La firma mario ocaña octubre

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La firma Mario Ocaña El presupuesto de la Junta de Andalucía para el próximo ejercicio es un presupuesto nuevamente recortado. Para muchos ciudadanos, que expresan su opinión a través de las redes sociales, los recortes siguen afectando a los sectores de la población andaluza más castigada por el peso de la crisis. Y muchos opinan que las decisiones de la Junta siempre optan por el camino más fácil; que le resulta, por ejemplo, más fácil recortar los sueldos de los funcionarios que aplicar una reforma fiscal rigurosa dónde sean los que más tienen los que más contribuyan a la Hacienda Pública. Pero es el asunto de la supuesta existencia de una doble administración, a la que algunos denominan “administración paralela” la que exaspera a una buena parte de los contribuyentes andaluces. Una cifra - según unos, alcanza los veinticinco mil y, según otros, llega a los treinta mil - de


empleados públicos – que no funcionarios – que, en opinión de muchos, ocupan un puesto de trabajo al que han accedido gracias al favor político, pero sin superar ninguna oposición en igualdad de oportunidades con el resto de ciudadanos que reunían los mismos requisitos, y, sobre todo, los mismos derechos para acceder a ese trabajo. Son muchos los que piensan que esos puestos de trabajo deberían convertirse en oferta pública de empleo para que en Andalucía desapareciera lo que popularmente se denomina “democracia cortijera”. Piensan otros andaluces que la gestión de la Junta es manifiestamente mejorable pues existen ámbitos de actuación de la misma de dudosa eficacia entre los que destaca con luz propia el de los asesores y cargos de confianza, esos individuos o individuas que ascienden de empleo y sueldo por arte de birlibirloque; también las empresas públicas que carecen de funciones y gestiones reales gozan del desprecio de una buena parte del pueblo andaluz así como todos aquellos aspectos relacionados con la presunta corrupción política y sindical que avergüenza a la gente decente de Andalucía. Si en los malos tiempos que corren, los gobernantes andaluces tuvieran el valor y el genio de pensar en las dificultades por las que atraviesan una gran mayoría de ciudadanos flagelados por el paro y la crisis, seguramente buscarían soluciones más justas, y a su alcance, para aliviar el sufrimiento de una ciudadanía cuya opinión de hartazgo ante tanta incompetencia se manifestará, sin duda, en las elecciones venideras. La situación por la que atraviesa la ciudadanía andaluza y la inversión de esa tendencia debería ser más importante para nuestros parlamentarios y Gobierno que seguir pensando en la forma de mantenerse en sus escaños de poder.


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