Son las 4:00 am; Don Quijote se levanta de su cama, no ha podido dormir, ha estado muy inquieto por sus escritos que tiene que hacer. Por tanto prende su portátil y el internet, entra a consultar las últimas noticias y se encuentra con algo muy sorprendente: un potencial virus ha invadido las memorias de los computadores y por consiguiente ha dañado todos los archivos. Inmediatamente, entra a revisar sus archivos y efectivamente se da cuenta que los documentos donde tenía los escritos de su último libro próximo a publicar, habían desaparecido. Se levanta de su silla y exclama ¡No puede ser! ¡Tantos meses de arduo trabajo y tantas noches sin dormir y en un instante lo he perdido todo! Va a la cocina, sirve un vaso con agua mira su reloj, son las 4:20 am; se sienta en su sofá y dice: y el adelanto que le había hecho a la editora para la publicación de mi libro también se me puede perder, porque justo ya había
separado el espacio de la publicación. Don Quijote revisa el contrato y se da cuenta que en una de sus cláusulas dice: “En caso de que el cliente se retire, perderá el dinero adelantado; y si la editora incumple, devolverá el doble de lo recibido” Nuevamente se levanta de su sofá y dice ¡Dios mío, que voy a hacer! … se queda en silencio por un corto tiempo; luego busca su celular, llama a su secretaria y le da la noticia de lo ocurrido. Luego le pregunta: “Aparte de nuestros escritos que teníamos en el disco duro, ¿hay alguna copia adicional?” Su secretaria le responde: “Ninguna jefe. Porque con tanta inseguridad electrónica y tantas chuzadas que hay, solamente nos quedarían los escritos a mano; voy a revisar mi equipo a ver si también fue afectado; enseguida le llamo” La secretaria se toma su tiempo, apaga su celular y dice: “Ni piense que voy a salir inmediatamente a la oficina” Mientras tanto Don Quijote intenta comunicarse con un ingeniero de sistemas para que evalúe la gravedad del daño. Pero es imposible, todas las comunicaciones se van a correo de voz; su esposa intenta por todos los medios tranquilizarlo, ya que las preocupaciones en exceso le hacen daño. Luego decide llamar a su conductor quien le responde entre dormido: Jefe, hoy estoy de permiso.
Don Quijote desesperado decide ir en su automóvil a la oficina. No había recorrido dos cuadras, cuando un oficial de tránsito le hace la señal de pare. Don Quijote baja el vidrio de su automóvil y exclama: “Quítate de mí camino. ¿No te das cuenta que soy el escritor?” Sube el vidrio y continúa su marcha. Entonces el agente de tránsito avisa por su radioteléfono a un compañero que justo está como a tres cuadras de distancia, el cual se dispone a detenerlo de cualquier forma. Le indica a Don Quijote que debe detenerse y a orillar su automotor; luego le explica la razón por la cual no puede estar transitando a esa hora (la placa de su carro tenía restricción) Don Quijote airado, le arroja las llaves al agente de tránsito y aborda un taxi y continúa su camino. En el trascurso de su camino, observa una calcomanía que se encontraba en el auto: “Venid a mi todos los que estéis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Luego menea su cabeza y piensa “que gran mentira”, sin embargo en su mente se siguen repitiendo estas palabras. Mientras tanto el conductor del taxi, ha venido observando a su pasajero desde que recogió la carrera y
está ansioso de que Don Quijote le dé la oportunidad de hablarle, hasta que por fin se decide y le dice: “Buenos días amigo, que hermosa mañana verdad?” Don Quijote permanece en silencio; el taxista entonces prende la radio y en la emisora que sintoniza se deja oír “Amigo, si hoy estás pasando por una situación difícil, Cristo es la respuesta para tu vida; tu problema no es ajeno a Dios, solamente ponte en sus manos, y experimentarás una paz que sobreabunda”. Entonces Don Quijote le dice al chofer “Discúlpame, tal vez fui muy grosero al no responder tu saludo”; luego le hizo saber lo que estaba viviendo esa mañana, el conductor por su parte le contó cómo Jesús lo ha guardado y lo ha librado de situaciones muy difíciles. Los dos entraron en un diálogo, y el pasajero inexplicablemente comenzó a experimentar una paz que no comprendía. Pronto llegó a su oficina y antes de sentarse timbró su celular y era su ingeniero de sistemas el cual le informó que había durado hasta altas horas de la noche instalando el antivirus más sofisticado para proteger sus equipos porque se especulaba de que podían ser víctima de un enemigo, que no quería que se hiciese la publicación del nuevo libro. Don Quijote encendió su computador y
rápidamente entró a sus archivos y efectivamente se dió cuenta que éstos se encontraban intactos. Seguidamente, recibió un correo en su celular de la editora donde debía imprimir su trabajo informándole que posiblemente debían demorar varios días, porque sus computadoras habían sido blanco de un virus; que por favor considerara la cláusula adicional que habían colocado en el contrato. No había terminado de leer el correo, cuando pitaron en la puerta; era el agente de tránsito que al enterarse de quien era el vehículo que habían detenido, lo llevó hasta su dueño. Mientras tanto en la mente de Don Quijote, no dejaba de repetirse la frase que había leído en la calcomanía y dijo entre sí: “Verdaderamente Dios es real, y no hay nada imposible para Él”, entre tanto metía la mano a su bolsillo y sacaba una tarjeta que le había regalado el taxista, en la cual se le invitaba a buscar al Creador y a congregarse en alguna iglesia cristiana. Al cabo de dos semanas, Don Quijote sacó a la venta su nuevo trabajo, y en menos de dos meses ya había vendido varios miles de ejemplares. Su vida hoy no es la misma, pues fue necesario pasar por momentos tan difíciles para comprender que sólo Cristo es la solución.