ALGECIRAS Y EL PUERTO, UN DESTINO COMÚN DE PROGRESO Antonio Pérez Girón Los datos de producción, tráfico de mercancías, balances económicos revelan la importancia del desarrollo de una población, de un centro de actividades productivas. Sin embargo, pocas veces se deja a un lado la frialdad de los porcentajes macroeconómicos para adentrarse en la imbricación de una empresa en el tejido social de una población, y hasta qué punto ha sabido integrarse, formando parte de la misma. Ese valor se difumina a veces entre esos informes estadísticos, meramente empresariales. El compromiso con la ciudadanía, participar de las inquietudes de la sociedad local con la que se convive, buscar puntos de entendimiento en materias que puedan afectar a las relaciones de la empresa y la comunidad, son eslabones imprescindible para un progreso que conjugue los intereses de todos. En mi opinión, la historia del puerto de la Bahía de Algeciras tiene mucho de ello. Fue la institución municipal, apoyada en la industria y el comercio, la que luchó desde mediados del siglo XIX para la consecución de unas instalaciones portuarias acordes con una ciudad marinera por antonomasia. En 1906, valiéndose de la
celebración en la ciudad de la Conferencia Internacional sobre Marruecos, el alcalde Emilio Santacana, relanzó las históricas reivindicaciones de la ciudad. Fruto de ello fue la concesión, por parte del Ministerio de Fomento de la Junta de Obras del Puerto de Algeciras en agosto de ese año. Por ello, la realidad que hoy representa el puerto en sus múltiples facetas se debe al esfuerzo del pueblo algecireño. Y, en buena medida la importancia de la ciudad, su proyección exterior y su propia riqueza tiene mucho que ver con su puerto, como parte consustancial de la misma. No es una cuestión baladí, sirva como ejemplo que el número de habitantes pasó de 21.431 en 1930 a 72.266 en 1968. En la década de los sesenta del pasado siglo todos los municipios del Campo de Gibraltar perdieron población, excepto Algeciras, que tenía una escasa dependencia de la colonia de Gibraltar, cuya frontera fue cerrada en 1969. El número de residentes fue en aumento y Algeciras y el puerto crecieron a la par, como un destino marcado por el empeño hacia un horizonte común. El puerto contribuyó para hacer de Algeciras una ciudad cosmopolita, puente hacia África, receptora de culturas, enriqueciendo, por consiguiente, las relaciones humanas. Esos valores deben ser destacados y deben profundizarse para que esa simbiosis permanezca en el ser de un pueblo.
La actividad portuatia en Algeciras