Número 206

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Gaceta de lengua y literatura

Facultad de Letras y Comunicación - Universidad de Colima No. 206 24 de mayo de 2019

Ilustración de Gaby Zepeda h Estudiante de 4° de Letras Hispanoamericanas


2 UNIVERSIDAD DE COLIMA M. A. José Eduardo Hernández Nava Rector Dr. Cristian J. Torres Ortíz Zermeño Secretario General Mtra. Vianey Amezcua Barajas Coordinadora General de Comunicación Social FACULTAD DE LETRAS Y COMUNICACIÓN Beatriz Paulina Rivera Cervantes Directora

José Manuel González Freire Carolina Anaya, Omar David Ávalos Alberto Llanes, Cecilia Caloca Coral Anahí Escalera López Brenda Melissa Aguilar Martínez Gaby Zepeda Corrección Oscar Zúñiga Carrasco Michel Alejandra Jimenez Gómez Coral Anahí Escalera Lopéz Gaby Zepeda Diseño Vanessa López, Gaby Zepeda Ilustraciones

Abelina Landín Vargas Coordinación

José Ferruzca González Director

Consejo Editorial Ada Aurora Sánchez Víctor Gil Castañeda, Gloria Vergara Krishna Naranjo, Martha Reyes Carmen Zamora, Nelida Sánchez Gilberto Max Ceballos, Lucila Gutiérrez, Carlos Ramírez

Facebook Destellos Falcom Colaboraciones abelandin@ucol.mx

CONTENIDO Lustro

Akatl Guijarro Pág. 3

Niña en blanco

Revoltijo de chaparradas

El jugete favorito

Ana Gómez Elena Pág. 6

Michel Alejandra Gómez Pág. 9

Abigail en mis brazos

Presencia

Oralidad literaria para la infancia en ... Alberto Llanes Pág. 13

Lo que yo no tuve Valeria García Pág. 14

Laura Génesis Chávez Suárez Pág. 3

Morelia Guadalupe Trujillo Pág. 6

Cori Escalera Pág. 10

Reflexionando sobre el periodo crítico en ...

El niño con la bolsita

Las anécdotas de Marcelo Yubetzi Ochoa Gradilla Pág. 11

Sheidy Montserrath Rodríguez Jiménez Pág. 15

Collage Niñez

Nuevos horizontes de la educación de la infancia

Mantente

G. Maximiano Ceballos Esqueda Pág. 4

Sección: Letras mágicas José Manuel González Freire Pág. 5

Alan Fernando Pérez Rolon Pág. 7

Michel Alejandra Gómez Pág. 8

Mónica del Carmen Rodríguez Pág. 12

Sopa de letras

Gaby Zepeda Pág. 16


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Lustro

Niña en blanco

Akatl Guijarro Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas

Laura Génesis Chávez Suárez Estudiante de 2° semestre de Letras Hispanoamericanas

I Cada cinco años ya no ser la misma, ¿Quién tres veces antes de la que soy habitó mis huesos y habló de sí –hizo de mí: en descuidos olvidó atesorar lo visto–? Tres veces antes de la que soy Cuando los corresponsales eran imaginarios y traían novedades ficticias de la guerra que mis maestras me enseñaron en vitrinas. ¿Cuántas batallas de calle tuve que librar para entender que el juego acaba con la muerte? Ay de mí, la de tres veces antes, Ay de mis maestras, las que no supieron colocar los textos en su lugar, frente a nuestros ojos de niña o las flores, las flores en nuestras manos, nuestras manos de niña, adiestradas a escribir todo menos un poema ¡ay de las flores! II Y se deshojaban las alegrías, como si fuera una danza al desarrollo, marcas en la corteza de lo aprendido. Desprendidos aquellos días, con máscaras giramos el centro del patio, donde muere un árbol y nace un campo de guerra.

Ilustración de Vanessa López Estudiante de 4to de Letras Hispanoamericanas

Siento que el amor proviene de la familia cuando esta es unida, pues recuerdo que cuando estaba pequeña, mi familia completa se reunía todos los domingos sin falta en la casa de los abuelos cómodamente bajo un mango inmenso que se encontraba al final de la casa, en el patio. La imagen de todos sonriendo y los sonidos de profundas carcajadas mientras se estaba la carne asada para empezar a comer con música de Vicente Fernández de fondo, son recuerdos que mi memoria almacena en la carpeta que nombré: “Cosas de las que solo me acuerdo cuando escribo”.

Ilustración de Gaby Zepeda Estudiante de 4to en Letras Hispanoamericanas

Mi abuelo era un señor grande, fuerte, ojos rasgados, de tez morena, trabajador y muy sabio; tenía respuesta para todo y lo que no llegaba a saber, humildemente me respondía con un: “no sé, mija”. Él era el hombre al que todo familiar en cualquier conflicto intelectual, personal, espiritual, o físico, acudía y sabía que regresaría con algún aprendizaje para poner en acción. Un día le pregunté qué pasaría si algún fulano se metía a la casa para robarnos o hacernos daño y él me contestó que lo mataría, instintivamente señalé la pistola que tenía colgada en su pared, él simplemente sonrió. Recuerdo que me sentaba en su regazo debajo de ese gran árbol repleto de mangos al final de la casa y me llenaba el biberón con mitad de cerveza Modelo y mitad de agua, mientras por lo bajo se escuchaban canciones de Gerardo Reyes provenientes de una videocasetera gris, marca Panasonic, recuerdo que mi canción favorita se llamaba “El día que yo muera” (hasta me gustaba bailarla y cantarla), pero también recuerdo que mi abuelita odiaba escucharla, hasta el día de hoy. Sobre mi abuelita… no sé qué decir de ella, más bien no sé por dónde empezar para hablar de ella, tal vez por el amor que le tengo, más la admiración que siempre me generó verla regar las plantas todas las mañanas sin excepción, acompañada con melodías que su propia voz generaba, de esas melodías pegajosas que alaban al Creador o a la virgen María, siempre me ponía feliz verla dando vida. La he visto como un ser único y ejemplar al que solo le gusta ayudar y servir al prójimo desde toda mi vida. Mi abuelita, a la que un día encontré llorando a solas porque una mariposa se había muerto en la pila de agua que estaba afuera del baño, yo solamente la miraba asombrada y ella me dijo “mira la mariposa, buscando la vida encontró la muerte”. Ahora lo recuerdo y es como si hubieran pasado muchos años; siento el tiempo verdaderamente pesado cuando se trata de recordar momentos que llevo guardados en cajones que dicen: “abrir en caso de emergencia”.


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Reflexionando sobre el periodo crítico en la adquisición de la lengua G. Maximiano Ceballos Esqueda Profesor investigador - Facultad de Letras y Comunicación Haciendo alusión al título del mismo texto, reitero que este trabajo trata sobre la relevancia de un lapso de tiempo en el que sucede la adquisición de la lengua materna durante la niñez. Como en la mayoría de los individuos es “normal” tener un idioma para comunicarse en sociedad; lo que no es ordinario es que alguien no posea tal habilidad o no la haya desarrollado. Así pues, siendo el lenguaje una habilidad innata en la mayoría de los seres humanos, poco nos importa reflexionar al respecto al menos que seamos estudiosos del lenguaje o alguien con alguna deficiencia o irregularidad en el mismo. Es común que la mayoría de los niños, después de transitar por las primeras etapas de adquisición, empiecen a emitir sus primeras palabras a partir más o menos de los 2 años pero nadie se detiene a preguntarse el por qué o cómo fue que el infante alcanzó tal hazaña, lo que sí se festeja con gran algarabía entre los miembros de la familia es que el niño ya pudo decir “mamá” o “papá” o “agua”. Para tal efecto, fue necesario que el pequeño estuviera expuesto a una lengua natural hablada por una comunidad que constantemente le proveyó aportaciones lingüísticas con sentido haciendo partícipe al pequeño individuo en el proceso natural de la comunicación. Así, creyendo que el lenguaje es una más de las habilidades innatas del ser humano, creemos que es algo de lo más natural aunque no siempre es así. Resulta que en efecto existen casos en los que el lenguaje no se ha podido desarrollar en individuos que por alguna u otra razón han tenido experiencias extraordinariamente adversas con el lenguaje. Por ejemplo tenemos el caso de la comunidad silente quienes no son capaces de adquirir la lengua oral por no estar dispuestos fisiológicamente ante el manejo de los sonidos lingüísticos como tales, a menos que aprendan el lenguaje de señas. Por otra parte, tenemos el caso de los niños ferales o salvajes, quienes nunca tuvieron contacto

Ilustración de Vanessa López Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas

con otros humanos durante su infancia, a veces fueron criados por animales y crecieron aislados de cualquier sociedad humana; por lo tanto, no tuvieron la oportunidad de desarrollarlo. La idea central es que los niños adquieren el lenguaje de manera gradual, de manera que pueden identificarse fases intermedias las cuales podemos identificar como ETAPAS DE ADQUISICIÓN. En los seres humanos existe un período crítico en que el lenguaje se adquiere con la máxima eficacia. Una vez iniciado el período de adquisición (a partir del primer año de vida generalmente) el niño puede aprender a hablar con fluidez varias lenguas. Resulta que durante la niñez es cuando el ser humano experimenta una serie de períodos de maduración que lo prepararán para la futura actividad cognitiva, lingüística y motora que le espera en un mundo en el que constantemente estará aprendiendo y afinando destrezas; estos períodos críticos pueden ser de los sentidos, del lenguaje y de las funciones superiores. Considérese pues como período crítico el tiempo en el que, ni antes ni después, el aprendizaje o desarrollo de alguna habilidad es realizado e integrado en sus formas usuales sin dificultad. Se trata de un período privilegiado en el que el aprendizaje es mucho más eficaz por el tiempo empleado y sobre todo por la facilidad de acoplamiento entre los demás componentes del lenguaje. Hay que destacar que fue Eric. H. Lenneberg, pionero de los estudios sobre el componente biológico del lenguaje humano quien propuso un período crítico para la adquisición del lenguaje que finalizaba junto con la pubertad debido a la terminación de la lateralización hemisférica y de la plasticidad cerebral. Según Lenneberg, desde el nacimiento, el hemisferio cerebral dominante se va especializando progresivamente en el lenguaje hasta que, en la pubertad, todas las funciones lingüísticas se concentran en esa parte del cerebro. De esta teoría de condicionamiento biológico se infiere que el momento óptimo para aprender una lengua es la niñez dada la plasticidad cerebral en esta etapa de la vida: a medida que maduramos y la organización del cerebro se hace más especializada, nuestra capacidad para aprender un idioma tiende a disminuir. De acuerdo con la conducta comunicativa observada en algunas especies inferiores como la de los pájaros, nos ayuda a entender estas cuestiones; ya que en éstos hay una dominancia del hemisferio izquierdo al manejar patrones auditivo-vocales. Gracias a los experimentos con pájaros realizados por Marler (1991 citado en Serra et al., 2008), conocemos más sobre la base orgánica y la experiencia inicial en la adquisición del lenguaje. Estas investigaciones han demostrado que si los polluelos son aislados o ensordecidos durante el período inicial o crítico, al ser integrados a su parvada después, sólo son capaces de producir los patrones básicos de la especie pero no aprenden aquellos que son peculiares del grupo y prácticamente no comunican. Otra especie que ilustra esta situación son los loros o cacatúas (periquitos) y su extraordinaria habilidad auditiva que se evidencia en la capacidad para reproducir los sonidos del habla humana o para aprender conglomerados de sonidos producidos por otras especies. Esta habilidad tiene como propósito (en el período crítico) atraer a otros pájaros.


5 Otro fenómeno que llama la atención o es por demás curioso sucede con algunos mamíferos domésticos como los perros pastores que comprenden órdenes dadas en el lenguaje humano, ¿Es que acaso nos entienden? Lo que pasa es que las señales sonoras son aprendidas funcionalmente; es decir, no entienden el lenguaje humano, lo que entienden es lo que sus dueños “quieren decir” en el momento y en el contexto adecuado. En conclusión, tomando en cuenta el aprendizaje de segundas lenguas, parece que los aprendizajes iniciales (períodos críticos) condicionan en gran medida los posteriores, aunque en la especie humana que posee un córtex asociativo mayor que el de las especies inferiores y mayor número de mecanismos para los aprendizajes adaptativos nuevos, pudieran suceder casos especiales como desarrollar una habilidad muy cercana a la de un nativo, producir un acento como nativo, manejar la gramática, la sintaxis y la fonología casi como un nativo. Referencias bibliográficas : Demers, R. A. (1992) Lingüística y comunicación animal. En Panorama de la Lingüística Moderna de la Universidad de Cambridge, Vol. III, El lenguaje: Aspectos psicológicos y biológicos. Frederick J. Newmeyer (Comp.). Madrid, España: Visor Distribuciones. Lenneberg, E. H. (1967) Biological Foundations of Language. New York, NY: John Wiley Serra, M.; Serrat, E.; Solé, R.; Bel, A.; Aparici, M. (2008) La adquisición del lenguaje. Barcelona, España: Ariel Navarro, B. (2010) Adquisición de la primera y segunda lengua en aprendientes en edad infantil y adulta. Philologica Urciana: Revista semestral de iniciación a la investigación en Filología, Vol 2, 115 – 128 Newport, E. L. (2002) Critical periods in language development. En L. Nadel (Ed.), Encyclopedia of Cognitive Science. London: Macmillan Publishers Ltd. / Nature Publishing Group.

Sección: Letras mágicas José Manuel González Freire Profesor investigador - Facultad de Letras y Comunicación La letra M / m “de Moisés” Una hija del faraón de Egipto, lo sacó de las aguas del Nilo y lo adoptó con el nombre de Moisés. La historia es conocida, lo que no saben muchos es el porqué de ese nombre: El Sabio Filón de Alejandría lo interpretaba así: en la lengua “copto” de las que se hablaba en Egipto, mo significa “agua” y useh significa “salvar”, así que Mouseh (Moisés), quiere decir “salvado de las aguas”. El origen gráfico de la M / m está en el símbolo con que se Ilustración de Gaby Zepeda Estudiante de 4to en Letras representaba el agua en la antigua Hispanoamericanas escritura jeroglífica. No hace falta ser egiptólogo para descifrar un signo como este porque si a cualquier persona se le dijera que dibujase el agua, lo haría como: ≈≈≈≈, en griego: μ, en Latín: m. De este dibujo procede la letra mem del alfabeto fenicio , que bajo el significado de “agua” es el antecedente de todas las emes grecolatinas. Es una letra que no disimula sus orígenes acuáticos y lo lleva expresado en sus ondulantes formas. Cuando los fenicios transforman esas formas naturales, en letra desaparecen los aires evocados por la m y empieza la paleografía, su epigrafía y toda esa materia mucho menos poética, un símbolo salido del agua. En la época latina de Augusto, se le confunde a veces con la “A”, se traza como si fueran dos “NN”, y a la manera del alfabeto griego de la época de la decadencia, se podría identifica con una “H”. El gramático latino Quintiliano llamaba a la m, littera mugiens, la de la vaca, la que dice mu, como a Crátino se le había ocurrido comparar a la letra b con la voz de las ovejas. Pero el valor fonosimbólico de la m va mucho más allá, es onomatopeya del balbuceo, del intento de hablar sin decir nada de sustancia: ni mu ni ma, era una frase hecha por los antiguos romanos. En el Diálogo de la Lengua, escrita hace ya más de cuatrocientos años, Marcio preguntaba a Valdés “¿Qué parecer es el vuestro acerca de poner m o n antes de p o b?”, y este le contesta: “Por mi fe, en eso tanto nunca seré supersticioso, Bien sé que el latín quiere la me y que a la verdad parece que está bien, pero, como no pronuncio sino n, por cumplir con la una parte y con la otra, tanto me da escribir zampoñas , como zanpoñas”. La m es la decima letra del alfabeto español y del alfabeto latino y la décima consonante. En español es una consonante bilabial, sonora y nasal. Referencias bibliográficas:

Ilustración de Vanessa López Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas

Diccionario de Autoridades (1726). Madrid: Gredos [edición Facsímil]. http://www.rae.es


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Revoltijo de chaparradas Ana Gómez Elena Estudiante de 2° semestre de Letras Hispanoamericanas Sonrisas de caramelo que se esconden detrás de faldas largas y sillones con los descansa brazos mordisqueados. Coloridas manos que intentan borrarse de paredes blancas y vacías. Rostros enlodados, estómagos revueltos con crayón de golosina y rodillas sangrantes que se ríen, porque no duelen. Agendas o periódicos rayoneados con gis azul y baba amarilla con pedazos de mango ataulfo regurgitado. Maravillarse por caras atractivas, vestidos ampones, brillosos y espadas empuñadas por piratas amigables. Carros de juguete que se pierden debajo de la cama, y no regresan pues el monstruo que allí vive ya se los comió. El deseo de subirse al burrito que camina por la plaza, flaco y cochino, pero ¡ah! Cómo se antoja un paseo sobre su lomo huesudo. Querer ser cómo papá, mamá o la rana burbujeante que nuevos mundos va a descubrir. Ponerse el vestido favorito de mamá y bajar las escaleras con las piernas temblorosas, sobre tacones brillantes que a veces, también usa la muñeca pelona que un día fue rubia.

Tocar la arena caliente por vez primera y tragarse litros de agua salada que te abrazan para llevarse tus chanclas favoritas. Apenas terminar las sumas y las restas por que los balonazos de la calle ya resuenan, buscándote en la cuadra. Historias de mentira que juegan entre los muñequitos acomodados en línea, para recibir al dragón de peluche que ataca con su aliento caliente. No preocuparse por la paleta de cereza que se cayó al piso para adherírsele tantita tierra y cabellos que saben sabroso. Pero sí preocuparse por el pajarito amarillo habitante del patio en casa de la tía que huele a jabón rosa, y el gato invasor que trae antojo de plumas. Cuando la cerveza nos sabía a rayos, el sol y la luna nos perseguían y un chicle de violeta o una cuchara con tamarindo nos ponía contentos. ¡Ay, infancia! Un pedazo de papel doblado que se lleva la lluvia, escapando de tus manos, para humedecerse y perderse en las turbias aguas del “crecer”.

Chilla, brinca, llora, patalea. ¡Ándale, cómprale la paleta de uva y la nube de azúcar que se le antojó en el parque! Bailar con el grillo cantor que cuenta historias de animales escolares y negritos sandía que se portan mal. Desconocidas voces y mejillas para besar, porque a los mayores así se le debe saludar. Respuestas incompletas para preguntas de ojos curiosos y dudas que florecen interminablemente.

Imagen tomada de la red: http://familonia.info/


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Abigail en mis brazos El niño con la bolsita Morelia Guadalupe Trujillo Michel Estudiante de 6to semestre de Letras Hispanoamericanas

Alan Fernando Pérez Rolon Estudiante de 4to semestre de Lingüística

Cuando nació, 15 de mayo, Mi mamá pegó el grito en el cielo: “Se parece a ti” A mí, a la tía, a quien nadie. Y tenemos las dos la misma cara de perdida, ella con un año, yo con 21. Y si alguna vez quiero morirme, pienso en Abigail en mis brazos.

Había una vez un niño que caminaba solo por el monte. Cargaba consigo un poco de dinero, sus documentos de identificación, e incluso una bolsita con algo de cocaína. Deambulaba muy confiado bajo la luz del sol, cercano al crepúsculo, cuando de repente, entre los arbustos y avisando su presencia al romper unas ramillas secas, asomó su cabeza un hombre. Andaba éste descalzo, vistiendo ropas rasgadas y con un fuerte hedor de no haberse bañado en un buen tiempo. El niño, ataviado en terciopelo, se dio cuenta que estaba ante un drogadicto. ―¿Qué hace un niño como tú caminando solo por aquí?―. ―Buenas tardes, señor. Estoy yendo hacia la ciudad―. ―Bien por ti. ¿Qué traes ahí en la mochila?―. ―Documentos sin importancia, señor. Debo continuar ahora―. ―Alguien que viste tan bien como tú debe traer algo más que documentos. Echa acá―. El niño no tuvo tiempo de asirse fuerte de su mochilita, y el drogadicto se la arrebató, le dio la vuelta y sacó todo su contenido. ―¡No, señor! ―gritó el niño, mientras el tipo lo empujaba con la mano. ―Qué lata, hazte para allá ―el hombre manoseó las carpetas, oteó los documentos y justo cuando iba a tomar la billetera de superman del niño, vio la bolsita con el polvillo blanco. Se quedó pasmado, maravillado, boquiabierto, como niño con juguete nuevo, y no se dio cuenta de que el niño se acercó y con un rápido movimiento, quitó la bolsita de cocaína del montón de cosas. ―¡Ea!―. ―Le ofrezco un trato, señor. Si no me asalta, le vendo esta bolsita. ― ¿En serio? Te la puedo quitar ahora mismo con facilidad, mocoso―. ―Véalo de esta manera: si me asalta ahora, o peor, si me hace daño, esa será la última bolsita que vea pasar por aquí. Pero si me compra esta bolsita, cada que pase por este camino le venderé unos cuantos gramos―. ―¿De verdad?―. ―Por supuesto, yo me mudé de la ciudad a un pueblito a unos kilómetros hacia allá. Cada que tenga que visitar a mi abuelita tendré que pasar por aquí, con su mercancía―. El hombre lo reflexionó. Unos gramos de coca y algo de dinero, o unos gramos ahora y otra más cada vez que el niño pase por aquí. Metió su mano a la bolsa de su pantalón y sacó unas monedas. ―Sólo traigo esto―. ―Con eso es suficiente ―respondió el niño, dándole la bolsita al tiempo que recibía el dinero. Se volvió y recogió sus carpetas. ―Ha sido un buen trato ¿verdad?―. ―Gramos cada que pases, por mí está bien ―dijo el hombre mientras removía el polvo y lo inhalaba con lascivia. El tipo se dio la vuelta y volvió a perderse entre los matorrales, mientras el niño reanudaba su andar hacia la ciudad, tan seguro y confiado como al principio. Caminó y caminó hasta perderse en el horizonte, y nunca más se le volvió a ver por los caminos del monte.

Un día va a crecer para parecerse a mí, cachetona y sin cejas, llorosa, peleonera. Y como, porque si no es como si Abby no comiera. Y me fuerzo a reír, porque si no es como si Abby no riera. ¿Y qué quiero yo para ella sino panza llena y corazón contento? Y ella acuna todos mis sueños suicidas y con sus dos manos gordas y rositas los convierte en algo mágico, en otro tipo de sueño, en otro lugar de la tierra. Porque si he estado viviendo un infierno, entonces Abigail es el paraíso, la tierra prometida. Porque de todo lo que estos ojos han visto y llorado, lo mejor y más bello es ella. El llanto más dulce fue su anunciación, su rostro redondo que dice “Voy en camino” Llega y ella de nada tiene la culpa. Y llega y recuerdo que hay amaneceres que nos son regalados en las sonrisas sin dientes de todas las Abigailes del mundo. ¡Que suerte que te tengo, Abby!

Imagen tomada de la red: https://www.ilustra.org/pin/ilustracion-mujer-pelo-ilustracion-lapiz-grafitomodelo-pelazo-dibujo/


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Elaborado por Michel Alejandra Jimenez Gómez Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas


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El juguete favorito Michel Alejandra Jimenez Gómez Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas Mario brincaba, por el patio de la casa, fingiendo ser un conejo Al día siguiente, el pequeño Mario nombró a su conejito el por el, su madre lo veía mientras preparaba unos emparedados de Rey Arturo. Él y el conejo estaban juntos todo el tiempo, de un lado mermelada. La madre de Mario esperaba a que llegara su esposo a otro, de arriba para abajo, claro está que iban brincando. Mario era para darle su sorpresa de cumpleaños. El pobrecito de Mario tan insistente de llevar al conejo a todos lados que hasta la bañera no tenía muchos amigos y se la pasaría solo en su día especial. quería meterlo. Con el paso de los días, Mario solo jugaba con Rey Cuando el pequeño escuchó unas llaves tintinear del otro lado de la Arturo, era tanto su amor hacia el peluche, que un día le llegó un puerta, corrió hacia ella y esperó ansioso a que entrara su padre, citatorio a la madre del pequeño, notificándole que Mario él era un hombre alto, corpulento, caucásico y pelinegro. llevaba juguetes a clases y no ponía atención por jugar Cuando traspasó el umbral con una cajita envuelta con ellos. El pobrecito pequeñín no sabía que era malo en sus enormes manos, Mario se le abalanzó encima llevar al Rey Arturo a la escuela, porque su padre le abrazándolo y gritando: ¡Papi, papi! dijo que debía cuidarlo en todo momento. Se dirigieron a la sala, donde había cuatro Pasaron los años y Mario se convirtió en un regalos grandes sobre la alfombra, Mario ignoró por adolescente de secundaria. Todavía tenía al Rey completo la cajita, la cual era una simple distracción. Arturo, pero ya no juega con él públicamente, Desenvolviendo los regalos a tirones, se topó con pues creía que ese acto era vergonzoso. En una pistola de agua grandota para jugar en la secreto y con la puerta cerrada —tanto piscina. Su segundo regalo tenía un moño, el cual para el mundo como para sus padres— retiró cuidadosamente, rompió el papel envoltorio lo alimentaba, bañaba y jugaba con el y encontró un traje de Max steel. De la emoción peluche como un niño de seis años. se puso el traje en ese instante. Prosiguió con Una mañana que salió temprano de el tercer obsequio, el cual contenía una pista clases, volvió corriendo a su casa para completa de hot-wheels con varios carros jugar con Rey Arturo. En el camino incluidos, emocionado se puso a armar la pista planeó toda su tarde; armaría la casa pero se distrajo abriendo su cuarto y último de campaña en el patio, jugarían al tiro Ilustración de Vanessa López regalo. Gritó de alegría al ver lo que era, un al blanco, nadarían en la piscina que Estudiante 4to de Letras Hispanoamericanas carro a control remoto de la película Cars. Su tenían, entre otras cosas. Claro está que madre no sabía cómo se llamaba el personaje, lo primordial era el peluche, pues sin él, solo sabía que le gustaba el carrito rojo, ese que supuestamente es el no jugaría. ¿Dónde estaba el conejo Rey Arturo? protagonista. — ¡Rey Arturo! ¿Me escuchas? — gritaba Mario en su habitación, Mario estaba muy emocionado, pidió que le colocaran las buscando al susodicho. baterías y se puso a jugar todo el día con el carro a control remoto. Buscó en cada rincón de su cuarto, en su clóset, entre las De un lado a otro. Su padre pasó el día entero con él. Ya noche y sábanas, en la ropa sucia y nada. Desesperado buscó a su madre para después de cenar, se bañaron, cambiaron y cobijaron para dormir. preguntarle pero al no encontrarla, siguió buscando. Bajó a la sala, Para sorpresa de Mario, su padre le dio otro regalo, mucho más lo busco y busco, pero nada. En la cocina abrió hasta el microondas pequeño que los anteriores pero su emoción fue la misma. Dentro, pero nada. Pegado en el refrigerador encontró una nota de su madre, estaba un hermoso peluche blanco en forma de conejo. El pequeño diciendo que iría a la lavandería, sin importarle en absoluto, la lo observó detenidamente y se dio cuenta que no prendía ninguna ignoró. Después de tanto buscar, cansado y entristecido, decidió luz o sonido alguno. Un poco desilusionado y confundido miró a su esperar a su madre. Una diosa todopoderosa que si ella buscaba padre a los ojos. algo que él no había encontrado, aunque fuera dentro de un cajón — Él es un conejo muy especial, es el rey de un enorme reino vacío, aparecería mágicamente para luego recibir un regaño y claro, de conejos de todo tipo de colores, pero solo él es completamente el objeto perdido. Solo en el sofá de la sala, sintiéndose más vacío blanco, por ello es el rey. Por alguna razón olvidó su nombre y cómo que la existencia misma. Entonces se soltó en llanto, imaginando llegó aquí, pero me pidió que lo llevara con alguien que lo cuidara todo tipo de escenarios donde se pudo perder el conejo: se metió un y le diera un nombre, entonces le dije: “mi hijo Mario es el perfecto gato a su cuarto y lo robó; su mamá lo regaló a la caridad, lo olvidó para eso”. –dijo su padre mientras movía las manos explicándole en el baño cayéndose en el cesto de basura y su madre tiró la basura, todo al pequeño, haciéndolo interesante. Entonces se emocionó más lo dejó sin querer en el lavaplatos y se despedazó, se lo llevaron con el conejo que con los otros juguetes. — ¿Qué dices, lo cuidarás? los alienígenas o recobró la memoria y volvió a su reino, entre un — ¡Sí, papá! Yo lo cuidaré de cualquier peligro. montón de cosas más que obviamente nunca sucedieron. — ¡Muy bien! A dormir, que el conejito tiene sueño. — El Mientras lloraba a moco vivo con hipo y todo, llegó su madre padre arropó a su hijo y le dio su beso de buenas noches, Mario se de la lavandería. Al verlo llorar tan feo supo de inmediato la razón. abrazó del conejo y durmió profundamente. Sacó al Rey Arturo —más blanco que un huevo de gallina— de una


10 de las bolsas con ropa y le habló a Mario, este último volteó a verla y cuando vio a su peluche en sus manos, se le abrieron los ojos como dos platos. Se levantó de un brinco y tomó al conejo de peluche en sus manos, abrazó con fuerza a su madre y ella correspondiendo a su abrazo, le acarició la cabeza con ternura. — No me avisaste que saldrías temprano, por eso me he llevado a Rey Arturo a la lavandería, podría escucharte que no importaba cuanto lo bañaras, se veía sucio — dijo su madre— mientras seguían abrazados. — No te lo vuelvas a llevar de esa forma, mamá — respondió Mario sorbiéndose los mocos. — La próxima vez te avisaré con tiempo — contestó su madre— mientras que con un pañuelo, le limpiaba la cara y sonaba los mocos al joven Mario. Cuando todo se calmó, salió a jugar con su juguete favorito al patio, realizando todo lo que tenía planeado desde la mañana. FIN

Ilustración de Vanessa López Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas

Presencia Cori Escalera Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas Fue hermosa. Uno de los momentos más dulces que puedo ahora recordar. Fuiste una parte muy importante de ella, como aquella vez que subí a un árbol y ya sobre la copa, acariciando las nubes y saboreando el dulce viento de la tarde caí en picada hasta casi tocar el suelo, pues llegaste a tiempo para atraparme en volandas y reprenderme por imprudente, me castigaste una semana por pegarte «un susto de la chingada». ¿Recuerdas aquella vez en que, jugando a echar carreras, casi te lleva de corbata el camión? Te subiste corriendo a la banqueta, el corazón te latía a mil, dijiste, y yo no podía hacer más que abrazarte fuerte y llorar en tu hombro. Me asusté, te lo confieso ahora, porque a los seis años uno es cobarde... ¿Recuerdas, también, cuando a mis ocho años comenzó a caerse el cielo a pedazos por tanta lluvia que se derramaba en esa noche particularmente helada, cuando los relámpagos iluminaban la calle inundada, aquella que arrastraba agua salvaje, amenaza con llevarse en la corriente a cualquier alma que intentara cruzarla? Petrificados de miedo me juraste que nada pasaría, «tras la tormenta viene la calma» dijiste, y comenzamos a cantar una suave canción hasta quedarnos dormidos... ¿O recuerdas aquella otra vez en la que por accidente cortamos la luz de toda la colonia? Conectamos una lucecita de noche que al parecer tenía estrellado el foco. El pobre terminó por explotar y quebrarse arrastrando con él la luz de toda la cuadra por tres días. Tenía miedo de dormir a oscuras y tú sólo querías ayudarme. Al final salió más caro el caldo que las albóndigas, porque los de comisión te cobraron una multota «por andar jugándole al electricista»... ¿Lo recuerdas? Sé que no lo haces, porque nunca estuviste allí... Cuando caí del árbol, sin ayuda me incorporé. Ese fue mi primer brazo roto. Cuando el camión casi me atropella, me tiré como pude hacia un lado de la banqueta. Ese día me hicieron mis primeras puntadas. Fueron nueve sobre la ceja. Al parecer, el concreto no es una buena superficie para acariciar con la cara. Cuando la lluvia casi perfora el techo de la casa, sólo me doble hacia el centro de mi cuerpo, me cubrí la cabeza y rogué que pasara pronto la tempestad. Esa fue mi primera noche en vela. Cuando se estrelló la luz de noche, rápido la desconecte y corrí a la cama. El corazón se me salía del pecho. Esa noche entendí que ya no era más una niña, tenía que crecer y dejar de inventar a un alguien que me protegiera en los momentos difíciles... Ahora que la adulta soy yo, me decepciono. Dejé atrás muchos gustos y disgustos. Dejé atrás a muchas personas importantes y prescindibles en mi vida. Dejé atrás muchas cosas malas y buenas. Cambié. Pero, al parecer, la manía de inventarme una familia aún no se me quita.


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Las anécdotas de Marcelo Yubetzi Ochoa Gradilla Egresada de Letras Hispanoamericanas 2009-2013 De niños, nuestros padres nos contaban historias, y también leyendas. Mantenían esa bonita tradición de reunirse a escuchar a los más ancianos, pues decían por ahí que los ancianos son las personas más sabias. Déjame te platico que me fui a recorrer el mundo, en busca de la persona más sabia, esperaba que me diera un consejo, que tanto necesitaba. Así que, emprendí la búsqueda. Pasaron algunas semanas y no encontraba la persona que necesitaba, me empezaba a desesperar y un momento pensé en regresar a la ciudad.En mi camino, decidida a no seguir intentando, se me hizo tarde y tuve que buscar un lugar dónde pasar la noche. Me encontraba en un pueblo llamado Coahuayana de Hidalgo, ahí por el Estado de Michoacán, donde pedí posada a una señora, ¡muy bonita por cierto! –Me llamo Dolores, pero todos me conocen como “Lola” – me dijo con una sonrisa– Me invitó a pasar a su casa, después dijo que sí podía quedarme a dormir esa noche. Mi estancia ahí fue de lo más curiosa. Lola es una señora chaparrita y tiene varios hijos (es que a la hora de cenar un pan con leche, ella me platicó). Para disponernos a cenar, llamó a su esposo de una manera peculiar. –¡Viejón!, ¡viejonsón!, y ¿ahora no te vas a tomar tu lechita? El esposo de Lola estaba viendo la tele, así que al escuchar el llamado, apagó el televisor y fue al comedor. Él se llama Marcelo, es alto, delgado y su tez morena. Estábamos cenando y Lola le decía a Marcelo, “para qué había traído tanto pan”, cuando se escuchó que tocaron la puerta“Toc , toc, toc” –¡Yo abro! –dijo la hija menor de Lola y Marcelo. Ella tenía 2 hijos pequeños, Jeshua y Pablo. A la casa llegaron unos nietos, supe que se llamaban, Areli, Ana y Jesús. Pues iban, porque todos los sábados en la noche, su abuelito les contaba historias de cuando él era joven, historias de miedo y otras de risa (eso también me lo dijo Dolores). Yo pensé, Eso es justamente lo que necesito. Y fueron llegando más nietos. Marcela, Itzel, Ulises, Daniela y Jazmín . Yo estaba asombrada de todo lo que pasaba. Cuando ya estaban sentados todos los nietos, ¡hasta yo!, don Marcelo empezó a platicarnos que a él, cuando estaba niño le daban mucho miedo unos animales que se llaman cuijes y hasta le daba calentura cuando veía uno. Dijo que ésos animalitos son como las iguanas, pero más pequeños, aunque sí tenían color verde, en ocasiones podía ser café. Nos platicó que antes, los papás educaban diferente a sus hijos. –Yo vivía allá por “El ticuíz”, y las muchachas de su edad ya sabían hacer tortillas y todas las cosas del hogar, pues antes no estudiaban, cuando tenían como 15 años ya se casaban. Yo seguía escuchando, imaginándome todo. Un momento dijo que antes, en el ticuíz se escuchaba a la gente decir que salían criaturas del mar y los pescadores que iban muy de mañanita al pescado, se quedaban pasmados de miedo. –Las personas decían que se llamaba “el gentil”, salía toda la noche a buscar de comer y en la madrugada volvía al mar; cuentan que una vez arañó a un pescador, pero este se le escapó y el gentil

regresó al mar.– Este era una figura humana con algas pegadas en su cuerpo y escamas de pez, tenía uñas largas y llegaba a comerse a los pescadores que no podían escapar de sus garras. Mientras Marcelo iba platicando, yo desde atrás de los nietos miraba a aquél gran personaje, movía sus manos describiendo las cosas, a veces se ponía de pie para imitar el caminado de alguna persona, y tenía riendo a todos. Sus pláticas, por muy graciosas que fueran, tenían una enseñanza. Yo pensaba, ojalá tuviera a mi abuelito aún conmigo y pudiera decirle lo mucho que lo quiero. Al terminar la hora de las historias escuché que les dijo a sus nietos, que siempre persiguieran sus sueños y que jamás, por ninguna razón se dieran por vencidos, porque la esperanza es lo que muere al último. Pero una de las frases que se me quedó tatuada en mi mente fue cuando dijo: –Este consejo se los di a mis hijos cuando estaban como ustedes, hay que esmerarse en ser los mejores siempre, si vamos a flojear hay que ser los mejores, si somos barrenderos también hay que ser los mejores, para todo–. Los nietos lo abrazaron y yo sentí esa calidez de familia. En la mañana siguiente, tuve que partir, le agradecí a Lola y Marcelo por dejarme quedar una noche ahí. Partí con nostalgia, pero pensé que ya había encontrado a la persona sabia que tanto buscaba. Al llegar a la ciudad, decidí que debía ser contada tan maravillosa historia y que las palabras de Marcelo, llegaran a leerse en muchos lugares. A veces voy y visito a Marcelo y Lola, ellos siguen cenando leche con pan y los sábados por la noche se reúnen los nietos a seguir oyendo las grandiosas historias de su abuelito.

Ilustración de Gaby Zepeda Estudiante de 4to de Letras Hispanoamericanas


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Nuevos horizontes en la educación de la infancia Mónica del Carmen Rodríguez Ahumada Egresada de Letras Hispanoamericanas Después de siglos donde la educación basada en preceptos, en el sometimiento a la autoridad, en la religión como base moral y conductual, se vislumbra en el horizonte una tendencia a reconocer las enormes fallas que tiene este tipo de educación basada en la experiencia y las tradiciones. Otro aspecto importante es el considerar el modelo económico de los países como la base para la línea que la educación de la niñez debe seguir, incluyendo desde muy temprana edad estas habilidades para la vida económica y profesional. En esta carrera por darle al infante las herramientas para ganarse la vida y obtener el éxito económico como elemento indispensable para la felicidad, nos hemos ido olvidando de Rosseau, Voltaire, de los griegos y de los grandes textos del conocimiento de la humanidad en las aulas. Hemos abandonado la búsqueda del ser, el conocimiento de uno mismo, el seguimiento de la vocación. En este afán, ya sea en unos países capitalistas por el objetivo de la riqueza material y en otros por su régimen basado en las religiones por la necesidad de seguir dogmas y fanatismos religiosos que ya no son posibles en nuestro mundo actual. Afortunadamente en el horizonte educativo empiezan a verse movimientos preocupados por el fracaso de la educación tradicional que se ha traducido en una juventud que no cuenta con una base de conocimientos y valores que le permitan transitar a la vida adulta en armonía y siendo útiles al desarrollo de su entorno y la protección de nuestro planeta. La educación bajo el modelo Waldorf es un ejemplo de ello, donde el preescolar lejos de estar atiborrado de materias

como inglés, matemáticas y computación, se trabaja con la niñez en el conocimiento del mundo y los valores universales, trabajan con sus manos la tierra y se enseñan a usar un horno y preparar su comida, a coser y celebrar las estaciones del año, se fomenta el arte y la literatura, donde las historias y las canciones son herramientas didácticas para aprender los valores. Se educa para la paz. Como padres de familia y educadores o simplemente como ciudadanos tenemos que dar el salto y dejar de considerar como únicas las técnicas probadas y aprobadas por las grandes instituciones educativas, que, en mi punto de vista, están cayendo en una educación en serie donde la individualidad, el respeto al ser y al proceso de maduración personal queda diluido en la educación en masa. El resultado ha sido en muchos casos, una juventud donde la depresión y el suicidio van en aumento, la deserción escolar y la delincuencia también. Y sobre todo, percibo un desgano, una ignorancia peligrosa de aquellos valores, de aquella cultura milenaria, ausencia de la filosofía, del civismo, de la literatura universal que son fuentes naturales de conocimientos y de gozo. Ojalá nos demos cuenta a tiempo de la necesidad de dar este salto, y buscar para la educación de las generaciones, métodos acordes con el desarrollo del ser y no del tener, de la armonía con la vocación y el respeto por la tierra, nuestra casa. Seguramente tendremos generaciones más felices y podamos romper la tendencia actual a la automatización del infante, como en el terrorífico sueño de la música de Pink Floyd y The wall.

Fotografía por Taller de Lectura “Fomento valores y virtudes”


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Oralidad literaria para la infancia en ¿Cómo nacieron las estrellas? Alberto Llanes Coordinador académico de la licenciatura en Letras Hispanoamericanas La oralidad es una historia que ha pasado de boca en boca, ha surcado la brecha generacional del tiempo y ha llegado a nosotros transformada en mito, leyenda, pero es una historia escuchada por ahí. Me sorprende gratamente que una autora nacida en Chechelnik (Ucrania) en 1920, como lo fue la escritora brasileña Clarice Lispector, se apropie de todo lo latino (o de este lado del mundo), para darlo a conocer; claro, la autora es brasileña por adopción, puesto que sus padres desde muy pequeña (a los dos meses de nacida) la llevaron a vivir a Recife, aunque la ciudad que se le quedó marcada fue, sin lugar a dudas, Río de Janeiro. Clarice, en sus escritos, buscaba adentrarse en la profundidad de los sentimientos y las sensaciones humanas, tocándonos a todos los que ahora somos sus lectores. ¿Cómo nacieron las estrellas? es el libro que platicaré en este escrito, donde la oralidad de las historias de un pueblo quedan como testimonio del profundo amor que la autora tenía por la tierra que la vio crecer y desarrollarse amén de haber nacido en la antípoda, es decir, del otro lado del mundo. Clarice falleció en Río de Janeiro en 1977 siendo una autora netamente brasileña.

Ilustración de Gaby Zepeda Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas

En 2014 el grupo editorial V&R Editoras, sacó a la luz pública para américa latina el título ¿Cómo nacieron las estrellas? de Clarice Lispector; una edición hermosa en su diseño, imagen, concepción y contenido. El documento recaba doce cuentos, como doce son los meses que tiene un año. Cada cuento da muestra de un mes y en enero descubrimos exactamente “¿Cómo nacieron las estrellas?”, que a mí en lo particular es una de las formas geométricas o no geométrica que me fascina por su encanto titilante y su forma aguda y de picos; en febrero conoceremos la historia de una “Fiesta en el cielo”, donde sabremos de las victorias regias que son lirios o nenúfares de agua también conocidos como Victoria amazónica, nativo de las aguas profundas del río Amazonas. Quiero hacer hincapié, antes de proseguir con todos los demás meses, que en estos cuentos se revelan leyendas de Brasil y conoceremos del mismo modo su paraje exótico, flora y fauna característicos, donde el verde de la selva, su exuberante belleza y su vasta geografía nos van a dar pleno en el rostro hasta sentir, incluso, una pequeña asfixia tan natural que ninguna ciudad cosmopolita nos puede ofrecer; amén del sentido del humor tan agudo que tiene cada una de estas bellas historias. En el mes de marzo llega “El pájaro de la suerte” que es el uirapuru, que según la leyenda el canto de ese pájaro trae bendiciones a quien lo escucha y vive en las ricas selvas de la Amazonía; en abril llegan “Las aventuras de Pedro Malasartes” que no quiero hacer ningún tipo de spoiler para que el lector/a busque este título y conozca la buena o mala suerte de Pedro Malasartes, según se quiera ver. En mayo conoceremos a “La peligrosa Yara”, una especie de sirena sin aleta que vive en las profundidades de las aguas y surge de lo hondo, magnífica; adorna su cabello negro con flores acuáticas en tanto busca pececitos mientras juegan a perseguirse y huir. Yara siempre está en busca de novio y parece ser que con uno solo no le es suficiente, ¡cuidado hombres!, Yara anda suelta; en junio hay “Fiesta en la selva” porque se encienden las hogueras de San Juan y hace fresco, la gente de la Amazonía come batatas (un tubérculo de los países de Latinoamérica que puede pasar como papa dulce, camote o boniato), en la fiesta de la selva se oye el canto del sabiá (un ave sudamericana, similar al zorzal colorado); julio es el mes donde conocemos a una criatura bastante extraña “Curupira el travieso” hace de las suyas. Los indios nativos llamaban curupira a una criatura fea como el Tiñoso y peludo como un oso, pero mucho más pequeño y con los dientes muy muy verdes, como claro reflejo del verdor de la selva del Brasil. Además de todo esto, el curupira tiene las orejas afiladas, pero no, no es un adefesio, está lejos de serlo… es una criatura traviesa y nada más y lo único que pide a cambio (a cambio de no hacer tantas travesuras es un poco de tabaco


14 para poder fumar). En agosto llega “El negrito pastor”, un esclavo Negrito, Negrito de nombre y de color que cabalga un caballo bayo (bayo es igual a una variedad de pelaje de los caballos, de color blanco amarillento con crines y cola del mismo color o, a veces, más oscura) toda esta historia sucede en Pelotas, un municipio en la costa sudeste de Brasil, en el estado de Río Grande del sur; septiembre es el mes en “Lo que me da miedo” que es el Saci Perê que se esconde entre los matorrales y es medio-hombre pero también medio-bestia y no es de hacer grandes maldades, pero las hace pequeñas y maliciosas porque es capaz de volver agria la leche hervida y, si hay una mosca en tu sopa, no dudes que la culpa fue de Saci Perê, que asusta a las gallinas (ya de por sí de naturaleza asustadiza) y las hace huir aterrorizadas para no dejar en paz al cuidador o dueño. El Saci Perê también se pasa de malo con las amas de casa porque es quien les quema los frijoles en la olla, todo esto lo hace el muy canalla por venganza o para divertirse de armar y crear estas confusiones en la familia. El mes de la niñez en Brasil se celebra en octubre (el día doce para ser más exactos), en octubre, este libro maravilloso nos regala la historia-leyenda-mito “El fruto sin nombre” que relata la historia de un árbol que no daba frutos, pero cuando los dio el fruto era desconocido. Todo esto generó un rumor: «En la selva amazónica crecía un árbol especial». La gente corrió a preguntar a Tupá (dios supremo de la cultura guaraní) por el nombre de este árbol y por ende del fruto y el Tupá les dijo que el nombre del fruto era: «Muça, muça, muça»… todo esto sucede en octubre. En noviembre Clarice Lispector nos cuenta de estas leyendas que ella retomó y reescribió con su talento y nos narra “Cómo aparecieron los animales”. En la leyenda-mito-historia, aparecen Maués (una tribu aborigen brasileña, también conocida como SateréMawé), hay una parvada de Mutum (que es un ave conocida también como urumutum, mitu o mitua, que habita en la región amazónica), encontraremos también Sarucuras (aves que habitan en los bosques húmedos de Brasil); por ahí nos puede sorprender una parvada de Macucos (que es un ave que vive en los bosques del este brasileño, cerca de Pernambuco y la historia no podría estar completa sino cierra con un poco de guaraná (planta trepadora, originaria de la Amazonía y de fruto comestible) pero el guaraná ahora nos lo venden incluso, en los refrescos de famosas marcas comerciales… En diciembre tenemos “Una leyenda verdadera”, un hermoso texto sobre el nacimiento de Jesús, la estrella que guía e ilumina, el pesebre, los reyes magos y todo lo demás. El silencio de Dios hablaba dice maravillosamente esta frase que recupero de este texto. Este niño (refiriéndose al niño dios, pero que puede ser cualquier niño o niña que nace…)… «Este niño, que renace en cada criatura que nace, querría que fuéramos fraternos en nuestra condición humana y delante de Dios», (p.52). ¿Cómo nacieron las estrellas? es un libro que no sólo es para niños (por sus gráficos, dibujos, colores e historias); sino que es um libro que se debería disfrutar en familia, siendo cómplices todos de los mitos y leyendas de la Amazonía, verde Amazonía que se respira en cada una de las doce historias que componen este maravilloso libro de leyendas que se vuelven mito, que se vuelven oralidad, que

Lo que yo no tuve Valeria García Estudiante de 4to semestre de Comunicación Mi abuelo me contaba que antes los niños tenían otras formas de divertirse, que cuando él era pequeño jamás tuvo en sus manos un celular. A mí me asombraba mucho cuando me decía este tipo de cosas, se me hacía algo tan increíble y la manera en que se divertían me parecía lejos de la realidad, casi como un sueño. Los niños jugaban a un sinfín de cosas que los hacía convivir e ir formando su personalidad, así como conocer más de la vida. Uno de los recuerdos más memorables de mi abuelo eran las cicatrices que adornaban su cuerpo; me contaba que cada una de ellas tenía una historia diferente y que cada una tenía un secreto que guardar. Muchas de ellas eran por peleas, otras por las travesuras que hizo y otras por descuidado. Pero todo esto fue lo que poco a poco lo forjó a ser un hombre amable y humilde con la gente. Caída tras caída aprendió a levantarse cada vez más fuerte y esto lo enseño a sensibilizarse ante los problemas de los demás y ayudar cuando alguien lo necesite sin esperar nada a cambio. Me contó que cuando eres niño al convivir con personas de tu edad fomentas la creatividad y la imaginación y aprendes aún muchas más cosas, como el trabajo en equipo, el esfuerzo, a decir la verdad, defenderte y defender a otros, a pelear por lo que quieres, pero sobre todo y lo más importante, aprendes el valor de la amistad. Mi abuelo recuerda con mucho cariño a todos sus amigos que fue obteniendo a lo largo de los años. Me explicó que antes en los pueblos las madres solían salir en la tarde a cortar flores y fruta de temporada y que se reunían todas

Ilustración de Gaby Zepeda Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas


15 en un patio grande, decoraban el lugar, se peinaban con trenzas y listones de colores y comían de la rica fruta que habían cosechado. Todas las madres llevaban a sus hijos y era ahí donde se reunían para comenzar a crear una nueva historia y a imaginar que vivían en ella. La verdad siento muchos celos de él, me hubiera gustado hornear pasteles de lodo, construir casas con palos o atrapar a los ladrones. Cada historia que me cuenta me llena de emoción y me pregunto “¿por qué no pude vivir eso yo?”. Me llena de alegría saber que él tuvo una buena infancia y que el alma de esos niños era pura y bondadosa, que es precisamente todo lo bueno que un niño podría tener. Me imagino a los niños disfrutando sin saber de los problemas del mundo, encantados por el juego que acababan de inventar, experimentando cosas nuevas y regocijándose con sus propias melodías. Las anécdotas de mi abuelo me hicieron creer en la pureza, inocencia y humanidad de las personas que desgraciadamente con el paso del tiempo se van perdiendo. Tal parece que es obligatorio que esto tenga que pasar, lo cual me decepciona mucho. Abuelo, tengo celos de ti. Tengo celos de tus aventuras, de tus días de diversión, de tus amigos, tengo celos de tus ideas y de tu bondad. Tengo celos de que hayas nacido libre de tanta indiferencia y corrupción. Y te agradezco infinitamente que me hayas compartido tu experiencia de vida, porque al menos así sé que las cosas no siempre fueron como yo las conocí, me alegra saber que algún día fueron mejor. Quiero que mis hijos vivan lo que tú y que también se ensucien las manos con tierra.

Ilustración de Gaby Zepeda Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas

Sopa de letras Sheidy Montserrath Rodríguez Jiménez Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas


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Mantente* Gabriela Zepeda Estudiante de 4to semestre de Letras Hispanoamericanas Siempre mantente al pendiente, nunca dejes que nadie extraño se te acerque, si no hay nadie de la familia busca a una autoridad. Voy a venir por ti, no te muevas de aquí, espérame por dentro y no hables con extraños. No me sueltes de la mano. No te vayas tan adelante. Camina, no te quedes atrás. No te me escondas, me asustas. Vas a acompañarme al trabajo, te vas a quedar en la oficina mientras terminas tu tarea, puedes salir hasta que la hayas acabado, pero no te vayas muy lejos para poder ver dónde estás. Te dije que te quedaras cerca. Bueno, pero estate al pendiente por si te hablo, ya casi nos tenemos que ir. ¿Cuántos años tienes? ¿Quién es tu mamá? ¡Ahh!, la secretaria, sólo la he visto pero no la conozco. Y ¿qué haces aquí? Ven, siéntate a platicar conmigo, no muerdo. ¿En qué grado de primaria vas? Ya veo, que inteligente eres. Bueno, que te vaya bien, luego vienes para seguir platicando. Adiós. ¿En dónde estabas? Tengo rato hablándote, ya nos vamos a la casa. ¿Terminaste la tarea? Bueno, está bien. Mañana vas a seguir viniendo conmigo, para que te traigas tus cosas. ¿Ya terminaste de comer? Cámbiate, ya nos vamos a la oficina, lleva tus cosas para que hagas tarea. ¿A dónde vas? Bueno, con cuidado, no te tardes para no irnos tarde a la casa. Hola, ¿cómo estás el día de hoy? Ven, siéntate más cerca. Qué bonito vestido traes el día de hoy, me gusta mucho el color naranja. ¿Me das un abrazo? Estás muy delgadita y bonita. Ponte de espaldas para que sigas viendo los carros y yo pueda seguir abrazándote. Mira, préstame tu mano, vas a tocar algo. Con cuidado, mira así, despacito. Si, así, muy bien. Qué bonito hueles, te voy a dar un beso en tu cuellito, ¿vale? Te está hablando tu mamá, ya se van. ¿Vas a venir mañana a verme?, ¿verdad? Te voy a estar esperando, ponte otro vestido bonito. Ya vámonos, ¿qué quieres cenar? Deja ver llegando a la casa si hay eso. ¿Terminaste tu tarea? Bueno. ¿Te divertiste? ¿Con quién estabas? No lo conozco, ¿había alguien más? mmmm, ya no te quedes tanto tiempo allá. Hola, ¿cómo te fue en la escuela hoy, princesa? ¿Qué te dijo tu mamá ayer? Qué lástima, pero aún puedes estar aquí, ¿verdad? Bueno, ven para abrazarte otra vez, me gusta mucho tu vestido de hoy. Dame tu mano otra vez. Aprieta un poco, princesa, si, así, ¡ahh!, muy bien. Ahora yo. Deja alzar un poco tu vestido. ¿Te gusta cómo se siente mi dedo, princesa? Relájate un poco, no pasa nada. Sabes muy bien. Vuelve a tocarme, un poco más rápido, así, qué rico… Te está hablando tu mamá, ven dame un abrazo. No le digas lo que hicimos ¿Sí? Nos vemos mañana. ¿Por qué ya no quieres ir conmigo a la oficina? Puedes ver la tele llegando, ándale para que me hagas compañía. Bueno, pero pórtate bien, no quiero que llegando me den la queja de que te portaste mal. Nos vemos al ratito, te quiero.

* Desgraciadamente, la niñez no siempre es color de rosa. Distintas situaciones como esta se presentan a lo largo del mundo, en el país, en Colima. Muchas veces, como sociedad, ignoramos lo que pasa dentro de la vida de un niño, porque creemos que “todo está bien”, que su reciente comportamiento extraño se debe a que está creciendo y no porque algo de esta magnitud le esté pasando. Vivimos encerrados en la idea de la niñez como la mejor etapa de la vida, la más feliz, la más llevadera. Como autora, quise rendirle tributo a todos esos infantes que tuvieron que mantenerse, ya sea atentos o simplemente con vida. Porque nunca sabemos el impacto que acciones como la violación infantil pueda generar en su vida. No descuidemos a nuestros niños, sin importar si están con familiares, amigos o personas de confianza. Muchas veces, los consejos de padres no son suficiente, se necesita más que eso.


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