Número 367

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CONTENIDO

Índice

Lunes 4 de Marzo de 2019

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Las últimas rebeliones, de Abelardo Ahumada González

Divagaciones de una mente sin reposo

por Víctor Gil Castañeda

por Sugey Navarro

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¿Amar la trama o el desenlace? por Karina Ortiz Bonales

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Mario Molina: El Nobel mexicano estudioso de la atmósfera

11 Letronauta por Wliberto Palomares

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El Ojo Dominante

por Brenda Rosales

por Karina Ortiz Bonales Primavera en la ciudad

Espejos y reflejos Fotografía/ Francisco Buenrostro

DIRECTORIO

Las opiniones firmadas por sus autores no son responsabilidad de quienes editan este semanario ni de la U de C.

Fotografía/ Carlos Arévalos Vallejo

M.A. José Eduardo Hernández Nava Rector Christian J. Torres Ortíz Zermeño Secretario general Vianey Amezcua Barajas Coordinadora general de Comunicación Social Jorge Vega Aguayo Director general de Información

El Comentario Semanal José Ferruzca González Director del periódico El Comentario Yadira Elizabeth Ávalos Rojas Coordinadora de edición Brenda Rosales Peña Información y corrección Ma. Guadalupe Venegas Peregrina Diseño

e-mail:comentariosemanal@gmail.com

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El Comentario Semanal


Opinión

Lunes 4 de Marzo de 2019

Esto

es lo que somos: cultura digital

Las TIC en el salón de clase Por Nadia Contreras

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ecientemente participe en un foro sobre el uso de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en la educación. En el foro, se analizaron tanto las ventajas y las desventajas, pero sobre todo, la manera en cómo éstas han revolucionado la manera de impartir clase, compartir información, trabajar, estudiar, socializar, etc. La manera de leer y de escribir, también se ha modificado y ahora es imposible concebir a la escritura sin la tecnología. Los muy jóvenes, quizá no lo entiendan, no lo sientan, no lo comprendan totalmente. Quienes pasamos los 40 años sabemos lo que implicó ese salto, ese vértigo. De las máquinas convencionales, a la eléctrica, al teclado; de la página en blanco, a la página electrónica. Tal vez, algo muy similar sucedió cuando Gutenberg hizo posible la impresión e inició la era de la edición masiva. Imagínense, de la letra hecha a mano, a la letra fabricada en moldes de plomo preparados exclusivamente para impresión. Encender la computadora, o el celular, ejecutar programas, apps, diseñar una presentación, realizar las tareas en las diversas plataformas existentes, indagar en Facebook, Twitter, hacer apuntes en Evernote, etc, representa un cambio radical. Ahora, pensemos en la literatura que se genera en la red y debe ser leída en la red. Menciono a la poesía electrónica como un ejemplo, que incluso, es anticuado. La tecnología es parte de nuestra vida y también forma parte de la vida académica. El desarrollo de las mismas sociedades da origen a estos cambios e ignorarlos, pasarlos por alto, pretender anularlos, limita, en parte, la manera en cómo los alumnos se integrarán al campo social, económico, político..., una vez que hayan egresado. Tal vez, hasta aquí, resulte alarmante ¿cómo hacer esto posible? ¿Cómo lograr que estás se conviertan en verdaderos utensilios para elevar el nivel educativo en un país como el nuestro? Como nunca nos preguntaron si estábamos de acuerdo en que la tecnología “asaltara” nuestro hogar, nuestra escuela,

la vida, queda entonces involucrarnos en su proceso, promover su uso adecuado, informado, reorientar esa fascinación, esa enajenación. Con la introducción de la Web 2.0 cambiaron las cosas. Los usuarios dejaron de ser lectores estáticos, receptivos y, de la noche a la mañana, se convirtieron en co-creadores o creadores. Surgen los blogs, las redes sociales, los cuadernos digitales, los foros, las wikis, la educación a distancia; surge todo lo que ahora conoces, cada vez más perfecto, cada vez más ambicioso. Hay una historia aparte para el hipervínculo, el hipertexto, los audiolibros (o libros parlantes)… Y aquí, utilizaré un término fundamental en el aula de clase: aprendizaje colaborativo. Es decir, el trabajo en equipos, muchas veces no físicos, sino conectados, en línea. Los teléfonos son otra maravilla de las TIC, estemos de acuerdo o no, dentro del salón de clase; una maravilla en comparación con aquellas primeras computadoras enormes, imposibles de llevar de un lado a otro; hablo de almacenamiento, desempeño, ergonomicidad. El uso de dispositivos móviles, el uso de lectores de libros electrónicos, sintetizan el trabajo realizado al interior de los salones de clase. Mis alumnos leen en pantalla, y si quisieran, leerían también con sus apps en sus dispositivos móviles. Hay infinidad de éstas para la lectura: Aldiko, es un ejemplo. Tendrían acceso a un sin número de bibliotecas digitales gratuitas, a un sin número de fuentes de lectura bajo préstamo o bajo renta mensual: Digitalee, Bookmate, por mencionar dos ejemplos. Quienes somos asiduos compradores de libros electrónicos, conocemos sus ventajas: cuestan menos y en nuestros dispositivos, llámense Kindle, Nook, Kobo, etc, podemos llevar miles de estos. En mi caso, la investigación es una tarea cada vez menos difícil. Si antes cargaba con innumerables volúmenes, ahora basta con mi dispositivo que alberga “casi” mi biblioteca completa. Como dije, las TIC en la educación tienen sus ventajas. En síntesis, su relación con otras disciplinas, con otros medios; su relación con información no solo producida en nuestro país, sino en el extranjero; la interacción

inmediata con los compañeros de clase, los mismos profesores; la comunicación vía chat, correo electrónico; videoconferencias o transmisiones en vivo (Periscope, Skype, Facebook Live) otros agentes, acaso, en la coincidencia, en la visión sobre el mundo. La nube, lo sincrónico y asincrónico, son otra forma de ocupar ese otro espacio, infinito, perdurable, sí, tal vez. Pero debemos mirar también las desventajas y los retos que presentan las TIC en la educación. El primero de ellos, son los costos; no me refiero propiamente al plano individual (el equipo según nuestras necesidades y podemos comprar), sino al de las instituciones. El costo de equipamiento y el costo del personal capacitado para su funcionamiento óptimo. En Latinoamérica, el rubro de los presupuestos es desigual y las escuelas se separan entre públicas o privadas, por no decir, pobres o ricas. Otro punto: verdaderamente ¿se puede leer todo lo que se publica en internet? ¿todo lo que se publica sirve como material fiable de consulta tanto para alumnos como por profesores? ¿los profesores apoyamos a nuestros alumnos en la elección de la información? ¿Los apoyamos otorgándoles herramientas que les sean útiles para jerarquizar, analizar, interpretar, reformular esa nueva información? ¿qué tanto los docentes inculcamos el manejo adecuado de fuentes bibliográficas respetando la propiedad intelectual? Finalmente, pongo sobre la mesa otro concepto: “analfabetas digitales”. Es decir, aquellas personas que utilizan la herramienta digital como un medio básico para conversar, seguir las publicaciones en redes, subir fotos, ver videos, pero sin fines educativos. La posibilidad de crear un ambiente óptimo para el aprendizaje, lúdico, de múltiples experiencias, se ve reducido. En fin, el debate puede ser infinito y da para muchas lecturas. Lo que queda claro es que las TIC, como se mencionó líneas arriba, son parte de la vida y parte del salón de clase. Aquí comienza el trabajo de investigación, actualización, reflexión, creación... por parte de los padres de familia y los docentes. Un poco tarde (alrededor de 1950 nació el internet), pero ya necesario.

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Libros

Lunes 4 de Marzo de 2019

Las últimas rebeliones, de Abelardo Ahumada González -Primera partePor Víctor Gil Castañeda

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principios del mes de diciembre, el profesor, cronista e historiador Abelardo Ahumada González, me hizo llegar su más reciente obra titulada Las últimas rebeliones. Se trata de una novela histórica ubicada en las tres primeras décadas del siglo XVI. Es decir, entre 1510 y 1530. Es una obra extensa con un total de 525 páginas. Está dividida en dos partes. La primera se compone de 42 subcapítulos y la segunda de 25. Para favorecer la lectura y orientar a los interesados en el documento, el autor nos entrega, como buen pedagogo y maestro, 7 anexos complementarios que son: el Mapa de Colima y sus alrededores hacia 1530; el sustrato histórico de la novela; los personajes protagonistas y antagonistas, más una breve descripción de ellos; un prólogo muy ilustrativo hecho por el doctor Cuauhtémoc Vidal Acoltzin, una nota previa; las dedicatorias y los agradecimientos. No podemos dejar de mencionar la calidad de impresión lograda por la empresa colimense PuertAbierta Editores. La obra contiene un dibujo de portada elaborado por José Guadalupe Lepe Cárdenas. El diseño es de Ana Martínez Alcaraz. Localicé 69 temas particulares en la novela que me sería imposible explicarlos todos en esta presentación. Citaré algunos de estos tópicos o asuntos que el narrador nos va ofreciendo a lo largo de las escenas: los motivos para escribir el libro; la visión parcial de la Conquista por parte de los historiadores; los dioses y divinidades prehispánicas de esta región; los daños ocasionados por la Conquista española; las condiciones socioculturales de los colimecas conquistados; Hernán Cortés y sus conflictos con otros poderosos españoles (como el licenciado Nuño Beltrán de Guzmán), quienes lo acusaron de haber matado a su esposa; la ambición exagerada del oro y otras piedras preciosas por parte de los españoles; la esclavitud y la explotación laboral de los grupos indígenas de la antigua región de Colimán; la numerosa utilización de vocablos indígenas de origen náhuatl; la rica gastronomía del mundo

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indígena; la cosmogonía y la interesante filosofía antigua; el uso de los calendarios prehispánicos como el Calendario Religioso (conocido también como Calendario Ritual o Lunar, compuesto de 260 días, llamado “Tonalámatl”) y el Calendario Civil o Solar (de 365 días). Otros temas manejados por el autor son: los instrumentos musicales usados en ceremonias rituales y otros aspectos de las bellas artes indígenas; las armas de los grupos autóctonos; la precisa descripción del poderío de las armas españolas; las frecuentes erupciones volcánicas de la región; las bellezas de la naturaleza colimeca; el Mictlán o inframundo indígena; la magia, hechicería y sus brujos; el uso de la herbolaria y otras plantas curativas como antecedente de la ciencia médica contemporánea; los antiguos nombres de los pueblos colimecas; las terribles enfermedades transmitidas por los españoles; el uso de apodos entre los ciudadanos indígenas, entre otros. Síntesis de la obra Las últimas rebeliones inicia su narración el 20 de marzo de 1529, cuando los guerreros indígenas suben al Volcán de Fuego de Colima. Van acompañados por Ocpactli, esposa del jefe de la tribu y le hacen una ceremonia religiosa al Dios del Fuego. También los acompaña su sabio sacerdote Tecolcóatl, quien fue hijo del Tlatoani o antiguo Rey Colimótzin. Lo que vemos posteriormente es la forma dramática en que cada una de las comunidades habitadas por los indios son hechas esclavas, sometidas al yugo español, forzadas a trabajar en las minas, la siembra y la cosecha en beneficio de los colonos conquistadores. Por si fuera poco, los conquistadores abusan sexualmente de las mujeres indígenas más hermosas, convirtiéndolas en concubinas, amantes y raras veces, muy raras, casándose legalmente con ellas. La novela también hace fuertes denuncias contra los españoles, por la poca piedad que tenían hacia los indígenas como seres humanos, ya que daba la impresión de que para ellos solamente eran bestias de carga, peones que podrían morirse en cualquier momento sin importarle a nadie, o sujetos de los que debían aprovecharse con toda crueldad. Tenemos el ejemplo del licenciado Nuño Beltrán de Guzmán, cuando mandó torturar al rey o Calzonci de Michoacán.

Como este jerarca indígena nunca le dijo dónde había más oro, lo mandó quemar, amarrado de un árbol. Luego, sus cenizas fueron arrojadas en el río más próximo. Otra escena que me impactó fue cuando los colonos españoles empezaron a herrar o marcar con fierros candentes, en la cara y en la espalda, a los esclavos colimecas, así como a otros indígenas que habían sido traídos de las regiones cercanas de lo que hoy se conoce como Jalisco y Michoacán. Agreguemos a esto que los templos y adoratorios de los antiguos colimecas fueron destruidos, sus chozas quemadas, los pueblos destruidos y el medio ambiente alterado en forma negativa debido a la extracción minera. ¿Qué podría esperarse de todo este panorama desolador e inhumano? Claro: la sublevación y la protesta unificada. Por eso hubo muchos líderes colimecas que convencieron a sus pueblos para que atacaran a los invasores, pues era mejor morir como valientes guerreros, que dejarse aprehender para ser esclavos. Y este movimiento armado es el que da título a la novela. Estamos leyendo acerca de las últimas rebeliones en el Occidente del país, que también fue conocido como parte de Mesoamérica, pero que luego de la Conquista, Hernán Cortés la bautizó como Nueva España. Y para agregarle más a la división territorial


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Lunes 4 de Marzo de 2019 o política de la nación, el rey de España le puso a esta zona en particular, Nueva Galicia. Una actitud que demostró siempre la envidia y las fuertes rivalidades que existían entre los conquistadores españoles, fueran cuales fueran sus grados, niveles o posiciones sociales; alcaldes, alguaciles, capitanes, tenientes, soldados, comendadores, frailes, arzobispos, procuradores, etcétera. En este panorama bélico, los indígenas ganan unas cuántas batallas, pero la guerra final es obtenida por las huestes de los militares españoles. Así lo deja ver el autor en la última escena titulada “La cruz del sur”, donde se describe que en los últimos días del mes de abril de 1532, Alonso de Arévalo, colono de la Villa de Colima, vende todo su oro en la ciudad de MéxicoTenochtitlan. Riqueza que encontró en la prolífica Mina de Huachinango, propiedad de Francisco Cifuentes. Alentados por esta ambición monetaria, los demás colonos salen a recuperar el resto del preciado metal. Van un 18 de mayo de 1532, con 21 españoles bien armados y 200 indios de apoyo, con el fin de recuperar y apoderarse de esa mina. Por si fuera poco, en su larga expedición punitiva van saqueando y robando los pueblos de los alrededores, como Xuchítlan y Comálan. El líder guerrero, Totépehu, los espía y da aviso a los demás pobladores comandados por Excamecátzin, quienes salen a pelear en menor número: 35 indios adultos y 15 muchachos aprendices de la milicia. Ésta última batalla es desigual. Pierden los indígenas. Sus cuerpos quedan apilados en sanguinolentos montones, para alimento de los rapaces zopilotes. La lucha ha sucedido en las cercanías de Ocotítlan, donde se quedan a descansar y pernoctar los conquistadores. El otro líder indígena, Tecocóatl, está muy triste, pues ve, como un mal presagio para ellos, la negrura de la arboleda que cubre la montaña, mientras una cruz se forma, misteriosamente, en la primera constelación o grupo de estrellas que aparecen en el frío horizonte del anochecer. Esta última visión es demoledora, pues encuadra perfectamente con los presagios y premoniciones que cuentan los Cronistas de Indias en sus textos. Vaticinios funestos que asustaron a los sabios y hechiceros de la corte de Moctezuma, antes de la llegada de los españoles, entre ellos: el cometa que surcó los cielos; la zara ardiente que se quemaba en lo alto de un cerro, pero que cuando iban a verla, desparecía misteriosamente; las montañas que flotaban en lo hondo del mar; el pájaro que en vez

de cráneo tenía un espejo donde se podían ver tales visiones; los pedazos de piernas que pasaban por las calles de MéxicoTenochtitlan, corriendo de un lado para otro, pero sin las demás extremidades del cuerpo humano; la dramática mujer que pasaba las noches llorando en las orillas de los ríos y los lagos, entre otras más. Por su riqueza documental, bibliohemerográfica, calidad imaginativa y didáctica, esta novela debe ser recomendada en todos los niveles de primaria y secundaria, así como en otros grados superiores donde se imparta la materia de Historia Patria, Historia Antigua, Historia Prehispánica, Historia Mesoamericana, o como ahora se les llame a estas asignaturas. Su autor nos ha venido a comprobar que el soporte de una obra literaria no solamente es la experiencia acumulada o los hechos vividos por el escritor. También cuentan sus conocimientos, la información recuperada en archivos, la búsqueda inalcanzable de la famosa Verdad Completa que tanto ha preocupado a los intelectuales del mundo y todas las épocas. Abelardo Ahumada González sigue una trayectoria precisa en este libro, que viene a ser una especie de continuación a sus obras anteriores con temáticas similares. Hablamos de los textos En busca de la identidad perdida. Una aproximación a la vida, costumbres y sistema educativo de los antiguos colimecas (investigación del 2003); Mitos y realidades de la conquista y fundación de Colima (investigación del 2006); Colimótzin (novela histórica del 2007) y El camino de Miraflores (novela histórica del 2017). Dioses y divinidades del mundo prehispánico Líneas atrás dije que localicé 69 temas particulares en la novela. Quiero hacer énfasis solamente en uno, debido a la extensión documental de todos ellos. Me refiero al tema de “Dioses y divinidades del mundo prehispánico”. Aquí, Abelardo Ahumada González se deja ver como todo un Tlamatinime, como les llamaban a los sabios e intelectuales indígenas. Los que sabían leer la tinta roja y negra, los códices o libros sagrados. Igualmente, sabían desmenuzar para el resto de la población, los conocimientos de los astros y misterios religiosos. La primera referencia a los antiguos dioses la hace el autor en la página 23, cuando los indígenas hacen una ceremonia sagrada, casi clandestina, en honor de su Dios

Xiuhtecutli, “en el luminoso amanecer del 20 de marzo de 1529”, dentro del subcapítulo conocido como “El rito del equinoccio”.1 Por eso, en el argumento de la novela, esta deidad era venerada en “la montaña del Dios de Fuego”, conocida como Xiuhtecuhtlitépetl. En la antigua religión o cosmogonía mesoamericana, de matriz náhuatl, azteca o mexica, de la que los antiguos colimecas fuimos súbditos, se dice que Xiuhtecuhtli (como también se escribía), según explica el doctor Miguel León Portilla, era considerado el Señor del Fuego y del Año. Indica que es otro título del Dios Ometéotl. Citando a Clavijero explica que también era Señor del Año, de la Hierba y del Fuego. Lo llamaban también Ixcozauhqui, que significaba “Semblante Amarillo”. 2 Xiuhtecuhtli significa “Señor de Turquesa y del Año”. También era representado como Señor del Fuego. Se adorna con una corona de plumas. También es llamado Señor de Turquesa. Otro significado de Xiuhtecuhtli es; la personificación de la vida después de la muerte, la luz en la oscuridad y la comida en épocas de hambruna. El doctor en Literatura Mesoamericana, Patrick Johansson, indica que también recibía otro nombre: Ixcozauhqui. Le hacían su fiesta en el décimo mes del calendario indígena, al que nombraban “xocotlhuetzin”, que quiere decir “cuando se cae o acaba la fruta”. El nombre de este dios también quería decir “encendido” o “cosa bermeja”. En esos días de fiesta iban los sacerdotes al monte, cortaban un crecido y grueso árbol de veinte y cinco brazas de largo. Lo bajaban al templo, lo limpiaban, lo escamondaban y lo ponían en alto. Lo dejaban así hasta la vigilia. Luego lo tumbaban, lo cortaban y despedazaban. Había muchas voces y gritería. Lo volvían a parar, le ponían muchos papeles de colores y sogas fuertes. Llegado el día de la festividad hacían una gran hoguera. La gente importante iba bien vestida. Los demás se teñían el cuerpo de color amarillo. Adentro del templo hacían oraciones y rogativas. Luego bailaban y cantaban todo el día. A los que llevaban presos o esclavos, les ponían polvos en el cuerpo de una yerba llamada yahutli, que los hacía perder el sentido, la conciencia y los adormecía. Luego, estos esclavos eran aventados de poco a poco en la gran hoguera, pero antes de morir, les sacaban el corazón medio asado, hasta que finalmente morían.

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Lunes 4 de Marzo de 2019 Antonio Morales agrega que también se escribía como Xiuh-Tletl, Dios del Fuego:

Pronunciado como Xiuhtecutli, esta deidad nahua era el fuego producido por los hombres, cuyo nombre también significa “Señor de la Yerba y del Año”. Xiuhtecuhtli era el Dios del Fuego. Cuando se le invocaba se le ponía; copal, papeles y hule. Entre los augurios de los antiguos mexicanos se le invocaba así: “Cuando hayas hecho esto y sepamos el día en que lo ofreceremos al que está en el borde del ombligo de la tierra, al que se está levantando (Xiuhtecuhtli), vendrás. Yo aquí, con mis manos, aparejaré, ordenaré todo lo que sea necesario. Por todas partes estarán nuestros papeles, nuestras ofrendas. Porque yo personalmente iré a quemarlos en tu casa; iré a hacerlo con mis propias manos”. 3 Dice Fray Bartolomé de las Casas que los habitantes de la Nueva España tenían muchos dioses: “Tenían por dios al fuego, al aire, a la tierra y al agua, y déstos figuras pintadas de pincel, y de bulto, chicas y grandes”. Los nombres de éstos dioses eran, respectivamente; Xiutehcutli, Ehécatl, Coatlicue y Tláloc… El día llamado Izcalli era dedicado al Dios del Fuego. Tomaban uno de los cautivos de guerra y lo vestían con las ropas del dios, que debían ser algunas lebreas o insignias a él dedicadas. Bailaban mucho en reverencia suya y después sacrificaban al cautivo de la guerra. 4 Alfredo López Austin, citando a Arturo Monzón, dice que era una deidad que pertenecía al grupo de dioses que protegían el barrio o calpulli de Tzonmolco. Favorecía el trabajo de los que hacían el atavío principal del señor, así como del Calmécac. 5

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“y como la vida de los nahuas dependía del fuego y se pasaba en gran parte en torno de la estufa, al amor de la lumbre, se cree que su dios más antiguo fue el Dios del Fuego. En torno de la estufa se celebraban todas las ceremonias religiosas, y cuando los pueblos de procedencia nahuatlaca se sublevaron en Nuevo México, en el siglo XVII, reconstruyeron sus estufas, y entonces fue cuando todos los nahuas comarcanos bailaron fuera de sus chozas, pero en torno de ellas y de las estufas sagradas que contenían el famoso baile sagrado: La cachina, que los indios bailaban cubiertos con las máscaras de todos los dioses. El baile afectaba hasta treinta formas o danzas, y era como un simulacro de la guerra, de la caza, de la pesca, de la recolección de los frutos y de los actos de la vida”. 6 Más adelante, Abelardo Ahumada narra: “Las casi doscientas personas que estaban allí suspendieron sus actividades y se aproximaron hacia la orilla de la explanada en el más profundo silencio. Tzome agradeció a Tonatihu, el Sol, el haberles concedido un año más de vida y le cedió la palabra al ofrendador”.7 En el mundo antiguo Tonatiuh-Ichan era otro nombre del Dios del Sol, a donde iban las mujeres muertas en el primer parto. 8 Llamado, igualmente, TonatiuhIcalaquiyan, era otro nombre para el Dios del Sol, en su lado poniente, a donde iban las mujeres muertas en el primer parto. 9 En la cultura maya era conocido con nombres como; Ah Kinchil, Ahau Kin, Kinich Ahau, o Ah Kin. En esta civilización, Ah Kin era un Dios del Sol. Cito a esta civilización porque hay personajes de esta zona en la novela de Abelardo Ahumada, como el joven Aké, nativo de la lejana Izamal, en territorio maya. Dice el autor que fue preso por los españoles y vendido como esclavo a un minero de Motin. Se hizo amigo de Mímitl y Ulmécatl. El Dios del Sol estaba casado con Ixchel, la Luna. Era el gobernante de los dioses y patrono de la música y la poesía. Se le representó como un viejo de ojos

cuadrados. Agregan que éste Dios del Sol era uno de los fenómenos más venerados y respetados por los mayas, pero también por otras civilizaciones precolombinas. Se considera la estrella solar como un Cristo Cósmico, que dota de fuerza y energía al universo, por lo que el Dios del Sol es también una figura central en esta cultura. La creencia maya dice que Ah Kin recorría por las noches el inframundo, el universo de los muertos, esperando que llegue el alba y vuelva a brillar el sol. Por esto, se le rezaba al amanecer y se quemaban inciensos en su honor. Se le consideraba un dios sanador, protector contra los males y otros demonios, que estaban relacionados con la oscuridad, y con la facultad de atraer esposas para los jóvenes. Pero también se le temía por el poder destructor del sol en la sequía y las tempestades, por lo que se le hacían sacrificios para no alterar su carácter. 10

Referencias 1 AHUMADA GONZÁLEZ, Abelardo. (2018). “El rito del equinoccio”. En: Las últimas rebeliones. Colima, México: Puerta Abierta Editores, ps.23 y 43. 2 LEÓN PORTILLA, Miguel. (1979). La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. 2ª.reimpresión de la 3ª.edición. Prólogo de Ángel María Garibay Kintana. Serie de Cultura Náhuatl. Monografías 10. México: IIH de la UNAM, p. 94. 3 LÓPEZ AUSTIN, Alfredo. (1969). Introducción, versión y notas. Augurios y abusiones. Fuentes indígenas de la cultura náhuatl. Textos de los Informantes de Sahagún. No.4. México: UNAM/ Instituto de Investigaciones Históricas, p. 21. 4 DE LAS CASAS, Fray Bartolomé. (1987). Los indios de México y Nueva España. Antología. Una edición con prólogo, apéndice y notas de Edmundo O´Gorman. 6ª edición. Colección Sépan Cuántos No.57. Colaboración de Jorge Alberto Manrique. México: Editorial Porrúa, ps. 48 y 47. 5 LÓPEZ AUSTIN, Alfredo. (1973). Hombre-Dios. Religión y política en el mundo náhuatl. Serie de cultura náhuatl. Monografías No.15. México: Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, p. 67. 6 MORALES GÓMEZ, Antonio. (1944). El Tlilamatl o Libro de los Dioses. Impreso bajo la dirección de B. Costa Amic y bajo la supervisión del Profesor Agustín Aragón Leyva. México: Editora Intercontinental, ps. 21 y 22. 7 AHUMADA GONZÁLEZ. (2018). Las últimas rebeliones, p.26 8 JOHANSSON KERAUDREN, Patrick. (2016). Miccacuicatl. Las exequias de los señores mexicas. México: Editorial Primer Círculo, p. 381. 9 JOHANSSON KERAUDREN, Patrick. (2016). Miccacuicatl. Las exequias de los señores mexicas. Ibid. 10 CAJAL, Alberto. (s.f.) “Los 30 dioses mayas principales y su significado”. Obtenido de la Red Mundial en https:// www.lifeder.com/dioses-mayas/


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Lunes 4 de Marzo de 2019

¿Amar

la trama o el desenlace?

Trabajos del reino de Yuri Herrera Por Karina Ortiz Bonales

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stamos llenos de historias que están a la espera de ser contadas. La ficción es eso: un escenario del “cómo” muchas veces nos sentimos en la vida real, al leer, al completar el contexto de nuestros días. Tenemos violencia, delincuencia organizada, narcotráfico… todo eso es pan nuestro de cada día… y ¿la música? El libro de esta semana es Trabajos del reino de Yuri Herrera. Yuri Herrera nació en Actopan, Hidalgo, en 1970. Estudió Ciencias Políticas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Antes de ingresar participó brevemente en talleres literarios dirigidos por Agustín Ramos y Elena Poniatowska. Obtuvo su maestría en Creación Literaria por la Universidad de Texas, en El Paso, y se doctoró en Lengua y Literatura Hispana por la Universidad de California, en Berkeley. Trabajó en la Filmoteca de la UNAM y ha laborado también en publicidad, investigación social y como editor de la revista literaria El Perro. Ha ejercido la docencia en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México y la Universidad de Carolina del Norte, en Charlotte. Actualmente es profesor en la Universidad de Tulane, Nueva Orleans. Su primera obra, Trabajos del reino, publicada originalmente en 2003, fue acreedora de varios galardones, entre los que destacan el Premio Binacional de Novela 2003, en México; y el premio “Otras voces, otros ámbitos” del año 2008, en España. Su segunda novela, Señales que precederán al fin del mundo (2009), fue finalista al Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” del año 2011. Confieso que tenía mis dudas, porque estos temas no son mi estilo, o no lo eran. Trabajos del reino rompió mis esquemas al conectarme con esas situaciones actuales y lamentables que vivimos en esta alterada e indiferente sociedad contemporánea.

“El Artista se levantó con susto y caminó al escenario. En el camino presintió una silueta y un aroma de mujer distinta, pero no quiso desviar los ojos, aunque ahí quedó el hervor. Se colocó entre los músicos, les pidió Ái nomas me siguen, y se lanzó”.

El relato parte con la narración de la vida de El Lobo, un hombre solitario y huérfano que se gana la vida con su música, un juglar de la nueva época con habilidad para componer en el aire, corridos que hablan sobre la vida y las desventuras, las alegrías, anécdotas y todo aquello que refleje la cotidianeidad que va de cantina en cantina llevando sus versos, convirtiéndose en El Artista. Un buen día se encuentra con El Rey, clave para dar un giro a su suerte y conocer un mundo ajeno lleno de placeres, lujos, poder, todo producto del narcotráfico de un capo de la droga que carga con un séquito de personas que le sirven, lo cuidan, lo entretienen, lo desean y lo alaban hasta que el dinero fluya y las arcas se vacíen. La promesa para pertenecer a la hermandad es ser fiel y escribir canciones que inmortalicen su señorío en el reino. Cada quien tiene un papel que desempeñar para El Rey, tienen un oficio de placer. Hay un periodista que también está incluido en la ecuación y que busca que las canciones de El Artista estén en la radio y se hagan famosas, pero el negocio no es fácil y encuentran negativas. En la historia aparece La Niña, que se convierte en el gran amor y perdición de El Artista. La Niña le pertenece a El Rey y los problemas van a hacerse presentes por esa relación. Habrá que decir adiós a los palacios y a las bacanales desbordantes de

alcohol y drogas, a los lujos, a no preocuparse por ganarse la vida. El Rey también llega a caer o está cerca, como sucede en todos los reinos. Ya no les quiero contar porque como siempre es menester invitarles a gozar y disfrutar de las historias cercanas de Trabajos del reino, una excelente idea literaria con un lenguaje impecable y capítulos cortos que nos dejan sin aliento, por la firmeza para narrar lo que sucede, pero con la sutileza que no arropa al morbo o a la apología del delito. Ojalá se acerquen a esa obra maravillosa que está editada por Periférica.

__________ Puedes escuchar la reseña semanal a las 11 AM todos los viernes por 94.9 FM en Universo Radio durante el programa “Aquí entre nos”.

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Ciencia

Lunes 4 de Marzo de 2019

Mario Molina:

El Nobel mexicano estudioso de la atmósfera Por Osval Antonio Montesinos López*

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stoy casi convencido de que si realizamos una encuesta representativa a nivel nacional a las personas mayores de 18 años y les preguntamos si conocen o han escuchado hablar sobre el científico mexicano Mario Molina, la mayoría responderá que no lo conoce, ni ha escuchado hablar sobre él. Lo cual es de esperarse ya que en general somos un país que le tiene poco aprecio a la ciencia y tecnología, debido a: (1) que tiene todavía un alto porcentaje de personas con bajo nivel educativo; (2) que invierte poco en ciencia y tecnología, (3) tiene pocos héroes en ciencia y tecnología, (4) cuenta con pocos científicos (5) son pocas las instituciones de educación superior mexicanas que realmente cumplen con su función de formar científicos de calidad, etc. Por esto, con la finalidad de poner un granito de arena para divulgar la vida y obra de Mario Molina, esta nota describe cómo este mexicano conquistó el Premio Nobel de Química en el año de 1995 con su investigación sobre el impacto de los cloroflourocarbonos (CFCs) empleados en aerosoles, refrigerantes y solventes, tanto de uso industrial como doméstico en la destrucción de la capa de ozono, la cual protege a los seres vivos de los letales rayos ultravioleta provenientes del Sol, además de que contribuye a la regulación de la temperatura, e indirectamente al clima terrestre. Mario Molina nació en la Ciudad de México el 19 de marzo de 1943. De niño fue bastante estudioso, con gran interés en la ciencia, literatura y música. A temprana edad comenzó a leer biografías

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de científicos, lo que seguramente lo influyo en su vocación por la ciencia. Él mismo cuenta que con apoyo de una tía que era Química, a muy temprana edad, empieza a hacer sus primeros experimentos y entonces se apodera de un baño de su casa para convertirlo en su primer laboratorio, donde se divertía realizando experimentos en solitario o en algunas veces en compañía de algunos amigos. Posteriormente durante el periodo de 1960-1965 estudia la carrera de ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Después, de 1968 a 1972, obtiene su doctorado en Fisicoquímica por la Universidad de California, Irvine, Estados Unidos de América, pero no se sentía satisfecho con el tipo de investigación que estaba realizando ya que creía que ésta, no tenía un gran impacto social. En 1973 ingresa como posdoctorante bajo la supervisión del Dr. Frank Sherwood Rowlan en esta misma universidad (Contreras-Nuño y colaboradores, 2015), donde permanece hasta el año 1982 y ahí, junto con el Dr. Frank Sherwood Rowlan, que tampoco se sentía satisfecho con el tipo de investigación que realizaba, deciden dar un giro significativo al área de investigación y eligen un campo poco transitado y en apariencia de escasas posibilidades, el estudio de compuestos químicos invisibles que se estaban acumulando en la atmósfera, y poco después se concentran al estudio en los CFCs, compuestos artificiales que se creían en aquel entonces que eran muy estables y no dañinos para los humanos y el planeta.

Los productos comerciales que contenían CFCs eran muy abundantes en la industria de la refrigeración, pinturas y de aerosoles. En Estados Unidos solo en el año 1973 se vendieron tres mil millones de aerosoles: productos para el cabello, limpieza, desodorantes y muchos otros (Contreras-Nuño y colaboradores, 2015). Estos productos habían sido desarrollados en 1928 y ya para la década de los años 1970 prácticamente cualquier producto era diseñado para ser envasado en spray. A partir de estos estudios sobre la dinámica de los CFCs es que Mario Molina y su colega Frank Sherwood Rowlan relacionan los efectos de los CFCs con un fenómeno que ocurría en la estratósfera, por encima de la cumbre del Himalaya, que consistía en reacciones químicas que estaban destruyendo la capa de ozono. Su hipótesis sobre lo que estaba causando de forma acelerada este fenómeno los publican en la prestigiosa revista Nature en 1974 en el artículo titulado: “Stratospheric Sink for Chlorofluoromethanes -Chlorine Atomic- Catalysed Destruction of Ozone” el cual alertaba sobre el peligro que representaban para la capa de ozono los CFCs empleados en aerosoles y sistemas de refrigeración, que al ascender a la capa de ozono, y por efecto de los rayos ultravioletas, los CFCs liberan átomos clorados, los cuales reaccionaban destruyendo al ozono (Molina y Rowland, 1974). Además, dado que a inicios de los años 60’s se liberaban más de un millón de toneladas anuales y esta cantidad iba en aumento, Molina y Rowland se atrevieron a predecir que si la humanidad no disminuía


Ciencia

Lunes 4 de Marzo de 2019 el uso de los CFCs la capa de ozono podría desaparecer en unas décadas y se tenía que aceptar que el mundo se enfrentaba a un problema de proporciones mayúsculas. Esta publicación fue recibida bajo una gran polémica en el mundo académico y empresarial y en general sus advertencias fueron en aquel momento menospreciadas y consideradas exageradas. Ya que a diez años después de su publicación la situación en la destrucción de la capa de ozono seguía su curso, a pasos agigantados, ya que las autoridades ignoraban sus advertencias y debido a que las empresas que producían estos productos encabezadas por DuPont se encargaron de financiar sus propias investigaciones y desacreditaban rotundamente las conclusiones de Molina y Rowland, tachando las investigaciones de éstos de pseudociencia. Incluso ambos científicos fueron citados al congreso de los Estados unidos para defender su trabajo de investigación, ya que los acusaban de que sus conclusiones eran erradas y excesivas. Además, el ser de nacionalidad mexicana no lo ayudaba mucho para convencer a los congresistas y científicos que se oponían a su teoría sobre la destrucción de la capa de ozono. Sin embargo, ambos investigadores sabían que el problema que estaba ocurriendo era extremadamente grave no solo para la salud humana (aumento en cáncer de piel, cataratas oculares, daños genéticos en el sistema inmune, etc.) sino también para los océanos, y toda la flora y fauna del planeta. Es por ello que ambos investigadores se salen del confort de la vida académica y se lanzan al ruedo con la prensa para comunicar, divulgar y concientizar a la ciudadanía y a los congresistas de las consecuencias fatales para el planeta y nuestra especie al no disminuir la producción de los CFCs que estaban destruyendo la capa de ozono. Esto, orilló a Molina y Rowland a trabajar activamente en invitar a otros investigadores para que en conjunto validaran su teoría de la destrucción de la capa de ozono. Todos estos esfuerzos mediáticos no fueron en vano ya que muchos grupos de investigación de prestigiosas instituciones empezaron a trabajar para aprobar o refutar su teoría, y poco a poco los resultados a favor de la certeza de ésta, comienzan a publicarse y divulgarse mostrando evidencia refutable de que el agujero era mucho más grande de lo que se esperaba o creían podía ser, con lo que se crea un frente común para reducir la producción de CFCs a nivel mundial. De

esta forma la industria y muchos países deciden colaborar en forma conjunta para reducir drásticamente los productos que contenían CFCs, con lo cual se crea una industria alternativa para remplazarlos. Posteriormente, todos estos esfuerzos se plasman en la firma en 1987 del famoso Protocolo de Montreal, que persigue la protección de la capa de ozono y proporciona los lineamientos de las medidas a tomar para la eliminación de los CFCs. Gracias a este esfuerzo internacional se logró reducir sustancialmente la producción de CFCs a nivel mundial y con ello la emisión de estos gases a la atmósfera. Finalmente, gracias a este trabajo y su impacto mundial en la salud humana y del planeta es que este mexicano excepcional junto con Rowland y otro científico llamado Paul J. Crutzen fueron galardonados con el premio Nobel de Química en el año 1995 en Estocolmo Suecia.Vale la pena mencionar que el agujero de la capa de ozono en la Antártica alcanzó su máximo con 25 millones de kilómetros cuadrados en el año 2000, y para el año 2016 ya se había reducido en una superficie equivalente a la Unión Europea (4 millones de kilómetros cuadrados), gracias a los resultados favorables obtenidos, la comunidad científica coincide que éstos son gracias a la implementación del Protocolo de Montreal. Gracias a su dedicación del estudio

de la atmósfera, Mario Molina ha recibido numerosos reconocimientos y premios a nivel mundial, uno de estos es la Medalla de la Libertad de la presidencia de los Estados Unidos en el año 2013. También ha recibido 11 doctorados honoris causa de instituciones nacionales e internacionales. Por todo lo antes expresado es más que evidente de que este gran hombre debe ser incorporado a nuestros héroes nacionales junto a Benito Juárez, Pancho Villa, Emiliano Zapata, por mencionar a algunos, ya que no solo ha puesto en alto el nombre de México en el contexto internacional, sino que también contribuyó a detener una gran catástrofe mundial para nuestra especie y nuestro planeta.

__________ *Osval Antonio Montesinos López (oamontes1@ucol.mx) es profesor-investigador tiempo completo de la Facultad de Telemática de la Universidad de Colima y forma parte del club de Ciencia de Datos de la misma facultad. Referencias - Contreras-Nuño, J. G., Daniel Jiménez-Álvarez, D. y Pichardo-Corpus, J. A. (2015). Mario Molina y la saga del ozono: ejemplo de vinculación ciencia-sociedad, Andamios. Revista de Investigación Social, 12(29):15-32. - Molina, M. J. y F. S. Rowland (1974). Stratospheric Sink for Chlorofluoromethanes -Chlorine Atomic- Catalysed Destruction of Ozone. Nature, 249 (5460): 810-812.

Fuente/ masaryk.tv

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Poesía

Divagaciones

Lunes 4 de Marzo de 2019

de una mente sin reposo

Una adicción cualquiera Por Sugey Navarro La cuarta taza de café pulsa bajo las sienes. No habrá descanso. Hablo de resistencia. Aumenta el tolerar lo que ajeno a la sangre, invoca la celebración de impulsos nuevos. Hace tres intentos juré sería primera y última. Como al amor, nunca hay certeza, cuando al posar tus labios sobre la taza tibia prometerás “ni una más”. Hace de olvido el vicio de negar los placeres antes ignotos, velados a nuestros designios.

Vuelvo a poner la mirada Sobre historias gastadas que con el café, regresan. Ya habríamos perdido la prudencia, todo signo hace unos cuantos sorbos antes de tropezar con el deseo vuelto vapor, de nuevo. ¿Es que importa la razón: alejarse en el punto preciso decir no al momento justo cuando humanos sucumbimos ante la emoción, sin miedo?. No olvides lo mucho que nos hemos despedido de esta incertidumbre. No olvides: cuando prometí vacío no cumplí el silencio.

No olvides: aún busco piedras –pequeñas, ya sin filo– que arrojar a tu ventana. Pretendo buscar alivio en las aguas profundas de un café caliente a sabiendas de que entra, se anida. Se abre paso entre nostalgias y activa un reloj detrás de la nuca cuya manecilla andante retumba en el hueco en que descansan las memorias. Vuelvo a guardar mi rostro en el fondo de esta taza oscura entre granos de café molidos. No habrá descanso. Lo sé y no escapo al advertido insomnio, al sueño perdido en un recuerdo. Hablo de una adicción cualquiera. Bien podría ser al amor, o al intento de vencer el olvido…

Tres poemas de amor y desamor 3. Por Eileen Sullivan* 1. Tu peso me manda a lo más profundo, a las tinieblas gélidas e impenetrables donde moran los celacantos. Ahí, mi memoria se extingue y también el deseo de volver en mí.

2. El Otro emite su juicio en la lengua de los acantilados, y su voz sonora se amplifica, a través de su máscara pétrea. Su lengua bífida aún sorprende, mas ya no engaña.

Quizá deba susurrarte al oído, seducirte con un manojo de amapolas, o con unos lirios de los valles para que se te aquiete el corazón. Quizá deba canturrearte, colmarte de nieve y de azafranes morados hasta adormecerte, hasta hacer que mi nombre se borra de tus labios.

* Eileen Sullivan se formó en letras inglesas y lingüística aplicada en EUA, y en letras españolas y psicoterapia en Mexico. Se ha desempeñado como maestra universitaria y administradora académica en ambos países. Traduce y escribe: es autora de artículos académicos, periodísticos, cuentos y poemas.

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Creación

Lunes 4 de Marzo de 2019

Letronauta

La revolución de las flores Por Wilberto Palomares

Te hace falta malicia mijo –me decía mi abuela– este mundo se traga a los buenos y escupe los huesos. Lo intenté. En serio. Lo intenté. Traté de crecer, madurar, convertirme en un hombre calculador y racional… fracasé. No fue solo mi abuela, todos me decían que debía convertirme en un hombre fuerte, feroz, un guerrero; que los sentimientos son para las niñas, para las madres y los débiles. El mundo es un lugar caótico, sí, hostil, confuso y peligroso, pero nunca entendí cómo el llevar un bloque de hielo en mi pecho en lugar de corazón me haría la vida más llevadera. A mí, que me gusta ir por ahí encontrándole forma a las nubes, acariciando

perros callejeros y soplando dientes de león aunque no tengas nada que lanzar al viento; a mí, que me gusta la primavera porque los colores estallan en el monte, que voy a la playa sólo para bailar al ritmo invisible de las olas, que subo montañas para reírme con desdén de los altos edificios que enorgullecen a los hombres de corbata: a mí, a mí no me falta malicia. Tal vez, al mundo le falta bondad. Al mundo le falta que las personas construyan puentes, entre ellos, entre sus ciudades, sus razas y sus lenguas; al mundo le faltan personas que vayan por ahí repartiendo abrazos, lanzando besos al viento y tarareando la canción pegajosa de la semana; al mundo le falta amor. Una revolución. Iniciemos una revolución. No con armas, fines políticos ocultos ni soldados que pronto olvidan aquello por lo que están luchando.

Hundamos al mundo en una guerra. Que los niños tomen las calles, armados con gises de colores y derramen de sus cabezas montones de historias; que las mujeres caminen sin miedo, que olviden que, a la vuelta de la esquina, cualquier esquina puede estar acechando un feroz lobo de cuento; que los hombres digan en voz alta lo que les susurra el corazón; que a los ancianos los invada la añoranza de tiempos pasados y no la tristeza de años perdidos. Carguemos las escopetas con flores. Disparemos. Te quiero, sí te quiero, pétalo a pétalo, arranquemos suspiros, a ella, a aquella, a él, a nosotros, a todos. Ojalá mi abuela estuviera viva, para hacerla sentir orgullosa. Su nieto es al fin un guerrero. Tú también, toma las armas y marcha conmigo, iza la bandera, toca la trompeta, vamos a la guerra… el mundo nos necesita.

Inaichi Venezuela Por Dalal El Laden* Palabras de Gustavo Löbig, escritor venezolano: ara los contactos foráneos que me han preguntado acerca de nuestro hermoso pueblo pemón, aclaro que solo he tenido dos breves contactos personales con él (¿recuerdas, querida Alcira, el venadito que cargué y la preciosa indiecita que abría su mano como una estrella de mar cuando fuimos a La Gran Sabana?), y dejo un extracto de lo poco que informa la red sobre el tema. La traducción literal del término “Pemón” es “Gente”. La etnia pemona, formada por casi 30.000 personas según el censo realizado a finales del año 2016 y mermada violentamente en las últimas horas, habita en el sureste de Venezuela, (Parque Nacional Canaima,

P

Estado Bolívar), en Roraima (Brasil) y en la zona fronteriza de Guyana. El idioma pemón pertenece a la familia de idiomas caribes y posee tres dialectos muy similares, Karekuna, Kamarakoto y Taurepán. Este último es que se habla en La Gran Sabana. Sus adjetivos no varían según el género o número y casi siempre preceden al sustativo (ejemplo: aimutun arimaraka = perro blanco, en inglés “white dog”, semejante fonéticamente a Guaidó); al negar utilizan la partícula “para” (ejemplo: kricha para ichi = no hay grillos, literalmente “grillo no hay”); en vez de preposiciones usan posposiciones (yeiyono: bajo el árbol = árbol bajo). Hasta ahora la mayoría de los pemones no sabían lo que es una bomba lacrimógena, esa arma represora tan sufrida en los últimos lustros por el resto del país. Las balas que recién bebieron sangre pemona sí eran conocidas

por este pueblo, parte viva del paisaje más antiguo del mundo, pero los pemones jamás han querido sustituir sus flechas y lanzas por armas de fuego ni su dignidad ancestral por la vileza de la barbarie. Al referirse a la tierra que comparten con nosotros, los pemones dicen: inaichi Venezuela (somos Venezuela). Por ellos y por la mayor parte de nuestro país, que continúa siendo tan hermoso y rico como digno e inocente, ¡sigamos! *ladendalal@hotmail.com

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Fotografía Fotografía

Lunes 7 de Agosto de 2017

El ComEntario SEmanal

Lunes 4 de Marzo de 2019

Espejos y reflejos Por Brenda Rosales

ntre vitrales y aguas cristalinas, esta semana propusimos a nuestros miembros del Club Fotográfico de Colima coquetear con la simetría con la que convivimos a diario: los reflejos. De esta manera las imágenes se tornan mágicas cual portal a una dimensión desconocida. Vamos a contemplar los secretos que los autores de estas fotografías quisieron compartirnos esta semana.

E

Antonio Hirtz.

Adrián Madrigal.

Alma Delia Chávez.

Rafael Anguiano.

12 10

Manuel del Villar.


Relato

Lunes 4 de Marzo de 2019

Fantasma cultural Por Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda

E

l relato de la fantasma que bautizamos con el mote de cultural nos lleva al territorio inhóspito de los inexplicables entes, que nos atraen como la luz a la mariposa y sin la capacidad para afirmar si son realidad o mito, es posible asegurar, casi casi atestiguar, que las suposiciones y explicaciones son antiquísimas. Se cuenta, se dice, que a esta fantasma se le ha visto por la Casa de la Cultura en Colima, cuya espiral ascendente recorre, desde la planta baja hasta la azotea, sea que suba flotando por el cubo o recorriendo silenciosamente los pasillos; también ha sido avistada en la biblioteca Rafaela Suárez y en la gradería de acceso a lo que fue el hospital civil Porfirio Díaz, luego XX Zona militar y ahora esperando propuestas sustentables. Se cuenta, se dice… que la razón por la cual esta mujer deambula por ahí, se debe a su muerte en 1959, en terrenos de la Feria, cuando el famoso ciclón sin nombre azotó el estado de Colima; hay dos versiones del suceso, una es que fue daño colateral en una balacera originada por un pleito en el palenque de gallos, los rijosos sacaron las armas y a ellos ni les pasó nada, pues como suele ocurrir son inocentes los que pagan el pato, bueno, ese día sería el gallo. Otra versión es, que los vientos huracanados echaron por suelo aquella enorme carpa que se montaba para servir de casino de la feria, el caso es que le cayó encima a la pobre mujer y ella falleció atrapada entre palos y lonas. El caso es que la mujer ignora que ya murió y busca huir de las balas o salir del enredijo. Se cuenta, se dice… que es la esposa de uno de aquellos hombres que sufrieron la muerte al ser colgados de los sabinos de la Calzada Galván, durante la cruenta guerra cristera. Pocos días antes había contraído nupcias con una jovencita huérfana, querían casarse, sabiendo que él marcharía al combate y quizá no regresaría; pero él se sentía obligado a unirse a la lucha por sus creencias; no entraremos en debate sobre el enfrentamiento fratricida; únicamente se precisa mencionar que recibieron la bendición del sacerdote católico y que la

joven desposada, junto con la madre del muchacho, lo bendijeron y entre lágrimas de angustia, lo impulsaron a cumplir lo que consideraban un deber sagrado. Dos semanas después, quizá debido a su inexperiencia en lides guerreras, el joven fue capturado y condenado a muerte; las dos mujeres corrieron a verificar el hecho, quisieron bajar el cadáver, pero no las dejaron, pues ahí debía quedar para servir de escarmiento. Ambas se hincaron para orar por la salvación del alma inmortal del cristero; luego, la madre volvió al hogar, requerida por los ruegos de sus pequeños hijos, él había sido el primogénito; la joven viuda, se sentó a los pies del esposo y ahí murió, de tristeza, de dolor, de soledad… ¡no se sabe! Sin embargo, aseguran que a veces se levanta y ronda por esos rumbos. Se cuenta, se dice, que es una pobre enferma de fiebre amarilla, que fue llevada a los terrenos, que fueron propiedad del ejército mexicano desde 1933 hasta 2019, que entregó la posesión al gobierno del estado en febrero. La epidemia llegó por

barco, en los años ochenta del siglo XIX, entró por el puerto de Manzanillo y se propagó por el estado de Colima, diezmando la población durante un semestre a un ritmo de 20 a 30 personas por día; se desconocía el modo de transmisión y etiología, aunque se pensó en las aguas estancadas como un posible factor. Sin elementos médicos para combatirla y evitar la propagación del contagio, se ordenó el traslado de los enfermos de fiebre amarilla, que creían desahuciados, para reducir el contagio de la población. Hoy esa mujer, que murió entre los lamentos de los contagiados, busca infructuosa la forma de regresar a su casa, en el centro de Colima; pero las nuevas construcciones la confunden y no le queda más remedio que sentarse en la escalinata del cuartel. Quedaría dilucidar, muy complicado sería, saber quién de las tres es nuestra Fantasma cultural. mirtea@ucol.mx

Fuente/ youtube.com

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Creación

Lunes 4 de Marzo de 2019

Sufrir con elegancia Por Fernanda Melchor

A

na ronda los catorce años, es adicta a la lectura y cree que está gorda, aunque todo el mundo dice que no, que tiene “una cara preciosa”. Es el verano del 2004 y su madre insiste en mandarla de vacaciones a Michigan, al mismo lago en donde Luz, la más pequeña de sus hermanos, murió ahogada años atrás. Pero Ana tiene una mejor idea: quiere quedarse en la ciudad de México para transformar el vulgar patio de la casa familiar en una milpa urbana. Primero con escepticismo, y más tarde con algo parecido a la esperanza, los vecinos de Ana la animarán en sus esfuerzos: ellos también quieren que el duelo cese y la vida regrese a la privada Campanario. La ausencia y la separación son quizás los temas principales que atraviesan Umami, la primera novela de Laia Jufresa (ciudad de México, 1983), una obra que narra los conflictos individuales y colectivos al interior de una apacible comunidad que lucha para sobreponerse a una serie de pérdidas, aparentemente desencadenadas por la muerte de la pequeña Luz: la viudez, la esterilidad, el abandono materno, el adiós a una infancia dolorosa, la muerte inexplicable de los hijos y, ante esta, la imposibilidad de resignarse o de escapar de los remordimientos. El título de la novela, Umami, hace referencia al quinto sabor que el paladar humano es capaz de reconocer y que corresponde a la sensación gustativa del glutamato monosódico. El umami como sabor es una sensación difícil de describir pero que implica la percepción de que el alimento que lo contiene es delicioso, jugoso, carnoso, masticable. Este motivo se encuentra a lo largo de toda la novela. Por ejemplo, las casas de la privada Campanario han sido bautizadas por su dueño, Alfonso Semitiel, con el nombre de cada uno de los cinco sabores, siguiendo una distribución inspirada en el esquema de la lengua humana, esquema que a su vez la autora usa como metáfora de la esencia del conflicto de cada uno de los personajes que habitan en la privada: la muchacha anoréxica que odia a su padre, la amargada, vive en la casa Amargo; la familia que perdió a la niña, los desafortunados Pérez Walker, viven en Salado, etc. El

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motivo del umami representa a lo largo de toda la novela la cualidad paladeable de la existencia humana, la capacidad de sentir y de gozar que los personajes parecen haber perdido y que desean recuperar. Otro motivo importante, el de la milpa, es articulado por la autora en varios niveles: no solo funciona como pretexto para que Ana escape del fatídico veraneo en Michigan, o para que Alfonso diserte sesudamente sobre los sistemas de alimentación prehispánicos y el desabrido amaranto, sino que se revela como un símbolo de lo que renace, del despertar sexual de los personajes y la promesa de una nueva vida después del duelo. Una de las características más interesantes de esta novela es la voluntad de su autora para sumergir a sus personajes en el dolor y, al mismo tiempo, permitirles que chapoteen campechanamente en lo banal. El lado oscuro del corazón humano no le interesa tanto como exponer su contraparte, el lado luminoso y resiliente de la existencia. Con gracia, ligereza y un toque de hilaridad, Jufresa convierte en melancolía lo que otros presentarían ostensiblemente como tragedia, y a menudo su narración alcanza una mayor profundidad cuando escribe en tercera persona, como una voz exterior a la historia, que cuando permite a los personajes expresarse “con voz propia”. Nada de lo que el personaje de Pina “diga”, por ejemplo, nos revelará con mayor claridad su condición de rehén del matrimonio infeliz de sus padres, que las propias palabras de la narradora: Le da cosa quebrar el silencio, como una burbuja que ella eligiera reventar [...] Otras veces no se puede, porque el aire está pesado después de un pleito y le toca a ella, aunque no quiera, poner en el aire otra cosa para limpiarlo. A veces, antes de hacer un chiste sabe que sus papás no van a reírse, pero lo hace igual. Porque cuando hay un silencio sucio en el coche o en la casa, da igual que el chiste sea bueno o no: sus papás no están de humor. Pero ella tiene que hacerlo igual, como tapar una mancha con un mantelito. Así como hay huelgas de hambre, hay huelgas de risa. La huelga de Pina es de hablar. Más cercanos a la melancolía que a la tragedia, los personajes de Umami son capaces incluso de burlarse de su propio dolor: “Me dieron licencia con goce de sueldo [...] Con ninguno de los partos me

la habían dado, ¿eh? Los músicos no creen en los bebés pero sí en el luto; la influencia es de Wagner”, dirá Linda, con relación a la muerte de su hija. Esta capacidad para traducir el dolor en frases ingeniosas y nítidas es semejante al tono de la primera novela de Banana Yoshimoto, Kitchen, cuyo tema central también es el duelo y la pérdida y cuyos personajes también emplean la comida y los sabores como metáforas de la vida. Extendiendo la comparación más allá del tema, resulta curioso que, al igual que Yoshimoto y que un creciente número de escritores mexicanos, Jufresa no solo haya preferido presentar el lado ligero del sufrimiento humano sino que también haya elegido darle voz al sentir de los habitantes de los barrios acomodados de la capital: los personajes de Umami son bilingües (gran parte del humorismo del libro recae en los problemas de traducción entre el inglés y el español), tienen educación universitaria, parten de vacaciones al extranjero, viven del arte (o de los cheques de papá), tienen plazas en la burocracia cultural o son miembros del Sistema Nacional de Investigadores. Por supuesto, esto no constituye ningún problema para la novela: habrá lectores que se sentirán fascinados por las cuitas de estos personajes y habrá quienes se aburrirán como ostras. En El arte de la novela, Milan Kundera (parafraseando a Hermann


Creación

Lunes 4 de Marzo de 2019

Vivir sin chiste, morir con gracia Por Guadalupe Coronel

U

n hombre de blanquecina cabellera, ojos sumisos rodeados por un sin fin de arrugas y manchas antiguas, vestido de traje opaco y apolillado y zapatos polvosos, llega a la recepción de un hospital y le pide unos resultados de ciertos análisis a la enfermera encargada, ella le responde que no se los puede entregar, ya que el médico le había ordenado que se le pasará al consultorio para que le pudiese decir personalmente el resultado de dichas pruebas, el hombre un poco desconcertado accede casi de inmediato y se dirige hacia donde el doctor, y éste le comunica la terrible noticia de que sus análisis dieron como resultado una maligna enfermedad mortal y a causa de ello, sólo le restan seis meses de vida, el hombre sale del consultorio y se retira del hospital, comienza a caminar por la acera con los hombros postrados y cabizbajo.

Sus ojos llorosos y la desesperación lo llevan a morderse los labios. Comienza a pensar. Seis meses, sólo seis meses de vida, no puede ser, ¡no quiero morir, no puedo morir!, me quedan tantas cosas por hacer, tanto que vivir, no me quiero morir, y así, repitió una y otra vez incesantemente dentro de sí, la frase: ¡no me puedo morir! ¿Y cómo no? Si en toda su vida sólo se dedicó a trabajar sin descanso alguno, claro que generó una inmensa fortuna, fortuna que ahora no le servía de nada, ya que ni siquiera tenía a quien heredársela, pues no tenía hijos, y menos una esposa o alguna pareja, tampoco existían familiares, al menos no ninguno que él conociera. Él era una persona que diariamente se quejaba por todo, por el trabajo, por el clima, por las personas, por la vida, era un amargado, grosero, no muy agraciado, siempre con gesto de mal humor, en fin era un ogro mal humorado que nunca hizo nada por nadie y al término del día se daba cuenta

Fuente/ www.besame.cr

Broch) escribió que toda novela tiene la obligación moral de descubrir una parte hasta entonces desconocida de la existencia, y puede que en esta cualidad radique uno de los principales logros de Jufresa en su primera obra de largo aliento:

su oficio para explorar con minuciosidad, con una dicción juguetona, mercurial, la vida interior –impoluta y desabrida como un tomate transgénico– de los humanistas pequeñoburgueses que habitan los barrios chic de la capital, gente para la que el

de que tenía una vida sin chiste, ni sabor a causa de su ambición y amargura, entonces se decidió a realizar todas las cosas que no hizo en toda su larga existencia, como lo era; viajar, gastar, reír, llorar, subir, bajar, disfrutar, amar…vivir. Así pasaron casi los seis meses, de los cuales disfrutó al máximo cada día, viajó por casi todo el mundo, se divirtió como nunca, casi casi derrochó toda su fortuna, sin embargo no le pesaba haber gastado sus millones en jovialidades y en un sin fin de placeres carnales, disfrutó de las sonrisas, el llanto, se asombró con la ternura del amor, lo maravilló la ráfaga de los rayos del sol y de la calidez de los mares, cada cosa, por simple que fuera le parecía magnífica, única, perfecta, ahora sí estaba listo para morir, pues ya lo había visto, olido, tocado, sentido y escuchado todo, ahora sí ya no podía quejarse de nada y le daba gracias a dios por haberle permitido gozar de todos estos placeres de la vida. Pasaron los seis meses y un par de meses más y el hombre sorprendido por su todavía existencia regresó al consultorio del médico que había tratado su caso, al revisar de nuevo los análisis, el doctor se percató de que los análisis que se le habían entregado al hombre estaban errados, ya que el nombre no coincidía, el doctor se apuró ya que el paciente tenía todo su derecho de demandarlo por daños y perjuicios y así dejarlo en la ruina por la información equivoca que se le había hecho saber, sin embargo, el hombre en lugar de enfurecerse o desear demandar al médico, le agradeció por haberle dado equivocadamente esa mala noticia, que lo único que le había traído era un sin fin de cosas maravillosas que inexplicablemente le habían hecho disfrutar cada segundo de vida al máximo y le expresó su dicha al saber que terminaría su existencia tranquilo, el día o a la hora que fuera, ya que estaba seguro de que ahora sí podía, morir con gracia.

futuro no es una preocupación inmediata y que bien puede darse el lujo de sufrir con elegancia.

Fuente:Letras Libres

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Lunes 4 de Marzo de 2019

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