

La Mica
Ilustrado por Johan Cordero

Había una vez un rey que tenía 3 hijos.

Un día los llamó y le dijo:
¿Por qué no se van a rodar tierras? Le ofrezco el trono a aquel que venga casado con la princesa más hábil y bonita.
Los príncipes salieron de viaje.

El mayor recorrió y recorrió carretera, llegó al anochecer a pedir posada a una casita aislada entre un potrero.
Cuando se acercó a la casita vio como una vieja daba latigazos a una pobre miquita que lloraba terriblemente.
¡UPE!
El joven decidió pedir posada, a lo que, de mal modo, la señora le ofreció quedarse en la banca del corredor.

El príncipe muy cansado aceptó. Se echó a la banca y se privó.
Tarde en la noche se levantó asustado porque alguien le tiraba de una manga.
-No grites!
¡Vengo a pedirte matrimonio!
¡Cómo

me voy a casar con una mica!

El príncipe se negó y siguió su camino.
El tercer hijo tomó la misma carretera y llego a la casa del potrero. Y la misma cosa: la vieja dando de palo a la mica. Pero este tenía un corazón bondadoso y no dejo que siguieran golpeando a la mica.

La vieja se puso brava y no quería dar posada al príncipe. Pero este dijo que se quedaría en la banca del corredor.
Y de veras ahí se quedó.
Allá en la madrugada lo despertaron unos jalonazos: Era la miquita, quien, tras contarle todo su martirio, acabo pidiéndole matrimonio. Este príncipe, quien siempre había sido de ímpetu, decidió aceptar a casarse con la mica.

Donde dijo que sí, retumbo la casa y entre un humarazo apareció la bruja que gritaba:
¡Y
ahora carga con la mica para toda la vida!
El príncipe sintió como si una cadena atara su vida a la de la mica.

La mica, que parecía que le iba leyendo la mente, le dijo:
Este realmente angustiado monto a caballo y se puso a la mica en el hombro.
-No vayamos a la ciudad. Mejor vayamos al bosque. Allí se encuentra nuestra nueva casa.
Él obedeció y a poco de internarse, dieron con una pequeña casa de madera con una gigantesca huerta repleta de vegetales. El tiempo fue pasando…

Los tres hermanos habían acordado encontrarse al cabo de un año.
El príncipe estaba muy triste y no pensaba acudir. Finalmente, la mica lo convenció y partió al encuentro.
Justo al llegar, sus dos hermanos lo sorprendieron contándole como se habían casado con las princesas más hermosas y talentosas. El esposo de la mica no se atrevió a confesar y les metió una mentira:

Cuando llegaron donde sus padres, cada uno se puso a poner a su esposa por las nubes.
Bueno- quiero antes que nada ver los prodigios que saben hacer. Cada una va a hilar y a tejer una camisa para mí y otra para la reina. A ver a cuál le queda mejor. Les doy un mes de plazo.

Volvieron los príncipes donde sus mujeres y le explicaron el deseo del rey. Inmediatamente, las princesas encargaron seda finísima y se pusieron a hilar. La mona no hizo nada.
El día llegó. Y los 2 príncipes en cajas de oro llevaban camisas de un tejido de seda muy fino, con costuras que apenas se veían. Al llegar ante el rey, este se regocijó con el trabajo de sus dos nueras y se puso furioso cuando el otro le dio dos semillas de tabaco.

Como las tomo con cólera, las destripó y entonces de cada una salió una camisa de tela tan fina y delicada, que el rey y la reina casi se van de bruces.

De todas las siguientes pruebas realizadas por el rey, fue la mona quien salió victoriosa:
Finalmente, llego el día de presentar a sus esposas al rey.

Cuando llegaron, no fueron sino risas lo que recibieron.
El pobre príncipe se encontraba realmente angustiado, pero la mica ni caso hacía. Solo un día antes, la mona, quien había estado distante, pidió al príncipe una carreta con manteado para poder llegar al castillo.
El rey y la reina salieron a recibir a sus hijos. En esto la carreta quiso entrar en el patio, pero los guardias lo impidieron.
Ha Ha
El rey gritó que dejaran pasar la carreta.

Al príncipe un sudor le iba y le venía. Ya le parecía oír chiflidos de la gente donde vieran salir de la carreta a una mica.
Para la sorpresa de todos, de la carreta fue saliendo una princesa tan bella que se paraba el sol a verla, vestida de oro y diamantes, con una estrella en la frente, riendo y enseñando su hermosa sonrisa.
La mica había resultado ser una hermosa princesa, la cual había sido maldecida por la bruja que la mantenía cautiva.

Pero no era una princesa común, sino que se trataba de la hija del mismo rey de Francia.
La princesa habló algunas palabras a su marido, quien dijo a su padre:
¿Por qué no reparte su reino entre mis 2 hermanos?
Al rey le pareció muy bien y allí mismo hizo la repartición.

y después vivieron muy felices. Luego se despidieron y se fueron a Francia en una carroza de oro con ocho caballos blancos que tenían la cola y las crines como cataratas espumosas.
