La firma Luis Romero ser 038

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SER. 29/12/2014.Todavía me acuerdo de la primera vez que entré en la redacción de un periódico. No había ordenadores, aún no habían llegado a los medios. En una sala aparte, para que el ruido de los teletipos no nos dejara sordos, iban llegando las noticias que quedaban impresas en interminables rollos de papel sin fin. Cuando, unos pocos años después, entraron las terminales de ordenador para quedarse y desaparecieron las linotipias y el plomo, los periodistas más veteranos, los que habían sido mis maestros o, al menos, de quienes aprendí los rudimentos de este oficio, a duras penas se acostumbraron a la ausencia de ruido y a cuadrar los textos hasta el último carácter. Poco a poco fueron desapareciendo los veteranos y la redacción se llenó de jovencísimos recién licenciados que creíamos que lo sabíamos todo pero que en realidad estábamos aún a falta de un hervor. Lo único que traíamos de serie era una predisposición casi innata para aprender cómo diablos funcionaban esos nuevos sistemas y los programas de edición, aún poco evolucionados. Hoy, cuando en cualquier calle y no digamos en los transportes públicos, vemos a los adolescentes manejar con una sola mano los dispositivos móviles, más potentes que cualquier ordenador no ya de primera sino de


segunda generación, y con una serie de aplicaciones que simplemente hace diez años eran de ciencia ficción, conviene que hagamos un pequeño ejercicio de prospectiva y nos imaginemos, si es que podemos, cómo desarrollaremos nuestra actividad cotidiana, sea la que sea, dentro de otros diez años. Sencillamente, creo que no somos capaces de vislumbrar lo que viene. Lo único cierto es que, ya hoy, nada existe si no está en la red. Nada es relevante si no es accesible a través de un móvil. Hasta este comentario, dentro de un rato, lo podrán leer y escuchar a través de Facebook. ¿Qué viene después? Quizás la desaparición por superación de los terminales fijos y hasta de los portátiles de más de 9 pulgadas. Lo que de verdad debe hacernos pensar es que ya estamos en una nueva era y aunque no nos demos cuenta, ya nada es posible sin esa realidad virtual en la que, aun sin querer, vivimos. El sábado volví a ver ‘Matrix’ y les puedo asegurar que la vi con otros ojos, con un resultado diferente al de años atrás. Esta vez ya no me pareció un ejercicio de ciencia ficción sin sentido. Cuando Neo le pregunta a Morfeo por qué le duelen los ojos y este le responde: ‘porque hasta ahora no los habías utilizado’, a mí también se me cayó el velo que me había impedido mirar con otros ojos. Esta vez, al menos, a mí también me dolieron.



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