CONTENIDO
Índice
Lunes 7 de Octubre de 2019
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Reflexión religiosa, profundidad espiritual y alta cultura en un libro de Miguel León-Portilla por Víctor Gil Castañeda
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Apuntes para una biografía de Miguel León-Portilla, desde la mirada de otro historiador* por Sugey Navarro
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Palabrario mexicano
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El Ojo Dominante por Brenda Rosales
12 ¿Amar la trama o el desenlace? por Karina Ortiz
13 Cine-arte
por Lía Llamas
por Karla Valdovinos
Las opiniones firmadas por sus autores no son responsabilidad de quienes editan este semanario ni de la U de C.
Fotografía/ Christian Jackson.
Tlamatini:
Hombre sabio, filósofo, aquel que sabe cosas.
DIRECTORIO
Miguel León-Portilla M.A. José Eduardo Hernández Nava Rector Christian J. Torres Ortíz Zermeño Secretario general Vianey Amezcua Barajas Coordinadora general de Comunicación Social Jorge Vega Aguayo Director general de Prensa
El Comentario Semanal José Ferruzca González Director del periódico El Comentario Yadira Elizabeth Ávalos Rojas Coordinadora de edición Brenda Rosales Peña Información y corrección Ma. Guadalupe Venegas Peregrina Diseño
e-mail:comentariosemanal@gmail.com
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In Memoriam
Lunes 7 de Octubre de 2019
Miguel León-Portilla militante en la trinchera de los vencidos
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El célebre historiador y filósofo, integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, falleció el 1 de octubre, a los 93 años de edad, en la Ciudad de México.
l llamado tlamatini u hombre sabio, filósofo, aquel que sabe cosas, el polímata mexicano Miguel Luis LeónPortilla murió el pasado 1 de octubre. Historiador, humanista, filósofo, orador, investigador, maestro, editor, traductor, escritor, lingüista, nahuatlato (quien habla náhuatl), etnógrafo, antropólogo, arqueólogo, experto en la cultura, la literatura y el pensamiento indígenas, férreo defensor de los derechos de los pueblos originarios, promotor de su riqueza intelectual y espiritual. Nacido el 22 de febrero de 1926 en la Ciudad de México, cursó sus primeros estudios en Guadalajara, Jalisco; se tituló en la Maestría en Artes por la Loyola University, de Los Ángeles, y en agosto de 1956 obtuvo su doctorado en Filosofía por la UNAM con la tesis intitulada “La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes”. Publicada tres años después por la propia Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y traducida al inglés, alemán, checo, ruso y francés, entre otros idiomas, esta obra revolucionó el estudio y la investigación histórica del pensamiento náhuatl en el país, así como de las culturas mesoamericanas. Fue discípulo de personalidades como el sacerdote, historiador y filólogo Ángel María Garibay, así como del antropólogo y arqueólogo Manuel Gamio. Miguel fue un trabajador incansable que escribió innumerables prólogos de libros, artículos y traducciones, impartió un sinfín de conferencias, simposios y cursos especializados entre los que destacan el Seminario de Cultura Náhuatl, uno de los más longevos en la UNAM. Por la celebración de los 90 años de vida del especialista, esa universidad organizó un homenaje en el cual destacó que “la idea central en la mayor parte de sus obras ha sido investigar en el punto de vista del otro, principalmente de los indígenas”. De ese modo, la máxima casa de estudios añadió que Miguel León-Portilla “ha inquirido acerca de su visión del mundo, su historia, su literatura, sus testimonios acerca de la conquista, siempre en busca de su sabiduría, lo cual ha provocado un gran interés en sus lecturas”.
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In Memoriam
La praxis
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sa labor la hizo como integrante del Colegio Nacional, desde 1971; de la Academia Mexicana de la Historia, donde ocupó el sillón 17 entre 1969 y 2015, además de investigador de la UNAM, donde durante 11 años también fue miembro de su Junta de Gobierno y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras durante más de medio siglo. Formó parte de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1962, cuando tomó posesión de la silla VII, así como del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, desde 1957, como profesor, investigador y director entre 1963 y 1975. Leía, hablaba y escribía en inglés, francés, alemán, italiano y portugués, en tanto que también leía latín y griego, pero desde sus estudios con Garibay aprendió náhuatl para comprender a fondo las culturas del centro de México, lo cual
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resultó clave para su labor y el desarrollo de la investigación indígena en México y América Latina. A nivel internacional fue director del Instituto Indigenista Americano de 1960 a 1966, así como embajador de México ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en París, entre 1987 y 1992, lo cual le permitió poner ante los ojos del mundo todo un continente cultural. También colaboró con la Sociedad de Americanistas con sede en París, Francia; el Instituto de Civilizaciones Diferentes, de Bruselas, Bélgica; la American Anthropological Association; la American Historical Association, y la National Academy of Sciences, entre muchas instituciones más. Su afán de dar a conocer el pensamiento azteca y la riqueza cultural indígena le llevó también a publicar casi 50 libros, entre los que destacan La
visión de los vencidos -su obra más leída y divulgada con 30 ediciones-, La filosofía náhuatl, Tonantzin Guadalupe, Literaturas indígenas de México, Trece poetas del mundo azteca y Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. Asimismo, editó la revista Estudios de Cultura Náhuatl y participó en la fundación de la Casa de los Escritores en Lenguas Indígenas, inaugurada en diciembre de 1996, momento en que se convirtió en miembro honorario de la Asociación Nacional de Escritores en Lenguas Indígenas. Tanto de sus seminarios como de esta agrupación surgió un movimiento literario enfocado a lenguas indígenas, el cual trasciende a toda América Latina y una generación de especialistas pioneros en el estudio y la interpretación del indígena visto no solo por su pasado, sino desde su presente vivo, cambiante y vital.
Su compromiso
Valor académico
Miguel, en sus palabras
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eón-Portilla resaltó que más de un millón y medio de personas tienen al náhuatl como lengua materna y son muchas más quienes tienen esas raíces, viven esa cultura, sus tradiciones, costumbres y forma de comprender el mundo y relacionarse con él. De ahí que promoviera la educación bilingüe rural en todo el territorio mexicano e incluso trabajara en México, muchas lenguas y culturas, textos para alumnos de secundaria y preparatoria, los cuales tenían como meta evitar la muerte de las lenguas indígenas y, con ellas, la cosmogonía y la cosmovisión de cada etnia. Al respecto es famoso su poema “Cuando una lengua muere”, en el cual expresó que “Cuando muere una lengua entonces se cierra a todos los pueblos del mundo una ventana, una puerta, un asomarse de modo distinto a cuanto es ser y vida en la tierra”. Su compromiso con el indígena de ayer y de hoy se vierte en toda su obra como un puente de diálogo entre los pueblos originarios y los ciudadanos y residentes de México, de los latinoamericanos, el mundo occidental y el resto del orbe, que lo reconocieron como una autoridad mundial.
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s por ello que el estudioso de la filosofía náhuatl recibió toda clase de títulos y condecoraciones, entre ellos 28 doctorados Honoris Causa de universidades de toda América, Europa e Israel. También la Medalla “Belisario Domínguez” que le entregó el Gobierno de México en 1995; el reconocimiento “Living legend” (leyenda viva), el cual en 2013 le dio el Congreso de Estados Unidos; el XV Premio Internacional Menéndez Pelayo, en 2001, y el Premio Nacional de Ciencias Sociales, Historia y Filosofía, en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, en 1981. Así como el Reconocimiento Especial Bicentenario de la Independencia Nacional y Centenario de la Revolución Mexicana, por su enaltecimiento del valor de “Labor intelectual: Ciencia”, y el Premio Internacional Alfonso Reyes, en 2001, entre muchísimos otros galardones. En 2009 el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia le entregaron el reconocimiento “Caballero Águila” por sus grandes méritos académicos; en tanto que la Cámara de Diputados la reconoció con la Medalla al Mérito Cívico “Eduardo Neri, Legisladores de 1913”.
El arte está en saber convivir, yo creo que el arte del ser humano es la comprensión del otro”, externó en alguna ocasión el maestro, quien se manifestó a favor del derecho de los pueblos indígenas de México y otras naciones a alcanzar su autonomía y ser dueños de su propio destino, de que se atiendan sus demandas, de respetar cada lengua y preservar su identidad cultural. “Cada cultura es una adaptación del hombre, del ser humano al medio en que vive y con el que está en diálogo. El medio natural no es un escenario, es el interlocutor de la cultura”, declaró en otro momento. Casado desde 1965 con la también historiadora, filóloga, lingüista e investigadora española Ascensión Hernández Triviño, Chonita como él le decía de cariño, y con quien procreó a su hija María Luisa. En el marco de la celebración de sus nueve décadas de vida, Miguel LeónPortilla aseveró que “Mi vida ha sido muy feliz, estoy en paz con ella”.
(Fuente / NOTIMEX)
In Memoriam
Lunes 7 de Octubre de 2019
Reflexión religiosa, profundidad espiritual y alta cultura en el libro de
Miguel León-Portilla *Comentarios al texto La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. *Doctorado Honoris Causa por la UdeC en 1994. Por Víctor Gil Castañeda
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uando leemos investigaciones en torno a la antigua cultura náhuatl, donde se descubren los saberes, las artes, ciencias médicas, ciencias astronómicas, metodologías jurídicas y técnicas de construcción prehispánicas, quedamos maravillados ante sorprendentes portentos. Así me pasó cuando terminé de leer el libro del doctor Miguel León-Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, publicado en 1979, en una segunda reimpresión de la tercera. Tiene 410 páginas. El prólogo
Organización del universo Hablaremos levemente de los últimos cuatro temas, por no existir más espacio en esta colaboración. Son tan interesantes que quisiéramos transcribir todo el libro. El doctor Miguel León-Portilla en el apartado “Integración de la imagen náhuatl del universo”, indica que la superficie de la tierra (tlaltícpac) era un gran disco situado en el centro del universo que se prolonga horizontal y verticalmente. Alrededor de la tierra está el agua inmensa, que extendiéndose en todas partes como un anillo, hace del mundo: “Lo enteramente rodeado por agua”. Pero tanto la tierra, como su anillo inmenso de agua, no son algo amorfo o indiferenciado. Porque el universo se distribuye en cuatro grandes cuadrantes o rumbos, que se abren en el ombligo de la tierra y se prolongan hasta donde las aguas que rodean al mundo se
es del doctor Ángel María Garibay Kintana y pertenece a la Serie de Cultura Náhuatl “Monografías 10”, impreso en México por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. El documento contiene setenta temas que abarcan tópicos como el valor del pensamiento mesoamericano, los tipos de filosofías en el México antiguo, el origen y desarrollo del pueblo nahua, la organización socio-política de los mexicas, los cronistas de Indias y el rescate del patrimonio cultural prehispánico, el valor de la poesía como una forma exquisita del pensamiento antiguo, las escuelas o centros de educación superior, los principales temas filosóficos abordados por los antiguos mexicanos, los libros adivinatorios o “Tonalámatl”, los calendarios astronómicos, la importancia de los tlamatinimes o sabios en la antigüedad, la función de los sacerdotes, el trabajo de
juntan con el cielo y reciben el nombre de agua celeste. Los cuatro rumbos del mundo implican enjambres de símbolos. Los nahuas los describían colocándose frente al poniente y contemplando la marcha del sol. Allá por donde éste se pone se halla su casa, es el país del color rojo. Luego, a la izquierda del camino del sol, está el sur, el rumbo del color azul. Frente a la región de la casa del sol está el rumbo de la luz, de la fertilidad y la vida, simbolizadas por el color blanco. Finalmente, a la derecha de la ruta del sol, se extiende el cuadrante negro del universo, el rumbo del país de los muertos. Tal era el aspecto horizontal de la imagen náhuatl del universo. Verticalmente, arriba y abajo de este mundo había 13 cielos y 9 infiernos. Estos últimos son planos cada vez más profundos, donde existen las pruebas que deben afrontar durante cuatro años “los descarnados” (los muertos), antes de
los astrónomos, la formación del universo, el origen de los dioses, la creación de los primeros hombres, las cinco eras o leyenda de los Cinco Soles, el Omeyocan (principio de la vida), el Mictlán (inframundo), el Tlalocan (paraíso), el valor de la sabiduría o toltecáyotl, la educación de los jóvenes, entre otros.
descansar por completo. Arriba se extienden los cielos que, juntándose en un límite casi metafísico con las aguas que rodean por todas partes al mundo, forman una especie de bóveda azul surcada de caminos que corren en distintos planos, separados entre sí por lo que describen los nahuas como travesaños celestes. En los cinco primeros planos están los caminos de la luna, las estrellas, el sol, venus y los cometas. Luego están los cielos de los varios colores y por fin el más allá metafísico. La región de los dioses, y por encima de todo, el Omeyocan, lugar de la Dualidad, donde existe el principio dual generador y conservador del universo. Ésta era la que podríamos llamar, empleando anacrónicamente un concepto occidental y moderno, cosmología estática de los nahuas. Para completar la imagen es menester introducir ahora en ella los rasgos dinámicos que hemos
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In Memoriam estudiado -agrega-. Volvamos de nuevo a fijarnos en el centro del mundo, en su ombligo, como decían los nahuas. Allí es donde primordialmente ejerce su acción sustentadora el principio dual que mora en lo más alto de todos los cielos: Ometéotl, actuando en el ombligo del mundo, da fundamento a la tierra, desde allí también “la viste de algodón” (tlallíchcatl). Dando vida y moviendo a todo lo que existe, es Ipalnemohuani, haciendo llegar su presencia a “las aguas color de pájaro azul”, desde su “encierro de nubes” gobierna el movimiento de la luna, de las estrellas que son simbólicamente el faldellín con que se cubre el aspecto femenino de su ser generador, y por fin, dando vida al astro que hace lucir y vivir a las cosas, pone al descubierto su rasgo principal masculino de creador dotado de maravillosa fuerza generativa. Al lado de este primer principio dual, generador constante del universo, existen las otras fuerzas que en el pensamiento popular son los dioses innumerables, pero que en lo más abstracto de la cosmología náhuatl son las cuatro fuerzas en que se desdobla Ometéotl: sus hijos. Los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua, que actuando desde uno de los cuatro rumbos del universo introducen en éste los conceptos de lucha, edades, cataclismos, evolución y orientación espacial de los tiempos. En un afán de prevalecer y dominar, cada elemento trata de dirigir por sí mismo la acción vivificadora del sol.
El Mictlán Miguel León-Portilla, citando a Eduard Seler, dice que, por otra parte, creían también que los muertos en su viaje al infierno tenían que cruzar un amplio mar, que se decía chicunahu-apan “el extendido nueve veces”, o “agua que se difunde en todas las direcciones”… Agrega que la primera de las moradas de los muertos que menciona Sahagún es el Mictlán (“Lugar de los muertos”), que existía en nueve planos extendidos bajo la tierra, hacia como también hacia el rumbo del norte. Este lugar era conocido, igualmente, por otros nombres que dejan entrever sus varios aspectos. Allí iban todos los que morían de muerte natural sin distinción de personas. Como debían superar una larga serie de pruebas,
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Comienzan entonces las grandes luchas cósmicas, simbolizadas por los odios entre los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. Cada periodo de predominio es un sol, una edad. Luego viene la destrucción y el surgir de un nuevo mundo, en el que las plantas alimenticias y los macehuales (la gente), parecen ir evolucionando hacia formas mejores. Han terminado así los cuatro soles. El nuestro es el quinto, el de movimiento. En él se ha logrado una cierta armonía entre los varios principios cósmicos que han aceptado dividir el tiempo de su predominio, orientándolo sucesivamente hacia cada uno de los cuatro rumbos del universo desde donde actúan las fuerzas cósmicas fundamentales. Nuestra edad es pues la de los años especializados. Años del rumbo de la luz, o años de la región de los muertos, años del rumbo de la casa del sol, o de la zona azul a la izquierda del sol. Y la influencia de cada rumbo se deja sentir no sólo en el universo físico, sino también en la vida de todos los mortales. El Tonalámatl es el libro que permite señalar los varios influjos que sin cesar se van sucediendo, de acuerdo con una oculta armonía de tensiones que los astrólogos nahuas, como los de todos los demás pueblos y tiempos, en vano se esfuerzan por conocer y dominar. El destino final de nuestra edad será también un cataclismo: la ruptura de la armonía lograda. “Habrá movimientos de tierra, habrá hambre y con esto pereceremos”. Pero, tal conclusión cósmica
se les daba de compañía un perrillo que era incinerado junto con el cadáver. Pasados cuatro años, suponían los nahuas que las pruebas habían concluido y con ellas la vida errante de los difuntos. Y fue precisamente esta idea, de la final desaparición de los muertos en el Mictlán, al cabo de cuatro años, una de las principales razones que movieron a Chavero a sostener su interpretación materialista del pensamiento náhuatl. Otros nombres con que fue conocido el Mictlán son Tocenchan Tocenpopolihuiyan (“Nuestra casa común, nuestra común región de perderse”), Atlecalocan (“Sin salida, sin calle”), Huilohuayan (“Sitio a donde todos van”), Quenamican (“Donde están los así llamados”), Chiconamictlán (“Noveno lugar de los muertos”) y Ximoayan (“Lugar donde están los descarnados”).
de carácter pesimista no sólo no hizo perder a los nahuas su entusiasmo vital, sino que fue precisamente el móvil último que los llevó a superarse en dos formas por distintas: los aztecas se orientaron por el camino de lo que hoy llamaríamos misticismo imperialista. Persuadidos de que para evitar el cataclismo final era necesario fortalecer al sol, tomaron como misión proporcionarle la energía vital encerrada en el líquido precioso que mantiene vivos a los hombres. El sacrificio y la guerra florida, que es el medio principal de obtener víctimas para mantener la vida del sol, fueron sus ocupaciones centrales, el eje de su vida personal, social, militar y nacional. Su desviación mística, condensada en la que podríamos llamar “visión Huitzilopóchtlica del mundo”, hizo de ellos el pueblo guerrero por excelencia, “el pueblo del sol”. Tal fue la actitud suscitada en lo más representativo de los aztecas por la amenaza del cataclismo final del Quinto Sol. Ésta, como ya se ha indicado, no fue la única forma náhuatl de reaccionar. Hubo también, ya desde los tiempos de los toltecas, pensadores profundos que se afanaron por hacer frente a la temida destrucción en el marco espacio-temporal del universo, forjando una concepción estrictamente metafísica acerca de la divinidad y de una cierta supervivencia más allá de este mundo, sobre lo cual se encuentran especulaciones e hipótesis en numerosos poemas nahuas (páginas 124127).
Indica también que las mujeres muertas en el parto iban a un lugar llamado Cihuatlampa, que significa “Hacia el rumbo de las mujeres”. Era la región de la tarde, desde donde salían al encuentro del sol. Eran llamadas Cihuateteo (“Mujeres divinas”). Los que mueren siendo niños van a la región conocida como Chichihuacuauhco. Una palabra compuesta de las voces “chichihua” (nodriza), “cuáhuitl” (árbol), y “co” (desinencia de lugar). Lo que da la expresión: “En el árbol de la nodriza”. Según el Padre Ríos iban a ese lugar los niños que morían sin haber alcanzado el uso de la razón. Allí eran alimentados por ese árbol de cuyas ramas goteaba leche. Semejante destino asignado a los niños, debió evocar en los frailes la imagen cristiana del limbo (páginas 113, 204206, 208-209).
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El Tlalocan Citando Los Coloquios de los doce frailes, Miguel León Portilla explica que éste es el lugar donde de algún modo se existe, donde las cosas están germinando y verdean. Allí nunca hay hambre ni enfermedad y no hay pobreza… Agrega que otras razones más añaden los sabios nahuas en favor de sus creencias y tradiciones. No sólo fueron los dioses el origen de la vida “cuando aún era de noche”, sino que en todo tiempo son quienes la conservan: “Ellos nos dan nuestro sustento, todo cuanto se bebe y se come, lo que conserva la vida, el maíz, el frijol”…Y hay más, a los dioses es “a quienes se debe el que se produzcan las cosas”, ya que ellos dan el agua y la lluvia. Como símbolo maravilloso de su poder fecundador se alude expresamente a la morada divina, “allá donde de algún modo se existe”: en Tlalocan. Morada de Tláloc, Dios de
Omeyocan o Tamoanchan Dice Miguel León-Portilla que es el lugar metafísico donde mora el Dios Ometéotl, “Dios de la Dualidad”. Un dios celestial (Ilhuicatéotl) que tiene su comparte llamada Señora de la Dualidad o Señora Celeste. Algo así como un dios verdadero y su comparte. También conocido como Dios Dual (Ometecuhtli). Y es que -explica-, siendo uno, posee al mismo tiempo una naturaleza dual… “De allí, según creían los mexicanos, eran enviados los niños al mundo (Sahagún, Lib. VI, Cap.32). Por este motivo le llamaban también a este cielo Tamoanchan, “Lugar de donde se procede”, esto es, lugar del nacimiento. Un nombre que como lo he mostrado, era por esto como un lugar mítico del origen de los nahuas, puesto que estando allí el principio de la vida individual, era natural que fuera también el sitio de donde procedían los pueblos…” (páginas 39-40 y 152). Citando a Eduardo Seler, agrega que Tamoanchan era otro nombre para designar a la región de Omeyocan, el lugar del origen de cuanto existe: “En este lugar está concentrado el principio de la vida y por razón de estos dioses es llamado Omeyocan,
la Lluvia. Lugar donde las cosas siempre germinan y reverdecen. Explica que Bernardino de Sahagún lo describía como el Paraíso Terrenal, al que también iban algunos de los muertos: “Jamás faltan allí las mazorcas de maíz verdes, calabazas, ramitas de bledos, axí verde, tomates, frijoles verdes en vaina y flores, y allí viven unos dioses que se
lugar de la dualidad. De allí, según creían los mexicanos, eran enviados los niños al mundo. Por este motivo se llamaba también a este cielo supremo Tamoanchan, “Lugar de donde se procede”… Dice que Tamoanchan significa “Casa de donde bajamos”. Se le identifica en algunas ocasiones con el Omeyocan, lugar de la dualidad. Otras veces es equivalente al
llaman Tlaloques, los cuales parecen a los ministros de los ídolos que traen los cabellos largos”. Y respecto a quiénes eran los que iban al Tlalocan, el mismo Sahagún y otros cronistas, así como numerosos textos nahuas, nos certifican que tocaba este feliz destino a los elegidos de Tláloc, que los sacaba de Tlaltícpac, con una muerte que claramente indicaba su intervención personal, como los que morían ahogados, los que morían fulminados por un rayo, los hidrópidos, y los gotosos. A estos escogidos por el Dios de la Lluvia no se les incineraba, sino que sus cuerpos recibían sepultura. En relación con el destino de quienes iban al Tlalocan… parece implicar un “ulterior desarrollo del alma del que murió por intervención de Tláloc”. Algo así como una velada doctrina acerca de otra posible existencia en la tierra, para quienes han ido al Tlalocan. (páginas 131-135 y 204-207).
Tlalocan, desde donde regresan quienes han muerto siendo niños, para reencarnar sobre la tierra. Desde un punto de vista geográfico, Tamoanchan era también “un lugar mítico del origen de los nahuas, puesto que estando allí el principio de la vida individual, era natural que fuera también el sitio de donde procedían los pueblos”. (ps.185 y 388).
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Divagaciones
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de una mente sin reposo
Apuntes para una biografía de Miguel León-Portilla,
desde la mirada de otro historiador* Por Sugey Navarro
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l año ha estado lleno de nada gratas sorpresas, al despojarnos de la existencia de ciertos cantantes que fueron gran legado en materia de sus interpretaciones musicales. Llega el 02 de octubre de 2019 y entre las consignas que estamos obligados a no olvidar, desde aquella matanza en la Plaza de las Tres Culturas, se atraviesa la noticia de que el historiador Miguel León Portilla ha muerto la noche del martes del primer día de octubre. Nos deja un legado digno de análisis cuya amplia obra está compuesta por producción que va desde los artículos, libros y tesis realizados y asesorados, así como una serie de participaciones alrededor de la República Mexicana y el mundo. Su labor académica, resulta ampliamente seguida por la mirada de historiador del doctor Cruz Alberto González, quien desarrolla Miguel León-Portilla, Apuntes para su biografía, 1956-2012 como resultado de su estancia posdoctoral de investigación realizada entre 2016 y 2018, en el Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Colima, con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Cruz Alberto, originario de Zamora, Michoacán es doctor en historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, investigador nacional por el SNI, cuyo interés por la teoría de la historia y la interpretación del mito mesoamericano en la historiografía mexicana del siglo XX lo han llevado a publicar una trilogía sobre la obra del historiador y filósofo Miguel LeónPortilla que se cierra con estos Apuntes, precedidos por: Miguel León-Portilla. Repertorio bibliográfico. 1956-2012, Morelia, UMSNH-IIH, 2015 (publicación electrónica) y Miguel León-Portilla y la interpretación del
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mito en La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes.1956-2006, Colima, Universidad de Colima, 2017 (publicación electrónica) Cruz Alberto nos prepara, en sus palabras, un tercer acercamiento a la vida académica de unos de los historiadores e investigadores del México antiguo más prominentes del siglo XX; recurso que resulta una buena forma de atisbar a la vastedad de obra y ámbito de investigación del gran Miguel León Portilla en la tarea a la que dedicó los años de labor académica, difundiendo principalmente la literatura indígena prehispánica. Como podemos ver en el cuerpo de estos Apuntes para su biografía, a lo largo de su trayectoria académica Miguel León-Portilla ha publicado, editado y/o coordinado, de forma individual o en colaboración alrededor de 148 libros -varios de ellos profusamente reeditados-, más de 146 prólogos y estudios introductorios, alrededor de 700 artículos en revistas especializadas y periódicos, así como alrededor de 200 colaboraciones en obras colectivas. Durante todo este tiempo ha brindado más de 537 conferencias alrededor de México y el mundo, así como innumerables entrevistas y presentaciones de libros. Ha dirigido varias tesis de licenciatura, maestría y doctorado, incluidas las de los que a la postre se convertirían en célebres y connotados investigadores, como Alfredo López Austin. Se ha dado tiempo para formar parte de los comités editoriales de más de 15 revistas especializadas y ha recibido más de 56 premios -entre preseas, medallas, distinciones y becas- sin contar los más de 30 doctorados honoris causa que le han sido otorgados por igual número de universidades alrededor del mundo. Lo que no impidió su participación activa en sociedades y academias enfocadas a las ciencias sociales. Y es en el recuento de los proyectos
dirigidos o en que ha colaborado Miguel LeónPortilla, que realiza un recorrido a través de su vida académica como investigador y divulgador de la literatura y filosofía indígena, con artículos, una serie de libros y asesorías prólogos a diversas investigaciones, coordinaciones de revistas, así como un sinnúmero de conferencias; siempre con el fin en mente, que le hace avanzar y dejarnos el legado de traducciones, creación e impulso de todo tipo de contenidos para la divulgación de sus conocimientos: Cree y es un convencido de que la historia debe atender la realidad social total, “el todo social” que incluye cultura, pensamiento, visión del mundo, literatura, religión, arte, organización social y política, así como las estructuras económicas. En el primer capítulo de este libro, es posible construir la imagen del andamiaje que fue indispensable para la formación académica del gran León-Portilla, quien ante su interés por temas olvidados por el progreso y la civilización, se tuvo que confrontar con quienes no estaban de acuerdo ya no en el desarrollo, sino en la propia existencia de su línea de investigación. Fue así que tuvo que romper el esquema que una vez había defendido férreamente la Facultad de Filosofía y Letras, rehusándose a considerar más cultura y filosofías que la griega y la romana, cerrando ojos y oídos ante la evidente existencia de una tradición literaria y una concepción filosófica de nuestros ancestros; demostró con el paso del tiempo y de diversas formas, la necesidad del estudio de la cultura
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Lunes 7 de Octubre de 2019 mexicana desde sus orígenes y a partir de sus fuentes. Se asume como un creyente convencido de la cosmovisión indígena, particularmente aquélla relacionada con la cultura náhuatl cuando reconoce (como retomará de “Miguel León-Portilla, El tesoro del legado y del presente indígena”, Historia e Historias. Cincuenta años de vida académica del Instituto de Investigaciones Históricas, coordinado por Alicia Olivera): Para mí, acercarme al mundo indígena fue un acontecimiento vital. Me ha vuelto menos agnóstico. Creo en la visión de la flor y el canto, que todo es símbolo y hay un misterio que nos rodea. Lo creo así, a la manera indígena. Lo creo profundamente. Que el capítulo segundo, nos muestra a un consolidado investigador, cuya voz se escucha desde el Instituto Indigenista Interamericano y la UNAM hasta la UNESCO, en que su apoyo y aportaciones para determinar el 12 de octubre como el encuentro de dos mundos, conmemoración inicialmente conocida como descubrimiento de América, sale a relucir también como parte de los aportes diplomáticos que hizo en su paso por esta Organización, aún ante
la oposición de los españoles que insistían en dejarlo como se había instaurado en un principio. Esto, sin dejar de lado la tremenda conexión con la California Mexicana, y el apoyo para en reencuentro con parte de su historia, ante el seguimiento y recuperación de documentos indispensables para el reconocimiento y reconstrucción de su identidad. Abordando en el tercer capítulo, una compilación de su paso en las publicaciones más recientes, así como grosso modo, su cambio en la forma de trabajar, pero nunca disminución del ritmo, a causa de las adversidades que llegaron a su vista, apoyándose en otros para continuar haciendo las labores académicas acostumbradas. La investigación profunda que concluye esta trilogía acerca de la obra del gran Miguel León-Portilla, resulta tremendamente valiosa, aumentando exponencialmente su valor de contar con los propios comentarios del estudiado, aún a pesar de su bien sabida dificultad para la lectura en los últimos años, con el igualable apoyo de su esposa la destacada filóloga y lingüista Ascensión Hernández Triviño. Comentarios que fueron incluidos en esta obra, posterior a la lectura de dicha trilogía, en que a pesar de algunos breves desacuerdos con el punto de vista de González -contraste que hace
más interesante aún la lectura y respuesta de León Portilla-, puntualiza detalles acerca de los momentos y una que otra anécdota alrededor del desarrollo o presentación en su momento, de alguna de las obras que se mencionan, cerrando con el comentario final de León-Portilla, con la lucidez y entusiasmo que lo caracterizaron en vida: En la actualidad, o sea, durante los últimos tres años y medio [de 2015 a agosto de 2018], León-Portilla ha comenzado a resentir los achaques propios de lo que él llama su “juventud acumulada”. Esta juventud implica en él un goce de la vida pero no exenta de padecimientos como las dos pulmonías que ha padecido, la bronquitis, difícil de superar, una caída y otros males menores. Todo esto, sin embargo, no le ha impedido seguir trabajando día a día. (…) A los 92 años y medio, León-Portilla, agnóstico a medias, cree estar en paz consigo mismo y, por encima de todo quiere realizar, una vez más, una sentencia de Shakespeare en una de sus obras: To theysel be true (Sé verdadero a ti mismo). __________ Miguel León-Portilla, Apuntes para su biografía, 1956-2012, de Cruz Alberto González, se encuentra disponible dentro de las publicaciones en línea de la Universidad de Colima.
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Letras
Palabrario
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mexicano
Por Karla Patricia Valdovinos Mendoza Achichincle: Esta es una palabra que se emplea en la mayoría del territorio mexicano, y al igual que muchas de las palabras características de la cultura mexicana, proviene del náhuatl atl, que quiere decir agua, y chichinqui, que chupa, esto podría significar chupar agua, sin embargo, cuando se castellanizó la palabra, sólo quedó la esencia de ella: absorber algo que le es dado, es decir, con la castellanización la palabra achichincle, su significado se transformó, y actualmente quiere decir que una persona se coloca en la disposición de acatar las órdenes que alguien más le da, pero, cuenta con la peculiaridad de que esta obediencia sólo se le da a una persona, como una especie de fidelidad que se brinda a una única persona.
Tianguis: La etimología de la palabra tianguis proviene del náhuatl tianquiz(tli) que quiere decir mercado, el cual tuvo su origen en la cultura náhuatl prehispánica. Este consistía en que todos los comerciantes se reunían en un solo espacio, pero en esos tiempos no lo solo lo hacían para vender sus mercancías, sino para realizar trueque entre los diversos productos que llevaban todas las personas. Por tal motivo, los mercados o tianguis no sólo eran un sitio en el que se llevaba a cabo un intercambio culinario, sino que funcionaba como un vínculo de intercambio cultural que permitía la interacción y relación entre pueblos y culturas.
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Papalote: El papalote es uno de los juguetes mexicanos más conocidos en el país, pero lo más interesante de la palabra es que es proviene del náhuatl papalotl, que quiere mariposa. La vinculación que se realiza con este juguete se debe a la similitud que tiene un papalote con una mariposa, la cual consiste en la ligereza con la que se eleva en el aire, además que la forma delgada de las alas de una mariposa, también tienen parecido con la forma delgada del papalote. Al igual que las mariposas, los papalotes pueden ser de diferentes colores, en algunos lugares se juega mucho con ellos en el mes de febrero, debido a que en algunas regiones en este mes hace mucho viento, y esto permite que los papalotes se eleven más alto y con mayor facilidad, pero para que se eleven tiene mucho que ver el hecho de que los papalotes se elaboran con varillas delgadas de madera y papel china, dicha armazón va a atada a una bola de hilo, con la cual el dueños del papalote puede tener el control de papalote.
Chicle: El chicle es una de las cosas más conocidas a nivel mundial, si bien en otros países se le denomina con una palabra distinta debido al idioma, el motivo de que se encuentre en “Palabrario mexicano” es que, al menos en nuestro país, chicle proviene de náhuatl tzictli, que quiere decir pegar, dicha goma de mascar brota del chicozapote, pero antes de llegar al centro de lo que hoy conocemos como México, se comenzó a extraer por los mayas, quienes en el árbol de chicozapote realizaban cortes en forma de zigzag, y en la parte de abajo del tronco colocaban una vasija para colocar el líquido que emanaba del árbol y bajaba por los cortes. Ellos lo empleaban como medio de higiene o como apoyo para disminuir el hambre cuando hacían ayunos largos, gracias al amplio uso que se le daba, se comenzó a comercializar con la savia de chicozapote, o goma, hasta que llegó a manos de los aztecas.
Bibliografía:
- México desconocido (2018). 10 palabras del náhuatl que usamos todos los días. Disponible en https://www. mexicodesconocido.com.mx/palabras-del-nahuatlque-usamos-todos-los-dias.html - Vargas, Ernesto (s.f.). El Chicle: La odisea de un orgulloso legado Maya. Disponible en https://www. cancun-online.com/Editorial/Chicle/
Fotografía
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Fenómenos naturales II Por Brenda Rosales
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iguiendo la línea de los Fenómenos Naturales, esta semana recuperamos algunas de las fotografías que nuestros colegas del Club Fotográfico de Colima nos compartieron de dicha dinámica. Ahora que los tiempos han sido de huracanes y tormentas, nuestra galería se llenó de algunas evidencias que los fenómenos dejan a su paso. ¿Recuerdan algún fenómeno natural que haya marcado a nuestro estado? Envíennos sus fotografías a las siguientes direcciones: https://www.facebook.com/groups/ ClubFotograficoColima/ https://www.facebook.com/ClubFotograficoColima/
Dante Alfaro.
Amaranta Flores.
Asbel Vargas.
Christian Jackson.
Ricardo Nieto.
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Libros
¿Amar
Lunes 7 de Octubre de 2019
la trama o el desenlace?
El cuadro invisible, mi memoria de Leonora Por Karina Ortiz Bonales
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os relatos íntimos de familia son las historias que circulan de una generación a otra; son esos secretos que vamos contando a través de las conversaciones. La oralidad de las vivencias se da en la sobremesa o en las reuniones familiares. Yo misma tengo un compendio de historias de mis abuelas que explican, desde diferentes perspectivas, cómo es que nuestra familia tomó el camino por el que nos conducimos. En esas historias se incluyen avatares y capacidades, anécdotas y risas, también experiencias amargas o las pérdidas. Muchas de esas historias las recuerdo como partícipe, estando allí y evocando la memoria; otras las reconstruyo con lo que me contaron. Pero, ¿qué hay de tu historia familiar cuando tu mamá fue Leonora Carrington? En El cuadro invisible, Gabriel Weisz nos comparte numerosas historias a las que llama Mi memoria de Leonora. Sí, se trata de numerosos recuerdos mu vivos. Gabriel es escritor y presidente de la Fundación “Leonora Carrington”, y como leemos a lo largo de sus memorias, el libro se enfoca a su relación con su madre. Nos cuenta algo de su padre, muy poco de sus abuelos, tíos y de su hermano Pablo, ello para que el lector logre establecer las primeras conexiones del árbol genealógico. El libro de Gabriel comienza historias complejas y los avatares que Emerico Weisz, su padre, y Leonora, enfrentaron producto de la Segunda Guerra Mundial. Hay datos fuertes de la historia de Carrington que el autor nos lleva a recorrerlos en algunas páginas: su origen en la aristocracia inglesa, su huida de casa, su relación con Max Ernst, la Guerra, su estancia en un manicomio en Santander y su escape, la ayuda que recibió de Renato Leduc para trasladarse a Nueva York y a México, además de su encuentro con Chiki, apodo con el que se conocía a su padre, quien también perdió a su familia durante la Segunda Guerra Mundial. En todos esos recuerdos trasladados a las páginas, Gabriel hace uso de la resiliencia que caracteriza las historias de progenitores. Páginas más adelante conocemos algunas amistades que tuvieron una
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relación estrecha con la familia WeiszCarrington, todos avecindados en México, como Kati Horna y Remedios Varo, quienes se convirtieron en su familia. Sabemos que Gabriel viajó con su madre para conocer a su abuela y parte de la familia, todo ello en ese mundo aristócrata tan diferente al suyo. Somos testigos de su recorrido por Francia y la manera en que se encuentran con colegas surrealistas, entre ellos André Breton y Benjamín Péret. Las historias y anécdotas que retratan la complicidad de Gabriel y su madre, serán el ingrediente principal del libro, aunque entenderemos que el genio creativo de Leonora tiene que estar constantemente estimulado y por ello el autor la sitúa en un lugar dónde le iba muy bien concentrarse, no solo en su taller. Para Leonora, estar en el mundo era estar en otro plano y por ello debía estar ligeramente desconectada de la realidad mundana para poder crear. Tras las anécdotas de infancia que son muy hilarantes y cargadas de significado, vamos avanzando en unas memorias que comienzan a madurar al paso de los años y es allí donde entendemos el proceso creativo de Leonora. Así, conocemos cómo en algún
momento hizo grandes alfombras con bordados exóticos en lana, construyó biombos decorados magistralmente, realizó pinturas emblemáticas, sin olvidarnos de las esculturas que Gabriel y Leonora pulieron a detalle. El gran valor del libro, además de sus historias, radica en la posibilidad de apreciar con detalle fotografías que nos siguen reafirmando la genialidad de Leonora Carrington. El libro tiene un tiraje pequeño y está editado por Editorial Gráfica Bordes. Cerramos con un fragmento:
“El surrealismo, al igual que otras expresiones del arte, está muy cercano al juego, para Leonora ese dominio le resultaba muy familiar, y es posible descubrirlo tanto en sus cuentos, como en sus cuadros y en los objetos de los que he hablado.
Puedes escuchar la reseña semanal a las 11 de la mañana todos los viernes por 94.9 FM en Universo Radio durante el programa “Aquí entre nos”.
Cine
Lunes 7 de Octubre de 2019
“Midsommar” de Ari Aster
Cine-arte
Por Lía llamas
L
Artes visuales
a nueva película de Ari Aster inicia con una tragedia visual que inmediatamente conduce al espectador hacia un trance hipnótico. Igual que en su primer largometraje “Hereditary”, cuya versión de terror psicológico va desde el principio de las exposiciones fílmicas con diálogos fragmentados de psicosis, miedo y adulación a la complejidad humana, no fue necesaria la oscuridad. Sin embargo, entre esos dos filmes si existe un abismo en la manera de colocar el terror meramente psicológico. La obra maestra “Midsommar” es provocadora porque la imagen constante de los sucesos se desarrollan a plena luz del día. “Midsommar” desnuda una parte secreta de una secta en Suecia, asentada en Halsingland. Los protagonistas se supone que asisten a un festival en ese mismo lugar y, básicamente, es allí donde es confuso lograr entender la diferencia entre la realidad y el desglosamiento fanático de ese espacio ubicado entre las hermosas montañas. Cabe resaltar que el evento al que asisten solo ocurre cada 90 años, lo cual realza más la atracción de los visitantes que resultan ser unos pocos. De la película, el meollo radica en una
relación tóxica que busca una pequeña salida ante el ocaso. Vemos que allí hay una fragilidad humana diluyéndose uno por el otro. A lo largo de la película hay un poderoso uso de los simbolismos que marcan el desarrollo de la historia. Eso me sorprendió muchísimo, porque vemos una enorme cantidad de simbología celta. Tenemos, también, un uso reducido de elementos sangrientos que, empero, no hace aburrida la película, sino absolutamente todo lo contrario. Los diálogos, de igual manera, son maravillosos, porque no reflejan los clásicos norteamericanos inmaduros en la búsqueda de la felicidad, sino que rompen las conversaciones triviales, tal vez porque son chicos terminando su tesis en un festival ancestral. La fotografía es casi perfecta, pues evoca la emocionalidad de un campo brillando en miles de paletas de colores; definitivamente, Pawel Pogorzelski es un mago del arte visual. El momento más catártico de la película llega al finalizar la misma. De ello puedo decir que en un mundo con ideas comunes y falsas posturas, compartir el dolor disminuye un poco la maldad que se pretende manifestar en “Midsommar”. Por eso yo grito junto a Danni (personaje central del filme), que la conclusión es el descenso a un infierno feliz del cual todos somos participes.
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Historia
Así
Lunes 7 de Octubre de 2019
se fundó
La Campana: Los inicios en Colima Texto y fotos/ Karla Valdovinos
A
ctualmente, la ciudad de Colima cuenta con diversos lugares que representan su origen cultural, entre ellos destaca, por ejemplo, La Piedra Lisa, espacio que ha sido parte del crecimiento y urbanización de lo que un día se conoció como la Villa de Colima. Sin embargo, existen otros lugares que no sólo se vinculan con la historia de Colima, sino que son la historia en sí, y dentro de ella también se encuentran las raíces de la cultura colimota. Dicho lugar actualmente es conocido como La Campana, pero que en la época de la Colonia era conocido como “El potrero de la Campana”, este nombre se le atribuyó debido a la forma campanuda de un montículo que sobresalía, antes de que se realizara la excavación con la que se descubriría por completo. Es importante señalar que de acuerdo con investigaciones realizadas por el INAH, existen datos que permiten sustentar que el nombre original del lugar fue “Almoloya”, lugar señalado en las fuentes históricas del siglo XVI como “un asentamiento importante cercano al templo de San Francisco de Almoloyán” (INAH, 2018). Pero los datos mencionados únicamente radican en los indicios de su descubrimiento, que si bien fueron parte importante para la historia posterior de Colima, los orígenes de La Campana escriben el pasado, hasta entonces borroso de Colima. Esta historia sepultada en montículos de tierra se remonta a la época de Tehuchitlán, donde la primera característica que las une son las tumbas de tiro, las cuales en la actualidad resultan de suma importancia para conocer e interpretar el estilo de vida de la cultura prehispánica, así como sus creencias y representaciones religiosas. Este sitio arqueológico se dio en el occidente de México, en un tiempo paralelo con el desarrollo de otras culturas, entre las que destacan Teotihuacán y Monte Albán, motivo por el que se considera un lugar que también forma parte de los primeros asentamientos urbanos de Mesoamérica. Actualmente se conoce que el asentamiento cubre 132 hectáreas, y hay quienes especulan
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que si se continua con la excavación, es posible localizar más fragmentos de éste. El motivo por el cual se realiza esta teoría se debe al sofisticado sistema de construcción y orden del asentamiento, que a pesar de los siglos es posible apreciar, es decir, en La Campana se observan calles, un sistema de drenaje, edificaciones religiosas y habitacionales, plataformas, juegos de pelota y diversos petroglifos1 tallados en la superficie de patios y plazas, cuya cronología radica del 300 a. C. a 1500 d. C. Para conocer el modo en el que se formaron estos importantes asentamientos urbanos y culturales, es necesario retomar un aspecto que se mencionaba al inicio del presente escrito, las tumbas de tiro. En las tumbas era posible sepultar de un solo cuerpo o, incluso, dentro de la primera cavidad se podían excavar otros túneles que condujeran a más sepulturas, pero éste dependía de
los cargos públicos que desempeñara el individuo o individuos. En primera instancia es importante señalar que físicamente una tumba de tiro consiste en la excavación de un túnel diagonal que conduce a una cámara amplia, en la cual se depositaba el cuerpo del difundo, acompañado de sus pertenencias, alimentos y figurillas del tradicional perro colimote. Una vez que dichos objetos eran depositados en la tumba, el túnel diagonal o “tiro” era rellenado, y la entrada a la cámara se tapaba con diversos objetos, como por ejemplo ollas y metates. La localización de estos objetos y zonas sagradas permite que en la actualidad se conozca el modo de vida que tenían nuestros antepasados, así como algunos indicios de su fundación y sus creencias con respecto a la vida. Un ejemplo de ello son los simbolismos que engloban los objetos con los que eran sepultadas, la comida para el viaje al inframundo, las vasijas con agua para la sed, y las figurillas del perro xoloitzcuintle, para que cuidaran al difunto en su travesía. Por último, el aspecto básico de las tumbas de tiro son los huesos de las personas sepultadas, ya que estos permiten conocer los antecedentes antropológicos del ser humano, el modo en el que evolucionó, y cómo fue que comenzó a desarrollarse su vida en lo que siglos después se conocería como el estado de Colima, del cual, el perro xoloitzcuintle y las tumbas de tiro, son reflejo de sus orígenes y los avances tecnológicos con los que contaban, ya que en algunos cráneos expuestos en la exposición “Tiempos develados. Antiguas culturas de Colima”, del Museo Regional de Historia en la ciudad de Colima, presentan incisiones, o lo que actualmente se podría conocer como una cirugía. __________
1 Figuras hechas sobre rocas, fueron realizadas principalmente por pueblos prehispánicos. Bibliografía: - INAH (2018). Zona Arqueológica Cerro de la Campana. Disponible en: https://www.inah.gob.mx/zonas/53-zonaarqueologica-cerro-de-la-campana - Hernández Díaz, Verónica, “El culto a los ancestros en la tradición de tumbas de tiro”, Arqueología Mexicana núm. 106, pp. 41-46.
Lengua
Lunes 7 de Octubre de 2019
Llueve, llovizna, serena… Por Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda
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stando en tiempo de lluvias, en una tarde de meteorología tertuliana recordamos algunas palabras que describen la caída de agua del cielo, la lluvia, entendida como precipitación de agua en gotas mayores de 0.5 mm, pero tendemos a especificar el tipo, la medida, la duración y entonces, acudimos a vocablos evocadores, humorísticos o burlones para no denominar lluvia a cualquier precipitación. La humanidad inventó el lenguaje, copio en onomatopeyas los sonidos que escuchaba, el suave murmullo de un riachuelo, el viento entre la fronda y voz a voz, el ruido se convirtió en palabras, al hablarlas y usar la lengua se llamó lenguaje y entonces, nombra las sensaciones y hace visible el pensamiento que a la vez traslada a significados y metáforas, transformando la palabra en intérprete. El sonido pluvial se conceptualizó y surgieron términos, comunes o extraños, como el chubasco, cuando parece que nos arrojan el agua a baldazos desde el cielo; entre navegantes, es sinónimo de chaparrón, es un aguacero con mucho viento, al que también llamaban chubazo, del portugués chuva que significa lluvia, y en lenguaje figurado es adversidad o contratiempo, algo que entorpece, la navegación a vela, indudablemente. El chubasco, aguacero o chaparrón se caracteriza por su gran intensidad y la rapidez con la que aparece y finaliza. Llovizna es otra cosa, las gotas son finas, chiquitas, no alcanzan la dimensión de lluvia (menores de 0.5 mm) y tiene una variedad de sinónimos: chispear, gotear, briznar, chipichipi y menos conocidos por este rumbo: cernidillo, matapolvo, sirimiri (vasco), orvallo (gallego) y hay más, sin faltar el calabobos, moja -o empapa-, esa llovizna tan fina y suave, que no se percibe, sino hasta que el individuo está “calado hasta los huesos”. ¡Va a llover, me cayó una chispita! ¡Ya está chispeando! Exclamamos y miramos las nubes, su color y forma, para saber o adivinar si se avecina un aguacero o una lluvia torrencial, el adjetivo la asocia a los torrentes y la voz retumba tumultuosa para advertirnos de inundaciones, deslaves y otros sucesos. Cuando llueve a mares, decimos que está diluviando, o lamentamos que por largas horas llueva a cántaros, ¡Qué llovedera por Dios! La
gente de campo ha vivido pendiente del cielo, de los avisos que desde tiempo inmemorial, han conducido e inducido a la creación de un campo semántico para representar una realidad, ¡esa que nos cae del cielo! Chispea cuando empiezan a caer gotas asiladas, finas y pequeñas de forma suave, sin formar charcos, sólo chispea. En otros pueblos dicen que es una lluvia mansa o que no parece lluvia de verdad; no es una lluvia franca y opinan que es garúa; la palabra inspira curiosidad y se explica, que garúa, del portugués caruja, designa la niebla, por eso, aunque la gota tiene mayor volumen que la chispa cae más lento, la chispa es más veloz. Chispea o gotea, señal de que empezará a llover, las gotas todavía son espaciadas, pequeñas y delicadas (Dic. 1607), metáfora de una chispa del fuego (Dic. 1780), figura del efecto de vaporización del agua al tocar la tierra caliente. Diríamos, serenando, usado para referirnos al rocío, esa condensación de humedad nocturna que al ocurrir se forman pequeñas gotas de agua sobre las superficies; el sereno es agua que cae de forma menuda y en algunos casos se refiere a una suave llovizna; para la cual, desde “el año de la canica” decimos Chipichipi, del náhuatl, xixipini o chichipini, lloviznar, abundan las voces relacionadas, como: xipini o chipini, gotear; chichipininiliztli, caer un líquido gota a gota, por lo que se aplica a destilar; achichipictli, estalactita; de chichipictli, gota; centlachipintli, gotera; cetlachipinilli, líquido; e incluyamos chipil, niño llorón. Algarazo, no se acostumbra por estos lares, significa chispeando o una lluvia de intensidad regular y corta duración, su etimología plantea dudas, probablemente del árabe Althuluj alsaghira -nieve menuda, o de Algarada- correría, de Algara, incursión, ataque de tropa de caballería, rápido y por sorpresa; será entonces, que el algarazo nos previene e incita a refugiarnos, del agua… Pringar es otra palabra lluviosa, ¡mete la ropa que ya está pringando! Eso de pringar también se utiliza, para indicar que se rocíe con agua la ropa antes de plancharla; en sentido peyorativo, pringado es el individuo que se deja engañar fácilmente. En esta región mexicana, el agua cae en tormentas, ciclones o huracanes, sabemos de lluvias torrenciales, que son caudales de agua como un torrente que corren en vertical, acompañados de relámpagos y truenos; una tormenta eléctrica, que la mitología griega
atribuía a una discusión entre Zeus y Hera, o sea, una pelea conyugal. ¡Ah! Pero hay otro fenómeno, pasa cuando las gotas de agua no llegan a la tierra, no es lluvia, es Virga, del latín, Verge - rama, vara, hecho de ramas; Séneca, en: Naturales Questiones (libro I, 9), la describe como arcoíris imperfecto, son estrías de nubes cuya agua cae, pero se evapora antes de tocar el suelo: “…esas varas no menos brillantes y matizadas que el iris y que consideramos también como señales de lluvia. Como no son otra cosa que arcos imperfectos […] Tienen iguales colores que el arco, diferenciándose solamente en la figura.” Hay de lluvias a lluvias, en Colima hemos vivido de todas: débiles, moderadas, fuertes, muy fuertes, fortísimas, torrenciales… cuya intensidad varía de <2 a >60 mm/h. La lluvia propiamente dicha es moderada, una llovizna es débil, el chubasco va de moderado a fuerte, lo mismo que la tormenta eléctrica o la granizada y un ciclón o huracán es la forma más intensa, con vientos de 119 km/h o más (Escala Saffir-Simpson). Por otra parte, una tromba o manga de agua es un flujo turbulento en rotación espiral sobre un vórtice y su dimensión puede ser pequeña pero su intensidad alta. En otras regiones conocen de la lluvia gélida, aguanieve, nevadas, heladas y otros álgidos fenómenos, no por Colima, donde, sabemos de dos, que forman parte del ciclo climático, natural-global: La Niña, fase fría y más seca, y El Niño, fase cálida y más lluviosa; son parte fundamental del vasto y complejo sistema de fluctuaciones climáticas, la duración del fenómeno no es constante, puede variar el periodo de años e intensidad y La Niña es menos frecuente que El Niño (ENOS, El Niño-Southern Oscillation). Respecto a este fenómeno, hay registros históricos desde el año de 1460. La lluvia, del lat. Pluvia, es un fenómeno atmosférico, que concierne a la hidrometeorología y básicamente depende de tres factores: Presión, Humedad y Temperatura, pero en la cotidianidad va adquiriendo nombres, por el sonido, la sensación o la imaginación; hablar del clima, tiene importancia en una conversación trivial, nos permite evadir temas más serios o personales, que provocarían situaciones difíciles o inconvenientes. Los vocablos abundan, sigamos explorando el cielo, para constatar si se avecina una llovizna o nos pilla un chaparrón y así, como de refilón, la tarea sigue pendiente, ya que es copiosa la pluralidad del vocabulario pluvioso. mirtea@ucol.mx
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