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SOMBRA EN LOS CAMPOS Jordi Güell

EDICIÓN DEL AUTOR



SOMBRA EN LOS CAMPOS Jordi G端ell



libre y a la sombra.

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Te aseguro que ahora estoy tranquilo; —no anhelo la muerte de los otros ni tampoco la mía. No me importa ya el engaño de los dioses ni mi autoengaño ni la burla de mis compañeros de combate, —estoy lejos, no me abate(...) Áyax. Yannis Ritsos (1909-1990)

La desesperación que produce el ver la vida obturada por la llamada Razón, empuja a las soluciones a-racionales o bien irracionales. Intuicismos y vitalismos, voluntarismos y energetismos, mecanicismos y dialectismos, presuponen la miseria de la “racional” negación de la vida, de la conciencia y libertad originarias. Mas la Razón mayúscula es una pretensión ilusa. Ni el Verbo hecho hombre quiso decir: Yo soy la Razón, mientras que sí dijo, precisamente porque era Logos: Yo soy la vida. Curso de doctorado para la Facultad de Teología de Valencia. El Logos alejandrino. 1973 Agustí Andreu Rodrigo

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Quidquid ergo sit de alia descensus specie de qua Theologorum prudentia decernat: illud obnixé nobis est intentandum, ut pro egregiis animi operationibus naturae schalam ante oculos habentes, semper á motu, et multitudine, ad statum et unitatem per intrinsecas operationes tendere contendamus: quod cum pro facultate praestiterimus, pro facultate quoque divinis multitudini mirabilibus operibus conformabimur. Ad ipsum rerum praesignata connexio, et connexorum consequentia nos confortet et adhortetur. De umbris idearum. Intentio septima. Giordano Bruno (1548-1600)

Recordemos, en Grecia, la noción “musical” del hacer poético, el poeta “inspirado” actuando al dictado... La inspiración es una recepción. El poeta recibe algo y lo transmite. Recibe oyendo. Previo al oír, hay una escucha. La escucha es lo que le permite al poeta tener algo que decir. ¿Qué tipo de escucha es ésta? ¿Un respirar, tal vez? En la traza. Pequeña zoología poemática. 2008 Chantal Maillard

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Some poems exist still on the other side of our lives, And shine out, but we’ll never see them. They are unutterable, in a language without an alphabet. Unseen. World-long. Bone music. A short history of the shadow. 2002 Charles Wright.

(...)lucidez total en la oscuridad donde la expresión no estorba a la palabra donde el poeta no gasta la palabra donde la idea surge del reposo alerta de la palabra vacía como su más alta e instintiva movilidad mi propia reflexión se me aleja y se me acerca se me aclara silenciosa en esta oscuridad en la operación de la expresión la herramienta de la palabra oculta la palabra descargada de su expresión hablante la palabra se da vuelta con su no-expresión recipiente y calla (...) Yo soy Acteón. Del libro póstumo “Ahora tengo que irme” Jorge Oteiza. (1908-2003)

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Guardo encuentros y vidas larvadas. Adentro mis calmas y tesoros, de un camino en mis huellas, reposadas en campos y prados y cultivos, con destellos sus siembras de viaje y lluvia y tempestad. Gratuito siempre, a todo y a ninguna parte, en reflejos de horizonte caído, en mis pisadas el cielo hundido, y reposo en firmamentos que alcancé a creer. En mis pisadas cielos anchos. Y huertas y semillas y yo mismo. Y ávido de danza mis tallos y frutas alzando, caligrafía trepando al vacío inmenso, en la disolución eterna, allá, para siempre en casi nada. Sólo sombra zurciendo impermanente, y reposo después, de bosque e impúdica selva. De profusa oscuridad en mis noches, días, melancolía. Y dulce con mis nubes y tormentas y calmas, que el temporal ensancha y sustituye. Transitorio en mis presentes, pasados, futuros. La brevedad de un camino labrando el sinfín de mis afectos.

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que cubre todo cuanto es visible

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s贸lo gesto, calmada en silencios mi escritura, y dulce en jardines la espera de mi voz inesperada reposado en las lluvias, mi nacimiento llegando a desvivirme, desocuparme cotidiano en mi verso, a la penumbra sin voz el enigma y la procedencia oculto el origen, 铆ntimo el murmullo que llega a mis palabras, visible hasta la luz de narraci贸n y agricultura, esas siembras en el blanco

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Y en ese jardín existo. En mi voz íntima y profunda, una presencia mía que escondo y ocurre en mis silencios, tan sólo con calma huidiza y frágil, un verso libre, marejada, el horizonte cuando amaino y regreso a mis palabras. Cuando la verdad es la duda, y apenas con el gesto la brisa queda, cuando pasa, mi sentimiento puro, mis golpes de tormenta y melodía. Sincero pensamiento jamás quieto entre verdades. Pasión abrazando inquietudes, misterio, rompiendo oleajes, mi abandono, mi arraigo en el amor que he sido y soy. Y en mi poesía la siembra, eso es todo. Y ahí queda, y ahí vivo. Y de nuevo debo irme a los adentros de mi duda. Ausencias en mi alma. En sus llanos las flores abriendo un suspiro, mis pulmones, mi pupila tierna ensanchando el recorrido de las formas, palabra huída, quizá mundo despertando. La escritura. Pompas de luz al horizonte, curvatura de voz en su estallido, gemidos de asombrosas criaturas, palabra en mi hemisferio de sombra, breve destello, alicatado en los caminos. La humanidad lazando silencios y vacíos. Y apenas todo un simulacro, que en su abandono ocurre eternamente, y en su recuerdo acaba en su presencia. La escritura. Cuando fallece un silencio, en un reposo nocturno, en tormentas minerales, en relámpagos surcando sus caminos. De la pasión a la palabra un aguijón de luz lacea, siluetas de mi amor incandescente, eso es. Y la certeza rimando, partituras de un poeta que se ausenta un paso atrás.

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en tempestades maniatado, la voz cuando nace en mi quietud llameando sus pisadas de verbo en ma単anas blancas de ninguna parte los versos

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Y el viento agitándose. Y quizá conmigo un destino, una razón. Y quizá tú misma, para siempre. ¡Ah, belleza que adoro y recito! De simientes que labro en mi dormir, de ese amor de mundo que conquisto y pierdo, y apenas queda. Verso palpando sombra, niebla y silencio roto. Mi palabra hirviendo criaturas, de voz y ensueño, de rumores tejiendo. Laboriosa cruzada de escriba, la batalla, las guerras de poeta por el verbo de los campos. Y el relámpago se ausenta. Y huye de nosotros, del cielo hacia las sombras. Y regresa a su nada, desvelado, y persiste leve en su rima. Y en nosotros queda erguida una verdad, cercos que cruzan campo libre, hacia nada sus caminos. Eso es todo. Y respiran su instante breve, esas huellas, palabras, de andar los bosques y selvas, montes y playas y desiertos. Siempre abandonando las verdades sus senderos, sus pisadas. Pero el alma queda presa de su afecto. Y amo a todo cuanto pierdo. Aunque es frágil mi contagio, mi enfermedad de cuerpo, mi herida de muerte, de mi cuerpo herida sangrando la impermanencia. Eterna y breve humanidad es cada noche nuestra, en cada tiniebla y tormenta, en cada descanso mío

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apenas convencido de los mundos nombrados. En cada sueño y abandono. En cada eternidad de nuestras muertes otra vez. De nuevo nada, que advierte a los versos rociando mi amor por los campos, cuando nada está conmigo y reposa. ¡Cuando nada está conmigo! Es frágil mi enfermedad de realidades, y amo a todo cuanto pierdo. Y quedo tranquilo, no temáis. Habitan en mi esos gestos, rocío, lluvia de cielos pasando y breves temperaturas. Conjuros surcando abismos, que pude ver y escuchar desfallecido, deshabitado, incorpóreo. Apenas aquí ese instante de pasión. Y en esa tierra siempre virgen, de verso escrito y salpicando. De parpadeo inexacto, turbio, casi en la mirada detenido un mundo, de todo nublado, de todo huido, de todo incierto, siempre reconozco eternidad en mi caída.

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¡Ay! ¡Ay, tierra! Tierra de nada, de ausencias, de impermanencias cruzando sacudidas en mi cuerpo, halo de cuerpo herida. Ay, tierra que estás cuando te dicto, aquí, cuando apenas quedas. Tierra que temo al instante, cuando apenas muestras sin forma tu marisma, sin nombre, sin palabra. ¡Ay, tierra! Tierra amada cuando siento paraísos, en mi vacío querida tierra, que dilatas mis ojos, que eres estallido mientras huyo desmayado en laberintos.

en mis poemas aurora, ternura de verso en su abandono huido en sus llanuras la sombra rimando con sauces, manantiales y nieblas la luciérnaga en senderos recita su calma de horizonte, de costas a una tierra ausente, de rutas a un monte que avanza y diluye su cima en las nubes

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De ese modo, antaño, en tantas vidas fallecido, me conocí muchas veces nacido, después, de cada tiempo olvidado. Y arrimado a mis dudas y tempestades, a lluvias y tormentas y mañanas soleadas, cruzo breve una rima hasta la ausencia. Un manantial huyendo sus rostros, pasando inacabado en todo, nada, apenas aquí. Con el ovillo del pensamiento mi camino hasta la bestia entre escenarios nocturnos. Eso ocurre. Crece luminoso y calmado, en las huellas de una selva rendida a mis jardines, íntimo rasgo, dulce palabra, sendero amante de misterios. Mi combate abierto contra fieras y alimañas, y anotaciones salpicando mundos que fallecen. Y las verdades tiemblan derrumbadas en el tiempo. Y mueren ante un verso claro, gestos hondos, de duda en mi alma tierna. De mis batallas eso queda, y eso me llevo dentro. Y ahora debo irme, no temáis. De nuevo asomar mi cuerpo a los destellos del rio. Y partir por los caminos del jardín, la siembra, suspirando desalientos y esperanzas, de todo y nada viniendo a dictarme brevedades. Pedazos de campo que anidan, fallecen, que germinan y mueren. Pensamiento cobijado en una siembra, nacimientos, rías de huerta, lomas breves y rocíos.

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Como otras veces, no temáis. Debo irme resbalando ese destino, mi reposo inquieto, mi quietud huidiza, mi nada, mi casi nada entre nosotros. Justo antes de dormir, de las cavernas mi sueño después del sueño. Regando verbos en los campos debo irme. Al río debo irme.

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Quizá exhausto a mi edad, o deambulando vida en mis prados. Quizá sin ánimo ni figura algunas veces. Quizá avanzando lomas y desierto sin rumbo ni voz, ni respuesta a esas dudas que en mi agitan llameando las sombras. Desperté antaño, en alguna otra vida. Pero hoy debo irme, como otras veces retomando mi camino, mi breve presencia, mi desfallecer en la calma, mi caminar continuo del amor hasta la duda. Recuerdo mañanas de ternura desvelando mis letras. Y mi rostro en la vigilia, con mi despertar entre nosotros y esos llantos de vida. Recuerdo esas mañanas, ese día, ese fallecer el cielo, la luz, el sueño. Mi despertar. Y mis voces dolorosas, con gemidos criatura y conciencia agitando el cuerpo en su caída. Dolencia de vida muerta. ¡Cómo matar tantas veces! ¡Odiar tantas veces! ¡Mentir tantas veces! Y desperté en el llanto. Aquél día. Sin lograr odiar. Alguien cercano lloró en mi cuerpo, y no sé quién eras, inocencia mía. Y logré vivir con lucidez en tu lamento, tu llamada, tu ruina y regreso casi muerto. Guardé adentro mi sentir, mi escritura y mi calma. Y con el verbo entre silencios bailé mis ceremonias de pensamiento, voces que danzan con rimas, milicias de poeta avanzando en sus jardines. Y sin odio ni envidia, cubren hoy mis cantos esas guerras de la calle.

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Canté, canté a esa vida que lloraba y moría ante mí. Y caudillos de ciudad cabalgaron sus mentiras y broncas. Con mentiras lazando sus torsos, allá con las guerras gritando temerosos de sus dudas y misterios y noches a sus pies desvanecidas. Apenas breve, mentir jamás convence con su elogio a los vacíos. Y canté, canté claro y alto con ausencias. Y mis licores nocturnos cubrieron todo de mañanas blancas. De mi silencio crecieron melodías que corre el río en los montes susurrando, a las piedras senderos de atardecer, de poeta ausente en sus jardines. Después, repetidas veces he muerto muerto en la vigilia. Desperté, esa mañana, aquella noche ante el llanto de la vida, de los campos y embarazos y silencios, y rostros y poemas amagados en su selva imprevisible. Morían relatos de vida oculta, tímida, y su breve desnudez de poesía infantando en los prados. Mis niños, mujeres y hombres lucharon perdidos, ingenuos. Y vidas vidas vidas, rodaron por las cloacas de la calle. Recuerdo, a un poeta sin nombre y sin rostro. Divisando paisajes, preguntando a la muerte, temerario en esa tierra orgulloso y certero aparecido. Con un sólo golpe hincando valles, explorando selvas, precipicios y mares hondamente falleciendo en horizontes. Y las calles engordaban, engullendo turbulencias de ternura, razón y tempestad en cada rima. Y recuerdo palabras y silencios, territorios remotos, criaturas ignotas, dudas y mentiras.

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el viento rima desvelado en las praderas su tormenta de rumores y calla en las dunas breve sigue el manto de los versos

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No, no temáis amigos míos. Ya muy pronto acabará esa guerra. Prenden ya palabras en mi hoguera, poesía danzando, serenatas, pensamiento libre y desnudez en el abismo del pensamiento. Bajo noches de eterna y leve duda. Y besa el horizonte, reposando en nacimientos manantiales y fuentes y destellos estrellando a las aguas. Amada madre, a ti debo mi verbo amante y libre. Mi vida y misterio y embarazo y nacimiento oculto, sin voz ni imagen, libre, mi vida es tuya. Amada madre. Sin saber apenas cuánto pierdo cada vez, cada noche, con cada ceremonia regando en mis versos melodía, como antaño canto enfrente artillerías y fusiles y cañones las romanzas que amago en mis jardines. Y sólo tú sabes quién soy, amada madre. Cuando recita mi voz en las trincheras su pensamiento, y alto y claro mi poesía desnuda, impúdica voz, en las fuentes de la duda, rima surcando hasta esa huerta. Y hoy aprendo, íntimo, en jardines la batalla por el verbo. Y en campos que alumbran e infantan criaturas, luciérnaga breve me habita en la noche susurrando, zurciendo rimas. Para cantar alto a los misterios y a las sombras, persisto sin verdad entre las dudas.

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Y ya tiritan versos que alzan mi silencio. Y derraman riadas de escritura cuando callo. Y jardines con troqueles se amontonan y palpitan, sus ejércitos golpean, cuando crecen las palabras de batalla. Y amanece y destellan, e hilvanan fuegos en mi voz. Debo irme, a ninguna parte. ¡Adiós!

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hembra de atardecer suspendida en la noche, te agita una tormenta y en tus faldas de fuego un rocĂ­o corona luceros, de palabra furtiva y ĂĄgil que surca velada en tu vientre ronchas de cuerpo nombrado y ojea suspendida y leve y en silencio un vĂŠrtigo piensa y centellea la brisa, del verbo, apenas hilando ropajes para el cielo, lactancia lejana en mi voz cuando hiere a la oscuridad lanzando riadas sin fin, turbadas y ocultas, de pergamino y cantar en los campos de la noche

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pasión y danza de horizonte, mi tinta corre labrando sueños de hoguera, de rutas y navegantes, del instante huracanado, de historias recitadas de palpitaciones batallando, de un abismo a la criatura de sus años dulcemente ayer de la vejez en mi jardín, que enriquece el alma de refugios y aguas claras

Verbos de campo, siembra en la quietud, en mi silencio, tiempo callado, pisada breve en el abismo. Caligrafía honda, en mi nada palpitando la embriaguez, inmenso oculto. Poesía gritando el nacimiento, en las piedras antiguas.

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Y aullidos de verbo en esa ruina, y los sigilos y las voces. Y yo esperando, en mi jardín calmado. Labrando semillas y ungüentos que derramo y salpico mientras callo. De un vómito los mundos que susurro y sugiero y asoman ocultando un abdomen colosal que desconozco y murmuro. ¡Amor a ese verbo que larva en mis campos! Y con el ritmo de las voces una guerra, que ocurre más allá de mi jardín.

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isdnbinaivbiabviewbaviubreireibirebvicibweivbwerbvibrweviubreiubviurebiw ebvibrivbiugirehgoihs<ohiqgdygefugbi vbsdivbuyebvufbEVBIBubwuvfbcqwgfGIQbguwVUYVGUYGFUYVuuguVUBubUByvbIYVDBibBuibudbviyreiyvbRYBRVBBIBibiyBYIBVBRIVBRIBVIibvidbvibriubiubreivbribvibreivbrivbsdhs JNN

y de los muros levanto susurros y verbo, mis aguas leyendo piedras en silencio, aquí las mareas, del poeta palpitando, y océano y palabra y acantilado del verso cuando arraigan juegos de muerte cortesana en las calles, y merodean huertas y ganado los chacales cabalgando nieblas sus almas, de noche abultada y corrupta en los montes y estepas y valles, cacería de hambrientos, sus delirios aullando, y su vacío en sus gritos, y en el odio posados simplemente matan con jadeos la penumbra de los campos

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invisibles y verso en las voces labrando silencios cada golpe en mis truenos y el suspiro, abanicando ese cantar de oscuridad y susurro y levanta entre los fuegos y muertes el verso de batalla a cañonazos palabra escrita, por los mundos luchando cuando sangra y sin voz y oculta, en el trinar de las siembras balas de soldado y poeta avanzando y labrador de jardín y de prados, y estepas y pueblos y el delirio germinando de la vida entera, de mi jodida locura la pulpa de un verso a los cortesanos del hambre, heregía os da miedo, y mueren hurgando blancos de un libro en su jamás

Poeta en batalla labrando rimas, poeta en lucha. Su cántico desnudo, el correr de su vida entre penumbras, su tonada de ausencias y orfandades. Cultivos de pensamiento libre y heregías, en ciudades sin voz, poeta de abandonos y dudas perdidas,

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de palabras prohibidas en su breve cuna. Escondido a las miradas siento mi embarazo de nada y pienso libre. Agricultor de silencios y acordes y lectura de mundos, duermo en todo aquello sin verbo, y adoro nuestra inmensa locura libre para ver sin espejismos esas muertes de pueblos y mujeres y ni単os.

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desde la piel desnudez más honda, de nuestro horror la bestia libre en las cumbres de niebla antigua, su mirada ciega y su verbo mudo rima cercando y acechar premoniciones, la garra el monstruo la libertad para pensar con el permiso del recuerdo libre territorio de caza y sombra, Lerna escribe en mis cabezas criatura de fuerza los gritos en su guerra cada muerte mía, de carne con el verbo la carne, ayer que nos cortaban la cabeza y al olvido carroñeros del reino, yo voy cantando hasta mi muerte

idusvbiuABIbifvb<IU BibiBIUGrbinrnbrnbiNBNJNB

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Con mis demonios a esa guerra. En mi cabeza sus ojos germinan, hinchados y a centenares. Ellos. Con sus rostros y opulentas y respuestas tintando la planicie blanca. Poetas a miles en mi cabeza, ejércitos enteros. Y palabras que afilan sus dagas, despegadas de mi frente goteando la poesía. Poetas en mi frente, séquitos nuestros que dilatan sus muecas cantando. Centenares, millares de brazos y manos y cuerpos de escriba en los arados. Con sólo un vigilante en el abdomen, todos unidos. Una bombilla que palpita chorreando parpadeos, jardines y campos y nacimientos. ¡Alma tartamuda nuestra, avanza buscando a esas mentiras de la historia! Cada palabra nacida, cada verso oculto. Cazador de mentiras, verbo de campo. ¡Adelante!

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oiusdbiunanbiuNIUNbiuanbnanboitnobnofnzonswbngenONInbfjbnoanhoernaobnnrBINKJFNZBNRINHBRNBANiuNiunIUBNFDNOBNORNBNnbonaobrhbmzpdojspojweijqoiqagoeguiuiaweiuguwehoh 0ohweoigHHGOIHW EOIhgowe gioeogoiegoi wihjtoiwotIUBIB POpo ioioioiwjtoiwjoitjwoiw jehduhoioJNI

vértigo y murmuro casi escucha a las piedras de un templo por humildes levantado de sol a sol, los minerales con sus muertes de tierra labrando generaciones y caligrafías y mitos de lejana tierra ¡seguid ahí! labrad manos de grieta y uñas rotas con vientos de duda los caminos en tormentas y conquista de amplitud a los desiertos su vida y origen, de sol a sol los minerales y sueños y fantasmas que hilvanan narraciones nuestras ¡seguid ahí!, juntos llorando breve plenitud de un jardín en la tierra, de sol a sol la herencia trabajo en la huerta, correteando sus horas alientos y danzas y primavera que ocurren breves mientras

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somos esa arena, con manos de grieta saludando los días que acontecen y llegada de instantes, el barrido de todo y la obtención de nuestro nunca ¡levanta verbo!, del derribo poesía y hierba y jardín y prados y temperatura, y fragancias la llegada de tormentas y cielos agitando, y sol y nube y atardecer el torrente en nuestro nunca en la guerra desnudo y con brazos abiertos, amando el cantar a esas balas desmembrando tu cuerpo, y vidas perdidas, en la guerra por las mentiras, mis iras silbando tempestad y marejada, muere quién niega la guerra en la guerra, sin detener su muerte y sin matar Y lloré. Lloré días enteros, años, varias vidas mías he llorado mis cuerpos desmembrados, mis vientres caídos, nacimientos míos que he perdido sangrando la batalla a las mentiras de carroñeros sanguijuela. ¡mirad! en mi llanto caminante a cuchilladas la sangre en el torso y simplemente ellos matan, nada más, cuando el verso corre y dicta libertad para

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las rimas de un poeta en cada golpe y soneto y machetazos de guerra perdida, que son mi camino de fuerza amando sin guerra desde la guerra, sin detener mi muerte y sin matar ¡corred mis niños libres en el campo! ¡mirad! ¡cuánta libertad para imaginarme!, mientras estoy llorando, ¿no lo veis? sigo llorando llorando, hasta caerme la sangre de la cabeza chorretones mientras camino con esas jodidas cuchilladas vuestras, de sangre en el torso simplemente matando mis rimas cantando a la vida, jardines de aroma y color mis versos y ellos son asesinos, donde sólo veo libertad ¡niños, niños! ¡seguid ahí!, las tierras en las uñas peñascos incrustados, cada letra escrita es libertad vuestra labrando de sol a sol las luchas para el hambre, para el primer bocado, la herencia, la sonrisa limpia, la humildad del campo para el campo sin matar

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iuniuniubiIBbBujuyrytTiuniuniubiIBbBujuyrytT-

RCTRuRC TRuyuYVYv TRuyiit YVYv CTRuyiit TRuyiit TRuyii TRuyiiXcXct XcXct RC RC iuniuniubiIBbBujuyrytTTRu TRutRC tRC RREXct

libertad siempre a la sombra y sin voz

TRut TRut


Sombra en los campos

Jordi Güell

¡allí! ¡corred libres en el campo! ¡mirad la libertad!

Centenares de montes tierras silencio y siembra en horizonte geografías recubren la mentira de las guerras mis facciones mandíbulas párpados de noche las orejas en los cantos y gorriones los pichones de cigüeña a miles larvando en sus nidos amanece.

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¡Ay! ¡Ay, tierra! Tierra de nada, de ausencias, de impermanencias cruzando sacudidas en mi cuerpo, halo de cuerpo herida. Ay, tierra que estás cuando te dicto, aquí, cuando apenas quedas. Tierra que temo al instante, cuando apenas muestras sin forma tu marisma, sin nombre, sin palabra. ¡Ay, tierra! Tierra amada cuando siento paraísos, en mi vacío querida tierra, que dilatas mis ojos, que eres estallido mientras huyo desmayado en laberintos.


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