Cuando cogí mi ropita del dichoso tendedero me encontré que el calcetín había remontado el vuelo. Lo busqué por todas partes y no lo encontré jamás: o me cortaba una pierna o me compraba otro par. Cuando yo llegué a mi casa y lo puse en el ropero pegó un salto de alegría el calcetín compañero. Una noche abrí los ojos y no vi lo que creía: que un pie me dijo llorando: perdiste el que más quería. EL MILAGRO DEL CALCETÍN Gonzalo Martínez Sadoc