Eva reyes
El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, anunció la semana pasada la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones legislativas para el próximo 26 de noviembre, cumplimentando de este modo lo dictaminado por el artículo 38 de la Constitución del Peñón, que fue tramitado al día siguiente con la preceptiva comunicación a la gobernadora en funciones, Alison MacMillan. Pero no sólo Gibraltar vivirá elecciones generales antes de que termine el año en curso. Menos de un mes después habrá en España comicios, cuyos resultados también será seguidos en el Peñón con interés. Todo apunta a que el actual ministro principal de Gibraltar, el socialista Fabian Picardo, que gobierna en coalición con los liberales que encabeza Joseph García desde 2011, volverá a ocupar el despacho principal del número 6 de Convent Place. En España, azotada a diferencia de Gibraltar por una profunda crisis económica en los últimos años, los últimos sondeos indican que el PP sufrirá un importante descenso en el número de votos respecto a hace cuatro años, perdiendo así la apabullante mayoría absoluta que cosechó entonces y que le ha permitido gobernar a su antojo desde 2011. Sin embargo, también indican las últimas encuestas que el PP volverá a ser la fuerza política más votada el próximo 20 de diciembre, una
fecha poco idónea para unas elecciones generales, por cierto, y que la opción de pacto con mayor apoyo ciudadano sería la formada por los populares y la formación que lidera Albert Rivera. Cuesta creer que tras una legislatura tan gris como la protagonizada por el PP, en la que han prevalecido los recortes, la pérdida de derechos ciudadanos y los casos de corrupción, el partido actualmente en el Gobierno vaya a sufrir un descalabro electoral que, sin embargo, le seguirá manteniendo como la primera fuerza política de este país. Cuesta creerlo más aún cuando ayer el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no se ruborizó al decir que su gestión durante los últimos cuatro años ha permitido que nadie, repito, nadie se quede al borde del camino. Me pregunto qué pensarán de esas palabras todas las familias que han perdido sus casas, todas las personas que han tenido que recurrir a los comedores sociales para dar de comer a sus hijos o todas las personas que llevan años sin encontrar un puesto de trabajo. Me pregunto también qué pensarán los campogibraltareños de todo esto, así como de la falta de apuesta, apoyo y respaldo una vez más de la Administración central a una zona que, a pesar de su potencial, sigue sin levantar cabeza por la desidia de sus gobernantes.