Número 395

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CONTENIDO

Índice

Lunes 4 de Noviembre de 2019

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La cultura, como arma para la poesía: Marco Antonio Campos

Cine-arte

por Lía Llamas

Entrevista realizada por Guillermina Cuevas

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Día de Muertos, nuestra tradición

Brevísimo anecdotario sobre Marco Antonio Campos

por Karla Valdovinos

por Sergio Briceño González

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La niebla crece dentro del cuerpo; poesía

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México: Un crisol lingüístico

como develación

por Mirtea Acuña Cepeda

por Sugey Navarro

El encuentro con la obra de Marco Antonio Campos (Ciudad de México, 1949) se realizó gracias a la colaboración de la Fundación Cultural Puertabierta, la Secretaría de Cultura estatal, el Seminario de Cultura Mexicana corresponsalía Colima y la Universidad de Colima.

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DIRECTORIO

Las opiniones firmadas por sus autores no son responsabilidad de quienes editan este semanario ni de la U de C.

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El Comentario Semanal José Ferruzca González Director del periódico El Comentario Yadira Elizabeth Ávalos Rojas Coordinadora de edición Brenda Rosales Peña Información y corrección Ma. Guadalupe Venegas Peregrina Diseño

e-mail:comentariosemanal@gmail.com

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El Comentario Semanal


Poesía

Lunes 4 de Noviembre de 2019

La cultura, como arma para la poesía:

Marco Antonio Campos

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l Festival Internacional de la Palabra 2019 celebró del 23 al 25 de octubre, la creatividad del poeta Marco Antonio Campos, rindiéndole un homenaje que se alargó durante toda una semana, gracias a un completo programa que incluyó un conversatorio, lectura de su obra, una conferencia magistral y presentaciones de libros. El encuentro con la obra de Marco Antonio Campos (Ciudad de México, 1949) se realizó gracias a la colaboración de la Fundación Cultural Puertabierta, la Secretaría de Cultura estatal, el Seminario de Cultura Mexicana corresponsalía Colima y la Universidad de Colima. El auditorio “Gregorio Macedo López” de la Facultad de Letras y Comunicación de la UdeC, fue el escenario para el primer encuentro con Marco Antonio Campos, quien conmovió a un público mayoritariamente estudiantil, con la lectura de algunas de sus mificciones. Al término de ese primer evento del Festival Internacional de la Palabra, la poeta Guillermina Cuevas logró que frente a cámaras y micrófonos, el poeta revelara su experiencia como viajero de la poesía. Esta fue su conversación:

Guillermina Cuevas: Bienvenido Marco una vez más a la Universidad de Colima. Un homenaje merecido, bien ganado y a mí me gustaría platicar contigo, aunque muchos lo han hecho ya, del viaje. Quisiera hablar del viaje dentro de tus textos, del viaje que se desliza suavemente, ese que comienzas con un poema y al rato nos llevas a otro espacio y a otro tiempo; como aquél poema en el que hablas desde la ventana del tren veo el río, el río me aleja, se reduce, se esfuma. Me gustaría que nos platicaras cuál es el proceso para lograr esa fluidez en el texto que comienza en un lugar y nos hace viajar contigo. Marco Antonio Campos: Lo que sucede es que yo escribo principalmente poesía, ante todo, cuando estoy viajando. Antes decía que escribía cuando estaba enamorado o cuando viajaba, pero con los años se te van yendo las enamoradas y te vas quedando solo con los viajes, entonces, cuando yo viajo, trato de desliteraturizarme. Si estoy en un sitio, lo que hago es estar reflexionando. Cuando vuelo, cuando viajo en tren o voy en autobús, y sobre todo cuando camino, voy tomando apuntes o voy tomando, anotando versos; quizá, de pronto, puedo sentarme en algún lugar y escribir rápidamente un poema que después será muy corregido. Siempre, desde el primer viaje que hice a Europa en 1972 -debo haber estado en Europa alrededor de cincuenta veces-, encuentro algo nuevo. Por muy mal que te

vaya en un viaje, algún texto va a salir; es el mismo que no hubieras podido escribir de otra manera. La gente muchas veces ve sobre todo el poema que tiene una serie de capas, que te dicen son como postales, pero nunca entendieron nada, porque la cuestión es que tomas las imágenes que pueden parecer en un principio algo como una postal, pero después siempre hay una profundización sobre algo. Por ejemplo: escribo un poema caminando a las orillas del Tíber y me están viniendo imágenes también de otros

Yo creo que toda la literatura y toda la poesía en México es un solo conjunto. Nos pertenece tanto la poesía escrita en purépecha, en náhuatl, en mixteco, zapoteco, la escrita en la Colonia, en latín, al igual que la del México independiente….

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Poesía viajes en Roma, que se van combinando con lo que ahora pienso y lo que entonces fue. Después vas redondeando de una u otra manera el poema, y vas pensando, por ejemplo, también, que estoy en Puerto Vallarta, porque para mí, siempre lo más reciente va hacia los recuerdos remotos. Entre más pase el tiempo, el recuerdo se va modificando y se convierte en otra cosa, pues a fin de cuentas son muy pocas las grandes experiencias que se tienen en la vida. Son siete u ocho los temas que uno trabaja a lo largo de su vida. El mismo Borges decía: “Soy decididamente monótono”. Hay diversas maneras de construir el poema: como he repetido muchas veces, tomo de lo que dice Valéry: “El primer verso te lo dan los dioses y después te las arreglas como puedas”. Y no tiene por qué ser el primer verso, puede ser el cuarto, el quinto… pero evoca un tono y dices: “Tengo que escribir ahora el poema o de otra manera se me va a ir”. La cuestión es que no tiene precisamente por qué ser el primero, sino algún otro de los versos. Empiezas a escribir, pero no sabes lo que vas a decir; tienes una idea de lo que vas a escribir, pero no tienes las palabras, la misma música te va llevando. En seguida vas creando una variedad de ritmos, porque si sigues solo un ritmo, se vuelve monótono. Por ejemplo: si estoy en un tren, voy viendo el paisaje en Marruecos y al mismo tiempo estoy reflexionando desde distintos puntos de vista, pero puede ser que también piense que ese poema debe acercarse más al canto, acelerar más la música, darle mayor vértigo. Es muy importante el primer verso, pero también el último, porque si no está el último, se te derrumba el poema. Puede nacer también de una lectura que de pronto te da una idea y a partir de esa idea desarrollas el poema, si no sirve el poema, lo desechas y se acaba el problema. Como decía Alfonso Reyes: “Del lápiz debes utilizar más el lado de la goma de borrar que el grafito”. Yo no esperé viajar tanto y qué bueno que lo hice. Muchas veces me sentí cansado o a veces fue decepcionante, pero siempre hay algo de lo que aprendí. Hay quienes viajan porque les gustan mucho los restaurantes o ver a los amigos, pero a mí lo que me gusta es caminar las ciudades; incluso he visitado muchas veces París, y llega un momento en que uno repite las cosas y dice un “ya para qué, si esto lo he visto muchas veces”. Entonces hago mis propias guías y me digo: “Ahora voy a seguir la guía Rimbaud” y se vuelve muy

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Sin la traducción particularmente de poesía, de ciencia o de humanidades, simplemente el mundo sería inconcebible; si no se traducen los textos, sin la traducción, el mundo no se habría hecho…

apasionante, o “voy a seguir la guía César Vallejo”; de pronto salen otros textos. Para mí, la gran experiencia en los últimos años, sin duda fue a dar clases en Jerusalén, porque eso sí era otro mundo. Me permitió escribir mi poema preferido: “Viernes en Jerusalén” Guillermina Cuevas: Más que una pregunta era una observación como lectora. Además de todo lo que nos has platicado de tu proceso para acercarte al poema, vas con una cultura tan amplia que no solamente vemos los árboles o los pájaros, sino la historia misma de las ciudades y los personajes. Eso no lo hace cualquier poeta, sino uno que va bien armado, que va con todo el conocimiento de la cultura universal, de la filosofía, de todo lo que tú como viajero del mundo llevas siempre contigo y lo que también adviertes. México siempre va contigo porque no eres el viajero que busca donde quedarse, sino el de retorno para traernos a todos los lectores, todas esas vivencias que te agradecemos tanto.

Marco Antonio Campos: Yo no había advertido mucho cuán importante era México dentro de mis poemas, hasta que empecé a hacer una antología y me di cuenta que era muy claro que había poemas dedicados a México o a la Ciudad de México. En muchos de los poemas están los contrastes, los recuerdos que se ubican dentro de ello. Ahora hay que seguir también ese consejo de Antonin Artaud, de que en la poesía no hay que dejar pasar demasiada literatura. Los poetas cultos también son muy aburridos; debes utilizar la cultura como un arma para la poesía y no como algo que te desarma. Por ejemplo, cuando estuve viviendo en Montreal traté de estudiar lo mínimo de su historia, y hay un poema donde la integro; eso lo aprendí de Paz: tratar de meter en dosis adecuadas -uno nunca sabe cuales son las dosis adecuadas, pero las que cree que son- la historia, sobre todo la historia que más nos toca, que es la prehispánica. Como decía Rubén Bonifaz Nuño, a quien no le interesaba la Colonia porque le parecía una prolongación del barroco o de la escritura española del Siglo de Oro. Yo creo que toda la literatura y toda la poesía en México es un solo conjunto. Nos pertenece tanto la poesía escrita en purépecha, en náhuatl, en mixteco, zapoteco, la escrita en la Colonia, en latín, al igual que la del México independiente. Ninguna tradición en América Latina y en muchos pueblos del mundo tiene la tradición poética mexicana. La parte que tiene más riqueza y está más recordada es la parte náhuatl. Allí la prosa y la poesía se confunden. Yo le decía a Miguel León Portilla: “Los discursos de los ancianos también son poesía”, por eso, cuando escribí la novela En recuerdo de Nezahualcóyotl -que me llevó aproximadamente cinco años-, solo pude haberla escrito fuera del país, porque en México me hubieran derrotado los compromisos y no habría podido leer todo aquello. Me di cuenta que estaba escribiendo un poema novelado porque la estructura base del náhuatl está hecha de frases compuestas que son imágenes, y la base de la poesía son las imágenes, obviamente las imágenes y las metáforas, pero las metáforas son dos imágenes que generan otra imagen. Guillermina Cuevas: Marco, en cuanto a conservar la cordura, la prudencia, tú, en los ámbitos en los que te mueves, con escritores tan arrogantes y con esa petulancia, ¿cómo consigues esa ecuanimidad? Marco Antonio Campos: Creo que en cuanto a los escritores mayores, una vez que accedes a ellos y los tratas, son


Poesía

Lunes 4 de Noviembre de 2019 verdaderamente sencillos, salvo grandes excepciones. Los cretinos y los petulantes son casi siempre la gente de medio pelo. La cuestión es que hay que estar consciente de que somos una partícula de polvo en el universo, somos casi nadie. Cuando empiezo a creérmela mínimamente, pienso en las varias galaxias que existen, en la que estamos y que la tierra es nada en esas galaxias. Uno es nada en el planeta y, además, vas de paso. Después de que mueras te van a empezar a olvidar, podrás, como en los casos de Goethe o Dante, o todos ellos, vivir por los siglos, pero son cosas que no vas a ver. Guillermina Cuevas: Hay algo que yo disfruto mucho de tu escritura, tanto en la prosa como en el ensayo, y es esa ubicación que tú nos regalas: la casa, el barrio, la ciudad, el mundo… Marco Antonio Campos: En el caso del barrio es mucho la infancia. Yo recuerdo, como tú habrás leído muy bien en Cartas a un joven poeta de Rilke, que el poeta que le estaba diciendo al joven poeta tenía en ese momento 28 años, o sea, Rilke era muy joven, pero decía que cuando se le acabaran los temas, buscara el de la infancia, porque si la infancia no le daba para escribir poesía, entonces no era poeta. Lo entendí perfectamente porque la infancia tiene muchas facetas; puede haber una infancia de niños muy malvados, pero también hay una parte mágica, también una parte muy sentimental que vas a conservar toda la vida. Infancia es destino y eso está claro. Reviso mi infancia, el cómo reaccionaba en la infancia y lo he hecho toda la vida. Uno no cambia, simplemente se adapta. El barrio de pronto toma otras dimensiones y las imágenes pueden volverse poéticas, o sea, la poesía es transformación. A base de imágenes transformas la realidad. Sin la traducción particularmente de poesía, de ciencia o de humanidades, simplemente el mundo sería inconcebible; si no se traducen los textos, sin la traducción, el mundo no se habría hecho. Los romanos conquistaron a los griegos, pero los griegos terminaron imponiendo su cultura a los romanos, entonces también es la casa, es el barrio, la familia, la adolescencia, que es quizá la época de la vida que yo recuerdo más oscura, gris, porque en la adolescencia no sabes para dónde vas. Crees saberlo, pero la cuestión es que te engañas o te la crees y empiezas a hablar como si fueras adulto, pero en el fondo, ese cambio tan drástico de la infancia a la adolescencia te va marcando y, a veces, no para bien.

Hay una cosa importante y es que desde muy joven no pensé en la felicidad, porque para mí, lo importante en la vida fue hacer, vivir, ir adelante. Si se daban los instantes felices, pues qué bueno que se dieran, pero no era el fin…

Hay una cosa importante y es que desde muy joven no pensé en la felicidad, porque para mí, lo importante en la vida fue hacer, vivir, ir adelante. Si se daban los instantes felices, pues qué bueno que se dieran, pero no era el fin; incluso lo digo en algún poema: “Ni me importó su triste importancia”. Es decir, hice mal o hice bien, pero así pasó y no puedes modificar una vida. De todas maneras, recuerdo épocas muy agradables, aunque uno siempre está entre el sol y la sombra. Como contestaba mi amigo Eduardo Lizalde: “Nunca he sido tan desdichado como en mis versos”. Sucede que cuando uno escribe, lo hace mejor en los momentos difíciles y además uno nace con un espíritu melancólico -que además los melancólicos tenemos muy buen sentido del humor-. Hay grandes melancólicos que tú lees su obra y tú dices: “¿Cómo, pero si es tan simpático, si sabe vivir muy bien, la pasa tan bien con la gente?”. Esas cosas pasan y así es el mundo. A mí me marcó mucho un ensayo de Borges en que decía que “nuestra tradición es la occidental”. Yo me la tomé muy en serio porque conozco muy bien Europa y parte de América Latina. Estados Unidos no me gusta, pero he estado ahí; viví en Canadá algunos meses varias veces y lo más lejos que he llegado es Jerusalén, pero cuando me invitaron a dar clases en la India, no quería ir. Cuando me han invitado a China no quise ir. Mi amigo Rogelio Guedea pasó muchos años en Nueva Zelanda. Yo creo que tal vez no hubiera aguantado seis meses, en cambio, haber vivido en Austria, que es la parte donde más he vivido -cuatro años-, porque también estaba en Europa, estaba en el centro, podía bajar a Italia o subía a Alemania en una noche. Esa es la ventaja de Europa: que tienes cada cuarenta kilómetros un pueblo, una ciudad. Aún no había esa oportunidad para viajar a América Latina; me llegó muy tarde, pero en América Latina me siento como en casa. Antes decía yo no tengo casa, pero América Latina es lo más cercano a la casa.

Guillermina Cuevas: Marco, también has sido pródigo en la amistad y tengo la inquietud de saber cómo puedes determinar el límite preciso entre tu pródiga amistad y la condescendencia. Marco Antonio Campos: Hay los grandes amigos, los amigos, los cuates, los conocidos. Muchas veces exageras un poco la situación, calificas de más, pero siempre hay un primer círculo, un segundo, un tercero. Yo viajo mucho por conocer ciudades, pero también por ver a los amigos. Antes viajaba sin importar si me encontraba a alguien, pero ahora, si voy a una ciudad, si no hay amigos, ya no viajo, y desde hace tiempo pienso que “a lo mejor ya es la última vez que los veo”, entonces hay que viajar, hay que estar allá. Me llevé muy bien con los poetas y escritores mayores con los cuales tuve una relación muy afectuosa, porque eran más mis amigos que mis maestros, a pesar de la diferencia de edad. Desde Alí Chumacero, pasando por Bonifaz Nuño, Sabines, Eduardo Lizalde, Víctor Sandoval, Rulfo, Arreola, Emmanuel Carballo… nos llevábamos muy bien, platicábamos muy bien y en cambio, con mi generación no hablé tan bien, aunque tampoco estoy de pleito con nadie. Con José Emilio Pacheco comentaba que no se vale la envidia. Cuando sientes envidia hay que convertirlo en emulación; si alguien de tu generación escribe un magnífico libro, pues inmediatamente lo que haces es hablar para felicitar, tratar de evitar todo aquello que parezca envidia. Ahora, hay gente con la que no te puedes llevar bien, gente con la que no te puedes llevar pero puedes saludarlos; también hay aquellos que ni siquiera saludarlos, sobre todo cuando son conflictivos y malas personas. Guillermina Cuevas: Marco te agradecemos muchísimo esta breve entrevista. Sabes que Colima te espera siempre y yo no quiero decir esa frase de “por si no nos volvemos a ver”, porque si hay algo que espero es precisamente volvernos a ver muy pronto, con otro libro. Decíamos hace rato con los chicos de Filosofía que tenemos todos tus libros. Tú mismo me los has regalado y firmado, entonces tengo una Biblioteca “Marco Antonio Campos” en mi casa, pero tengo otra también en mi afecto y en mi corazón. Muchas gracias. Marco Antonio Campos: Es totalmente recíproco, además, ustedes saben, los colimenses, que Guille Cuevas es la escritora más simpática de México.

Fotografías/ Dirección General de Prensa de la UdeC.

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Poesía

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Brevísimo anecdotario sobre Marco Antonio Campos Por Sergio Briceño González

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ablaré de Marco Antonio Campos como el poeta que conocí personalmente desde hace mucho, porque es de esas personas cuya elegancia al hablar nos permiten avergonzarnos del mediano idioma en que solemos comunicarnos a diario. Fue él, Marco Antonio, quien durante un encuentro de poesía me propuso tomar café y hablar del maestro Rubén Bonifaz Nuño. Despreció departir en el convivio institucional y prefirió no solo evocar junto a mí al poeta grecolatino mexicano por excelencia, sino recordar a otro poeta colimense, como yo, que acababa de sufrir una embolia que más tarde, no lo sabíamos en ese momento, lo llevaría a la muerte. Me refiero a Víctor Manuel Cárdenas, entrañable amigo en común que nos dejó hace poco, pero sigue entre nosotros. Hablaré, pues, de la luz de un Marco Antonio capaz de encabronarse si suena el celular en alguien del público mientras él se encuentra a la mitad de una lectura o de corregir una palabra en italiano vertida al español en un verso de Alessio Brandolini. Estoy hablando de Marco Antonio Campos, el poeta, sí, pero también el ensayista, el cronista y el narrador que describe con tino de murciélago las regiones donde pintó Van Gogh o las calles por las que anduvo Manuel Acuña. La amistad es así, sorprende como a viejos integrantes de una tribu que se reencuentran del otro lado del lago, el barranco o la montaña. El viejo Robert Graves, conocedor acendrado de estas magias, los llamaba “los elegidos” y los contó: serían 4 mil a lo largo del tiempo o de los tiempos. Graves ahí dejaba la duda: ¿4 mil que nacen y renacen hasta el infinito, encostrando en cada ciclo el alma, encalleciéndola, engrosándola? Tal vez. Ahora vuelvo a ver a Marco Antonio en el homenaje que la Fundación PuertAbierta encabezada por Salvador Silva le rindió,

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y volvieron a mí las charlas, sobre todo eso, las pláticas que no son otra cosa que sabiduría escurriendo en los oídos. Y recordé ese breve debate sobre la palabra echt tan apreciada por los alemanes a la hora de tratar de convencer a los demás sobre la autenticidad de algo. “La usan mucho”, dijo Marco Antonio, pero en el fondo yo pensaba en él como un camino para devolverle la credibilidad a la poesía, de hacer que su grandeza retornara y que la palabra echt, es decir, “auténtico, legítimo”, volviera al mundo a través de esos versos de Campos donde aquí y allá, como pequeñas flores negras, aparece de súbito la vallejiana trístido que él se ha ocupado de mantener con vida a la par que la obra misma del poeta peruano. Lo he visto después en México y lo escuché leer junto a Francisco Hernández, otro grande de su generación, en un evento donde nos saludamos como se saludan los viejos amigos, los miembros de esa tribu inmemorial, remota. Entrechocamos las manos a gran velocidad, tomando vuelo, y hubo un estallido y enseguida un abrazo de

esos que da Marco Antonio, levantando del piso al abrazado unos cuantos centímetros. Estas y otras señales hablan de una amistad, digamos realmente echt que hoy, con estas líneas, vuelvo a celebrar como lo han celebrado muchos de sus queridos amigos. Yo apenas soy uno más de sus lectores a quien, como él decía a su vez de la relación que tuvo con Juan Rulfo, distingue con algo parecido al cariño. Yo lo estimo y lo admiro y, sobre todo, lo leo. Me parece que esos debieran ser, juntos o por separado, los bultos que forman el equipaje de ese aprecio viajero, floreciente, necesario. Y para no apartarme del humor que le he aprendido, va esta calaverita a Marco Antonio Campos, acorde con la publicación de este texto. Ha llegado la calaca píando como Gallina. No guadaña, guillotina, quiere aplicarle la flaca y llevárselo hasta el hoyo, sin saber que el polvo es Pollo, mas Pollo, sí, enamorado.

Fuente/ culturacolima.gob.mx


Poesía

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La niebla crece dentro del cuerpo; poesía como develación Por Sugey Navarro

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o obstante que en la primera página nos entrega la definición de Glaucoma, como llave a partir de la que podremos acceder al texto; la puerta comienza a abrirse ante la habitación en que nos espera la bruma, con el primer poema, del que señalo un fragmento: A medida que aumenta la presión, los días se ahuecan, los colores comienzan a morir y el frío, el calor, lo liso o lo rugoso. Palpar el nuevo alfabeto. Es así que mientras La niebla crece dentro del cuerpo a lo largo del poemario, los términos médicos que pretendemos mantener ocultos y distantes, van siendo develados ante nuestra mirada. La poeta, disecciona el mal que aquejará al ojo, y resulta imposible no recordar Operación del cuerpo enfermo de Sergio Loo, su introspección apoyada en partes del cuerpo y nombres de padecimientos a los que se vio acercado en la agonía que lo llevara a la muerte. Nadia Contreras nos lleva de la mano, al borde de la neblina que comienza a invadir el cuarto al abrir el poemario; la niebla no nos devora, sin embargo, sentimos cómo sus filosos bordes nos rozan todo el tiempo. Nos cubre los ojos con un velo que solo podremos retirar al avanzar en la lectura, haciendo del conocimiento una liberación. Es imposible huir del ataque si se desconoce al adversario. Entonces, conocimiento es poder, plan de acción, táctica de guerra. Lo que no se nombra, no existe y solemos tratar los temas médicos con la misma lejanía con que un supersticioso habla

de escaleras y gatos negros. Nadia toma esa caja con todo lo que no se ha querido escuchar, con el miedo a lo desconocido, la valentía de quien se ha tenido que enfrentar a la noticia que el doctor habrá de dar con suavidad y certeza; el diagnóstico. De “Líquido interior del ojo o la aniquilación de los primeros síntomas”, cito: De aquí en adelante día tras día la blancura consumirá el alrededor de las luces brillantes. Ella parece tener las fotografías de los pacientes con sus historias distintas a pesar de la similitud de la niebla, del verde suave que comienza a envolver la vista de cada uno de ellos y apartarlos de la realidad como la conocían. De los testimonios: La realidad es un tronco hueco o si se quiere, la escarcha como un horizonte de luz; la escritura cada vez más imprecisa Es así que, a través del lenguaje de la poesía, de las imágenes que se volverán canto, pone al centro de la mesa, asuntos que parecían olvidados no porque carezcan de importancia, sino tal vez, por el temor a la revelación. Y no tiene miedo de decir La noche es una astilla de niebla, la fiebre tiene el olor a pájaro muerto o a describirnos cuando El cuerpo cae y choca como cualquier otro en el piso. La autora Nadia Contreras (1976) originaria de Quesería, Colima, escritora, académica y tallerista, promueve la poesía y en general, la literatura a través de recursos digitales escribiendo para diferentes medios

nacionales y extranjeros, especialmente por conducto de la Revista Literaria Digital Bitácora de Vuelos (y casa editorial del mismo nombre), de la cual es fundadora y directora. Arduas labores que no le impiden continuar con su producción poética, dentro de los cuales destacan los más recientes libros: Caleidoscopio (Dirección Municipal de Cultura Torreón, 2013), Visiones de la patria muerta (Ed. El humo, Col. Ojo Cautivo, 2014), Cumplimiento de la voluntad (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Coahuila, Colección Arena de Poesía, 2014), Un viento [que] jamás. Urdimbre [de] cuerpos y palabras (en coautoría con Marisol Vera Guerra (Ediciones BV, octubre 2015); Quedará el vacío (PinosAlados Ediciones, 2017) y Solo sentir (Editorial Paraíso perdido, 2017). Actividades que la han hecho merecedora de diversos reconocimientos en el ámbito literario, así como de la presea Griselda Álvarez Ponce de León, máximo galardón que el estado puede entregar a una mujer, otorgado por el congreso del Estado de Colima, en 2014. Con La niebla crece dentro del cuerpo amplía la diversidad de la estirpe a la cual pertenece, al ser un libro que se incorpora a la colección “Parota de Sal”, fundamental para conocer la poesía colimense. Nos coloca dentro de los zapatos y más, dentro de los mismísimos ojos del otro; cada poema es una capa tan delgada y transparente como la córnea, cuya nitidez contrasta con la densidad con que se entrelazan las historias en esta obra poética. Somos nosotros quienes vamos perdiendo la vista para entregarnos al sonido hecho palabra en pluma de la poeta Nadia Contreras…para hurgar en el recuerdo de otros sentidos:

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Poesía Dice que el olfato es como salir de una alucinación para entrar a otra. No hay un escalón que se recorre hasta el punto más bajo de un sitio, como cuando Sabines decía del amor, que es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón. No hay caída, nos lleva de una habitación a otra, como el glaucoma fue llevando a Nubia con veintiocho años, de un sentido a otro para volver a experimentar al mundo. ¿No es acaso la poesía como la enfermedad, siempre una nueva forma de leer las cosas? Y bastan unos cuantos versos para contener la historia, que no por su sutileza son menos profundos. Va de la concepción de la enfermedad, pasa por el padre y otros testimonios, hasta la vida y últimas memorias de George Sand. Los versos se van volviendo prosa y en su ensanchamiento, viene también la desesperación, las obstrucciones que nublarán nuestra propia mirada. El pulso de las palabras en la historia de George Sand, remite a la misma poesía y provoca preguntar ¿qué utilidad tiene la poesía, sino la de ser punto de partida y al tiempo, faro que guíe la llegada? La poesía es

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Lunes 4 de Noviembre de 2019 también eslabón, conducto; palabra la roca que pule el poeta para entregar algo que sea difícil perder en la memoria: mira a través de otros ojos vencidos por la angustia. Escribe el problema, busca la verdad y esencia de las cosas; inmortaliza, y arroja como si sus palabras fueran llaves que han de guardarse para la puerta que en su momento se disponga a ser abierta. La poesía es también ir de la vista, el olfato, el tacto, hasta el oído a través del que irremediablemente llega el poema, aunque este sea leído en silencio, en la voz más baja. Cito: LLENARSE DE COLORES OSCUROS, sajaduras, vendas y gasas. Hay, sobre los ojos de la mañana, una nueva resurrección, la posibilidad de otro juego, de otra prisión abierta día y noche. Pero no descorras la cortina. La esperanza más viva comienza entre las sábanas manchadas con sudor y sangre. Dirá también: EN LA TARDE del día 7, George Sand se despidió de Maurice, de Lina y de Lolo (la pequeña Aurore).

Insistió en que la lavaran. El grito se volvió silencio. Aquel «armiño» de mujer (según la calificaba Harrisse) tenía obsesión por la blancura. ¿La blancura quiebra el espanto de la muerte? Un poco más tarde, reclamó la comida: «Tengo hambre», dijo, aunque luego no probó bocado. Y algo después, murmuró: «Permitid la vegetación». Unas palabras sumamente enigmáticas que darían lugar a infinitas interpretaciones. Como Saramago cuenta a través de su Ensayo: ...la ceguera también es esto, vivir en un mundo donde se ha acabado la esperanza. Pero este libro permite la vegetación y la esperanza; con su cercanía a los temas de los que pocos hablan, se vuelve una luz en medio de la niebla. __________

* Texto leído durante la presentación del libro La niebla crece dentro del cuerpo de la poeta colimense Nadia Contreras en el marco del III Festival Internacional de la Palabra, Colima 2019.


Cine

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Cine-arte

Macario Por Lía Llamas

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Ignacio López Tarso no te lo crees ni por un segundo. Tampoco es para considerar que el vestuario es 100% fiel, porque la vestimenta de nuestros indígenas no siempre tiene un blanco impecable. Eso, en la película se siente el folklor de la festividad de muertos y color de nuestras tradiciones, a pesar de ser en blanco y negro. No hay que complicarse ni quebrase la cabeza contemplando todos los simbolismos que tiene la película, tampoco criticar el modo en que se retrata la idiosincrasia del mexicano, considerar que es mala porque podría ser una copia de El séptimo sello (película sueca de 1957), o que B. Traven se pirateó dos cuentos de los hermanos Grimm para darle significado a la trama. Macario es pretenciosa, según el criterio de algunos críticos, cuyo punto es respetable, pero lo cierto es que nada de eso importa porque es una historia genial que debe de ser vista y o leída antes de irse al otro mundo.

Artes visuales

n la víspera de celebrar el Día de Muertos, me parece sutil y bello escribir sobre una película cuyo tema es propicio para estas fechas. Antes de ello, debo precisar que el cine divergente actual, siempre ha tomado nota de esta verdadera novela del cine. Se trata de una historia que engalana a la muerte con un discurso diferente y bastante mexicano. Su director, Roberto Gavaldón, hizo una adaptación de la novela del escritor B. Traven (Otto Feige) de tal manera que se pudiera representar el misticismo de la muerte de una manera no tan compleja. Para ello, el artista tuvo que atar los cabos perfectos para poder llevar la nueva historia al cine grande y por eso no pudo escoger mejor actor que el recio de Ignacio López Tarso, que para mi criterio, es uno de los mejores actores mexicanos en la actualidad. De Macario podemos resaltar los

valores de su producción, de su fotografía y de sus virtuosos diálogos. Destaca, por supuesto, el haber elegido las grutas de Cacahuamilpa, en el estado de Guerrero, como uno de los tantos espacios para poder filmar la película. Ese, sin dudas, fue el acierto casi perfecto del director para poder plasmar una de las esencias de la cultura mexicana: la especial relación con la muerte. Macario fue nominada a los Premios Oscar en el año 1960, en la categoría de Mejor película en idioma extranjero. Ese año, sin embargo, ganó El manantial de la doncella, de Ingmar Bergman. Hay muchos otros premios logrados que ubicaron a la película como el filme mexicano más premiado en el extranjero. En México y aunque se había suspendido la entrega de los Arieles, los críticos de la época aseguran que hubiera arrasado. Estamos frente a una gran obra del cine mexicano, porque sus diálogos son ingeniosos, a pesar de que el acento de

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Cultura

Así

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se fundó

Día de Muertos, nuestra tradición

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l ser humano se ha caracterizado a lo largo de la historia por cuestionarse el motivo de las acciones y cambios que rigen su vida, algunas de estas preguntas las ha logrado responder, pero hay otras que siguen siendo un completo misterio, entre ellas destaca la muerte, pues en todas las culturas del mundo no sólo se han formado historias con respecto al sentido simbólico que esta tiene, sino que han buscado modos de responderse la pregunta ¿qué pasa al morir? ¿A dónde van los muertos? Cada una se ha respondido esta pregunta de modo diferente, pero el caso de la cultura prehispánica, que es una de las más representativas, pues para ellos las festividades de sus ancestros duraban alrededor de un mes, donde realizaban rituales y ofrendas a Mictecacíhuatl la Dama de la muerte, esposa de Mictlantecuhtli, el señor de la región de los muertos, también conocida como Mictlán, lugar al que iban todos descarnados (como ellos también les solían llamar a los muertos). Dicha celebración tiene un grado tan simbólico y característico de la cultura mexicana, que en el año de 2003 fue declarado por la Unesco como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Gracias a la importancia sobre la muerte en el pensamiento prehispánico, esta tradición se vio en la necesidad de ser adaptada al catolicismo, y pasó de celebrarse del noveno mes del calendario mexica, al 2 de noviembre; pero, es importante señalar que el primero de noviembre se celebra a los muertos pequeños y el día dos a los fieles difuntos. Entre las adaptaciones que se realizaron durante el sincretismo religioso, destaca el hecho de que los nahuas prehispánicos guardaban cráneos para celebrar la vida y el renacimiento, los cuales usaban a modo de trofeos; otros aspectos, como las flores de cempasúchil (en el caso de los purépechas) se sigue conservando y es uno de los más representativos. Como último punto antes de pasar a los elementos del altar de muertos, se relaciona con que en

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México tenemos una representación de la muerte muy importante: la Catrina, misma que fue dada a conocer por José Guadalupe Posada, la cual podría estar inspirada en Mictecacíhuatl. El ritual que se acostumbra a realizar en la actualidad es el altar de muertos, que puede ser de tres o siete escalones, pero ambos deben de tener como: Una imagen del difunto, colocada en el escalón más alto. Una cruz que va al lado de la imagen del difunto, esta puede ser de ceniza, y representa lo único seguro: la muerte. Copal o incienso, mismo que tiene la finalidad de purificar las almas, en especial aquellas que se encuentran en el purgatorio. Arco, suele ser de flores de papel y va en lo alto del altar, de modo que rodee a este. Simboliza la entrada al mundo de los muertos. Papel picado de colores, representa la alegría del Día de Muertos por tener la oportunidad de regresar y ver a sus seres queridos. Velas, veladoras y cirios: representan la luz que guía. Agua: además de ser símbolo de la pureza del alma, sirve para que los espíritus mitiguen la sed y descansen un poco. Flores de cempasúchil. Gracias a su color funcionan como una luz que guía a los espíritus en este mundo. Las calaveras se azúcar, son principalmente una adaptación prehispánica, pero en el altar nos permiten recordar que la muerte siempre habita con nosotros. Comida: hay quienes cocinan el platillo favorito del difunto para que pueda disfrutarlo en su pequeña visita, sin embargo, también se pueden incluir bebidas alcohólicas (en caso de que haya disfrutado mucho de ellas en vida). El pan es una representación de la eucaristía. Por último, los objetos personales del difunto. Estos elementos son básicos en el altar, cada uno tiene un sentido simbólico y cultural, no sólo para nuestro país, sino para los familiares y/o amigos que los elaboran. Para finalizar este escrito, se anotará la

leyenda azteca de las mariposas, con el objetivo de ubicarlas como parte de nuestra memoria cultural y esencial. Los aztecas creían que las mariposas eran angelitos de niños muertos que regresaban a la tierra, los indígenas veían una cara humana en las alas de la Monarca. El grupo mazahua la conoció con el nombre de “Hijas del Sol”; tal vez por el color brillante de sus alas o porque con el despertar de la Monarca llegaba el sol de la primavera. Los antiguos mexicanos tuvieron un gran conocimiento de los tipos de mariposas y de la vida de éstas, así mismo la hicieron parte de sus mitos y supersticiones. En el ornato y en el decorado desempeñaron también un papel muy importante. El nombre náhualt para designar a la mariposa era “papálotl”. La mariposa era una representación del fuego y por ello entra en el símbolo que fue hecho por los mexicanos para representar la guerra. La movilidad de la mariposa los hizo tomarla por símbolo del movimiento del Sol Nahui Ollin y por eso también era símbolo de los dioses del camino, Tlacon tontli y Zacatontli (Monar-canaria, s.f.).

Fotografía/ Miguel Galindo.

Por Karla Valdovinos

Bibliografía: - Monar-ca-naria (s.f.). Leyendas sobre la mariposa monarca. Disponible en: https://monar-ca-naria. jimdo.com/leyendas-y-misterios/ - Siempre! (2011). Día de muertos: celebración de origen prehispánico. Disponible en: http://www. siempre.mx/2011/10/tradicional-dia-de-muertos/ - Unión (2017). Altar de muertos de 7 niveles: qué significa. Disponible en: https://www.unionguanajuato. mx/articulo/2017/10/09/cultura/altar-de-muertosde-7-niveles-que-significa


Cultura

Lunes 4 de Noviembre de 2019

Fotografía/ Carlos Garza.

Calaveritas Con el objetivo de fomentar la creatividad entre la comunidad estudiantil universitaria y preservar la tradición de las calaveritas literarias, la Biblioteca de Humanidades “Griselda Álvarez Ponce de León”, de la Dirección de Tecnologías Informacionales de la Universidad de Colima, lanzó una convocatoria para que los y las interesadas presentaran sus composiciones. Con agrado, compartimos con los apreciables lectores de El Comentario Semanal las creaciones de los ganadores.

Primer Lugar

La inmortalidad de las letras, Víctor Hugo, Neruda, Gabriel y La Fría, un intenso debate en hablar en la biblioteca tenían. Gabriel sentado de frente a la flaca veía, una crónica de una muerte anunciada sería quizás lo que ya le venía.

Segundo Lugar

Neruda le dijo: no temas, la muerte no existe si escribes poemas. La Parca le dijo: ¿por qué estás ausente? ¿Será que te callas porque te viene la muerte?

¡A Griselda! Desde Comala a Tecomán, pasando por ocho lugares más, Griselda tomó Colima sin más e historia hizo en un ademán.

Víctor Hugo expresó a la Catrina embustera: miserable la muerte, que de ella nada se espera. La vida es peor, dijo la Calva traviesa; Valjean la vivió con profunda tristeza. No teman, ilustres, la Calaca exclamó, me llevo el cuerpo, pero nunca la letra que él escribió. No saben que burlan la muerte en sus libros, eternos por siempre, sus letras ya son regalos divinos.

Autor: Romero Amador Josian Tonatihu Facultad de Pedagogía 1° C

Fotografía/ Victor Hugo Hernández.

Autor: Edgar Rafael Martínez Pimienta Facultad de Derecho 5° C

Quedó la huesuda contenta, tras el gobierno de Griselda observar, tanto así, que se la quiso llevar, pero ella, astuta, se decidió ausentar. La flaca, inconforme, se puso a pensar, que el tiempo de Griselda pronto ha de acabar, y después de un infarto ¡que descanse en paz!

Griselda Álvarez habló: - está bueno el debate -, pero si no le bajan poquito, puede que los saque. La Huesuda, sorprendida, no supo qué hacer, -Solo acomoda estos tres libros, si ya no los vas a leer-.

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Letras

Palabrario

Lunes 4 de Noviembre de 2019

mexicano

Por Karla Patricia Valdovinos Mendoza Mecate: Mecate es una palabra mexicana cuyo significado original ha evolucionado, ya que este proviene del náhuatl mecatl, que quiere decir: “lo que está en el maguey”, y es justo en este aspecto donde se localiza la modificación tanto de la palabra como del material con el que se elabora un mecate en la actualidad, ya que en tiempos prehispánicos el mecatl se tejía a partir de las fibras del maguey con el fin de obtener diversos objetos, entre los que destacan: mantas, canastas, redes, cordeles, entre otros. Además, es importante señalar que otras partes del maguey también eran aprovechadas para obtener bebidas como el pulque o el papel; las pencas se usaban para construir canales, extraer medicamento y los tallos que brotaban del maguey se empleaban para sostener cultivos, e incluso las espinas eran utilizadas para el autosacrificio. En algunas zonas, sobre todo rurales, con el maguey aún se realizan algunas de estas actividades, especialmente el pulque; sin embargo, con la llegada de los españoles, los materiales con los que se comenzaron a elaborar las redes y la vestimenta se fueron modificando, y la palabra mecatl evolucionó en lo que actualmente conocemos como mecate, que es una cuerda de materia prima natural o sintética, como el nylon, por ejemplo. Del mismo modo existen diferentes tipos de grosor y color en el mecate que se elabora, pues ya depende mucho de los fines de uso que se le quiera dar o la necesidad que se pretenda cubrir.

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Cacahuate: El cacahuate forma parte del grupo de las leguminosas y se produce en algunos estados de México, entre ellos está Oaxaca, Chiapas y Puebla. Esta palabra proviene del náhuatl tlacáhuatl, la cual se deriva de tlalli, que quiere decir: “tierra” y cacahuatl cuya traducción resulta ser “cacao”, por lo cual se entiende que tlacáhuatl significa cacao de la tierra, pues los cacahuates crecen en la raíz de la planta, y en la parte superior sólo se localizan las hojas verdes y unas pequeñas flores amarillas. En nuestros días con el cacahuate se prepara uno de los dulces típicos de la cultura mexicana: la palanqueta. En sus orígenes se elaboraba con cacahuates tostados y se cubría con miel, ya fuera de cacahuate o de amaranto, estos dulces se consumían durante ceremonias sagradas.

Teporocho: Aunque esta es una palabra bastante conocida dentro de la cultura mexicana, lo interesante de ella radica en la historia de la que parte. Dicha historia se remonta a los principios del siglo XX, cuando en la actual ciudad de México a una señora se le ocurrió vender en su puesto un té de naranjo o canela, que podía ayudar o “curar” a las personas que habían amanecido crudas (con resaca). Pero esta infusión tenía la cualidad de que se le agregaba piquete (en México se refiere a agregar alcohol); ella vendía el té con piquete a diez centavos, y como

es de suponerse, su negocio comenzó a obtener fama, tanta que otra señora decidió poner otro puesto enfrente del original, con el objetivo de vender este remedio de té con piquete, pero con una pequeña diferencia, ella colocó un letrero que decía: “té por ocho”, fue a partir de entonces cuando las personas comenzaron a popularizar el té por ocho, y con el paso de las décadas esta palabra se convirtió en sinónimo de borracho, pues las personas que asistían por su bebida normalmente consumían cantidades considerables de alcohol.

Chípil: Esta es una de las palabras mexicanas que no se encuentran dentro de los diccionarios, ya que su uso es mexicano y se da únicamente dentro de ciertos contextos familiares o entre personas que se tienen mucho afecto. Chípil se usa ampliamente en la cultura mexicana para expresar el hecho de que un hermano (por mencionar un ejemplo), se encuentra celoso de que haya nacido un nuevo integrante en la familia (ya sea hermano o hermana). Esta palabra es difícil de definir debido a que en ella se mezclan diversas emociones, tales como tristeza, celos, alegría, cariño y la búsqueda de la empatía por el nuevo ser que se integra a la familia. Es importante señalar que esto no se da en todos los casos, ya que para algunas personas este cambio en su vida se da con mucha fluidez, y hay otros que incluso tienen que pasar algunos meses de aceptación y asimilación. Bibliografía:

- Biodiversidad mexicana (2015). Cacahuate. Disponible en: https://www.biodiversidad.gob.mx/ usos/alimentacion/cacahuate.html - Loustaunau, Mare (s.f.). Sobre el peculiar origen de la palabra “Teporocho”. Disponible en: https://mxcity. mx/2016/10/sobre-el-peculiar-origen-de-la-palabrateporocho/ - Montúfar, Aurora; López, Norma (2019). “El registro arqueológico e histórico del maguey”, Arqueología Mexicana Especial 57, pp. 12 – 13. Disponible en: https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/elregistro-arqueologico-e-historico-del-maguey - Significados (2019). Significado de mecate. Disponible en: https://www.significados.com/mecate/


Libros

Lunes 4 de Noviembre de 2019

Vida breve, otro libro de Rogelio Guedea Por Ramón Ventura Esqueda

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espués de tres semanas de haber terminado de leerlo y con las ganas de leerlo de nuevo, me quedé también con las ganas de escribir sobre la experiencia que me ha dejado su lectura. Pero con las cincuenta mil ocupaciones de estas últimas semanas me he quedado solo con las ganas. Y ahora que tengo para mí esta mañana de sábado, me abro camino en esta página en blanco para decir ahora sí, lo que he disfrutado y me ha regalado su lectura. Hablo de uno de los recientes libros de Rogelio Guedea, o si no, no lo sé, -pues tiene tantos- el de más reciente publicación: Vida breve. De lo que sí estoy seguro es que es de recientísima publicación por la Universidad de Colima, apenas en mayo de este 2019. En julio pasado, cuando visité a mis hijas en la ciudad de Toluca, encontré, en la consabida vuelta que doy a las librerías de esa ciudad cada vez que estoy por allá, particularmente en la librería de editorial Porrúa, el último libro de Juan José Millás: La vida a ratos, autor también de Cerbero son las sombras y El mundo, dos novelas que han hecho que este autor español pase a ser de “mis favoritos”. Pues bien, comenzaba a leer La vida a ratos, que es un diario semanal del escritor Millás de reciente publicación, cuando me detuve en la semana veintiocho. Anticipo que tiene 194 semanas y 474 hojas, así que, cuando iba en esa semana, detuve su lectura y el libro quedó marcado por el separador (sobre el buró junto a mi cama, donde se van acumulando todos los libros que quedan sin terminar para posterior lectura según mi estado de ánimo o intereses). No recuerdo por qué asuntos tuve que ir al campus central de la Universidad de Colima y al pasar por Servicios Estudiantiles, me detuve y entré a dar un vistazo a la librería que ahí se encuentra. Acomodado como rebanadas de pan recién horneado, encontré Vida breve, de Rogelio Guedea, un libro con una cubierta entre color verde pastel y turquesa, todavía oliendo a prensa. Con muchísima tentación lo tomé y comencé a hojearlo. Digo con muchísima tentación, pues meses atrás había leído y releído por segunda vez otro libro de este autor, Oficio: leer, que por razones obvias a mi vicio por la lectura y los asuntos literarios, quedó todo subrayado y con notas al margen, lo

Un libro con una profundidad creativa en cada uno de sus textos, en el sentido íntegro de todo objeto artístico, por su forma literaria y, sin duda, por su contenido, donde existen textos que son espejos de nuestra vida misma a estas alturas del camino.

que originó mi interés por este autor. Así que, hojeando Vida breve, y al azar, me encontré con un texto del primer apartado del libro que se llama “Edad”. Simplemente me prendió, y bien prendido, pues me olvidé del libro de Millás que se quedó, como ya dije, en la semana veintiocho, no sin antes constatar que tanto el libro de Millás como el de Rogelio tienen títulos casi similares, pues ambos hablan sobre la vida en pequeños trazos, el primero como notas de un diario semanal y, el segundo, como una suerte de microrrelatos muy bien organizados en cuatro partes que conforman el cuerpo del libro, a saber: “De filosofía”, “Del álbum familiar”, “De política” y “De ficción”. Sin dudarlo, quiero decir que me quedé para seguir leyendo el libro de Guedea, y no por la cercanía, pues es habitante de la ciudad que yo habito y compañero de la Universidad de Colima, además de que lo tengo agregado y siempre que nos encontramos nos saludamos y alguna vez compartimos gimnasio, ni por ser lector asiduo de su columna “Paracaídas”. No señores, me quedé con su libro por la seriedad, el orden y, sobre todo, por la profundidad creativa de cada uno de sus textos en el sentido íntegro de todo objeto artístico, por su forma literaria y, sin duda alguna, por su contenido, donde existen textos que son espejos de nuestra vida misma a estas alturas del camino. Duré una semana leyéndolo, y en cada una de las partes del libro puse un puntito en los textos que me parecieron muy notables, sin que por esto el resto no lo fueran. En la primera parte de libro, “De filosofía,” en donde desde luego se tratan asuntos de interés filosófico, aplicados a la vida cotidiana y al ejercicio de la escritura, el autor lleva a cabo una especie de relación analógica introspectiva con algún hecho de la vida y algún asunto del devenir y una suerte de reflexiones profundas sobre sus ideas, las

ideas de otros y del mundo. De esta parte del libro me quedo con cuatro textos: “Edad”, “Filosofía del plagio”, “Escritores y Futbol” y “Diligencia”. En la segunda parte del libro “Del álbum familiar”, que como su título lo dice, se tratan asuntos personales, familiares e íntimos del autor, sin dejar esa tónica reflexiva que luego lo lleva a las profundidades del ser y la vida cotidiana, en donde su sencillez y sinceridad afloran. De esta parte del libro me quedo con tres textos: “Girasol”, “Colima en Google Maps” y “Lector ideal”. La tercera parte, para mí, sin duda es la más seria y la más intelectual y reflexiva de su libro, la he vuelto a releer completa y descubro en ella la formación y los intereses del autor como abogado y escritor. La política, la ética, la filosofía y, desde luego, la poesía, junto con todos los asuntos que tienen que ver con lo humano y su actuar. Me quedo con el capítulo completo, que aunque no es el más dulce ni cercano del libro, es el que siempre deberá releerse, sobre todo si se presume de cierta cultura política y literaria. De la cuarta parte del libro, “De ficción”, quiero decir que es la que más exaltó mi gusto literario, pues en ella y en los textos que la componen hay un cierto parecido con la arquitectura, en lo referente a tiempo y espacio y a planos interpuestos e intersectados de las narraciones y sus personajes. Aquí sí hay un derroche en el manejo del oficio literario. Y vaya que me he quedado con varios relatos de esta parte por su contenido y su forma narrativa y, desde luego, por lo sabroso que se me ha tornado releerlos: “Parejas”, “Cuestas”, “Muñeca”, “Vidas que se alternan”, “Líneas paralelas”, que a mí me pareció estupendo, “Retrovisor”, “Telefonía Celular”, el hombre que esperaba sentado sobre una piedra, libro sin orillas y el viajero inmóvil. Esta parte del libro, para mí, es casi un libro por sí solo. Y bien, después de esta disección del libro de Guedea será necesario una reflexión. Como ya dije, Guedea es un escritor serio, creo que sus textos de este libro cumplieron su función, pues siempre he creído que todo escritor se ilumina con lo que escribe y, lo que queda después de ese ejercicio de iniciación, es lo que nos queda a los lectores, y cuando ese residuo es tan bueno como en este caso, el libro se salva y su autor, como dijera Carlos Ruíz Zafón en El Juego del Ángel: “Está perdido y su alma tiene precio”.

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Lengua

Lunes 4 de Noviembre de 2019

México: Un crisol lingüístico Por Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda América es el crisol de Dios, la gran olla donde todas las razas […] se están derritiendo y reformando! (Israel Zangwill, 1864 - 1926)

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éxico es un crisol de Dios, genético, cultural1 y, por tanto, lingüístico. Las palabras nuestras vienen de muchas lenguas que día a día han sido puestas al fuego en un crisol hecho con arcilla de la humanidad, cuya multietnicidad propicia las mezclas o compuestos de todas las herencias que se forjan en una al fundirse por la pasión de los caracteres transmitidos, se produce un buen mestizaje. El término crisol, del catalán cresol, que procedía del latín culto crucibulum, llamado así por ser un cuenco con forma de cruz y usando el lenguaje figurado, al crucificar la cultura, la lengua o los genes se mezclan y fusionan en el crisol, al amor del fuego y con el paso del tiempo se depuran y mejoran. México vive un conflicto que no ha podido resolver del todo y se cuestiona qué le es propio y qué le es ajeno. Al parecer nos debatimos entre la herencia occidental que llegó a través de España y el otro pensamiento, cómo denominarlo: prehispánico, indígena, americano, que no es único y menos uniforme, pues en él confluyen muchos pueblos. La historia, esa que denominamos oficial, acentúa el cuestionamiento al haberse encargado de plantear una situación de diferencias que se logran empatar y más bien parecen querer enemistar, la cual ha obstruido más que ayudado para que se defina nuestra identidad. José Vasconcelos escribía, al explicar el concepto de raza cósmica, que en los procesos de la historia nada es inútil y tampoco hay retrocesos ni cambios posibles, de ahí que del mestizaje devendrá la raza cósmica, esa quinta raza que no excluye a ninguno, pues se forma precisamente de todas las capacidades, subrayando que ninguna raza se basta a sí sola.2 Siguiendo la idea de Vasconcelos, al

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revisar las idas y venidas de las poblaciones sobre el plantea, que como papalote (papálotl, mariposa en náhuatl) vuelan por doquier, encontramos que en linaje humano, en nadie cabe la posibilidad de presumir de la pureza racial; científicamente el concepto de pureza racial es un “sin sentido” (Sociedad Americana de Genética Humana, ASHG). Sin embargo, son interesantes los patrones de migración y mezcla de diferentes poblaciones en el globo terráqueo, para explicar fenómenos socioculturales, como el mestizaje lingüístico, pues también las palabras tienen sus raíces. Y, aunque no lo crean, el purismo es un fenómeno lingüístico, como parte de la construcción de la identidad, por tanto, su papel social es importante por el fondo ideológico y el rol simbólico de la lengua; el debate al respecto es interesante, pero un tanto ilusorio, pues el purismo cae por tierra cuando se da un sincretismo cultural y, por ende, lingüístico, y la gente decide utilizar de tal o cual modo una palabra determinada. Al llegar el español en el siglo XVI, el hablado en América se independizó del peninsular, mantuvo arcaísmos, introdujo vocablos de otras lenguas, creó neologismos o aceptó formas de expresión como: “me parece” o “dizque”, o revitalizó el prefijo Re-, nos agrada recalcar, retebien, retefeo, retemal, retebien. De ese viajar por el mundo llega la tiza a España, siendo de origen náhuatl tizatl (tierra blanca), de ahí los topónimos mexicanos: Tizapán, Tizayuca. Pero en México decimos gis, que viene del latín gypsum, tomado del griego gypsos -sulfato de calcio-, que originó las palabras yeso y gis; al parecer, los griegos lo tomaron de una isla en Egipto, Gypsum, donde abundaba ese material o viene desde el acadio Gassui. De modo similar, existen muchos casos de internacionalización lingüística, o mejor de globalización de las palabras, cuyo origen puede ser uno, pero sus variantes se encuentran en todas las lenguas de Occidente. En comida, cuando decimos plátano (Musa paradisiaca) resulta que estamos utilizando una palabra de procedencia griega, plátanos, que deriva de plátos – plano, ancho- aludiendo a las grandes hojas de la herbácea, que nos llegó del sudeste

de Asia, pasando por las Islas Canarias en el siglo XV para arribar a América en 1516, y actualmente Colima es un productor de plátanos. Asimismo, las palabras mesoamericanas se han globalizado, se han propagado muchas de las más de 60 lenguas prehispánicas que aún se hablan; chocolate, chile y muchas otras servirían de ejemplo. Por otro lado, jugando con las palabras, tamal no viene de ta’mal, apocope de está mal, sino del náhuatl tamalli, que significa envuelto; y el cotidiano molcajete, casi obvio es decirlo, proviene del náhuatl molli y caxitl, cajete: mollicaxtli, así que diciendo que hagan un cajete, sobrevive una voz náhuatl. Si pensamos en moles, un homónimo deriva del latín Mollis y significa blando, suave, de ahí que más de uno lleve una vida muelle; pero los moles mexicanos vienen del náhuatl, el Molli o Mulli es una salsa espesada con maíz. Sahagún menciona en Historia general de las cosas de la Nueva España, que a Moctezuma le servían una salsa llamada chimulli o chimolle. Nosotros sabemos que hay moles de colores y sabores variados, pues es un platillo con mucha historia, apropiado para celebraciones mexicanas. Otra palabra nuestra de todos los días es pozole, si le agregamos Atl como sufijo nos da Pozolatl y es una bebida de maíz (Molina, 1571). Pozole, de etimología náhuatl, es una “revoltura que se come”, en las culturas prehispánicas el pozole ocupaba un lugar especial en las ceremonias religiosas que se festejaban con un buen plato de pozole, que siendo su base el maíz, es sin lugar a dudas un alimento representativo de la gastronomía mexicana, y más porque hay pozoles de los más distintos sabores y los tres colores, verde, blanco y rojo, de la bandera. Ya en el crisol cultural alimentario, el pozole se mestizó con las carnes de puerco y pollo, que no eran de origen americano y luego, según la zona de México, las guarniciones, que son de lo más variado, incluyen queso, chicharrón, cebolla, limón y otros ingredientes que llegaron poco a poco de otras partes del mundo. Por eso y más, podemos afirmar que México es un crisol de Dios.


Opinión

Lunes 4 de Noviembre de 2019

Colombia votó por el cambio

Por Fabio Martínez

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n las elecciones del 27 de octubre para alcaldes y gobernadores, el país votó por el cambio político. Parece ser que la pesadilla de la polarización ideológica comienza a ceder, y el ciudadano de a pie vota a conciencia por proyectos y no por fanatismos caudillistas. La gran ganadora de la jornada fue Claudia López, quien obtuvo la mayor votación histórica en Bogotá y será la primera mujer elegida alcaldesa en la capital. Los grandes derrotados fueron Álvaro Uribe Vélez y su partido, el Centro Democrático, que perdieron en las principales capitales del país, como Bogotá, Medellín, Cali, Pereira, Bucaramanga y Cartagena, y en los departamentos de Antioquia, Valle, Caldas, Santander, Meta y Quindío. Claudia es una mujer con una alta formación y experiencia políticas, que lideró el referendo contra la corrupción. Será la alcaldesa del cambio, la inclusión y el derecho a la diversidad. Es la alcaldesa que representa al centro de izquierda, diferenciándose de las

Otro fenómeno importante es el triunfo de William Dau sobre aquellos candidatos que, camuflados en cuerpo ajeno, querían seguir feriando a Cartagena de Indias.

posturas extremistas de derecha e izquierda, que tanto daño le han hecho al país. El segundo fenómeno interesante es la derrota de Uribe Vélez en Medellín. El joven Daniel Quintero, quien llevó a cabo una campaña inteligente desmarcándose de los sectarismos regionales, llegó a la alcaldía derrotando al uribismo y a las tradicionales castas de la política antioqueña. Otro fenómeno importante es el triunfo de William Dau sobre aquellos candidatos que, camuflados en cuerpo ajeno, querían seguir feriando a Cartagena de Indias. A Dau le toca limpiar la corrupción de la administración y comenzar a rodearse de los sectores pujantes y éticos de la ciudad para sacar a la Heroica del naufragio al que se ha visto sometida desde hace varios años.

En Cali y el Valle del Cauca ganó la esperanza con Clara Luz Roldán y Jorge Iván Ospina. Clara Luz representa la continuidad de Dilian Francisca Toro, una mujer que volvió a posicionar al departamento entre los mejores del país y, como buena gobernante, estuvo al servicio de la gente. Jorge Iván Ospina tuvo que lidiar con una campaña sucia liderada desde las élites conservadoras de la ciudad, pasando por el candidato de los juegos de azar, que no le perdonaban su capacidad de liderazgo, su visión de ciudad y sus posiciones de inclusión social. Estamos seguros de que con Jorge Iván Ospina, Cali volverá a surgir como una urbe segura e incluyente, hasta convertirse en la ciudad metrópoli modelo. Finalmente, quiero destacar que en Buenaventura y el departamento del Cauca ganaron dos representantes afros. En el puerto sobre el Pacífico ganó la alcaldía Víctor Hugo Vidal, un líder del paro cívico. En el Cauca triunfó Elías Larrahondo Carabalí. A Vidal le tocará limpiar la alcaldía, tomar distancia de los políticos corruptos y sus oscuras alianzas con las bandas criminales, y darle al principal puerto sobre el Pacífico el sitial que se merece. Larrahondo Carabalí tendrá que enfrentar la guerra que vive el Cauca, perseguir los asesinatos selectivos contra los líderes indígenas y negros y concertar con las élites ‘blancas’ de Popayán. Ñapa: según el nuevo mapa del país, es posible que en próximas elecciones presidenciales tengamos a una mujer como presidenta de Colombia: Claudia López o Dilian Francisca Toro. www.fabiomartinezescritor.com

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