Ramona Tejedora de sueños y rebeldía

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Ramona

Rebelde tejedora de sueĂąos Juan MachĂ­n 1


Después de más de quinientos años de soportar la explotación, las mujeres y los hombres de maíz dijeron:

¡YA BASTA!

La madrugada del primero de enero de 1994, Ramona dirigió a las y los indios mayas que tomaron San Cristóbal, ciudad del Estado de Chiapas en México. 2


Pero, ¿quién era Ramona? Ramona era una india tzotzil, mujer de maíz moreno como el color de la tierra, de rojo huipil y ojos de obsidiana escondidos tras un pasamontañas negro, pequeña de estatura pero gigante en dignidad, que en una gran asamblea fue elegida como representante en el Comité Clandestino Revolucionario Indígena del Ejército Zapatista de Liberación Nacional por su trabajo organizando y defendiendo a las tejedoras.

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De tejedora de bordados, Ramona se convirtió en rebelde tejedora de sueños, en voz de los sin voz, el arma secreta y el corazón del Ejército Zapatista de Liberación Nacional...

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Ese 1º de enero de 1994 no sólo amaneció al salir el sol, sino por la luz emanada de los rostros morenos cubiertos por pasamontañas...

Amaneció porque las mujeres y hombres de maíz habían decidido cambiar México o morir en el intento: se hicieron soldados para que un día no sean necesarios los soldados; profesionales de la esperanza, de esperanza en que todo cambie, un buen día... 5


Hombres y mujeres, que lo dejaron todo para que haya democracia, libertad, justicia y que la vida sea digna para todos, para que puedan levantarse cada ma単ana sin palabras que callar y sin tanto sufrimiento...

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Doce días después del levantamiento del EZLN, la sociedad civil realizó una gran marcha para exigirle al presidente Carlos Salinas el cese al fuego y el inicio de un diálogo por la paz con justicia y dignidad.

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El presidente Salinas decretó el cese al fuego y ofreció, días después, el perdón a los zapatistas. El subcomandante Marcos, vocero del EZLN, le contestó “¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados?... ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos?... ¿De llamar al pueblo mexicano a luchar de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia?... ¿Quién tiene que pedir perdón y quién tiene que otorgarlo?” 8


Días después, cuando se inició el diálogo para buscar la paz con dignidad en la Catedral de San Cristóbal, bajo el amparo de Tatic Samuel Ruiz, los zapatistas explicaban que habían bajado de las montañas cargando sus mochilas, sus muertos y su historia, para buscar a la patria. La patria que los había olvidado en el último rincón del país; el rincón más solitario, el más pobre, el más sucio, el peor. Y dijeron: “Venimos a preguntarle a la patria... ¿Por qué nos dejó ahí tantos y tantos años?... ¿por qué es necesario matar y morir para que escuchen a Ramona decir cosas tan terribles como que las mujeres indígenas quieren vivir, quieren estudiar, quieren hospitales, quieren medicinas, quieren escuelas, quieren alimento, quieren justicia, quieren dignidad?”

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Por esas fechas, el subcomandante Marcos, en una carta a un niño, explicaba qué era lo que querían los zapatistas: “En nuestros sueños hemos visto otro mundo. Un mundo verdadero, un mundo definitivamente más justo que en el que ahora andamos. Vimos que en este mundo no eran necesarios los ejércitos, que en él eran la paz, la justicia y la libertad tan comunes que no se hablaba de ellas como cosas lejanas... 10


No era ese mundo verdadero un sueño del pasado, no era algo que venía de nuestros antepasados. Era de adelante que venía, era del siguiente paso que dábamos. Así fue que nos echamos a andar para lograr que ese sueño se sentara a nuestra mesa, iluminara nuestra casa, creciera en nuestras milpas, llenara el corazón de nuestros hijos, limpiara nuestro sudor, sanara nuestra historia y para todos fuera. Esto queremos. Nada más, pero nada menos”.

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Por ese sueño, Ramona había impulsado la Ley Revolucionaria de las Mujeres que las incorpora a ellas y sus demandas en la lucha: “Entiendo que es mejor morir luchando que morir de hambre. Si es necesario, si la causa es justa, si es por el bien de mi pueblo, estoy dispuesta a morir, porque no hemos encontrado otra forma de encontrar justicia”. 12


Ramona enfermó gravemente y muchas personas de muchas partes del mundo se organizaron para presionar al gobierno para que permitiera su traslado y acceso a los hospitales. Ramona recibió un riñón donado por su propio hermano y le robó 10 años a la muerte. El presidente Ernesto Zedillo, en un acto de cobarde traición, rompió la tregua el 9 de febrero de 1995 y lanzó una ofensiva contra los zapatistas.

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Ramona, débil y convaleciendo, dirige con voz segura y digna un llamado a la nación el 19 de febrero: “Nuestro movimiento es indígena. Empieza hace muchos años para decirle al mundo que los campesinos de Chiapas sufrimos hambre, enfermedades. Estoy enferma. Quizás muera pronto. Muchos niños, mujeres y hombres también están enfermos. Tenemos muchas enfermedades, pero los médicos, la medicina, los hospitales no están en nuestras manos. Tenemos hambre. Nuestra comida es a base de tortillas y sal. Comemos frijoles cuando hay. Casi no conocemos la leche ni la carne. Nos faltan muchos servicios que tienen otros mexicanos. Cuando salimos a trabajar nos explotan. Explotan a los artesanos en los mercados, explotan a las mujeres que van a servir a las casas de las ciudades, explotan a las mujeres y hombres que trabajan en el campo. Al principio pedimos democracia, justicia y dignidad; ahora también pedimos paz. Nosotros nos estamos preparando para el diálogo, por eso queremos que el ejército se regrese a sus cuarteles; que los niños, las mujeres y los hombres que se han refugiado en las montañas vuélvanse a sus comunidades a seguir trabajando por un futuro mejor. Otra vez le pedimos al pueblo de México que no nos olvide, que no nos dejen solos, que nos ayuden a construir la paz que todos deseamos. Les pedimos también que protejan al Tatic Samuel que tanto sabe nuestro dolor, tanto ha luchado por la paz. Quiero que todas las mujeres se despierten y sientan en su corazón la necesidad de organizarse; con los brazos cruzados no se puede construir el México libre y justo con el que todos soñamos: Democracia, Justicia, Dignidad y Paz...”

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Nuevamente, ante la presión de la sociedad civil nacional e internacional, el gobierno se vio obligado a suspender las hostilidades y el 11 de marzo de 1995 se aprobó la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz digna en Chiapas y una Comisión de Concordia y Pacificación. Al poco tiempo se iniciaron los Diálogos en San Andrés Sacamch’ én de los Pobres...

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Cuando las autoridades mexicanas prohibieron a las y los zapatistas participar en el Congreso Nacional IndĂ­gena en la ciudad de MĂŠxico, frĂĄgil y enferma, Ramona fue la encargada de representarles. 16


En octubre de 1996, Ramona viajó a la ciudad de México y, ante 100 mil personas congregadas en el Zócalo, dijo: “De por sí es muy pequeña nuestra palabra de los zapatistas, pero su paso es muy grande y camina muy lejos y se entra en muchos corazones”. “Hermanos y hermanas mexicanos: Yo soy la comandante Ramona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Soy el primero de muchos pasos de los zapatistas al Distrito Federal y a todos los lugares de México. Esperamos que todos ustedes caminen junto a nosotros. Esta es nuestra palabra, hermanas y hermanos mexicanos.” “Llegamos hasta aquí para gritar, junto con todos, los ya no, que nunca más un México sin nosotros”.

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Como sello de oro la mujer india, pequeña y enferma que se llamaba Ramona entregó una bandera nacional a don Félix Serdán, campesino, pequeño, anciano... avergonzando a los poderosos que temblaron por su sola presencia, porque ella, había dado una singular batalla por la paz a nombre de miles que como ella, por puritita dignidad, dijeron “Ya basta”. 18


La última vez que se vio públicamente a Ramona, el 16 de septiembre de 2005, pronunció, muy delicada de salud, unas palabras en la inauguración de la reunión plenaria de la “Otra Campaña”, iniciativa con la que se pretende construir un nuevo México desde y con quienes están abajo: “Muy buenas noches compañeros, compañeras, es mi nombre la comandante Ramona, me da mucho gusto que vinieron aquí con mucha gente, mandamos por muchos saludos para que le echemos muchas ganas a trabajar y que trabajemos juntos, es toda mi palabra, gracias...” Cuenta el subcomandante Marcos, que Ramona “ese día de la plenaria, nos dio un bordado que había hecho ella cuando estaba convaleciendo de la operación que le hicieron hace casi 10 años y me la entregó y me dijo que esperaba que la Otra Campaña fuera como ese bordado, eso es lo que tenemos que hacer.”

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La Comandanta Ramona falleció el 6 de enero de 2006 y el “el mundo perdió a una de esas mujeres que paren nuevos mundos, México perdió una de esas luchadoras que le hace falta y a nosotros nos arrancaron un pedazo de corazón...

Ramona soñó y luchó fielmente por la vida digna y eso es lo que vale, luchar por la vida aunque la muerte algún día nos abrace... De nuestros despojos y rotos cuerpos habrá de levantarse un mundo nuevo. ¿Lo veremos? ¿Importa si lo veremos? Creo yo que no importa tanto como el saber a ciencia cierta que nacerá y que en largo y doloroso parto de la historia algo y todo pusimos: vida, cuerpo y alma. Amor y dolor que no sólo riman, sino que se hermanan y juntos marchan...” Subcomandante Marcos

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