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La creciente fiereza de la política estadounidense y la arrogante imposición de sus intereses mediante la amenaza militar, tienen su sustrato real en la revolución de la tecnología bélica de las últimas dos décadas. A los tres grandes paradigmas militares de la historia —el caballo, las armas de fuego y las armas nucleares— se agregan ahora las armas cibernéticas, comúnmente llamadas “inteli-gentes”. El impacto de esas revoluciones de las fuerzas destructivas sobre el destino de la humanidad ha sido tan grande, como el de las revoluciones de las fuerzas productivas. De hecho, ambas están unidas de manera dialéctica y en dos sentidos. En primer lugar, el conocimiento objetivo necesario para los saltos cualitativos de la tecnología civil es “hermano gemelo” de lo necesario para los saltos cualitativos en la tecnología militar. En segundo lugar, desde el punto de vista de las elites de las sociedades de clase, son dos brazos de un mismo cuerpo explotador que se nutre tanto de las fuerzas de producción como de destrucción. El concepto implica muchas más cosas, pero la idea de que tras el fin

de la Guerra Fría el principal enemigo de la mayor superpotencia del planeta no era ya otra superpotencia, sino una red no estatal y no anclada al territorio se convirtió en mi punto de partida para explicar de forma breve y concisa las transformación de los conflictos armados. Pero no deja de ser interesante la idea de que cómo un número limitado de individuos, al margen de los poderes estatales, se convierten en rival de una superpotencia. Ignacio Ramonet especulaba en Guerras del siglo sobre la idea del individuo-estado, actor en la escena internacional. Íñigo Medina habla, por su parte, de la “institucionalización del individuo” y apunta como “[l]a tecnología viene reduciendo la escala de sus respectivas potencias”. La tecnología, los medios materiales, eran la brecha que diferenciaba al individuo y al estado: Bombas inteligentes de gran potencia o satélite espías eran medios sólo al alcance de las fuerzas armadas estatales. Pero, ¿cómo no considerar misiles de crucero a los aviones secuestrados el 11-S? Y estos días salía la noticia de que la insurgencia iraquí pudiera estar usando Google Earth para planificar sus ataques.

Las guerras posmodernas son guerras que se nutren en lo tecnológico de fuentes abiertas. O cuando no, tecnología obtenido en los mercados negros. En Colombia han sido encontrados submarinos en construcción para ser usados como transporte por los carteles de la droga. La tecnología se presupone obtenida a través de las mafias rusas. ¿Cómo no considerar como “superpotencia” al grupo terrorista que se haga algún día con un artefacto nuclear?

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La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado; un asunto de vida o muerte, el camino hacia la supervivencia o la destrucción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente. Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer comparaciones entre diversas condiciones de los bandos antagonistas, de cara a determinar el resultado de la contienda. El primero de estos factores es la política; el segundo, el clima; el tercero, el terreno; el cuarto, el comandante; y el quinto, la doctrina. La política significa aquello que hace que el pueblo esté en armonía con su gobernante, de modo que le siga donde sea, sin temer por sus vidas ni a correr cualquier peligro. El clima significa la noche y el día, el frío y el calor, días despejados o lluviosos, y el cambio de las estaciones. El terreno implica las distancias, y hace referencia a dónde es fácil o difícil desplazarse, y si es campo abierto o lugares estrechos, y esto influencia las posibilidades de supervivencia. El comandante ha de tener como cualidades: sabiduría, sinceridad, benevolencia, coraje y disciplina. Por último, la doctrina ha de ser comprendida como la organización del ejército, las graduaciones y rangos entre los oficiales, la regulación de las rutas de suministros, y la provisión de material militar al ejército. El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo. Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egotismo. Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega. Ahora, si las estimaciones realizadas antes de la batalla indican victoria, es porque los cálculos cuidadosamente realizados muestran que tus condiciones son más favorables que las condiciones del enemigo; si indican derrota, es porque muestran que las condiciones favorables para la batalla son menores. Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede. Muchas menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza cálculos en absoluto. Mediante todo esto, uno puede adivinar el resultado final de la batalla.

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LA TECNOLOGÍA MILITAR La última revolución de la tecnología militar tiene, sin embargo, un significado particular frente a las tres anteriores, en el sentido de que es, al mismo tiempo, la consumación de una lógica histórica de seis mil años y la iniciación de una nueva cualidad de la dimensión militar. La lógica histórica de los poderosos ha sido que la guerra es un buen negocio, siempre que la superioridad sea tal que el botín exceda con creces los costos materiales y humanos propios. Por eso el constante afán de perfeccionamiento de la tecnología militar que ha caracterizado la política de las elites imperiales desde el inicio de la sociedad de clases. El éxito en el campo de batalla depende de tres variables: a) el poder de fuego; b) la información (inteligencia militar); c) la calidad de conducción táctica y estratégica de los adversarios. Las tres variables son, por lo general, una función del grado de desarrollo económico y civilizatorio de los adversarios. Abstrayendo del factor “c”, es la información precisa sobre las particularidades de las fuerzas enemigas (localización, movilidad, logística, etc.) y propias, junto con la capacidad de destrucción física propia (poder de fuego), las que deciden el desenlace de una batalla. En las tres grandes innovaciones mencionadas, el avance del poderío bélico se dio esencialmente sobre el factor del poder de fuego, mientras que en el nuevo paradigma militar el salto cualitativo deviene principalmente de las ciencias de la información.

LA COMUNICACIÓN MILITAR Hoy día es potencialmente posible, comunicarse en cualquier momento con cualquier persona en cualquier parte de la tierra en tiempo real, por voz, dato o imagen. Toda persona y todo objeto es, por lo tanto, parte de una red mundial que puede identificarla con suficiente precisión en términos de espacio, tiempo, movimiento. Las dos implicaciones militares centrales de este grado extremo de comunicabilidad, alcanzado por la humanidad, son evidentes. 1. Si puedo alcanzar potencialmente a cualquier persona con información o comunicación en tiempo real, entonces puedo alcanzarla potencialmente también en tiempo real, con un arma letal o incapacitante. 2. Con un grado apropiado de desarrollo de las tecnologías cibernéticas de detección y procesamiento de datos, el campo de batalla puede ser digitalizado, es decir, los actores bélicos en el teatro de operaciones pueden ser, a) teledirigidos y, b) no-humanos. El viejo sueño de toda elite imperial, de enriquecerse mediante la guerra sin sufrir bajas humanas propias -que generan problemas de legitimidad y estabilidad para la clase dominante- se está realizando hoy día y esto explica la hybris (prepotencia desmesurada) de la clase política que representa Bush. Se

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siente liberada de la única atadura que frenaba a sus antecesores históricos: las pérdidas humanas de la confrontación bélica.

LA NUEVA DOCTRINA MILITAR ESTADOUNIDENSE La expresión más clara del sentimiento de omnipotencia militar que ha invadido a los militares y políticos en Washington, ha sido un discurso del Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea estadounidense, General Ronald R. Fogleman, el 18 de octubre de 1996, en el cual formula la nueva doctrina militar puesta en praxis después de la caída del muro de Berlín. Denominada Global ReachGlobal Power, esos son sus elementos centrales: 1. En el primer cuarto del siglo XXI será posible encontrar, fijar y atacar todo lo que esté o se mueva sobre el planeta. 2. Operamos en un medio que comprende y alcanza al cien por ciento de la superficie terrestre y de la población. 3. Ganar el control del aire es la clave para ganar cualquier guerra con un mínimo de pérdidas. 4. La capacidad de Ataque Global es la capacidad de encontrar y atacar blancos en cualquier parte del planeta. 5. La capacidad de Acciones de Precisión es la capacidad de aplicar una fuerza de aniquilación abrumadora a un objetivo definido con extrema precisión.” Hoy día, la tecnología militar está cerca de realizar este sueño de los militares estadounidenses de matar en cualquier parte del planeta en cualquier momento, impunemente. Y la reestructuración fascistoide del Estado liberal va acorde con el avance tecnológico, tal como se manifiesta en la nueva doctrina de política exterior del presidente Bush que incluye el “derecho” al golpe militar preventivo; su autorización a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de asesinar a supuestos líderes de Al-Quaeida fuera de Afganistán y la creación de un Leviatán de seguridad nacional (Homeland Security) que significa la mayor reestructuración del Estado de la Unión Americana desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Y la “reeducación” de la opinión pública para aceptar tal política, tampoco puede faltar. Nicholas D. Kristof, comentarista del liberal The New York Times, escribe en la edición de ayer, que es más sensato asesinar a Saddam Hussein que invadir el país y que, contrariamente a lo que cree la opinión pública, la legislación estadounidense “no prohíbe los asesinatos”. La tecnología militar del campo de batalla digitalizado gira en torno al Sistema de Posicionamiento Global (GPS), satélites, mísiles cruceros, aviones a control remoto como el “Predator” que recientemente mató a seis personas en Yemen; rayos láser para destruir objetos muy veloces como cohetes o obuses de artillería y el arma “capitalista” por excelencia, la bomba de neutrones, que mata a seres humanos, pero deja intacta la infraestructura física, donde se encuentran.

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Se denominaron cruzadas a las expediciones que emprendieron los cristianos de Europa occidental entre los siglos XI y XIII para rescatar a Jerusalén y el sepulcro de Cristo, caídos en poder de los turcos. Se les dio el nombre de cruzadas porque los hombres que tomaban parte en ellas adoptaban como señal distintiva una cruz de tela roja cosida a sus vestidos. La causa principal de las cruzadas fue la aparición en Oriente de un pueblo musulmán llamado turcos seldyúcidas, quienes luego de destruir el imperio árabe de Bagdad atacaron el imperio bizantino y se tomaron el Asia Menor, dejando amenazada Constantinopla. En el año 1078 se apoderaron de Jerusalén, lugar que ya se encontraba en manos de los musulmanes árabes, quienes habían respetado los lugares sagrados (como el Santo Sepulcro de Cristo) y permitido las peregrinaciones de los cristianos. Los turcos seldyúcidas o fanáticos persiguieron a los peregrinos e incluso los torturaron. Por esta razón, Tierra Santa se convirtió en un lugar vedado para los cristianos, quienes no pudieron acercarse a la tumba de Cristo. Se realizaron ocho cruzadas, dos de las cuales fueron preparadas y dirigidas exclusivamente por señores; las otras seis se convirtieron en verdaderas expediciones reales.

El resultado de las cruzadas Primera cruzada: Decidida en el concilio de Clermont por el Papa Urbano II, dio como resultado la conquista de Jerusalén y la creación de un reino francés en Palestina.

Segunda cruzada: Se emprendió para auxiliar a los franceses de Palestina amenazados en Jerusalén. Dio como resultado el inútil asedio de Damasco.

Tercera cruzada: Fue provocada por la toma de Jerusalén por el sultán egipcio Saladino.

Cuarta cruzada: Fue organizada por los señores franceses y venecianos, dando como resultado la toma de Constantinopla, la destrucción del imperio griego y la creación de un imperio latino que duró casi medio siglo.

Quinta cruzada: Dirigida por el señor francés Juan de Brienne y el rey de Hungría. No dio ningún resultado.

Sexta cruzada: Tuvo la particularidad de que el jefe de la expedición estaba excomulgado, y en vez de atacar a los musulmanes negoció con ellos, obteniendo que los peregrinos pudiesen visitar Jerusalén.

Séptima cruzada: Tenía por objetivo Egipto, centro de un poderoso estado musulmán, pero los cruzados fueron sorprendidos por una crecida del Nilo, diezmados por una epidemia y atacados por los musulmanes, por lo que debieron rendirse.

Octava cruzada: También llamada cruzada de Túnez, terminó con la muerte de Luis de Francia (más tarde San Luis), víctima de la peste.

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Durante la época imperial los requisitos para convertirse en legionario eran: medir al menos 1,75 m de altura, ser delgado pero musculoso, con buena vista y oído. También era preciso saber leer y escribir y, sobre todo, ser ciudadano romano. Esto no quería decir que fuera ciudadano de Roma, sino que tuviese la ciudadanía romana. La ciudadanía se conseguía después de servir en el ejército durante 25 años en puestos auxiliares, lo que le otorgaba derechos y privilegios especiales a él y toda su familia. Los aspirantes a soldados tras acudir a la oficina de reclutamiento que se encontraba en la capital de provincia, eran sometidos a una entrevista y un reconocimiento médico. Una vez admitidos, prestaban juramento de obedecer a sus superiores y no desertar. Sus documentos junto con un certificado del gobernador y las dietas de viaje -tres monedas de oro por cabeza-, se entregaban a un oficial que les acompañaba en el largo viaje hasta el destacamento asignado. Durante cuatro meses los nuevos reclutas eran sometidos a un entrenamiento implacable. Al concluir este periodo los supervivientes ya podían llamarse soldados -milites-. Los que no podían resistir el entrenamiento eran rechazados. Primero se les enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha, forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 millas romanas -30 Km.- en cinco horas. Después tendrían que recorrer la misma distancia cargados con todo su equipo, que incluía armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada, instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa. El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de recorrer 24 millas -36 Km.- en cinco horas.

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obras civiles, en donde debían de picar piedra en las canteras, cavar cimientos, alisar caminos y pavimentar. Todo nuevo legionario procuraba conseguir un destino que le evitara trabajos desagradables. Estos trabajos, destinados para los que conocían un oficio -herreros, carniceros, enfermeros, domadores de caballos, ...- eximían de realizar otras tareas.

Equipo y armas Túnica: Realizada en lana o lino, consistía en dos piezas rectangulares, cosidas por los lados y los hombros y dejando unas aberturas para los brazos y la cabeza. Las había también con mangas. Se llevaba muy suelta y caía hasta las rodillas. Los legionarios se la ceñían con un cinturón -cingulum militare- del que pendía un faldellín de cuero con apliques metálicos. El cuello era lo suficientemente amplio como para sacar un brazo por él, sino se ataba al cuello por detrás para que no cayera sobre los brazos. Sandalia: Cortada en una sola pieza de cuero duro, se cosía por detrás y se unía a una suela muy gruesa de cuero, reforzada con clavos. Modernas reconstrucciones sugieren que los clavos durarían unas 300 millas de marcha en caminos de grava. Algunos escritos indican que un soldado necesitaban un par de sandalias al año. Capa:Confeccionada en una sola pieza de paño, existían varios tipos de capas militares, la más común era la sagum que se sujetaba a los hombros con unos broches. Otra usual era una que se ponía sobre los hombros y se abotonaba por delante, cubriendo brazos y muslos. Por debajo de la cintura se dejaba abierta para facilitar el movimiento de las piernas. Algunas capas tenían capucha. Y también estaba la paenula, un poncho o capa con un agujero central para la cabeza.

PLANO GENERAL PARA EL CAMPAMENTO DEL EJERCITO ROMANO

Los legionarios realizaban marchas tres veces al mes durante 25 años. Este entrenamiento y capacidad de desplazamiento fue una de las causas por la que el ejército romano era tan superior a otros ejércitos. Esto era solo parte de la instrucción, puesto que el programa de entrenamiento también incluía carreras, saltos, equitación y natación. Cuando se consideraba que se encontraba en buena forma física comenzaba la instrucción en el manejo de las armas. Los reclutas aprendían a atacar a una gruesa estaca clavada en el suelo con una pesada espada de madera y un escudo de mimbre que pesaba el doble que un escudo normal. Se les insistía que golpearan de frente, sin describir arcos con la espada, que puede evitarse con más facilidad. También se les entrenaba en el lanzamiento de pesadas jabalinas de madera contra las estacas. Una vez superado este paso, se les consideraban dignos de empuñar armas auténticas forradas de cuero para evitar accidentes, que les deberían de parecer ligerísimos en comparación con las pesadas armas de madera. Terminada los cuatro meses de instrucción y ya convertidos en soldados -milites-, seguían realizando marchas, ejercicios y entrenamientos aunque ya disponían de algún tiempo libre, pero se les mantenían ocupados durante las horas de trabajo. Al amanecer se presentaban al centurión para que les asignaran las tareas de la jornada, principalmente guardias o trabajos de limpieza. A veces patrullas o funciones de policía, pero también la construcción de calzadas y Armadura: Existían tres tipos malla (anillas enlazadas), de escamas, y de placas (lorica segmentaria). En la de escamas, estas se solapaban de tal manera que la armadura tenía en todos sus puntos un grosor de dos escamas. En las dos primeras la armadura era cosida a una camisa de tela que era la que le daba forma. En la de placas, estas mantenían su posición gracias a unas correas de cuero. Hasta el reinado de Claudio -41-54 d.C.-, los legionarios llevaron la cota de malla, que entonces se sustituyó por la armadura de placas. Casco: Estaban acolchados por dentro, y tenían una correa que pasaba a través de anillas sujetas a la aleta posterior y llegaba hasta las aletas laterales donde se ataban bajo la barbilla.. Algunos cascos de finales del siglo I d.C. aparecen con dos refuerzos de acero de factura tosca -uno de lado a lado y otro de delate a atrás- parece ser que fue adoptada durante una campaña. Los centuriones llevaban en sus cascos unas cresta transversales -de oreja a oreja-, sin embargo, no esta claro que los legionarios llevasen crestas, salvo tal vez en ocasiones especiales

Espada: La espada era corta, de borde recto y unos 40-50 cm. de longitud de hoja. En la República e inicios de la época imperial se llevó en el lado derecho, pero a partir del siglo II d.C. las espadas usadas por la infantería se fueron alargando y se cambió al lado izquierdo.

Escudo: El escudo estaba realizado con tiras de madera encoladas -como un contrachapado de tres capas dispuesta 90º una capa respecto a la otra- y recubiertas de cuero o fieltro y con unos refuerzos de metal en los bordes y otro central para proteger la mano. Con forma rectangular y curva pesaba unos 6 kilos y media aproximadamente 1 m. de longitud. Este se agarraba por una simple agarradera horizontal en el centro del escudo.

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Jabalina: Es la jabalina pesada más usual con 2 m. de largo. Formada por un largo eje de hierro, de unos 60 cm., con punta piramidal y una cola plana. Esta cola se encajaba en una ranura del mango de madera y se sujetaba con tres remaches. En el siglo I d.C., se introdujo una jabalina más pesada, con un contrapeso de plomo justo por delante de donde se agarraba. Diseñada para ser arrojada y que la fina punta se clavase en el escudo de manera que el eje de hierro se doblase quedando prendida y haciendo el escudo inmanejable o que fuese devuelta por el enemigo.

Casco Galea: Los cascos de la caballería romana solían ser de hierro, con decoraciones de bronce, algunas de estas decoraciones imitaban el cabello. Se han encontrado varios ejemplares muy elaborados, que cubren casi toda la cabeza, dejando al descubierto sólo los ojos, la nariz y la boca.

Coraza Lorica: La coraza podía ser de escamas o de cota de malla . Por lo general era corta y sólo llegaba hasta las caderas, abriéndose por las caderas para permitir montar a caballo y evitar posibles enganches en la silla de montar. En lo alto de la espalda tenía dos capas, y en los hombros un par de placas sujetas con ganchos al pecho. La malla romana se componía de filas alternas de anillas horadadas o soldadas a martillazos, unidas por filas de anillas remachadas. Las escamas de las armaduras romanas se unían con alambres y tiras de cuero antes de coserlas a una prenda de tela.

Espada Espatha: La caballería romana utilizaba una espada larga -spatha-, que llevaban colgada del cinturón o de una bandolera que pasaba sobre el hombro izquierdo. La hoja de estas espadas podía medir de 65 a 80 cm.

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ESTANDARTES Aguila: Instituido por Mario el último año del siglo II a.C., el águila fue el símbolo de la legión y era el estandarte más apreciado, la perdida del mismo era considerado una deshonra para la legión y para Roma. Este estaba al cuidado de la primera centuria de la primera cohorte de la legión. Portado por el alquilifer ñalquiliferi en plural- era el soldado más valiente de toda la legión. En tiempos de Mario y César, los estandartes eran de plata. Vexilla: Era un pequeño estandarte con el nombre de la legión o de una unidad, y era utilizado por unidades que prestaban servicio lejos de su legión. Las unidades de caballería llevaban un vexilla. Los soldados eran nombrados vexillarius (vexillarii en plural). Signum: Cada centuria tenía su propio estandarte llamado signum. Había dos variaciones, uno con una punta de lanza en lo alto del estandarte y otro con una mano abierta. Los discos circulares probablemente identificaran la centuria y la cohorte a la cual pertenecían. Los soldados eran los signifer (signiferi en plural). Imago: En la época imperial las legiones llevaban un pequeño busto del emperador. Existía uno por legión, y lo más probable es que fuese con el legado y los otros oficiales. El soldado era el imaginifer (imaginiferi en plural). Draco: Bien avanzado el imperio un nuevo estandarte llamado draco ñde origen Dacio- fue adoptado por el ejército. El estandarte consistía en una cabeza de dragón con un cuerpo de tela que se ondeaba con el viento. Algunos estudios indican que el draco haría un inquietante sonido cuando el viento pasase a través de el. El soldado que lo portaba era llamado un draconarius(-draconarii en plural). Tanto la infantería como la caballería tenían un draco como uno de sus estandartes. Las legiones imperiales tomaban el signo del zodiaco del mes en el que la legión era formada. Algunas legiones también tenían otros símbolos asociados como el elefante o el delfín.

Organización de la Caballeria Romana: La caballería auxiliar romana estaba organizada en tres tipos diferentes de unidades. Ala quingenaria. Formada por 500 hombres ,en realidad eran 512. Ala milliaria. Aunque el nombre puede llevar a confusión, estaba formada por 768 hombres. Cohors equitata. Unidad mixta de infantería ligera y caballería (en proporción de 3 a 1). Estas unidades podían ser quingenarias o milliarias. Una cohorte equitata quingenaria constaba en total de 480 soldados de infantería y 129 de caballería; y una cohorte equitata milliaria de 800 soldados de infantería y 256 de caballería. Un ala quingenaria estaba dividida en 16 turmas. Cada turma constaba de 30 soldados con un decurión al mando, un lugarteniente y un sesquiplicarius. Además cada turma tenía un portaestandarte (signifer).

Los caballos de la caballería romana tenían una estatura media de 1,45 m., estos no llevaban herraduras, y por lo tanto se procuraba evitar los caminos pavimetados. La silla de montar no llevaba estribos, era de madera, de estructura rígida, recubierta de cuero y reforzada en los pomos con chapas de bronce.

De origen griego, los romanos supieron aprovechar las capacidades de estas poderosas máquinas. Y fue Julio Cesar el primer general en utilizar la artillería masivamente en campo abierto. Con cuerpos de madera, la mayoría de las máquinas se basaban en la utilización de la torsión de grandes madejas de fibras, nervios, tendones, o crines de animales como fuerza impulsora para el lanzamiento de dardos o grandes piedras.

Máquinas de guerra Ballista: Arma principal del ejército romano, lanzaba piedras en una trayectoria relativamente horizontal. El peso de los proyectiles variaba entre el ligero de poco mas de medio kilo, al de 800 gr. que podría alcanzar alrededor de los 180 metros. También se han encontrado proyectiles con calibres de 6,4 Kg. a 50 Kg., hasta el gigante de 75 Kg. Disponían de una por cohorte (10 por legión).

Onager: Era una máquina que lanzaba piedras con una honda, aunque era conocido desde los primeros tiempos no se extendió su uso hasta bien entrado el imperio. La razón puede ser debida a que la ballista era más eficaz a pesar de que fuese más complicada de fabricar y mantener. Existía otro más grande, el onagri que era el doble de grande. Cuando el brazo lanzase la piedra, esta describiría una parábola parecida a la que realiza un mortero actual. Se estima que su alcance sería de unos 30 m. Disponían de tres por legión. Scorpio: Era un arma que arrojaba flechas. Esta tenía un cuerpo metálico,

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si bien en un principio fue de madera y más voluminoso. El tamaño de las flechas no llegaba a los 70 cm. Su alcance máximo sería de poco mas de 350 m., pero naturalmente un disparo eficaz tuvo que ser inferior, en todo caso a corta y media distancia el proyectil sería capaz de hacer inutilizable un escudo o de ser letal para un enemigo sin protección. Se estima que cada centuria disponía de una, lo que hace un número de 59 por legión.

Maquinas de asedio: El otro tipo de máquinas de guerra que utilizaron los romanos, fueron las utilizadas durante un asedio. Para abrir brechas en los cinturones defensivos enemigos utilizaron el ariete, en sus distintas modalidades y formas. Sustancialmente consistía en una viga larga y robusta de madera en donde el extremo que soportaba el esfuerzo era revestido de metal, generalmente hierro o bronce, con forma a veces de cabeza de carnero. Este era empujado hasta la base del

El ala tenía su propio portaestandarte ñvexillarius-, que llevaba una bandera con el nombre del ala. A su mando iba un prefecto (praefectus equitum) procedente de la orden ecuestre, la clase media alta de Roma, pero esto no sucedió hasta el final del siglo primero, ya que hasta entonces el comandante era un no-romano del pueblo al que perteneciera el ala. También estaban los equites legionis, que eran las unidades de caballería que tenía cada legión, formada por unos 120 hombres aunque al final del imperio el número se ampliaría a unos 760; no se sabe con certeza si tuvieron un comandante independiente al de la legión, pero lo que sí es seguro es que estaría comandada por un centurión o un optio. Y los equites singulares, que eran los cuerpos de caballería que hacían las funciones de escolta de emperadores y gobernadores provinciales; los que protegían al emperador se denominaban equites singulares Augusti, y eran el equivalente a la guardia pretoriana.

objetivo de varios modos, pero el sistema más simple y primitivo era el llevado al hombro por soldados que luego procedían a golpear el muro. Cuando el ariete era suspendido a un armazón de madera (aries pensilis), se ataba la parte posterior de la viga con sogas, se tiraba de él y se soltaba produciéndose el golpe contra el objetivo. Si era provisto de ruedas o troncos para facilitar el desplazamiento del mismo se le denominaba aries subrolatus. El sistema más complejo y seguro para los soldados que estaban al servicio del ariete fue el testudo arietata, los soldados estaban protegidos bajo una marquesina móvil de madera, revestida por materiales resistentes al fuego, y la percusión del ariete era provocada a través del empleo de dos fajas de sogas que tiraba del ariete adelante atrás contra el objetivo.

en el ataque, por lo que el enemigo podía tratar de cavar fosos o agujeros ocultos sobre el terreno, de modo que se hundiera con el peso y inutilizarlo. Para el asalto también se utilizaba escalas de madera, cuerda o cuero. Vegezio también cita los scalae speculatoriae, una especie de carretilla con un entablado enclavado en la cumbre, sobre la que un soldado era puesto con funciones de observación. Otra máquina para alcanzar las murallas enemigas era el tolleno, una máquina parecida a un ascensor.

Para el asalto de las murallas enemigas utilizaron las torres móviles. Estas estaban construidas de madera, con una altura superior a la de las murallas a las que se quería acceder, y eran revestidas de material refractario, incluso se tiene noticias de torres revestidas de metal. Por su interior se accedía de un piso a otro a través de escaleras, y se disponía de numerosas troneras por las que se podían hostigar al enemigo. Las torres eran montadas sobre ruedas o troncos de madera, y empujadas por soldados o con el auxilio de animales con poleas y manivelas. Algunas torres de grandes dimensiones tenían en la base un ariete. Estas estructuras tan grandes y pesadas solo podían moverse sobre terreno llano, lo que requería de una preparación del terreno, y por supuesto se anulaba el factor sorpresa

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Bushido El Credo del Samurai Bushido, literalmente traducido como “El Camino del Guerrero”, se desarrollo en Japón entre las eras Heian y Tokugawa (S.IX-XII). Era un modo de vida y un código para el samurai, una clase de guerreros similar a los caballeros medievales de Europa. Estaba influenciado por el Zen y el Confucionismo, dos diferentes escuelas de pensamiento de esos periodos. El Bushido pone el énfasis en “Lealtad, auto-sacrificio, justicia, sentido de la vergüenza, modales refinados, pureza, modestia, frugalidad, espíritu marcial, honor y afecto” No tengo parientes, Yo hago que la Tierra y el Cielo lo sean. No tengo hogar, Yo hago que el Tan T’ien lo sea. No tengo poder divino, Yo hago de la honestidad mi poder divino. No tengo medios, Yo hago mis medios de la docilidad. No tengo poder mágico, Yo hago de mi personalidad mi poder mágico. No tengo cuerpo, Yo hago del estoicismo mi cuerpo. No tengo ojos, Yo hago del relámpago mis ojos. No tengo oídos, Yo hago de mi sensibilidad mis oídos. No tengo extremidades, Yo hago de la rapidez mis extremidades. No tengo leyes, Yo hago de mi auto-defensa mis leyes. N o p a r a vida mi estrategia.

tengo estrategia, Yo hago de lo correcto matar y de lo correcto para restituir la

No tengo ideas, Yo hago de tomar la oportunidad de antemano mis ideas. No tengo milagros, Yo hago de las leyes correctas mis milagros. No tengo principios, Yo hago de la adaptabilidad a todas las circunstancias mis principios. No tengo tácticas, Yo hago del vacío y la plenitud mis tácticas. No tengo talento, Yo hago que mi astucia sea mi talento. No tengo amigos, Yo hago de mi mente mi amiga. No tengo enemigos, Yo hago del descuido mi enemigo. No tengo armadura, Yo hago de la benevolencia mi armadura. No tengo castillo, Yo hago de mi mente inamovible mi castillo. No tengo espada, Yo hago de mi No mente mi espada.

vida y los alzaba por encima de los grupos de mercenarios habituales. El Bushido ensalzaba virtudes como la firmeza, voluntad, frugalidad, coraje, educación, veracidad y, sobre todo, lealtad.

Los samurai son la imagen que define el Japón medieval. Eran grandes guerreros, dispuestos a librar batallas en un abrir y cerrar de ojos, preparados para dejar su vida en el camino por sus señores y, como ocurrió en algunos casos, totalmente dispuestos a rebelarse cuando lo consideraban oportuno. Los daimyos no existían como una clase social aparte. Simplemente eran los más “nobles” (o más despiadados) de los samurai. Como muestra la historia japonesa, durante siglos los samurai fueron cambiando de su condición de vasallos militares de “los grandes y buenos” y se fueron convirtiendo en “los grandes y los buenos” por sí mismos. Lo que podía preservarse con el poder de la espada, también podía quitarse con el poder de la espada. Los samurai se convirtieron y permanecieron como las personas de influencia en Japón. Sin un formidable ejército de seguidores samurai, cualquier daimyo y su clan estaban destinados a perder todo lo que tenían. Al mismo tiempo, algunos daimyos tenían que encargarse de que sus partidarios no les intentaran sustituir por la fuerza en cualquier momento… Sin embargo, en teoría, todos los samurai respetaban el mismo código de honor. Muchos, de hecho la mayoría, lo hacían hasta la muerte. Este código se llamó Bushido: “el camino del guerrero”. El Bushido como código de principios existió desde que surgieron los samurai. Sólo al final del período Sengoku y al principio del shogunato de Tokugawa se expresaron las “normas” por escrito. La finalidad del bushido era más o menos la misma que las “normas” de los caballeros medievales: ofrecía a los guerreros una serie de ideales de

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Un samurai imbuido realmente en código bushido no tenía en cuenta su propia vida a la hora de realizar ninguna acción. La vida y la muerte son algo secundario en el camino a cualquier objetivo, siempre que el acto llevado a cabo sea lo que había que hacer. Sin embargo Bushido no significa simplemente luchar encarnizadamente sin temor a la muerte y sin tener en cuenta las posibilidades de victoria. Un samurai debe actuar con inteligencia y valentía, y dejarse matar no sólo está mal sino que es estúpido. Los actos aparentemente suicidas (como el habitual acto de las guarniciones abriendo las puertas del castillo y lanzándose a la batalla) tienen que ser analizados desde el punto de vista del bushido. Puede que cargar contra el enemigo cuando tu castillo está siendo sitiado parezca un suicidio, pero si la demora producida al enemigo supone que tu señor acabará ganando al enemigo, este acto ha sido es una demostración de lealtad y valentía, no un impulso autodestructivo Y fue exactamente esto lo que hicieron los últimos 200 defensores de Tokugawa en el castillo Fushimi en 1600 cuando abrieron sus puertas y atacaron repetidamente ¡a todo el ejército occidental! Evidentemente esto también explica los ataques suicidas banzai durante las Segunda Guerra Mundial por tropas japonesas en islas de todo el Pacífico. El código del bushido sobrevivió en el siglo XX gracias a la Armada Imperial y a la Marina Imperial. Bushido, como todos los demás códigos de conducta formalizados, puede tener un lado oscuro también. A menudo los samurai trataban a los prisioneros con dureza porque no habían sido capaces de vivir según el código del bushido. Muchos fueron los enemigos ejecutados justo después de una batalla precisamente por esta razón. A diferencia de la Europa

medieval, dónde era habitual capturar (incluso durante años) a un noble o caballero y exigir un rescate, en el arte de la guerra japonés nunca desarrolló un sistema parecido de intercambio monetario por rehenes. Un samurai o un daimyo capturados vivos probablemente morirían sufriendo en las manos de sus captores. Un “samurai completo” debía ser un hombre culto así como un habilidoso guerrero. No sólo debía ser bueno con la espada, también debía serlo en las relaciones sociales, incluyendo la ceremonia del té y la poesía. Había incluso un tipo de poesía de duelo que se permitía para los samurai, a veces hasta en el mismo campo de batalla. Los juegos de palabras inteligentes y alusiones estaban altamente considerados en este juego de agudeza. Japón, por supuesto, era un país bastante rico, y los samurai, al estar en una posición muy alta socialmente, tenían la posibilidad de degustar todos los placeres de la vida. Los daimyo, por supuesto, vivían como magnates de la época rodeado de opulencia.

por modificar el acto hasta que se convirtió en una simple cuchillada que se infligía a sí mismo. Una vez que se había hecho el primer corte un amigo o criado de confianza le asestaba un golpe de gracia y decapitaba. A pesar del golpe de gracia, el primer corte seguía requiriendo gran disciplina por parte de la persona que se hacía el hara-kiri. Incluso entonces, los problemas podían posponerse si el sucesor no tomaba el estandarte de su ilustre predecesor.

Hara-Kiri: Muerte y Honor Darse uno muerte era una forma legítima de mantener o recuperar el honor, así como un castigo. Los samurai solían matarse para evitar ser capturados o porque su señor había muerto y querían demostrarle su total devoción. También era posible que los samurais se suicidasen para protestar contra una decisión que había tomado su señor feudal. Esta acción se consideraba el colmo de la lealtad, aunque el señor en cuestión no lo tuviese en cuenta. De todas formas, es justo decir que raro era el hombre que no reconsiderase sus acciones cuando un seguidor decidía quitarse la vida antes que obedecer. Debería quedar muy claro desde el principio que el hara-kiri o “cortarse el estómago” es muy doloroso y así se pretende que sea. La víctima tenía que abrirse el estómago con más de una cuchillada. El autodestripamiento era tan horrible que el samurai acababa

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Ernesto Guevara de la Serna nace el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina. A los dos años de edad sufre su primer ataque de asma. La familia se muda en 1932 a la ciudad de Altagracia por recomendación médica. En diciembre de 1947 ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Durante 1952 viaja por Argentina, Chile, Perú, Colombia y Venezuela en compañía de Alberto Granados. El 12 de junio de 1953 recibe el título de médico. El 6 de julio parte rumbo a Venezuela, pero la situación que encuentra en Bolivia y su posterior contacto con exiliados latinoamericanos en Perú le hace cambiar de idea. En diciembre de 1953 llega a Guatemala. En enero de 1954 conoce a Antonio Ñico López, participante del asalto al Cuartel Moncada, con el que entabla amistad. Después del golpe de Estado que culmina con el derrocamiento del gobierno democrático de Jacobo Arbenz, el Che parte rumbo a México. En julio de 1955 conoce a Fidel Castro y se enlista como médico de la futura expedición del Granma. El 25 de noviembre de 1956 los combatientes revolucionarios parten del puerto de Tuxpan con rumbo a Cuba. El desembarco se produce el 2 de diciembre y los rebeldes son sorprendidos pocos días después en Alegría de Pío por el ejército de Batista. El 17 de enero de 1957 participa en el primer combate victorioso de los rebeldes en La Plata. El 28 de mayo se obtiene una importante victoria en el ataque al cuartel del Uvero. Según el Che, este combate marca la mayoría de edad del Ejército Rebelde. El 5 de junio, es nombrado jefe de la cuarta columna rebelde (en realidad, la segunda). Entre julio y diciembre fija su campamento en la zona de El Hombrito. Ahí instala una escuela, una fábrica de zapatos, una talabartería, una armería, una hojalatería, una herrería y un horno para hacer pan. El 21 de agosto de 1958, el Che recibe la orden de marchar con destino a la provincia de Las Villas para ponerse al frente de las unidades del Movimiento 26 de julio que operaban en esa zona. La columna invasora 8 “Ciro Redondo” parte el 31 de agosto desde El Jíbaro.

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El 8 de septiembre llega a Camagüey. El 15 de octubre, después de recorrer más de 500 Km, llega a la sierra de El Escambray. El Che instala su comandancia en Caballete de Casa. El 28 de diciembre, como parte de la ofensiva final del Ejército Rebelde, inicia el ataque a la ciudad de Santa Clara. El 31 de diciembre se consuma la toma de la ciudad y el triunfo de la Revolución. El 2 de enero de 1959 se traslada a La Habana. El 7 de febrero es declarado ciudadano cubano por nacimiento. El 26 de noviembre de 1959 es nombrado presidente del Banco Nacional de Cuba.El 4 de marzo de 1960 acude al lugar dónde estalló el barco francés La Coubre. Al día siguiente, durante la despedida de duelo de las víctimas del sabotaje, su imagen queda plasmada en una memorable fotografía. El 21 de octubre parte en un viaje hacia los países de la comunidad socialista. Visita Checoslovaquia, la Unión Soviética, Alemania Oriental, Hungría, China y Corea del Norte. El 6 de enero de 1961 informa en televisión los resultados de su viaje. El 23 de febrero es nombrado Ministro de Industrias. El 9 de abril publica en la revista Verde Olivo un artículo titulado “Cuba, ¿excepción histórica o vanguardia en la lucha contra el colonialismo?”. El 16 de abril se translada a la comandancia de occidente en Consolación del Sur, Pinar del Río, pues la inteligencia cubana piensa que habrá una invasión por esa zona, la más cercana al continente. El Che sufre un accidente con su pistola. El desembarco mercenario finalmente se produce en Playa Girón y es derrotado en tan solo 72 horas. El 2 de agosto viaja al frente de la delegación cubana rumbo a Punta del Este, Uruguay, para participar en la Conferencia del Consejo Interamericano Económico Social. El día 8 interviene en la quinta sesión plenaria y fustiga la denominada Alianza para el Progreso. El 17 pronuncia un discurso en la Universidad Nacional de Montevideo. El 19, tras concluir su visita a Uruguay, viaja a Argentina y Brasil. El 23 informa en televisión al pueblo de Cuba los resultados de la Conferencia de Punta del Este. El 22 de octubre de 1962, al desencadenarse la Crisis de Octubre, se le asigna la defensa de la parte occidental del territorio cubano. El Che instala su comandancia en la cordillera de los Organos, Pinar del Río. El 30 de junio de 1963 viaja a Argelia para participar en las actividades por el aniversario de la independencia. El 17 de marzo de 1964 parte con rumbo a Ginebra para participar en la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo. El 12 de marzo de 1965 el semanario uruguayo Marcha publica el artículo del Che titulado “El socialismo y el hombre en Cuba”. El 3 de octubre, en el acto de constitución del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Fidel lee la carta de despedida del Che. El 3 de noviembre de 1966 llega a La Paz, Bolivia, con el nombre de Adolfo Mena González y pasaporte uruguayo. El 7 de noviembre se incorpora a la guerrilla. El 18 de abril de 1967 se publica en Cuba su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”. El 8 de octubre es herido en combate en la Quebrada del Yuro. El 9 de octubre es asesinado en el pueblo de Higuera. El 28 de junio de 1997 un grupo de expertos cubanos y argentinos descubre una fosa común en Vallegrande con los restos del Che y de otros 6 guerrilleros. El 12 de julio es recibido en el aeropuerto de San Antonio de los Baños por su familia y compañeros. Los restos del Che descansan en el mausoleo de la Plaza Ernesto Che Guevara en Santa Clara.

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Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones dividen, las pasiones las agitan, y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria: entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América Meridional; entonces las ciencias y las artes que nacieron en el Oriente y han ilustrado la Europa, volarán a Colombia libre que las convidará con un asilo. Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a V. para que los rectifique o deseche según se mérito; suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a V. en la materia. Soy de Vosotros. SIMON BOLIVAR Fragmento de la Carta de Jamaica Septiembre 6 de 1815.

Caudillo de la independencia hispanoamericana (Caracas, Venezuela, 1783 - Santa Marta, Colombia, 1830). Nacido en una familia de origen vasco de la hidalguía criolla venezolana, Simón Bolívar se formó leyendo a los pensadores de la Ilustración (Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquieu.) y viajando por Europa. En París tomó contacto con las ideas de la Revolución y conoció personalmente a Napoleón y Humboldt. Afiliado a la masonería e imbuido de las ideas liberales, ya en 1805 se juró en Roma que no descansaría hasta liberar a su país de la dominación española. Y, aunque carecía de formación militar, Simón Bolívar llegó a convertirse en el principal dirigente de la guerra por la independencia de las colonias hispanoamericanas; además, suministró al movimiento una base ideológica mediante sus propios escritos y discursos. En 1810 se unió a la revolución independentista que estalló en Venezuela dirigida por Miranda (aprovechando que la metrópoli se hallaba ocupada por el ejército francés). El fracaso de aquella intentona obligó a Bolívar a huir del país en 1812; tomó entonces las riendas del movimiento, lanzando desde Cartagena de Indias un manifiesto que incitaba de nuevo a la rebelión, corrigiendo los errores cometidos en el pasado (1812).

Colombia, que englobaba lo que hoy son Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá; el mismo Simón Bolívar fue elegido presidente de esta «Gran Colombia». Luego liberó la Audiencia Quito (actual Ecuador) en unión de Sucre, tras imponerse en la batalla de Pichincha (1822). En aquel mismo año Simón Bolívar se reunió en Guayaquil con el otro gran caudillo del movimiento independentista, San Martín, que había liberado Argentina y Chile, para ver la forma de cooperar en la liberación del Perú; ambos dirigentes chocaron en sus ambiciones y en sus apreciaciones políticas (pues San Martín se inclinaba por crear regímenes monárquicos encabezados por príncipes e u r o p e o s ) , desistiendo San Martín de entablar una lucha por el poder y dejando el campo libre a Bolívar (poco después se marcharía a Europa).

Bolívar pudo entonces ponerse al frente de la insurrección del Perú, último bastión del continente en el que resistían los españoles, aprovechando las disensiones internas de los rebeldes del país (1823). En 1824 obtuvo la más decisiva

de sus victorias en la batalla de Ayacucho, que determinó el fin de la presencia española en Perú y en toda Sudamérica. Los últimos focos realistas del Alto Perú fueron liquidados en 1825, creándose allí la República de Bolívar (actual Bolivia). Bolívar, presidente ya de Colombia (1819-30), lo fue también de Perú (1824-26) y de Bolivia (1825-26), implantando en estas dos últimas Repúblicas un modelo constitucional llamado «monocrático», con un presidente vitalicio y hereditario. Sin embargo, los éxitos militares de Bolívar no fueron acompañados por logros políticos comparables. Su tendencia a ejercer el poder de forma dictatorial despertó muchas reticencias; y el proyecto de una gran Hispanoamérica unida chocó con los sentimientos particularistas de los antiguos virreinatos, audiencias y capitanías generales del imperio español, cuyas oligarquías locales acabaron buscando la independencia política por separado.

En 1813 lanzó una segunda revolución, que entró triunfante en Caracas (de ese momento data la concesión por el Ayuntamiento del título de Libertador). Aún hubo una nueva reacción realista, bajo la dirección de Morillo y Bobes, que reconquistaron el país para la Corona española, expulsando a Bolívar a Jamaica (1814-15); pero éste realizó una tercera revolución entre 1816 y 1819, que le daría el control del país. Bolívar soñaba con formar una gran confederación que uniera a todas las antiguas colonias españolas de América, inspirada en el modelo de Estados Unidos. Por ello, no satisfecho con la liberación de Venezuela, cruzó los Andes y venció a las tropas realistas españolas en la batalla de Boyacá (1819), que dio la independencia al Virreinato de Nueva Granada (la actual Colombia).Reunió entonces un Congreso en Angostura (1819), que elaboró una Constitución para la nueva República de

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