuropsiquiátrico. 4 eso hace. Neuro: Forma coloquial de la palabra “neuropsiquiátrico”. Hernán Bravo Varela, Christian 5 Monotributo: inscripción jubilación que consiste en aportes individuales Hay Régimen que devivir parafiscallay de Peña. “Son autores que están sin relación de dependencia (empleador - empleado). Suele ser utilizado como una forma de precapoesía, igual que el periodista haciendo literatura aylapronto van a rización laboral para que el empleador no realice los aportes correspondientes caja de jubilaciones y vive tampoco deba cumplir las leyesporque de contrato de trabajo. que para la palabra, ser grandes autores”.
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saluda a una de las encargadas de maestranza que limpia el cántaro de agua que nace del techo. No hay nadie en sala de espera de los consultorios internos. Una hilera de bancos de madera ocupa el centro del espacio bajo el ruido de un tablero eléctrico. Por los pasillos aledaños, ingresa una ventisca helada que golpea las paredes viscosas y manchadas, arrugadas por las manos de pintura que intentan desprenderse del revoque a cuestas. Hay un pequeño interludio rodeado de habitaciones improvisadas como consultorios. “Son bastante malos”, insiste el psiquiatra parado al lado de la escalera que lleva a hacia un recóndito sótano. Antes de salir al patio que introduce al internado, Vacchiani comenta que hoy los turnos que se dan son un “cuello de botella”. Los pacientes, al salir de la consulta, buscan coordinar un día para ser atendidos al mes próximo, pero no hay disponibilidad. Esto se suma a que regresan para solicitar la medicación y, ante la escasez de turnos o recursos farmacológicos, el tratamiento se interrumpe. El inconveniente es que, a diferencia de patologías clínicas menores, los tratamientos psiquiátricos requieren de una continuidad que viene siendo deficiente. “La falta de personal se nota ahí”, lamenta. Ingresamos al primer sector que frecuentan los pacientes con padecimientos mentales internados. La galería abierta sostiene un primer piso con numerosas y pequeñas columnas romanas, allí están las aulas donde se dictan los diferentes talleres de rehabilitación. Esta parte se esconde detrás de una cochera para vehículos oficiales, rodeada de rejas, candados, más humedades y una obra en construcción a medio terminar. En el seno de la obra, los pacientes han intervenido un árbol con pequeñas piezas artesanales que cuelgan de las ramas descubiertas. A la par, han
pintado fragmentos de un libro de Galeano: “Si el mundo está, como ahora está, patas arriba, ¿No habría que darlo vuelta para que pueda pararse sobre sus pies?”. Vacchiani cuenta que este espacio es una parte trascendental del hospital. Quizás, la más importante. Es conocida como La Rampa. El lugar ha sido apropiado por los pacientes y organizaciones sociales que germinan instancias de acompañamiento terapéutico mutuo. Es un rincón donde nacen las intervenciones artísticas que perduran en el rostro del Neuro. Abracadabra es la principal organización que se encarga de coordinar, durante la semana, este espacio de acercamiento cultural. “En los últimos tiempos, se ha podido dar continuidad a estos talleres por el acto voluntario de quienes los arman. No hay ningún tipo de presupuesto. El hospital, por ahí, apoya con un psicólogo o enfermero, pero si no fuera por la autogestión de los estudiantes, voluntarios y los propios pacientes que se organizan, no podría funcionar”, insiste el médico y señala hacia la extensa rampa repleta de murales que bautizan el lugar. “Padre, perdona a los psiquiatras, no saben lo que hacen” La frase encabeza a un inmenso Jesucristo con jeringas en sus manos, pintado en el seno del patio. Impacta. La intensidad de la pintura conmueve a cualquier persona. Nos inquieta de inmediato y reafirma una profunda empatía que estábamos latiendo. La obra fue realizada durante la estadía de un paciente que hoy se encuentra en el Hospital José Borda de Buenos Aires. Entre las huellas de las grandes humedades, intentan perdurar otros murales. Uno de ellos festeja el aniversario de Radio Los Inestables. El proyecto inició hace seis años por la iniciativa de un equipo voluntario e interdisciplinario de psicólogos, comunicadores y acompañantes terapéuticos. Al cruzar el patio, dos pacientes conversan sentados bajo un quincho al aire libre que tiene un asador en desuso. En sus pies, hay una botella de soda con un
paquete de galletas abierto, parece ser algún regalo porque lo miran con recelo. A pesar del frío, tienen sus brazos desnudos y esconden las manos en los bolsillos de los pantalones para hacerlo llevadero. Detrás, se extiende una cancha de fútbol cubierta de tierra y algunas champas de pasto que no soportaron los inviernos. Como ellos. Desde el centro de la cancha, puede verse la cara externa de la cocina y los otros bloques. Las paredes están devastadas por la escasa manutención y los estragos de la lluvia. Apenas logran identificarse los intentos de los pacientes por transformarlas con sus pinturas. Es inevitable cómo el deterioro muestra los esqueletos de ladrillos. Todo parece descascararse, ennegrecerse y caer, pese a los esfuerzos. Una vieja bicicleta fija funciona como ténder para una toalla. Hay otras dos escondidas a lo ancho del predio. Los escombros se desprenden del techo y el yuyo que no escatima enredarse en los pedales. Vacchiani comenta que eran utilizadas para fisioterapia, pero hoy el área está por desaparecer, es un anexo donde sólo queda una persona a cargo y que se está por jubilar. La situación es frecuente, los espacios se vacían por el retiro de alguien y no son cubiertos, por ende, se extinguen. “El hospital siempre está tensionado con la cuestión del personal, hay como un ajuste a cuenta gotas”, asegura. Cae la noche y una amplia galería nos recibe en el internado. El frío se pone escandaloso, pero los pacientes están resignados. Uno de ellos se acerca rodeado de gatos que comen los restos del mediodía esparcidos en el suelo. Nos cuenta que el hospital está lleno de estos animales, todos tienen nombres diferentes que cambian a lo largo de la semana. Está contento porque en una hora es la cena, insiste en que las chicas cocinan abundante y varias veces al día. Se sonroja cuando lo cuenta y frota sus brazos para calentarse. Nos pide que cenemos con él, pero Vacchiani se detiene adelante nuestro para que continuemos. Antes de irnos, nos pregunta si tenemos cigarrillos o si nos sobra una moneda. Lamentablemente, ninguno fuma. En medio del pabellón de hombres, un paciente en silla de ruedas è 3
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conversa con su médico tras salir de una sala iluminada por un televisor japonés. Sin sutileza, remarca “Doctor” al hablarle. Luego nos acompaña hasta perderse bajo la ventana de su habitación. Las piezas están cubiertas por los mosaicos blancos de todo el hospital. Son frías y varias de ellas tienen sus postigones rotos. Las puertas están hinchadas por la humedad y resquebrajadas a la mitad, no tienen perillas y son sujetadas por trozos de papel que hacen de cerradura. Según lo establecido en las leyes de salud mental, los hospitales públicos deben contar con un sector de internación psiquiátrica. El inconveniente es que ni siquiera tienen un equipo interdisciplinario de profesionales y, en sí, estos centros de salud ya no dan abasto por la sobrepoblación clínica. El cierre de camas no acompaña la propuesta de desmanicomialización6 de las normas vigentes. Aquellos pacientes que pueden, terminan gastando fortunas en clínicas privadas o, directamente, sin atención médica. “Nosotros vemos un vaciamiento de la salud pública, todo se terceriza, la limpieza y la cocina del hospital eran públicas hasta que se las otorgaron a empresas. Cuando hay un vaciamiento de algún lado, hay un beneficio en otro”, remarca el doctor y se detiene a observarnos. El silencio como política de Estado Al entrar al pabellón de mujeres, esquivamos un charco que sale bajo la puerta del baño y también a una policía que espera enfrente. El Neuro es una muestra cabal de la extrema patologización social que deriva en cientos de judicializados7. En un diminuto hall que lleva al sector de pre-alta, un grupo de pacientes internadas conversan en sillas de plástico. Junto a ellas, dos policías las custodian y se intercambian un mate cocido. Nos piden que evitemos usar la cámara para no exponer a nadie y las chicas posan graciosamente frente a la lente tapada. Un alargador deshilachado se desliza a través del módulo hasta la habitación donde se enchufa y una pava eléctrica flota en el vértice de una mesa escondida de las goteras. “En estas lluvias grandes, hubieron inundaciones. La parte nueva, donde está la guardia, tiene dos años, teóricamente, está mejor, pero igual se llovía como loco. El internado tiene muy malas condiciones, nosotros hicimos presentaciones a R.U. GE.PRE.SA, pero nunca tuvieron respuestas, esa es la entidad que controla y habilita las instituciones sanitarias en Córdoba”, afirma el psiquiatra. El Registro de Unidades de Gestión de Prestaciones de Salud (R.U.GE. PRE.SA) se creó por el poder ejecutivo en el 2008. Según los objetivos generales del gobierno, la entidad se encarga de monitorear y evaluar la calidad de prestación de los servicios de salud en la Provincia de Córdoba. Sin embargo, el organismo no demuestra señales de interés por la situación que atraviesa el Neuropsiquiátrico de Juniors, aun teniendo como antecedente las extremas condiciones del Hospital de Bell Ville que terminaron con una denuncia penal de la Legisladora Liliana Montero al ex Ministro de Salud, Oscar González, el actual Director de la Secretaría de Salud Mental, Néstor Filipponi, y el Gobernador electo, Juan Schiaretti. “El tema es que la entidad depende del Ministerio de Salud, o sea, son juez y parte, por eso, no vienen a examinar acá, porque son ellos mismos”, Vacchiani comenta antes de entrar a la cocina improvisada donde el personal descansa. Lo escuchamos conversar con una de las pacientes sobre la medicación que tiene, saluda a una de las encargadas de limpieza y nos avisa que ya regresa para terminar el recorrido. El silencio del Neuro viene desde el Panal, se extiende durante la noche y culmina en los gestos de los pacientes que aprenden a soportar en vez de rehabilitarse.
La inauguración de la guardia externa, en el 2017, quiso apaciguar los conflictos, pero fue insuficiente. El intento de cura fue peor que la enfermedad y la sobrepoblación, junto a la falta de soluciones, germinó una institución que navega a la deriva de protestas y una administración que no da abasto. El médico sale y, de camino hacia la guardia, nos presenta a uno de los pacientes que vuelve de la cena. “Hemos hecho denuncias al Ministerio de Trabajo para hacer inspecciones de las condiciones de higiene y seguridad, tampoco hubieron respuestas. Hace un tiempo, se cayó mampostería sobre la pierna de un paciente y tuvo una lesión importante”, comenta. La Secretaría de Salud Mental también se ha mostrado cerrada al diálogo, el director Filipponi pidió hablar con los trabajadores apenas una vez frente la falta de medicamentos, de allí en adelante no respondió ninguna de las notas enviadas. El trato con la dirección del hospital es diferente, hay reuniones frecuentes para solucionar las cuestiones inmediatas, aunque quedan pendientes otras de urgencia. El personal del hospital reconoce las profundas limitaciones que acarrea la administración ante el silencio de los órganos ministeriales que son responsables de la salud provincial. Otra vez, frente a su consultorio, Vacchiani agradece nuestra visita y acomoda el cartel pegado en el vidrio de ingreso. Sin quitarle la vista, nos comenta que seguirán con las medidas de fuerza, levantarán la asistencia salvo en casos de emergencia. Al menos, hasta obtener alguna solución que incluya a la comunidad del Neuropsiquiátrico sin pasarles por encima. “Yo considero que no deberían haber más internaciones monovalentes, ese es el proyecto a largo plazo de la ley. Pero no se puede obviar la situación actual del internado, desde el personal hasta lo edilicio, hay mucho para mejorar primero ahí”, concluye. La ley8 está a meses de cumplir una década. En su raíz, plantea un proceso de cierre de los manicomios. El objetivo es establecer una red de contención de salud mental entre los barrios, hospitales generales y centros asistenciales externos, aunque el presente muestra un gesto de apaciguada tristeza en quienes llevan a flote al centro de salud mental más concurrido de Córdoba. Las redes no lograron articularse y el desfinanciamiento constante sepulta a diario las expectativas de una ley que fue engendrada en el seno de la lucha de las personas con padecimientos mentales. Hoy la comunidad del Neuro convive con las consecuencias de una ventana del Panal que parece estar cerrada hacia su este, donde el silencio quiere ser una política de salud pública y los pasillos del hospital neuropsiquiátrico temen a que la noche sea demasiado larga. *Primer lugar. Estudiante de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, que realiza actualmente movilidad académica a distancia en la FALCOM. 6 Desmanicomialización: Término acuñado por la comunidad de pacientes con padecimientos mentales que hace referencia al proceso progresivo de cierre de los manicomios, también conocidos como hospitales neuropsiquiátricos, para reemplazarlo por una red de salud mental que no tenga como principio el encierro de las personas (según lo establecido en la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, sancionada en el 2010). 7 Judicializados: Pacientes con padecimientos mentales que poseen procesos judiciales. 8 Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, sancionada el 25 de noviembre del 2010.
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Emociones desde el encierro
La pandemia provocada por el coronavirus Sars-Covid-19 ha impactado en los ámbitos económico, social, educativo, cultural, político y, especialmente, en la salud. La historia de la humanidad será una antes y otra después de salir de esta contingencia sanitaria, que tuvo su origen en Wuhan, en la provincia de Hubei, en China. México no ha quedado exento de esta enfermedad. El 14 de marzo de 2020, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador declaró la fase uno, a la que se denominó “fase de importación”. Esto implicó la suspensión de clases en todos los niveles educativos para evitar el contagio masivo y resguardarse en casa (distancia social), así como el cierre de otros espacios culturales, deportivos, comerciales, etcétera” (Andrade, Peña, Arellano y Salazar, 2020; 2271). Las escuelas cerraron, cancelaron eventos, conciertos, reuniones, el Día de Muertos no fue lo mismo en Michoacán. Mes tras mes esperamos una solución, una vacuna, algo que nos diga que esto terminará. Como sociedad nos adaptamos, el cubrebocas ya parece una extensión de nuestro cuerpo y el olor a gel antibacterial ya no es propio de los hospitales. Puedo llamar a la pandemia un periodo de incertidumbre, ya que no hay una respuesta concreta para que esto termine y los ánimos para sobrellevar la situación son casi nulos. Las afectaciones del aislamiento como medida preventiva durante la contingencia no sólo son a nivel económico, también a nivel emocional. Uno de tantos grupos de la sociedad, que se han visto afectados emocionalmente por el confinamiento son los jóvenes. Emmanuel Sarmiento Hernández, director del Hospital Psiquiátrico Infantil ‘Dr. Juan N. Navarro indicó que: “debido al cambio radical y completo sobre las rutinas que los adolescentes estaban acostumbrados a realizar, empiezan a generar una serie de problemas emocionales o conductuales que probablemente se vayan incrementando con el paso del tiempo”2. De manera que, en este reportaje me centraré en las emociones que acompañan
Caso 1
“La religión ocupa un lugar destacado en la vida de las personas; sin embargo, cada una de ellas la vive, la siente y la percibe de una determinada forma. Es decir, se amalgaman la fe, las relaciones sociales y los símbolos” -Jiménez y Esquivel en Juventud e identidad religiosa
Nos quedamos de ver en su casa, Daphne Cruz estudiante de medicina, tiene 20 años y accedió a regalarme un poco de su tiempo durante una fría mañana en la capital michoacana. No tiene ni una semana que cambió de residencia, después de subir tres pisos y desinfectarme con Lysol, por fin entramos al departamento. La sala estaba compuesta por 4 cojines y algunos cuadros que faltan por colgar. El olor a nuevo todavía se respira en el ambiente; sonriente y todavía con pijama Daphne me dirige a su habitación. Su mudanza la emociona mucho “es un nuevo comienzo” me comenta, posteriormente se disculpa por la falta de muebles, me ofrece agua y procedemos a sentarnos en el piso. Daphne me platica que desde su infancia le es fácil expresar sus emociones, considera que tiene una buena comunicación con su familia y sus seres queridos; de igual manera no tiene problema en desenvolverse con alguien ajeno a su círculo social. Durante la pandemia experimentó 2 fases, la primera fue cuando se encontraba alterada y preocupada por temor a que su familia o ella se contagiaran. Ella se quería aislar a toda costa, pero no es tan fácil como parece. Por mucho que ella estuviera en confinamiento los integrantes de su familia viajaban constantemente, sus hermanos se reunían con más personas, su madre y padre debían seguir con sus respectivas labores. Me comenta que estaba en un “confinamiento de a mentira”, ya que ella no salía de su hogar, pero
Aholibama Andrade Calderón*
a la juventud durante la pandemia, con el objetivo de saber ¿cómo ha repercutido la cuarentena en su vida?, ¿cómo lo externan? Y ¿cuál es la importancia de la ayuda profesional en salud mental para las y los jóvenes durante la contingencia sanitaria? Todos los individuos se encuentran en situaciones diferentes, algunos estudian, otros trabajan y otros todavía no saben qué rumbo deberían de tomar. De la misma manera, el contexto económico y social en el que se desenvuelven es diferente, no todos tienen las mismas carencias ni preocupaciones. “Las emociones son un factor importante que determina nuestra respuesta al medio ambiente” (Villanueva y Ordóñez, 2012; 203), por lo tanto, el entorno donde se desenvuelve cada individuo repercutirá directamente su sentir y actuar. También es importante recordar que “cada persona experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, su aprendizaje y de la situación concreta” (AEC, sf; 44). Son 7 las y los jóvenes entre 18 y 21 años, quienes participaron en este reportaje, los cuales viven en contextos diferentes y que aparentemente no tienen nada en común, pero todos sobrellevan a su manera la contingencia sanitaria y lo demuestran de diversas maneras. Recuperado de: Emociones, jóvenes universitarios y covid-19: un ejercicio exploratorio con estudiantes de educación física y deporte en Covid19: Apuntes desde el timeout. Por Isabel Andrade, Carmen Silvia Peña, Aideé Arellano y Ciria Salazar C. 2 https://politica.expansion.mx/mexico/2020/08/10/el-aislamiento-por-covid-19-afecta-la-salud-mental-de-los-adolescentes 3 https://www.researchgate.net/publication/279194602_Como_Expresamos_nuestras_Emociones 4 http://sauce.pntic.mec.es/falcon/emociones.pdf 1
todos los miembros de su familia sí. En la fase 2 de la pandemia (en la que actualmente se encuentra) Daphne se resignó, comprendió que hablar de un confinamiento en su casa no era parte de su realidad. “Al principio estaba enfadada, ahorita ya me da igual. Estaba muy preocupada, quería aislarme de todo y todos, porque en ese momento había mucha incertidumbre. Entonces me angustiaba más el hecho de enfermarme. Ahorita ya me tomo las cosas con más calma”. Le pregunto ¿cómo llegó a esa calma? o ¿qué fue lo que cambió en su cotidianidad en medio de toda esa incertidumbre? A lo que ella responde: “Ir a la iglesia, nos reunimos porque son muy pocas personas. Sentirme cerca de Dios me ayuda bastante. Cuando me sentía muy preocupada o sentía que estaba muy tensa, pensando que nos íbamos a enfermar buscaba predicaciones en internet. Pero ahorita ya me acostumbré a vivir así”. Pero no todo es malo, en su caso la pandemia fue una reconexión con su familia, ya que por su carrera pasaba menos tiempo con su madre y a sus hermanos prácticamente no los veía: “Estos meses me han ayudado a darme cuenta de las cosas que valen la pena. Como comer con mi mamá o por ejemplo tomar un café con ella es más importante que ir a una fiesta”. Daphne menciona que durante la cuarentena no ha recibido atención profesional que le ayude a estar tranquila, pues en su caso su soporte en tiempos de caos es el espiritual. A esto le suma que en su cuarentena existieron otras redes de apoyo (comunicación con su familia, pareja y amistades) que le han servido para sobrellevar el aislamiento. La entrevista concluye con este comentario: “Yo ya acepté que así será nuestra vida por algún tiempo, ya no tengo problemas emocionales respecto a eso. Antes de la cuarentena mi tiempo libre lo ocupaba saliendo de fiesta, casi no descansaba. Pero ahora me doy cuenta que eso ya no es tan è importante…”.
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“Para millones de personas las drogas sirven hoy, como las religiones y la alta cultura del ayer, para aplacar las dudas y perplejidades sobre la condición humana, la vida, la muerte, el más allá, el sentido o sinsentido de la existencia”. -Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo Le expliqué por mensaje un poco del reportaje y me dijo que en su horario tenía una hora libre, que si era suficiente en ese tiempo existía la posibilidad de ayudarme. Llegué a su domicilio a las 13:00, acaba de terminar una de sus clases, en la entrada me quité los zapatos y procedí a desinfectarme las manos, saludé y agradecí su colaboración. RM tiene 21 años, actualmente cursa el tercer semestre en la licenciatura de Animación Digital y Videojuegos (ADV). Me enseñó un poco de su proyecto final, justo acababa de terminar el diseño digital de tres columnas griegas (dórica, jónica y corintia). Los detalles de cada una eran impresionantes… Con mucha dificultad y dudando unos segundos, me platica que externar sus emociones no ha sido tan fácil ya que es muy “directa o cruda”, esto no le gusta, porque está consciente de que puede ofender a terceros con las cosas que piensa. En sus palabras las emociones que experimenta a lo largo de la cuarentena son: “Subidas y bajadas muy fuertes. Impotencia, no sé, nerviosismo. Tal vez desesperación”. Conforme avanza la conversación me comenta que llevaba casi 2 años sin consumir marihuana, pero a raíz de la cuarentena mandó a la chingada la escuela (por algunos meses) y lo único que quería hacer era fumar, porque la mota la desestresaba. Volver a fumar se convirtió en una de sus vías de escape desde el encierro, aunque de vez en cuando también realizaba ejercicio para quitarse esa sensación ansiosa que la persiguió en más de una ocasión. Le pregunto ¿qué fue lo que detonó para que volviera a fumar después de tanto tiempo? Me dice que tal vez pasa mucho tiempo con ella misma: “El aislamiento te hace entrar contigo mismo y hay muchas cosas que en la cotidianidad no ves de ti. No ves inseguridades que sabes que tienes que cambiar porque tienes muchos distractores. Pero ahora que estás encerrado, estás totalmente contigo mismo y a veces te llega a cagar, porque es algo que no quieres afrontar ni trabajar, y ahí dices a la chingada me voy a poner pedo o voy a fumar”. RM me comenta que anteriormente acudió con un terapeuta pero que en realidad no le gustó, fueron varios los factores que la hicieron llegar a esa conclusión, pero no se cierra a la posibilidad de recibir ayuda psicológica que le ayude a manejar sus emociones.
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“El baile no es el punto final, es una herramienta para decir cómo te sientes realmente y abordar temas que necesitan ser abordados”. -Bimbo Obafunwa en We Speak Dance Gigi es una bailarina urbana de 20 años, reside en Morelia desde el 2015 y en su apretada agenda dedicó unos minutos para formar parte de este proyecto. Llegué a su hogar alrededor de las tres de la tarde, la pintura del exterior de la casa resaltaba en toda la cuadra, los colores rojos, verdes y azules de las paredes brillaban con los rayos del sol. La puerta de la cochera estaba abierta, pues Gigi realizaba venta de garaje. Me explicó que al limpiar su casa en todos estos meses de encierro, salieron cosas que su abuela guardaba desde hace más de 50 años, y era el momento perfecto para deshacerse de algunos artículos y ¿por qué no? ganar un poco de dinero. Me regaló un poco de gel antibacterial y en medio de ropa, zapatos, teléfonos y pañuelos me platicó un poco de su experiencia y emociones a lo largo de estos meses. “Al principio fue muy extraño porque hice mi horario, dije esto no me va a vencer y puse las clases que iba a tomar y todo. Tenía bien mentalizado que me iba a levantar a las 6 de la mañana, pero después de un rato todo valió, más y más y más…” No me di cuenta de que me dormía a las 3 de la mañana y me levantaba a la 1 de la tarde, el día no me rendía. Empecé a no entrenar ni ensayar, a
veces sólo 1 hora a la semana. Mi día consistía en comer y dormir. Estaba super triste y super deprimida, ahí me di cuenta de todos los problemas que estaba acarreando. Mi cabeza estaba apagada y no me había dado cuenta”. Una manera en que Gigi externa sus emociones es por medio del baile: “Me pongo mis audífonos a todo volumen en un ambiente en el que no me vayan a molestar. Lo cual es complicado, sobre todo ahorita en cuarentena porque todos estamos encerrados en la casa. Pero me pongo a bailar, cierro los ojos, escucho y trato de entender lo que sea que esté sintiendo. Me gusta bailar en la oscuridad, con los ojos cerrados. Generalmente hago eso, o me pongo a llorar sola”. Gigi se encontraba “muy frustrada, muy irritable, y sobre todo muy molesta”. Me comenta que en varias ocasiones pensó en acudir con algún psicólogo, pero al final no lo hizo. “No fui con un psicólogo porque parte de la cuarentena no era sólo estar preocupada por enfermarme, también por las cuestiones económicas y pues ¿qué iba a hacer si no podía salir a trabajar? Lo primero que pensé fue: no voy a gastar 500 pesos en un psicólogo si lo puedo ocupar después para comer, o si lo gastaba luego me podría quedar sin comer. Esa fue la principal razón, pero sí lo tenía en mente y sabía que lo tenía que hacer”. Me comenta que tal vez la mayoría de los jóvenes no se acercan con un psicólogo por la cuestión económica y por el miedo a aceptar que necesitas ayuda, mientras Gigi se acomoda su cubrebocas, recapitula su anterior respuesta, me ve a los ojos y me dice: “Hay de dos, el miedo o el dinero”.
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“La música era mi refugio. Podía arrastrarme en el espacio que existe entre las notas y acurrucarme en la soledad”. -Maya Angelou
Lemus es un joven moreliano humilde, enérgico y siempre lleno de buena vibra. Tiene 20 años, estudia una ingeniería en Audio y Producción Musical en la Academia de Música Permatta de Guadalajara, actualmente se considera un ex-foráneo. Su voz es asombrosa, todavía recuerdo la primera vez que lo escuché cantar hace más de 3 años. No podía creer que esas notas salieran de aquel sujeto, el sonido invadió toda la habitación, el público exaltado disfrutaba de aquella melodía. Al término de su interpretación los aplausos no paraban, pues una vez que escuchas a Lemus te das cuenta de que su pasión mueve hasta al más amargado. La entrevista la acordamos hace una semana, nos veríamos en el centro de la ciudad. Hoy jueves 12 de noviembre de 2020, Lemus me manda un mensaje que me entristece, pero me recuerda que la pandemia sigue: dio positivo a Covid-19… A pesar de su estado de salud, está dispuesto a ser parte del proyecto. De manera que, hicimos uso de la tecnología y todo lo que charlamos fue por medio de Google Meet. Lemus me platica que contrario a lo que muchos piensan, él es muy malo para expresar sus emociones. Pero que la cuarentena fue el detonante para sacar todo; desde hace varios años solía aislarse cuando ya no podía controlar sus emociones, y si esto no le funcionaba se ponía a cantar a todo pulmón. Durante la pandemia el estado de ánimo que más experimentó fue la ansiedad, pero las emociones más recurrentes fueron la tristeza acompañada de la nostalgia. Fueron diversas situaciones que detonaron la tristeza en su vida, pero la nostalgia se debía al añoro y recuerdo que le transmitía ser ahora un ex foráneo. Fue en el aislamiento que decidió acercarse con un profesional que le ayudara a entender y trabajar en sus emociones. El detonante fue la pérdida del sueño, había noches, que se convirtieron en semanas en que Lemus no descansaba nada y cantar o aislarse ya no le funcionaban: “Yo sabía que todo se me venía encima. Un día simplemente dije ¿sabes qué? ya estoy harto. Ya sabía que no estaba bien psicológicamente, mi cuerpo no encontraba un incentivo para è 6
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poder bajar de peso, ponerme a dieta o darme el tiempo de una vida más sana. Al final de cuenta esto fue lo que me impulsó, o mejor dicho me arrastró a llevar una vida más sana física y mentalmente”. Lemus hace hincapié en lo mucho que lo ayudó acercarse con un profesional en salud mental y a manera de recomendación para todos aquellos que todavía no se animan a ir a terapia o que no encuentran un incentivo para hacerlo, comenta lo siguiente: “Aunque suena muy choteado, pero en verdad no necesitas estar loco para ir con un profesional. Quien no puede con sus problemas mentales no es débil. Hay veces que estás tan acostumbrado a algo que tu cerebro lo bloquea y no te deja salir de ahí, por más que tu digas: lo voy a hacer, lo voy a hacer. No sucede, todo te inhibe para no hacer las cosas. Muchas veces tú puedes sentir que no estás mal, pero el vivir siempre mal y acostumbrarte a que es normal no es vivir”. Caso 5
“El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos”. -Schopenhauer
Juan Pablo (JP) es originario de Morelia, tiene 20 años y estudia el quinto semestre de ingeniería en Energías Renovables, en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Unidad Juriquilla. En resumen, puedo decir que es un joven que disfruta de la fiesta, de la compañía de sus camaradas y que no importan las circunstancias, si tiene alguna obligación la cumple en tiempo y forma. Por la pandemia y la forma en que se adaptó el sistema educativo, se vio en la necesidad de dejar su cuartito de foráneo, despedirse de sus compas, hacer maletas y regresar a Michoacán. JP me platica que para él la cuarentena ha sido una evolución personal. Desde un respiro de la universidad, hasta cuadros de ansiedad en los que no encontraba su lugar en el mundo. La nostalgia imperaba en su día a día, ya que la independencia que había ganado en Juriquilla se había esfumado de la noche a la mañana. El detonante para que entrara en crisis fue el anuncio de su quinto semestre en línea: “Nos dijeron que no íbamos a regresar este semestre, tal vez hasta agosto del próximo año (2021), y dije ¡¿NOOOO qué está pasando?! me explotó la cabeza y tuve que asistir a terapias. Aquí los problemas de mi familia me comenzaron a consumir. Ahí fue el momento en el que dije: wey ya no quiero estar en Morelia. Lloraba y tenía ansiedad porque ya no quería estar en Morelia”. Enfatiza en que él no se había planteado como tal ir a terapia durante la pandemia, pero que gracias a que la ENNES Juriquilla tenía un convenio con la Universidad Iberoamericana, en el cual su objetivo principal era ofrecer apoyo académico, emocional y psicológico, en un “veremos” mandó sus datos y cuando pasaba por uno de los momentos más difíciles durante la pandemia, recibió un correo que le notificó que había sido seleccionado para recibir terapia gratuita. “Me dijeron “¿le entras?” y dije “jalo”. Fue coincidencia, destino, no sé. Pero me cayó como anillo al dedo. ¿Qué hubiera sido de mi si no hubiera tenido esas sesiones? me hubiera vuelto loco probablemente …” Pensativo Juan Pablo recapitula un poco su evolución en la pandemia, me dice que en resumen experimentó 2 extremos completamente diferentes en donde las emociones más recurrentes fueron la impotencia, ansiedad y actualmente paz. Al principio se mentalizó acerca de la situación, sabía que sin clases presenciales tenía que permanecer en Morelia. Pero ni él, ni nadie pensó que la contingencia sanitaria perduraría tanto tiempo. Posteriormente, sufrió una recaída. Actualmente considera que gracias a las terapias pasa por un momento de estabilidad. JP experimentó subidas y bajadas, y en todo este proceso encontró una reconexión con su familia, llevar más de 2 años como foráneo marcaron el rumbo de su independencia: “Pude conectar con mi familia, muchas cosas en nuestra relación se estaban deteriorando mucho, me estaba independizando muy rápido. También valoré un poco más mi vida porque si me cayó el “20” de mi salud, no solo por el Covid. Aunque estés joven te va a cargar la verga por algo, lo que sea. Lo malo de todo esto es que yo me quería divertir …”
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“El arte nos ayuda no tanto a conocer la realidad sino nuestra realidad, el paisaje interior: aquel que nadie conoce más que nosotros, aquel que no le interesa más que a nosotros mismos y solo nosotros contemplamos, (…). En otras ocasiones, el arte es un modo de decirle a los demás aquello que no podemos decir de modo directo, porque no queremos o porque no sabemos, o sencillamente porque noes posible”. Marián López en El derecho a la experiencia a través del Arte. Paula Pinzón, es una chica de 19 años, actualmente estudia Biología en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH). A ella la conocí por allá del 2015, siempre mostraba una sonrisa nerviosa y recuerdo que era bastante tímida, eso hasta que el tequila hacía efecto en su organismo… Le hablé acerca de este proyecto vía WhatsApp, me comentó que para ella era bastante difícil describir sus emociones pero que de alguna forma me podría ayudar. Fue de mi conocimiento que antes de la cuarentena Paula asistió a algunos cursos de dibujo y acuarela, ella misma decía que por medio del habla no se podía desenvolver tan fácil. Tomando esto en cuenta, le comenté si era posible que usando alguna técnica (artística) sublimara las emociones que la acompañaron durante la pandemia. Le agradó la idea, de hecho, me dio las gracias porque así se sentía un poco más cómoda y me advirtió que lo que sea que creara tendría muchas referencias a su carrera (animales, ecosistemas, plantas). Después de algunas semanas, me contactó para avisarme que su producto estaba listo. En esta ocasión, me aventuré a las calles de la poderosísima Malandro Valle… perdón, Leandro Valle, una de las colonias de Morelia mejor conocida por su alto índice de inseguridad. Paula estuvo conmigo desde el momento en que me bajé de la combi. Ya en su casa limpié mis zapatos en un tapete sanitizante que se encontraba en la entrada y me dirigí al baño para lavar mis manos. Paula realizó un dibujo a base de carboncillo, simplemente no sabía por dónde empezar. Traté de conectar algunos elementos, quise darle significado, pero no pude. Sin duda alguna, considero que jamás se debe separar al artista de la obra. No son sucesos aislados, la obra representa parte del contexto y el sentir del artista. La obra se titula “Una cuarentena más”
Primeramente, me dice que para poder comprender su dibujo me debe poner en contexto: Yo soy la tercera persona fuera de su núcleo familiar que la visita. En su casa tienen la oportunidad de vivir la pandemia en casi total aislamiento, los víveres se los hacen llegar a su domicilio. Únicamente, su madre sale 2 veces por semana para acudir a su trabajo, su padre tiene la posibilidad de realizar home office, mientras que su hermano y ella cursan la universidad en línea. Desde finales de 2019 había terminado su tratamiento psicológico, pero con la pandemia y algunos sucesos externos a ella se vio en la necesidad de regresar a terapia a mediados de agosto. Mientras yo contemplaba su dibujo, Paula me explicaba el significado de los elementos que conformaban la composición. Durante la pandemia experimentó è 7
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lo que ella caracteriza como “lo más cercano a un rompimiento amoroso”: “Me sentía triste, enojada. Me sentía utilizada, me vieron la cara de estúpida y dije chale ya no quiero pensar en esto, ni en esa persona, ni en lo que me hace sentir. Era enojo derivado de muchas otras emociones que no sabía ni qué eran. Ahí fue cuando dije: necesito regresar con mi terapeuta”. Esto se puede ver en la bola de estambre, que simboliza cuando jugaron con sus emociones, pero ese estambre se va conectando a lo largo del dibujo. Pasa por la casa en donde ha estado encerrada por más de 8 meses, llega a sus dedos donde se juzgaba constantemente, se sentía culpable por sentir lo que sentía: “Es el momento de la desesperación, me veo terriblemente demacrada, me sentía horrible, me juzgaba constantemente en cosas que en el mundo presencial (antes de la cuarentena) no me daba cuenta”. Pero en algún momento todas esas emociones llegan a las flores, que hacen referencia a un renacer, donde empieza a convivir con su yo interior. Arriba de esas flores se encuentra un desierto, el cual me platica que no siempre significa un infierno de calor, porque sin ellos no puede haber amazonas. Por lo tanto, tienen un papel ecológico muy importante. El desierto durante la cuarentena de Paula hace referencia a la misma persona que la hirió emocionalmente: “Representó algo muy importante en mi vida porque yo nunca me había sentido así por alguien, me hizo voltear a ver eso que yo sabía, pero que toda la vida lo he ignorado por miedo. ¿Qué van a decir las personas? Pensaba que esto en particular no podía formar parte de mi vida, porque afectaría a todo el mundo”. Siguiendo las conexiones, llegamos a la mariposa, donde me platica que terminó viendo esa parte de ella misma que se negaba a ver: “Dije está bien, esto forma parte de mi persona, es como yo me siento y aunque no le guste a las personas que me rodean pues…” Hace una pausa, algunas lágrimas empiezan a rodar por el valle rosa de sus mejillas, un nudo en su garganta se empieza a formar y no puede articular palabras. Le digo que está bien que se tome su tiempo, que yo no tengo prisa. Un poco más calmada y con la voz entrecortada me dice: “Es parte de mí y tengo que vivir con eso”. Las nubes son la carga de emociones que no puede mostrar fácilmente. De manera que, se van acumulando, pero en algún momento salen por medio de la lluvia, que en este caso serían sus lágrimas. De ahí llegamos a la cara de Paula, que se muestra como la Paula iluminada, donde reconoce y acepta sus emociones, me dice: “Ni pedo ya pasó. Es una experiencia y vamos a esperar para ver qué sucede después”. Me voltea a ver con los ojos todavía un poco llorosos, se siente demasiado expuesta en estos momentos. No puedo describir todo lo que pasó por mi mente cuando terminó la entrevista. hubo lágrimas, risas, frustración y preocupaciones. Tal vez en esta ocasión yo fui la persona con la que Paula se pudo desahogar dentro del mismo mar que la trata de hundir constantemente. Caso 7 “Pero mirar un cuadro con ojos limpios y aventurarse en un viaje de descubierta es una tarea mucho más difícil, aunque también mucho mejor recompensada. Es difícil precisar cuánto podemos traer con nosotros al regreso”. -Ernest Gombrich en Historia del Arte Mariana Martínez, es una artista de 18 años, lleva más de la mitad de su vida en Morelia. Hace algunos años convivimos en el Liceo Michoacano, pero en realidad nunca tuve la oportunidad de hablar con ella más allá de cuestiones académicas. Sabía que ella quería vivir de la artisteada. Por lo tanto, para este proyecto le pedí su colaboración con una pintura en donde mostrara sus emociones durante la pandemia. Considero que una pintura fue la mejor vía para que Mariana me explicara todo lo que aconteció en su vida, durante los 8 meses en los que la pandemia ha formado parte de nuestra cotidianidad. Me comenta que en realidad desde su infancia nunca ha sabido cómo nombrar a sus emociones: “Nunca nos enseñan a hablar de lo que sentimos, o bueno por lo menos yo nunca lo aprendí bien. Creo que por eso me llama tanto la escritura y pintar, considero que soy mucho mejor escribiendo o dibujando que hablando”.
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En su hogar son 7 personas, las cuales se encerraron al mismo tiempo (desde la segunda semana de marzo). Me platica que antes de la pandemia nunca estaba en su casa, inclusive no siempre llegaba a dormir. Con mucho esfuerzo puede articular algunas de las emociones que experimentó en el aislamiento: “Nunca estuve cómoda en mi casa. Las emociones más recurrentes en estos meses fueron ansiedad, angustia y miedo. No necesariamente por el virus. Me pegaba mucho no salir, se volvió una amenaza que evolucionó en mi mente. Soñaba muy seguido que entraban a mi casa y que me iban a hacer daño. Me obsesionaba con eso, creo que el exterior repercute mucho en mi salud mental”. Hablando de la salud mental, me comparte que hace algunos años ella en verdad no sabía que tenía que ir con un psicólogo, el tema no era recurrente en casa y si lo llegaba a hablar con su madre terminaba en una rápida negación. Pero, fue en la prepa donde tuvo su primer acercamiento con una psicóloga, pero por diversos motivos nunca sintió que las sesiones la ayudaran. Durante la pandemia inició terapia con otra psicóloga por videollamada, porque era lo único que había en el momento. Ahí fue donde notó que estaba acarreando problemas desde hace mucho tiempo, la pandemia solo los sacó a la luz. Todavía se encuentra en la búsqueda de un profesional con sesiones presenciales que pueda leer su cuerpo, ya que muchas veces habla más que ella. Su obra se titula: ¿Qué hay afuera que adentro duele más?
A diferencia de Paula, Mariana no tenía una explicación inmediata para todos los elementos de su composición. Así que, conforme hablábamos de cada parte de la pintura, salían las conexiones entre cada símbolo. El cuadro está inspirado en su cuarto. Me platica que durante casi toda la cuarentena no usó zapatos, se la vivió descalza o con chanclas, los zapatos dentro de la pintura significan la nostalgia por salir a caminar entre calles morelianas. En cuanto a la cama, en realidad no es de ese color. Sus sábanas no son azules, de hecho, no le gusta esa tonalidad. Para ella representa tristeza. A lo largo è 8
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de la pandemia Mariana no podía conciliar el sueño, por lo tanto, su lugar de descanso pasó a segundo plano, ahora cumplía una función totalmente diferente, ahí descargaba todas las emociones que la agobiaban: “Ahí dirigía mi frustración y mi enojo. Por eso no podía descansar, tener que dormir donde no descansas era muy frustrante, había mucha tensión”. Siguiendo con la pintura, la ventana de los ojos no está en su cuarto. En realidad, no hay ventana. Es totalmente una representación de su inconsciente, pero los ojos simbolizan la presión de estar observada. Mariana hace una pausa y me dice: “Creo que todo se conecta, a los 10 o 12 estaba muy mal. Tenía delirios de persecución, sentía que las cosas y la gente me veía. Y pues esto volvió a salir en la cuarentena. No sé, creo que ya estoy cachando que es una constante en lo que hago. Estas figuras las pongo cuando algo me hace sentir ansiosa… cuando tengo miedo”. La pared verde la remonta a una de las casas donde vivió durante su infancia, me dice que era un barrio peligroso y se tenía que mantener alerta. También le recuerda a la casa de una persona muy fea en la que no quiere pensar. La mano morada la adentra al miedo constante en el que vive, que en este caso lo representa con el color verde. “Todo empieza con el miedo. Es lo que puedo nombrar, desde el miedo a enfermarme, miedo a enfermar a mi familia, miedo a lo que va a pasar después, miedo a lo que hay adentro, miedo a lo que hay en mi mente, pero en realidad todo se conecta y evoluciona en el mismo lugar, que es mi cama”. Lo que yo pensé que era un ropero en realidad es una puerta, pero analizando más a detalle, Mariana me dice que es la combinación entre la puerta y el closet de su cuarto. Entre risas nerviosas añade: “Sorpresa, jajaja tal vez sigo en el closet. Estar tanto tiempo conmigo misma me hacía preguntar quién soy. Pude ver dentro de mí, mis contradicciones y me preguntaba por qué me sentía así”. La sombra dentro del espejo hace alusión a la figura de su madre, algo a lo que ella describe como inaccesible. Los rayos arriba de la puerta son parte del ruido que existía en su casa: “Todo el día hay gritos de mis jefes y de mi hermano. Había momentos en los que me ponía muy susceptible, cualquier ruido que viniera de sus bocas me estresaba. No me dejaban descansar, los rayos son enojo”. Mientras que la figura que desemboca de los rayos y cae en un fluido me indica que es todo ese enojo se terminaba por traducir en frustración, estaba agüitada y angustiada, pues sus planes de estudiar en el extranjero se frustraron por la pandemia, no estaba donde ella quería estar, ni con la gente que ella quería estar. “Terminaba llorando, me imagino como un vaso. Todo el tiempo estaba goteando, no había otro lado para guiar todo eso, porque tenía que estar encerrada y se derramaba en la cama”. Mariana se detiene por un momento, contempla la obra terminada y me dice que tal vez todos los ojos que pintó son de ella, pues la cuarentena fue un momento para repensarse, meses de introspección: “En realidad era mi propia mirada quien me juzgaba, me presionaba por las expectativas que tenía y que no podía controlar. Esto me hacía verme a mí misma muy duramente. Pensar en todo lo que debería hacer, desde la escuela, la convivencia en mi casa, todo. Introspección, eso es. Tiene que ver con mi propia mirada hacía mi”. Conclusión y reflexiones La pandemia ha repercutido en diversos sectores de nuestra vida: el económico, escolar, social y como lo desarrollé en el cuerpo de este reportaje, el emocional. Emmanuel Sarmiento Hernández, director del Hospital Psiquiátrico Infantil “Dr. Juan N. Navarro”, mencionó algunas de las repercusiones del confinamiento en jóvenes y adolescentes son: Trastorno de Estrés Agudo, Trastorno de Estrés Postraumático, Trastorno de Adaptación, Duelo y Trastornos relacionados con sustancias (que incluyen a un amplio grupo de drogas en donde se
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ha determinado, ya que se ve un incremento en el consumo de alcohol, tabaco y cannabis). Durante la contingencia sanitaria, todos los entrevistados buscaron una forma de escape de su realidad y sobre todo un soporte que los ayudara a manejar o soportar la pandemia. Dicho soporte, para unos fue la religión, para otros las drogas, el deporte o el arte; estas fueron pequeñas vías en las que canalizaron sus emociones. Desde antes de la pandemia, ya utilizaban algunos de estos mecanismos para sobrellevar sus preocupaciones personales. Pero el aislamiento repentino, el cierre de las escuelas y el miedo a contagiarse (o contagiar a su familia) fueron los detonantes para entrar en crisis. De cierta forma, se encuentran ante el duelo de su vida antes de la pandemia, que repercute de manera directa en sus emociones. En donde cada uno buscó un refugio, por así decirlo, en aquello que les permitía entender lo que sentían desde un lugar seguro que se volvió indispensable para entenderse a ellos mismos. Ahí es donde entra la ayuda externa, la ayuda profesional en salud mental que con terapia o acompañamiento los puedan guiar a entender y trabajar sus emociones. Mariel Cruz Ángel, psicóloga egresada de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) menciona que los beneficios de acudir consulta psicológica no solo son a nivel unipersonal: “Es como un efecto mariposa, un pequeño cambio o reconocimiento en las emociones repercute en la capacidad de relacionarse con el otro sin que exista conflicto alguno. No solo te lleva a estar sano emocional, también físicamente, lo cual puede llegar a impactar en todos los que te rodean. Por ejemplo, si yo sé manejar las crisis, el estrés no va a afectar de la misma manera a mi cuerpo. Por lo tanto, se hace una cadena donde el impacto no solo es individual, también social”. Parto de la idea de que no todos tienen la habilidad de articular su sentir en palabras concretas, en el caso de Paula y Mariana (quienes no son muy buenas expresando sus emociones) el arte se vuelve un discurso por descifrar. Lemus y JP tuvieron la oportunidad de acercarse con un profesional, pero no todos los jóvenes tienen esa posibilidad. Como lo dijo Gigi, también está la cuestión económica muy latente, en donde te preguntas: ¿gasto en un psicólogo o mejor compro algo para comer? Y por otro lado, el miedo a aceptar que necesitas ayuda. Sí claro, existen terapias y acompañamiento psicológico gratuito, pero actualmente ¿en verdad se difunde este tipo de ayuda para los jóvenes? ¿Con quién se acercan? cuando el distanciamiento social en nuestro contexto actual es de vital importancia. Sí, las terapias también se adaptaron al formato en línea; pero regresamos a lo mismo, no todos tienen esa posibilidad, no todos cuentan con una conexión a internet, no todos tienen un dispositivo móvil para tomar clases, menos para tomar terapia y no todos encuentran un refugio en medio de la tormenta de sus pensamientos. En palabras de Mariana Martínez: “Nunca nos enseñan a hablar de lo que sentimos”. Y es verdad, conforme creces te enseñan a leer, a sumar, restar, con el objetivo de ser productivo en la sociedad… Pero ¿cuándo nos enseñan a mostrar nuestras emociones? Al contrario, muchas veces se les dice a los infantes que no lloren, que se calmen, que no hagan tanto alboroto. ¿Cómo decirle a los jóvenes que muestren sus emociones, si desde pequeños se les dice que no lo hagan? ¿A dónde van todas esas emociones? algunos las subliman con diversas actividades, pero, y los que no encuentran la forma de sacarlo, ¿qué pasa con ellos? Tal vez estoy pintando un panorama muy “feo” o “crudo”, pero es parte de las vivencias actuales de la juventud. Para terminar, los entrevistados mencionan que no todo es malo, y concluyen que: sí fue un periodo de mucha ansiedad y tristeza, pero también significó aprendizaje y autoconocimiento, una reconexión con ellos mismos y con los suyos. Un momento para valorar, repensarse y aceptar lo que pasa en sus vidas. * Segundo lugar. Estudiante del 3er. Semestre de la Licenciatura en Periodismo de la FALCOM.
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Una crisis humanitaria:
“Cuando no había comida, me ponía sal en la boca” La demografía de las ciudades del interior de Brasil comienza a reconfigurarse con la llegada de refugiados venezolanos Lauriane Agnolin* Una caminata que se extiende hasta que los pies puedan soportar el peso de su propio cuerpo. Con suerte, mientras una mano sostiene las pocas prendas de vestir que van adentro de algunas bolsas, la otra conduce a uno o dos niños que portan un juguete para recordarles de la patria dejada atrás mientras sus piernas avanzan por los caminos de asfalto y tierra hasta cruzar la frontera que delimita los territorios de Santa Elena de Uairén, en Venezuela, y Pacaraima, en Roraima. Esta ruta de violaciones físicas, cansancio extremo e inseguridad
ya ha sido recorrida por más de 190,000 venezolanos que, en dos años, buscaron refugio en suelo brasileño en un intento por respirar entre los escombros que dejó la ruina social y la sangría económica del gobierno de Maduro. Con las fronteras al borde del colapso, donde familias enteras descansan en los 13 albergues instalados por el Gobierno Federal bajo el sol que golpea con fuerza el norte del país, los grandes centros urbanos, como São Paulo y Río de Janeiro, siguen siendo los principales destinos para inmigrantes y refugiados, pero es en las pequeñas ciudades brasileñas que la demografía local ya comienza a reflejar los continentes en diáspora permanente. “Ordenar
la frontera no es tan difícil, pero mantenerla es muy cara”, comentó el jefe de Interiorización de la Fuerza de Tarea de Logística Humanitaria Brasileña, Coronel Augusto Souza Coelho. Él, junto con sus colegas militares, agiliza los trámites de ingreso y el traslado de venezolanos a otros 23 municipios federales a través de la Operação Acolhida, establecida en febrero de 2018 por el entonces presidente Michel Temer como un grupo de trabajo humanitario, coordinado por el Ejército de Brasil para apoyar a inmigrantes en desplazamiento forzado. “Tenemos una base de datos de trabajos con registro, búsqueda de trabajo y logística. Cuando ingresan a Brasil, reciben toda la documentación y, cuando los empresarios nos llaman diciendo que hay una vacante, hacemos el movimiento territorial del inmigrante para que se establezca”, explicó el militar. Aunque el perfil de los inmigrantes y refugiados sea “diverso”, como sostuvo Souza Coelho, el último informe sobre Monitoreo del Flujo Migratorio Venezolano, elaborado por la Agencia de las Naciones Unidas para las Migraciones, señaló que el 71% de las personas que cruzaron la frontera entre los dos los países, de enero a marzo de 2018, tenían entre 25 y 45 años; 48% eran hombres y el 41% de los desplazados internos venezolanos eran mujeres. En la titulación escolar, el 51% de los inmigrantes entrevistados por los voluntarios tenía estudios secundarios y el 26% estudios superiores completos. “El 67% de los migrantes abandonó su país por motivos económicos y laborales, y el 22% por falta de acceso a alimentos y servicios médicos”, se lee en el documento. “Alrededor del 10% de la población venezolana ha abandonado el país. El 30% de los acogidos en Brasil son niños”, afirmó el coronel del Ejército Brasileño. “Incluso en un escenario de guerra no se puede encontrar nada tan desolador”, dijo el militar, refiriéndose a las viviendas instaladas por el Ministerio de Defensa y por las aproximadamente 95 agencias internacionales de protección y derechos humanos, y entidades religiosas que sirven como hogares temporales para familias, en las ciudades de Boa Vista, Pacaraima y Manaus. La interiorización, por lo tanto, sirve como medida de alivio a los estados del Norte para è
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integrar a las personas que buscan, en territorio brasileño, un lugar seguro para vivir. “Una de las cosas que aprendí de los organismos internacionales es que mientras el inmigrante tiene hambre, camina”, señaló. “De los 250 que solicitaron refugio o residencia temporal, 220 no quieren refugio porque viajan a países como Argentina y Uruguay. Es más fácil para ellos por el idioma”, consideró Souza Coelho. Fronteras cerradas En el año que el mundo se retrae sumergido en la crisis sanitaria del Covid-19, el flujo migratorio que traía venezolanos al interior de Brasil también se detuvo, según lo reporte anual de seguimiento y control del Comité Nacional de Refugiados (CONARE). En los 11 meses de 2020, fueron remetidas 14,265 solicitudes de asilo al gobierno brasileño. Esto representa una caída del 76,3% de las 60,343 solicitudes registradas en el mismo período en 2019. Cuando se cierran las fronteras, como hizo el gobierno brasileño en marzo, las necesidades se filtran por las aceras y arrojan a los refugiados a la clandestinidad del trabajo informal que vive gran parte de la comunidad extranjera de venezolanos, senegaleses, bengalíes y haitianos en Brasil. “Ellos se mueven mucho”, reflexionó la profesora de Derecho Internacional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Passo Fundo (UPF), Patrícia Grazziotin Noschang. Según la última resolución del CONARE, vinculado al Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, los venezolanos, así como los ciudadanos de Cuba, pasaron a formar parte del grupo de personas consideradas refugiados cuando buscan seguridad alimentaria y de residencia en el país. Derechos que no les son ofrecidos por sus países nativos. “Los refugiados están sujetos a la migración forzada y no pueden ser detenidos en la frontera y devueltos a las naciones sin que tengan condiciones seguras. El inmigrante, en cambio, llega a través de la migración voluntaria, generalmente en busca de mejores condiciones de vida o ayuda económica para la familia”, explicó la docente. Las múltiples caras del refugio que se presentan a los miembros de la Seguridad Nacional y entidades de la sociedad civil, en esta nueva ola migratoria en América Latina, también tienen una dirección, aunque transitoria. El dictamen de la OIM también mostró que el 75% de los venezolanos que ingresaron a Brasil por el estado de Roraima tenían como lugar de nacimiento las provincias de Bolívar, Monagas y Anzoátegui, así como la familia Villarroel Martes. Límites disueltos El cuadro vivo que expone Coelho también se esboza en los informes de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), vinculada a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). De los
casi 5,000 venezolanos interiorizados en Brasil, el 18,5% tenía como destino el estado de Rio Grande do Sul -provincia que limita en la triple frontera con Argentina, Paraguay y Uruguay- y se materializa en el último piso de la casa con paredes rosadas construido en un barrio periférico de la ciudad de Passo Fundo, en el extremo sur del país, dónde el salón del asistente de servicios generales, Alfredo Castillo, se convirtió en um pasillo de colchones para amortiguar los saltos del pequeño Fernando Villarroel Martes, de seis años. En el sofá, trasladado al rincón frente a las improvisadas camas, la pareja Francellys Villarroel, de 27 años, y Jesus Martes, de 28, esquivan las innumerables bolsas que se amontonan arriba de los muebles. De a poco, las donaciones de ropa y enseres domésticos se han ido acomodando desde que ellos salieron del estado de Anzoátegui, a 515 kilómetros de la capital Caracas, y viajaron con sus tres hijos, Antoniellys, de 10; Roxibeth, de 9 años, y el más jovencito de ojos suspicaces que sigue jugando en la sala de estar, el mismo camino que 4 millones de venezolanos obligados a salir del país por las condiciones económicas y el aislamiento diplomático impuesto por la dictadura de Nicolás Maduro. Desde hace un año, la familia se encuentra en proceso de adaptación y reconocimiento de la ciudad, formada por 209 mil habitantes, cuando fueron recibidos por Castillo, que llegó al municipio hace 9 meses y ahora abrió sus puertas para a familia de su sobrina. “Es difícil separarse. Mis padres se quedaron en Venezuela, pero están felices porque saben que hemos llegado a un lugar mejor”, señaló Francellys. Junto a su esposo, Jesús, ella narra las adversidades e inestabilidades con las que vivieron hasta la decisión de salir del país con pocas prendas, documentos personales e hijos pequeños, cuyo peso está por debajo del índice normal para niños de esas edades. “Con el salario mínimo pudimos comprar solo mandioca y sardinas, no siempre pudiendo comer más de dos veces al día”, recuerda. Los niños, según comenta, no asistían a la escuela algunos días porque no había maestros o no se les alimentaba para completar la jornada escolar. “Cuando no había comida, o bebíamos agua o me ponía sal en la boca”, agrega Jesús, quien, trabajando en la industria minera, recibía $2 por el trabajo. Con una inflación anual que en 2020 superó el 4.000%, según el parlamento venezolano, el poder adquisitivo de las familias se volvió incipiente. La Venezuela que quedó para la familia Villaroel Martes, ahora, está representada por la bandera tricolor del país, colgada en la pared. “Aquí es un lugar mejor, la gente es cariñosa”, dice Francellys, con una sonrisa. *Tercer lugar. Estudiante de la Universidad de Passo Fundo, Brasil, cumpliendo intercambio académico a distancia en la FALCOM.
Andante Suplemento de
Dra. Ada Aurora Sánchez Peña Directora de la Facultad de Letras y Comunicación Mtro. José Eduardo Hernández Nava Rector
Taller Laboratorio
Mtro. Juan Carlos Vargas Lepe
de Periodismo
Secretario General
Mtro. José Ferruzca González Director de El Comentario Mtra. Carmen Zamora Coordinadora de la Licenciatura en Periodismo
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