Firma de la SER 27 de abril de 2015. “Los aromas de Algeciras”. Por Javier Malla. Muchas veces pienso, y debería ser justo lo contrario, que con el paso del tiempo me cuesta más y más entender y asumir determinadas cosas. Por más que quiero ser tolerante e intentar comprender que todo tiene un porqué que justifica lo que pasa, no termino de resignarme a aceptar que la antigua playa de Los Ladrillos, día tras día y año tras año, eche ese hedor nauseabundo. Los algecireños damos por bueno que pasar, andando o en coche, por la Ruta del Colesterol, frente a El Corte Inglés, es soltar dos lagrimones gordos por el penetrante peste a mierda que lo inunda todo. Aquella zona tiene delante el citado comercio, establecimiento frecuentado por vecinos de toda la comarca, bares con terrazas que tienen que calcular el horario de las mareas para poder servir los cafés y tostadas en las mesas de afuera, hoteles con visitantes de todo el mundo, Cámara de Comercio, Zona Franca, vecinos y miles de algecireños que transitan desde el Paseo Marítimo hasta El Rinconcillo haciendo deporte al pestilente aire libre. Sobre la casi inexistente y magníficamente cobrada depuración de aguas de Algeciras ya se han dicho muchas cosas, todas aceptadas gentilmente por nosotros, pero se le cae a uno la cara de vergüenza cuando recibe visita de algún amigo desde cualquier punto de España y te pregunta al pasar por allí que cómo podemos soportar ese olor. Se le queda a uno la cara de idiota y los puños cerrados por la impotencia. ¿Tanto cuesta drenar esa dársena y arreglar el problema de fondo de los vertidos? Y lo peor es que si vas a la Dársena de El Saladillo te encuentras lo mismo, peste rancia y lodos reconcentrados. Menos mal que la escultura del genial maestro algecireño da la espalda a tanta basura, de lo contrario Nacho Falgueras tendría que replantear la escultura de Paco y poner una de sus manos tapándose la nariz. Bromas aparte, y menos con nuestro ilustre algecireño que en paz descanse, resulta indignante que se dediquen millones y millones de euros en infraestructuras portuarias, robando terreno a nuestro mar para multiplicar la capacidad en tránsito y almacenaje de contenedores y los algecireños sigamos conviviendo con tan horrorosos olores. ¿Que quién tiene la culpa? No sé, pero arréglenlo de una puñetera vez por nuestra salud, por nuestra imagen y por ver, aunque sólo sea una vez, que los algecireños les importamos un poquito. Javier Malla.