destinos
Viaje al origen de los sentidos Abadía Retuerta, con su finca, bodega y Relais & Châteaux (Le Domaine), ha conseguido rescatar los vestigios de la Castilla profunda para convertirlos en un distinguido placer. p o r josé maría álvarez fotografía, nacho gallego
178
ro b b r e por t
robb report
179
destinos
E
sta es la historia de un camino dividido en varias etapas y diferentes siglos. Las primeras nos acercan a la historia; el resto, a la experiencia. Viajemos hasta el S. XII, a orillas del río Duero, en su paso por la actual provincia de Valladolid. Entre meandros y revueltas de Fuentes Claras, lugar al que los lugareños bautizaron como ribera tortuosa (rivula torta, en latín), se asentaría el primer monasterio premostratense en España (con permiso del de La Vid, en Burgos): Nuestra Señora de Rivulatorta, Retorta o Retuerta, como finalmente se acabaría llamando. Corría el año 1143 y Sancho Ansúrez, nieto de Pedro Ansúrez (señor de Valladolid), primo del Conde de Urgel, acababa de volver de Laon (Francia), cuna de la Orden de Prémontré (premostratense). Allí se le había encomendado, junto a Domingo de Calespina, la tarea de exportar aquel modelo monacal al Reino de Castilla. Domingo se encargaría de poner en marcha Santa María de La Vid, en Burgos. Sancho, por su parte, recibió unas tierras y vides de su tía, la condesa doña Mayor, y haría lo propio en tierras vallisoletanas. En 1146 se iniciaron las obras de Santa María de Retuerta, que se prolongarían hasta el siglo XV, dando como resultado un conjunto de origen románico tardío, con tintes góticos de primera época y detalles barrocos en reformas posteriores de fachadas o escalinatas. Las particulares condiciones que el río Duero otorga a los suelos de su ribera colindante les han conferido históricamente unos matices privilegiados para el cultivo del viñedo desde época romana. Un terruño especial que hay que entender y saber cuidar. De ahí, que los monjes asentados en el monasterio mantuvieran las buenas costumbres y dedicaran gran parte de su tiempo al cultivo de vino. La orden premostratense
180
ro b b r e por t
robb report
181
destinos
tiende a confundirse con la cisterciense, de gran influencia también en toda la comarca por su fomento y activa labor en el cuidado de la viña. Más allá de diferencias puntuales entre ambas, lo cierto es que en los dos casos se repite la máxima clásica de trabajar la tierra para recoger sus frutos, metáfora del contacto directo entre naturaleza y hombre por la Gracia de Dios. La Iglesia, una vez más, como fuente primaria de cultura (enológica en este caso). reinvención Pero el devenir de los tiempos traería un periodo de crisis que llevó a la orden premostratense a su desaparición en España, salvo dos pequeñas excepciones de la rama femenina en las provincias de Zamora y León. Inestabilidades religiosas, conflictos entre abades y órdenes... Todo llevó a que Santa María de Retuerta fuera quedándose huérfana de monjes que la abandonaron ante la inestabilidad y conflictos internos. A eso se sumaron, ya en el siglo XIX, la invasión francesa, el Trienio Liberal y, sobre todo, la Desamortización de Mendizábal, golpe de gracia en el que la abadía quedó vacía y sus obras de arte expropiadas. Su conservación en pie hasta el siglo XX, más que milagrosa, fue posible gracias a su ocupación por parte de familias de la zona que encontraron un improvisado hogar entre las celdas de los antiguos monjes. Para ganarse la vida, mientras, se dedicaban a cultivar la tierra de los alrededores. Aunque el viñedo seguía estando presente en la zona, ya no tenía nada que ver con el esplendor de tiempos pasados y el cereal o la verdura se habían impuesto. Ante tal panorama, el camino era difícil. La abadía del monasterio se encontraba en unas condiciones lamentables y las antiguas dependencias de capilla, refectorio o sala capitular se habían
182
ro b b r e por t
convertido en improvisados almacenes de grano o alpacas, corrales de gallinas y cerdos... Los campesinos que allí se habían decidido a vivir, subsistían junto a sus familias de la humilde labor del campo. Pero el valor y belleza del conjunto, así como la amplitud y posibilidades del terreno, tenían que encontrar una salida. Y esa salida llegó a finales del siglo XX, en 1988, de la mano del grupo Novartis, todopoderoso laboratorio farmacéutico suizo. En su afán por diversificar negocios con sensibilidad, decidió adquirir un conjunto declarado Monumento Histórico-Artístico de Interés Nacional en 1931. Pequeño oasis de buenas noticias en un siglo duro dentro de su dilatada historia. Historia que, inesperada-
En 1988, con la abadía prácticamente en ruinas, Novartis adquirió el complejo para convertirlo en una bodega con hotel de lujo. mente, estaba a punto de cambiar de cara al nuevo milenio. Si las fórmulas monacales importadas de Francia dieron lugar al nacimiento de Nuestra Señora de Retuerta, la visión de un alto directivo de una compañía suiza acabaría por recuperarla de un final incierto hasta rebautizarla oficialmente como Abadía Retuerta. Y es a partir de este momento donde se gesta el embrión de lo que actualmente es una bodega de referencia y un concepto de enoturismo de lujo sin precedentes. Inicialmente, Novartis tuvo que buscar alternativas para convertir sus buenas intenciones de recuperación de nuestro patrimonio también en un negocio rentable. Por eso, encargaron realizar varios
estudios geológicos y de viabilidad de sus terrenos (adscritos al ayuntamiento del municipio vallisoletano de Sardón de Duero). Los resultados demostraron que se podía intentar recuperar con posibilidades de éxito la tradición del cultivo de la vid por la fertilidad de un suelo con memoria. En 1991 se pusieron manos a la obra y empezaron a reimplantar viñas. En 1996 lanzaba su primera añada la etiqueta Abadía Retuerta. Mientras, la reconstrucción de la castigada abadía era una realidad que seguía su propio curso. el cambio necesario Y así llegamos a las dos últimas paradas de este largo viaje en el tiempo. La viña nos recibe con el esplendor del verano entre la sombra de sus hojas verdes, radiantes, abrazando las cepas. Las uvas están madurando, buscando su punto de equilibrio y personalidad entre los contrastes de temperatura del día y la noche, que en el verano castellano pueden llegar a oscilar en veinte grados. Toma de contacto breve e intensa que nos emplaza a volver coincidiendo con los últimos retazos del invierno. Ahora, la viña está desnuda, renaciendo, escribiendo una nueva página en la historia de su ciclo vital. Cada momento tiene su belleza. Lo visual frente a lo emocional; la plenitud frente al trabajo. Independientemente de la época del año, el paisaje no dista demasiado del que se econtrara Sancho Ansúrez a su alrededor 870 años atrás. Una carretera nacional divide ahora, eso sí, cual frontera física, la finca y viñedos de Abadía Retuerta de su antiguo monasterio, reconvertido ahora en un espectacular hotel y restaurante llamado Le Domaine (flamante incorporación a la guía de Relais & Châteaux). Nueve siglos después, 2013 se perfila como el año de Abadía Retuerta. Y hasta aquí hemos
Sobre estas líneas: Encina milenaria de la finca de Abadía Retuerta, bajo cuya sombra se preparan almuerzos al aire libre cuando el tiempo lo permite. La finca también cuenta con una red de sendas para recorrer en 4x4, a pie o en ‘mountain bike’. Doble página anterior: Imponente imagen de la sala de barricas suspendidas en gravedad de la bodega de Abadía Retuerta.
vuelto propulsados por el motor TDI 3.0 de 245 CV de un Audi A5 Sportback. La seguridad de su tracción total, alias quattro, nos ha ayudado a llegar antes de lo previsto tras atravesar sin inmutarse puertos de montaña nevados y curvas de carreteras secundarias entre los campos de Castilla. El río Duero es ese discreto compañero de viaje que sólo se deja ver cuando la situación lo requiere. Nos recibe una de las personas que más años lleva involucrado en el proyecto Abadía Retuerta, Álvaro Pérez. Director de Comunicación y Márketing de la bodega pero, por encima de todas las cosas, Ingeniero Agrónomo apegado al terruño, a la viña, al campo; amante y conocedor en profundidad de la historia, la naturaleza y matices que rodean a un romántico concepto que va
mucho más allá de una simple bodega con hotel. Subidos a su Land Rover Defender, seguimos el curso del río de oro, visitamos la inmensidad de la finca y almorzamos bajo su encina milenaria; nos reconciliamos con los placeres de una tierra tan hostil como agradecida. Para dar sentido al conjunto y cargarlo de magia, divisamos sus 54 pequeños Pagos en los que prima calidad frente a cantidad. Un 70% están plantados de uva Tempranillo, un 10% de Cabernet Sauvignon, un 10% de Syrah, y el 10% restante de Merlot y Petit Verdot. Pero las pruebas varietales no cesan y a esta lista se ha unido, que sepamos, Sauvignon Blanc y Gewüztraminer para seguir experimentando merced a esa libertad que el hecho de no estar adscritos
al Consejo Regulador de la Ribera del Duero les otorga. La altitud de la vides de Abadía Retuerta llegan hasta los 850 metros, tendencia enológica creciente por el calentamiento global, pero en la que las condiciones se extreman. Donde no hay viña, es porque no se puede plantar. Aquí, al fin, el terruño se valora. Un permanente proceso de prueba-error que está recogiendo sus frutos con métodos de producción y maquinaria revolucionaria, climatización natural por la altura, sala de barricas suspendidas con trasiego en gravedad... Encomiable trabajo el de Ángel Anocíbar, unido al impecable asesoramiento de un maestro como el francés Pascal Delbeck. Para completar la cordura del conjunto, la reapertura de Abadía Retuerta Le Domaine es la
robb report
183
destinos
los vinos de abadía retuerta SELECCIÓN ESPECIAL El más popular y premiado de toda la gama de vinos de la bodega. Elegante ‘coupage’ con 75% de Tempranillo, 10% de Cabernet Sauvignon y 5% de Merlot o Syrah, según se dé la añada. PAGO NEGRALADA Vino con carácter, 100% Tempranillo del pequeño pago que lleva su nombre. La personalidad autóctona de la Tierra de Castilla destinada a perdurar y evolucionar en botella. PAGO GARDUÑA Un 100% Syrah sutil, sereno, femenino, goloso, equilibrado. Buena interpretación de esta variedad de uva sobre un suelo calizo entre pinos.
culminación de una reforma con elegante respeto del arquitecto italosuizo Marco Serra. Sutileza en las líneas, pasillos abovedados y perspectivas sin agredir a la historia. 18 habitaciones y 3 suites ubicadas en la antigua hospedería preservando, nuevamente, la estructura de las celdas originales en que descansaban los monjes. Vistas al viñedo aderezadas por un inagotable paquete de servicios (gimnasio, sala de yoga entre arcos ojivales, televisores Ban & Olufsen y Loewe, mayordomo privado, antigüedades italianas y castellanas...). Andrés Araya, director chileno de Le Domaine, nos guía por las instalaciones y nos muestra la ambiciosa obra de ampliación y construcción de un nuevo spa frente al ábside de la abadía que merecerá capítulo aparte cuando se complete la obra. Y la esperada oferta gastronómica llega
184
ro b b r e por t
de la mano de Andoni Aduriz y su equipo de Mugaritz. En la primera aventura del chef vasco fuera de su restaurante de Rentería, como Director Gastronómico del hotel Abadía Retuerta Le Domaine ha estudiado pormenorizadamente el terreno, los productos y productores locales y ha puesto al frente a uno de sus alumnos más aventajados, Pablo Montero. maridaje perfecto El joven chef asturiano ha trabajado en estrellas Michelin de la talla de Nerua, The Fat Duck, Calima o Azurmendi, por citar algunos. En su paso por Mugaritz, Montero estableció una bonita relación personal y profesional con Aduriz que le ha llevado a ser su elegido para poner en marcha una propuesta apegada a la tierra (como el vino), con esos guiños verdes, cuasi botánicos, que
apelan a pensar con el paladar tan propios de la ‘filosofía Mugaritz’. El espacio elegido para poner en práctica tal show es El Refectorio (de ahí su nombre) en que en su día almorzaran los monjes internos. Un paso más para cerrar el círculo del respeto a la tradición. Círculo (o cuadrado, mejor dicho) en el que su coqueto claustro premostratense se convierte en terraza al aire libre para disfrutar de una cocina más desenfadada. La vinoteca, con sus tapas creativas, completa un abanico de posibilidades gastroenológicas que no se cierra sólo a los vinos producidos en esta bodega destinada a perdurar. Abadía Retuerta expresa notas de historia en nariz y deja retrogusto de futuro en boca. Una experiencia plena convertida en lujo sensorial. Abadía Retuerta, www.abadia-retuerta.com Le Domaine, www.ledomaine.es
Página anterior: Imagen de El Refectorio, antiguo comedor monacal y actual restaurante principal de Abadía Retuerta, regido por el equipo de Mugaritz. Sobre estas líneas: Álvaro Pérez, Director de Márketing y Comunicación de Abadía Retuerta, veterano de la bodega y romántico testigo de su terruño, su finca, su amplia historia y su reforma. Izquierda: Manuel de la Rosa, actual trabajador de Abadía Retuerta, nacido y criado entre los muros del
PAGO VALDEBELLÓN Procedente de un ‘terroir’ calcáreo, este 100% Cabernet Sauvignon es, posiblemente, el más redondo y completo de los vinos que produce Abadía Retuerta. Pocas aristas, equilibrio frutal y mineral y un potencial en botella que asusta. PV (PETIT VERDOT) La sorpresa más grata de la bodega, 100% Petit Verdot. Esta variedad (la más exótica y especial de Burdeos) se ha adaptado a un suelo predominantemente arenoso de una forma interesante. Fondo terroso, notas ahumadas de cacao, especias... Un divertido juego para nariz y boca. BLANCO LE DOMAINE 80% Sauvignon Blanc y 20% Verdejo, es la novedad más fresca y elegante. Sus 6 meses en barrica francesa confieren a este blanco de guarda un volumen que entremezcla notas de fruta de la pasión con untuosa cremosidad y persistencia en boca.
antiguo monasterio.
robb report
185