y el cielo que lo cubre”. Sola quedo con las trampas que tiende la memoria en la dulce agonía del recuerdo, en esta nueva isla en que me hallo, me he entregado a la niebla y al olvido. He buscado al farero y le he mentido: “Busco la soledad de este mar claro sin más luz que la luz de nuestra historia escrita por los días y los besos. Soledad, noche, olvido: esa es mi gloria. M.ª Ángeles Pérez Rubio, España (1955)