Prefacio: POR YOSRI FOUDA, CORRESPONSAL JEFE DE INVESTIGACIÓN DE AL JAZEERA
Luego de la creación de Al Jazeera en 1996, logré juntar coraje y proponerle a la gerencia una idea un poco extravagante: que se me permitiera trabajar en una modalidad por la que desaparecería durante dos meses, a cambio de una pieza de investigación bimestral de 45 minutos de duración. Según la norma en la televisión árabe en ese momento, a uno se le permitía desaparecer durante 45 minutos a cambio de la promesa de regresar con dos meses de apurones (apenas exagero). Tal como suponía, la propuesta generó algunas risas bienintencionadas, por lo que casi ingreso a otro ciclo de depresión profesional. Pero unos meses más tarde, Hamad Bin Thamer Al Thani, presidente de la cadena, por alguna razón decidió ofrecerme la oportunidad de producir un informe piloto. Con un presupuesto casi inexistente, este piloto debía ser preparado, filmado y editado en Londres, la ciudad donde yo vivía en ese momento. Me pareció que el ántrax era un buen tema: aparte del interés que me generaba, era fácil justificar la ubicación por las recientes filtraciones a la prensa que implicaban al anterior gobierno inglés en la exportación del llamado “equipo de doble uso” al Irak de Saddam Hussein. La exportación a Irak de cualquier tipo de equipo civil que pudiera adaptarse a fines militares era ilegal y pasible de ser sancionada por la ONU. Para los estándares de ayer y de acuerdo a la opinión de muchos, el informe piloto resultó ser un importante paso adelante en el camino hacia un concepto árabe de periodismo de investigación. Tanto fue así que, inesperadamente, el informe fue transmitido y retransmitido en varias oportunidades. En un momento en que Al Jazeera era abiertamente condenada y ferozmente atacada por la mayoría de los gobiernos árabes, en 1998 el informe representó a la cadena qatarí en el Festival de Producción Radial y Televisiva de El Cairo y se llevó un premio. Fue la primera y última vez que Al Jazeera participó en un certamen de este tipo. Pero era solo el inicio de la serie “Sirri Lilghaya” (“Top Secret” o “Ultrasecreto”), que se transmitiría durante los siguientes diez años. A pesar de que algunos periódicos árabes habían incursionado tímidamente en este tipo de periodismo, el primer canal panárabe de 24 horas de noticias y actualidad, crecientemente popular, logró identificar un área de interés mayormente novedosa para la audiencia árabe. Por mi parte, sabía que las realidades particulares de esta parte del mundo implicarían que el mismo paquete incluía también peligros y problemas potenciales. Estas dificultades continúan siendo un enorme desafío a varios niveles para los jóvenes periodistas y productores árabes que aspiran a convertirse en periodistas de investigación serios. En primer lugar, desde el punto de vista de la industria, muchas de las organizaciones de noticias conocen más la cultura de la cantidad que la de la calidad. Entre otras cosas, la calidad requiere una gerencia con alto nivel educativo, capacitación continua, equipos integrados, presupuestos realistas y, temo decir, de tiempo. Aunque es difícil encontrar un gerente o un periodista que no elogie apasionadamente el periodismo en profundidad, es menos común verlos transformar este elogio en realidad con el mismo nivel de entusiasmo y capacidad. Tradicionalmente, son parte del problema, aunque, si intentamos un cambio cultural profundo, es mejor verlos como parte de la solución. La buena noticia es que nuestro retraso en esta área no tiene nada que ver con los genes. Pero la mala noticia es que si seguimos siendo incapaces de meternos a trabajar en nuestra propia cocina, nunca mereceremos ni alcanzaremos el honor de enfrentarnos a los desafíos externos (y mucho más serios). Segundo, desde el punto de vista de la seguridad personal, para ninguna otra forma de periodismo es más adecuada la máxima de que “ser periodista es buscarse problemas”. Así, en periodismo de investigación el cálculo del riesgo es un concepto clave, sobre la base del hecho de que ninguna nota periodística vale la vida del periodista. Por más que este principio parezca simple, al contrario, evoca motivos de preocupación en una parte del mundo que en el ámbito del periodismo de investigación aún se encuentra en la fase de aprendizaje. En el mundo árabe abundan los periodistas jóvenes e impresionables que ansían probarse a sí mismos, en ocasiones a cualquier costo, y con muy pocos conocimientos en materia de seguridad e incluso de supervivencia. Aunque su coraje es un fenómeno prometedor, también puede ser una receta para el desastre. Una parte de la responsabilidad en la solución de esta situación recae en los departamentos y centros de formación, y otra en la gerencia de los medios de comunicación, pero la mayoría cae sobre los