Iberia vieja - Armada Invencible

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LOS AUSTRIAS LA FORJA DEL IMPERIO MÁS GRANDE DEL MUNDO Número 133• 3,95 €

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Las crónicas olvidadas de la

Armada Invencible Julio César en Hispania

Los planes del EMPERADOR Juego de tronos en la Edad Media

La derrota del PRÍNCIPE DE VIANA Cuando el Siglo de las Luces se apagó

LA GRAN REDADA contra los gitanos

De la cartilla de racionamiento al progreso

Así dejamos de SER LOS ÚLTIMOS

Melilla, Ceuta y Canarias: 4,10 Euros

Revista de Historia de España



Editorial

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ISSN 1699-7913 www.historiadeiberiavieja.com redaccion@historiadeiberiavieja.com

Redacción y publicidad Josefa Valcárcel, 42 3ª pl 28027 Madrid Tel.: 91 423 03 90 Directora comercial: Verónica Lourido • vlourido@prismapublicaciones.com Jefa de publicidad: Pilar Pérez • pperez@prismapublicaciones.com Coordinadora: Trinidad Calzado • tcalzado@prismapublicaciones.com Suscripciones y números atrasados Apartado de Correos nº 50 19080 Guadalajara Tel.: 902 540 000 / Fax: 902 540 060 email: suscripcion@prismapublicaciones.com Imprenta: Rotocobrhi - Tres Cantos (Madrid) Distribución LOGISTA PUBLICACIONES C./ Electricistas, 3 - Polig. Ind. Pinares Llanos 28670 Villaviciosa de Odón (Madrid) Telf. 91 616 09 13 Depósito legal: B10895-16 Printed in Spain HISTORIA DE IBERIA VIEJA es una marca registrada de Aura Capital Property Management, S.A, empresa domiciliada en Madrid, c/ Lagasca, 105, bajo derecha. Copyright ©2008 HISTORIA DE IBERIA VIEJA está editada y publicada por: Prisma Publicaciones 2002 S.L. Presidenta: Laura Falcó Lara Director General: Albert Terradas Cumalat Director Factoría Prisma: JM Sanchón Directora Digital y Eventos: Cristina de Sicart Directora Eventos y Patrocinios: María Acedo Director de Arte: Xavier Menéndez Controller: Gonzalo María Suárez Distribución: Pilar Barceló Producción: Planeta Innovación

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Esta revista ha recibido una subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números editados en el año. HISTORIA DE IBERIA VIEJA no es responsable de las opiniones y artículos realizados por los colaboradores y publicadas en la presente edición de la revista. Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier información gráfica o escrita sin autorización escrita por Historia de Iberia Vieja.

La guerra mundial del XVI PERDIMOS LA BATALLA DE LA ARMADA INVENCIBLE, Y TAMBIÉN PERDIMOS LA BATALLA DE LA PROPAGANDA, PORQUE AUNQUE LOS GALEONES ESPAÑOLES SALIERON DERROTADOS DE AQUEL COMBATE CONTRA LOS INGLESES, la realidad es que en la guerra contra el otro gran imperio de este tiempo, Inglaterra, España salió victoriosa. Sin embargo, ellos supieron hacer creer –y se sigue creyendo– que ganaron aquella guerra, que no dejaba de ser una guerra mundial. En este número demostramos –bueno, no hay que demostrarlo, es lo que es– que no fue así, pero las enciclopedias de historia las escribieron ellos, que llevan muchos años practicando aquello de que una mentira repetida mil veces se acaba convirtiendo en realidad. Así pues, a la hora de hacernos creer lo que no es, nos han ganado. Eso sí, la verdad no la pueden cambiar. No pueden ignorar que la destrucción de la flota británica fue también muy notable y que las arcas del estado resultaron tan dañadas o más que las españolas, de forma que, poco a poco, a finales del siglo XVI, los recursos financieros de los británicos quedaron inmensamente limitados. Aunque ya no lo vieron, Felipe II logró desgastar a Isabel I y sus ingleses se vieron obligados a claudicar en un tratado de paz que tenía más de rendición que de otra cosa. Y es que ya por entonces las guerras acababan en tablas… pero en los papeles. Sobre la Armada Invencible se ha escrito… si fuéramos como ellos diríamos que todo, pero no. Falta mucho por decir y sobre todo, por introducir en la caja de resonancia que hace que las cosas tengan el eco necesario. Hay aspectos sobre los que no se ha hablado en exceso, como por ejemplo la fuerza que tuvo la religión en aquel combate, porque lo cierto es que esta etapa de la guerra fue instrumentada por Felipe II a modo de cruzada contra los infieles. Además, hay aspectos de los cañones y los galeones sobre los que no se ha hablado en exceso, como tampoco de los Spaniards, nombre por el que se conoce a los posibles descendientes de españoles en Irlanda y que tendrían su origen en los náufragos que no se ahogaron en aquellos mares y que lograron sobrevivir y tener descendencia allí. Si es que hasta en eso hemos dejado huella… No quiero presumir de las cosas que hemos tenido aquí y que en este número les mostramos. No voy a recordar que el modernismo, al que dedicamos nuestro dossier, es una de las manifestaciones artísticas más extraordinarias que han existido y las fotografías de los edificios españoles que lo demuestran son un buen ejemplo de ello; tampoco voy a recordar que uno de los grandes marinos que han existido jamás es Blas de Lezo; tampoco que el emperador Julio César tenía claro que en nuestra Península se encontraba el camino para conseguir gobernar el mundo; o que una de las ciudades más hermosas que existe, como es Brujas, está plagada de recuerdos españoles. Si no llega a ser porque hablamos en este número de las redadas y la persecución que sufrieron los gitanos durante la Ilustración quedaría un número muy “español”… pero ya nos acusarán de lo contrario. Da igual lo que uno diga, sobre todo si no se tiene intención de decantarse. © Roberto Garver

Director: Bruno Cardeñosa Redactor jefe: Alberto de Frutos Redacción: Javier Martín García Maquetación: Eugenio Sánchez Silvela Asesor del director de arte: Ignacio Docampo Asesor editorial: Lorenzo Fernández Fotografía: Shutterstock, Thinkstock, Javier Gª Blanco

Bruno Cardeñosa Director @HistoriaIberia

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Sumario

SECCIONES

6 Cronos 42 Los 10 mandamientos… Luis Buñuel 44 Made in Spain… El Spanish Aerocar 90 Aquí hay historia… Brujas 102 Ágora 114 ¿Sabías que…?

Y ADEMÁS 48 El príncipe de Viana 70 Modernismo 80 Vikingos en Alicante 82 La Gran Redada contra los gitanos 96 Blas de Lezo José Manuel Escribano es crítico cinematográfico y secretario general del Círculo de Escritores Cinematográficos. Javier García Blanco es periodista, fotógrafo y escritor. Javier García de Gabiola es abogado en una multinacional y ha publicado numerosos artículos históricos y jurídicos. José Luis Hernández Garvi es escritor e investigador, autor de Héroes, villanos y genios, premio Algaba 2014. Óscar Herradón es redactor jefe de la revista Enigmas y autor de Espías de Hitler (Luciérnaga, 2016). Emilio Lara es doctor en Antropología, licenciado en Humanidades y profesor de Geografía e Historia. Francisco Narla es escritor y comandante de línea aérea; autor de numerosas obras, su último título es Donde aúllan las colinas (Planeta, 2016). Alejandro Polanco Masa es investigador y mantiene el blog tecnológico Tecnología obsoleta. Fernando Rueda es el mayor especialista en España de espionaje y colaborador de La rosa de los vientos en Onda Cero Radio. Juan José Sánchez Oro es historiador de las relaciones de poder en la Iglesia y de las creencias sobrenaturales y religiosas a lo largo de la historia. Adolfo Torrecilla es licenciado en filología hispánica, profesor y crítico literario en la agencia Aceprensa.

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La Armada Invencible Analizamos en profundidad una de las batallas navales más importantes de nuestra Historia: sus causas y sus consecuencias, las armas y las estrategias, lo humano y lo divino de una empresa maldita a la que, sin embargo, el Imperio español sobrevivió. Cuatro historiadores nos abren el sello de la Grande y Felicísima Armada de 1588…

Del racionamiento al progreso En 1939 España era un enfermo desahuciado. Tras la guerra entre hermanos, el hambre y la miseria condenaron a nuestro país a una larga travesía en el desierto. Todo empezó a cambiar en los años sesenta y se apuntaló, conquistada ya la democracia, con nuestro ingreso en las instituciones internacionales.


64 Julio César en Hispania El escritor Francisco Narla se inspiró en un artículo publicado por Historia de Iberia Vieja, sobre la presencia de Julio César en Hispania, para articular su última novela, Donde aúllan las colinas. Esta es la historia de una epifanía, y también, cómo no, la historia de Roma. De la eterna Roma.

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Asi llegaron los Austrias Acompañamos a José Luis Corral por las calles de Tordesillas (Valladolid), y desgrana la epopeya de los Austrias, a la que el historiador aragonés ha consagrado una monumental obra en la que entra a saco en los tópicos sobre la España del siglo XVI.

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Cronos

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¿Qué me pasa, doctor? ARQUEÓLOGOS y médicos se han dado la mano en una investigación pionera en España, que involucra a diversos especialistas del Museo Arqueológico Nacional y el Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid, embarcados en conocer mejor los entresijos de tres momias egipcias y una guanche a través del escáner. Las cuatro momias elegidas fueron analizadas con un equipo de tomografía computarizada de nueva generación en el hospital madrileño –en la imagen de la izquierda–, tras un cuidadoso traslado desde el museo que se prolongó durante varias horas. Gracias a este estudio, se han podido obtener imágenes en alta resolución de los cuerpos, que muestran detalles inéditos sobre su fisonomía, todo lo cual permitirá precisar las posibles causas de su muerte, sus enfermedades o hábitos de vida. Los resultados de este trabajo se presentarán próximamente en el documental La historia secreta de las momias, de la que estas piezas –tres del período ptolemaico y la mejor momia guanche conservada en el mundo– serán auténticas protagonistas…

© Raúl Tejedor

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Cronos

El Premio Europa Nostra provoca mucho vértigo LA RECONSTRUCCIÓN del malagueño Caminito del Rey, un sendero vertiginoso situado en las paredes del Desfiladero de los Gaitanes, ha sido galardonado con el Gran Premio Unión Europea de Patrimonio Cultural-Europa Nostra 2016. Este desfiladero, ubicado entre los municipios de Álora y Ardales, ha sido galardonado en la categoría de conservación. La recuperación de este impactante enclave ya había sido reconocida entre los 28 proyectos más significativos por la Comisión Europea. El Europa Nostra es el premio más importante a nivel europeo en materia de patrimonio y es concedido por la asociación del mismo nombre, que incluye a 250 organizaciones, alrededor de 1.500 ciudadanos particulares y 150 entidades asociadas repartidos por 40 países. La espectacularidad del Caminito la genera un paisaje espectacular y grandioso, también la sensación de vértigo que genera, con tramos en los que la anchura apenas llega a un metro y llegando a colgar hasta 105 metros sobre el río.

Los misterios mayas, a estudio EL MÁS EXTENSO de los códices mayas aún existentes podría estar

muy cerca de desvelar sus muchos secretos, tras un acuerdo firmado entre el Ministerio de Cultura español, la Universidad Estatal Rusa de Humanidades y el Patronato de las Unidades de Servicios Culturales y Turísticos del Yucatán, de México. Este convenio establece el estudio del llamado Códice de Madrid o Trocortesiano, que custodia el Museo de América de la capital de España, y es uno de los tres únicos códices mayas aún existentes. El estudio, que comandará la especialista rusa Galina Ershova, realizará una relectura del Códice a través de fotografías de alta resolución de modo que consiga una transcripción completa que permita un conocimiento más preciso de su contenido. El códice es un libro sacerdotal en el que se habla sobre el conocimiento de la astronomía y el calendario.

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El autogiro del futuro EL INVENTO que hizo inmortal al murciano Juan de la Cierva

sigue vivo. Su autogiro, precedente del helicóptero que todos conocemos, podría vivir una segunda juventud que explotara su versatilidad y su menor coste económico gracias a la alianza entre BellComm Information System y Celier Aviation, que comparten su pasión por esta aeronave. Ambas compañías pretenden mejorar el despliegue operativo y táctico del personal médico de las Fuerzas Armadas mediante el uso de autogiros diseñados para ello, que constarían de camilla e instrumental de asistencia monitorizada para estabilizar al paciente in situ. De acuerdo con sus responsables, su bajo coste de explotación, frente al de un helicóptero, convierte al autogiro en la herramienta de aeroevacuación del futuro.


Tema del mes

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Cronos

Así hablamos los españoles Tras la tumba de Aristóteles HACE 2.400 años nacía en Estagira Aristóteles, uno de los más influyentes pensadores de la

Antigüedad. Pues bien: de acuerdo con el arqueólogo Konstantinos Sismanidis, su ciudad natal acoge también sus restos mortales. En un simposio celebrado en Salónica, Sismanidis señaló que que hay indicios suficientes de que un edificio hallado en 1996 podría ser la tumba del sabio. El recinto está situado entre un templo del siglo VI a.C. dedicado a Zeus y una galería del siglo V a.C. Recientemente, se han encontrado dos documentos en los que se asegura que, tras la muerte de Aristóteles, los habitantes de Estagira trasladaron sus cenizas a una urna de cobre y la sepultaron en su ciudad natal, en el norte de Grecia. En el interior del complejo se han hallado monedas correspondientes al reinado de Alejandro Magno, lo que permite su datación a principios del período helenístico, coincidiendo con la muerte del filósofo en 322 a.C.

En defensa de la memoria de Falla LA FUNDACIÓN Archivo Manuel de Falla ha solicitado la protección de la casa en la que el músico estuvo alojado entre los años 1933 y 1934 en el barrio Génova de Palma de Mallorca ante el riesgo de que sea demolida, tras la voz de alarma dada por la Asociación para la Revitalización de Centros Antiguos (ARCA). La alerta ha surgido después de que el Consell de Mallorca haya levantado la suspensión de las licencias de demolición, al considerar que no cuenta con los valores necesarios para que se exija su prohibición. ARCA ha querido recordar que Falla estuvo en Mallorca más tiempo que Frédéric Chopin, y sin embargo, los pasos de este último en la isla son mucho más protegidos que los del músico granadino.

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ENTRE LOS AÑOS 30 y 50 del pasado siglo, dos reputados investigadores lingüísticos, Ramón Menéndez Pidal y Tomás Navarro Tomás, emprendieron un fascinante proyecto para poner negro sobre blanco la forma de designar a distintos objetos según el lugar de procedencia del hablante. Así, entrevistaron a decenas de habitantes de la península Ibérica y Baleares –nativos, que hubieran viajado poco, de bajo nivel cultural y preferiblemente de cierta edad– sobre temas tan variopintos como flora, fauna, ganadería, aperos de labranza, enfermedades, tradiciones populares... con el fin de consignar cómo se referían a los objetos de uso cotidiano. Ahora, sirviéndose de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha presentado este material en la página web http://alpi.csic.es, que nos brinda una herramienta interactiva a base de tablas y mapas comparativos de las diferentes regiones lingüísticas. Los curiosos sabremos que un guisante puede ser un “pedrolo”, un “tirabeque” o un “arvecho”, o que en algunas zonas de A Coruña dar volteretas es dar “pinchacarneiros”.



Cronos

Hoy… ayer

Por Fernando Rueda

El agente provocador Mujeres espías, más que sexo DURANTE la Primera Guerra Mundial el papel de las mujeres en el espionaje fue casi nulo. Los servicios secretos eran principalmente militares y las chicas estaban consideradas inocentes y escasamente inteligentes. Poco cambió la situación con la llegada de la segunda gran guerra, en la que se demostró que para ser espía, al margen del sexo, era imprescindible pasar desapercibido, saber mentir y no resultar sospechoso. Los grandes jefes de los servicios de espionaje eran machistas y de entrada solo aceptaban trabajar con mujeres cuando la misión exigía la utilización de las armas de seducción. Parece que los hombres de la época eran tontos y largaban sin límite ante una jovencita que les ponía ojitos y que, llegado el caso, se acostaba con ellos. España no participó en la contienda pero hubo diversos ejemplos de españolas espías que demostraron en aquellos años las cualidades que debe tener un buen agente secreto. Marina Vega de la Iglesia formó parte de la red española del servicio secreto francés. Realizó numerosos viajes, arriesgando su vida, entre

Francia y España transportando dinero, documentos y personas, mayoritariamente judíos. El contraespionaje español tardó en descubrirla y cuando lo hizo huyó a Francia, desde donde volvió a España tras el fin de la guerra para localizar a nazis que protegía Franco. Perfil bien distinto tuvo África de las Heras, una valerosa agente del NKVD ruso y después del KGB. Entre sus éxitos está su infiltración en el entorno de Trotski y en el París de la posguerra entre los refugiados españoles. Su marido nunca supo que era espía y África se jubiló a los 70 años sin haber sido nunca descubierta durante una misión. Son algunos ejemplos que hoy han pasado a ser habituales en el espionaje español. Por suerte las mujeres son reconocidas en igualdad de condiciones con los hombres. Pero pioneras hubo y muy buenas. FERNANDO RUEDA, uno de los periodistas de inves tigación más respetados del país, es una de las voces más importantes del programa La rosa de los vientos de Onda Cero. Autor de más de una decena de libros, el último de sus trabajos es El Dosier del Rey (Roca).

Cervantes Coincidiendo con el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, el Museo Naval estudia su faceta como soldado en la exposición Cervantes, Soldado de Mar, que podrá visitarse hasta el 25 de septiembre. El paso de Cervantes por el ejército comenzó en 1569 en la Infantería de Marina, y una de sus grandes gestas fue su acción en la batalla de Lepanto (1571). Otro de sus hitos, también documentado en la muestra, fue su cautiverio de cinco años en Argel.

El Capricho El ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha una iniciativa para dar a conocer el búnker del general Miaja en El Capricho, en Alameda de Osuna. De grandes dimensiones, el búnker estaba preparado para que sus ocupantes pudieran resistir sin salir a la superficie durante dos semanas. La lista de espera para visitarlo ha desbordado las previsiones.

Elcano Juan Sebastián Elcano pasó a la

Síguenos en www.historiadeiberiavieja.com COMO TODOS LOS MESES, en twitter puedes comentar cualquier cosa sobre los contenidos de cada número del siguiente modo: #historia133 En las redes seréis los primeros en ver las portadas de nuestra revista. E incluiremos noticias y fotos de opinión. Queremos que estéis ahí, que nos visitéis, y si os parece adecuado, que cliquéis en “me gusta”. Queremos crecer en las redes sociales. Están haciendo historia… ¡Y DISFRUTA DE LOS CONTENIDOS DE NUESTRA PÁGINA WEB! En nuestra página web historiadeiberiavieja.com podrás conocer muchos de nuestros contenidos, disfrutar de las mejores galerías de imágenes y los reportajes y noticias que te contamos en la revista, así como la información sobre nuestras versiones digitales y suscripciones.

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historia como el navegante que dio la primera vuelta al mundo. Ahora, la torre de Laurgain (Aia, Guipúzcoa) ha deparado el hallazgo de ocho documentos originales del marino, entre ellos una carta manuscrita de 1522, enviada desde Sanlúcar de Barrameda a la corte española tras culminar con éxito su empresa. La pieza, que se daba por perdida desde hace 200 años, cuando Martín Fernández de Navarrete habló de ella por última vez, será la protagonista de una exposición

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que tendrá lugar en Guetaria para celebrar el próximo centenario de la expedición Magallanes/Elcano, que tuvo lugar entre septiembre de 1519 y

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septiembre de 1522.



¿Sabías que... Iglesia de Santa María en Wamba.

las tumbas de Recesvinto y Wamba fueron saqueadas por los franceses? A DIFERENCIA de lo que encontramos en otras monarquías europeas, no se dio en España la tradición de sepultar a los reyes en un mismo lugar. La primera iniciativa al respecto –y que continúa en la actualidad– fue la de Felipe II con el panteón del monasterio de El Escorial. De este modo, los reyes medievales solían ser enterrados en los lugares donde morían. El visigodo Recesvinto murió en el año 672 en la localidad vallisoletana de Gerticos (que posteriormente tomó el nombre de Wamba, la única población española que empieza por W, por el hijo de Recesvinto), y allí fue sepultado. Según la historiografía tradicional, Alfonso III, ya en el siglo X, ordenó trasladar sus restos a la iglesia de Santa Leocadia en Toledo, la situada frente al Alcázar (no hay que olvidar que Toledo cuenta con dos iglesias con la misma advocación). Wamba reinó solo hasta el año 680, cuando fue obligado a renunciar a la corona y retirarse al monasterio de Monjes Negros de San Vicente en Pampliega (Burgos), donde, según distintas fuentes, fue enterrado. De nuevo Alfonso III quiso que sus restos descansaran junto a los de su padre. A principios del siglo XIX, en el curso de la Guerra de Independencia, las tumbas de ambos fueron profanadas por los franceses. Fue en 1845, ya bajo el reinado de Isabel II, cuando sus restos volvieron a reunirse en una arqueta forrada de terciopelo, que fue trasladada a la catedral de Toledo, donde se conservan actualmente.

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El relicario puso música a la campaña de Eisenhower? YA SE SABE que la música española lleva décadas triunfando fuera de nuestras fronteras. Un ejemplo es el pasodoble El relicario, del almeriense José Padilla, con letra de Armando Oliveros y José María Castelví. Estrenada en el teatro barcelonés de Eldorado en 1914, en la voz de Mary Focela, la obra cobraría popularidad gracias a la interpretación de Raquel Meller. Esta lo cantó en el teatro Olympia de París, ciudad en la que se vendieron más de 100.000 copias, o en el Hippodrome Theatre de Londres. Pero no sería esta la única pieza de Padilla que “arrasó” fuera de España: La Violetera, por ejemplo, fue utilizada por Charles Chaplin en Luces de la ciudad (1931), sin que el cineasta reconociera la autoría del maestro, lo que le costó un pleito que finalmente perdió. Todos estos éxitos llevaron a Padilla a París, donde conoció a Gardel o a Maurice Chevalier, y a Argentina. Unos treinta años después de su puesta de largo, el equipo del candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, Ike, se sirvió de El relicario para su campaña electoral. Ignoramos si su calidad fue determinante en el resultado de los comicios, pero el caso es que Ike ganó las elecciones…


un cortometraje reflejó el asesinato de Canalejas? NUESTRO PAÍS ha sufrido numerosos magnicidios, como los de Prim (1869), Cánovas (1897), Canalejas (1912), Eduardo Dato (1921) o Carrero Blanco (1973). El asesinato del liberal José Canalejas, presidente del gobierno desde febrero de 1910, se produjo el 12 de noviembre de 1912, cuando el político examinaba el escaparate de la desaparecida librería San Martín, en el número 6 de la puerta del Sol, esquina con Carretas, antes de dirigirse al ministerio de la Gobernación. El autor de los disparos fue el anarquista Manuel Pardiñas, que poco después fue reducido por la policía y se suicidó. Ese mismo año, los cineastas Enrique Blanco y Adelardo Fernández Arias realizaron un cortometraje de unos siete minutos de duración sobre este suceso. Consta de dos partes: una ficticia que recrea el asesinato del presidente y otra documental con escenas de su entierro. En la primera parte, el papel de Manuel Pardiñas lo interpretó un joven de 26 años, José Isbert, mientras que Rafael Arcos se metió en la piel de Canalejas. La obra se estrenó el 12 de diciembre, justo un mes después de los hechos. Por cierto que el cuidado de los detalles brilló por su ausencia: instantes después del atentado, se ve cómo Pardiñas –Isbert– cae muerto por su propia mano, pero, antes de que la cámara deje de enfocarle, se levanta del suelo como si tal cosa.

y además que...

... Catalina de Aragón nació en Alcalá de Henares? ... Luigi Boccherini vivió en España? ... Quevedo y el conde-duque de Olivares murieron el mismo año? el último maravedí se acuñó en tiempos de Isabel II? NO ESTÁ MUY CLARO el origen de la palabra “maravedí” como unidad de cuenta, aunque es probable que sea almorávide, si bien la moneda se acuñó por primera vez en los reinos cristianos por Fernando II. Alfonso X los sustituyó por doblas de oro, y transformó los maravedís en una moneda de plata, menguando así su valor a la sexta parte del antiguo maravedí de oro. A partir de la Guerra Civil Castellana y la entronización de Isabel la Católica, empezó su fase como moneda de cobre. El sistema monetario español era ya muy caótico: el escudo y el real convivían con el maravedí, y además estaban la blanca, los ducados, los dineros..., por lo que Isabel II decidió poner fin a la disparidad: el maravedí fue sustituido por el céntimo de real en 1854 y, en 1868, nació por decreto la peseta, que nos acompañó hasta 2002.

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Historia contemporánea

Cuéntame

lo que no tenías Los tiempos han cambiado una barbaridad. Aquí sí se pueden repetir todos los tópicos porque seguramente sean acertados. La llegada a España de la sociedad de consumo se produce en unos tiempos de falta de libertades, pero quien más, quien menos, quería tener en su casa una lavadora… o una televisión. Hace algo más de 50 años, en los domicilios españoles no había casi nada y ahora hay de casi todo. La época de la necesidad está muy reciente. Nuestros padres o nuestros abuelos nos han contado cosas que nos parecen increíbles pero que pasaban, del mismo modo que pasa la memoria. O no nos acordamos… O miramos a otro lado. O el recuerdo tiene las patas muy cortas. BRUNO CARDEÑOSA

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de julio de 1969. Ese día el hombre llegó a la Luna. Desde la llegada a América no se producía una “conquista” similar. Aquella proeza representaba una época y el poder de la tecnología puesta al servicio del ser humano. Por la televisión retransmitieron aquel “un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad”. Sin embargo, la realidad

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es que muy pocos lo vieron, al menos por estos lares. En todo el mundo se calcula que lo vieron 750 millones de personas, pero España no pertenecía aún al mundo. Ha pasado poco más de medio siglo y el país estaba aún quitándose los pañales. Había quedado destruido tras la Guerra Civil y el extraño alineamiento de las autoridades durante la guerra mundial había acabado por dejarnos al margen del mundo. Hubo hambre. Hubo falta de libertades. Hubo pobreza. Hubo retraso: un país como el nuestro estaba antes


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Historia contemporánea

En el mundo entero, 750 millones de personas vieron por televisión la llegada del hombre a la Luna. En España… casi nadie ni mejor ni peor que las otras naciones europeas, pero la guerra y las crisis económicas acabaron por poner a España a la cola del planeta. EL HOMBRE LLEGA A LA LUNA… POR TELEVISIÓN En Ribadavia (Ourense) había pocas televisiones. La actividad económica la marcaba una industria que quería florecer, aunque a duras penas lo conseguía y si lo hacía era en las ciudades. La ubicación de la localidad, en la carretera entre la ciudad y Vigo, antaño capital del reino de Galicia, hizo de este pueblo de algo más de 7.500 habitantes un ejemplo de lo que fue y no era el país, pero quien más y quien menos se enteró de que el hombre iba a llegar a la Luna. No muchos creían que el mismo ser humano que apenas dos décadas atrás empuñaba las armas y se mataba iba a caminar por ese pedazo de queso que asomaba cada noche para iluminar las piedras sobre la que se construía gran parte de la localidad y que daban a los domicilios frío en invierno y calor en verano. Y ni una ni

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otra cosa se podía vencer: ni la calefacción ni el aire acondicionado formaban parte de lo que se imaginaba. Querían ver cómo el hombre llega allí, pero no podían. Por entonces, sólo una de cada cien viviendas contaba con televisión, así que aquel día el restaurante Evencio se llenó de gente que deseaba ver como Neil Armstrong daba los primeros pasos selenitas. El lugar, quizá lo más conocido del pueblo, ya se había convertido en los últimos tiempos en un

centro de reunión para los habitantes de la localidad, ya que su televisión le distinguía del resto del pueblo y allí se juntaban todos a ver la última película. Eran muy pocos los que podían disponer de semejante lujo, que estaba reservado para una decena de casas y algún que otro bar en donde se congregaba la gente para tomar café –los que podían– y ver el programa de turno; sí, el de turno, porque no había otro en una época en la que la televisión apenas tenía oferta –para


España, 1959 A PARTIR DE LOS AÑOS 60, se produjo un desplazamiento de la gente del campo a la ciudad. A la gente no le movía otra cosa más que mejorar su situación. Las diferencias sociales entre el mundo rural y el urbano eran muy notables. Este cuadro nos muestra lo que tenían en sus casas los españoles en ciudades y pueblos justo antes de empezar el Plan de Estabilización.

47%

Teléfono

7% 92%

Agua corriente

En los años 50, la bicicleta era el método más usado por los españoles para desplazarse. Bueno, la bicicleta y las patas… Sin embargo, diez años después, la moto Vespa se convirtió en la estrella entonces, 50 países tenían programación desarrollada, pero el nuestro no estaba entre ellos–, ya que se trataba de un bien escaso, especialmente en las localidades pequeñas, que estaban asistiendo a la peor parte del desarrollismo, puesto que apenas quedó otro remedio para la gente que emigrar del mundo rural hacia el urbano. Ribadavia perdió 1 de cada 3 habitantes en los siguientes años. Allí no ocurrió nada anormal, sino lo que pasó

Cocina de gas Nevera

14%

42% 44%

Lavadora Máquina de coser Radio Televisión

12%

Cámara de fotos

74%

53% 42%

65% 91% 75%

26%

CIUDAD

en todos los sitios: el campo se vació y las ciudades se llenaron. Las estadísticas dicen que en 1960 sólo un 1 % de las familias tenían televisión en el ámbito rural. Eran los momentos previos a que España se convirtiera en algo así –salvando las diferencias– como la China de entonces. Apenas una década después, un tercio de los hogares ya tenía televisión. Fue la época en la que se pasó de la cocina de carbón a la cocina de butano, de la fresquera a la nevera, de lavar a orillas del río a las lavadoras… Los datos avalan esta catapulta: en 1960, sólo el 19 % de

Teléfono

Agua corriente Cocina de gas

2% 20%

Nevera Lavadora

Máquina de coser Radio

1% 4%

Televisión

Cámara de fotos

PUEBLO

los hogares tenían frigorífico y apenas el 24 % disponía de lavadora, pero seis años después esas cifras subieron al 36 % y el 42 %, es decir, casi se doblaron los datos. La primera piedra del crecimiento, aunque faltaba mucho por conseguir, se estaba poniendo por entonces, si bien ya empezaba a sentirse la enorme diferencia entre las zonas rurales y las industrializadas. No fue hasta 2005 que la tenencia de estos electrodomésticos alcanzó la casi totalidad de hogares. La nevera –y también la lavadora– se ha convertido hoy en el electrodoméstico con más penetración en los domicilios,

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Historia contemporánea

¿Te acordabas? Fumar no sólo estaba socialmente aceptado, sino que no hacerlo llegó a estar mal visto. El hábito estaba brutalmente extendido: en 1971, quemaban colillas el 63 % de los hombres y el 44 % de las mujeres. Permanezcan todos sentados… Bueno, si viene alguien del pasado tiene permiso. Y es que aunque parezca increíble, en 1971 sólo el 65 % de los hombres creían necesario usar desodorante. Sobran comentarios. En 1956, el gobierno todavía imponía el impuesto de lujo para los aparatos de televisión. Y es que en todo el país sólo existían 600. En 1972, un 40 % de los españoles consideraban que el turismo estaba arruinando la moralidad de nuestros jóvenes. Sin embargo, en esa fecha y más en años posteriores, el turismo fue la principal fuente de ingresos económicos en España. 20

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incluso más que en países más ricos, en los cuales existe fórmulas distintas en las que las lavadoras comunitarias son algo muy típico. DE LA BICICLETA AL 600 Una de las cosas en la que más se notó el cambio fue en el transporte privado. En los años 50, la bicicleta era el método más usado por los españoles para desplazarse. Bueno, la bicicleta y las patas… Sin embargo, diez años después, la moto Vespa se convirtió en la estrella del paupérrimo firmamento patrio. “No obstante, aquellos que podían permitírselo se hicieron con un automóvil: la posesión de estos pasó de un 4 % de los hogares en 1960 a un 35 % en 1971. Los míticos e incomodísimos Citroën 2CV, Renault 4 y por supuesto, el Seat

Los sociólogos señalan que el consumo que existe por entonces era la satisfacción del deseo y subir en el estatus, aunque en muchas ocasiones no significaba nada

600 pronto se convirtieron en un símbolo del éxito para aquellos afortunados que los poseían”, escribe en su fantástico Miedo y progreso (Alianza Editorial, 2016) Antonio Cazorla. Ahí, el autor destaca que aquel “milagro” económico tuvo su precio, aunque reconozcamos que España venía de atrás y se situó en el furgón de cabeza en menos de medio siglo, si bien los desequilibrios han hecho que nuestro país sufra cualquier varapalo económico global con especial fruición. Fue notable la influencia que tuvo en la economía la crisis del petróleo de 1973, por no hablar de la crisis de 1993 y la que comienza –y no acaba– en 2008, que generan episodios de emigración y un aumento brutal de las cifras de desempleados. “Tanto en el caso de China en la actualidad, como en España en aquella época el desarrollismo se basó en el férreo control estatal y en la represión”, señala Cazorla. Además, recuerda que algunas medidas que se tomaron en la fecha son muy propias del libre comercio y el apoyo a los grandes inversores, pese a que ello significaba “exenciones fiscales, mano de obra barata y disciplinada y un mercado de consumo subyugado”. CASAS VACÍAS, CORAZONES SIN DESEOS Hasta 1959, año en el que se pone en marcha el llamado Plan de Estabilización, no existen datos muy concretos sobre


Comer mejor…

aunque no se gastara más AUNQUE A PRIMERA vista pueda pensarse, no hay nada anormal en ello. Cuanto más desarrollado está un país, menos porcentaje se gasta en alimentos. Recuerda Antonio Cazorla en su libro Miedo y progreso (Alianza editorial, 2016) que en 1954 se gastaba el 35 % del PIB en alimentos (y las familias casi la mitad) y que esta cifra fue bajando poco a poco y que, en 1975, la cifra ya había bajado al 24 % y se fue acercando al nivel de gasto de otros países europeos que se tomaban como referencia, pese a que en términos absolutos la cantidad subió; tanto o más que la calidad proteínica de los alimentos que se consumían.

Aunque parezca increíble, en 1971 sólo el 65 % de los hombres creían necesario usar desodorante. Sobran comentarios

cómo se encontraba España, pero una cosa tan importante como el agua caliente sólo corría en el 6 % de los hogares en las zonas rurales, si bien en la ciudad alcanzaba –y es muy poco pese a todo– el 43 % de los hogares, aunque sólo el 13 % disponían de calefacción. Los datos son casi macabros, porque sólo en las zonas ricas y en las regiones más poderosas se tenían los servicios

básicos, pero la enorme desigualdad hacía que los que no tenían “tampoco lo quisieran, porque todavía existen necesidades acuciantes que se deben cubrir”, dice Gaspar Brändle Señán, de la Universidad Complutense, que recuerda cómo el modelo de las cosas que se tienen –por eso había entonces más máquinas de coser que ahora– se basaba en la autoproducción, aunque en el caso de España la situación fuera diferente a la del resto del mundo, ya que aquí la “sociedad de consumo” nació en una época en la que las cosas, a nivel político, no habían transcurrido como con nuestros vecinos, “de forma que se va a pasar de la privación a un consumo caracterizado por un fuerte deseo de posesión”, circunstancia que era muy notable en el equipamiento casero, en el cual “la mera posesión de un electrodoméstico fue un importante signo de diferenciación y distinción que confería a su poseedor estatus y prestigio”. Todo esto provocó que se produjeran imágenes “anormales”. Los sociólogos Luis Enrique Alonso y Fernando Conde señalan que el consumo de entonces era la satisfacción del deseo y en ocasiones había casas que no tenían servicios básicos pero la televisión y el coche no faltaban. Era la consecuencia de cómo la publicidad y la sociedad de consumo fueron de la mano, pero de forma desequilibrada. No hubo otro camino, pero ¿acaso lo hay? n

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Tema del mes

La Armada Invencible

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Del cielo al infierno Felipe II envió a sus hombres a luchar contra los hombres, no contra los elementos. El desastre de la Grande y Felicísima Armada en 1588 fue un duro golpe contra el Rey Prudente, pero la partida siguió abierta unos años más y, al final de la guerra, la victoria favoreció a los españoles. Los mejores historiadores reconstruyen para Historia de Iberia Vieja los episodios más sorprendentes y desconocidos de aquella batalla. Os invitamos a navegar del cielo al infierno...

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La gran Armada de Dios

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En busca del favor divino

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¿La guerra de los cañones?

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Las bestias del mar

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Los Spaniards

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Y España ganó la guerra

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Lope, ¿soldado en la Armada?

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La Armada Invencible

La gran Armada de Dios La conquista de Inglaterra fue concebida como una auténtica Cruzada religiosa, donde la providencia divina terminó siendo un arma más de la expedición. Los elementos relegiosos en la Armada Invencible fueron mucho más importantes de lo que recuerda la historia. JUAN JOSÉ SÁNCHEZ-ORO

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n ocasiones, los árboles no nos dejan ver el bosque y resulta inevitable caer rendidos ante la descomunal dimensión de una Gran Armada formada por unos 130 barcos de guerra, casi 2.500 cañones y más de 123.000 balas. Pero conviene no perder de vista que el poderoso viento que impulsaba sus velas y henchía los pulmones de esos 26.000 hombres, entre soldados y marineros, venía directamente de las Alturas. Las instrucciones dispensadas por el monarca a la tripulación recordaban con rotundidad el cometido superior y providencial que había de guiar el ánimo de aquella ingente flota: “El principal fundamento con que Su Majestad se ha movido a hacer y emprender esta jornada ha sido y es a fin de servir a Dios nuestro Señor y reducir a su Iglesia y gremio muchos pueblos y almas que, oprimidos por los herejes de nuestra Santa Fe Católica, los tienen sujetos a sus sectas y desventuras”.

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Esos herejes opresores no eran otros que los reformistas ingleses que habían roto con el papado e instaurado su propia Iglesia. Felipe II acudía a las costas británicas en apoyo de la opción católica que había estado liderada por María Estuardo hasta que, en 1587, fuera ejecutada por la reina Isabel. Por otro lado, se sucedían las noticias acerca del atroz asesinato de jesuitas en la isla, configurándose así la imagen de unos “mártires de Inglaterra”, cuyas truculentas muertes quedaron plasmadas en unas cartas muy difundidas y populares en la Península. De manera que toda aquella desmesurada campaña militar debía entenderse en términos de cruzada religiosa. Así lo interpretaron desde Roma y el papa se apresuró a conceder una indulgencia plenaria a cuantos se enrolaran para el combate. La decisión del pontífice convertía la contienda marítima y el desembarco posterior en una perfecta guerra santa de liberación. E Isabel I, excomulgada desde


Representaciรณn de la batalla.

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La Armada Invencible

El fervor religioso alrededor de la conquista de Inglaterra fue enardecido a todos los niveles 1570, quedó transfigurada en el “monstruo de Belzebú” como la bautizaron algunos diplomáticos españoles. UNA ARMADA CON CUERPO Y ALMA Al tratarse de una empresa de naturaleza espiritual, enérgica manifestación del puño de Dios en la Tierra, además del cuerpo de la milicia había que preparar y predisponer adecuadamente el alma de todo aquel que participara en la misión. Una vez a bordo, quedaron prohibidos todos los comportamientos poco decorosos desde el lenguaje grosero y blasfemo hasta el trato con mujeres públicas o “particulares”, porque cualquiera de esas conductas ofendía profundamente a Dios. Durante la travesía existía además la obligación de que la tripulación asistiera a los oficios religiosos completos una vez al día. Dicha liturgia se encargaban de celebrarla los 180 eclesiásticos que acompañaban a la expedición castrense. E, igualmente, se había fijado que al amanecer y al anochecer los grumetes entonaran la correspondiente Salve y el Ave María junto al palo mayor de cada nave. Como señalan Colin Martin y Geoffrey Parker en su indispensable estudio La Gran Armada, hasta “las contraseñas se escogían por su significado religioso, y el estandarte de la Armada lucía las armas reales entre la Virgen María y un Crucifijo, cruzado con las diagonales rojo sangre de la guerra santa. En la parte inferior aparecía bordado el grito de batalla: "Álzate oh, Señor, y haz valer Tu Causa". Y una vez en suelo enemigo, el capellán de Medina Sidonia tenía una carta del general de los frailes dominicos que le autorizaba a rehabilitar los conventos expropiados por los protestantes. Más allá del propio ejército expedicionario, el fervor religioso alrededor de la conquista de Inglaterra también fue enardecido a todos los niveles sociales. Desde que zarparon los barcos, la familia real al completo estuvo tres horas diarias ante el Santísimo Sacramento orando y pidiendo

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El marqués de Santa Cruz coordinó los preparativos de la flota pero fue destituido por el rey y falleció antes de que las naves se hicieran a la mar.

a Dios por el triunfo de la Gran Armada. Y esa devoción se hizo extensible a la villa de Madrid, donde cada domingo y festivo se celebraban multitudinarias procesiones y se informaban a los vecinos de las indulgencias papales otorgadas a cuantos simplemente rezaran por éxito de la expedición. Ciertamente, todas estas muestras de piedad pública y privada nunca estaban de más. Corresponden al denso ambiente religioso que se respiraba en la época. No obstante y en el fondo, Felipe II siempre creyó tener a Dios de su parte. Le resultaba inconcebible que una empresa tan noble como acabar con el hereje inglés no fuera del agrado de la divinidad. Y no era una percepción exclusiva del monarca: su entorno más cercano lo creía con idéntica firmeza. Las primeras señales de ese beneplácito se creyeron detectar ya en 1583, cuando al sofocar una rebelión en el archipiélago de Azores, el entonces secretario personal del monarca manifestó que unas “victorias tan cumplidas como ha

sido Dios servido dar a Vuestra Magestad en estas islas, suelen animar a los príncipes a otras empresas, y pues Nuestro Señor hizo a Vuestra Magestad tan gran rey, justo que siga ahora esta victoria mandando prevenir lo que sea necesario para que al año que viene se haga la de Inglaterra, pues será tan en servicio de Nuestro Señor”. Fuera de palacio, también corrían de boca en boca algunas profecías que alentaban la conquista de Gran Bretaña. Un individuo que pudo huir de Inglaterra en marzo de 1588 aseguraba que los católicos allí estaban convencidos de que la ayuda del Cielo caería del lado español y Felipe II pondría el país bajo la obediencia de la Iglesia romana. Mientras que, ya en 1574, el capitán Urizar informó al monarca que los irlandeses creían en un viejo augurio, según el cual desde España acudiría un varón que pondría orden en sus hogares, dispensaría toda clase de bienes, sometería a los enemigos vecinos, impondría la justicia


Los juicios de Dios Litografía sobre la salida de la Armada Invencible desde el puerto de Lisboa.

e impulsaría la convivencia en paz bajo al amparo de la Iglesia. Posiblemente, semejante convencimiento de estar bajo la gracia del Todopoderoso pudo hacer que Felipe II pecara en ocasiones de exceso de confianza, descuidando algunos detalles importantes de la táctica naval. Así, cuando en 1587, el duque de Parma criticó ciertos riesgos, como navegar en invierno por el complicado Canal de la Mancha, el monarca se apresuró a advertir que “bien se ve que es harto aventurar navegar con gran armada de invierno, y más por aquel canal y sin tener puerto cierto. Mas […] el tiempo, Dios se hará de esperar que le dará bueno de Su mano”. PRESAGIOS FUNESTOS A diferencia de Felipe II, algunos otros nobles involucrados en la conquista de Inglaterra no percibían con tanta claridad esa protección y buscaron designios más firmes.El jesuita Joseph Creswell tenía encomendada por el papa la tarea de evangelizar Inglaterra en cuanto el contingente español sometiera dicho país. Para cerciorarse acerca de cuál sería su destino y si resultaba oportuno o no ir haciendo el equipaje de su cómoda residencia en Roma, decidió consultar a “un santo varón que tenía tal comunicación con Nuestro Señor que bien podía saber algo de Sus intentos”. La respuesta de este visionario fue tajante: “me dixo que aquella Armada iría en humo”. Por otro lado, el duque de Medina Sidonia acudió a sor María de la Visitación, una monja lisboeta con fama de profetisa. La bendición no tuvo demasiado recorrido. La religiosa acabó en manos de la Inquisición y recluida tras confesar y demostrarse cómo sus estigmas eran un puro embuste.

MIENTRAS UNOS HACÍAN LECTURAS propias de la estrategia militar, buscando fallos y responsabilidades castrenses, otros, con igual desasosiego, prefirieron hacer una interpretación moral.Todavía bajo la inercia del espíritu religioso que había envuelto aquella expedición, uno de los más influyentes asesores de Felipe II, Pedro de Ribadeneyra, reflexionó acerca de “los juicios de Dios” y “las causas que puede haber habido para que Dios no nos haya hecho” la merced de alzarse con la victoria. Entre ellos, enumeraba Ribadeneyra, la necesidad de eliminar el pecado del reino, corregir los excesos, aumentar la virtud y la ejemplaridad entre la sociedad política del país, además de reforzar los lazos con la divinidad, puesto que “Dios Nuestro Señor es tan celoso de su honra que cualquier descuido que se hace en esta parte le castiga mucho.” De este modo, para digerir mejor tan amargo desastre, destacados intelectuales eclesiásticos de la época convirtieron un Pedro de Ribadeneyra. fiasco militar en una enseñanza piadosa.

Las profecías más impactantes fueron las protagonizadas por sor Lucrecia de León Pero, sin duda, las profecías más impactantes fueron las protagonizadas por sor Lucrecia de León. Esta monja soñó en diciembre de 1587 cómo “dos armadas gruesas estaban peleando en una muy reñida batalla. Las cuales, por haberlas visto otras veces juntas, conocí ser la del marqués de Santa Cruz y la de Drake. Y esta batalla fue la más reñida y de mayor ruido de cuantas he visto en otros sueños; y que otras veces he visto pelear en un puerto, y esta

fue en la mar.” El desenlace de aquella visión resultaba nefasto para la flota española. El marqués se batía en retirada, “huyendo hasta el poniente, habiendo perdido mucha gente y naves de las que llevaba”. Los barcos de la Gran Armada que pudieran regresar, estarían repletos de cadáveres y el día del combate la Luna y el cielo se teñirían de sangre. Naturalmente, el confesor de Felipe II se hizo cargo del asunto, procurando ocultar a la opinión pública el contenido de tan malos augurios para que no desanimaran a la tropa embarcada. Lucrecia fue acusada de ser víctima de los enredos oníricos del demonio “que pretende alterar a España por medio de esta mujercita y estorbar a esta santa jornada de Inglaterra y acobardar los ánimos de los soldados”. Pero una vez se produjo el desastre de la flota, la reputación de Lucrecia ganó muchos enteros y la mayoría entendieron que Dios había hablado. Ahora bien, ¿qué había querido decir con aquella derrota? ■

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La Armada Invencible

ProcesiĂłn de gracias a Nuestra SeĂąora de San Lorenzo en Valladolid.

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La religión popular contra Inglaterra

En busca del favor divino El viento soplaba a favor. Los barcos era mejores, los soldados también, los enemigos tenían que atender demasiados frentes… Todo apuntaba a un gran triunfo de España sobre Inglaterra. Y es que a favor nuestro estaba también Dios, que sin duda iba a amparar a un pueblo devoto que cumplía todos los mandatos del cielo y que mostraba un fervor religioso que, de alguna forma, debería servir para que desde allá arriba se ayudara a semejante empresa. Emilio Lara, autor del libro La cofradía de la Armada Invencible (Edhasa, 2016) nos cuenta cómo fue la religiosidad popular con la que España se enfrentaba a Inglaterra. EMILIO LARA

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ntre el invierno y el verano de 1588 España vibró con una oleada de procesiones, rogativas y actos religiosos cuya finalidad era pedir a Dios por el éxito de la empresa de Inglaterra. Toda Europa daba por descontada la victoria española, pues la combinación del poderío de la Gran Armada y de los tercios de Flandes hacía presuponer que el reino de Isabel Tudor sería conquistado en una campaña relámpago. Sin embargo, movido por su mesianismo, Felipe II quiso asegurarse el triunfo y ordenó activar los resortes de la religiosidad popular en todos sus dominios, de modo que las cofradías respondieron con entusiasmo movilizando

a miles de penitentes y devotos. Las formas externas de piedad y la emotividad religiosa fueron la demostración de que Dios estaba de parte del imperio español. La cacareada invasión de Inglaterra había sido un catalizador para los ánimos de la mayoría de españoles, que soportaron durante numerosos meses continuas exacciones de impuestos (sobre todo la antigua Corona de Castilla) para costear los gastos que supuso la construcción, abastecimiento y mantenimiento de la Armada más formidable de la historia. La engrasada maquinaria propagandística de la Corona presentaba a los protestantes como encarnizados enemigos del catolicismo y de la unidad europea, bajo

La cofradía de la Armada Invencible EMILIIO LARA EDHASA. BARCELONA (2016). 448 PÁGS. 22 €.

la hegemonía hispánica, por lo que los españoles soportaron los elevados tributos convencidos de que la Jornada de Inglaterra era una necesidad política y religiosa. Por eso, aguardaban expectantes el momento del desembarco en la Pérfida Albión. LA VIRGEN AL AUXILIO El monarca ordenó mediante una real cédula que todas las poblaciones de sus reinos sacasen en procesión la imagen de la Virgen más antigua. Así, por ejemplo, se hizo en Sevilla con la Virgen de la Hiniesta, en Palencia con Nuestra Señora del Otero, en Ávila con la Virgen de Sonsoles o en Madrid con Nuestra Señora de Valverde. Dichas procesiones recorrieron calles en

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La Armada Invencible

El combate de la Armada Invencible vino precedido por hondas muestras de religiosidad popular.

las que los balcones se engalanaban con colgaduras y las cofradías recibían a las tallas sagradas con sus pendones, junto a las corporaciones municipales, para realzar la magnitud del evento. Incluso en el virreinato de México hubo procesiones. Esta urgencia por solicitar el favor de la divinidad alcanzó especialmente a quienes más tenían que ganar con la Invencible, como fue el caso de Ana Gómez de Silva, esposa del duque de Medina Sidonia, que peregrinó hasta el santuario de la Virgen de Regla, en Chipiona, para rezar por el éxito de la flota que capitaneaba su marido. El clima de fervor religioso motivó que, llegada la Noche de san Juan de 1588, se prohibiese a los madrileños celebrar la velada al anochecer en la ribera del Manzanares, para evitar escenas deshonestas que ofendiesen a Dios. Asimismo, el frenesí devocional hizo que centenares de cofradías penitenciales organizasen procesiones extraordinarias, de modo que sacaron a las calles sus imágenes y los nazarenos cargaron con cruces, alumbraron con velas o se azotaron las espaldas con disciplinas, salpicando con su sangre sus túnicas, a modo de expiación pública de sus pecados. El cardenal Gaspar de Quiroga, inquisidor general y arzobispo de Toledo, insistió en que en su diócesis hubiera procesiones de disciplinantes, y en todas

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las sedes episcopales, debido al retraso de la Invencible en zarpar de Lisboa, cada dos meses se repetían dichas celebraciones de enardecida religiosidad popular, a las que contribuían los ayuntamientos costeando ofrendas a imágenes, e incluso las Cortes de Castilla, que al estar reunidas en Madrid, sufragaron una lámpara votiva de plata a la Virgen de Atocha. Los vientos de la Contrarreforma habían impulsado la creación de cofradías en la Europa católica y, por consiguiente, en la América hispana, como una eficaz fórmula de defensa del catolicismo a través de sus rituales, potenciando la fe a través de los sentidos. Los protestantes eran iconoclastas, y los católicos respondieron con un florecimiento de cofradías que sacaron en procesión a sus tallas. La época de la Armada Invencible coincide con una

Los vientos de la Contrarreforma impulsaron la creación de cofradías en la Europa católica y América

explosión fundacional de cofradías, alentada por franciscanos, carmelitas, servitas, trinitarios y otras órdenes religiosas. ¿Cómo eran las cofradías de finales del siglo XVI? Sus procesiones aún estaban lejos de la magnificencia estética desarrollada a lo largo del Barroco, pues en gran medida eran de raigambre medieval, tanto en su composición como en la exteriorización de sus formas de piedad, aunque tras el concilio de Trento centrarán su razón de ser en la celebración de la Semana Santa.

Felipe II por Alonso Sánchez Coello.


La pertenencia a una cofradía garantizaba una cierta aceptación social, sobre todo para los cristianos nuevos

Procesión de la reliquia de San Benito en el Zaguán de Valladolid.

Procesiones CIUDADANO… Y COFRADE Las cofradías penitenciales de la España de Felipe II solían tener un número poco elevado de cofrades, que variaba entre varias decenas y varios cientos, en el mejor de los casos. Las había de carácter gremial y estamental, incluso étnico (las hermandades de esclavos negros), aunque las que más importancia cobraron fueron las que aceptaron a miembros sin distinción de estamento o riqueza. En aquella sociedad en la que el hecho religioso tenía una enorme presencia en todos los órdenes de la vida, la pertenencia a una cofradía garantizaba una cierta aceptación social, sobre todo para los cristianos nuevos, que limpiaban de ese modo su árbol genealógico en caso de haber tenido algún ascendiente judío (o hubiese sospechas de ello). Además, en las fiestas litúrgicas importantes las cofradías acudían con sus banderas y gallardetes a las iglesias, catedrales y procesiones, codeándose sus miembros con lo más granado de la ciudad, lo que saciaba la vanidad de muchos. En muchas hermandades los puestos de cofrade se heredaban de padre a hijo, teniendo preferencia los primogénitos. Los cofrades se aseguraban un entierro digno: eran amortajados con sus túnicas, sus hermanos acudían al velatorio y al sepelio, se decían centenares de misas por el eterno descanso de su alma durante los años siguientes, y su viuda e hijos no quedaban desamparados al hacerse cargo la cofradía de su manutención. Los cofrades que enfermaban eran atendidos por médicos pagados por la hermandad, que también costeaba las medicinas. De hecho, muchas cofradías regentaban hospitales en los que ingresaban tanto sus hermanos como pobres o peregrinos. Y asimismo, en

EN SEMANA SANTA, las procesiones de los cofrades solían visitar cinco iglesias o conventos en recuerdo de las cinco llagas de Cristo, y en cada uno de dichos edificios recogían limosnas entregadas por los religiosos. Las imágenes podían ir en pequeños tronos denominados a veces carros triunfales, y las tallas también podían ser portadas sobre andas, parihuelas o angarillas, y cubiertas bajo palio. No existían adornos florales ni se interpretaba música, en todo caso, cánticos litúrgicos en latín. Había nazarenos que cargaban con cruces de madera, hermanos de luz que alumbraban con cirios y disciplinantes que se azotaban las espaldas descubiertas con ramales rematados con bolitas de plomo, imitando la flagelación de Cristo. Las mujeres solían participar alumbrando, y se les prohibía hablar con los hombres para evitar distracciones y tentaciones. El orden y la disciplina eran asegurados por nazarenos, denominados alcaldes o fiscales, que portaban bastones o varas para golpear a quienes se comportasen mal durante el recorrido o diesen escándalo público. Los cofrades que no participasen en la procesión pagaban una multa que solía ser en especie: media arroba de cera. Las procesiones de disciplinas fueron las más realizadas para suplicar a la divinidad por el éxito de la Invencible, ya que el dramatismo y el impacto emocional causado en los espectadores predisponía para la tensión espiritual que la Empresa de Inglaterra demandaba. Durante la procesión, mientras los disciplinantes se fustigaban la carne, unos nazarenos denominados conserveros les daban algo de vino y de comer para que aguantasen el castigo infligido, y los llamados confortadores, con unas bolas de cera con pedacitos de vidrio incrustados, les reventaban los moratones para que la sangre embolsada manase y así impedir ulceraciones posteriores. Y al final del cortejo procesional, los confortadores aplicaban aceite de oliva y ungüento de romero sobre las heridas de Imagen de Nuestra Señora de la los disciplinantes para evitar que se infectasen. Soledad en el convento de Santa Isabel de Valladolid.

ocasiones, los días en los que los cofrades convalecientes no trabajaban, la junta de gobierno de la hermandad les asignaba un jornal para cubrir las necesidades familiares. La caridad y la beneficencia con los menesterosos era, asimismo, un pilar de la vida interna cofrade. El espíritu democrático era una constante en las cofradías de la Edad

Moderna. Cada hombre equivalía a un voto en sus reuniones o cabildos. Se elegía a su junta directiva mediante sufragio, los cargos eran renovados cuando así lo marcaban los estatutos, con obligación de rendir cuentas anualmente a todos los hermanos, pues la gestión del patrimonio era crucial para el buen funcionamiento de cada hermandad. ■

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La Armada Invencible Es un hecho bien conocido que en la táctica naval de los españoles primaba el abordaje, mientras que en la de los ingleses el bombardeo era la forma preferida de derrotar a sus enemigos. La mayoría de los autores han defendido que la forma de combatir británica era más avanzada que la española, y por eso se produjo nuestra derrota, pero de un análisis profundo de los hechos y los datos existentes, esta afirmación puede ser puesta en duda. JAVIER GARCÍA DE GABIOLA

¿La guerra de los cañones?

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e los registros existentes sabemos que en torno un 25% de los cañones españoles listados eran armas antipersonas, más apropiadas para repeler abordajes o realizarlos que para bombardear al enemigo. En cambio, en los ingleses, de datos obtenidos en 1603, sabemos que sólo un 8% de sus piezas eran antipersonas, y que en la expedición de Drake de 1585 éste incluso llegó a retirar la totalidad de este tipo de armas de sus buques. Por tanto, la proporción real de armas de ataque a navíos era de unas 1.800 españolas frente a unas 2.400 inglesas. Una superioridad británica de casi dos a tres. UN DETALLE VITAL: LAS CUREÑAS Otro dato a tener en cuenta es que los cañones podían ser de retrocarga o de avancarga. Los primeros, llamados bombardas, eran de hierro, y se cargaban más rápidamente, pero la compresión de la bala dentro del tubo era menor, de modo que los disparos tenían menos alcance y prácticamente sólo podían tirar a bocajarro, como las armas antipersona. Este tipo de armas se consideraban obsoletas y eran

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las que llevaban muchos de los mercantes ingleses así como la Escuadra de Urcas y la de Levante de los españoles, debido a que eran más baratos de producir. En cambio, tanto los galeones españoles como los ingleses llevaban los más avanzados cañones de bronce, cuyo alcance era mayor, de modo que se podía ofender al enemigo desde más distancia. Sin embargo, al ser cañones de avancarga (se cargaban por delante), se tardaba más en disparar que los de retrocarga. De los pecios de buques españoles hundidos en las costas de Irlanda y Escocia se ha podido comprobar que el número de disparos realizados durante la campaña era de tan sólo uno o dos por encuentro. Sin embargo, según los relatos de

Los ingleses tiraban unas 10 o 12 veces en cada batalla, entre 5 y 10 veces más de los españoles

los marineros españoles, los ingleses tiraban a una increíble velocidad. La respuesta a este misterio nos la da la arqueología. Sabemos que los barcos ingleses desde mediados del siglo XVI contaban con unos cañones montados en unas cureñas pequeñas, carros de cuatro ruedas, de modo que podían moverse y ser retiradas tras el disparo para cargarse de nuevo. Estaban sujetas con un sistema de poleas, de modo que no llegaban a perder del todo su posición y era fácil volver a situarlas en posición de disparo. En cambio, por los restos de pecios hundidos en Irlanda y Escocia, conocemos que los españoles tenían grandes cureñas pesadas de dos ruedas similares a las de tierra, de modo que apenas podían retirarse en el estrecho espacio de un barco. Al ser una pieza de avancarga, para recargarla los españoles tenían que subirse prácticamente a horcajadas del cañón, casi suspendidos sobre el mar en medio del fuego enemigo. En cambio, cuando la pieza era retirada por el retroceso, al ser muy pesada era muy difícil volver a situarla de nuevo en posición de disparo. De este modo, los ingleses tiraban unas 10 o 12 veces en cada batalla, entre 5 y 10 veces más de los españoles.


Se ha tachado a la táctica española de errónea y a la inglesa de más avanzada, pero esto es discutible BARCOS INHUNDIBLES La táctica española consistía en lanzar una descarga de artillería a corta distancia y después, abandonando sus puestos, subir a cubierta para proceder al abordaje. Al hacerlo, no quedaban artilleros para los sucesivos disparos. En cambio, los ingleses, inferiores en el cuerpo a cuerpo, buscaban mantener la distancia y bombardear a las naves hispanas desde lejos. Para mantener un fuego continuo lo que hacían los británicos era acercarse, dar el costado para disparar con una banda, y luego, como al seguir girando daban la proa o la popa al enemigo, que tenía menos cañones y era más frágil, se alejaban, y cuando acababan el giro y daba el otro costado al enemigo,

volvían a acercarse para lanzar otra descarga, mientras la otra banda recargaba. Esta maniobra era conocida como la caracola. Sin embargo, en una batalla especialmente intensa como la de Gravelinas, que duró de siete de la mañana a cuatro de la tarde, los ingleses dispararían poco más de una vez cada hora. La frecuencia de fuego inglesa, aunque elevada, seguía siendo insuficiente. Se ha tachado a la táctica española de errónea y a la inglesa de más avanzada, pero esto es discutible. La inglesa impedía la derrota pero no conseguía la victoria, ya que los barcos eran muy resistentes y solían aguantar estos bombardeos. En cambio, el abordaje era el medio más eficaz de lograr una victoria, ya que su poder destructivo era mayor. El problema era poder acercarse a los esquivos ingleses. De hecho, de las 50 naves españolas perdidas con la Invencible sólo seis (una de ellas luego recuperada) lo fueron en combate, y el resto por las tempestades. Los ingleses perdieron siete naves, aunque no por el fuego español, sino sacrificadas como barcos explosivos o brulotes para dispersar la flota ibérica. Fueron los brulotes y las tormentas, no los cañones, los que finalmente derrotaron a Felipe II. n

Baile de cifras TANTO LOS BARCOS españoles como los ingleses contaban con un número similar de piezas de artillería. Respecto a la Gran Armada, la eficaz burocracia de Felipe II ha dejado registro de todos los cañones embarcados en cada una de las naves, y el total ronda las 2.400 piezas en 130 naves. Los registros de los ingleses son más difíciles de calcular, ya que sólo existe documentación respecto a los buques más pesados de la reina, mientras que del resto de la flota sólo tenemos los datos de algunos mercantes, aunque sí el tonelaje de todos ellos. Con esta información podemos estimar que los barcos de entre 100 y 200 toneladas llevarían unos 10 o 15 cañones cada uno, lo que nos daría un total de unas 2.600 piezas, es decir una cantidad muy parecida a la de los españoles.

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La Armada Invencible El galeón fue un invento hispano-portugués copiado por todas las marinas del mundo, incluidas la inglesa y francesa. En contra de los tópicos, era ágil, maniobrable, ligero y muy rápido, más que sus rivales urcas y naos, pesados buques del Mar del Norte. Sin embargo, los galeones ingleses eran algo menores y por tanto aún más ligeros (no mucho más) porque no estaban diseñados como los españoles para transportar las toneladas de plata del Nuevo Mundo en viajes transoceánicos anuales. JAVIER GARCÍA DE GABIOLA

Las bestias del mar

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as primeras referencias a un galeón se encuentran a principios del siglo XVI por parte de registros portugueses y venecianos que hablan un tipo de barco actualmente desconocido con velamen y aparejo y similar las naves del norte, pero que también tenía remos. Por otro lado, los franceses también hablaban de galeones españoles que saqueaban sus costas. Obviamente estos barcos no eran el galeón que todos conocemos, pero debía tratarse de algún tipo de híbrido que hizo su aparición antes del conocido galeón. Al poco tiempo los remos desaparecieron, y la primera mención oficial de un galeón tal y como lo conocemos se produce en 1536, cuando la escolta de la flota que transportaba el oro de las Indias pasó a ser un galeón, en lugar de una nao armada. En ese momento este barco de diseño final español pasó a ser la nave más avanzada del mundo, algo así como el acorazado del siglo XVI, y pronto sería imitado por otros países. EL DISEÑO DE UN GALEÓN Sin duda el nombre del barco proviene de la galera, ya que, a diferencia de las naves del norte como urcas, carracas o naos, que tenían un perfil redondeado o rechoncho

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y con elevados castillos de proa y popa, el perfil del galeón era más parecido al de una galera: relativamente bajo y muy alargado, de modo que era más estilizado, hidrodinámico y ágil que sus vecinos del norte. La proporción entre manga y eslora (ancho y largo) de un galeón era de cuatro a uno, mientras que los demás buques eran dos o tres a uno. Sólo el castillo de popa era algo más elevado, y al estar en pendiente le daba su característica apariencia a lo lejos de una suave luna en cuarto menguante. Su peso, al principio era de tan sólo unas 150 toneladas, menos que una nao, pero a mediados de 1550 pasó a tener unas 350 toneladas, llegando a 750 y 1.000 toneladas en la época de la Invencible. Era un barco construido exprofeso como buque de guerra, pero que a la

Se construyó como buque de guerra pero a la vez tenía una enorme capacidad de transporte

vez tenía una enorme capacidad de transporte, ideal para llevar las mercancías y plata de las Indias. Por otro lado, al ser relativamente bajo, era una plataforma estable en la que podían montarse los cañones a los costados, en número de 20 o 30 a un solo nivel y tirar con más precisión. Además, a diferencia de los demás buques, que eran mercantes convertidos donde la artillería era situada de forma improvisada, en el galeón las piezas artilleras estaban dispuestas de forma más racional y ordenada para aumentar su eficacia y potencia de fuego. Por último, estaba diseñado específicamente para soportar el fuego de la artillería enemiga, de modo que era más resistente que sus rivales. Por otro lado, el aparejo del galeón era una combinación del aparejo redondo, y del latino. El redondo, que a pesar de su nombre consistía en un velamen cuadrado, era óptimo para navegar con viento de popa. En cambio, el latino o vela triangular estaba pensado para navegar con el viento en contra. El galeón llevaba el aparejo cuadrado en los palos trinquete (primer palo desde la proa) y mayor, mientras que la mesana (palo más cercado a la popa) era latino, combinando por tanto las posibilidades de ambos tipos de viento, lo que le hacía muy ágil.


Sólo cuatro galeones de la Invencible fueron hundidos, naufragaron o fueron capturados LOS OTROS BUQUES DE LA ARMADA Junto a los 21 galeones que formaban las Escuadras de Portugal y de Castilla, la Gran Armada estaba sobre todo constituida por 42 naos, esto es, mercantes armados, la mayoría requisados por la corona, que formaban sobre todo las Escuadras de Guipúzcoa, Vizcaya, Andalucía y Levante. Como se ha visto, las naos eran lo más parecido que existía a un galeón, con un peso y una artillería similar, pero al ser diseñadas como mercantes no eran tan ágiles y marineras como los galeones. De hecho, en el periplo de la Invencible sólo cuatro galeones fueron hundidos, naufragaron o fueron capturados, esto es, un 19%, mientras que de las naos cayeron 15 naves, esto es, casi un 36%.

Un caso especial eran las cuatro galeazas de la flota, grandes galeras muy artilladas que al contar con remos eran muy útiles en las acciones en calma chicha, donde estuvieron a punto de sorprender a la escuadra inglesa como en el choque de Portsmouth. Sin embargo, no eran para nada aptas para el Mar del Norte, y un 50% de ellas se perdieron en la campaña. Los otros buques de la Armada eran naves ligeras de exploración y correo, como las 37-44 zabras, pinazas, carabelas, falúas y pataches, de las que se perdieron 19, o sea, un 43-50%. Por tanto, el buque más sólido y ágil de toda la flota fue el galeón, a pesar de su fama inmerecida de buque torpe y pesado. n

¿Qué eran las urcas? OTRO DE LAS BARCOS principales de armada eran las urcas, auténticas naves panzudas de transporte, que a pesar de contar también con un peso y artillería similar a la de los galeones y naos, estaban diseñadas puramente como naves de transporte de grano, de modo que aguantaban mejor el peso de dentro hacia afuera que de fuera hacia dentro, lo que las hacía especialmente frágiles frente a choques o cañones. Siendo muy lentas y poco marineras, fueron destinadas a labores de transporte de comida, caballos, trenes de artillería para el ejército de invasión, etc. Eran 26 naves sobre todo de la Escuadra de Urcas, de las que se perdieron once, esto es un escalofriante 42%. Al final, estos porcentajes de pérdidas (19%, 36% y 42% para galeones, naos y urcas) se convierten en un indicador objetivo de las características marineras de cada tipo de buque.

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La Armada Invencible Tenía 16 años cuando llegó a mis oídos esta historia, en un verano aprendiendo inglés en Irlanda, casi a los 400 años de los sucesos de la Invencible. Me encontraba hablando con los Doyle de Shankill, que me acogían, cuando de repente señalaron a un chico y me dijeron: Look, he is a Spaniard. El chaval tenía ojos y pelo negro como el azabache, y repliqué en inglés: Ah, ¿y es de Madrid? Ellos se rieron y me dijeron que era un descendiente de los españoles que naufragaron en Irlanda con la Invencible. Según ellos, muchos se quedaron y los morenos Black Irish eran descendientes de los españoles… JAVIER GARCÍA DE GABIOLA

Los Spaniards

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l 8 de agosto de 1588 la flota española fue finalmente dispersada por los ingleses en el Canal de la Mancha, en la batalla de Gravelinas. En este choque, los ingleses lanzaron siete barcos en llamas cargados de explosivos (brulotes) sobre la escuadra española. Medina Sidonia ordenó cortar los cables de las anclas para esquivarlos, lográndolo, pero un temporal se llevó las naves, ya sin

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sus anclas principales, al norte. Medina Sidonia decidió regresar a España dando la vuelta por Escocia e Irlanda, llegando sólo 80 naves. Como otras seis habían sido hundidas o capturadas en toda la campaña, ¿dónde estaban los otros 44 barcos? EN NORUEGA Y ESCOCIA Ya el 20 de agosto, un fuerte viento del sur arrastró a varios buques hasta llegar casi a las costas de Noruega el 18 de septiembre:

dos de ellos, las urcas Santiago y La Gata, que transportaban los soldados casados y que eran conocidas como las naves de las damas porque incluían 64 mujeres, encallaron en la zona de Bergen y se hundieron. Sin embargo, la mayoría de sus tripulantes logró sobrevivir y fue acogida por los noruegos. Consiguieron vender la mayoría de sus bienes y fletar un nuevo barco con el que regresarían a España en enero de 1589. Sin embargo, no todos volvieron.


Otro barco separado de la Armada fue el Gran Grifón, que fue llevado por los vientos de nuevo al norte, a las Orcadas, Escocia, donde encalló el 27 de octubre. Excepto siete marineros, todos los tripulantes lograron encaramarse al trinquete del barco y escapar a la cima del acantilado antes de que se hundiera, regresando a España vía Escocia. El destino del resto de los buques no fue tan afortunado. El 3 de septiembre, con todavía 112 barcos en formación, las costillas de la Barca de Hamburgo se abrieron, pero se pudo evacuar a su tripulación a otros buques. MASACRES EN IRLANDA El 12 de septiembre la flota acabó dispersándose del todo por un temporal del sudoeste frente a las costas de Irlanda. El primero en caer fue la Trinidad Valencera, que llevaba navegando con vías de agua y bombas de achique desde Gravelinas. Encalló en Irlanda del Norte, cerca de Londonderry, el 16 de septiembre. Allí, Alonso de Luzón logró agrupar a 560 supervivientes que rechazaron durante varios días los ataques de una columna de caballería inglesa enviada contra ellos. El comandante inglés prometió respetar sus vidas si entregaban las armas, pero en cuanto lo hicieron los masacraron a todos. Empezaba la triste escabechina de 24 buques españoles que acabarían naufragando en Irlanda. El 21 de septiembre se produjo la llamada Gran Tormenta. Muchos de los barcos que habían atracado con sus anclas auxiliares cerca de la costa aprovechando un momento de calma fueron empujados contra los acantilados. En Dingle, Kerry, embarrancaron varios buques: Juan Martínez de Recalde logró dar la vuelta

Empezaba así la escabechina de 24 buques españoles que acabarían naufragando en Irlanda con el San Juan de Portugal y el San Juan Bautista y regresar a España, pero murió al poco del agotamiento. Mientras, el Santa María de la Rosa, hecho jirones, empezó a disparar cañonazos para pedir auxilio a sus compañeros y de repente el mar se lo tragó: se oyó el grito de horror de sus 300 tripulantes y luego el silencio. Finalmente, los 24 supervivientes del Nuestra Señora del Socorro fueron ejecutados. En Clare, en el llamado Spanish Point, naufragaron el San Esteban y el San Marcos, y los supervivientes fueron masacrados por el inglés Boetius Clancy en una zona que todavía es llamada Tuama na Spainteach, o la Tumba de los Españoles. El Gran Grin embarrancó en Mayo, frente a la isla de Clare, con 200 ahogados. Los supervivientes, bajo Pedro de Mendoza, fueron capturados por el irlandés proinglés Roe O´Malley, que los sometió a esclavitud. Cuando intentaron escapar fueron ejecutados 74 de ellos. Sin embargo, una treintena sobrevivieron y debieron quedar en Irlanda. ¿Fueron los padres de los Spaniards? Otros 80 náufragos que llegaron al condado también fueron asesinados por McLaughlan.

EL CAPITÁN CUÉLLAR Sin embargo, el naufragio más espectacular fue el del capitán Cuéllar en Streedagh Strand, en Sligo. Cuéllar había sido condenado a muerte por romper la formación con su barco en Gravelinas, pero, antes de que se cumpliera la sentencia, el Lavia, la Juliana y el Santa María de Visón quedaron destrozados en la costa, y 800 cadáveres españoles llegaron a las playas. Los supervivientes, unos 300, fueron robados y masacrados por los ingleses. Cuéllar, que no sabía nadar, sobrevivió al aferrarse a una tabla y esconderse en la maleza. Consiguió sobrevivir con ayuda de algunos irlandeses compasivos, como los O´Rourke, que lo pagaron con su vida. En tierra de los McClancy obtuvo cobijo, ropas y armas. Sin embargo, en Rosclogher, McClancy fue atacado por los ingleses, y Cuéllar quedó atrás con ocho españoles cubriendo su huida, rechazando a los ingleses durante 17 días. Tras socializar con muchas mujeres, Cuéllar consiguió embarcar a Escocia, naufragó de nuevo en Holanda pero pudo llegar finalmente al Flandes español. ¿Fueron quizá Cuéllar o sus compañeros los padres de los Black Irish? En todo caso, nuestro capitán todavía es recordado en Irlanda, ya que su ruta puede seguirse en el llamado Cuéllar Trail. Por otro lado, los propios irlandeses de Sligo llenan cada año las playas donde se produjeron los naufragios con dibujos de cruces rastrilladas en la arena en memoria de nuestros compatriotas. Las bellas costas de Irlanda se convirtieron en el más espléndido mausoleo de los españoles de la Gran Armada. Descansen en paz los tristes héroes de la Invencible. n

Alonso Martínez de Leyva EN EL CONDADO DE MAYO se produjo también la aventura de don Alonso Martínez de Leyva, inmortalizado por el Greco, y que durante la campaña de la Invencible llevaba una carta secreta de Felipe II para asumir el mando de la flota en caso de fallecimiento de Medina Sidonia. Su buque, La Rata Santa María Encoronada, quedó destrozado, pero pudo embarcar en la Duquesa Santa Ana con los supervivientes. Sin embargo, la Duquesa volvió a encallar, esta vez en Donegal, y se decidió a marchar por tierra con 600 hombres en formación de combate hasta Killybegs, donde se encontraba reparándose la galeaza Girona. Richard Bingham, responsable de varias matanzas de náufragos, no se atrevió con Leyva, que logró llegar a La Girona y zarpar. Sin embargo, el buque iba atestado con 1.300 supervivientes y un viento del norte lo aplastó contra la famosa Calzada de los Gigantes, el 28 de octubre, en la zona de Port na Spaniagh o Puerto de los Españoles, donde murieron ahogados. Sorley Boy Mcdonnell sin embargo, logró salvar a decenas de ellos.

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La Armada Invencible

La guerra naval que sostuvieron la España de Felipe II y la Inglaterra isabelina durante el siglo XVI ha sido muy conocida por la derrota de nuestra Armada Invencible y por las tropelías de corsarios como Drake y Hawkins. Sin embargo, lo que los autores anglosajones tienden a olvidar es que al final esta guerra acabó desangrando económicamente a Isabel y que se firmó una paz ventajosa para España. JAVIER GARCÍA DE GABIOLA

Y España ganó la guerra

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El Tratado de Londres EN 1598 SE PRODUJO el último ataque inglés a gran escala a las Indias por parte de Cumberland, que saqueó Puerto Rico con veinte naves, aunque obtuvo un botín muy escaso. España reaccionó en 1601 con una escuadra bajo Diego Brochero de 33 naves que desembarcó a 3.000 españoles en Irlanda. Presionado, el nuevo rey de Inglaterra Jacobo I comenzó a negociar la paz con el también nuevo rey de España Felipe III. Por el tratado de Londres de 1604, Inglaterra renunció a la piratería y canceló las ayudas a los rebeldes holandeses. Con ello desaparecieron los únicos motivos por los que España estaba en guerra con Inglaterra. Esta, vencida, se mantuvo proespañola con altibajos hasta 1655.

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nglaterra era una potencia media, con sus 1-2 millones de ducados de ingresos fiscales anuales y al nivel de Portugal. Era superada por Francia y los otomanos (siete millones) y España (10 millones). La necesidad de obtener fondos llevó a la reina Isabel a favorecer la piratería desde 1564 y a apropiarse en 1568 sin declaración de guerra de los barcos que llevaban la paga del Ejército de Flandes que estaban refugiados en Inglaterra por una tormenta. La reacción de España fue brutal: el pirata y negrero Hawkins, con siete barcos, fue derrotado en San Juan de Ulúa, Méjico, por una flota de cuatro naves hispanas (no 12, como dicen algunos autores), bajo Francisco de Luján, que logró hundirle cinco naves frente a una ibérica. La piratería continuó, y Francis Drake capturó en 1573 en Panamá parte del tren de mulas de la plata, escapando con 80.000 ducados. Con la reina como nueva socia comercial, organizó una expedición en 1577 para atacar el Pacífico, dando la vuelta al mundo. El viaje fue un éxito: pese a perder cinco de sus seis naves, capturó al galeón de la plata del Perú con 600.000 ducados. Los ataques ingleses suponían un problema, y España reaccionó organizando una revuelta en Irlanda en 1580 que fracasó. Dicho año España conquistó Portugal y rindió Amberes en 1585, de modo que Isabel decidió dar otro paso al frente y mandó un ejército de 8.000 ingleses a ayudar a los holandeses. Drake, con 25 naves, atacó el Caribe y obtuvo 150.000 ducados, pero la expedición acabó siendo ruinosa. Felipe II vio la necesidad de terminar con las actuaciones de Isabel, y empezó la construcción de una flota de invasión en 1587. Para impedirlo, Drake partió

Se empezó a plantear la paz con España, antes de que la invasión se hiciera realidad con 23 navíos y atacó Cádiz por sorpresa, destruyendo o capturando 24 mercantes. Pese al golpe, en 1588 España tenía lista su armada de invasión, con 130 barcos, pero la Invencible fracasó y se perdieron 50, cinco en combate. Algunos autores no mencionan ninguna pérdida británica, pero tuvieron que sacrificar siete naves. En 1589, el mismo Drake concentró 180 naves y 19.000 soldados de la Contraarmada, mayor que la Invencible. Fue rechazado en La Coruña, y luego en Lisboa por 18 galeras bajo Martín de Padilla. Al final, regresó con 102 naves y 13.000 supervivientes. Perdió, pues, 48 naves (14 en combate) y 30 desertaron. El silenciado desastre británico fue idéntico al español. INGLATERRA AGOTADA En 1591, 22 naves de Howard intentaron interceptar en las Azores alguna flota del tesoro, pero se toparon con 55 naves bajo Alonso de Bazán, entre Flotas de Indias y escoltas. Los ingleses huyeron dejando atrás el galeón Revenge, que fue hundido. Se llegó a decir que en la lucha cinco galeones españoles se hundieron, pero sólo fue uno y otro barco ligero, y por una tempestad posterior. En 1592 los ingleses tuvieron más

suerte con 16 naves y lograron tomar en las Azores una carraca portuguesa con 500.000 ducados. También los españoles actuaban como corsarios: Pedro de Zubiaur, con una docena de naves ligeras, controlaba el Cantábrico hasta Bretaña, atacando flotas de hasta 40 mercantes ingleses en 1591, 1593, 1594 y 1596, y capturando entre cuatro y 20 barcos cada año. En 1595, Drake y Hawkins organizaron su última gran expedición a las Indias, fletando 26 naves, que acabó con la muerte de ambos y la pérdida de 20 barcos. Tras fracasar en Canarias zarparon sobre Puerto Rico, donde se hallaba un galeón cargado con tres millones de ducados. Éste avisó a España, y Téllez de Guzmán partió de Cádiz con cinco fragatas, llegando antes que Drake para reforzar las defensas de Puerto Rico, que rechazó a los piratas. Una escuadra de seis galeones bajo Juan Gutiérrez de Garibay acabó de batirlos en la Isla de Pinos. En 1596 una escuadra inglesa de 150 naves y 14.000 hombres bajo Howard cayó sobre Cádiz, saqueándola. Los mandos de las 38 naves hispanas estaban ausentes, perdiéndose 20 buques; el botín fue de sólo 120.000 ducados. Ese año España lanzó una armada de 88 naves y 11.000 hombres bajo Padilla para invadir Irlanda, siendo dispersada por las tormentas con pérdida de 14 naves. Reequipada, la flota partió en 1597 con 160 buques y sólo otra tempestad logró impedir que desembarcara en Inglaterra. Mientras, una flota anglo-holandesa de Essex, de 145 naves y 17.000 hombres, fracasó en su intento de atrapar la flota del tesoro en las Azores. Los reproches a Essex fueron tremendos y se empezó a plantear la necesidad de una paz con España, antes de que la invasión se hiciera realidad.

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La Armada Invencible

Lope de Vega ¿Soldado en la Invencible?

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eclarado culpable en un proceso abierto contra él por libelos contra unos cómicos, Lope de Vega fue desterrado de la Corte y del Reino de Castilla. Casado con Isabel de Alderete y exiliado en Valencia, habría atravesado Andalucía llegando a Cádiz, desde donde viajó hasta llegar a Lisboa. Como el propio escritor se encarga de relatar con insistencia en algunas de sus obras, después de alistarse en la Armada se embarcó en la capital portuguesa en una fecha indeterminada de 1588, antes de que los barcos zarpasen a finales de mayo de ese mismo año. Los motivos que le llevaron a tomar esa decisión no han podido ser precisados por sus biógrafos. Mientras unos defienden que lo habría hecho para rehabilitarse públicamente de sus problemas con la justicia, otros afirman que en realidad lo que pretendía era escapar de un nuevo proceso. Puede que todo fuera mucho más simple y se debiera a un simple deseo de vivir una nueva experiencia, pretensión que encajaba con la personalidad inquieta del escritor. En todo caso, no partió solo en aquella aventura. Sabemos que también formaban parte de la expedición su hermano, el alférez Juan de Vega, y otros amigos o conocidos como Luis de Vargas Manrique, Félix Arias Girón y Claudio Conde.

La participación de Miguel de Cervantes, nuestro más insigne escritor, en la batalla de Lepanto, ha eclipsado el supuesto papel que como soldado desempeñó Lope de Vega en la que fue conocida en su día como Jornada de Inglaterra. La participación del Fénix de los Ingenios en este episodio es uno de los misterios que rodean la intensa vida del prolífico dramaturgo y poeta, uno de los más importantes del Siglo de Oro. JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GARVI

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ISLA TERCEIRA Lope tampoco era un soldado bisoño. Con apenas veinte años había participado en 1582 en la batalla de la Isla Terceira, combate en el archipiélago de las Azores durante la campaña librada por el Imperio español para someter al último foco de resistencia de los que se negaban a reconocer a Felipe II como rey de Portugal. El joven y prometedor escritor formó parte de la fuerza expedicionaria al mando de don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, que con el tiempo se convertiría en su amigo y protector. Sirviendo bajo las órdenes de don Lope de Figueroa,


¿Un bulo? CIÑÉNDONOS a las fuentes directas, las pruebas que podrían servir para corroborar su historia son vagas y en muchos casos contradictorias. El nombre de Lope de Vega no aparece en las listas de soldados alistados que se conservan. Según algunos testimonios jurados y documentos contemporáneos de los hechos, tampoco se habría movido de su exilio en Valencia mientras se ultimaban los preparativos de la Gran Armada. Por tanto, solo se contaría con las alusiones que el propio autor incluyó en algunas de sus obras y el relato de su fiel amigo Pérez de Montalbán para probar su participación en ese episodio histórico. Con estos datos cabría preguntarse si Lope de Vega realmente formó parte de la dotación del San Juan o si por el contrario todo se debe a la imaginación desbordada del Fénix de los Ingenios.

comandante experimentado que había servido en Lepanto, participó activamente en la campaña, aunque no existen datos que nos permitan conocer su comportamiento durante la lucha. Al margen de cuál fuera la verdadera causa que le llevó a servir de nuevo al Rey, Lope de Vega se habría embarcado junto a su hermano en el galeón San Juan, uno de los más grandes y poderosos de la Grande y Felicísima Armada reunida para invadir Inglaterra. Con veinticuatro cañones, era la nave almiranta de don Juan Martínez de Recalde, segundo jefe de la flota al frente de los navíos que transportaban a las tropas de desembarco. A bordo del San Juan Lope de Vega navegó hasta el Canal de la Mancha y el Mar del Norte. Al margen de sus obligaciones como soldado, durante la travesía habría encontrado tiempo para seguir escribiendo.

A la hora de ambientar su obra, se habría servido de su experiencia en la Jornada de Inglaterra En aquellos dramáticos días salió de su pluma el poema La hermosura de Angélica. Como el mismo autor escribió en el prólogo de su obra, “allí, pues, sobre las aguas, entre jarcias del galeón San Juan y las banderas del Rey Católico, escribí y traduje de Turpino estos pequeños cantos”. La tranquilidad necesaria de la que se supone que debió disfrutar para poder escribir se vio rota

Sor Marcela de San Félix viendo el entierro de su padre, Lope de Vega, obra presente en el Museo del Prado.

cuando fueron atacados por varios barcos holandeses. En medio del combate Lope de Vega se sirvió del papel que había empleado para escribir los borradores de sus poesías como tacos para cargar las armas de fuego. Según el relato de Juan Pérez de Montalbán, amigo y biógrafo del escritor, durante la refriega el alférez Juan de Vega resultó gravemente herido al ser alcanzado por una bala, muriendo poco después en los brazos de su hermano. Aquella desgracia presagió la funesta suerte sufrida por la expedición. El San Juan se batió bien durante la campaña, bordeando las Islas Británicas y consiguiendo llegar renqueante hasta el puerto de La Coruña en septiembre de 1588. Juan Martínez de Recalde desembarcó maltrecho y consumido por la fiebre, falleciendo unos días más tarde. EXPERIENCIA VITAL Las noticias sobre el revés sufrido por la Gran Armada causaron una gran conmoción en la Corte. Su amargo recuerdo estaba todavía muy reciente en 1598 cuando Lope de Vega terminó de escribir La Dragontea, poema épico inspirado en la derrota de Francis Drake, episodio histórico que fue interpretado como una venganza por el desastre sufrido por la flota española una década antes frente a las costas inglesas. A la hora de ambientar la historia en la que discurre su obra, Lope de Vega se habría servido de su experiencia vital como soldado en la Jornada de Inglaterra. Sin embargo, su supuesta partición en aquella empresa pudo resultar en realidad un bulo difundido por el propio Fénix de los ingenios, teoría que defienden numerosos estudiosos de su vida. ■

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Los 10 mandamientos

Luis BuĂąuel

El cine hecho delirio

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LOS DEDOS PULGAR e índice de una mano masculina

rodean y abren un ojo de mujer, mientras con la otra mano una cuchilla recorre la parte inferior de ese ojo; doce indigentes se cuelan en la casa de unos burgueses y celebran un inmortal banquete emulando la última cena cristiana; un guardabosques mata a su hijo porque este le ha apagado el cigarrillo; tras una cena, los asistentes a la misma son incapaces de abandonar la mansión donde se celebra por una razón inexplicable, aunque realmente no hay nada que se lo impida… Escenas sobrecogedoras, en las que todo lo ordinario nace trastornado, surrealismo en estado puro; ese es el cine del que para muchos es el mejor director español de la historia y uno de los más importantes de todo el mundo, Luis Buñuel. En concreto, las imágenes con las que comenzábamos este escrito corresponden a cuatro de sus películas más significativas: Un perro andaluz, Viridiana, La edad de oro y El ángel exterminador. Aunque, refiriéndonos al genio aragonés, nombrar solo tres de sus obras es poco menos que un pecado. Las Hurdes, tierra sin pan; Los olvidados; El discreto encanto de la burguesía, Belle de jour… Luis Buñuel Portolés es desde su primera juventud una figura indiscutible de la cultura española del siglo XX, de todos los tiempos diríamos sin exagerar. Nacido en la localidad turolense de Calanda, su nombre quedará indisolublemente unido al de la Edad de Plata de la cultura española, al de la celebérrima generación del 27. Junto a Lorca y Dalí forma la terna más popular (genialidad escritora, pintora y cinematográfica) de aquella madrileña Residencia de Estudiantes, una llama furibunda de arte capaz de iluminar todo un siglo. Trasladado a París en 1925, su contacto con el grupo surrealista y con el cine dirigen su vocación hacia la vanguardia y un medio artístico en boga que le permite canalizar toda su creatividad. El cortometraje Un perro andaluz (1929) y La edad de oro suponen sus primeras creaciones fílmicas. En ellas ya se percibe que ha nacido un auténtico titán de las imágenes. Comprometido con la Segunda República, aunque sin tener en aquellos años la residencia fija en España, la victoria franquista en la Guerra Civil lo llevó, primero, a Estados Unidos, donde sus posiciones ateas e izquierdistas le crearon problemas laborales y, posteriormente, a México, donde inició una fase de su cine que comenzó siendo poco exitosa, pero que, tras serle concedido el premio al mejor director en Cannes en 1951 por Los Olvidados, hizo de él una figura central del arte en aquel país. Nazarín (1959) y, sobre todo, la polémica y prohibida en España hasta 1977 Viridiana (1961, Palma de Oro en Cannes), lo convirtieron en uno de los directores más respetados del cine. A mediados de los años 60 comienza su conocida como etapa francesa, en la que rueda algunas de sus películas con más éxito de público, como Belle de jour (1967) o El discreto encanto de la burguesía (1972), con la que se convirtió en el primer realizador español en conseguir el Oscar de Hollywood, como mejor película en habla no inglesa. En el año 1983 muere en Ciudad de México./J.M.G.

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Made in Spain

Un siglo del El espectacular marco natural en el que las aguas del Niágara se distraen, sorteando el desnivel gracias a sus cataratas, se completa con un sorprendente e inquietante remolino aguas abajo: el Whirlpool. Y fue, precisamente sobre tan salvaje paisaje donde a principios del siglo XX se pensó en instalar una atracción sin igual. ¿Por qué no cruzar a los visitantes sobre el remolino? El atractivo de la idea era indudable, ahora bien: ¿quién poseía el ingenio para construir una atracción como esa? El honor fue de nuestro ingeniero universal: Leonardo Torres Quevedo. En el centenario del Spanish Aerocar, volvemos a homenajear a nuestro genial Leonardo… ALEJANDRO POLANCO MASA

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ay pocos lugares tan célebres como las cataratas del Niágara. El turismo masivo ya acudía a visitarlas a mediados del siglo XIX. Su auge fue tal que, en el cambio de centuria, se habían levantado en sus cercanías todo tipo de caminos, carreteras, vías férreas, puentes y pasarelas, además de establecimientos hoteleros y similares, todo encaminado a satisfacer las necesidades de los visitantes. Pero, además, el lugar es célebre por haber sido el punto en el que comenzó la gran electrificación de Norteamérica, gracias a las grandes centrales hidráulicas y,

cómo no, a los generadores de corriente alterna ideados por Nikola Tesla. El lugar está constituido por un conjunto de grandes cascadas que cortan el fluir del río Niágara en el noreste de Norteamérica, marcando la frontera entre los Estados Unidos y Canadá. Con una caída cercana a los 65 metros, las cascadas están divididas en dos: una cercana al lado canadiense de la frontera, en Ontario, y otra próxima a la orilla estadounidense, en el estado de Nueva York. Existe otra catarata, más pequeña, conocida como Velo de Novia, también en el lado de los Estados Unidos. Cualquiera que tenga idea acerca de grandes cataratas a nivel mundial se da cuenta que esa caída mencionada no es


Spanish Aerocar

de Torres Quevedo

Si el viaje a las cataratas del Niágara es inolvidable, lo es en parte por la obra de un ingeniero español, el Spanish Aerocar de LeonardoTorres Quevedo, que este año celebra su primer centenario.

gran cosa. Así, el Salto Ángel, en Venezuela, tiene una altura de 979 metros y las cataratas argentinas del Iguazú forman un conjunto de más de dos centenares de saltos con hasta 80 metros de caída. Dicho queda, hay muchas cataratas con mayor caída o en escenarios más asombrosos, pero las del Niágara, dentro de su propia espectacularidad, cuentan con una gran ventaja: se localizan en un área muy poblada, se puede llegar a ellas con gran facilidad desde grandes ciudades de Norteamérica y, por eso, han sido vistas por los ojos y las cámaras de millones de turistas desde hace más de un siglo. Siendo las cataratas más amplias de América del Norte, sus aguas fluyen por el río Niágara entre el lago Erie hasta

el Ontario, dentro del sistema fluvial del San Lorenzo en el marco de los Grandes Lagos. EL TRANSBORDADOR CENTENARIO Nos encontramos en 1916, hace ahora un siglo. Medio mundo está metido en un horrible lío, matándose unos a otros en la Primera Guerra Mundial. Europa sufre entre trincheras, mares de sangre y novísimas armas. Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, los turistas están entusiasmados ante la idea de “flotar” sobre el gran remolino del Niágara. Una atracción sin igual está a punto de ver la luz, de la mano de un ingeniero español. Conocido como Spanish Aerocar, el transbordador que lleva a los turistas sobre

las peligrosas aguas del Niágara continúa en funcionamiento, cosa que no puede decirse de muchas otras máquinas. Aunque ha sido reformado y revisado en varias ocasiones, sigue manteniendo en esencia los elementos que surgieron de la mente de su creador: Leonardo Torres Quevedo. Y, no solo eso, porque nuestro ingeniero diseñó la máquina, pero su construcción también corrió de la mano de una empresa española creada al efecto: The Niagara Spanish Aerocar Co. Limited., domiciliada en Canadá con un capital de 110.000 dólares, 30.000 de los cuales se dieron en concepto de derechos de patente a la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería, de Bilbao.

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Made in Spain / Leonardo Torres Quevedo

Marca España DESDE HACE UNOS AÑOS se viene escuchando por doquier cierto término, a veces en tono jocoso, en otras de forma muy seria. Marca España, lo llaman. Cierto es que hoy día tenemos cientos de empresas españolas desarrollando proyectos internacionales de forma muy competente, pero basta que aparezcan problemas en algunos de ellos en la prensa para que, lo que es una cuestión de imagen y amor propio, comience a tomar un tinte oscuro. Lo que se conoce como “Marca España” va mucho más allá de una simple frase publicitaria. Constituye toda una política de Estado, pensada a largo plazo, para mejorar la imagen de nuestro país en el exterior. La competencia a este respecto, desde 2012, es del Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España. Sí, está regulado y planificado, pero no por ello cuando aparecen sombras en grandes proyectos como el de la ampliación del Canal de Panamá o el tren del alta velocidad de La MecaMedina, ambos macroproyectos con gran presencia española, esa imagen que se desea ensalzar termina manchada. En la mayor parte de las ocasiones somos nosotros mismos los que solemos poner en duda esa capacidad para crear una “marca” de la que sentirnos orgullosos. A fin de cuentas, a lo largo de la historia se ha repetido una y mil veces la vieja asunción según la cual “todo lo que viene de fuera es mejor”. Para sacudirnos de encima complejos como ese, ¿qué decir de una máquina española que lleva funcionando un siglo sin problema alguno y que, además, lo hace en Norteamérica?

Fotograma de Sanz y el secreto de su arte.

El “tranvía aéreo” supuso la culminación de la experiencia de su creador en estas lides.

El transbordador que lleva a los turistas sobre las aguas del Niágara continúa en funcionamiento un siglo después Abierto al público en el verano de 1916, el Spanish Aerocar constituye desde entonces una de las maravillas de la tecnología. Conocido en su tiempo como “tranvía aéreo”, ha demostrado ser, además de espectacular, un medio de transporte muy seguro. Nunca ha sufrido ningún contratiempo digno de mención, y eso que sortea un abismo sobre el Niágara de casi 540 metros del longitud. El vehículo que transporta a los turistas, que disfrutan como si pudieran flotar libremente sobre ese abismo, está propulsado por un motor eléctrico que cuenta con el respaldo de un motor diésel de emergencia para el caso de posibles cortes de corriente. El ingenio tiene también un vehículo de rescate adicional para emergencias, pero nunca ha sido necesario utilizarlo. UN INGENIO PERFECTO En total son seis los cables de acero entrelazado, de una pulgada de diámetro, que sostienen todo el sistema del transbordador.

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El conjunto alcanza una altura en su punto central sobre el remolino de 61 metros, “colgando” entre dos estructuras situadas en terreno canadiense, aunque a lo largo del viaje se cruza la frontera con los Estados Unidos varias veces. En un extremo de la línea del transbordador, los seis cables en suspensión están unidos a una estructura de hormigón de más de 700 toneladas. En el otro extremo se encuentran libres, pasando por una gran polea y completados por contrapesos de 10 toneladas. Los dos extremos, o estaciones (Punta Thompson y Punta Colt), se encuentran a 76 metros sobre el nivel del río. Así, gracias a los contrapesos móviles, el esfuerzo de tracción por los cables, o tensión, es siempre el mismo. El sistema de soporte del vehículo, con un ingenioso mecanismo de contrapesos, está pensado para que no haya problemas en sortear el abismo incluso en el caso de rotura de alguno de los cables, cosa que, por fortuna, no ha sucedido nunca.


“Emocionante en grado sumo…” “LEONARDO TORRES QUEVEDO es el inventor de un sorprendente tranvía aéreo que acaba de instalarse sobre el Niágara, cruzando la fantástica vorágine del Whirlpool, que es algo así como un suntuoso complemento escénico, único en el mundo, de las célebres cataratas. (…) La compañía constructora está constituida en Canadá con elementos españoles y capital español, iniciándola el propio D. Leonardo Torres Quevedo. (…) El recorrido sobre el Niágara es emocionante en grado sumo y personas hubo entre las contadísimas que hasta el presente saborearon esa emoción, que sintieron sus cabellos de punta. (…) ¡Pensad que el tranvía rueda y se desliza sutilmente colgado de unos cables flexibles a muchos pies de altura sobre el acuático remolino! Sin embargo, las seguridades de su inventor son absolutas, imposibilitando la temida catástrofe”.

Madrid científico. Número 881, 1916.

Nunca ha sido necesario recurrir al procedimiento de emergencia, lo que da muestra de la fiabilidad del sistema En caso de ruptura de un cable, el sistema se ajustaría en altura, hasta encontrar un nuevo equilibrio. Los pasajeros se llevarían un susto ante el cambio brusco de nivel, pero no sucedería ninguna catástrofe. Cada cable soporta una tensión de 10 toneladas de forma constante. La barquilla o transbordador pesa de vacío unas tres toneladas y media y puede contener hasta 35 pasajeros. Diariamente, y desde hace un siglo, la navecilla de Torres Quevedo realiza unos veinte viajes entre las orillas, con una duración de casi diez minutos por paseo de ida o de vuelta, aunque podría realizar el trayecto en cuatro minutos en caso de emergencia. A SALVO DE CATÁSTROFES Nunca ha sido necesario recurrir al procedimiento de emergencia, lo que da muestra de la fiabilidad del sistema, pero todo está pensado para que no suceda una catástrofe. En el caso en que se rompa el cable de tracción, por ejemplo, el vehículo comenzaría a oscilar entre los cables portadores, cayendo hasta el punto más bajo de la curva de trayecto, en el centro de la línea sobre el remolino. En ese momento se desplegaría el vehículo de emergencia sobre los cables portadores, para conectar con un cable de tracción auxiliar que, conducido hasta la barquilla, permitiría

llevar a los turistas hacia la estación sin problemas. Torres Quevedo pensó en todo para que el viaje fuera muy seguro. Por ejemplo, ideó un sistema de puertas automáticas que sólo podían abrirse cuando el vehículo se encontraba a salvo en las estaciones, nunca en medio de un viaje sobre las aguas del Niágara. El proceso de construcción de tan sorprendente ingenio no fue nada sencillo. No bastaba con lograr el permiso de las autoridades canadienses, también fue necesario convencer a la comisión del parque nacional del Niágara, así como lograr permisos por parte del Estado de Nueva York y de Washington. Lo más complicado fue armar todo el ingenio sin colocar ningún cable ni estructura que entorpeciera las vías del ferrocarril del Niágara, que circulaba a orillas del remolino. Por otro lado, la empresa española recibió órdenes directas de las autoridades, prohibiendo alterar los acantilados o la vegetación de las orillas, limitando el tamaño de la construcción de edificios para las estaciones. Si Torres Quevedo fue el ingeniero llamado a crear una gesta como la del Spanish Aerocar, fue porque ya contaba con una amplia experiencia en dar vida a ingenios similares. Se puede decir que el vehículo del Niágara fue la culminación de una pasión que había encontrado tiempo antes un resultado igualmente

sobresaliente: el tranvía aéreo del monte Ulía en San Sebastián construido en 1907 y desmantelado en 1912. Fue el primer tranvía aéreo pensado para transporte de personas. La experiencia de San Sebastián, con aquel transbordador capaz de transportar a 18 pasajeros a través de una línea de 280 metros de longitud para salvar un desnivel de 28 metros, fue pionera en todo el mundo. Fue tal el éxito de aquel ingenio que la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería de Bilbao, encargada de su construcción, exportó el modelo a varios lugares de todo el mundo, incluyendo el célebre Spanish Aerocar del Niágara. La patente de Torres Quevedo para este sistema se distinguía de sus contemporáneas por su originalidad, sobre todo en lo que a la disposición de cables múltiples se refiere. La tensión invariable en ellos, determinada por sus correspondientes contrapesos, independientemente del peso transportado, suponía un salto en cuanto a seguridad nunca antes visto. El transbordador del Niágara, que fue diseñado y construido en España para ser transportado y montado en América, fue solo uno de los singulares proyectos ideados por Torres Quevedo. Sin duda, esta figura debe ser considerada como una de las más importantes de la historia de la tecnología, no sólo de nuestro país, sino a nivel mundial. ■

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El personaje

La “derrota” del Príncipe de Viana

Juego deTronos en la España de la Edad Media Heredero al trono navarro, Carlos de Évreux jamás ceñiría la corona a causa del feroz enfrentamiento con su padre, Juan II de Aragón. Mecenas de las artes y digno príncipe de su tiempo, fue uno de los personajes más fascinantes, controvertidos y misteriosos del siglo XV español. Su extraña y prematura muerte continúa siendo objeto de debate entre los historiadores. La tragedia dejó camino libre a Fernando el Católico, con quien cambió la historia. OSCAR HERRADÓN

A

nuestro protagonista le tocaría vivir en un tiempo demasiado convulso en el que los reinos de la península Ibérica, todavía no unificados bajo un mismo cetro, mantenían verdaderas luchas por el poder, en un tablero de ajedrez que se erigiría en auténtico “juego de tronos” del Medievo. Carlos de Aragón y Navarra, quien pasaría a la historia como el Príncipe de Viana, vino al mundo un 29 de mayo de 1421, en el monasterio de Peñafiel, en el reino de Castilla. Era hijo primogénito de Blanca de Navarra y del infante Juan de Aragón, hermano del rey Alfonso V el Magnánimo.

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La ajetreada existencia de nuestro protagonista fue tal que es imposible detenernos en cada uno de los conflictos que éste tuvo con su padre, sus numerosos viajes y sus decisiones diplomáticas, así que nos centraremos sólo en las más relevantes que le conducirían hasta su fatal destino. En el momento de su nacimiento, los reinos de la Península atravesaban una delicada situación: Castilla estaba sumida en la guerra civil –los nobles mantenían una lucha por el poder con el rey Juan II de Castilla–, y Aragón sufría las consecuencias de la guerra que sostenía en Nápoles. La razón por la que Carlos de Évreux vino al mundo en territorio castellano fue que su progenitor se hallaba inmerso en los conflictos entre la nobleza y la corona.

La inestable situación del reino, no poco peligrosa, motivó que su madre, Blanca, decidiera llevarlo al reino de Navarra, el único que entonces se hallaba en paz, en virtud de los pactos matrimoniales firmados por sus padres en 1419 según los cuales el futuro heredero de aquella corona debía “ser criado según los usos y costumbres del reino”. Así, el pequeño infante quedó bajo la tutela de su abuelo, Carlos III de Évreux, rey de Navarra, apodado el Noble, en homenaje al cual recibió su nombre, residiendo en el Palacio Real de Olite. El soberano, sin hijos varones legítimos con vida, mostró una gran devoción por su nieto, al que quiso preparar para el día en que tuviera que ocupar el trono, creando incluso para él el título de Príncipe de Viana, que ostentarían de ahí en


El prĂ­ncipe Don Carlos de Viana, obra de JosĂŠ Moreno Carbonero que se conserva en el Museo del Prado.

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El personaje

Alfonso V el Magnánimo fue tío del Príncipe de Viana.

adelante todos los primogénitos de los reyes de Navarra. Esta institución sería aprobada en las Cortes Generales, siendo instaurada a través de un documento oficial fechado en Tudela el 20 de enero de 1423, fijando para él no sólo la villa de Viana sino numerosas ciudades, municipios y rentas de la zona, garantizándole un dichoso porvenir. En la corte navarra de Olite, Carlos sería educado bajo todo tipo de atenciones en un ambiente de sosiego y mecenazgo cultural plenamente renacentista, a pesar de que España todavía se hallaba sumida en la Baja Edad Media. Allí pronto destacó su faceta artística y su inquietud intelectual, siendo sometido a un completo programa educativo, lo que le permitiría llegar a

Juan II de Aragón, el vengativo padre.

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hablar cinco lenguas, y a convertirse en un apasionado de la literatura, hasta el punto de escribir, años después, poemas y traducir obras, entre ellas, la Ética a Nicómaco de Aristóteles, siendo además autor de una valiosa Crónica de los reyes de Navarra, a la que daría forma durante su cautiverio, así como el Tratado de los milagros del famoso santuario de San Miguel de Excelsis, entre otros. Realizó también frecuentes ejercicios físicos: remo, caza, equitación… y fue un gran aficionado a los animales, reuniendo su propio zoológico con camellos e incluso leones. También mostró habilidad para la música, tocando él mismo la vihuela y el arpa, siendo además un gran bailarín, así como diestro en el arte pictórico. La forma de ser de Carlos era antagónica a la de su progenitor, un hombre que las crónicas describen como fanfarrón, vocinglero, un guerrero que veía en su hijo un modelo de príncipe que no encajaba con su visión del mundo, lo que repercutiría negativamente en sus ya tensas relaciones. El 30 de septiembre de 1439, el Príncipe de Viana se casó con Inés de Cléveris, hija del duque Adolfo I de Cléveris y sobrina del duque de Borgoña, Felipe el Bueno, con la que estaría casado nueve años hasta la muerte de ésta, en 1448. Apenas habían transcurrido dos años de su enlace cuando fallecía su madre y principal protectora, Blanca de Navarra. Era el 3 de abril de 1441 y Carlos contaba con 21 años. Aquel hecho le llevará a sumirse en un mundo de intrigas y enfrentamientos –en ocasiones armados– que decidirían finalmente su triste destino. EL PROBLEMA DE LA SUCESIÓN A pesar de que Carlos III de Navarra había dictaminado que su sucesor fuera el príncipe de Viana y de que la reina Blanca dejó a su hijo en su testamento como heredero universal de los Estados de Navarra y de Nemours, ésta puso como condición sine qua non que ciñera la corona “con la anuencia de su padre”. Lo que nadie sabía en Navarra, según cuenta el médico y novelista José Manuel Cenzano Catalán, es que, en los últimos momentos de su vida, la reina, conocedora del carácter de su marido,

En la corte navarra de Olite, Carlos sería educado bajo todo tipo de atenciones en un ambiente de sosiego y mecenazgo cultural


Las amantes del Príncipe EL PRÍNCIPE DE VIANA tuvo una vida sentimental muy dilatada. Además de su casamiento con Inés de Clèves, mantuvo relaciones con varias amantes. A los 30 años se enamoró perdidamente de María de Armendáriz, doncella de su hermana Leonor, con la que prometió casarse si le daba un varón, aunque le dio una hija, Ana. Durante su estancia en Nápoles quedó prendado de Brianda de Vega – “De Vaca”–, quien le daría a Felipe, más tarde conde de Beaufort y arzobispo de Palermo. En Sicilia mantuvo una relación con una doncella de baja extracción social que respondía al sobrenombre de “Cappa”, con la que tuvo otro bastardo: Juan Alfonso, que llegaría a ser abad de San Juan de la Peña y obispo de Huesca. Otra fue Guiomar de Sayas, una gentil damisela estuvo durante un tiempo a su servicio, también Margarita Colom, hija de Juan Colom, relación que ha sido origen de una peregrina teoría según la cual el hijo de ambos habría sido nada menos que Cristóbal Colón.

Carlos fue también Príncipe de Gerona.

redactó una carta para la Cortes en las que relevaba a su hijo de la obligación de obtener el consentimiento paterno. Sin embargo, parece ser que Juan de Aragón rompió de forma ladina dicha misiva sin que llegara así a las Cortes Generales. Guerrero nato y hábil conspirador, Juan estaba por entonces, de nuevo, ocupado en Castilla, cuyo trono ambicionaba también ocupar, tomando partido por el bando del rey en contra de los intereses de su propio hermano, Enrique de Trastámara, conde de Alburquerque, obteniendo un triunfo temporal al haber logrado que fuera expulsado de la corte el condestable don Álvaro de Luna. Para contar con la alianza en la corte castellana del almirante Fadrique Enríquez, con importante ascendiente sobre el monarca castellano, tomaría en abril de 1444, a los seis meses de la muerte de Blanca I, la decisión de casarse con la hija de éste, Juana Enríquez y Fernández de Córdoba. Sin embargo, Álvaro de Luna recuperaría el poder tras la batalla de Olmedo, por lo tiempo después Juan habría de huir y regresar a Navarra.

que y

La ruptura total entre padre e hijo tendría lugar el 8 de septiembre de 1451 con la firma del Tratado de Puente la Reina Mientras éste se hallaba en el reino de Castilla, Carlos de Évreux gobernaba sabiamente el reino navarro, aunque cumpliendo las voluntades testamentarias de su madre: no firmaba como rey, sino como “príncipe de Viana, primogénito, heredero y lugarteniente de su padre”. Los problemas llegaron con el regreso de Juan y su nueva esposa, que arribó a la corte ostentando el título de gobernadora, algo que la nobleza tomaría como una afrenta a Carlos y un atropello a sus derechos. Entonces ya existían en Navarra dos facciones fuertemente enfrentadas: la de los beamonteses, partidarios de la legitimidad de don Carlos, y la de los agramonteses, partidarios por el contrario de las aspiraciones de don Juan, dos bandos que sumirán al reino en una larga guerra civil que lo desgastará notablemente. Mientras tanto, Juana, que asumiría el rol de madrastra soberbia e intrigante, estimularía los enfrentamientos entre padre e hijo. Mientras Carlos era visto como un príncipe sensato y buen gobernante, su

padre era aborrecido en todos los reinos de la Península: en Castilla por sus injerencias en la Corona a favor de uno u otro litigante; en Aragón por no tener atendidos los Estados que le correspondían por herencia, y en Navarra porque el reino tenía que financiar todas sus empresas bélicas, dejando las arcas casi vacías. Enemigo de los enfrentamientos, el Príncipe de Viana se sometió en un principio a las prerrogativas de su padre, pero la intervención de éste – por lo general, pesimamente– en los asuntos internos de Navarra, llegó a tal punto que los castellanos se ofrecieron a Carlos para expulsar del reino a su propio padre. Un complejo escenario de intereses creados y luchas intestinas por el poder en palacio. La ruptura total entre padre e hijo tendría lugar el 8 de septiembre de 1451 con la firma del Tratado de Puente la Reina. Un año después nacería el primogénito de Juan II y Juana Enríquez, Fernando, futuro rey católico tras su matrimonio con Isabel de Castilla. No es de extrañar que la conspirativa Juana tomase partido por las pretensiones dinásticas de su hijo frente

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El personaje

El Príncipe de Viana fue un importante mecenas de la cultura de su tiempo.

a los derechos sucesorios de Carlos. El entendimiento era ya inviable. GUERRA CIVIL EN NAVARRA En 1452, tras el estallido de la guerra civil, Carlos, a pesar del apoyo de Juan II de Castilla a su causa, fue hecho prisionero, aunque sería posteriormente puesto en libertad con la Concordia de Valladolid tras prometer no tomar el título regio hasta la muerte de su progenitor. Una vez más fracasaría en su intento de retomar las armas contra su padre y tuvo que refugiarse en Nápoles con su tío Alfonso V de Aragón, hermano de su padre, quien frenaría las aspiraciones belicosas de éste. A la muerte de Alfonso en 1458, su situación se complicaría mucho más, y provocaría una fuerte depresión en nuestro protagonista, como señala el profesor, antropólogo forense de la UCM, José Manuel Reverte Coma. Muerto Alfonso el Magnánimo, su hermano Juan se convierte en rey como Juan II de Aragón, con Juana Enríquez como consorte, y, a pesar del poder que atesora, no abandonará sus pretensiones sobre Navarra. Durante el tiempo que permaneció en Italia –en Nápoles y Sicilia–, Carlos no dejó de enviarle misivas a su padre para acabar con el conflicto. A pesar de lo que le dicen entonces sus asesores, el Príncipe termina aceptando

todas y cada una de las condiciones que su padre le impone para regresar a la península Ibérica: puede hacerle siempre y cuando no pise el reino de Navarra y se quede en Aragón donde su progenitor determine. Acepta y regresa de Sicilia bordeando la costa. Llega a Salou pero Juan II le obliga a trasladarse a Mallorca, donde le han prometido que tendría a su disposición los Palacios de la Almudaina y de Bellver, aunque la segunda fortaleza no estará libre. Una vez más, el rey aragonés incumple su palabra. Carlos llegó a Mallorca acompañado de Brianda de Vega, quien parece que le convence de tomar una galera para ir a Cataluña sin el permiso de su padre. En Tarragona el Príncipe obtiene un gran recibimiento, y Juan II, enojado, va a su encuentro junto a su esposa. Una vez que tiene lugar la entrevista, las crónicas contemporáneas recogen que Carlos hinca la rodilla en el suelo y besa la mano de su padre, mientras que Juana Enríquez, tras bajar del caballo, le da un beso en los labios. Así, los tres llegan a Barcelona como si se tratara de una familia bienavenida. Sin embargo, Juan II no le había perdonado y en su fuero interno preparaba su venganza. Durante aquel periodo Castilla vuelve a aparecer en el complejo tablero político, porque Enrique IV el Impotente estaba casado con la hermana de Carlos

El Príncipe termina aceptando todas y cada una de las condiciones que su padre le impone para regresar a la península ibérica 52

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Don Carlos recibió su educación en el majestuoso castillo de Olite.

de Évreux, Blanca II, y decide separarse de ésta arguyendo que lo ha hechizado, incapacitándole para tener un heredero, en una historia tan sugerente como grotesca. Tras su regreso a Navarra, ésta comete la imprudencia de aliarse con su hermano y Juan II la encierra en el castillo de Peñaflor, donde una historia con aroma apócrifo afirma que el bandolero “Sanchicorrota”, que asaltaba a los viajantes de la zona, se enamoró de ella.

Entrada triunfal en Barcelona.


Juan II mandó encarcelar a su primogénito ante el fervor popular que este despertaba.

La radical decisión de Juan II provocó tumultos entre catalanes y navarros, que se alzaron a favor de Carlos Un año después, en 1459, a los 38 años y viudo, Carlos regresó a Navarra, y comenzaron las conversaciones con Enrique IV para establecer una nueva alianza tras el escandaloso divorcio con Blanca, para el casamiento con su media hermana, la futura reina Isabel la Católica, de entonces tan sólo 9 años de edad. Sin embargo, la oposición de Juan II y de Juana Enríquez a dicho enlace –pues pretendían que Isabel se casara con el hijo de ambos, Fernando, como finalmente sucedería décadas más tarde–, fue feroz: el monarca ordenó prender al Príncipe de Viana acusado de traición el 2 de diciembre de 1460, cuando éste se hallaba en Lérida.

La radical decisión de Juan II provocó tumultos entre catalanes y navarros, que se alzaron a favor de Carlos. Hasta ese momento, Juan II se había negado a darle el visto bueno a toda propuesta de matrimonio, incluido el enlace con Ana de Luxemburgo, hija del condestable de Francia, que había apadrinado en Italia su tío Alfonso cuando aún estaba con vida, así como con Catalina, hija del rey de Portugal Eduardo I, frustrando todos sus planes vitales. Una vez cautivo, durante tres meses el Príncipe recorrería las prisiones de Lérida, Aytona, Fraga, Zaragoza, Miravet

y finalmente Morella, donde al parecer llegaría muy fatigado y solicitaría ver a un galeno tras manifestar que sentía “un fuerte dolor en las entrañas”. Aquel acto del monarca aragonés –considerado un error por la mayoría de historiadores y analistas políticos– era contrario a las constituciones del país, algo que fue aprovechado por la oligarquía catalana opuesta al rey desde las Cortes de Aragón. Las protestas tomaron la forma de una insurrección armada que, al extenderse, obligó a Juan II de Aragón a ceder y poner en libertad a su vástago el 25 de febrero de 1461, tras más de un año injustamente

Entre la superstición y el milagro COMO BUEN PRÍNCIPE de su tiempo, Carlos de Évreux era devoto a la vez que supersticioso: llevaba un collar de oro con un grifón colgado de él y, junto a otras lujosas joyas, otro collar de oro con esmeraldas del que colgaba una cajita que contenía una piedra bezoar –a la que se atribuían poderes mágicos–. También poseía una amplia colección de reliquias, una piedra de basilisco –según Reverte Coma, uno de los elementos de la Piedra Filosofal de los alquimistas–, junto a talismanes para impedir los envenenamientos, mandrágoras, lenguas de serpientes y otras numerosas piedras de cualidades “mágicas”. A sus restos se le atribuían cualidades taumatúrgicas, como la capacidad de curar las escrófulas, conocidas como “mal del rey”, mediante el contacto. A la abadía de Poblet, donde se trasladó su cadáver, acudían, principalmente en los siglos XVI y XVII, numerosos peregrinos para ser tocados por su brazo contenido en un relicario de plata.

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Nuestro protagonista fue enterrado en el Monasterio de Poblet.

El Príncipe de Viana falleció a los 40 años en el Palacio Real de Barcelona. Sus exequias tomaron la forma de un duelo nacional como hijo heredero de los Estados de la corona aragonesa, tras lo que juró su cargo como Lugarteniente Perpetuo de Cataluña.

Fernando de Aragón fue su hermanastro.

cautivo. Era el 12 de marzo de ese mismo año cuando el Príncipe de Viana hacía su entrada triunfal en Barcelona, entre vítores en los que incluso llegaban a tildarle de santo –“Sant Carles”–, convirtiéndose en todo un símbolo para los catalanes. Éstos estaban fuertemente descontentos con Juan II tras haber empeñado el Rosellón y la Cerdaña ante Luis XI de Francia, debido a sus numerosas deudas, lo que provocó que dejasen de considerarlo su legítimo rey. Como consecuencia de esto, el 21 de junio de 1461 el Príncipe era reconocido por los catalano-aragoneses alzados en armas

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LA MUERTE DE UNA LEYENDA Carlos de Évreux, Príncipe de Viana, que se había convertido en una suerte de héroe viviente, prácticamente santificado por el pueblo, fallecía a los 40 años, tres meses y 26 días de edad en el Palacio Real de la ciudad de Barcelona. Era el 23 de septiembre de 1461, día de Santa Tecla. Moría el príncipe y nacía el mito. Desde el mismo momento de su muerte circuló la sospecha de que podía haber sido envenenado, hipótesis que todavía planea en el aire en la actualidad. Sus exequias tomaron la forma de un auténtico duelo nacional, digno del rey que nunca llegó a ser: unas quince mil personas desfilaron ante su majestuoso féretro y el funeral fue presidido por su hijo natural Fernando, fruto de sus relaciones con Brianda de Vega, quien le acompañaría hasta sus últimos días. De hecho, sus allegados instaron a Carlos a

que se casara con ésta in articulo mortis, para así dejar a Felipe como heredero. Sin embargo, el Príncipe de Viana llegó a la conclusión de que tal herencia sería demasiado pesada y que sólo serviría para avivar las llamas de las luchas fratricidas que desgastaron el reino navarro, por lo que en su testamento decidió dejar a su hermana Blanca como legítima sucesora. Se le amputó al cadáver el antebrazo derecho para conservarlo en un relicario de plata en el Monasterio de Valdoncellas, de donde desaparecería más tarde y al que se atribuyeron todo tipo de prodigios y sanaciones. Aunque se conservan algunos restos, la urna de Poblet que supuestamente contenía su cuerpo, no corresponde a un cadáver completo, puesto que tras la desamortización de Mendizábal turbas exaltadas de lugareños saquearon las tumbas y, durante la Segunda República, se intentaron recuperar los restos del que era un símbolo para Cataluña. Aunque los análisis a su momia, entre otros los realizados por el citado profesor


Se barajó también la posibilidad de que se emplease un veneno de origen vegetal como la aconitina, bien conocida en tiempos medievales

Ausias March, protegido del Príncipe.

Reverte Coma, arrojan que no existen restos de arsénico, en aquel tiempo se utilizaban también alcaloides y otros venenos que no dejaban rastro. Aunque en el siglo XV no era habitual que los galenos realizaran autopsias, algo que iba contra el dogma religioso, se sabe que el cuerpo de Carlos de Évreux sí fue sometido a una suerte de rudimentaria autopsia antes de su embalsamamiento, donde se diagnosticó que la muerte había sido ocasionado por una pleuresía de origen tuberculoso. Paradójicamente –¿casualidad?– su secretario moría apenas una semana después, mostrando su cadáver los mismos signos en los pulmones que los de Carlos, lo que avivó el rumor del envenenamiento. Se barajó también la posibilidad de que se emplease un veneno de origen

vegetal como la aconitina, bien conocida en tiempos medievales, aunque el propio Reverte Coma señala en su estudio que “no parece posible por la sintomatología que se describe en las Crónicas de la época”, a lo que añade que “dichos alcaloides de tipo terpenoide contenidos en la raíz del acónito, se destruyen en poco tiempo y no se han podido detectar”. El antropólogo forense concluye que el diagnóstico realizado por los médicos que le atendieron a su muerte “fue correcto”. Sus estudios se realizaron sobre la momia encontrada en la tumba de Poblet: la parte superior de ésta (cabeza, tórax y extremidades superiores) pertenecía a un varón de unos 40 a 45 años, edad que tenía el Príncipe en el momento de su muerte, que muestra además que fue sometido a un intenso embalsamamiento, mientras que de cintura para abajo (tronco, pelvis y extremidades inferiores) se corresponden con los de una mujer de 50 a 60 años, por el contrario sin signos de embalsamamiento en lo que probablemente fue una momificación natural, error éste, el de unir dos cuerpos diferentes –e incluso tres–, que se cometió cuando se repusieron las momias amontonadas y mezcladas, en sus sarcófagos correspondientes, de manera muy poco profesional: la columna vertebral muestra marcas de haber sido

…¿y si Carlos no hubiera muerto? AQUÍ ENTRAMOS en el pantanoso terreno de la ucronía. Sin embargo, de haber seguido el curso natural de los acontecimientos, como pretendía su abuelo y como testamentó su madre, Blanca I de Navarra, el Príncipe de Viana debía haberse convertido en Carlos IV de Navarra. Si las conversaciones con Enrique IV para el matrimonio con su medio hermana Isabel hubiesen prosperado y no habiendo éste tenido descendencia legítima –uniendo a ello el fracaso de las pretensiones de Juana la Beltraneja–, a pesar de la diferencia de edad, Carlos podría haber acabado reinando sobre Castilla y, unido a su derecho al trono de Aragón como primogénito de Juan II, quizá gobernado sobre toda la España cristiana, algo que finalmente hizo Fernando el Católico. La historia de la península Ibérica y por ende de Europa, habría sido muy diferente. Y así múltiples posibilidades que no dejan de ser eso, historia alternativa que nunca tendrá lugar.

El egiptólogo Eduard Toda y Güell.

cortada con una sierra; un trabajo que se atribuye al erudito egiptólogo catalán Eduard Toda y Güell. Aunque varios expertos como el citado insisten en que el torso superior encontrado en Poblet corresponde a Carlos de Évreux, un análisis mitocondrial –el más fiable que puede realizarse a un cadáver– llevado a cabo por los investigadores catalanes Mariona Ibars y Marcos Miquel –en el marco del denominado “Proyecto Poblet”– en 2010, confirma que ni el torso superior ni los demás restos se corresponden con los del Príncipe de Viana, por lo que sigue en el aire la gran pregunta: ¿fue envenenado por orden de su padre o falleció de muerte natural? Quizá nunca se desvela tamaño misterio. Para concluir, nada mejor que hacer alusión a su escudo de armas: representa a dos lebreles que luchan entre sí por un hueso, una clara alusión a la disputa que los reyes de Francia y Castilla mantenían por el control del reino de Navarra, que le correspondía por herencia –y que se puede extrapolar a la larga pugna que mantuvo con su padre–, junto a un lema que lo dice todo: “Utrimque roditur” (“Por todas partes me roen”). ■

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Entrevista

El investigador José Luis Corral se adentra en el ascenso al poder de los Austrias

“Fueron 30 años que cambiaron el futuro“ Es uno de los historiadores españoles más reputados y reconocidos. Sólo una persona como él podía “viajar en el tiempo” para enseñar a los lectores qué es lo que pasó cuando lo que sería España se enfrentaba al futuro. Fue una auténtica jauría. Así queda reflejado en una obra cumbre de su trayectoria, Los Austrias. El vuelo del águila (Planeta, 2016), un libro que vamos a conocer junto al autor en Tordesillas (Valladolid), en donde tienen lugar muchos de los episodios que narra en su novela. BRUNO CARDEÑOSA

LOS AUSTRIAS. El vuelo del águila JOSÉ LUIS CORRAL

PLANETA. MADRID (2016). 800 PÁGS. 21,90 €.

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Entrevista

La unión peninsular fue la mayor obra de ingeniería política de los Reyes Católicos.

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ran parte de lo que fue y es el mundo nació allí. Sin Tordesillas nada sería igual, pero qué quieren que les diga. Y sé que es injusto. Llegar hasta allí después de atravesar el río Duero y parte de los más hermosos campos de Castilla, sabiendo que los ojos ven lo que en pocos sitios se ve, y que la localidad es bonita hasta decir basta, y que los pensamientos estén en otro lado… No se puede evitar. Lo siento. No puedo evitar que vengan a la mente imágenes de cientos de jóvenes lanceando a un toro, que huye despavorido y que se encuentra

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energúmenos por todos los lados esperando a darle muerte… Finalmente, el animal fallece tras un sufrimiento para el que no existen palabras que lo defina. Las palabras se quedan cortas para describir el júbilo patológico que embarga a los asesinos. ¡Un asco! Dicho esto. Y dicho porque las palabras de José Luis Corral invitan a hablar y no callar. Está más comprometido que nunca por el mundo que le rodea. Y ha tomado la conciencia que todo historiador debe tener, porque nadie mejor que un historiador sabe cómo fueron las cosas, y qué hay de positivo y negativo en lo vivido. No vale que hoy

tengamos naves capaces de atravesar universos si el nuestro está decrépito y se derrumba pese a estar gobernado por el mayor de los avances. Las cosas cambian, y lo hacen cuanto más inesperados son esos cambios. Posiblemente, lo ocurrido en los años que analiza en su novela Los Austrias. El vuelo del ángel (Planeta, 2016) decidieron el futuro del mundo. No fue un periodo tan largo. Estuvo marcado por la figura de los Reyes Católicos y por el descubrimiento de América, que multiplicó el mundo. Las dos naciones más poderosas de entonces, España y Portugal, se repartieron el continente que se acababa de descubrir. Lo hicieron


“EN LA HISTORIA LA OBJETIVIDAD ES IMPOSIBLE… PERO SÍ LA VEROSIMILITUD”, DICE. NOS CUENTAN UNA COSA QUE EN REALIDAD ES UNA INTERPRETACIÓN

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en el Tratado de Tordesillas, cuyas actas y documentos se encuentran en esta localidad vallisoletana que los periodistas pudimos recorrer junto a Corral, con sus explicaciones y la elocuencia que sólo un profesor universitario de su talla es capaz de transmitir. Cada vez que extiende sus manos para explicar algo es un deleite. A él, y a casi cualquiera, le gustaría tener el don de viajar en el tiempo y traladarse a una época en la que el matrimonio de los Reyes Católicos supuso la unión de los reinos peninsulares. La muerte de Isabel provocó que Fernando luchara por seguir manteniendo ese reino, con lo cual tuvo que convertir las leyes sálicas en un elemento sobre el cual se tenía que negociar. Pese a ser el nieto de aquellos, tras los diferentes pactos matrimoniales entre diferentes familias, la llegada de Carlos I al trono supuso un cambio de dinastía en España –bueno, Corral insiste que por entonces España era un concepto geográfico más que un concepto político– y el comienzo de lo que se entiende y recuerda como la España imperial de la mano de los Austrias. Nada en la historia es lineal. Nos cuentan una cosa pero no deja de ser una interpretación: “En la historia la objetividad es imposible… pero sí la verosimilitud”, dice. Y eso es precisamente lo que ha buscado en su nuevo libro, que nos presenta una época apasionante, en la que se mezclaron intereses, maniobras y conspiraciones de todo tipo que

convirtieron a nuestro país en una suerte de Juego de Tronos… real. No fueron más de 30 años. Y es tan importante como olvidado. Todo empezó con la muerte de Isabel la Católica, lo que suponía las separación de los reinos que habían mantenido unidos los Católicos. El reino de Castilla fue heredado por Juana La Loca, pero Fernando intenta por todos los medios ser él quien dirija los designios de los reinos pese a la oposición activa de parte de la nobleza, que le considera un “extranjero”. Su hija se casa con Felipe el Hermoso y es entonces cuando se redoblan los esfuerzos para acabar por considerar a Juana una desequilibrada… que no era. Ella era una adelantada a su tiempo, de fuerte personalidad: “Fue una muñeca rota en manos de hombres sin escrúpulos”, escriben de ella. “Todos intentan engañar a todos… eran Papas, reyes, pero se comportaban como tahúres de taberna, haciendo trampas para acumular riqueza, poder y dominios. Los protagonistas de esta historia se escribían cartas en las que se trataban con la cortesía propia de los caballeros y se dirigían unos a otros con apelativos como hermano o primo, pero, si se les hubiera presentado la menor oportunidad, se hubieran acuchillado unos a otros por la espalda”. Durante todo el día recorremos Tordesillas con el genio Corral. Seguramente, cuando todo lo que ocurrió en esta guerra tuvo lugar el calor atravesaba la localidad vallisoletana de la misma forma que ahora. Y si no era esa, ya se encargaban los protagonistas de esta historia de subir la temperatura. ¿Para alcanzar sus propios intereses? ¿Para beneficiar a los que ellos siempre consideran súbditos? Como a todos los poderosos de todas las épocas, lo que les motivaba eran satisfacer sus

Los boxeadores FERNANDO EL CATÓLICO Fue un gran conspirador. Se casó por interés, se enamorara o no después. Quiso casar a su hija con objetivos feudales, pero no por amor: “Amor, amor… una moda funesta que llega desde Italia”. FELIPE EL HERMOSO Con el objetivo de poder seguir reinando en Castilla, Felipe fue unido en matrimonio con Juana, la hija de Fernando. Las cosas no salieron del todo bien, porque Juana iba por su lado. EL CARDENAL CISNEROS Fue el hombre de paja. El religioso más poderoso de su época. Gobernó Castilla cuando Juana no estaba capacitada para ello. Y después, en espera de Carlos V volvió a hacerlo. GERMANA DE FOIX Fue la segunda esposa de Fernando el Católico. Pasó de ser una joven sumisa a una mujer fuerte, capaz de tener una relación con el nieto de su marido… Sí, han leído bien. De Fernando aprendió a dejar de lado el corazón y que ganara la poltrona.

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“SI CON FERNANDO E ISABEL HUBIERA PASADO OTRA COSA, HUBIERA CAMBIADO LA HISTORIA. HA HABIDO PERSONAJES IMPORTANTES, PERO NO TANTO” oscuros deseos. La historia de esos años se escribe con reglones torcidos, o simplemente, no se escribe. La obra del maño José Luis Corral llena ese espacio. Lo hace con la honestidad propia de quien vive endureciendo el cuerpo a golpe de viento, el mismo que moldea la razón y el corazón. Mientras vamos hacia allá, hacia la capital del desierto, charlamos. HIV Presumes de ser de Zaragoza, de la capital del desierto. JOSÉ LUIS CORRAL Sí, presumo de ser aragonés, de la tierra en la que en los fueros medievales, donde se decía que los que vayan a la frontera serían hombres libres y que podía ser aragonés quien quisiera. Eso rompe con nacionalismos: una enfermedad que se cura viajando.

P Pero en el nacionalismo unos se atacan a otros, como si unos fueran nacionalistas y los otros no. Hay dos tipos de nacionalismo, el separador pero también el integrador… El nacionalismo no existe, en realidad pannacionalismo. Es excluyente. Yo no puedo ser catalán y español… Yo no puedo ser español y europeo… Yo no puedo ser de Springsteen y de The Rolling Stones… Excluir es acotar, reprimir, hacerse más pequeño y dejar de tener amplitud de miras. Lógicamente, hay que salvaguardar nuestro idioma, nuestro lenguaje… Evidentemente, eso lo tenemos que salvaguardar, porque ¿quién lo va a hacer mejor que nosotros? Cuando estuve en la Feria del Libro en Guadalajara, en México, al acabar mi intervención, habló una mujer, de unos

El autor y profesor durante la presentación de su obra en Tordesillas © Carlos Ruiz BK

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Tordesillas jugó un papel esencial en la historia de España más allá de la firma del Tratado de 1494.

40 años, guapísima, rubia, muy rubia… Y me increpó: “¡Usted ha venido aquí a llevarse nuestras riquezas!” Todo eso sólo por el hecho de ser español, como si todos los que hubieran ido allí en siglos pasados fueran yo. Le tuve que decir: “Oiga, un


momento señora, yo no he venido aquí a llevarme ninguna riqueza, ni yo, ni mis padres, ni mis abuelos… Y además, usted no parece que sea muy azteca”. Recuerdo que la primera obra que leí tuya es El Cid, un personaje sin el cual la historia no hubiera sido lo mismo. Sin embargo no hay muchos documentos históricos sobre este personaje. R Documentos históricos sobre El Cid hay unos setenta diplomas, de los cuales son relevantes diez o doce. Con muy pocos mimbres se ha hecho historia. Es uno de los personajes más manipulados de la historia de España. Con el tema de los Austrias he intentado eso, para intentar que la historia sea más verosímil que la propia historia, aunque no se haya hecho mucha enseñanza de ello. En su momento me dijeron: “Oiga, que esto que sale aquí no es lo que me enseñaron”. Y es que yo intento que la gente vea estos personajes de forma diferente. P

Seguramente, si elegimos dos personajes que sean importantes en la historia de España, esos serían El Cid y Fernando el Católico. Esa opinión mía sería la de muchos. Sin ellos no hubiera pasado nada. La historia hubiera sido distinta sin personajes como ellos. Ha habido P

“CARLOS V ERA UN HOMBRE QUE VIVÍA ALELADO Y FUERA DEL MUNDO. NO COMPRENDÍA LO QUE LE HA TOCADO VIVIR. ERA COMO RAJOY” personajes que han sido muy importantes, pero no tanto. Hasta ahora, los años más cruciales en la historia de España son los años que van de la muerte de Isabel la Católica a la muerte de Fernando el Católico. Ha habido momentos muy importantes, pero que no han cambiado la historia. Por ejemplo, la guerra de Sucesión significó un cambio de dinastía pero no un cambio de paradigma. Si con Fernando e Isabel hubiera pasado otra cosa, hubiera cambiado la historia. P No sé si es un ejercicio demasiado temerario o no… pero cuando estás escribiendo un libro y describiendo algunos personaje te vienen a la mente individuos sobre los que tienes una imagen concreta. Y personajes actuales. ¿Podrías equiparar aquellos personajes a personajes actuales? Hace un tiempo escribí un libro en el que comparaba personajes de la Grecia clásica con personajes de la historia, así que claro

que se puede hacer ahora. Por ejemplo, veo a Rajoy muy parecido a Carlos V. ¿Por lo físico? ¡También! Pero no sólo por eso, Carlos V era un hombre que vivía alelado y fuera del mundo. No comprendía lo que le ha tocado vivir. Rajoy vive alelado, con sus intereses y su forma de actuar, evidentemente, pero en ese sentido de alelamiento sí que puede tener algo de relación. A Sánchez lo veo como el cardenal Cisneros, un hombre que intenta conciliar, apagar los fuegos, que aunque todo el mundo le está comiendo terreno quiere buscar una especie de equilibrio. Con Albert Rivera tendría más problemas, porque lo que piensa él… sólo lo sabe él. En ese sentido me recordaría a Fernando el Católico, porque sólo pensaba en sí mismo, en cómo llegar al poder, con esa sonrisa medio irónica. Dicen las crónicas que era ciertamente educado, que atendía a la gente… Y con P

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Isabel de Castilla adquiere una nueva dimensión en estas páginas.

Pablo Iglesias lo tendría más difícil, porque la izquierda no existía en aquel entonces. Posiblemente, lo podría comparar con Francisco I de Francia, que cuando llega al poder era un joven muy ambicioso, que cree que es capaz de llevarse por delante a todos, careciendo de las fuerzas, en su caso de los votos, para ello. Por ejemplo, se enfrentó a las tropas españolas en Pavía y perdió, pero aun así siguió esforzándose, maquinando… Me falta Isabel la Católica… R (Ríe) Igual… a María Dolores de Cospedal: fría, calculadora, muy recatada, muy conservadora, muy pendiente de su partido… P

Hablas muchos en el libro de Juana la Loca. Su propio apodo lo dice todo, pero ¿estaba desequilibrada o fue un personaje adelantado a su época? R Es una mujer rebelde, idealista, no admite las normas… Puede que sea la más moderna de todos, pero, claro, tuvo que sufrir la persecución, la cárcel, su propia cárcel en palacio y acabó desquiciada. Ella fue una mujer avanzada. No estaba loca. P

Los matrimonios de la época… ¿fueron por amor o por política? R El amor, como concepto, es una palabra muy actual y contemporánea. P

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José Luis Corral desmonta en este libro algunos mitos sobre Juana la Loca.

“JUANA LA LOCA ES UNA MUJER REBELDE, IDEALISTA, NO ADMITE LAS NORMAS… ELLA FUE UNA MUJER AVANZADA. NO TENÍA NINGÚN PROBLEMA MENTAL” ¿Realmente Juana la Loca se enamoró de Felipe el Hermoso? No lo podemos saber. ¿Estaban enamorados Fernando el Católico e Isabel la Católica? Pero si se conocieron el mismo día de la boda… ¡Cómo iban a estarlo! Carlos I, el futuro emperador, cuando se casa con Isabel de Portugal, su prima hermana, no se conocen tampoco. Él tiene 26 años, ella 23. Y se conocen, no el día de la boda, sino en la misma boda. Es como si una persona ahora se va a a casar, está en el altar y camina hacia él la persona con la que va a casarse pero antes ni siquiera la había visto. El concepto de amor no existía. Eran pactos de estado. Es verdad que en algunos casos podía haber más afinidad, más relación afectiva, más cercanía… En el caso de los Católicos, él era un tarambana, se acostaba con la primera que se ponía a tiro, pero en las cartas que se intercambia con su esposa era muy correcto y afectivo. ¿Se llegaron a enamorar perdidamente Isabel la

Católica y Fernando el Católico, que era mayor? Parece que sí. Ahora, ¿tiene que ver con el hecho de que ella tenía que ser fiel al marido y tener hijos de ese linaje? Pues también. Recientemente se ha hecho una serie de televisión sobre ella. Ha sido un éxito y mucha gente la ha seguido. ¿Son ganas de descubrir cosas nuevas de la historia o a los espectadores les mueve el deseo de afianzar una creencia? R Yo creo que TVE pretendía mostrar una época de lo que después sería la unión de España. Después siguió con una serie sobre Carlos, que parece que no fue tanto éxito. Desconozco cuál ha sido la intención de Televisión Española con estas dos series. Se me escapa, aunque todo lo que sea incentivar el interés me parece bien. Pero todos los que estaban mal informados siguen mal informados, y los que estaban bien informados habrán tenido ocasión P


de contrastar cosas, y a lo mejor, algunos de los que no tenían interés por la historia igual se han interesado. Hay un concepto que explicas en el libro sobre el que me gustaría profundizar. Dices que nos hemos creído que toda Europa era por entonces España, pero en realidad eran los Habsburgo los dueños de todo, incluido de España. ¿Éramos vasallos o señores? R España no existía. Lo que existían eran los reinos hispanos. Ahí estaba Castilla, la corona de Aragón, que eran reinos diversos, como eran los reinos de Valencia, Barcelona, Navarra…. Fernando el Católico, cuando estaba con Isabel, anexiona Navarra a Castilla. Entonces no había un reino por encima de los otros. El interés era anexionar estados, uno tras otro. No había un hilo conductor. Hay que ver los estados o reinos como si el Rey fuera una bandeja, y todo lo que estaba allí era de él. P

La España imperial se asocia mucho a los Austrias, pero en realidad comenzó con los Trastámara. R El concepto de la España imperial es un poco posterior. Los Trastámara tenían en realidad la idea de la cohesión de los reinos. Tenían la obsesión de unificar el territorio no porque era España sino P

© Carlos Ruiz BK

El historiador comprometido Una de las cosas que siempre ha hecho José Luis Corral es implicarse. Su faceta como historiador, pero también como profesor, ha sido decisiva en ello. Entre libros y artículos científicos ha publicado más de 300 obras. Entre sus libros destacan el clásico El Cid (2009), obras a las que siguieron La prisionera de Roma (2011), El médico hereje (2013) o El trono maldito (2014).

porque querían tener bajo su territorio la mayor parte de reinos. Consiguen hacerse con el poder en la Corona de Aragón no mediante un golpe de Estado sino con la manipulación del Compromiso de Caspe. A sus miembros se les paga mucho dinero, porque los Trastámara sí tenían ambición por el poder, pero la idea que tenemos de imperio es un poco posterior. P Ya para finalizar, gran parte de tu trabajo tiene que ver con la Edad Media. Habitualmente, se piensa en

esa época como Edad Oscura. Pero es un error. R Cuando la gente dice eso, la respuesta es muy fácil. Ponte junto a una fotografía de la catedral de Chartes. Verás brillantez, elevación, espiritualidad, triunfo de la luz, triunfo del color, triunfo del buen gusto… Cuando dicen que la Edad Media es oscura y bárbara, se puede comparar esa imagen con cualquier barrio de Madrid de los años cincuenta o sesensa. Sobran las palabras. n

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Donde aúllan las colinas FRANCISCO NARLA

PLANETA. BARCELONA (2016). 256 PÁGS. 19,90 €.

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Entre el lobo y Julio César

Donde aúlla el emperador

Existen muchas historias sobre cómo un escritor encuentra la inspiración y los mimbres que lo llevan a tejer una novela. Y estas pueden viajar desde lo más mundano e insustancial a lo más estrambótico e inimaginable. En estas confesiones, Francisco Narla cuenta cómo la lectura de un reportaje que apareció en nuestra revista, referente a Julio César en Hispania, fue definitivo para echar a rodar el teclado y dar forma a su exitosa novela Donde aúllan las colinas (Planeta, 2016). Aquí nos cuenta cómo fue este proceso del que nos sentimos muy orgullosos. FRANCISCO NARLA

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Los bosques gallegos fueron la primera parada en el itinerario de la inspiración de Francisco Narla.

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ace ya unos cuantos años, recorrí buena parte de los montes gallegos recolectando pedazos de la rica tradición oral de esas tierras de montes, ríos y mares embravecidos. Estaba buscando enjundias con las que escribir mi primera novela, y andaba ansioso por encontrar referencias a las ánimas de los descarnados, a los lobisones, a las fuentes milagrosas, a las piedras sagradas, a los trasgos, a las furnias de los puertos y a cualquier otra de las muchas leyendas que, durante siglos, han ido sembrando el imaginario popular de ricas historias que contar al amor de la lumbre, agazapados en bancos junto a las lareiras. Así fue como, durante esas andanzas de investigador de pacotilla, quisieron curarme males de aire, intentaron sanarme la caída de la paletilla e, incluso, se empecinaron en venderme leche de unicornio; pero no todo fueron sinsentidos. Además de supuestas meigas y curanderos de fama, también tuve la suerte de toparme con multitud de testimonios que me servirían para hilvanar los argumentos de aquella mi primera novela. Y, entre todos ellos, uno

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muy especial, uno de esos que sabe a humo y que lleva el aroma de los castaños, uno que habría de quedarse en mis recuerdos durante años hasta encontrar su sitio. GALICIA ANCESTRAL Fue en una taberna. Uno de esos pequeños figones en los que se mezclan la tienda de ultramarinos y la casa de comidas. Cercana al derribo, hecha de piedras viejas pintadas con líquenes. Estaba escondida en una ladera tejida de bosques, en algún lugar de los montes orensanos. Había allí unos cuantos parroquianos que desgastaban las mesas con el entrechocar de las fichas de dominó. En el aire flotaba el regusto de los potajes que sirven para combatir el frío. Y afuera llovía mansamente. Allí me topé con un viejuco arrastrado por la vida que dejaba pasar el tiempo luchando con aguardiente contra los malos recuerdos. El cepillo de pelo cano, la marca de la boina calada en la frente, las cejas espesas y los ojos clareados por la edad. También las manos encallecidas, mordidas por el reúma. Y los huesos frágiles que crujían con cada gesto. E incluso el alma cansada, rodeándolo con un aura de cansancio. Así era. Frente a él

había una botella de verde apagado y un vaso, uno de aquellos esmerilados, duro como el granito de los montes tras la puerta. Él me contó la historia. La guerra civil seguía pegada a sus pesadillas. Y me habló de ella sin mirarme a los ojos, dejando vagar los suyos por algún lugar a mis espaldas. Lo resumió todo con dos palabras: miseria y hambre. Y me explicó que había sido el hambre, dura e implacable, la que le había obligado a ofrecerse como alimañero. Porque en los duros años que siguieron a las batallas, mientras las rencillas aún eran brasas, ganarse el pan había sido el trabajo más duro. Así, junto a otro igual de desdichado, durante aquellos días del estraperlo, el viejuco había recorrido los valles. Daba caza a zorros, lobos y cualquier otro bicho de mala fortuna que se atreviese a interferir con los corrales o los rebaños. LA CAZA DE LA LOBA Entre largos tragos a aquel aguardiente que apestaba a refinería, me contó cómo, no muy lejos de allí, él y su compañero encontraron la horma de sus zapatos. Era un valle prieto, lleno de zarzales y bosques apretujados. Un lugar humilde espantado


por la guerra reciente. Y, pese a lo difícil del encargo, vaciaron unas cuantas loberas y mataron media docena de bestias. Una pareja, sin embargo, se les resistió. Por más que lo intentaron las dos fieras eludían siempre cepos y lazos. Parecían anticiparse, adivinar hasta la última de las añagazas de los dos tramperos y, en tanto, los días pasaban y las gentes de la aldea se impacientaban. Tras semanas de esfuerzo, mientras veían con miedo como la temporada terminaba y la sombra del hambre se alargaba, consiguieron, al fin, dar muerte a la hembra. Sin embargo, el gran macho, astuto y escurridizo, se les escapó. Aun así, como les picaban las botas por seguir persiguiendo la fortuna, llegaron a un acuerdo con los aldeanos; los convencieron y se convencieron de que aquel lobo vagaría solitario por las montañas sin fuerzas para atacar al ganado. Incluso juraron que la fiera estaba desahuciada, que huiría a las espesuras sin volver a molestar en los rediles. Así, la pareja de alimañeros se puso en camino para buscar otro valle en el que prestar servicios. El tiempo les demostró que se habían equivocado. A los pocos días hacían noche en una alquería que les habían cedido y, a una buena distancia de su fracaso, se disponían a dormir para encarar nuevas faenas en cuanto amaneciera. Ruidos de pisadas en el exterior los despertaron. Algo rondaba afuera y la preocupación les robó el sueño. Todo podía haber acabado ahí. Sin embargo, la madrugada siguiente aquellos rumores

El novelista del siglo XXI ENTRE OTRAS MILES DE COSAS –es un excelente repostero, criador de bonsáis, pescador, etc.–, mil y alguna más, Francisco Narla es piloto. Y no uno cualquiera, sino que se pone al frente de fortalezas volantes y ve el mundo desde arriba, desde donde puede tener una perspectiva de cómo es la lucha del hombre que ha logrado reducir la fuerza de la naturaleza. Precisamente, esa batalla del hombre contra la naturaleza está presente en su nuevo trabajo, Donde aúllan las colinas (Planeta, 2016). Y no nos olvidemos: aunque esté acorralada, al final la naturaleza siempre gana al hombre. Su aventura comenzó en 2009 con la publicación de Los lobos del centeno. El éxito que cosechó en una pequeña editorial fue motivo para que las grandes se fijaran en él. Entonces llegaron Assur y Ronin, en las que trasladaba al lector al mundo de los vikingos y de los nipones. Y es que casi siempre ha mezclado con sabiduría y buen hacer la historia y las fascinantes aventuras vividas por sus protagonistas. Después de estas obras, la editorial Planeta recuperó Caja Negra, una obra profética en la que habla de un piloto que, acuciado por los problemas, dedice matarse estrellando el avión que pilota, pero acaba así con la vida de sus pasajeros. Fue justo lo que ocurrió el 25 de marzo de 2015, cuando el copiloto del vuelo 9525 de Germanwings, Andreas Lubitz, estrelló su avión contra una montaña de los Alpes con 144 pasajeros a bordo. Aquel hecho está desde entonces insertado en la conciencia colectiva. Pues bien: la historia que relató en Caja Negra nuestro autor es casi, casi, igual. Son profecías que sólo puede tener un gallego…. Ahora llega su nuevo trabajo, Donde aúllan las colinas. El espíritu gallego que atraviesa sus venas está muy presente en esta obra. Se remonta a una historia tan fascinante como desconocida, que tiene que ver con la presencia en España de Julio César, el emperador romano que supo que si dominaba esta parte del mundo, su imperio sería aún mayor. En nuestra tierra, buscó los minerales que necesitaba para forjar su dominio y se enfrentó a la naturaleza. La historia acabó de cobrar cuerpo, como cuenta este artículo, por un reportaje en nuestra revista. Gracias a ello, nos sentimos parte de su trabajo. Y eso nos llena de orgullo y agradecimiento.

Los lobos y su enigmática conciencia...

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El castro de Baroña (A Coruña) estuvo ocupado hasta la época romana.

Quisieron curarme males de aire, intentaron sanarme la caída de la paletilla e, incluso, se empecinaron en venderme leche de unicornio crecieron. A las pisadas se unieron rasguños bajo los resquicios de la puerta. Y una noche más tarde, escucharon los primeros gruñidos avisándolos de que corrían peligro. Con el peso del miedo en los cogotes, convencidos de que aquel gran macho que habían dejado con vida los seguía, abandonaron los trabajos. Atemorizados, siguieron moviéndose hacia el este, hacia los campos enormes de Castilla que se prometían tras las montañas. Querían poner tierra de por medio, pero la bestia no cejó en sus empeños y fue tras ellos.

Busto de Julio César.

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EN BUSCA DE LA BESTIA Durante los días que siguieron, los dos tramperos fueron buscando cobijo de valle en valle, moviéndose siempre más lejos. Pero cada noche encontraban los gruñidos al otro lado de los postigos. Incluso oyeron el lamento de aullidos que prometían venganza. No tardaron mucho en pasar del miedo frío al terror helado. Creyeron que les

perseguía una bestia inmisericorde que les haría pagar por todos sus pecados. No los dejó en paz hasta que abandonaron tras ellos el pellejo de aquella hembra a la que habían dado muerte. Y se echó un trago de aquel aguardiente para mirarme a los ojos. Y yo pude ver el reflejo de aquel miedo antiguo, todavía vivo. Esa historia quedó grabada a fuego en mi memoria, revoloteando junto a muchas otras sobre el lobo, el señor de los bosques. Durante años no fue más que otra anécdota que contar, como aquella leche de unicornio que habían querido venderme. Pero entonces cayeron en mis manos algunos estudios y ensayos, trabajos en los que sesudos de prestigiosas universidades hablaban de etología animal y desvelaban cómo las bestias tenían algo más de conciencia de lo que pensábamos. En ellos se hablaba de compasión, de piedad, y también de venganza. Supe así que aquella historia tenía que convertirse en novela. Fui hablando con biólogos y veterinarios, leí cuanto pude sobre el lobo ibérico. Y, al tiempo, buscaba el decorado donde enmarcar la historia: si tenía que elegir a un hombre, a un período, a un pedazo de historia, no había mejor argumento que el de aquellos tiempos en que los hombres fueron los hijos de la Loba. Porque hubo una ciudad que se convirtió en imperio y que anegó el mundo conocido, una urbe grandiosa que nació al auspicio de una loba que amamantó a dos gemelos. Así rezaba la leyenda y así hablaban los textos. Roma no solo era Roma, era la Loba, y sus hombres eran los hijos de la Loba, y sus legiones eran las legiones de la Loba. Sin embargo, había siglos en los que bucear. Desde los humildes comienzos, al mayor esplendor; de la República vanagloriada a la caída desastrosa en manos de los bárbaros y la propia corrupción. Y, como a los dos alimañeros, los días me fueron pasando por encima sin que yo encontrara el marco que necesitaba para mi novela. Sin embargo, sintiéndome responsable hacia una historia que prometía, seguí rebuscando, leyendo cualquier cosa que caía en mis manos sobre Roma. Así fue como, por casualidad, salí del quiosco de un aeropuerto con la solución bajo el brazo en forma de páginas impresas. Había comprado un ejemplar de esta misma revista. Y en aquel número de Historia de Iberia Vieja había un artículo muy especial, uno que hablaba de la desconocida presencia de Julio César en lo que hoy llamamos Hispania. Así encontré al


Los hijos de Roma fueron los hijos de la Loba.

enemigo de mi lobo. Así cerré el círculo de aquella historia en aquella taberna. JULIO CÉSAR EN HISPANIA Algo sabía ya de los días que el controvertido Julio César había dedicado a estos pagos. Pero descubrí mucho más. Al poco de cumplir treinta años, la edad mínima, el hombre que se enfrentaría al lobo de mi relato fue elegido como cuestor; el primer cargo político que desempeñaría en su vida. El joven César llegaría a la provincia de la Hispania Ulterior en el verano del año 69 a.C. para ejercer como juez y recaudador de impuestos en un territorio que, a día de hoy, vendría a solaparse, más o menos, con el sur de Portugal, un pellizco de Extremadura, otro de Castilla la Mancha y la casi totalidad de Andalucía. No lejos de Cádiz, a los pies de una estatua del inconmensurable Alejandro Magno en el Templo de Hércules, sito en el islote que hoy se conoce como Sancti Petri, tuvo una epifanía. Julio César lloró ante la imagen del general macedonio, movido por la grandeza del conquistador, pues Julio César cayó en la cuenta de que contaba con una edad similar a la de aquella leyenda tallada en piedra y que, para su disgusto, mientras el conquistador del imperio persa había tenido tiempo de dejar una huella indeleble en la memoria de los historiadores, él no había hecho más que darse a conocer en la arena política de Roma. Adonde regresó para seguir escalando en sus ambiciones.

Julio César respondió que más valía ser el primer hombre de un pueblo como Hispania que un segundón en Roma Al cabo, en el año 61 a.C. obtuvo el cargo de propretor para volver a estas tierras, ahora con plenos poderes. Y se cuenta que, en su círculo íntimo, tras ser cuestionado sobre el valor de gobernar lugar tan miserable, Julio César respondió que más valía ser el primer hombre de un pueblo como aquel que un segundón en Roma. La historia le reservó un destino especial a Hispania en la vida del general, porque, después de conquistar las Galias y alzarse hasta un poder casi absoluto, se embarcaría en el final de la República al dar pie a la guerra civil. El joven general contra el viejo león. Julio César se jugó el dominio de Roma contra Cneo Pompeyo y, tras muchas vueltas a un lado y a otro del Mediterráneo, puso fin a la lucha en algún lugar soleado del sur español que sería recordado como Munda. Y, precisamente, tal y como mencionaba aquel artículo, tras auparse al poder, tras vencer a su enemigo, por algún motivo que desconocemos, en lugar de correr a los brazos de Cleopatra, en vez de regresar a Roma para poner su talón sobre el Senado, Julio César se demoró tres meses en territorios hispanos para hacer no se sabe bien qué. Damos por hecho que estuvo en Cádiz de nuevo, repartiendo jubileos y

proclamas, y también que visitó la actual Calpe para verse con su sobrino Octavio Augusto, el que habría de sucederle y convertirse en primer emperador. Pero poco más sabemos, como bien decían aquellas páginas de Historia de Iberia Vieja. Y fue esa laguna la que me dio una idea que se enlazó con otra vieja ocurrencia, una que cualquiera que hubiera viajado desde Galicia hacia la capital por carretera hubiera podido tener. Al pie de la misma autovía, quedan los restos de las grandes extracciones de oro que comenzaron justo cuando Octavio Augusto se hizo con el poder de Roma, tras acabar con Marco Antonio y puede que, incluso, con el hijo que había tenido Cleopatra con el mismo Julio César. Monte Furado, Las Médulas; son solo dos ejemplos que dan sentido a la contabilidad de la época, pues en aquellos tiempos del imperio, diez toneladas de oro salían cada año del noroeste español para alimentar a la Loba. Así fue como terminé de entretejer la historia de mi lobo, y no hubiera sido posible de no haberse cruzado en mi camino una revista. Gracias, mis queridos amigos de Historia de Iberia Vieja. ■

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o m s i n r


Arte en curva A mediados del siglo XIX la tradición artística europea parecía anquilosada en las formas heredadas de la Revolución Industrial, ejemplificada por la arquitectura de hierro y cristal. Fue entonces cuando una generación de jóvenes artistas se propuso renovar el arte dándole una impronta más libre. La línea curva en la decoración reemplazó las líneas rectas de inspiración realista, y la iconografía recurrió a las fuentes de la naturaleza o los elementos exóticos y fantásticos. El modernismo, un estilo netamente europeo, se manifestó con fuerza en Bélgica, pero pronto arrebató a los creadores españoles. Gaudí fue su antorcha más luminosa. Pero hubo más, muchos más... ALBERTO DE FRUTOS

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Dossier gráfico PALACIO EPISCOPAL DE ASTORGA (LEÓN)Y HOSPITAL DE LA SANTA CRUZY SAN PABLO (BARCELONA) El mayor representante del modernismo en España fue Antonio Gaudí. A la izquierda de estas líneas, podemos admirar una de sus mejores obras fuera de Cataluña: el Palacio Episcopal de Astorga (León), que hoy alberga el Museo de los Caminos. Iniciado en 1889, sobresale el neogoticismo de su exterior, que le da un aspecto medieval. Abajo, el hospital de la Santa Cruz y San Pablo, obra de Lluís Domènech i Montaner, que dotó a la Barcelona de principios del s. XX de uno de los complejos modernistas más grandes de Europa. A su muerte continuó las obras su hijo Pere Domènech i Roura. La inauguración tuvo lugar en 1930.

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PALACIO GÜELL (BARCELONA) El modernismo surgió como un arte esencialmente urbano. Así, en el mismo corazón de Barcelona –en la calle Nou de la Rambla– se alza este palacio, confiado a Gaudí por Eusebi Güell para convertirlo en su residencia. La obra se encuadra en la etapa orientalista del genio reusense, poco menos que en la aurora de su carrera arquitectónica. Se inauguró en 1888, coincidiendo con la Exposición Universal de Barcelona, si bien tardaría dos años más en rematarse del todo. Su exterior se sirve de la piedra calcárea de Garraf, mientras que en el interior una cúpula de sección paraboloide, que le confiere ese aspecto cónico propio del arte bizantino, atrae todas las miradas.

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Dossier gráfico UN EDÉN DEL MODERNISMO Como ya hemos insinuado, el principal foco de modernismo en España fue Cataluña. Su situación geográfica hizo que fuera más permeable a las nuevas corrientes artísticas europeas. En este sentido, encontramos una de sus expresiones más cautivadoras en los jardines de Can Artigas, a la izquierda, diseñados por Gaudí en La Pobla de Lillet (Barcelona). Otro eximio representante del modernismo catalán fue Josep Maria Pujol, artífice de la Casa Bofarull (Els Pallaresos,Tarragona), con su técnica ornamental del trencadís. Nos desplazamos a Barcelona capital para recrearnos, primero, con la Casa Macaya de Puig i Cadafalch, bajo estas líneas. Su fachada se distingue por su blancura y el exquisito forjado de las rejas. La Antigua Casa Figueras de Antonio Ros Güell, en el ángulo inferior izquierdo de la página, es un inmueble en el que hay instalada una pastelería. A su vez, en pleno paseo de Gràcia, se alza la Casa Amatller, con el peculiar esgrafiado de su fachada.

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TRES OBRAS MAESTRAS El proverbial amor a la música de la ciudad condal aconsejaba la construción de un auditorio digno para su disfrute. Lluís Domènech i Montaner, a quien ya mencionamos con el hospital de la Santa Cruz y San Pablo, fue el responsable del Palau de la Música, hoy Patrimonio de la Humanidad. Su interior fue un logro mayúsculo para este movimiento, con elementos como la impactante claraboya de Antoni Rigalt. EnTerrassa se alza la Casa Alegre de Sagrera, sobre estas líneas, que conserva gran parte del mobiliario original y colecciones de porcelana oriental. A la derecha, la sede del Instituto Ramón Llull en el Palau del Baró (Tarragona), diseñado por Puig i Cadafalch con una bella fachada que recuerda a las góticas del norte de Europa.

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Dossier gráfico MADRID: UN ESTILO OCULTO José Grases Riera respiró los aires del modernismo en su Barcelona natal, y, tras desplazarse a Madrid, emprendió, entre 1902 y 1904, una de las mejores obras de este estilo en la capital, el palacio Longoria, sede de la SGAE desde hace 65 años. Los elementos de su fachada cristalizan en una rica y variada ornamentación, y en su interior resalta una escalera imperial circular. Otro edificio modernista de Madrid está ligado a las artes escénicas: el teatro Lara, que data de 1880, cuando fue construido por Carlos Velasco y Peinado como anexo a una casa de viviendas que se estaba construyendo en el solar. Su interior, bajo estas líneas, consta de un patio de butacas, dos pisos de palcos y un anfiteatro, pero su seña de identidad modernista es posterior: en 1916, Pedro Mathet y Rodríguez rehabilitó su fachada con esa “fórmula”.

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UN PASEO POR LA PENÍNSULA Otro arquitecto catalán, esta vez afincado en Teruel, Pau Monguió, ejecutó la Casa Ferrán (Teruel), a la izquierda de estas líneas. Erigida en 1910, alcanzó, junto con otras obras suyas en la misma ciudad, la consideración de Bien de Interés Cultural en 2007. En su fachada, dinámica y juguetona, se aprecia una decoración de inspiración vegetal y formas alambicadas. Sobre estas líneas, viajamos a la provincia de Alicante, donde se encuentra la Casa-museo modernista de Novelda, construida a principios del siglo XX por Pedro Cerdán. Se trata de un consumado ejemplo de este estilo, a base de madera tallada, estucos, cristales y mármoles. Sin salir de esta provincia, nos plantamos en la Casa del Pavo de Alcoy, abajo, cuyo curioso nombre proviene de las dos estatuas de este animal que flanquean la fachada. Se trata de un edificio residencial de Vicente Pascual en el que se prioriza, como viene siendo habitual, la rica ornamentación en la fachada.

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Dossier gráfico

PINTURA Y ESCULTURA Siguiendo la estela del parisino Le Chat Noir, en 1897 vio la luz en Barcelona la cervecería Els Quatre Gats. De Ramón Casas, maestro de la pintura, el cartel y el dibujo, era la tela que adornaba las paredes del establecimiento, hoy en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), en la que se representó él mismo con su amigo Pere Romeu en un tándem. En la imagen de abajo, una sugerente colaboración del artista con el multifacético Miquel Utrillo, interesado en las sombras chinescas. El Jardín de Montmartre de Santiago Rusiñol, sobre estas líneas, se cuenta también entre los fondos del MNAC. A propósito de la escultura modernista, hemos seleccionado para nuestro dossier gráfico la obra Reposo (1925), en los jardines Laribal de Barcelona, que Josep Viladomat esculpió a partir de un original de Manolo Hugué. Bajo esa figura, la escultura ecuestre de Jaime I en Valencia, obra en bronce de Agapito Vallmitjana inaugurada en 1891.

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El modernismo en la literatura

A la derecha de esta, el Desconsuelo de Josep Llimona, que no podemos perdernos en nuestra visita al MNAC. También en esta institución se conserva Eva, escultura en mármol que Enric Clarasó i Daudí presentó en la Exposición de Madrid de 1904.

EL MODERNISMO EN LA LITERATURA heredó del parnasianismo anterior la búsqueda de la perfección formal y del simbolismo la obsesión por la “vida secreta de las palabras”. El modernismo se movió entre esas aguas. No le interesaba la turbiedad romántica ni la frialdad realista, sino la calidad estética y la hondura conceptual de sus precursores parnasianos y simbolistas. Vinculado generalmente a la poesía, concernió también a la prosa, lo que puede suscitar alguna confusión respecto a sus vínculos con la Generación del 98. El gurú hispánico del modernismo fue el nicaragüense Rubén Darío, que, huelga decirlo, conocía perfectamente Francia –residió un tiempo en París–, y que se desplazaba con relativa frecuencia a España. Las oleadas de admiración que suscitaba entre los escritores que se estaban abriendo camino entonces, los Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, arriba, o Ramón María del Valle-Inclán, a la derecha, empaparon la literatura española de modernismo, es decir, de música y color, de amor y cosmopolitismo, de intimidad y crepúsculo. El modernismo echó raíces en ellos, y también en

Salvador Rueda, Manuel Machado, Francisco Villaespesa o Eduardo Marquina, algunas de sus figuras más emblemáticas. Súmese, a esa evidencia, la concreta situación de España en el contexto de la crisis finisecular: a poco que los nuestros estuvieran al tanto de lo que se cocía en la olla literaria, habrían olido el modernismo, y a poco que ojearan un periódico sabrían de la pérdida de las últimas colonias. Así, el lenguaje de Valle-Inclán comparte rasgos con la musicalidad modernista, a la vez que su alma se ahoga en el llanto por la situación del país.También Machado es un autor de pleno derecho del 98, pero sus primeras obras tienen la gracia huidiza y sensorial del modernismo. No son incompatibles. Si aceptamos que el modernismo nació con fecha de caducidad y fijamos esta en los prolegómenos de la PGM, podemos considerar que el 98 lo sobrevivió, ya que sus autores siguieron trabajando, muchos de ellos hasta avanzada edad. Pero esto no es exacto. Como decía Juan Ramón, el modernismo no fue un movimiento literario, sino una actitud vital que lo “alcanzó todo”,y por eso no murió, sino que se fue transformando en otra cosa, sin renegar de sus principios fundacionales ni del amor perpetuo al lenguaje.

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La exposición

La muestra sobre los vikingos desembarcó en Alicante y cautiva ya a sus miles de visitantes.

Exposición en el MARQ de Alicante

Vikingos El Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ) nos presenta la exposición Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del mar, que podremos disfrutar hasta el 16 de enero del próximo año. Se trata de una oportunidad única para conocer de primera mano los secretos de este pueblo legendario. El esfuerzo institucional ha sido considerable. Ahora, toca corresponder con una visita. ¡No os arrepentiréis! 80

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omisariada por Anne-Kristine Larsen, la muestra Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del Mar se compone de 663 piezas procedentes en su mayor parte del Museo Nacional de Dinamarca, que, en el museo alicantino, se exhiben en tres salas. Empecemos nuestro viaje… El poder de los vikingos, que se desplegó entre los siglos VIII y XI de nuestra era, se cimentó en su extraordinaria pericia como navegantes. No importaba si surcaban las aguas en embarcaciones ligeras, grandes navíos de guerra o barcos mercantes, su destreza a los remos de los drakkar no tenía parangón. El primer espacio está consagrado precisamente a la tipología de sus naves, y se complementa con las profesiones derivadas de ese arte: la de guerrero y la de mercader. Entre los objetos expuestos, encontramos un timón lateral o una espada tipo Ulfberht. Pero, ¿qué era de los vikingos cuando permanecían en tierra? Su compleja organización social merece también el interés de los responsables de la muestra, que nos desvelan, en la segunda sala, las circunstancias de su vida cotidiana a

Los vikingos fueron grandes comerciantes, colonos, exploradores, ingenieros, arquitectos y artesanos través de sus viviendas o del estudio de las clases sociales que articulaban la sociedad normanda, desde el rey y la reina en lo más alto de la pirámide a los estratos populares. DEL PAGANISMO AL CRISTIANISMO Otro aspecto inexcusable para comprender los entresijos de cualquier civilización es su fe. El panteón vikingo nos inicia en un culto que enriquecieron numerosos mitos escandinavos, y es que, antes de asimilar el monoteísmo cristiano, el temor a Odín o Thor jalonó sus vidas. Entre las piezas expuestas sobresale una réplica de la vistosa piedra de Jelling, del reinado de Harald Bluetooth, quien proclamó en ella su bautismo (965), estableciendo así el fin del paganismo y la adopción del nuevo culto religioso por su pueblo.

Centenares de piezas ilustran la vida cotidiana de este pueblo de guerreros.

El Museo Arqueológico de Alicante FUNDADO EN 1932 con el fin de difundir el patrimonio arqueológico de la provincia, el Museo Arqueológico Regional de Alicante (MARQ) ha acogido en estas últimas décadas infinidad de muestras temporales de altísimo nivel, desde la consagrada al Tossal de Manises en 1985 a Romanos contra romanos. Sertorio y las guerras civiles en el sudeste de Hispania, clausurada el pasado mes de abril, pasando por Argantonio, El Señor de Sipán, o los tesoros asirios del British Museum. Dirigido en la actualidad por Manuel H. Olcina Domènech, el MARQ colabora con algunas de las más prestigiosas instituciones culturales del mundo y, en 2004, recibió el premio al Mejor Museo Europeo del año.

Por su parte, el papel de la mujer sigue suscitando el interés de los arqueólogos y, en este sentido, la muestra incluye la figurilla de la Valquiria de Hårby, que representa a una guerrera con una espada y un escudo circular. Y tomad nota: en la última sala se analizan también las frecuentes incursiones vikingas en la península Ibérica a partir del siglo IX. Denominados “lordomani” por los cristianos y “mayus” por los árabes, los vikingos no echaron raíces en nuestro suelo, pero el eco de sus ataques fue muy duradero, tal como nos informa la sección sobre sus incursiones en el Emirato Omeya de Al-Andalus. ¡SUS CASCOS NO TENÍAN CUERNOS! Gracias a esta muestra, descubriremos que el hacha era su arma preferida y desterraremos para siempre la arraigada fantasía de que los vikingos llevaban cascos con cuernos, así como su carácter brutal. No es cierto ni lo uno ni lo otro. Qué duda cabe de que su “presentación en sociedad”, con el asalto en 793 del monasterio de Lindisfarne, al noreste de Gran Bretaña, fue muy sangrienta; pero los vikingos nos legaron también una poderosa y feraz cultura: cultivaron el comercio con sus vecinos, hicieron prosperar la ingeniería merced a sus novedosos barcos, que les llevaron a tierras hasta entonces ignotas, y fomentaron las artes constructivas mediante sus complejos palaciegos. En resumidas cuentas, el objetivo de la exposición va más allá de renovar nuestro conocimiento científico sobre este pueblo: en última instancia, aspira a superar las barreras culturales, lo que no es poco. “Durante los próximos meses –sostiene el presidente del Gobierno Provincial de Alicante, César Sánchez– el MARQ será una ventana de Alicante al mundo”. Con la ayuda de la fundación ASISA y Caja Murcia, Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del Mar es por derecho propio una de las citas culturales del año. No podéis perdérosla. ■

MÁS INFORMACIÓN Vikingos. Guerreros del Norte. Gigantes del Mar

HASTA EL 16 DE ENERO DE 2017. MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL DE ALICANTE WWW.MARQALICANTE.COM PL. DOCTOR GÓMEZ ULLA S/N - 03013 ALICANTE TEL.: 965 149 000

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La Gran Redada

contra los gitanos El siglo XVIII fue testigo del triunfo de las ideas surgidas de la Ilustración, corriente de pensamiento que con sus aportaciones filosóficas, políticas, científicas y sociales cambió la percepción de la cultura occidental. Pero en la España de aquel Siglo de las Luces, como acabó siendo definido debido a su trascendental influencia en el devenir humano, hubo un episodio especialmente sombrío con un componente racista que nos situó en uno de los momentos más tenebrosos de nuestra historia. JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ GARVI

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esulta difícil fijar con precisión cuando se produjo la llegada de los gitanos a la Península Ibérica. Las primeras noticias sobre su presencia las encontramos al comienzo del siglo XV, cuando se detectó su paso por Aragón en su peregrinaje hacia Santiago de Compostela. Los reyes Alfonso V El Magnánimo y Juan II concedieron salvoconductos a estos egiptanos, llamados así al creerse erróneamente que venían de Egipto, para que pudieran atravesar los territorios bajo su autoridad sin ser molestados. Con el paso de los años los gitanos se extendieron por los diferentes reinos hispanos, gozando de completa libertad de movimientos. Durante la primera mitad del siglo XV las relaciones entre esta etnia y las poblaciones locales se caracterizaron por una convivencia pacífica, aunque no se llegó a producir una completa integración. El ascenso al trono de los Reyes Católicos cambió radicalmente esta situación, ruptura

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que se debió fundamentalmente al deseo de los monarcas de conseguir una homogeneidad política, social, religiosa y cultural en sus dominios, pretensión que no encajaba con el modo tradicional de vida de los gitanos. Buscando ese ideal de pensamiento único, la Pragmática de Medina del Campo, promulgada en 1499, dio a los gitanos un corto plazo de apenas dos meses para que se establecieran en un domicilio fijo, buscasen un oficio al que dedicarse y abandonaran definitivamente sus costumbres nómadas y su idioma. En caso de que no lo hicieran se enfrentaban a una pena de cien azotes. Si eran reincidentes por segunda vez, se les cortarían las orejas para después ser enviados a prisión cargados de cadenas donde permanecerían sesenta días antes de expulsados de los reinos de la Monarquía. Los que aun así se negasen a la integración serían reducidos a esclavos de por vida. Siguiendo con esta tendencia, en 1539 se pretendió forzar su sedentarización bajo la amenaza de condenas a seis

años de galeras para los varones gitanos que se resistieran. En 1570, Felipe II prohibió la llegada de gitanos a las posesiones americanas, al mismo tiempo que ordenaba el regreso inmediato a la Península de los que ya se encontraban allí. En aquella época ya se habían producido algunos problemas de convivencia derivados del ambiente de exclusión y marginalidad al que este pueblo había sido relegado, creándose en torno a los gitanos una imagen con connotaciones peyorativas que caló profundamente en la sociedad de entonces, juicio que se ha mantenido prácticamente hasta nuestros días. Esta situación dificultó su asimilación, permitiendo que conservaran unas señas de identidad cultural que han perdurado inalterables durante siglos. FORZADOS A GALERAS Debido al gran número de bajas producidas en la Batalla de Lepanto entre los galeotes que impulsaban las galeras, se hizo necesaria la adopción de


El pueblo gitano siempre ha estado rodeado de un aura de leyenda que inspirรณ a los artistas romรกnticos.

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Historia moderna

Durante el reinado de los Reyes Católicos se promulgaron medidas contra los gitanos.

Buscando acabar con su presencia en la Península, a lo largo del siglo XVI las autoridades tomaron decisiones aún más expeditivas medidas extraordinarias para cubrir la demanda urgente de nuevos brazos. Con ese propósito se ordenó una leva general que se centró en los varones gitanos aptos para empuñar un remo, amparándose en la legislación represiva de 1539 que ya existía contra ellos. Así, en el invierno de 1571 se dispuso que todos aquellos que no tuvieran una residencia fija sirvieran como forzados sin sueldo, mientras que los que vivían sedentariamente serían reclutados para bogar como buenas boyas, nombre que recibían los remeros libres que recibían un pequeño sueldo. Se calcula que el número total de varones de etnia gitana reclutados a la fuerza en esta redada no superó los trescientos, aunque al final sólo

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un centenar de ellos acabarían en los bancos de remos de las galeras. Los escrúpulos de conciencia de algunas autoridades municipales ante las súplicas de los retenidos evitaron que el resto pudiera acabar padeciendo las atroces condiciones de vida que soportaban los galeotes a bordo de los barcos. Buscando acabar definitivamente con la presencia de gitanos en la Península, a lo largo del siglo XVI las autoridades tomaron decisiones aún más expeditivas para acabar con un problema que consideraban que afectaba al mantenimiento del orden público. En 1594 las Cortes de Castilla ordenaron la separación entre hombres y mujeres de etnia gitana buscando la “…extinción de la

Alfonso V El Magnánimo concedió salvoconductos de paso a los gitanos.


Los jóvenes nómadas eran detenidos en redadas contra vagabundos y maleantes, convirtiéndose en mano de obra forzada raza”, método para evitar su reproducción que nos recuerda a siniestros episodios de la historia reciente de Europa. La persecución contra los gitanos perduró en España a lo largo del siglo XVII con diferentes altibajos. En 1633 se promulgó una nueva pragmática por la que se les negó su identidad como pueblo, al mismo tiempo que se prohibió el uso del término “gitano” para referirse a ellos. Ante las constantes necesidades bélicas del Imperio, a finales de 1639 se ordenó una nueva redada para capturar al mayor número posible de gitanos varones que debían servir a la fuerza a bordo en los bancos de remos de las galeras. En el transcurso de esta leva se detuvo a medio millar de sujetos, de los cuales unos doscientos sufrieron ese terrible destino. ANTECEDENTES Teniendo en cuenta estos antecedentes, durante las primeras décadas del siglo XVIII se mantuvieron las políticas discriminatorias contra los gitanos,

propensión que no tardaría en traspasar una peligrosa línea. Por una pragmática de 1717 se había obligado a las diferentes comunidades gitanas de la Península a fijar su residencia en un determinado número de ciudades y pueblos con la intención de asimilarlos al resto de la población. En 1746 se amplió el número inicial de localidades que debía albergarlos, pero debido a la lentitud con la que se realizaban los procesos burocráticos para proceder a su realojo, Madrid estaba lleno de gitanos a la espera de que les fuese comunicado su lugar de destino. La intervención personal de Fernando VI agilizó los trámites, permitiendo el reasentamiento de ochocientas familias. En la España de mediados del XVIII los altos índices de criminalidad se habían convertido en un grave problema de orden público. Caminar por las calles de las grandes ciudades y viajar por los caminos eran actividades de alto riesgo debido a la amenaza de delincuentes y

Felipe II prohibió expresamente la llegada de gitanos al Nuevo Mundo.

bandas de forajidos que acechaban a sus desprevenidas víctimas ante la pasividad y la inoperancia de las autoridades. Buscando posibles culpables a los que acusar de este aumento de la inseguridad, los gitanos pronto se convirtieron en un blanco fácil al que incriminar sin pruebas. Los jóvenes nómadas eran a menudo detenidos en redadas periódicas contra vagabundos y maleantes, convirtiéndose en mano de obra forzada en arsenales navales y en la construcción de infraestructuras públicas. Pero en 1745 se produjo un endurecimiento de la

Desde el siglo XVII se aplicaron penas a galeras entre los hombres de etnia gitana.

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El archivo de Requena (Valencia) conserva numerosos documentos sobre su comunidad romaní en el siglo XVIII.

El marqués de la Ensenada, impulsor de la Gran Redada de 1749.

La gran redada, conocida también como Prisión general de gitanos, se fijó como objetivo la detención de los sujetos de esta etnia represión cuando por Real Cédula del 30 de octubre se extendió la pena de muerte, hasta entonces aplicada a aquellos gitanos que formando parte de cuadrillas fueran sorprendidos con armas de fuego, a todos los que fueran identificados fuera de su vecindario, aunque estuvieran desarmados. El texto de la ley no dejaba ningún lugar a dudas al señalar que en ese caso sería “…lícito hacer sobre ellos armas y quitarlos la vida”. UN PLAN MEDITADO A principios del verano de 1749 se decidió poner en práctica un siniestro plan que se llevaba gestando desde hacía tiempo para erradicar a los gitanos de España. Impulsado por Gaspar José Vázquez

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Tablada, obispo de Oviedo y Presidente del Consejo de Castilla, y por el Secretario de Estado Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, contó con el apoyo de Fernando VI, que dio luz de verde a La gran redada, conocida también como Prisión general de gitanos, operación que se había fijado como objetivo la detención de todos los sujetos de esta etnia. La operación, diseñada por la Secretaría de Guerra como si se tratase de una acción militar, se mantuvo en el más absoluto secreto. A tal efecto se prepararon minuciosas instrucciones para cada ciudad que debían ser entregadas al corregidor por un oficial del ejército con órdenes expresas de

que fueran abiertas ante él en la fecha fijada. Este último aspecto era de vital importancia para conseguir que se actuase coordinadamente y por sorpresa en todo el país. Las Capitanías Generales fueron las encargadas de seleccionar a las tropas que debían realizar los arrestos. Para salvaguardar el secreto evitando posibles filtraciones, ediles, militares y soldados no conocían la naturaleza del contenido de las cartas lacradas. En su momento, estaba previsto celebrar reuniones en las distintas ciudades para coordinar las acciones del Ejército y los alguaciles, fuerzas de orden público que en caso necesario debían rodear barrios y cortar calles para evitar posibles huidas. En las instrucciones remitidas se describían las actividades y modo de vida de los que debían ser detenidos durante la redada, aunque no se mencionaba la palabra “gitano”, de uso prohibido por pragmáticas anteriores. Quedaban excluidos aquellos sujetos con oficio conocido y las familias con arraigo en el vecindario. Tampoco debía actuarse contra las mujeres gitanas casadas con hombres que no fueran de esa etnia, circunstancia eximente que en caso contrario no era aplicable. Como medida extrema se autorizó el uso de la fuerza, incluso la aplicación sumarísima de la pena de horca para los fugados. En caso de que los huidos buscasen refugio en terreno sagrado, el marqués de la Ensenada se sirvió del cardenal Valenti Gonzaga, nuncio del


Los gitanos fueron separados en dos grandes grupos. Por un lado, los varones mayores de siete años, y por otro, las mujeres y los niños Vaticano en Madrid, para obtener del Papa permiso para excluir a los gitanos del asilo eclesiástico. El miércoles 30 de julio de 1749 se puso en marcha la operación preparada con tanto sigilo ante el miedo mostrado por los perseguidos y el estupor de muchas autoridades locales, que no comprendían el sentido de aquella redada. Algunos regidores incluso se negaron a obedecer unas órdenes que consideraban injustificadas. Estas reacciones no impidieron los arrestos, al mismo tiempo que se consultaban los datos de los censos para identificar a los miembros de cada familia y se interrogaba a los detenidos sobre el paradero de los huidos. VÍCTIMAS INOCENTES Las reacciones ante la redada por parte de las comunidades e individuos de etnia gitana fueron diversas. Algunos colaboraron con las autoridades, llegando a denunciar a aquellos que estaban escondidos o habían huido. Los conatos de resistencia fueron

duramente reprimidos, produciéndose algunos muertos entre los que intentaron escapar. Otros, en cambio, se dejaron conducir dócilmente a prisión, confiando en que pronto se resolvería lo que creían ingenuamente que era un malentendido. Tras los arrestos se ordenó que los gitanos fueran separados en dos grandes grupos. Por un lado, todos los varones mayores de siete años, y por otro, las mujeres y los niños. Siguiendo con el plan previsto, los primeros fueron enviados a trabajos forzados en los arsenales navales, mientras que las mujeres con sus hijos pequeños fueron encerradas en cárceles o fábricas. El objetivo que se perseguía era la separación de las familias, impidiendo así el contacto entre hombres y mujeres para evitar nacimientos. La posibilidad de deportarlos al continente americano se descartó debido al elevado coste que hubiera supuesto la medida. Los hombres fueron destinados a los arsenales de Cartagena, Cádiz y Ferrol, lista que se amplió posteriormente a las minas de Almadén y algunos presidios

El modo de vida del pueblo gitano siempre se ha relacionado con costumbres nómadas.

del norte de África. Las mujeres y los niños menores de siete años fueron concentrados en las ciudades de Málaga, Valencia y Zaragoza. Cuando las madres fueron separadas por la fuerza de sus hijos mayores se produjeron algunas escenas desgarradoras. Desesperadas por la pérdida, algunas mujeres gitanas se enfrentaron a las autoridades, como ocurrió en la Real Casa de Misericordia de Zaragoza, donde se produjeron varios intentos masivos de fuga y graves motines. Siguiendo las detalladas órdenes contenidas en las instrucciones, se

La “diáspora” romaní

Jóvenes gitanos, cuadro del pintor academicista francés WilliamAdolph Bouguereau.

SE CONSERVAN ESCASOS documentos que puedan ayudarnos a conocer la verdadera procedencia del pueblo rom o romaní, circunstancia que ha dado lugar a que se elaboren todo tipo de leyendas sobre los gitanos. Estudios genéticos y lingüísticos recientes sitúan su origen en la India, desde donde partieron en torno al siglo X, iniciando una diáspora que los conduciría a la convulsa Europa del Medievo. Su llegada a las naciones occidentales del continente puede datarse en torno al siglo XV. En las páginas miniadas de la obra Temoignage d’un bourgeois de Paris, “Testimonio de un ciudadano de París”, crónica anónima de los reinados de los monarcas franceses Carlos III y Carlos IV durante la Guerra de los Cien años, se detallaba su llegada a Francia, donde por su extraño aspecto y comportamiento bohemio despertaron la curiosidad del pueblo. Sin embargo, estas primeras muestras de simpatía hacia los recién llegados no tardaron en transformarse en recelo y rechazo. Las presiones contra su presencia hicieron que las autoridades decretasen su expulsión de la ciudad. Sin abandonar sus costumbres nómadas y dedicándose a oficios itinerantes, algunos relacionados con el espectáculo y la práctica de artes adivinatorias, grupos de gitanos recorrieron las principales ciudades europeas. Con el tiempo, muchos adoptaron un modo de vida sedentario. En España, Sevilla era la provincia con mayor población de etnia gitana en el momento en que se ordenó La gran redada de 1749.

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En los arsenales LA SITUACIÓN PROVOCADA por la persecución contra los gitanos desbordó las capacidades de los arsenales. En el de Cartagena no había sitio para albergar a los seiscientos hombres que fueron enviados, encerrándolos en decrépitas galeras destinadas al desguace que sirvieron como prisión flotante. En Cádiz, el gobernador del arsenal de La Carraca tuvo que habilitar las naves donde se almacenaba la estopa con la que se cubrían las juntas del maderamen del casco de los barcos, lugares que no reunían las más mínimas condiciones de salubridad para albergar a los más de mil gitanos puestos bajo su custodia. Tampoco podía garantizar su manutención y temiendo un motín el gobernador escribió al marqués de la Ensenada para pedirle encarecidamente que no le enviase más prisioneros. Sin embargo, sus ruegos no fueron atendidos y siguieron llegando nuevas cuerdas de presos. Mientras tanto, la situación en los arsenales se deterioraba por momentos. Los hombres, recluidos contra su voluntad, protestaron ante aquella injusticia con plantes que irritaban a los encargados de su custodia. En un principio se había pretendido que los gitanos sirvieran como mano de obra barata para cumplir los ambiciosos planes del marqués de la Ensenada, deseoso de construir una gran flota que devolviese a España el prestigio en los mares, pero pronto se hizo evidente que su contribución forzosa, lejos de resultar una ventaja, constituía un lastre. Ante una situación que amenazaba con escaparse de las manos, la respuesta del marqués de la Ensenada fue presionar para que se emplease mano dura contra los irreductibles, empleando grilletes y castigos físicos, incluso tensando la cuerda de la horca si era preciso, pero las amenazas no consiguieron doblegar a unos hombres que ansiaban recuperar su libertad.

Los recursos necesarios para financiar toda la operación debían obtenerse de los bienes confiscados de los detenidos procedió a la deportación inmediata de los gitanos. Los recursos necesarios para financiar toda la operación debían obtenerse de los bienes confiscados de los detenidos, que una vez subastados debían servir para pagar los gastos derivados de la operación. Pero los

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problemas logísticos y administrativos derivados del traslado dieron lugar a un caos organizativo que intentó resolverse improvisando sobre la marcha. Se decidió que algunos castillos y guarniciones militares sirvieran para alojar provisionalmente a los

Imagen moderna del arsenal de Cartagena.

Carlos III decretó el indulto a los gitanos perseguidos.

deportados, centros de internamiento en los que fueron hacinados en condiciones inhumanas. En algunas ciudades como Málaga se cerraron y vaciaron algunos barrios que fueron convertidos en guetos mientras se buscaba otra solución alternativa. Mientras tanto, el Consejo de Castilla se vio desbordado por la gran cantidad de consultas que llegaban desde todos los rincones de la península con preguntas sobre cómo se debía proceder ante los casos dudosos. A principios de septiembre, el marqués de la Ensenada


El cardenal Valenti Gonzaga, nuncio del Vaticano en Madrid.

se reunió con sus consejeros para analizar la marcha de La gran redada. El ministro no se mostró demasiado satisfecho por los resultados cuando declaró, “Falta lo principal, que es darles destino con que se impidan tantos daños y extinga si es posible esta generación”, palabras que aclararon sus verdaderas intenciones. MARCHA ATRÁS Tuvieron que transcurrir varios meses hasta que los ministros y consejeros del rey se dieron cuenta de las arbitrariedades cometidas contra el pueblo gitano durante el desarrollo de La gran redada. La mayoría de los detenidos eran personas inocentes que llevaban un estilo de vida sedentario, completamente integradas en sus comunidades donde ocupaban un importante papel en las economías locales. Por el contrario, los que se dedicaban a delinquir lograron escapar de la persecución. En octubre de 1749 se dictaron nuevas órdenes en un intento por corregir esa situación, instrucciones que tan solo sirvieron para aumentar la confusión. Las protestas de funcionarios, mandos militares y ayuntamientos empezaron a acumularse sobre la mesa del marqués de la Ensenada, quejas que se sumaron a los numerosos recursos presentados por las víctimas de la represión. Con exasperante lentitud se decidió poner en libertad a aquellos casos dudosos, medida que provocó un nuevo problema cuando llegó el momento de

Fernando VI y su esposa, doña Bárbara de Braganza.

Carlos III, el nuevo rey, les concedió el indulto, pero la lentitud de la burocracia del régimen absolutista impidió su aplicación inmediata restituir a sus propietarios los bienes que les habían sido confiscados y vendidos en subasta. Mientras la situación empeoraba por momentos, el ministro del rey eludió su responsabilidad, culpando del caos generado a la gestión de sus subordinados. La solución definitiva a los graves problemas humanitarios y sociales causados por la Prisión general ordenada contra los gitanos no llegó hasta pasados varios años. Actuando con independencia de las órdenes llegadas desde la Corte, los arsenales liberaron a algunos grupos en 1763. Ese mismo año Carlos III, el nuevo rey, les concedió el indulto. Sin embargo, la lentitud de la burocracia del régimen absolutista impidió su aplicación inmediata. Hubo que esperar al 6 de julio de 1765, cuando la Secretaría de Marina emitió la orden de liberar inmediatamente a todos los gitanos que aún permanecían presos. Sin embargo, en algunos lugares el indulto se demoró demasiado. El 16 de marzo de 1767 recobraron su libertad dos gitanos que hasta entonces habían trabajado en las obras de construcción del camino que atravesaba la Sierra del Guadarrama. No fueron los últimos.

Algunos trabajadores forzosos de etnia gitana de los arsenales de Cádiz y Ferrol tuvieron que esperar hasta 1783, treinta y cuatro años después del inicio de La gran redada. Del estudio de los documentos de aquella época se puede determinar el número aproximado de individuos que fueron apresados, cifra que rondaría las ocho mil personas, sin contar las que consiguieron escapar y aquellas que no fueron incluidas en los listados debido a la confusión de los primeros días. Por el contrario, es imposible determinar cuántos murieron al resistirse a la detención o durante su cautiverio. La gran redada no puso punto final a la persecución de los gitanos en España. Cuando en 1772 se discutió la aprobación de una nueva legislación contra la población gitana, se hizo referencia a las medidas emprendidas contra ellos en 1749 durante el reinado de Fernando VI. Fue Carlos III quien ordenó que fuese retirada esa mención del texto, pues “…hace poco honor a la memoria de mi hermano”. A pesar de los esfuerzos de algunos gobernantes por esconder ciertos hechos, la vergüenza permanece imborrable en la memoria de los pueblos. ■

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Brujas

Acento español Un tranquilo paseo por las calles y los canales de la ciudad belga nos permite descubrir el, a menudo, desconocido pasado español de una urbe que se convirtió en nudo comercial de Europa durante la Edad Media y el Renacimiento. Viajamos hasta allí y nos encontramos con las huellas de lo importante que fue nuestro país. Nuestro objetivo no fue ajeno a ello. TEXTO Y FOTOS: JAVIER GARCÍA BLANCO

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Vista nocturna de la plaza Burg en Brujas.

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Aquí hay historia

A

comienzos de marzo de 1578 la ciudad de Brujas era un hervidero de rumores y gentes atemorizadas. Las tropas calvinistas del líder nacionalista flamenco François de la Kethulle de Ryhove, cuyos excesos en otras poblaciones vecinas se habían hecho tristemente populares, estaban a las puertas de la ciudad, y sus habitantes temían las consecuencias de una invasión que parecía inevitable. Entre las fuerzas vivas de la localidad, los miembros de la Cofradía de la Santa Sangre –hermandad establecida en la basílica del mismo nombre y depositaria de las sagradas reliquias procedentes de Tierra Santa– se mostraban especialmente preocupados. Los calvinistas no habían mostrado reparos a la hora de cometer pillajes y atentados sacrílegos en los templos católicos de otras ciudades flamencas, destruyendo imágenes de santos y otros objetos piadosos, así que urgía preparar un plan para preservar la reliquia con la sangre de Cristo, que según la tradición había recogido el mismísimo José de Arimatea, y que había llegado a Brujas de la mano del conde Teodorico de Alsacia en época de Cruzadas. Los cofrades se reunieron con premura y, tras algunas deliberaciones, decidieron encomendar la protección de la Santa Sangre a uno de sus hermanos más ilustres: Juan Pérez de Malvenda. Nacido en Brujas en 1511, este notable flamenco era hijo de Diego Pérez de Malvenda, un adinerado comerciante español que había llegado a la ciudad en 1498, después de dejar atrás su Burgos natal en busca de nuevos negocios en la entonces boyante localidad flamenca. Siguiendo los pasos de su padre, Juan se convirtió en uno de los hombres más prósperos de Brujas, desempeñando importantes cargos públicos –fue el primer concejal español de la ciudad, además de tesorero y magistrado del Franconato– y ejerciendo también como cónsul de los comerciantes españoles en la hermosa urbe. Los calvinistas invadieron finalmente la ciudad el 19 de marzo, pero por suerte la reliquia ya estaba a salvo. Pérez de Malvenda la había llevado a su domicilio, enterrándola en el jardín, y allí permaneció escondida durante algún tiempo, hasta que el español construyó una nueva mansión en la céntrica Wollestraat, llevándosela allí consigo. Cuando pocos años después las tropas de Alejandro Farnesio restablecieron la normalidad en la ciudad, las reliquias fueron

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Vista de un canal de Brujas, cerca de las calles que ocuparon los españoles.

La presencia española se hizo especialmente notable a partir del dominio peninsular sobre los llamados Países Bajos españoles devueltas a su lugar original, saliendo en solemne procesión desde la casa de Pérez de Malvenda, quien fue siempre recordado por su protección de la sagrada reliquia. Hoy en día la mansión de Malvenda sigue en pie, aunque fue reconstruida en estilo neogótico en el siglo XIX. Una de sus fachadas, la que se asoma a las aguas del canal próximo al Muelle del Rosario, muestra todavía una placa en la que se recuerda al insigne brujense de origen español. Lo mismo sucede en la puerta de entrada –la casa es hoy una popular tienda de recuerdos–, donde destaca el escudo de armas de su familia. UNA CIUDAD TOMADA POR COMERCIANTES Aunque muchos turistas españoles se sorprenden al descubrir el nombre de un paisano entre las casas del centro de Brujas, lo cierto es que el caso de Pérez de

Malvende es sólo la punta del iceberg. Desde comienzos del siglo XIII, y hasta inicios del XVIII, fueron muchos los españoles –en su mayoría comerciantes y soldados– que convirtieron a la hermosa y cautivadora ciudad flamenca en su nuevo hogar. Esta presencia española se hizo especialmente notable a partir del dominio peninsular sobre los llamados Países Bajos españoles, pero en realidad se remonta mucho más atrás. La primera mención documental sobre la presencia de españoles en Brujas se remonta al año 1280, fecha de un privilegio que menciona a comerciantes de nuestro país. Sin embargo, se sabe que ya en 1230 se estableció aquí una pionera colonia de mercaderes vascos –vizcaínos para más señas–, que se convirtió en punta de lanza para otras comunidades que llegaron desde la Península Ibérica: los siguientes en llegar fueron los aragoneses y catalanes (en 1330) y más tarde castellanos


Plaza del Markt.

Durante los siglos XIV y XV Brujas se convirtió en una de las ciudades más prósperas de toda Europa y navarros. Todos ellos acudían atraídos por la prosperidad comercial de la ciudad, auténtico núcleo de comunicación mercantil –en especial gracias a su comercio de lana– gracias a su ubicación estratégica y su pertenencia a la Liga Hanseática. El interés de la industria textil flamenca por la lana hizo venir a muchos comerciantes españoles, pues no en vano la lana de oveja merina era la más apreciada en aquellos siglos. Sin embargo, los mercaderes españoles también comerciaron con otros productos, como el hierro, el arroz y el aceite, entre otros. Durante los siglos XIV y XV Brujas se convirtió en una de las ciudades más prósperas de toda Europa, lo que explica que en ella se establecieran hombres de negocios y buscadores de fortuna de más de veinte nacionalidades. Los españoles se contaron entre los más numerosos e influyentes, y sus huellas –como la mansión de Pérez de Malvenda– todavía son visibles en muchos puntos de la ciudad. La llegada de comerciantes vascos, aragoneses, castellanos y navarros dio lugar a la creación de otras tantas agrupaciones y consulados de tales orígenes. Antes de la unificación de España, los mercaderes

Vista del campanario de Brujas, uno de los monumentos más típicos de la ciudad. La torre está anexa a la antigua lonja, lugar que frecuentaron los comerciantes españoles.

de distintos puntos de la península se regían por las mismas leyes que tenían en sus lugares de origen (los vizcaínos, por ejemplo, seguían las normas de la Universidad de los mercaderes y maestres de Bilbao, y los catalanes las del Llibre del Consulat de Mar) y cada uno tenía sus propios consulados. Esto motivo que en

algunos barrios de Brujas las autoridades cedieran inmuebles para acoger dichas delegaciones. En un principio castellanos y vizcaínos compartieron alojamiento y sede en el hotel de Jacques van der Bürse – perteneciente a la familia que dio origen a la bolsa local–, pero más tarde se establecieron en sedes independientes. Muchos de ellos,

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Grabado del libro Flandria Ilustrata, por Sanderus, en el que pueden verse el Hotel de los Castellanos (consulado) y el Hotel de la Torre, perteneciente a una familia española.

Vista parcial de la basílica de la Santa Sangre, en la plaza Burg.

En la Spajaardstraat se levantaba en tiempos el Hotel de los Castellanos, sede del consulado de los mercaderes de Castilla sin embargo, se reunieron en las mismas zonas, dando lugar a topónimos en el trazado urbano que todavía se mantienen, como la Spanjaardstraat (Calle de los españoles), Spaanske Loskai (Muelle de los españoles, a donde arribaban los barcos con mercancías de nuestro país) o Biskajerplaats (Plaza de los vizcaínos). En la Spajaardstraat se levantaba en tiempos el “Hotel de los Castellanos”, sede del consulado de los

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mercaderes de Castilla, una institución compuesta por tres edificios provistos de almacenes, cámara de audiencias, viviendas e incluso una taberna que servía “buen vino puro y sin mezcla alguna”. A un paso de este recinto se encontraba el Hotel de la Torre, una mansión de la familia De la Torre construida en 1560. El inmueble contaba con una elegante y fina torre que hacía referencia al emblema de la familia, uno

Estatua del pintor Hans Memling, quien retrató a varios comerciantes españoles establecidos en Brujas

de cuyos miembros, Juan de la Torre, fue precisamente cónsul de España y Castilla en la ciudad. Entre sus ocho hijos destacó Gaspar de la Torre, quien ejerció durante años como deán de la iglesia de Nuestra Señora. De estos dos edificios hoy apenas se conservan unos tímidos restos, pero podemos hacernos una idea de su aspecto gracias a un grabado de Sanderus para el libro Flandria Ilustrata. Muy cerca de allí se encontraba también la llamada “Casa Negra” (‘t Zwart Huus, en flamenco), un edificio que acogió la Oficina de Control de Pesos de los comerciantes hispanos. Otras familias llegadas de España tenían también sus viviendas en estas calles, como la de González de Aguilera, un comerciante que levantó su mansión en la Kipstraat (calle de la gallina), aunque poseía otros inmuebles cerca del Muelle de los Agustinos. Por su parte, el Consulado de los Vizcaínos se construyó cerca de la plaza que hoy lleva su nombre, muy cerquita del lugar en el que hoy se encuentra una estatua en honor del pintor Jan Van Eyck. En 1494 las autoridades locales cedieron a los mercaderes vascos dos inmuebles en esta zona para establecer su sede, pero ellos decidieron derribarlos y construir en su lugar un imponente edificio de estilo renacentista que ocuparon hasta 1578. Aragoneses y navarros también tuvieron sus propios consulados, y como testimonio de ello hoy se conservan sendos hoteles que aluden a tal hecho: el Hotel de Navarra y el Hotel de Aragón.


Escudo de la familia Pérez de Malvenda, en la vivienda que ocupó en la Wollenstraat.

La huella española sigue casi tan viva como en los siglos en los que Brujas fue una de las ciudades más importantes de Occidente

Retrato de un joven, posiblemente español o italiano, por Hans Memling en el Museo Thyssen de Madrid.

MONARCAS Y HUMANISTAS El dominio de la monarquía española sobre los territorios de los Países Bajos fue otro de las circunstancias que dejó su huella en la ciudad. En la plaza del Burg, una de las más importantes de la ciudad, es posible contemplar hoy en día la estrecha relación histórica entre España y Flandes. Este destacado y hermoso foro brujense, donde se ubica el Ayuntamiento, suele considerarse como una auténtica lección de arte, pues los edificios que allí se levantan ofrecen al visitante una variada muestra de estilos arquitectónicos.

Además de la basílica de la Santa Sangre –a cuya cofradía perteneció Pérez de Malvenda, como ya vimos–, destaca especialmente el bellísimo Ayuntamiento, un edificio de estilo gótico cuya fachada principal esta repleta de estatuas. Si nos fijamos en la segunda fila de esculturas –contando desde abajo–, y “leyendo” la fachada de izquierda a derecha, encontramos las figuras de Felipe el Hermoso –el esposo de Juana la Loca nació en la ciudad– y Margarita de Austria y, a continuación, de Carlos V, Felipe II, entre otros. En su interior, es posible contemplar retratos del cardenal infante don Fernando (Fernando de Austria), que fue gobernador de los Países Bajos españoles entre 1634 y 1641. Carlos V estuvo en Brujas durante su viaje a España, y en los edificios de la plaza hay también otras huellas de su presencia. En la llamativa fachada del Palacio de Justicia es posible distinguir –bajo la estatua que representa a la Justicia– el escudo del emperador, encuadrado por las columnas de Hércules. En otra de las fachadas de la plaza se encuentra el edificio del Franconato, en cuyo interior se conserva una espectacular chimenea de roble y alabastro realizada en memoria de

Carlos V. En ella destaca la escultura del emperador, pero también las efigies de sus abuelos Maximiliano de Austria, María de Borgoña, Isabel la Católica y Fernando de Aragón. Hoy ya no se conservan restos de ella, pero antiguamente en los aledaños de la plaza se levantaba la antigua catedral de San Donato, en cuyo suelo sagrado fueron enterrados muchos españoles. Uno de los más ilustres es el humanista Luis Vives, que vivió durante varios años en la ciudad, en la que murió en 1540. Una plaza de la localidad cuenta además con un busto que recuerda la memoria de este buscador del conocimiento. También fue enterrado allí Pérez de Malvenda, y otros personajes de importancia, que construyeron en el templo sus capillas familiares, como los Pardo, los Del Río o los Salinas. Los avatares históricos terminaron por arrebatar los Países Bajos españoles a la monarquía hispana, pero la huella española, ya sea en forma de edificios, calles o apellidos de no pocos belgas –que los heredaron de sus antepasados peninsulares que decidieron establecerse aquí– sigue casi tan viva como en los siglos en los que Brujas fue una de las ciudades más importantes de Occidente. ■

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La infancia del héroe

Los primeros pasos de

Blas de Lezo Blas de Lezo y Olavarrieta nació a principios de febrero de 1689 en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa). Fue el tercer hijo de los ocho nacidos del matrimonio entre Pedro Francisco de Lezo y Agustina de Olavarrieta. Estos son los datos escuetos pero hay que ir más allá para comprender algunos rasgos de su carácter. ¿Cómo era su familia? ¿En el seno de qué clase social nació y se crió? ¿Cómo fue su vida en Pasajes? Gonzalo M. Quintero Saravia nos lo cuenta en un magnífico ensayo, Don Blas de Lezo (Edaf, 2016), del que, por gentileza de la editorial, reproducimos el capítulo relativo a los primeros años de nuestro héroe. GONZALO M. QUINTERO SARAVIA

B

las de Lezo nació en el seno de una familia numerosa, cosa muy común en la España de la época. De hecho, en los primeros dieciséis años de matrimonio, solo hubo uno, 1692, en el que su madre no estuvo embarazada. En una familia en que cada dos años nace un nuevo miembro no hay príncipes destronados. No hay tiempo. Cada hermano asume el papel de protector de los que le siguen y se desarrolla un sentido de grupo, de clan, que le sería muy útil a la hora de vivir en un barco, donde la dependencia mutua es casi tan estrecha como en una familia. Embarcado no se discute la autoridad, como tampoco, en el

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siglo XVII, se le ocurriría a nadie discutir la autoridad paterna. Otro hecho interesante es que, por muy grande que sea una casa, y la de los Lezo no era precisamente un palacio, la intimidad entre tantos hermanos es un concepto que brilla por su ausencia. Esta estrecha convivencia sería otro buen entrenamiento para la vida marinera, pues en un barco el recurso más escaso siempre es el espacio. De los ocho hijos de doña Agustina y de don Pedro Francisco no todos sobrevivieron. Ello se infiere del hecho de que al sexto hijo, nacido en 1695, se le pusiera el mismo nombre que al cuarto, que vio la luz en 1691. ¿Cómo afectaría a Blas la muerte de José Antonio Jacobo,

que era el siguiente a él y del que le separaban solo un par de años? Para contestar a ello hay que situarse en la época. Hoy, cuando la mortandad infantil es casi nula, la pérdida de un hijo o un hermano es una tragedia que marca para siempre a toda la familia, pero hace tres siglos las cosas eran bien diferentes. La muerte de un niño era algo frecuente y, aunque ciertamente representaba un duro golpe, era algo que entraba dentro de lo previsible. Además, hoy la gente muere fuera de casa y raro es el niño que ha visto el cuerpo muerto de un ser querido. En la época, la muerte era algo que estaba íntimamente asociado a la vida por lo que se les consideraba dos partes de un todo.


Retrato de un Blas de Lezo ya maduro, que se cuenta entre los fondos de la Colecciรณn Condesa de Revilla-Gigedo.

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Fachada posterior de su casa natal.

Si a ello se añaden las fuertes convicciones religiosas para las que la muerte es solo el tránsito hacia un mundo mejor, se entenderá fácilmente que para el niño Blas el impacto de la muerte de su hermano no fuere tan devastador como lo hubiera sido para un niño de nuestros días. Esta proximidad con la muerte estaría también presente a la hora de vivir embarcado, pues las condiciones a bordo hacían que epidemias y enfermedades se cebasen con las tripulaciones, a lo que hay que añadir las bajas producidas por las acciones de guerra en un buque de la Armada. Esta fue la familia de Blas, su entorno inmediato, esencial a la hora de configurar el carácter de todo ser humano. Sus primeros años pasaron rodeado de hermanos en esta casa de San Pedro de Pasajes, pero, ¿qué nos dice su casa acerca del joven Blas? LA CASA DE LOS LEZO En el número 32 de la calle vieja o de San Pedro, aún se alza la casa de los Lezo. Se trata de un edificio que tiene dos fachadas, una sobre el puerto y otra sobre la calle de San Pedro. El aspecto de la fachada que da al puerto de Passaia no tiene nada extraordinario. Una casa de cinco alturas, con el tejado a dos aguas, típico de la arquitectura tradicional vasca. Una más en la vista de San Pedro desde el puerto.

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Grabado sobre la captura del Stanhope por Blas de Lezo, una de sus mayores gestas.

Es inevitable tener la sensación de falta de espacio. El único sitio que permite a la vista ir más allá es la mar Lo que se está buscando no se encuentra mirando hacia la casa sino desde ella. De este modo se observa cómo se abre al puerto, justo al otro lado de la ría. Aún hoy, los barcos de pesca atracan a los pies de la casa de los Lezo y no cuesta imaginarse al joven Blas asomado a las ventanas, imaginando lo que sería su vida abordo. La otra fachada de la casa, sobre la calle vieja o de San Pedro, transmite también muchas cosas. Una calle empinada y estrecha con la puerta principal debajo de un arco. Hoy hay una placa “al heroico marino d. Blas de Lezo”, colocada el 11 de noviembre de 1955, con el escudo de armas de los Lezo, ubicado allí tras la concesión del marquesado de Ovieco al hijo mayor de don Blas, pero no conviene

adelantar acontecimientos. Regresando a la vida del pequeño Blas, la ropa tendida da una sensación de vecindad que hace fácil imaginarse cómo seria esta misma calle a finales del siglo XVII. El empedrado respira viejas sensaciones y, cuando unos pequeños pasan jugando, no es difícil imaginar al niño Blas cruzando como un rayo en busca de sus hermanos para jugar en alguna de las plazas cercanas. Al rato, es inevitable tener la sensación de falta de espacio. Se mire donde se mire, uno se topa bien con la piedra labrada por el hombre, bien con la amenaza de las rocas cubiertas de verde del monte Jaizkibel. El único sitio que permite a la vista ir más allá es la mar. Y para cualquiera que tuviera alguna inquietud


Iglesia de San Pedro en Pasajes, obra de T. L. Hornbrook en la Diputación Foral de Guipúzcoa.

Una villa marinera

la mar sería la salida natural para sus ambiciones. Lo que impregna todo, ya sea el propio Pasajes, San Pedro o San Juan (ver recuadro), es su puerto. Así ha sido desde el principio, todo ha girado en torno a la mar. La ensenada donde se ubica el primigenio asentamiento de San Juan era de fácil defensa contra los ataques de piratas y corsarios, pues para proteger toda la bahía bastaba cerrarla con una pesada cadena de hierro. La pesca fue su primera actividad, a la que hay que añadir la caza, que no pesca, de la ballena. Balleneros vascos se hicieron presentes en Terranova antes incluso de que Colón llegase a América. De modo natural le siguió la construcción de barcos con la creación de los astilleros de Bordalaborda que fabricaron buques para el segundo viaje a América del genovés y para la circunnavegación de Magallanes y Elcano. A todo ello hay que añadir otra actividad marinera de vieja tradición: las “patentes de corso”. Por este medio, los

PASAJES, O PASSAIA EN VASCO, es una población muy antigua construida en torno a una ensenada donde está su puerto, pero, en realidad, son tres sitios distintos. El primero es Passaia propiamente dicho, en la orilla izquierda, que hoy está físicamente pegada a San Sebastián, donde están los muelles del puerto comercial. San Pedro, justo enfrente, es la zona que conserva un carácter marinero más marcado, ya que aquí atracan los barcos de pesca. Al otro lado del estuario, cruzando en barca, se halla Passaia Donibane, o Pasajes de San Juan, la parte más antigua, que con sus empinadas calles de piedra es la zona que mejor da una idea de cómo debía ser todo a finales del siglo XVII. La parte antigua, tanto de San Pedro como de San Juan, muestra ese carácter medieval donde las calles angostas hacen que las casas vecinas casi se toquen. Tras pasear durante un buen rato, superada la admiración por la belleza de sus casas de piedra y sus bajos arcos que cruzan la vía, el visitante se adentra en un túnel del tiempo…

Por la patente de corso, los particulares armaban navíos para hostigar a alguno de los muchos enemigos del imperio hispano particulares armaban a su costa navíos para hostigar a alguno de los muchos enemigos del imperio hispano, recibiendo como contrapartida el valor del buque y la carga, una vez deducida, eso sí, la parte correspondiente a la Real Hacienda. Prueba de ello es lo que, en 1663, declaraba el capitán Mateo de Laya, natural de Pasajes: Que de 1655 a 1660 navegué por Capitán de distintas fragatas del corso de la Escuadra Real del Norte, con patente de

S.M. Que en el transcurso de este tiempo apresé diferentes navíos de los enemigos de la Corona, y de entre ellos dos fragatas de guerra, la una francesa, con 20 piezas de artillería y 150 hombres, siendo capitán de ella un caballero de la Orden de San Juan, que también andaba al corso como nosotros, y la otra una fragata de turco, con 22 piezas de artillería y 380 turcos, la cual llevé a Cádiz, siendo Gobernador de las Galeras de España el Sr. D. Melchor de la Cueva, duque de Alburquerque.

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El personaje

La La partida partida de de bautismo bautismo Casas de pescadores en Pasajes de San Juan.

CIENCIA, MAR O CASA REAL En definitiva, pocos sitios como Passaia o Pasajes pueden presumir de tener un carácter marinero más marcado. Esta llamada de la mar sería aún más intensa para el joven Blas, ya que al ser el tercer hijo varón de los Lezo-Olavarrieta poco futuro podía brindarle su tierra natal de Passaia. La institución del mayorazgo hizo que en la España del antiguo régimen las perspectivas de los hermanos menores fueran muy limitadas. El hijo primogénito heredaba la casi totalidad de los bienes de la familia quedando los demás a sus propios recursos. Es tradicional el resumir las opciones que tendría en darle a elegir entre: “Ciencia, Mar o Casa Real”. ¿La ciencia? Blas de Lezo siempre fue un hombre más inclinado a la acción que al pensamiento, por lo que esta alternativa debía descartarse. Además la “ciencia” solía estar ligada a ostentar un cargo eclesiástico, lo que no parecería contribuir a hacer más tentadora esta idea. De las dos que quedaban, ¿por cual decidirse? Casa Real implicaba enrolarse en los ejércitos y la Mar significaba ir a buscar su suerte en las Indias, tal vez en el comercio. Puestas así las cosas, decidió Casa Real y la Mar. Sería militar, sí, pero marino. Era su salida natural, hacia donde todo parecía encaminarle. Queda ahora situar al joven Blas en su medio social. De sus padres sabemos

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LAS RELACIONES de sus padres con el resto de la nobleza local se infieren de la misma partida de bautismo de Blas, en la que figuran como padrinos Joseph de Lezcano y María Teresa de Olavarrieta, siendo relevante del primero que consta como caballero de la Orden de Santiago. De este último hecho no hay que extraer consecuencias apresuradas, sino poner las cosas en su justo término. En Guipúzcoa, provincia en la que está ubicada Passaia, es ancestral la reivindicación de hidalguía para todos sus hijos. Vieja tradición que hace que todo hijo de estas tierras se considerase hidalgo. Mientras que en Castilla la separación total con el pueblo hacía que los nobles no se codeasen con sus inferiores, en el Norte de la península Ibérica las cosas eran diferentes. De esta manera existía en Guipúzcoa un sentimiento de comunidad, rasgo distintivo que no se encontraba en el resto del Reino. Esta idea de comunidad sería muy importante en una vida como marino. En un barco todos dependen de todos, con el papel de cada uno marcado por una férrea disciplina, la conciencia de pertenecer al grupo, resulta indispensable.

Blas de Lezo sería militar, sí, pero marino. Era su salida natural, hacia donde todo parecía encaminarle


Don Blas de Lezo

GONZALO M. QUINTERO SARAVIA EDAF. MADRID (2016). 312 PÁGS. 20 EUROS.

que formaban parte de la pequeña nobleza local. Su familia había ganado expediente de nobleza en 1657 cuando se falló un juicio contradictorio contra los Ayuntamientos de San Sebastián y Pasajes, que le negaban ciertos derechos. Su tatarabuelo, don Pedro de Lezo, había sido regidor, alcalde, de Pasajes a principios del siglo XVII, y entre sus antepasados se encuentra el religioso don Domingo de Lezo, catedrático de filosofía y obispo electo del Perú, y que murió en Sevilla en 1574. Otro dato interesante, y que sin duda influiría en el ambiente marino de la familia, es que su abuelo fuera don Francisco de Lezo y Pérez de Vicente, capitán de mar y propietario del galeón Nuestra Señora de Almonte y San Agustín. Todo ello deja ver como la familia Lezo-Olavarrieta estaba bien situada en el Passaia de finales del siglo XVII. La constatación de su pertenencia a una clase acomodada puede corroborarse con un simple vistazo a la casa donde nació. Si bien ya se dicho que no se trata de un edificio que llame la atención por su arquitectura o dimensiones, el mero hecho de ubicarse sobre la mar le otorga una preeminencia indudable que coloca a sus dueños entre lo que hoy llamamos “gente de posición”. NOBLEZA GUIPUZCOANA Por ello ha de plantearse, ¿cómo afectaría en la formación del carácter del joven Blas

Estatua de Blas de Lezo en Cartagena de Indias (Colombia).

El sentimiento de pertenencia a una clase llamada al servicio a las demás será una idea que permeará toda su vida el sentimiento de pertenencia a la pequeña nobleza guipuzcoana? La nobleza, que en el pasado había sido la vertebradora de toda la sociedad, se había anquilosado hasta convertirse en lo que Marañón calificaría como “instrumento inútil”; o, en frase de Maeztu, la nobleza española había transformado “a los caballeros cristianos en señores, y en señoritos después”. De toda esta capa de población sería la alta nobleza la que más jugo lograría sacar al sistema construyendo su preeminencia sobre la debilidad real. Hacía mucho tiempo que había caído en el olvido el sabio consejo de Carlos V a su hijo, Felipe II, de no permitir que nadie se engrandeciese demasiado a la sombra del rey. De esta manera el rey había delegado el ejercicio de su poder en los validos, con lo que el clientelismo y la corrupción se extendieron por todo el Reino. La mediana nobleza constituía un serio grupo de presión repartiéndose los cargos públicos en torno al eje de la pertenencia a uno de los Colegios mayores de Salamanca, Valladolid o Alcalá. Mientras tanto,

la pequeña nobleza local permanecía instalada en sus privilegios asentados sobre una estructura municipal corrupta. La decadencia había llegado a todas partes. Del carácter que don Blas de Lezo más tarde manifestaría no parece deducirse que este sentimiento de decadencia hubiera calado demasiado profundamente. ¿O sí? A veces, las muestras de excesivo celo en la defensa del honor han de interpretarse como manifestación de inseguridad sobre la posición que se ocupa. ¿Era este su caso? No lo parece, por una razón esencial. El origen remoto de la nobleza se encuentra en su función con respecto a la totalidad de la sociedad. En un principio eran los guerreros los que se ocupaban de garantizar la defensa frente a toda amenaza exterior y precisamente ese servicio a la comunidad era lo que les otorgaba su posición de privilegio. Este será exactamente el caso de don Blas, el sentimiento de pertenencia a una clase llamada al servicio a las demás será una idea que permeará toda su vida. ■

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Ágora

El libro del mes Mary Beard, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016, publica una amena y rigurosa historia de Roma

De aldea a imperio

SPQR

MARY BEARD CRÍTICA. BARCELONA (2016). 664 PÁGS. 27,90 €.

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PREMIO PRINCESA DE ASTURIAS de Ciencias Sociales 2016, Mary Beard es una historiadora de reconocido prestigio internacional que ha dedicado su vida a la historia antigua y a los clásicos. Es Catedrática de clásicas en el Newnham College, en Cambridge, además de editora jefe de Clásicos del Times Literary Supplement. Beard es miembro de la Academia Británica y de la Academia Americana de Artes y Ciencias. Entre otros, ha publicado en Crítica Pompeya (2008), El triunfo romano (2009) y La herencia viva de los clásicos (2013). Es conocida por ser una apasionada defensora, no podía ser menos, de la cultura clásica y de los valores que aportan los clásicos en la cultura contemporánea, en un momento, por lo menos en nuestro país, de franco retroceso de la Humanidades en la cultura en general y de modo muy llamativo y preocupante en los planes de estudios de los alumnos tanto de las enseñanzas no universitarias como de las universitarias. Merece, pues,

la pena leer a Mary Beard, justo premio Princesa de Asturias. Su nuevo libro se propone volver a contar la historia de Roma. No es una tarea fácil, pues es uno de los momentos más estudiados por los historiadores. Además, tenemos muchos conocimientos de lo que ocurrió y los historiadores, cuando se acercan a Roma, se sienten desbordados por los numerosos testimonios que se tienen y por la ingente bibliografía ya publicada. Sus objetivos, los deja bien claros la autora en las primeras páginas de este libro: “Acometemos la historia romana con prioridades diferentes (…) que hacen que el pasado antiguo nos hable con un idioma nuevo”. Esta es la habilidad de esta autora: maneja como nadie las fuentes, pero sabe contarlas como si fuese una historia totalmente nueva destacando sus “prioridades”. Para la autora, también para el hombre de hoy, resulta fundamental conocer la historia de Roma para entablar un diálogo con su cultura. Sigue siendo clave para entender nuestra

historia, nuestra cultura, arte, literatura… y modo de vivir. También somos herederos de su manera de concebir la política. Escribe Beard que los romanos “son la base de nuestra cultura”: este argumento resultaría suficiente para acercarse a Roma con devoción, sabiendo que los primeros beneficiarios de su historia somos nosotros mismos. Muchos son los aspectos que se abordan de la larga y apasionante historia de Roma. Lo que comienza siendo una aldea de la Itálica, similar a otros muchos pueblos, se convierte con el paso de los años y de los siglos en un todopoderoso Imperio, que es analizado con detalle en este ameno libro, donde brilla el divulgativo y ameno estilo de la autora. Beard selecciona momentos clave de este recorrido para proponernos un interesantísimo viaje a uno de los indispensables momentos de la historia, por lo menos para todos nosotros sin excepción. ADOLFO TORRECILLA


Touché al corazón Con La clase de esgrima, el director finlandés Klaus Häro consigue el más difícil todavía, atrapar al espectador con una historia en la que las persecuciones estalinistas, el desarraigo, el aprendizaje y la esgrima componen un lienzo en el que la intriga y la ternura combinan a las mil maravillas.

La clase de esgrima

DIRECTOR: KLAUS HÄRO PRODUCCIÓN: KAARLE AHO, KAI NORDBERG, JÖRG BUNDSCHUH, IVO FELT GUION: TUOMO HUTRI INTÉRPRETES: KIRILI KÄRO, LEMBIT ULFSAK, MÁRT AVANDI

HAY UN SUBGÉNERO en el cine con un potencial catártico tan enorme como extraordinaria es la posibilidad que las películas que en él se inscriben acaben arrasadas por el tópico y las posiciones más almibaradas. Sus historias suelen repetir un modelo en el que el personaje protagonista, poseedor de una habilidad especial y con algún tipo de experiencia traumática o secreto inconfesable a cuestas, se ve obligado a abandonar su cotidianeidad y refugiarse en un nuevo modelo de vida. En su nueva actividad se dedica, en la mayoría de los casos por imposición, a enseñar esa habilidad a un grupo de alumnos. En un primer momento, tanto su interés por ejercer dicho magisterio como la disposición que muestran sus alumnos por aprender es prácticamente nula. Sin embargo, lo que comienza siendo dejadez, desatención y falta de respeto pasa a convertirse gracias al carisma y

sensibilidad del protagonista en interés, aprendizaje y una unión ante cualquier problema entre alumnos y profesor que consigue emocionar al más inconmovible. Conocerán decenas de películas que parten de esta premisa y convendrán conmigo que estos mimbres acaban en ocasiones por llenar de azúcar la pantalla y dejar en la concurrencia una impresión demasiado habitual: “esta película ya la he visto”. Hace falta un director con mucha sensibilidad, unos personajes que vayan más allá del habitual esquema y un guion que evite toda obviedad para conseguir que este tipo de películas se alejen de ese tópico. La clase de esgrima lo consigue. ESGRIMA Y TERNURA La particularidad de que esté inspirado en un hecho real canaliza al espectador hacia una mayor empatía con la historia de Ender Neils, un

célebre tirador de esgrima –así se denominan los que practican este deporte– que en los años 50 del pasado siglo se ve obligado a huir de su vida en Leningrado y refugiarse en un pequeño pueblo de Estonia. La crueldad del estalinismo puso sus garras en Neils como en otros tantos millones de personas de la Unión Soviética, y el director de La clase de esgrima, el finlandés Klaus Häro, es capaz de componer un cuadro en el que, en cierto modo, la persecución, la angustia, la facultad de sobrevivir y la capacidad humana de buscar una mínima porción de felicidad en las circunstancias más funestas son un símbolo de millones de historias sufridas por otros tantos seres humanos durante el estalinismo. Neils es acusado por las autoridades soviéticas de haber sido pusilánime, hasta colaboracionista, durante la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial. Pero lo que

empieza siendo una tormentosa huida y un refugio inhóspito, se convierte en un impulso para la dignidad y un cobijo en el que, antes que nada, sobresale la humanidad. Al llegar al pequeño pueblo estonio, un Neils tan desconcertado como temeroso se ofrece al rígido comunista director de la escuela del pueblo como profesor de educación física. A pesar de la disconformidad de este último, crea una escuela de esgrima con la que, poco a poco, va llenando el vacío de un grupo de niños que, en la mayoría de los casos, han perdido a sus padres, víctimas de los desastres de la guerra. La ternura y el entusiasmo de profesor y alumnos consigue sobrellevar el miedo por la persecución comunista, conformando una cinta hermosa y compacta que es capaz de vencer al tópico y conquistar al espectador por encima de cualquier cliché. JAVIER MARTÍN

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Ágora Desde mi torrecilla

Adolfo Torrecilla

La geografía del mal Miguel del Rey y Carlos Canales, experimentados autores de libros de divulgación histórica, realizan en este volumen “un pavoroso recorrido por la iniquidad, infamia y depravación humanas”. Uno pensaba que ya ha había leído suficientes testimonios de hasta dónde puede llegar el ser humano en su histeria para dominar a sus semejantes, pero me había quedado muy corto.

Campos de muerte MIGUEL DEL REY Y CARLOS CANALES EDAF. MADRID (2016). 328 PÁGS. 22 €.

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LOS AUTORES reúnen este libro, centrado en el siglo XX, un variado y espeluznante muestrario sobre cómo diferentes estados han utilizado la violencia y la fuerza del poder para exterminar a los enemigos. Los ejemplos son tan abundantes que a uno le puede entrar el escepticismo de pensar que nada tiene solución ya que cíclicamente se repiten en la historia escenarios igual de terribles donde el hombre, como si tal cosa, se convierte en un lobo para el hombre. Y no estamos hablando de la Edad Media. Es en los albores del siglo XX cuando empiezan a sofisticarse los métodos de represión de masas. Como escriben los autores, “a lo largo del siglo XX, los campos fueron usados para la detención y eliminación de presos políticos o comunes y para eliminar y exterminar a

minorías étnicas, disidentes políticos, homosexuales, grupos religiosos, personas con discapacidad o cualquier tipo de colectivos a quienes se pudiesen atribuir los habituales delitos de traición, sedición o rebelión”. Los autores comienzan su libro en Cuba, en su guerra de independencia. A continuación, el viaje por la “geografía del mal” se traslada a Filipinas, Sudáfrica, Namibia, Austria e Italia. En todos estos lugares, bajo la excusa del control del enemigo, se realizan auténticas salvajadas, muchas de ellas desconocidas para el gran público, como lo sucedido con el pueblo herero, en Namibia, que albergó en su temida Isla del Tiburón, entre 1904-1908, el que se considera el primer campo de exterminio del mundo, puesto en funcionamiento por los alemanes. Los autores dedican a continuación un largo capítulo

al Holocausto, en el que se sintetiza todo lo que ya se conoce sobre el diseño y preparación de una industria especializada en la muerte y la aniquilación. Luego hablan de las atrocidades cometidas por los japoneses en las guerras en las que se vieron envueltos. Otro interesante capítulo está dedicado al Gulag, los numerosos y eficaces campos de concentración de la URSS desde el inicio de la Revolución. Y seguimos el viaje por Vietnam, tela marinera, hasta llegar a la Camboya de los Jemeres Rojos: lo peor de lo peor. Según las fuentes, millón y medio, dos millones y hasta tres millones de asesinados. Sin alcanzar estas magnitudes de paranoia, pero con una crueldad y un odio inusitados, también se habla del “terror de los Balcanes”. El penúltimo capítulo está dedicado a la locura de Corea del Norte, donde siguen existiendo campos de concentración, como demuestran numerosos testimonios. Y acaba el libro con lo sucedido recientemente en Basora y lo que sucede en Guántanamo. En fin, un duro, durísimo descenso a los infiernos, pero necesario, pues si se conociesen mejor estas atrocidades, alguna conclusión positiva sacaríamos. Me imagino.



Inmortales protagonistas

El despertar de África PERIODISTA en Time y Newsweek, Alex Perry ha sido también profesor en la Universidad de Oxford y ha escrito varios libros sobre África y Oriente Medio. Pero, sobre todo, Perry se ha dedicado a África, continente que conoce muy bien y sobre el que ha escrito numerosos reportajes. Este libro está basado en su experiencia personal y en las conversaciones que ha mantenido no con “expertos” sino con gente con la que ha coincidido en sus viajes, que le han dado una visión muy cercana y real de lo que está pasando en África, sin caer en las grandes teorías. Perry se muestra escéptico con muchos análisis que se hacen, especialmente por

parte de los europeos, ya que “tienen una larga historia como explotadores de los africanos, así como de comprender mal África”. Perry sabe que hay que tener mucho cuidado con las generalizaciones y, a la vez, pensar que los habitantes de África, a pesar de tener problemas comunes, son un todo homogéneo. Su mensaje es optimista cien por cien, aunque no oculta las dificultades, enumerando los grandes peligros que tiene que superar África para conseguir sus objetivos: los islamistas, los dictadores y la cooperación internacional. No faltan a sus tesis, muy inteligentes, una cierta provocación./A.T.

La gran grieta ALEX PERRY

ARIEL. BARCELONA (2016). 544 PÁGS. 23,90 €.

Tensiones en plena guerra

El ruiseñor

KRISTIN HANNAH SUMA DE LETRAS. BARCELONA (2016). 592 PÁGS. 19,90 €.

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NOVELA de ficción ambientada en Francia cuya acción arranca en la década de los cuarenta, se extiende hasta la actualidad y presenta una historia de amor y guerra en 1939 protagonizada por las hermanas Mauriac, Vianne e Isabelle. Los nazis están a punto de invadir su país cuando Vianne despide a su marido, Antoine, que marcha al frente. Su hermana Isabelle es una joven rebelde e inconformista que vive a su aire.

El relato crece en intensidad conforme avanza la narración. Dos mujeres muy diferentes entre sí, con un modo de afrontar los problemas casi antagónico, motivo por el que no faltan las desavenencias. Como telón de fondo discurren los hechos históricos, pero lo importante en el libro no son los acontecimientos sino las personas, su lucha contra la injusticia y su esfuerzo por sobrevivir./A.T.

RECUPERA la editorial Stella Maris un libro escrito por Salvador de Madariaga que contiene dos conferencias que pronunció en Estados Unidos. En la primera, explica la fascinación que Cervantes sintió por las novelas de caballerías, que provocó que se lanzase a escribir El Quijote. Pero no lo hizo con el afán de hacer un certificado de defunción de estas novelas, sino para mostrar su riqueza y su capacidad de entretenimiento. En la segunda de las conferencias analiza de manera psicológica la fuerza de los dos protagonistas de la obra cervantina. Ni don Quijote ni Sancho son personajes antagónicos, sino que se complementan. Más aún, se contagian su psicología. Así vemos como, especialmente en la segunda parte, Sancho se quijotiza y don Quijote se vuelve más realista. Oportuna recuperación que tiene como finalidad animar a los lectores a disfrutar con la obra de Cervantes y a sacar el máximo partido a su lectura./A.T.

Guía del lector del Quijote

SALVADOR DE MADARIAGA STELLA MARIS. BARCELONA (2016). 224 PÁGS. 17 €.


Animales culturales PROFESOR de historia en la Universidad de Oxford y autor de numerosos estudios históricos, Felipe Fernández-Armesto se plantea en este libro analizar los cambios de la cultura humana a lo largo de su ya dilatada historia. El autor destaca la capacidad de cambio de esta cultura, cuando otras son mucho más rígidas. Una de las preguntas que se plantea es la siguiente: ¿por qué las sociedades humanas han crecido de manera tan diferente unas de otras? El autor se sale del guión ya establecido por los modelos darwinistas y propone esta explicación: “las culturas no evolucionan, ni se desarrollan, no progresan ni siguen ninguna trayectoria regular, lineal o predecible. Se limitan a cambiar”. Así de sencillo: la supuesta evolución es una sucesión de cambios impredecibles. El ensayo comienza alimentando la capacidad de sorpresa a la hora de analizar lo que tenemos a nuestro alrededor. “La Tierra –escribe– es, para nosotros, el trozo de masa más interesante del cosmos (...) porque, siendo objetivos, es un lugar donde no dejan de pasar cosas”. Su apuesta es arriesgada, pero sus argumentos, apoyados en referencias históricas, son atrayentes./A.T.

N

osotros estuvimos ahí… Por Alberto de Frutos

El palacio real de Olite TRAS VIAJAR con nuestro compañero Óscar Herradón por la España del siglo XV, nos detenemos en esta página en el Palacio Real de Olite, corte de los reyes navarros hasta 1512. Durante la Edad Media, fue uno de los focos culturales más vigorosos de Europa, asombro de los viajeros de fuera y gancho para los amantes de los torneos y las justas. Su lenguaje gótico nos habla del esplendor de la corte de Carlos III el Noble, abuelo del Príncipe de Viana, pero también, claro, de la fragilidad de todos los sueños. Porque los “palacios reales” de Olite que hoy recorremos son hijos del ocaso y de su tardío amanecer. La guerra de la Independencia castigó sus muros –Espoz y Mona tiró por la calle de en medio y, en 1813, lo incendió para que el enemigo francés no anidara en sus torres–; y no fue hasta el primer cuarto del siglo XX cuando los arquitectos José y Javier Yárnoz Larrosa se empeñaron en redimir sus

ruinas. Lo tenían claro. Para estos hermanos, restaurar no era “solamente conservar lo existente, sino reproducir para su perpetuación lo que antes hubo merecedor de perdurabilidad”. LA FANTASÍA ES UN ARTE ¿No es fascinante este arte? Hace poco, los más puristas cuestionaban los trabajos de consolidación llevados a cabo en el castillo de Matrera (Villamartín, Cádiz), que al poco eran reconocidos con el premio Architizer A+ en la categoría de preservación. De la noche a la mañana, su artífice, Carlos Quevedo Rojas, pasó de ser comparado con la Cecilia Jiménez del Ecce Homo a cosechar los aplausos de sus compañeros de profesión en Nueva York. Quienes visitan Olite pueden tener la impresión de haber despertado en un reino de fantasía tras morder la manzana del cuento. Ahí radica en parte su encanto, y ahí también el desencanto

de algunos, que censuran su pintoresquismo y las licencias románticas del conjunto. La sombra de Viollet-le-Duc, el arquitecto francés que reinventó la Edad Media en Carcasona, seguía siendo muy alargada: así, en Olite nos sentimos caballeros de la hermandad prerrafaelita y la bella dama sin piedad nos hace presos. Pero yo soy de los que compran este decorado. Al fin y al cabo, la techné griega que sustenta la etimología de “arquitectura” se puede traducir también como “creación” o “invención”. Esto de ahora no lo es. En las galerías subterráneas del castillo, a las que se accede por la misma plaza de Carlos III, tuve la oportunidad de ver una exposición, en uno de cuyos paneles leí la curiosa historia de Felipe III de Borgoña, llamado el Bueno. En 1461, tras quedarse calvo, impuso a sus súbditos que se afeitaran la cabeza para sentirse acompañado en su alopecia. ¡Todo un influencer, el amigo!

Un pie en el río

FELIPE FERNÁNDEZ-ARMESTO TURNER. MADRID (2016). 332 PÁGS. 26 €.

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Ágora

El fin de una cultura EL HÚNGARO Sándor Márai (1900-1989) fue, en el periodo de entreguerras, uno de los escritores más populares de su país. Tras la Segunda Guerra Mundial y la llegada de los comunistas al poder, decidió abandonar su país y se instaló primero en Europa y después en Estados Unidos, donde murió en 1989. El material inédito que se encontró en su casa tras su muerte se envío al Museo Petófi de Budapest; entre esos papeles apareció este texto, que Márai escribió en principio para la segunda parte de sus memorias, ¡Tierra, tierra!, también publicadas en Salamandra, pero que decidió no incluir en el último momento. Se trata de un testimonio a mitad de camino entre el ensayo histórico y la confesión íntima en el que reflexiona sobre lo que supuso para Hungría, para la burguesía de su país y para él mismo la Segunda Guerra Mundial y lo que vino después. Su testimonio comienza el 12 de marzo de 1938, día en el

que Hitler se anexiona Austria. Márai intuye que ese día inicia un dramático periodo tanto para su país como para él mismo que no finalizará tras la guerra sino que, tras la proclamación de la dictadura comunista en 1948, se alargará, en su caso, hasta el fin de sus días. A continuación, desde su experiencia personal, analiza la reacción de la sociedad húngara a estos dramáticos sucesos, remitiéndose a los acuerdos que se tomaron después de la Primera Guerra Mundial, lesivos para la unidad territorial de Hungría./A.T.

Lo que no quise decir SÁNDOR MÁRAI SALAMANDRA. BARCELONA (2016). 160 PÁGS. 17 €.

CONTINÚA el escritor Ángel de Caminha, el Santuario de García Prieto su apasionado Nossa Senhora da Peneda y literario recorrido por las (en un enclave fantástico), las tierras de Portugal, que va des- localidades de Braga y Viana de granando en libros de viajes Castelo, las magníficas vistas muy amenos y entretenidos. que se ven desde el Santuario En esta ocasión, describe una del Bom Jesus do Monte, muy de las zonas fronterizas de cerca de Braga… A la hora de Portugal con España: la región confeccionar el recorrido por del Minho, que comprende los estos lugares se ha elegido la distritos de Braga y Viana de importancia de las cuencas de Castelo. Su recorrido permite los ríos Minho, Lima, Cávado y descubrir parajes desconociAve./A.T. dos que se escapan a los tópiLa región del Minho cos. Por ejemplo, la localidad ÁNGEL GARCÍA PRIETO de Melgaço, el espectacular DG EDIÇOES. LINDA-A-VELHA (2016). Palacio da Brejoeira, las playas 154 PÁGS.

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EN LOS OCHENTA se suceden los crímenes terroristas en Italia. El fiscal Giacomo Colnaghi investiga el asesinato de un cirujano de la Democracia Cristiana. Colnaghi es hijo de un obrero asesinado por los fascistas en los cuarenta. El asunto de fondo de esta interesante novela de trasfondo histórico es la justicia. El pasado familiar de Colnaghi, su trato con las víctimas de los brigadistas, los interrogatorios a los terroristas y su arraigada fe cristiana le

llevan a reflexionar sobre el alcance de la ley humana, y cómo se relacionan con ella la piedad, la restitución del daño o el perdón. Otro punto de interés es que se combina bien el ingrediente de historia social italiana, el suspense del proceso judicial y la historia personal del fiscal./A.T.

Muerte de un hombre feliz GIORGIO FONTANA

LIBROS DEL ASTEROIDE. BARCELONA (2016). 257 PÁGS. 20 €.

La copla popular

Más que vino verde

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¿Cómo aplicar la justicia?

ORIGINAL estudio sobre la memoria histórica y el papel que desempeñó la copla popular en el bando de los vencidos tras la guerra civil española. La autora centra su estudio en una de las actrices y cantantes más populares de la década de los 40 y los 50, Concha Piquer. El entretenimiento popular, la canción, no sólo fue un elemento de distracción para miles de españoles que tuvieron que afrontar un momento dramático en sus vidas. El recurso a la canción popular, como escribió Carmen Martín Gaite, quien también reflexionó sobre la música popular de la posguerra y su función social, puso al descubierto, en sus letras, “el profundo dolor de las pérdidas que había sufrido la gente”. El análisis de las coplas más famosas de la Piquer revela que la mayoría se basan en historias tristes y amargas, “de mujeres extraviadas que habían perdido a su verdadero amor, o de hombres a quien la suerte los había

abandonado, sin dinero y sin apoyo social”. La perspectiva que adopta la autora es la de la psicoterapia clínica: “este ensayo se basa en conceptos freudianos familiares tales como la represión, la proyección y la reelaboración, así como el tratamiento del duelo”. Como explica la autora, la copla canalizó en el caso de los vencidos sus “estrategias psicológicas de supervivencia”./A.T.

Coplas para sobrevivir

STEPHANIE SIEBURTH CÁTEDRA. MADRID (2016). 304 PÁGS. 18 €.


Verdades incómodas

Curiosidades y secretos

LICENCIADO en Historia por la Universidad de Oxford, MacDonogh (Londres, 1955) es un experto en la Segunda Guerra Mundial. Este libro es un amargo viaje hacia la reconstrucción de una Alemania derrotada. Los aliados practicaron una política de “culpa colectiva”, y nadie se privó de padecer las consecuencias de la derrota. Hubo una represión sin piedad, proliferaron los campos de internamiento para los soldados alemanes, se extendió el pillaje y el expolio, las violaciones fueron masivas… Estos hechos suelen ser poco conocidos, en parte porque se consideran “lógicas consecuencias” de la guerra. El presiente Franklin D. Roosvelt llegó a decir que “hay

LOS ESCRITOS del prolífico Juan Eslava Galán tienen un hilo conductor y un estilo reconocible, que se mueve entre lo divulgativo y entretenido, lo corrosivo y lo políticamente incorrecto. Sabe, además, buscar anécdotas increíbles, sobre las que practica curiosas y descacharrantes y efectistas interpretaciones. Su nuevo libro está dedicado a comentar “curiosidades y secretos de la simbología cristiana”. Junto a explicaciones que ayudan a conocer muchas cosas que estamos habituados a ver y de las que apenas se tiene conocimiento –como la manera de representar a los apóstoles y a los evangelistas, o por qué el pez es un símbolo cristiano o hay

vírgenes negras–, Eslava Galán, con interpretaciones muy suyas, muchas irreverentes, carga la mano en las historias más rebuscadas, curiosas y esperpénticas, que las hay, rescatando leyendas, vidas de santos, imágenes.../A.T.

rio de Göbekli Tepe o en el antiguo asentamiento de Çatal Höyük, enervantes desafíos – con palabras de su autor– para quienes han escrito la historia de nuestra civilización. Y es que, a cada paso que damos, la realidad desmiente el primitivismo de los maestros constructores, por lo que no nos queda más remedio que atrevernos a integrar “mito” e “historia”, siguiendo los pasos fundacionales de Schliemann o Leonard Woolley. El resultado de esa aventura intelectual, hágannos caso, es sumamente enriquecedor. Tanto por su contenido como por su continente, Arqueología imposible, editado con suma exquisitez por Odeón, es un regalo para el lector. Decenas de ilustraciones nos guían por un viaje a las raíces de la humanidad, rebosante de dudas a las que nuestro guía da respuesta

con amenidad e ingenio, siempre sustentado en la bibliografía más solvente. Una lectura muy recomendable, incluso necesaria, no solo para los amantes de la arqueología, sino para quienes sientan un prurito de curiosidad por el mundo en el que viven./A.F.D.

que enseñar al pueblo alemán su responsabilidad por la guerra. El libro, muy documentado, magníficamente escrito, tiene como objetivo ofrecer el resignado y dolorido estado de ánimo de la vida cotidiana de la época./A.T.

Después del Reich GILES MACDONOGH GALAXIA GUTENBERG. BARCELONA (2016). 976 PÁGS. 24,90 €.

Realidad y mito REDACTOR JEFE de la revista Año/Cero, Francisco González (1963) ha publicado un sugerente ensayo destinado a durar: Arqueología imposible. El legado oculto de los maestros constructores, que plantea otra visión del origen de las civilizaciones a través del fenómeno del megalitismo. Cualquiera con ojos

en la cara se haría las mismas preguntas que su autor sobre esos gigantes de piedra que, en los más variados puntos del planeta, insinúan una competencia técnica inviable en las sociedades del Neolítico. Quizá, por tanto, sea necesario arrimarse a una visión más heterodoxa para captar el quid de esa arqueología única, que distinguimos en el santua-

La madre del cordero JUAN ESLAVA GALÁN

PLANETA. BARCELONA (2016). 400 PÁGS. 21 €.

Arqueología imposible

El legado oculto de los maestros constructores

FRANCISCO GONZÁLEZ ODEÓN. MÁLAGA (2016). 331 PÁGS. 18,95 €.

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Ágora El cine histórico con Josemanuel Escribano

La lista negra de Hollywood

El relato, basado en la biografía de Trumbo escrita por Bruce Cook, retrata minuciosamente el personaje y su entorno

Trumbo

DIRECTOR: JAY ROACH. PRODUCCIÓN: JAY ROACH, JOHN MCNAMARA, MONICA LEVINSON. GUION: JOHN MCNAMARA. INTÉRPRETES: BRYAN CRANSTON, DIANE LANE, HELEN MIRREN.

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JAY ROACH es el director de las series Austin Powers y Los padres de…, además de producir algunas de las inclasificables andanzas de Sacha Baron Cohen; pero ahora se ha puesto serio para narrar la vida de una de las figuras míticas de Hollywood: el novelista y guionista Dalton Trumbo. El relato arranca en 1947, cuando, recién terminada la contienda mundial y con las heridas aun muy abiertas, una ola de anticomunismo arrasa la sociedad y las estructuras políticas y artísticas de Estados Unidos. Con el beneplácito de muchos ciudadanos y de la prensa conservadora, el Gobierno de Harry S. Truman, el F.B.I. y en su nombre el temible Comité de Actividades Antiamericanas, persiguen a quienes han manifestado pertenecer o simpatizar con el Partido Comunista; y se ceban especialmente en los cineastas.

LOS DIEZ DE HOLLYWOOD Algunas figuras de la pantalla, como John Wayne o Robert Taylor, ceden y acusan a sus compañeros, pero Trumbo y su círculo más cercano –los llamados Diez de Hollywood– se niegan a hacerlo. La represalia es feroz: todos se quedan sin empleo y algunos, como el director Edward Dmytryk y el actor Edward G. Robinson perdieron su dinero y su libertad hasta que se “arrepintieron” de su rebeldía. Por su parte, Dalton Trumbo va a pasar un año en la cárcel y al salir se encuentra sin trabajo: ya nadie compra sus guiones y tiene que recurrir a escribir para algún productor de tercera, para el que firma con los más diversos seudónimos; él y sus compañeros más cercanos, a los que proporciona un medio, aunque vergonzante, de ganarse el sustento. El relato, basado en la biografía de Trumbo escrita por

Bruce Cook, retrata minuciosamente el personaje y su entorno. El guionista es una figura relativamente excéntrica –monta su “oficina” en la bañera, en la que se instala permanentemente–, tanto como le permite su estatus de estrella millonaria del Hollywood más rutilante; más valor tiene, así, su encendida defensa de la libertad de ideas y de expresión, aunque pueda llegar a ser acusado de falsamente caritativo por alguno de sus compañeros más puristas… y menos ricos. Pero una y otra vez se muestra solidario y absolutamente convencido de sus obligaciones, antes y después de pasar por prisión. Sobre todo en estos años, cuando es capaz de someterse a un trabajo sin interés ni calidad alguna, creando sin cesar decenas –centenares, seguramente– de guiones a cual más estrafalario para películas infumables de clase C.


Claro que esta actividad no pasaba desapercibida, sobre todo para sus enemigos más irreconciliables, como la terrible periodista de ultraderecha Hedda Hopper, cuyos artículos incendiarios persiguieron todo rastro del menor aroma de democracia; sus rabietas no hacen más que aumentar cuando cunden los rumores de que Dalton Trumbo es el autor de Vacaciones en Roma y El bravo, premiadas con sendos Oscar al mejor guion, hasta hacer de la columnista un personaje casi esperpéntico; prácticamente, el único toque de humor en una historia tan sórdida. Eso, y el personaje del productor Frank King creado por el gran John Goodman. No está solo: el reparto es una de las bazas más consistentes de la obra, con un majestuoso Bryan Cranston –el

impresionante Walter White de Breaking Bad– como Trumbo, la siempre estupenda Helen Mirren como Hedda Hopper y Michael Stuhlbarg en el papel de Edward G. Robinson. PUERTAS ABIERTAS En cualquier caso, la historia personal de Dalton Trumbo –y la del cine americano– empezó a girar en la buena dirección cuando Kirk Douglas y Otto Preminger se empeñaron en contratarlo para escribir los guiones de Espartaco y Exodus, respectivamente. La película concluye en esos momentos en los que se inicia la reparación del calvario que sufrió Trumbo, dejando la puerta abierta a la posterior historia: el homenaje que el mundo del cine debía a uno de sus grandes artistas.

La tragedia de John Garfield NADA MÁS TERMINAR la Segunda Guerra Mundial, este magnífico actor neoyorquino, candidato en dos ocasiones al Oscar, era una de las figuras más reconocidas por público y crítica de Hollywood. Sus papeles en películas como La vida es así, El cartero siempre llama dos veces, La barrera invisible o Cuerpo y alma le habían situado en lo más alto de la industria. Sin embargo, su actitud independiente y su implicación en movimientos políticos contestatarios hicieron que su figura cayera en desgracia cuando mayor era su popularidad. Garfield apoyó al Comité de la Primera Emnienda, mostrando su rechazo a “la caza de brujas” que estaba liderando el senador McCarthy. Llamado a declarar por el Comité de Actividades Antiamericanas, a la vez que rechazó cualquier simpatía por el comunismo se negó a acusar a los compañeros de Hollywood que las hubiesen mostrado en privado. Desde aquella declaración, su carrera cinematográfica cayó en desgracia. La valentía le condujo al olvido en la industria. Murió en 1952. Tenía 41 años.

Historia de un fracaso

NUEVA NOVELA de Juan Marsé (Barcelona, 1933), fiel una vez más a la ambientación que ha marcado casi todas sus novelas: la posguerra catalana y la ciudad de Barcelona (“espectral y famélica”), en concreto los barrios de Gracia y Guinardó. En esta ocasión, la acción comienza en 1982, en plena transición política, cuando un guionista y novelista, que puede ser el propio Juan Marsé, recibe el encargo de escribir un guion cinematográfico basado en un crimen cometido en 1949 en la cabina de proyección del cine Delicias. El asesino, Fermín Ricart, operador de cine, mató a la prostituta Carolina Bruil Latorre, con quien mantenía una relación desde hacía tiempo. Detenido y juzgado, durante el juicio declaró que no recordaba nada de lo sucedido, por lo que fue condenado a ingresar en el hospital psiquiátrico de Ciempozuelos. Para escribir el guion, Juan Marsé se pone en contacto con Ricart, y durante una temporada, casi todos los días, acude a la casa del escritor para rememorar aquellos hechos y, también, para desmenuzar su vida.

La novela es, sobre todo, estos recuerdos, que trasladan a Fermín a su vida, círculo de amistades, situación política, etc., de esos años y también al propio Marsé, que tenía unos quince o dieciséis años cuando tuvieron lugar aquellos sucesos que recuerda confusamente. En la novela tienen un importante peso los puntuales comentarios y opiniones (algunos, polémicos e incendiarios), que lanza el narrador Marsé sobre cuestiones más o menos de actualidad. Unas tienen que ver con el cine (una de sus pasiones, que determina hasta su propia escritura); otras con la política, el nacionalismo catalán, la política y la literatura, etc. La novela, a su manera, es también una crítica reflexión sobre la transición y la memoria histórica. Para Marsé, “la desmemoria fue decretada en este país oficialmente a partir de la Transición y después macerada y propiciada por determinadas políticas culturales; nos robaron y adulteraron el pasado”./A.T.

Esa puta tan distinguida JUAN MARSÉ

LUMEN. BARCELONA (2016). 240 PÁGS. 21,90 €.

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Ágora Agenda ción de bordados sobre escenas de la novela realizados en el siglo XVIII. Tras este paréntesis veraniego – julio y agosto–, la cita nos aguarda con los brazos abiertos hasta finales de este año.

Campo cerrado CAMPO CERRADO. ARTE Y PODER EN LA POSGUERRA ESPAÑOLA. 1939-1953 MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA

ESCULTURA HIPERREALISTA

Edificio Sabatini Santa Isabel, 52 Tel.: 91 774 10 00 www.museoreinasofia.es

MUSEO BELLAS ARTES DE BILBAO

ESTA EXPOSICIÓN viene a cuestionar la escasez e irrelevancia de la actividad cultural durante la década de los cuarenta del pasado siglo en España. A partir de un trabajo de investigación que combina panorámicas generales con casos de estudio y obras conocidas con otras rescatadas del olvido, la muestra nos brinda una visión de conjunto sobre el campo y la ciudad, la irrupción de lo irracional, el exilio o las arquitecturas, entre otros temas. Reserven tiempo para verla: el material procede de más de cien colecciones y archivos, tanto públicos

ANTONIO PALACIOS www.antoniopalacios.es

Celebramos en 2016 el centenario de la construcción del Hospital de Jornaleros, en la calle Maudes de la capital, y la Comunidad de Madrid ha organizado un amplio programa de actividades hasta el mes de diciembre para rendir homenaje a su artífice: Antonio Palacios, una de las figuras más representativas de la arquitectura madrileña del siglo XX. Así, se facilitará el acceso a los cuatro edificios más representativos de su trayectoria: el antiguo

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D E I B E R IA V I E JA

© Salvador Dalí, Retrato del embajador Juan Francisco Cárdenas, 1943. Colección Vadim Shulman. Cortesía Galerie Thomire Raphaël Roux. Foto: Nicolas Roux.

como privados, y se compone de cerca de mil piezas (cien pinturas, veinte esculturas, doscientas fotografías, doscientos dibujos, bocetos teatrales, veintiséis filmaciones, once maquetas, doscientas revistas…) de más de 200 autores. Hasta el 26 de septiembre.

Hospital de Jornaleros (sede de la Consejería de Transportes, Vivienda e Infraestructuras), el Círculo de Bellas Artes, el Banco Español del Río de la Plata (sede del Instituto Cervantes) y el Palacio de Comunicaciones (Ayuntamiento de Madrid). En total, 285 visitas, de carácter gratuito, que serán guiadas por especialistas en arquitectura e historia del arte (inscripción previa en la web www.antoniopalacios.es). Tampoco faltarán conferencias y ciclos de conciertos. CERVANTES EN EL PALACIO REAL PALACIO REAL DE MADRID

de armería procedentes de las Colecciones Reales, que podrán admirarse en diversos espacios del palacio. Así, en la Galería Principal podremos ver dos series de tapices del Quijote, tejidas en la Real Fábrica de Santa Bárbara para el Rey Felipe V. A su vez, el Salón de Alabarderos expone la montura “la silla de Babieca” y la “espada de Roldán” con su vaina, junto a una selección de ediciones cervantinas custodiadas en la Real Biblioteca y otros documentos. Por último, el Gabinete de Estucos se viste con la edición princeps del Quijote, junto a una colec-

Plaza de Oriente Tel.: 91 454 87 00 www.patrimonionacional.es

El Palacio Real de Madrid se suma a los actos del IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes con una exquisita exposición de tapices, bordados y piezas

Primera salida de Don Quijote.

© Zharko Basheski. Cortesía del artista y del Institute for Cultural Exchange,Tübingen.

Museo Plaza 2 - Bilbao Tel.: 944 396 060 www.museobilbao.com

Esta exposición de escultura hiperrealista figurativa pasa revista a las manifestaciones extremas del realismo escultórico desde la década de 1960 hasta la segunda del presente siglo. En total, la muestra reúne una selección de 34 esculturas realizadas por los 26 artistas más representativos del movimiento, desde los pioneros norteamericanos George Segal, Duane Hanson y John DeAndrea hasta el español Juan Muñoz y el australiano Ron Mueck. Se trata de la primera exposición que revisa en profundidad la figuración humana a lo largo de los más de cincuenta años de existencia del hiperrealismo y se articula en cinco secciones: “Réplicas humanas”, “Esculturas monocromas”, “Partes del cuerpo”, “El juego de las dimensiones” y “Realidades deformadas”. Hasta el 26 de septiembre.



¿A que tampoco sabías...?

... el puente romano más largo de España es el que se encuentra en Mérida?

Otros puentes romanos n SALAMANCA También conocido como Puente Mayor del Tormes por el río que atraviesa, tiene más de 350 metros de longitud y es uno de los símbolos de la capital salmantina.

LOS ROMANOS han pasado a la Historia, entre otras cosas, por sus magníficas obras civiles, y las que dejaron en Hispania no fueron una excepción. Emerita Augusta –actual Mérida– fue fundada en el año 25 a.C. y no tardó en erigirse en capital de la provincia de Lusitania. Los romanos la dotaron de un puente sobre el Guadiana, que consta de sesenta arcos y una longitud de 792 metros, lo que hizo de él el más largo de Hispania y el segundo más largo del Imperio Romano, tras el que construyeron sobre el Danubio. El puente, de hormigón forrado de sillares de granito, llega a alcanzar una altura de 12 metros en sus partes más altas. Las obras se iniciaron en tiempos de Augusto y fue ampliado en repetidas ocasiones (Trajano, por ejemplo, le añadió 22 arcos). Su importancia para el comercio fue capital: en tiempos romanos, se desarrollaba una feria de ganado y, además, era un paso obligado para la Vía de la Plata o para ir a Olisipo (Lisboa), Corduba (Córdoba), Toletum (Toledo) o Caesaraugusta (Zaragoza). Entre las batallas y las embestidas del Guadiana, las reformas fueron constantes desde la época visigoda hasta el siglo XIX, cuando adquirió su aspecto actual. La más importante de ellas tuvo lugar en el siglo XVII, cuando se le añadieron cinco arcos en su tramo central. En 1991, pasó a ser exclusivamente peatonal y, en 1993, la UNESCO lo declaró patrimonio de la Humanidad junto con el resto del Conjunto Arqueológico de Mérida.

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n ALCÁNTARA Construido sobre el Tajo a su paso por Toledo –hay otro impresionante puente de Alcántara en Cáceres– su importancia granó durante la Reconquista. n LUGO Presenta una longitud de más de 100 metros y cruza el río Miño. Ha sido reconstruido durante los siglos XII, XIV y XVII. n CÓRDOBA Fue el único puente con que contó la ciudad hasta que, en el siglo XX, se erigió el de San Rafael. n LUCO DE JILOCA De corta longitud (35 metros) está situado en las inmediaciones de la localidad turolense de Calamocha.

El puente romano de Córdoba con la catedral al fondo.


MÄRT AVANDI

URSULA RATASEPP

HEDRIK TOOMPERE

FINALISTA

OSCAR

®

2016 MEJOR PELÍCULA

HABLA NO INGLESA

NOMINADA GLOBOS DE ORO

2016

®

MEJOR PELÍCULA

HABLA NO INGLESA

Cuando el pasado es un duelo sin resolver.

ESTRENO EN CINES

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JULIO

UN FILM DE

KLAUS HÄRÖ

L A C L AS E D E E S G R I M A DIRECTOR KLAUS HÄRÖ GUION

ANNA HEINÄMAA DIRECTOR DE FOTOGRAFÍA TUOMO HUTRI DISEÑO DE VESTUARIO TIINA KAUKANEN MÚSICA GERT WILDEN JR MONTAJE TAMBET TASUJA, UELI CHRISTEN DISEÑO DE PRODUCCIÓN JAAGUP ROOMET COPRODUCTORES IVO FELT, JÖRG BUNDSCHUH PRODUCTORES KAI NORDBERG, KAARLE AHO K

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#LaClaseDeEsgrima

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“Hacía mucho tiempo que no LLEGABA TAN LEJOS SIN COGER EL COCHE” Reencuentra sensaciones La Rioja es el lugar donde te reencuentras con las sensaciones que tu día a día no siempre te deja vivir. Recupéralas todas en lariojaturismo.com y comparte las tuyas con la etiqueta #LaRiojaApetece.

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