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Publican el Libro Pescadores en México y Cuba
El siguiente es un extracto del libro “Pescadores de México y Cuba”; son las conclusiones del Capítulo 8 “Experiencias de envejecimiento ante los cambios del entorno en la zona lagunar de Alvarado y Tlacotalpan, Veracruz, México”, escrito por Felipe R.Vázquez-Palacios
“El pescador vive en función de su entorno y su presente; no contempla como el campesino sembrar o cuidar los recursos para posteriormente cosecharlos. La aparente calma y tranquilidad en que se desarrolla su vida y actividad pesquera dan la sensación de que el tiempo no importa y mucho menos el futuro, el cual aparece desprovisto de significado. La vejez parece estática y el envejecimiento parece flotar en el agua moviéndose al compás de las olas, las mareas y los vientos. La cotidianidad parece estar enmarcada en una rutina que pocas veces se rompe, quizás de ahí que sus estilos de vida no sean proactivos, sino reactivos.
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“Lo anterior no significa que los pescadores ancianos sean unos desamparados o candidatos para los programas de asistencia social pues, pese a que el deterioro físico y las problemáticas del medio ambiente natural y social se van dejando sentir cada día con más crudeza, suscitando quejas y añoranzas de tiempos pasados mejores, estos actores sociales siguen ahí, transitando de la vulnerabilidad a la resiliencia y viceversa, en formas muy variadas y veloces.
“Un momento son vulnerables y al otro resilientes (capacidad que le permite a ciertas personas anteponerse a las distintas adversidades que se les presentan en la vida diaria, nota de la redacción), e incluso, en ocasiones, las mismas condiciones de vulnerabilidad los hacen resilientes, como si ambas características fueran de la mano. Cuando las especies escasean buscan mar adentro el pan diario; si hay veda o mal tiempo y no se puede pescar, salen a trabajar como jornaleros agrícolas o como empleados en el sector terciario de
las ciudades cercanas; han aprendido a darle a cada día su propio afán y buscar siempre alguna forma de no salir afectados.
“Parecería como si cada evento desestabilizador se quedara en su memoria y les diera una nueva arma para sobrevivir y sobreponerse a las adversidades. Todo esto lleva a resignificar los cambios en el entorno y el proceso de envejecimiento y a dejar de plantear
discontinuidades en donde no las hay. Es decir, ver la vida en un continuum constante de interacción, donde los cambios en el entorno y el propio envejecimiento se van agolpando ‘sin ton ni son’, dando a los pescadores a veces alegría o satisfacción de haber tenido una buena pesca, otras veces la angustia de no haber sacado ni para la gasolina y haber perdido el tiempo, otras veces ver con tristeza y melancolía el paso de los años y recordar lo que antes hubo y que ahora se ha perdido.
“Finalmente, los cambios en el propio proceso de envejecimiento, así como los efectos del cambio climático en el entorno, son marcadores y alteradores de la actividad pesquera. Las frecuentes variaciones climáticas y la alteración de la temperatura en los cuerpos de agua influyen notablemente en el metabolismo de las especies acuáticas (tasa de crecimiento, productividad, reproducción gestacional y sensibilidad a enfermedades).
Los pescadores ancianos han sido testigos de cómo los peces, en respuesta a las variaciones climáticas, cambian de sus lugares de reproducción, a veces buscando aguas más frías o más cálidas, propiciando que los pescadores vayan a lugares cada vez más distantes y peligrosos donde los entrados en años ya no se atreven a ir.
Además, por la ubicación en la que se encuentran las comunidades pesqueras (tanto de Alvarado como de Tlacotalpan) cercanas a los ríos y lagunas, son susceptibles de inundaciones cada vez más frecuentes, con efectos algunas veces positivos (por ejemplo, se puede tener una mejor pesca), como negativos (quedarse sin sus herramientas de trabajo o muebles en sus hogares), dependiendo de las capacidades de adaptación y de las circunstancias de cada pescador.
No obstante, los pescadores ancianos renuevan sus permisos de pesca, aun sabiendo otros oficios, soportan los nortes, sortean las inundaciones, siguen arrojando sus redes con la esperanza de llevar, por lo menos, comida a sus casas”.
El libro Pescadores en México y Cuba: Retos y oportunidades ante el cambio climático, fue editado por Ulsía Urrea Mariño y Graciela Alcalá, en una colaboración Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios Sobre Medio Ambiente y Desarrollo, del Instituto Politécnico Nacional, publicado por “unas letras industria editorial”, en el mes de octubre de 2020.
Explicación de contraportada: “Cuando se hace referencia al cambio climático, el imaginario colectivo nos hace pensar en el derretimiento de los glaciares o en osos polares famélicos que están a la deriva en un vasto océano sobre un pedazo de hielo minúsculo.
“Difícilmente nos imaginamos las consecuencias de los problemas ambientales y cómo éstos afectan ya y seguirán afectando a las poblaciones de organismos marinos de los cuales nos alimentamos; tampoco nos imaginamos cómo las personas que viven y conviven con los océanos verán cambios en sus estilos de vida. Y de esas personas, en quienes menos hemos fijado nuestra atención, son los pescadores y las pescadoras —“héroes de la alimentación”, como la fao los ha nombrado— quienes a diario, en una variedad de ecosistemas costeros y marinos, dedican buena parte de su vida a proveer alimento a muchos habitantes de este planeta.
Este libro da cuenta de los retos que pescadores de México y Cuba afrontan ante el cambio climático en sus artes de pesca, el conocimiento que tienen sobre los cambios que han sufrido los ecosistemas y el clima — desde la perspectiva de varias generaciones en contraste con la actual, así como los cambios climáticos locales periódicos, como “El Niño”—, las formas de organización social, la participación de las pescadoras en la ciencia ciudadana y también los cambios que como científicos hacemos a nuestros marcos teóricos y a las bases de datos para el análisis de especies y capturas. En fin, cada vez es más evidente que los estudios multidisciplinarios son una necesidad para entender los problemas complejos, y la relación entre cambio climático, pescadores y pesquerías no es la excepción”.