VERANO DE LOS 60 EN BAÑOS DE MONEMAYOR

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LOS VERANOS DE BAÑOS EN LOS 60 Mi querido amigo Juan Luis, con el que guardo una estrecha relación desde nuestra niñez me ha vuelto a insistir y hoy que me he sentido inspirado vuelvo a retomar la historia donde la dejamos. Ya habíamos comentado cómo intentábamos pasar las vacaciones, tanto de Navidad como de Semana Santa, ahora quiero centrarme en el verano. Eran, por supuesto, más largas y aunque mis padres debieran algunas veces acudir a la ciudad Charra donde estuvimos viviendo esa época, a los pequeños (tendríamos entre 6 y 9 años) nos dejaban con los tíos y abuelos a los que enfadábamos más de una vez por nuestras travesuras y nuestras tardanzas en las comidas. Recuerdo que era uno de los primeros en llegar y todos los días pasábamos por las puertas del resto de la pandilla para ver si habian llegado. Hubo una temporada que coincidimos, en lo que hoy es la Hospedería de Hervás, entonces un convento, varios de los de la pandilla, ¿por qué?. Ahora lo explico. En el caso de algunos de nosostros, nos encontrábamos en nuestras ciudades y pueblos sirviendo de monaguillo en alguna de las parroquias, con lo que al recalar en Baños, el sacerdote de turno, en este caso Don Francisco, solía contactar con las familias que venían, auscultándoles las almas para valorar su religión. Entonces les proponía que se acercaran por la Iglesia de Santa María, Don Gabriel era más apagado, y los tomaba bajo su jurisdicción para qu diariamente ayudaran a las misas que se celebraban. Recuerdo que me llevaba las manos a la cabeza, pues aunque yo ejercía en una gran parroquia, nunca había tenido que ayudar a tantas misas; y todo era porque era una gran cantidad de clérigos los que bien en julio o bien en agosto se acercaban a Baños a intentar mitigar sus achaques. Fijaros si habría sacerdotes que en algunas ocasiones se estaban celebrabrando a la vez cinco misas, sí cinco misas, una en el altaar mayor, otras dos en los laterales y otras dos en los arcos que existen hoy en día y que entonces estaban tapados con un pequeño altar cada uno. Pues bien volviendo al relato de Hervás, aparte de ser monaguillos, me imagino que el párroco daría conocimiento al Obispado, considerando la posibilidad de enganchar a alguno de aquellos pequeños en la carrera sacerdotal y por lo tanto nos ofrecían pasar un mes en El Convento de Hervás al cuidado de los profesores del Seminario Menor de Plasencia, Doin Olegario, Don Ceferino, Don Manuel, etc… Durante ese mes, sin forzar la máquina de los días de vacaciones, se nos instruía en los avatares de la Iglesia, acudiendo a Misa y Rosario diario.


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