Firma de la SER. 25 de mayo de 2015.
Por Javier Malla.
Bueno, llegó la hora de los partidos emergentes españoles. Ahora ya no pueden seguir huyendo de la realidad del país y tienen que pasar del refugio que le han dado las trincheras al cuerpo a cuerpo de pactar para gobernar. Partidos como Podemos, de Pablo Iglesias, o Ciudadanos, de Alberto Rivera, lo tendrán complicado para sostener el discurso que en Andalucía ha privado por el momento a Susana Díaz de ser investida presidenta de la Junta. Estos partidos tendrán que salir ahora de la cueva y mojarse. Ciudadanos, que no quería que se le asociara como marca blanca del PP, tendrá con Podemos, que también ha escupido sobre los socialistas, que definir si están dispuestos a pactar sin ser tan escrupulosos como lo han sido con el PSOE andaluz. Tertulianos de todos los programas de debate de Tele5, Cuatro y la Sexta que se han regodeado en la incultura andaluza por su respuesta en las urnas en las pasadas elecciones tendrán que plegar velas porque, con uno u otro color, es lo mismo que ha ocurrido en el resto de las comunidades y municipios de España. ¿Ahora los españoles no son unos incultos y unos vividores que sólo quieren mantenerse de las subvenciones, ir de romería y sentarse en los bares a ver pasar a la gente? No, para el resto del país el trato será diferente porque lo que ha existido no es más que el final del bipartidismo y la aparición de una nueva realidad política. Y tócate las narices. ¿Y en qué se diferencia el dilema que ahora tendrán por muchos puntos de España para formar Gobierno con lo que el pueblo andaluz decidió soberanamente en las urnas? En fin, lo que está claro es que los partidos emergentes tendrán que quitarse la careta y a ver cuánto tardan en dejar el discurso de la lucha contra la corrupción, el adelgazamiento de la Administración y el cierre de relaciones económicas con bancos que desahucian. Perdida la virginidad electoral, con UPyD e IU reponiéndose del naufragio, Podemos y Ciudadanos empezarán a bailar al son que más les caliente. Así que ya les adelanto que no se sorprendan de nada en los próximos días porque una cosa es predicar y otra, bien diferente, dar trigo. Son muchos los trozos del pastel que están encima de la mesa y estos, al final, acaban chupándose los dedos.