La firma Paula Tobalina 300415 "tres minutos de palabra"

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Hoy parto de una contradicción porque si por mí fuera pasaría los tres minutos que dura la firma en silencio, cosa imposible estando en el medio que estamos ya que creerías que has perdido la conexión. La tragedia de Nepal bien lo merece, no solo por la cantidad de almas que se sentirán desubicadas al haber sido expulsadas de esa manera tan brutal del cuerpo, sino también por los cuerpos que se han quedado sin alma, sin hijos, sin casa y sin nada. Así que vaya por delante que el silencio y la procesión hoy van por dentro. Y ya que tengo mucho que decir, hoy que curiosamente no diría nada, voy a dar una pincelada para reflexionar sobre los temas que últimamente se me han ido acumulando en la libreta. Lo primero, El bigotes, aunque ya del bigote no le quede nada y de la trama Gürtel, todo. Cuando el sábado lo vi en el programa Un tiempo nuevo capitaneado por Sandra Barneda me quedé estupefacta. La historia que contó, su verdad, nada tiene que ver con la idea que tenía de él y sus chanchullos. Si lo que cuenta es cierto, una ya no sabe qué versión creerse,


este hombre no es más que un empresario ofreciendo su servicio a un pez más gordo que él al que han pillado. No sé, la justicia dirá. Y hablando de justicia, una noticia que también ocupó parte del programa y que me dejó más estupefacta todavía fue la excarcelación de la abogada María José Carrascosa que ha estado nueve años en prisión allá en EEUU por traer a su hija a nuestro país. Y eso qué, ¿no tiene delito? ¿No se ha podido ayudar a esta mujer desde España para que no se perdiese la infancia de su hija? ¿Puedes imaginarte lo que es estar nueve años privada de libertad por haber cometido el acto más humano de todos los actos que es la protección de tu hija? Lo del bigotes, no sé, lo dejaré en cuarentena pero a esto sí que tengo un nombre que ponerle: una desmesurada injusticia cometida por la justicia. Para terminar, algo no solo injusto sino también bochornoso. Hablo de la intervención del vecino Pedro Castillo en esta casa. El tema de La Gertrudis ya viene de largo. Con aquel hermoso paraje, ahora repoblado después de haberlo arrasado con una simple licencia de desbroce, se han cometido muchas injusticias. Este empresario sigue atrapado en la grandeza y la prepotencia de épocas pasadas. Profetiza puestos de trabajo a lo grande para el pueblo de Los Barrios, sin embargo es capaz de mofarse de que se les encuentre un trabajo en la recogida de la fresa en Huelva a familias muy necesitadas del municipio. Así que esto me huele a más humo, a más de lo de antes. La Gertrudis le pertenece al pueblo de Los Barrios, por ella luchamos los que estábamos convencidos de que allí no se podía hacer la fábrica de papel. Este es un terreno demasiado valioso y demasiado preciado para dejarlo en manos de un solo hombre, manos que, enervadas, no dejaron de dar puñetazos en la mesa a medida que la boca se le calentaba defendiendo con muy poco talante un derecho que ya veremos si la justicia se lo concede; esperemos por el bien de todos que no.


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