La Firma Educar, un acto de amor
Hay pocas personas públicas que nos merezcan el respeto que nos merece el Papa Francisco, un hombre sencillo que ha sabido meterse en el bolsillo a creyentes desilusionados y a agnósticos acérrimos. Una persona que, lejos de andarse con discursos manidos y utópicos, habla con los pies en la tierra refrendando sus palabras con el ineludible contacto con la realidad, su coherencia y sus actos. Me gusta la mayoría de las cosas que dice, pero de las que más me ha llamado la atención es cuando habla de la figura del profesor. Dice el papa Francisco que el acto de amor mas grande que hay es la educación. Educar es un acto de amor, es dar vida. Un educador no hace diferencias sino que se centra en los más débiles. Difícil tarea cuando vivimos inmersos en la sociedad del descarte. Descartamos a los minusválidos psíquicos y a las personas con taras físicas, a los síndromes de Down, a los ancianos... Esta tendencia se expande por todos los ámbitos de la sociedad y la escuela es el espejo de esa colectivo que formamos todos. En ella se reflejan y toman cuerpo la mayoría de los comportamientos del hombre. En estos momentos en que algunos adultos construyen su futuro sobre arena, el profesor intenta construir la formación de sus alumnos sobre roca, combatiendo su desidia y su desmotivación, binomio terrorífico donde los haya cuando hablamos de educación. Luchando contra la corriente relativista de "dejar hacer, dejar