CONTENIDO
Índice
Lunes 9 de Septiembre de 2019
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Literatura permite, sin poner nombres verdaderos, hablar de la verdad: Rogelio Guedea
La tarifa real
por Mitzi Lizardi
por César Barrera Vázquez
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Homofobia, crimen, pasión y homosexualidad en el libro María de Jesús, o la dulce tentación del beso mordelón
12 Palabrario mexicano por Karla Valdovinos
por Víctor Gil Castañeda
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Blanca Luz Pulido: poesía de la esencia, poesía de la revelación
Letronauta
por Wilberto Palomares
por Nadia Contreras
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El Comentario Semanal
Libros
Lunes 9 de Septiembre de 2019
Literatura permite, sin poner nombres verdaderos, hablar de la verdad:
Rogelio Guedea
Por César Barrera Vázquez*
El escritor colimense revela el relanzamiento, por parte del Fondo de Cultura Económica, de Conducir un tráiler
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ara el escritor colimense Rogelio Guedea, la literatura es una útil herramienta para alcanzar la verdad y expresarla a la sociedad, por lo que hay que acercarse a las novelas que desentrañan los actos de corrupción, entre otros temas tabús que son inabordables en otro tipo de expresiones. “Para mí, ahorita, la novela de la revolución mexicana me dice más la verdad de ese contexto histórico que los libros de historia o que el periodismo. Entonces, hay que acercarse a esas novelas”, expuso el escritor para reforzar este sugestivo argumento. En entrevista exclusiva para El Comentario Semanal, Rogelio Guedea explica que su novela Conducir un tráiler tiene ese mismo objetivo de revelar una realidad soterrada, incómoda, que en este caso revela la corrupción de los ministerios públicos; y lo mismo sucede con sus otros dos libros: 41 y El crimen de los Tepames, obras con las cuales se conforma la trilogía de Colima. “El Fondo de Cultura Económica (FCE) va a lanzar un proyecto interesante de lectura para muchos lectores mexicanos. Que va ofrecer esta oferta de lectura para que tú veas, a través de ella, tu propio entorno”. Rogelio Guedea precisa que la primera en publicarse será Conducir un tráiler, el año que entra se publicaría 41 y un año después se publicaría El crimen de los Tepames, con lo cual se publicaría la totalidad de la trilogía de Colima, ya en el 2021. “Es una colección la del FCE que te da los libros baratos. En el Fondo va a llegar en estos días (Conducir un tráiler). La verdad es que esta trilogía que va a resultar muy familiar, porque además de que toca temas generales, es muy local.
Hicieron una buena edición”. Rogelio Guedea ponderó el trabajo de Paco Ignacio Taibo II en el FCE, de bajar el precio de libros y poner al alcance de la población, a precios asequibles, buena literatura, de una gran trascendencia y mensaje social. “La verdad tengo mucha fe en este proyecto de Paco. Que va a sacar 25 libros en esta colección, que es de tanto mexicanos como latinoamericanos y extranjeros, y que va influir en crear un tipo distinto de lector, porque es una lectura distinta la que vas hacer”. El escritor colimense aseveró, en ese sentido, que el estado puede dirigir las mentes por el tipo de educación que da, y asegura que precisamente eso fue lo que sucedió durante muchos años: “Tuvimos una visión de las cosas, del Fondo, muy elitista, con libros que eran de un grupo muy cerrado y se desperdició mucho dinero publicando cosas que daban una mirada muy parcial de la cuestión política y social”. Guedea señala que así falta complementar este trabajo para generar una nueva propuesta de lectura y a un nuevo lector, con obras de calidad y a precios accesibles.
Conducir un tráiler, orígenes
Conducir un tráiler se publicó en el 2008 y obtuvo el Premio Memorial “Silverio Cañada” 2009. Antes de su publicación, Rogelio Guedea había escrito poesía, ensayo, microrelato, por lo que su publicación fue toda una revelación como escritor. Respecto al proceso creativo de Conducir un tráiler, Guedea relata que en ese tiempo vivía en Nueva Zelanda, donde trabajaba como académico en la Universidad de Otago; durante sus viajes a México, en el pueblo de Villa Hidalgo, en Nayarit, comenzó a recordar un hecho que sucedió aquí en Colima y del que tuvo conocimiento directo.
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Libros
“Ese pueblo me comenzó a despertar todo aquello que yo había vivido cuando era niño, con los ranchos de mi abuelo y de mis tíos, que tenían ranchos por todo aquello de Loma de Juárez y todo eso. Tuve una vida muy cercana con el rancho, con la zona rural. Y eso empezó aflorar en mí, hasta el punto que se conectó con el tiempo cuando trabajaba en el ministerio público”. Guedea detalla que trabajó cerca de cinco años en el Ministerio Público, abocado a la averiguación de delitos. Y en el tiempo que estuvo en el Ministerio Público, un tío suyo, agente también, fue asesinado. “Lo asesinaron y a mí ese crimen me llevó a internarme en un montón de situaciones que tenían que ver con las motivaciones que llevaron al asesinato de mi tío, relacionadas incluso con un crimen que había cometido un tío mío antes, por un problema de tierras de los ranchos”.
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Rogelio Guedea expone que en la novela policiaca se maneja mucho la figura del detective y casi no toca la vida rural. “Esa observación la hace Paco Ignacio Taibo cuando presentó la novela: que es la primera que comienza a plantear la novela policial desde lo rural; que habían existido novelas que se salían de lo urbano en México y caían en la provincia urbana, pero rural rural no ha habido”. El escritor colimense resalta que en esta novela no está la figura paradigmática del detective privado al estilo Raymond Chandler o Belascoarán Shayne con Taibo, por lo que es un elemento interesante, además de que se interna uno al mundo rural, tan vulnerable a la impunidad y corrupción. * Periodista egresado de la Falcom. Fotografías/ César Barrera y Facebook Rogelio Guedea.
Libros
Lunes 9 de Septiembre de 2019
El grupo artístico CPU y el Centro Cultural Navarrete Homofobia, crimen, pasión y homosexualidad en el libro María de Jesús,
o la dulce tentación del beso mordelón Por Víctor Gil Castañeda
*La mito cultura del amante de Pedro Infante *Crónica periodística de Alfredo Montaño Hurtado (Información obtenida del documento titulado: Datos biográficos mínimos de
escritores colimenses. Nacidos aquí, avecindados, radicados o de pasadita.
Material inédito del maestro Víctor Gil Castañeda, 363 pp.)
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l mes de febrero del año 2013, la empresa PuertAbierta Editores imprimió el libro María de Jesús, o la dulce tentación del beso mordelón. Fue escrito por el novelista, poeta y periodista colimense Alfredo Montaño Hurtado. Se compone de 90 páginas. Incluye dos fotografías de los personajes protagonistas de la historia aquí contada. El texto podríamos ubicarlo dentro de la llamada crónica informativa, uno de los géneros híbridos del periodismo contemporáneo, descrito por Vicente Leñero en su documento Manual de periodismo. Encontramos en su estilo muchos de los valiosos ingredientes cultivados en su oficio de reportero por Alfredo Montaño, en numerosos medios impresos como Diario de Colima, Ecos de la Costa, El Mundo Desde Colima, El Jalisciense, Unomásuno, El Financiero, El Occidental y Avanzada. Muchos de nosotros sabemos que una crónica es la narración en prosa de un hecho o acontecimiento, siguiendo un periodo de tiempo específico. Precisamente, su raíz viene de “cronos” que significa tiempo y es la medida primaria de este género. La voz del autor es importante en el relato
para marcar la pauta, el tono y su temática. Horacio Guajardo la define como el relato detallado, principalmente en tiempo, de un suceso recientemente ocurrido. Lleva la crónica en sí, noticia y declaraciones, pero su sello distintivo se encuentra en la relación cronológica y pormenorizada del suceso. Para el libro que estamos comentando, el narrador se apoya en la entrevista periodística, la investigación documental, el registro de hemerotecas, archivos judiciales y la tradición oral. La indagatoria inicia a partir de los vacíos informáticos que deja siempre la llamada “Mito cultura urbana”. Un proceso degenerativo que alimentan las sociedades encerradas en sí mismas porque no quieren abrir los ojos al mundo de la verdad y la objetividad. Alentadas en su propio silencio por las mismas autoridades, instituciones y costumbres conservadoras de cada región, este sistema produce leyendas en las cuales solamente son castigadas las personas de clase baja, media baja, humildes, inocentes, analfabetas e ignorantes de su entorno. Los poderosos y encumbrados en las altas esferas de la producción económica, pasan desapercibidos en estas leyendas, o son dejados de lado para no ensuciar sus nombres, apellidos, estirpe y alcurnia. De allí la valiosa aportación detectivesca de Alfredo Montaño. No solamente en este volumen, sino también con su novela Las andanzas del Indio Alonso. Proceso semejante en otros autores mexicanos como Elena Poniatowska (con su libro de crónica Noche de Tlatelolco), Vicente Leñero (con su obra de teatro documental Martirio de Morelos), David Martín del Campo (con sus relatos históricos Quemar los pozos), Rogelio Guedea Noriega (con su novela El crimen de los Tepames), por citar algunos.
Este valioso gesto ciudadano por desmitificar las leyendas urbanas del viejo Colima, que alimentaron calenturas académicas y jurídicas, es un proceso literario que han emprendido muchos autores de la región, con otros personajes y otros escenarios. Quién no recuerda la novela España la calle, de Salvador Márquez Gileta, que habla de la homosexualidad y el futbol en los años sesenta. Está la novela Fuga al rojo, de César Anguiano Silva, que habla de la promoción de la cultura, las bellas artes y la vocación artística, contra un medio costumbrista abundante en carreras tradicionales, teniendo como figura central al maestro Cuervo. Qué me dicen de las novelas Conducir un tráiler y A la deriva, que hablan del narcotráfico y sus relaciones con el poder político de la entidad. Hay que mencionar las novelas Un fusil sobre la cruz y El triunfo de los crucifixores, que tocan el delicado asunto de la Guerra Cristera y sus repercusiones en las relaciones de la Iglesia y el Estado. El libro de Alfredo Montaño se ocupa no solamente de la mito cultura, sino que abarca veintitrés temas diferentes que enriquecen nuestra panorámica del Colima moderno, pues nos sitúa en condiciones de vida, costumbres y ambientes de los años cuarenta hasta la fecha. Encontramos como tópicos la presencia de Pedro Infante en la entidad, el aislamiento regional, la presencia de Carlos Pellicer en el Estado, las críticas a los falsos intelectuales que únicamente buscan llegar al poder y a las nóminas institucionales, las pugnas políticas de los partidos, la riqueza del lenguaje popular colimense, la gastronomía local, la homosexualidad subterránea o escondida de la comunidad, la homofobia, el anticomunismo, el alto consumo de alcohol, los bares y las
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Libros cantinas de antaño, el uso de apodos y motes en las familias, la censura periodística y la pobreza. Quienes piensan que éste es un libro para provocar solamente el escándalo, saldrán decepcionados de su lectura. Su finura y su elegancia narrativa no tienen nada que ver con las páginas de pornografía que abundan en internet y en las nuevas tecnologías, o en las películas tres equis que todas las noches nos recetan por alguna conexión televisiva, o en las revistas masturbatorias que abundan en los puestos donde venden folletines y periódicos. Sin olvidar el fácil acceso a los videos caseros, alimentados por la trata de blancas que en la entidad trabajan con discreción seis grupos criminales, al amparo de la justicia. Ningún lector podrá decir que aquí hay actos inmorales, porque se habla del tema de la homosexualidad. Recordemos que el 21 de mayo del 2013 se informó en la prensa local que el partido mayoritario le daría un Sector Rosa a la Comunidad Lésbico Gay, porque su presencia se calcula en casi 40 mil ciudadanos, que son muchos votos para el futuro. Un grupo más, aparte del Sector Popular, Sector Campesino y Obrero. No hay que olvidar que desde hace tiempo se validaron las Sociedades de Convivencia en el Municipio de Cuauhtémoc. Su antecedente estuvo hace diez años en la Ciudad de México, a través de la promoción del mismo partido de izquierda. El autor tiene razón cuando afirma que se trató de un tema de homofobia. Un abierto rechazo a un problema familiar donde uno de los miembros había hecho explícitas y abiertas sus preferencias sexuales. Se trata del joven llamado J. Jesús Gallardo Cobián, mejor conocido con el apodo de María de Jesús, quien nació en 1947 y fue asesinado por su propio hermano, Miguel Gallardo Cobián, en el mes de marzo del año 1963. El homicidio ocurrió en el número 534 de la calle Maclovio Herrera, donde los hermanos vivían con sus padres, el señor José Gallardo Carvajal y la señora María de Jesús Cobián de Gallardo. Todos ellos oriundos del Sur de Jalisco, allá por Tamazula y Tonaya. El fratricidio ocurrió en extrañas circunstancias. En la narración hay varias pistas. Se indica que primero hubo un apagón generalizado en la ciudad. Los hermanos discutieron en la oscuridad. Ya se traían viejas envidias y rencillas. María de Jesús había dicho que un día de éstos lo mataría. Miguel compró una pistola calibre 22, por lo que se pudiera
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Lunes 9 de Septiembre de 2019 ofrecer, y con ella le disparó en la cabeza. El asesino huyó. Se refugió en el templo de San Francisco. El padre que lo había confesado le dijo que mejor se fuera. Luego se escondió en Santiago, comunidad del puerto de Manzanillo. Dicen que lo delató su cuñado José Guadalupe Alcázar Sandoval, conocido como El Tubero. Paró en la cárcel, pero salió libre porque había actuado en legítima defensa. Los dimes y diretes jurídicos son maravillosos porque se parecen en sus enredos, a los crímenes cometidos en la actualidad contra muchos políticos locales o nacionales.
Aparte de las amenazas de muerte contra Miguel, la narración deja entrever que había celos de Miguel, porque era medio cuarro y fellón. Discúlpenme la utilización de estos calificativos, pero se me pegaron, porque también abundan en el libro. Luego se supo que en la casona de sus familiares eran organizadas numerosas fiestas, donde se consumía vino y acudían numerosas muchachas guapetonas. Que María de Jesús invitaba a sus mejores amigos y no faltaron los excesos carnales. Que la mamá de María de Jesús era de la vida bohemia y la agradaban
estos festejos. Que él era su consentido. Que habían tenido problemas financieros y habían hipotecado la mitad de la mansión. Paralelamente a estos acontecimientos, María de Jesús había realizado algunos estudios de Enfermería y sabía poner inyecciones. Cuando la mamá de Pedro Infante cayó enferma, él se encargó de sus cuidados médicos. Eso permitió una cercana amistad con el famoso cantante y actor mexicano. Como María de Jesús era muy guapo y vestía elegantemente, Pedro Infante lo invitó a colaborar como actor y extra en varias películas, entre las que podemos citar: “A toda máquina” y “La feria de las flores”. Dicen que por su parecido con Mauricio Garcés, era su doble en las acciones difíciles o delicadas del filme. Fue miembro de la Asociación Nacional de Actores (ANDA). Era de piel blanca, cuerpo alto y macizo, con un bigotito bien recortado. Todas las mañanas, después de bañarse, solía ponerse crema en la piel, el rostro, la secaba y salía a caminar por las calles.
Libros
Lunes 9 de Septiembre de 2019 En la Ciudad de México, donde viajaba con frecuencia, se hizo pasar como director de un famoso centro médico. Dicen que un día pidió una pieza valiosa de una joyería y huyó con ella. Que cuando Pedro Infante visitó Colima se fue en carro con María de Jesús y sus amigos, ante el enojo de las lindas damitas colimenses. Que cuando llegaron al centro de la ciudad alguien le gritó a Pedro Infante que María de Jesús era “puto” y el actor lo noqueó de tremendo golpe. Que después de presentarse en la cancha “Andrés Figueroa”, en La Petatera y otros escenarios locales, Pedro Infante y María de Jesús se escondían en la casona de sus padres, con damiselas y chalanes, hasta el día siguiente. O si no, que los veían en la cantina “Los rizos de oro”, donde María de Jesús se inició como mesero. En otras ocasiones, éste era chofer de Pedro Infante y así lo veían montado en su Cadillac negro, que finalmente le fue obsequiado a María de Jesús . Cuando Pedro Infante murió, en el trágico accidente aéreo ocurrido el 15 de abril de 1957, dicen que María de Jesús se volvió loca, histérica, intolerante y perdió piso. Les exigió a sus padres que vendieran el resto de la casona para irse a la Ciudad de México a continuar su preparación como actor. No quería compartir nada con su hermano Miguel y, ocasionalmente, empezó a golpear a su mamá. Amenazó de muerte a su hermano y sentía un ligero desprecio por el origen campesino de su papá. La única persona que lo ayudó en este doloroso trance, ante la pérdida de su amado Pedro Infante, fue la exuberante mujer Beatriz Herrera,
El autor
mejor conocida como La Chata Herrera, que tenía un parecido con La Tigresa, y dicen que era de cascos ligeros. Ella fue amiga íntima de ambos, de Pedro Infante y María de Jesús . Las cartas y fotografías que aquéllos se enviaban primero pasaban por los ojos de La Chata. Como María de Jesús no pudo controlar su temperamento irritante, vino el enfrentamiento con su hermano, el balazo y la muerte. La familia se desperdigó. Una de sus hermanas se fue a Guadalajara (Cuca). Otra se casó en el puerto de Manzanillo. Miguel se alejó de Colima y los amigos no hallaban cómo olvidar el trágico desenlace. Solamente quedaron en la entidad los bares y cantinas donde se formaron como bohemios y buenos bebedores: La Finca de Adobe; la casona del padre Miguel Anguiano, que era atendida por su hermana y que además de cervezas incluía un tocadiscos; el local de El Bongó; los bares del Hotel Costeño y del Hotel San Cristóbal; el expendio para vender alcohol atendido por doña Nieves Castillo, enfrente de las calles Aldama y Filomeno Medina; la cantina “Los Rizos de Oro” ubicada por las calles Daniel Larios y 5 de Mayo. Todo este panorama de bebeduría y tomaduría, más el mito cultural del amante de Pedro Infante, viene aderezado con un lenguaje pícaro, sugestivo, lleno de humor y sarcasmo. Muchos de los apodos, aparte de los ya señalados, así lo dejan ver; estatua de “El Mono”, calle de “Las Quince Letras”, Rodolfo Magaña El Pescador, Don Ramón Cruz El Panocho, el jefe de la policía judicial
Alfredo Montaño Hurtado nació el 28 de octubre de 1954 en la ciudad de Colima. Fue estudiante de Antropología Social en la ENAH, corrector de galeras y estilo en el periódico Unomásuno (1981-1982). En la Ciudad de México formó parte del taller de Novela de la Dirección de Promoción Nacional del INBA, dirigido por José Agustín y René Avilés Fabila (1978-1982). Participó en el Taller Literario que dirigió Oscar Oliva en Casa de la Cultura de Colima. Ha trabajado como reportero cultural en los diarios Ecos de la Costa, Diario de Colima, Avanzada y El Comentario. Fue colaborador en el área de prensa de la Dirección de Difusión Cultural de la Universidad de Colima. Fue colaborador como periodista radiofónico en las emisoras XEBCO, XERL, XELS y XECS, donde produjo programas culturales, artísticos y de divulgación social. Fue jefe del Departamento de Capacitación y Prensa
conocido como El Píldoras. Y a este alegre estilo debemos agregar la incorporación de un lenguaje coloquial, complementado con el uso de regionalismos o colimotismos, propios de esta zona. Ejemplos: “Ponía su chiquihuite y su cabrilla en la esquina de Manuel Álvarez” (p.10); “sudando a mares” (p.19); “ya no sabía si era por algo humorístico que hallé ahí, o por algo que intensamente me picó” (p.20); “Creo que andan por ai de llanteros” (p.36); “Son muy amigos, y todavía viene el cabrocho ése” (p.50); “Lo que pasa es que era muy cuatacho con toda la gente” (p.51); “Jesús le tiró un tarascón” (p.82). Por esta capacidad de recrear el habla popular, a través de una sintaxis poética y risueña, la obra narrativa de Alfredo Montaño es citada como ejemplo del uso de este idioma en el Diccionario Panhispánico de Dudas (2005) y en la Nueva Gramática de la Lengua Española (2009). Documentos que fueron editados por la Real Academia Española (RAE), en colaboración con la Asociación de Academias de la Lengua Española en América Latina. Igualmente, hay referencias a su obra en el Diccionario de Escritores Mexicanos del Siglo XX (volumen VI), editado por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. También hay registro de su prosa en el Diccionario Histórico de El Colegio de México y en la Enciclopedia de la Literatura Mexicana, impresa por la Fundación Para las Letras Mexicanas, dependiente del Conaculta.
de los SCEP de la SEP en Colima. Fue subdirector de información de la Dirección General de Comunicación Social de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Fue Premio Estatal de Poesía del Injuve en 1973. Fue Premio Estatal de Cuento “Gregorio Torres Quintero” en 1982 y Premio Estatal de Periodismo en 1984. Entre sus libros publicados se encuentran: La agresión (relatos/ 1983), Del agua mansa (poesía/ 1985), Las cenizas de los sueños (narrativa/ 1990), Las andanzas del Indio Alonso (novela/1995), Zapatito de cristal (cuentos/ 2002), Los designios de la palabra. Entrevistas y reportajes a escritores (UdeC/2009), María de Jesús, o la dulce tentación del beso mordelón (PuertAbierta Editores/ febrero 2013). Mantiene inédita la novela La vitrina y es coautor en el volumen Las luchas campesinas en Colima.
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Poesía
Lunes 9 de Septiembre de 2019
Desde el yo-poético asume la experiencia del dolor y la enfermedad
Blanca Luz Pulido: poesía de la esencia, poesía de la revelación Por Nadia Contreras
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ejos de distracciones, ajetreos, colores chispeantes, la poesía nace de los prodigios del mundo pero también de los quiebres, las sombras; nace del tiempo, del cansancio, la vejez y la muerte. La propuesta de Blanca Luz Pulido se inscribe perfectamente aquí. Por otro lado, está la poesía que le da vuelta a la soberbia y a la vulgaridad de la vida y observa los detalles más pequeños: un pájaro, una piedra, el hilo, la aguja, un costurero. Es ésta también la poesía de Pulido; una poesía centrada en la esencia, en las voces que emana, los sentimientos, la relación que establece con el lector quien configura, según su circunstancia, la revelación. En su obra, integrada por Raíz de sombras (1986); Estación del alba (1992); Reino del sueño (1996); Cambiar de cielo (1997); Los días (2003); Pájaros (2005); Al vuelo (2006); La tentación del mar (2012) y Cerca, lejos, (2013), hay primeramente una preocupación por desentrañar el concepto de poema. Leamos: “Una idea / en busca de su forma / es capaz de aumentar / si la miro de cerca / y la dejo caer / en la tierra de mis ojos, / que buscan siempre / lo que todavía no existe”. [Sueño que no es] La poeta está frente a la idea, una idea que quizá no tiene forma pero que, sin embargo, estremece. Luego, esa misma idea se convertirá en presencia y tomará un ritmo, un color, una estructura sintáctica y semántica. El poema ha madurado: “En un instante / las cosas que no existen / se acercan a un centro / incandescente / que las convierte en tacto y en oído. // Una roca se desprende en la montaña, / un halcón avanza / y una paloma conoce su última visión del cielo. // Entonces las palabras / se deslizan entre sombras // y llegan del aire o del alba, / rumor de sílabas o ramas, / y son el grito del halcón / o la última mudez de la paloma”. [Nacimiento alado] Y ¿para qué se escribe? ¿para tratar con el otro? ¿entender la realidad? ¿encontrar la verdad? Para distribuir la luz y las sombras en su espacio responderá el poeta Francisco Pino; para repetir las palabras de las que
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se sabe o no se sabe su significado. Pulido, parece resolver la incógnita en los versos de “Viaje inmóvil”: “Escribo para viajar, / para llegar a territorios que no existen, / para que al salir de mí / no regrese jamás al mismo sitio, / para fundirme en el arco del / presente / mientras su marea me abraza, / me ciñe y me abandona en otras playas. // Porque nada importa sino viajar: / de todas formas / nunca estamos aquí completamente, nunca en el espejo arderá / la imagen última. [Los días, 2003]. Otro momento importante en la poesía de la autora de Raíz de sombras, es el uso de la sinestesia, esta figura retórica que consiste en mezclar sensaciones de sentidos distintos (audición, visión, gusto, olfato, tacto) o mezclar dichas sensaciones con sentimientos (tristeza, alegría, etc...). Leamos un fragmento del poema en prosa “Abrir del mundo” : “Impreciso y pertinaz, el vocerío de cantos que parecen uno solo aclara la sombra, definiendo en el cuarto, poco a poco, los contornos de los cuerpos y las cosas. Son las seis de cualquier día, de este universo o de otro cualquiera y ellos, unánimes y antiguos, siguen respondiendo, con una afirmación gigante y sabia, una pregunta que ya no escuchamos”. [Pájaros, 2005]. Mirar y escuchar es la invitación que hace la poeta en este texto; verdaderamente mirar y escuchar esas pequeñas maravillas del mundo de las que se hablaba al iniciar el texto. Aquí su relación directa con la poesía de Xavier Villaurrutia, López Velarde, Octavio Paz, pero sobre todo, con la poesía de Carlos Pellicer. La sinestesia es una figura fundamental en la obra del autor de Horas de junio. Incluso, se sabe que el autor se propuso saturar su poesía de elementos naturales para lograr tal efecto, referidos en su caso, a instantes idílicos, de admiración, contemplación, soledad o abandono. Otra coincidencia entre Pellicer y Pulido es la reivindicación del poder de la naturaleza. La figura del árbol resumirá la postura; un árbol puede ser una casa, un piano, un rama para que los pájaros inauguren la mañana: “A la mitad del aire / y grávidas de sombra están las ramas. // En sus hojas / los pájaros miden / la constancia
de las estaciones. // Las fibras del interior se vuelven tiempo / madurado en verdes, en ocres, / en rumores de canto / que entre viento y hojas vierte / una invisible sinfonía terrestre”. [En las ramas. Al vuelo, 2016]. Como ya se mencionó, Pellicer también reconoce el poder de la naturaleza y teje con cada uno de sus elementos su simbología. Veamos: “La ceiba es un árbol gris / de gigantesca figura./ Se ve su musculatura / medio manchada de gis. // Es el árbol que hace todo; / yo lo he visto trabajar / y en la tarde modelar / sus pajaritos de lodo”. Cerca, lejos es un conjunto de poemas que hace referencia al paso del tiempo, la edad, la ceguera; hace referencia al cuerpo enfermo. Por ejemplo, en un primer momento, los poemas de este libro parten de los ojos cansados, miopes. Aquello que se mira, no es en sí lo que se mira sino la magia del cerebro acabando la forma de la piedra, el libro, una calle. Adivinar, intuir, acercarse lentamente con cautela, quizá con miedo, temblando... a lo que se visluambra. La poeta escribe: “Así mis días: / entre lo íntimo / que se vuelve extranjero a pocos pasos / y las vastedades que me asaltan / en una hoja, piedra o pluma. // Ni cerca ni lejos, / vecina de lo ambiguo, / a veces me envuelvo / en mi propia sombra / a descansar de las distancias / y gozar
Creación
Lunes 9 de Septiembre de 2019
Divagaciones
de una mente sin reposo
La memoria es agua Por Sugey Navarro
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ensé en elegir una nueva taza. Resolví comprar una bonita, completa y sin la pintura cayéndose como cáscara de fruta. La que me has regalado sigue cumpliendo su función pero cuenta con marcas del inexorable paso del tiempo: heridas sin posibilidad de arreglo alguno. El color se ha gastado el punto que de la imagen oculta ya no hay nada secreto: surge sin necesidad del agua tibia. Una taza es un simple objeto para contener “X” o “Y” líquidos, a menos que su funda o decoración hayan sido elegidos a manera de recuerdos. Es decir, una taza deja de ser una simple taza, como una
la imprecisión exacta / de mis lentos, / vagabundos ojos miopes”. Lo interesante en este libro es el estudio profundo que realiza la autora en torno al cuerpo, su deterioro. Desde el yopoético asume la experiencia del dolor y la enfermedad. Es decir, la existencia es frágil, vulnerable, menesterosa. Es frente a la hoja de papel o electrónica que el deterioro y la enfermedad se conceptualizan. No frente al médico que debe sopesar de manera objetiva y subjetiva la enfermedad o ese estado de “conciencia infeliz” tratado por Hegel: “El alma alienada [enajenada] que es la conciencia de sí como dividida, un ser doblado y meramente contradictorio”. Leamos: “Torpe tal vez, / quizá dormida, / ocupada en tareas siempre menores. // Mi mano izquierda / revela pensativa / lo que no recuerdo, / lo perdido, / el trazo siempre vago / de sueños descendentes, imprevistos. // A veces, como quien trata / de encontrar en lo esperado / un brillo nuevo, / le doy tareas que sé no cumplirá, / le pido que sostenga instrumentos ajenos a su alcance, / un lápiz, una aguja”. Entre el dolor, los frascos de pastillas, aquello que ya no se puede realizar, el cuerpo debe acostumbrarse a otra condición de vida
hoja deja de ser una simple lámina de árboles molidos y blanqueados, cuando en ella dejas parte del amor o dolor; por medio de la palabra, o con los silencios que las lágrimas derramadas sobre el objeto, hayan de traslucirse al ponerle contra la luz de una lámpara. Cuando se imprimen palabras, imágenes o guiños que han de entender sólo los partícipes del código, el objeto cambia y deja de ser la simpleza para lo que fue creada: ya invoca. No soy de guardar recuerdos en la alacena. Recuerdo la necesidad de mi bisabuela de tener una vitrina con los platos más preciados que nunca tocarían la realidad de una cena o convivencia; todo con el fin de no arriesgarles a su caída, desgaste o pérdida. No veía más allá
e incluso, a otra forma de ser con el otro y ser tratado. Se habla también de otro tipo de sentimientos. Revisemos: “Camino sin puertas, / la mañana se abre lenta / en el aire de lo no dicho. // Detrás de los párpados / flotan aún las brumas del sueño. // Entre la oscuridad y la luz / todo se viste de posibilidades, / de preguntas: / surgen y se deshacen, / gatos placenteros / que juegan como si aún pudieran / entregarse a la corriente / altísima del sueño. // Avanza el sol y todo lo define, / combatiendo lo ambiguo con sus rayos. // A la mitad del día / atrevo un paso”. La palabra “atrevo” cierre con golpe duro el poema. El deterioro aleja al cuerpo de la certidumbre y lo condena a caminar siempre de manera incierta. A lo largo del poema se vive una especie de “resurrección” y todo se “viste de posibilidades”. Al final, sin embargo, cuando se decide ir más allá de la puerta, la vida es demasiado frágil. Una vez más la conciencia del deterioro, de la enfermedad, acaso de la muerte próxima, como lo expresará el poeta José Watanabe Varas a Miguel Ángel Cárdenas, en una entrevista realizada por el diario El Comercio en el año 2005: “Escribo poesía
de la manía de la gente mayor por guardar objetos como un tesoro, pero ahora caigo en cuenta del error de mis actos: seguir dando uso a lo que evoca lo que ya no será. La memoria es agua y los recuerdos, peces que pueden andar tranquilamente, mientras un anzuelo no llame. El recuerdo es sensible a la carnada, a los objetos que tienen un gancho invisible a través de los cuales atrapan pececillos siempre inesperados. No se puede decir que no esperas pescar cuando se sigue una vida en que la cotidianidad sigue repleta de objetos-anzuelo. Los días se vuelven una trampa. Una amenaza al pacífico acuario en que las escamas de colores brillan ligeramente en su apacible descanso.
para educarme a bien morir, a morir en paz”. Leer la poesía de Blanca Luz Pulido nos permite mirar la fragilidad de la existencia; su mirada se centra en los pequeños detalles pero que unidos a otros objetos, esas mínimas revelaciones se vuelven potentes. Bien lo dice Minerva Margarita Villarreal en la introducción a la antología Cerca, Lejos. Antología personal (1986-2013), publicada por el Fondo Editorial Estado de México (Colección Letras) / Secretaría de Educación del Estado de México, en 2013: “Sólo la creación de una arquitectura basada en la analogía y, desde ahí, en la edificación de pares, puede hacer viable la construcción de un puente por el cual transiten seres de reinos distintos. Una voz puede llegar a ser puente si se trata de conjurar, de convocar objetos provenientes de diversos ámbitos, a los que el hálito transformará en sujetos, porque esta acción implica, unión y establecimiento. Implica la vida en toda su expresión”. Además de Blanca Luz Pulido, en este ejercicio de poético es preciso repasar la obra de otras poetas mexicanas: Guadalupe Amor, Coral Bracho, Gloria Gervitz, Elva Macías y Elsa Cross.
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Crónica
Lunes 9 de Septiembre de 2019
De transportes y luces de neón Por Brenda Rosales
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on las 10:40 de la mañana. He tomado en la avenida Benito Juárez el camión para ir a mi trabajo. Esta mañana corrí con la suerte de abordar el autobús que va a la comunidad de Ocotillo, así que no tendré que tomar una doble ruta. Como no llevo nada para leer ni mis audífonos para escuchar música, este día decido despintarme con calma y esmero las uñas que recién me pinté hace un par de días. Desde el principio me doy cuenta que será difícil pues la diamantina del esmalte Sirena, de la famosa Yuya, vale cada centavo. Así que deposito mi mirada al horizonte y dejo que las toallitas fragantes para despintarlas, de la misma marca, hagan lo suyo.
No es que uno se suba a los camiones con el afán de impregnarse de información e historias de los demás compañeros de viaje, pero siempre termina enterándose de dos que tres cosas que le hacen gracia o algo por el estilo. Como dice el famoso dicho, “no sé si reír o llorar”. Y entonces comienza mi conflicto mental. El camionero, un joven de algunos veinticinco años, conversa con su “achichincle”, quien le ayuda a cobrar los pasajes y a anunciar los paraderos que la ruta sigue. Se siente una prisa casi cafeínica. Yo me siento aliviada hasta cierto punto, porque voy algo tarde y su prisa contribuye a que no me descuenten las propinas. De pronto reparo y no hago otra cosa sino escuchar atenta la conversación que inicia el chofer:
Fotografía/ Facebook Secretaría de Movilidad Colima
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- No güey, al pinche panzón le vale madres. Yo ya me vi: un día nos vamos a venir estampando en una curva por allá por El Cóbano; ya desde cuando le dije de las direccionales y nomas nada. Traigo un faro roto y no me han pegado el lateral. Es entonces cuando el chófer lanza una bocanada al son de un eructo y sigue con su trago de Coca. - Güey, pues no le des tan recio, si estás viendo que traes madreados los frenos, pa’ que le juegas. - No’mbre, ‘tas viendo que no agarro nada de pasaje y así quieres que vaya más lento. Grítales baboso, diles que también voy pa’ la Universidad; ira, esos morros van pa’llá. Yo entro en pánico y sin darme cuenta ya estoy mordiéndome las uñas. ¡Los frenos no le funcionan y este vato va jugando carreras con el de la ruta 22 para trepar a todos los estudiantes posibles! Mientras la charla entre los dos chicos continúa: - ¿Ya viste lo que le compré? -dice el camionero a su ayudante a la par que saca una manguera de luces led- Estas van a ir alrededor del tablero para que me ayudes a ponérsela al rato. - Ya te dije que ya sé dónde venden por metro más baratas. - Pero no van a ser del mismo azul y se va a ver culero - Ira, si se las combinas con las que traes y esas las pasas para atrás, va a quedar chingón. - Ah, neta, pero pues como cuánto ocupo… ¿unos diez metros no? Sí es algo. -S í güey, pero pues bien perro. Seguimos surfeando coches, baches y semáforos. Estoy atenta al frente y sujeta del asiento delantero por si algún “frenón” repentino nos hiciera estamparnos unos contra otros, como chicles. Llego a mi destino y me siento afortunada. Bajo del camión reconciliándome con todos los dioses y santos que me pasan por la cabeza. Pienso que eso me saco por andar de metiche escuchando conversaciones ajenas; pienso en todos los pasajeros que ignoraron que no traíamos direccionales y los frenos todos “duros”; pienso en qué bonito se ha de ver el fregadazo de noche, con sus luces de neón por todos lados.
Crónica
Lunes 9 de Septiembre de 2019
La tarifa real Por Mitzi Lizardi* Los abusos en el cobro del servicio de taxis es el pan de cada día para los usuarios colimenses, aquí una de esas historias.
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omar un taxi a las 3 de la tarde en las ardientes calles de Colima se vuelve todo un reto de supervivencia, no sólo por el calor, sino porque es la hora cuando los conductores, al servicio de la ciudadanía, sacan a relucir frases como “ya no voy”, “es hora de comer”, “no voy para allá” o en el peor de los casos (que es el más frecuente) te dejan en visto: con tu mano alzada y el sudor escurriendo sobre tu frente. En una ocasión, después de cuatro intentos de levantar mi mano, uno de los 95 taxis distribuidos en la zona conurbada de Colima y Villa de Álvarez se detuvo. Un amable taxista de un Nissan Tsuru (casi todos son Tsuru), con los asientos un poco rotos y sucios, accedió a llevarme a mi destino. No pasaron ni dos minutos cuando el conductor ya se había tomado la libertad de subir a una muchacha, que para su beneficio iba “para mí mismo rumbo”. No dije nada ¿para qué?, sólo me interesaba llegar a mi casa. El aire que entraba por la ventana del auto golpeando mi rostro, hacía que el calor que sentía por estar más de 15 minutos esperando un taxi, disminuyera. Son de esos placeres ricos. Pensaba que pronto estaría en mi casa. El trayecto aparentaba ser como cualquier otro: con la música de Julión Álvarez de fondo, el taxista manejando sin precaución. La mujer que subió en el asiento del copiloto, no era de Colima. Llevaba una pequeña maleta negra, donde sólo podrían caber tres cambios de ropa, dos pares de zapatos y su ropa interior. Su vestir era de una persona que no se preocupaba mucho por su aspecto: ropa holgada, con colores oscuros, pelo suelto y lentes manchados de grasa.
Fotografía/ Facebook Secretaría de Movilidad Colima
En el interior del taxi, la mujer le preguntó al taxista cuánto le cobraba por llevarla a la colonia Villa Flores. El taxista de pelo corto, de 1.75 de altura y de buena actitud le dijo en tono de broma que 500 pesos. Entre risas giró su mirada buscando una sonrisa en mi rostro y mi aprobación a su chiste (la cual no obtuvo de mi parte), por lo que preguntó -¿Verdad que sí? Con actitud y un tanto de sarcasmo le respondí -Sí, claro 500 pesos. La joven de 37 años de edad sólo rio. El taxista, ya sin bromear, comentó que el precio real es de 45 pesos a cada una, ya que estamos por la misma zona. En el estado de Colima, el sistema que utilizan los taxistas para el cobro de las tarifas, es a través de un tarjetón donde tienen impreso el mapa de Colima y Villa de Álvarez, dividido por zonas con una autodenominación como “Zona 3D” o “Zona 7 Sur”, los cuales son códigos que se entrelazan y te indican la cantidad a pagar. El conductor, insistía que la tarifa era de 45 pesos, yo le comenté que de acuerdo a la página web de la Secretaría de Movilidad el precio justo era de 30 pesos. El semblante del conductor cambió, no le gustó en lo absoluto mi contestación, por lo que al no estar convencido, sacó su celular, de esos mejor conocidos como cacahuatitos, tecleó un número en la pantalla y le dijo a la otra persona en la línea que por favor me explicara el costo de la tarifa, que lo escuchara de él. A regañadientes tomé el teléfono: al otro lado de la línea a duras penas se escuchaba la voz aguda de un señor. Yo siguiendo con la petición del taxista le
pregunté cuál era la tarifa del Rey Colimán a la colonia Puerta de Hierro. Él dijo son 40 pesos. Le cuestioné que de dónde sacaba la tarifa. Sólo se limitó a responder con un “así es la tarifa”. Le insistí que de dónde se basaba, quién era él y porqué habría de creerle. Su respuesta fue que él también era taxista y que esa era la tarifa. No había más que preguntar, le regresé el celular al conductor. El semblante del conductor era diferente, tenso, con la mirada pensativa, sudando la gota gorda por los rayos de sol que rebotaban en su frente. No sabía a qué más recurrir. La mujer a su lado guardaba silencio. Él extendió su brazo y sacó de la guantera un papel doblado a punto de romperse y con las letras borrosas. Dijo que ahí estaban las “nuevas” tarifas. Lo movía de un lado para otro, y nada (silencio en el taxi). Antes de llegar a mi destino, la mujer le preguntó sobre lugares de Colima. Él olvidó el tema de la tarifa y siguió con la plática, pero para su mal genio se equivocó de camino y tuvo que rodear. Todo por no prestar atención. No dejaba de maldecir su equivocación. Estaba enojado y la señorita de al lado no dejaba de hablar. Al llegar a mi hogar, el ya no amable taxista dijo: “dame lo que quieras, pero la tarifa es la que te dije”. Sólo le respondí: “le daré la tarifa real señor, la que aparece en el tarjetón que debería traer”. __________
*Este texto fue realizado como parte del Taller de Periodismo Narrativo “El ornitorrinco de la prosa”, impartido por Arnoldo Delgadillo Grajeda.
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Letras
Lunes 9 de Septiembre de 2019
Palabrario
mexicano
Por Karla Patricia Valdovinos Mendoza Órale: Esta expresión nació en la actual ciudad de México, y de ahí se extendió al resto del país. Dicha palabra hace referencia a maravillarse con cierta información, sorpresa, asombro e incluso enojo. Órale puede funcionar como una respuesta práctica de emplear para casi cualquier pregunta, ya que esta depende del tono en el que se exprese, por ejemplo, si una persona dice “órale” sin emoción alguna, puede funcionar como desinterés en una conversación. Del mismo modo, si la palabra se pronuncia de modo apresurado y en un tono exaltado, puede indicar que se está apresurando a alguien.
Artes visuales
Agasajar: Palabra mexicana que indica regalo, tributo y homenaje hacia una persona. Muchas personas, incluso en México, piensan que agasajarse se refiere a la realización de un acto pasional, y en algo se relaciona, pero sólo como una muestra de cariño o aprecio, esto se realiza mediante regalos o festejos en nombre de alguien en especial.
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Carnal: En la mayoría de los lugares, carnal tiene como significado lo pasional, lo erótico y la lujuria, refiriéndose a lo corporal, sin embargo, en México existe un significado muy especial para esta palabra ya que, carnal se refiere al cariño y afecto que se tiene hacia otra persona que puede o no ser de la familia. En el momento que el mexicano emplea la palabra carnal, hacia otra persona, esta se entiende como sinónimo de hermano, ya que el afecto y compañerismo son sumamente fuertes. El motivo por el cual la palabra carnal es usa se debe a que el mexicano suele caracterizarse por generar lazos fuertes de amistad, los cuales son importantes dentro de su vida. Es aquí donde de algún modo se vincula el sentido íntimo que contiene la palabra carnal, ya que este permite enmarcar lo íntimo ligado con lo carnal, como lo íntimo de la amistad, a un nivel en que se llega a considerar a los amigos cercanos como carnales, como hermanos.
Pancho: Esta palabra incluye básicamente dos significados que, aunque son bastante diferentes, consisten en que de modo independiente y contextualizado, cada uno es sumamente concreto. El primero consiste en que pancho es un hipocorístico del nombre Francisco, ya que en México es común que los nombres de las personas se digan en diminutivo, esto, básicamente se realiza por cariño. El segundo significado concreto de la palabra se relaciona con hacer berrinches. Cuando una persona se molesta y comienza a decir y hacer cosas exageradas a la situación ocurrida.
Bibliografía: -País, El (2019). ¡Órale!: Una palabra española que se usa en México para expresar (casi) todo. Disponible en: https://verne.elpais.com/verne/2019/06/21/ mexico/1561089730_486865.html
Fotografía
Lunes 9 de Septiembre de 2019
1, 2, 3… Miguel Ochoa.
Por Brenda Rosales
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os pasamos la vida enumerando cosas. Contamos los años que tenemos, los meses que nos faltan para terminar de pagar un crédito, los días para llegar a las vacaciones. Retos y más retos. Esta semana, sin mayor complicación
lanzamos a nuestros colegas la dinámica #Tres que pretende conjuntar tres elementos destacados en la fotografía, ya sean del mismo tipo; como tres aves o diferentes elementos como rostros, detalles, espacios e infraestructuras. Aquí les dejamos una breve selección de imágenes que esperamos les guste.
Alma Delia Chávez.
Francisco Bueno.
Charly Morales.
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Cine
Lunes 9 de Septiembre de 2019
Cine-arte
Parasite Por Lía llamas
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os surcoreanos se rifan a la hora de crear cine. La mayoría de las producciones cinematográficas en ese país abordan temas que rayan en la distonía, especialmente sobre la guerra. Tenemos, por ejemplo, a un Godzilla bailando por las avenidas. Ahora, increíblemente se está rompiendo la casi normativa antes mencionada: cada vez se suman nuevas propuestas que van dando una evolución a la industria cinéfila surcoreana. Lógico, con ello surgen nuevos talentos. Tal es el caso de Bong Joon-Ho, un joven director que con su humor negro llevó Parasite al Festival de Cannes y se ganó la Palma de Oro. Y aunque no conocía su trabajo, recuerdo que un día de pereza semanal hus-
mee en los medios especializados en cine, películas nuevas. De pronto me encontré con Parásitos (título en español de esa joyita). Me llamó tanto la atención que ni siquiera me atreví a leer la sinopsis o ver el trailer, que es realmente una “cosa bíblica”. Clarto, habría que verlo para poder dar el segundo paso y chutarse esa movie. Y es que uno asocia la modernidad coreana con la clase alta, con lujos y con mucha tecnología. Ellos están en la cumbre de las posiciones primermundistas; son el sueño de muchos, aun los otakus, y yo soy una simple operadora de noticias y escritora, aunque busco romper con los temas de siempre, tan concluyentes. En la película parece que damos un paseo por un tema sin sospechar que terminará en un contraste totalmente diferente. Parasite es muy cómica de principio a fin, aunque de repente nos topamos con esa realidad escondida que Bong va mostrando a través de los diálogos de los personajes. Al
final, todo eso nos cae como agua helada. Es una película sumamente vertiginosa que mezcla arte, humor, terror y distopía. Tiene un poco de misticismo, pero hay algo muy impactante, una sorpresa que pocas películas tienen y que provoca un hundimiento de la trama. Siempre he dicho que cuando te topas con un final tan casi perfecto, es cuando puedes recomendar una y otra vez el filme en cuestión. Entonces, ¿de qué trata Parasite?: pues te puedes horrorizar y compadecer al mismo tiempo. No puedo explicar más porque la opinión más importante es la que da o no, una gran ovación, misma que se llevó en Cannes. Lo tremendamente graciosa y triste a la vez, es que no se trata de una película bipolar, ni banal. Por eso hoy culminaré afirmando que Joon-Ho es un genio del arte, que va recio para ser nominado al Oscar porque ya dejo su marca en Cannes. Seguro que hará lo mismo en ti si la ves.
16 de septiembre está aquí, y el 20 de noviembre doblando la esquina. La tienda debería estar llena de banderas tricolores, poderosas águilas devorando horribles serpientes; Adelitas y Panchos Villa; serpentinas y gorros; letreros de “Viva México”. La tienda debería estar de fiesta, en cambio, hay letreros que parecen indescifrables: xmas, ¿qué rayos significa eso? “No es tan grave”, me dije, “esto es una tienda, un negocio, sólo ven mercancías y ganancias”. Seguí caminando. Empujando el carrito metálico y luchando por no caer en las garras de las compras compulsivas. Cada paso era más pesado que el anterior. Aun cuando me esforzaba por dejar atrás el alegre pasillo navideño, las miradas de los pequeños ayudantes de Santa de porcelana me seguían despiadadamente. “Faltan cuatro meses”, me dije, “¡cuatro meses!” Pareciera ser un efecto de la vida moderna. Todo es más rápido, instantáneo, todo debe estar al alcance de nuestra mano en el momento que lo deseamos o ya no sirve. Vivimos en la época del desechable. No son sólo las grandes tiendas anticipando las festividades para aumentar sus ganancias. Son las escuelas recortando los días de clase; son los semáforos que
cada mes ven alterados sus ciclos de cambio y reducido el siga; son los países que empiezan a preparar los juegos olímpicos de los que serán anfitriones 10 años antes de la inauguración; son las cadenas de comida rápida que en tres minutos te dan una “comida completa”. Vivimos cada vez más de prisa. Con más cosas qué hacer, pero con menos tiempo para hacerlas. Corremos a la escuela para dejar al niño, a la oficina para llegar antes de que nos descuenten el día, al gimnasio para que no se noten las cenas congeladas de diario, corremos a la tienda para alcanzar fruta fresca y al banco para pagar la tarjeta antes de que cierren. Siempre estamos corriendo. -Son $237.60 -me arrancó la cajera de mis pensamientos- ¿desea redondear? -Ya no hay tiempo de detenerse a oler las rosas -le dije- y no, no deseo redondear. Como si no me hubiese escuchado o no hubiera entendido siguió su discurso de empleada del mes. -¿Le interesa nuestra oferta del día? Dos cajas de luces navideñas con música por sólo $89.90. Aproveche, ya casi es navidad. -Sí -tomé mis cosas y guardé el cambio- ya casi es navidad… deme cuatro cajas.
Letronauta Ya casi es navidad Por Wilberto Palomares
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Disculpe joven -interrumpió mi andar una chica con uniforme y una sonrisa tan amplia que no podía ser real- ¿le interesa nuestra oferta del día? Dos cajas de luces navideñas con música por sólo $89.90. Eso fue todo. La palabra con “ñ” empezó a hacer eco en mi cabeza. Levanté la mirada y el pasillo 7, que normalmente tiene cereales y una variedad innecesaria de leche parecía haber desparecido. En su lugar había esferas luminosas, de cristal o cubiertas con brillo; hombres de nieve que en realidad eran de plástico; extensiones infinitas de pequeños e intermitentes focos multicolores. Un poco más allá, al final de los estantes, frondosos pinos con grandes etiquetas rojas encima 100% natural. Corroboré la fecha: 2 de septiembre. Al supermercado parecía habérselo olvidado que hay feriados antes de navidad. El
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Opinión
Lunes 9 de Septiembre de 2019
Perdonar las ofensas, ¿por qué no las deudas? Por Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda
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dvertencia no se trata de una discusión teológica, aunque dirán que lo es cuando hablamos de una palabra, de un concepto que se dice en el Padre Nuestro; un detalle nimio, sin embargo, al valorar el término ya no resulta tan pequeño y es posible que hasta tengamos que introducirnos en lenguajes especiales. El vocablo fue cambiando por la liturgia católica en 1986 de un plumazo, las deudas se transformaron en ofensas y al decir una cosa por otra no pareciera haber mayor implicación; sin embargo, cabe preguntar por qué Jesús utilizó deuda y no ofensa. En Mateo (6, 9-13), el término evangélico es deuda, luego, la obligación es como deudor, no ofensor. Podríamos considerar la ofensa como una deuda pendiente de reparación o compensación, pero en ese caso se estaría asumiendo una obligación como deudor. Se ha utilizado el término pecado, que dejaremos de lado, sin antes decir que viene del latín peccatum: delito, falta de acción, culpable; lo cual significa que se peca por acción u omisión. En la parábola de los dos deudores, Jesús los llama pecadores (Mt.18:23-35), pues quien peca u ofende ha contraído una deuda, e incluso hay quien desea que se pague el precio total del adeudo, pues no es nada fácil perdonar y sí lo es incurrir en deudas, de muchísimas formas, baste robarle a una persona su honra o peor aún, quitarle la vida. Alguien tiene que pagar, sin embargo, perdonar es cancelar la deuda. Tanto en ofensas como en deudas hay dimensiones, así como diferentes tipos; existen deudas impagables y ofensas imperdonables. La ofensa es de tipo antropológico, al dañar a un ser humano y adquiere una dimensión de hermandad, lo cual provoca que el ofensor no tenga paz, sabiendo que ha dañado a un semejante. La ofensa tiene un sentido más restringido que la deuda; ofender implica una relación personal que puede estar ausente en la deuda y cuando se ofende se pide disculpa o perdón al ofendido; pero en el caso de la deuda habrá que pagar y al no poder hacerlo, es preciso solicitar la intercesión
divina para saldar la deuda. En Antropología, la deuda también se refiere a la relación entre los ciudadanos y la autoridad. Pierre Clastres en Investigaciones en Antropología Política, escribe sobre la dimensión política de la deuda: “Es la deuda comunitaria”, referida a la organización y equilibrio en la sociedad; en las primitivas se imponía una deuda al líder de la tribu, quien asumía la obligación de proteger, de tomar decisiones y de devolver la confianza puesta en su persona en forma de resultados positivos para toda la comunidad; de no hacerlo, pagaría hasta con su vida. No obstante, ahora parece ser lo opuesto, es la ciudadanía quien se considera en deuda con sus gobernantes. La deuda no es sólo económica, hay deudas de índole moral y en ese caso, la deuda contiene al pecado y a la ofensa; la diferencia es que la deuda obliga a la restitución y para extinguirla es necesario pagar. La deuda moral son los favores recibidos que obligan a la retribución de los mismos, por esto, consideramos ingrato a quien debiendo un favor, no lo reconozca. Otra dimensión de la deuda es la psicológica, que se asocia con la percepción del valor o del riesgo que implica para las personas involucradas. La dimensión psicológica es relativa, el grado de la ofensa depende de la sensibilidad de la persona, tomando en cuenta que unos individuos son más susceptibles que otros. La ofensa se define como cualquier acto o palabra que ofende al dañar la dignidad o el amor propio, al ofender se puede generar un desprestigio para el ofendido y en ese caso se transforma en deuda y debe restituirse la honra. Releyendo los evangelios se puede constatar que al hablar de deudas, Jesús lo hacía Ex lege, de obligaciones legales;lo cual es el punto clave, pues no existe gran diferencia entre ofensa y deuda, de acuerdo con el diccionario, pero sí de acuerdo con el Derecho. Una deuda, del latín debĭta, plural de debĭtum, es un débito y exige la obligación de pagar, satisfacer o reintegrar lo que se debe; entendiendo que no se trata sólo de las deudas materiales o monetarias, de ser así no se hablaría de deudas de honor o de tener una deuda de por vida o reparación del daño. Deuda
es sinónimo de obligación, es “dar, decir, hacer o no hacer algo que otro puede exigir” y se debe pagar, reintegrar o satisfacer; la deuda tiene una dimensión de delito o cuasidelito y, por tanto, efectos jurídicos. Ofensa, del latín offensa, es la acción de agredir, al componerse del prefijo ob-, contra, fendere, golpear, agredir y el sufijo –sa, que ha recibido la acción y por ende, se siente insultado o descalificado, ultrajado, menospreciado, por la ofensa, aun cuando ésta haya sido únicamente con el propósito de fastidiar o molestar y en ese caso se entienden como falta de respeto a la persona. Valga decir, la ofensa ofende y a veces no peca, pero bien que incomoda. Asimismo, la ofensa o el pecado no incluyen lo económico y también podrían ser sin intención de ofender; aquí entraría la dimensión cultural, lo cual es posible cuando se desconocen las costumbres y se dice o hace algo que es ofensivo de acuerdo con la escala de valores o tradiciones de una sociedad, entonces, por no tener cuidado y actuar a lo nango–colimotismose ofende. En el Padre Nuestro, Jesús nos acerca a Dios como un padre y nos aleja del “Dios de los ejércitos” del Antiguo Testamento; en el Padre Nuestro, Dios es Padre, es Abbá, papá, pues igual que Immá –mamá- es una palabra que denota amor y confianza infantil. Quizá esta forma coloquial de hablar con Dios se consideró irrespetuosa, pero ahora, al decir ofensas, quizá no estamos pidiendo se nos perdone todo; deudas incluye todo, sean ofensas, faltas o pecados. Sin embargo, siendo deudas existe una condición, tenemos que perdonar antes y el compromiso es tremendo, ya que de acuerdo al modo y grado en que perdonemos se nos condonara la deuda; todos caemos, pues es imposible vivir sin recibir una ofensa sin adeudar nada o de ofender y deber, de ahí la exclamación: ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero, ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! (Mt. 18:7). mirtea@ucol.mx
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Lunes 9 de Septiembre de 2019
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