Conferencia General Abril 1999
APACIENTA MIS OVEJAS Gordon B. Hinckley De Una Transmisión Vía Satélite Ofrecida En El Tabernáculo De Salt Lake 21 de febrero de 1999.
Mis queridos hermanos y hermanas: En primer lugar, deseo agradecerles el reunirse con nosotros en esta ocasión, por ello y por todo lo que hacen. Ustedes dan de su tiempo, de sus energías y de sus medios para que se lleve a cabo la obra del Señor. Yo sé que el Señor les ama por su devoción y por su disposición de hacer todo lo que se les pide que hagan. Considero que el hablarles es una magnífica y seria responsabilidad. Algunos han estado especulando que el presidente Hinckley va a anunciar un nuevo y asombroso programa, pero les aseguro que no es así. Mis hermanos del Quórum de los Doce, quienes están profundamente interesados en la obra misional en todo el mundo, me han pedido que comparta con ustedes mis sentimientos acerca de este asunto tan importante. En cuanto a la concurrencia que anticipábamos, éste probablemente sea el mayor número de personas que jamás se hayan congregado en relación con la obra misional. El tabernáculo está repleto; casi todos los 59.000 misioneros regulares en todo el mundo podrán ver el desarrollo de esta reunión. Además, miles, centenares de miles de oficiales de la Iglesia que tienen interés y responsabilidad en esta obra se han reunido hoy para estar con nosotros o recibirán más tarde esta conferencia. Quiero advertirles que mi discurso va a ser un poco extenso. Soy un hombre anciano ya y no sé cuánto tiempo más habré de vivir, y por tanto quiero decir lo que tengo que decirles mientras posea la energía para hacerlo. No sé cuándo podré dar otra vez un discurso tan largo como éste. Voy a darles en realidad dos discursos, con un himno entre uno y el otro. En total, tomaré unos 40 minutos. Así que, habiéndoles advertido esto, quizás algunos de ustedes quieran ponerse cómodos. ¡Que duerman bien! Días pasados estuve hablando con uno de los conversos más entusiastas que jamás he conocido. Nos encontrábamos en Chicago para asistir a una reunión que congregó a unos 20.000 miembros de la Iglesia en el United Center, donde juegan básketbol los Chicago Bulls [Toros de Chicago]. Randy Chiostri, un miembro nuevo de la Iglesia, nos llevó de un lado a otro mientras estábamos allí. Durante los largos recorridos que pasamos en el pesado tráfico de Chicago, habló acerca de la obra misional, elogiando a la Iglesia como la institución más maravillosa del mundo, refiriéndose al Evangelio y al plan de salvación como la cosa más grande que jamás había recibido en su vida. Randy conoció la Iglesia cuando empezó a salir con Nancy. La llevó a cenar y en ésa, su primera cita, ella dijo que no bebía licor. No quiso tomar vino. Qué extraño, pensó Randy. Ella le explicó que eso era contrario a su religión. El fumar tampoco era aceptable. Entonces la religión de ella pasó a ser el tema de sus conversaciones. conferenciageneralsud.wordpress.com