La Firma: Antonio Coronil “Un amor de Feria Y cuando yo estaba como los pueblos en invierno, con la triste luz de algunos faroles y el frío de las calles huérfanas de gente. Saliendo de la “pelúa” del invierno, entonces llegaste tú, como una feria, a mi vida. Al principio solo fueron miradas, chispazos como los de los banderines de los autochoques. Luego, en los intermitentes encuentros de capota del gusano loco, empecé a sentir un vacío en mi estómago, un desconsuelo agradable y dulce de cunita de noria. Y todo empezó a rodar, con sus vueltas sin fin, con sus subibajas, pero la calle, mi calle, se llenó de miles de colores, de cientos de luces, que hacían que siempre fuese de día. Y aunque yo había tenido mi corazón en una parihuela, todos decían que éramos especiales. La providencia quiso que nos conociéramos, y aunque éramos los dos del mismo barrio, los dos del mismo pueblo, los dos fuimos, antaño, veteranos en desamores. Cada vez más juntos, como los amigos de verdad, cada vez más auténticos, empezamos a tirar de la carreta de nuestra relación. Y como punto cero, abrimos la hangarilla que nos llevó a vivir el esplendor de esta novia del sol, la alegría del repique de estos quereles. Y hablábamos de nuestras cosas, y eran verdaderas tertulias en esta vida de farandulina.