Iglesia Nueva Apostólica
Servicio Divino desde Estrasburgo, Francia Temas bíblicos: “Entonces él se levantó y fue” Un alumno, muchos maestros
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comunidad Regional
Dios enjuga nuestras lágrimas
De la Biblia: Un ángel viene a María Iglesia Nueva Apostólica Sud América
Sumario Diciembre/2020 03 I EDITORIAL
Huéspedes de honor 04 I SERVICIO DIVINO
Servicio Divino desde Estrasburgo, Francia. Texto bíblico: Juan 20:13 14 I INFORME
El Apóstol Mayor en casa 16 I TEMAS BÍBLICOS
“Entonces él se levantó y fue”
18 I INFORME
Estar cerca, celebrar juntos (2ª parte) Un alumno, muchos maestros Contenidos JNA Diciembre El mismo fundamento El reino de paz 26 I DE LA BIBLIA
Un ángel viene a María 28 I CONTRATAPA
Hasta aquí nos acompañó el Señor y lo seguirá haciendo
Portada: altar iglesia Constitución, Ciudad Autónoma Buenos Aires, Argentina.
Comunidad regional Propietario: Iglesia Nueva Apostólica Sud América. Inscripción en la Dirección Nacional del Derecho de Autor: Nº: 5275096. Año Nº 6. Fecha de publicación: Diciembre 2020. Editor: Iglesia Nueva Apostólica Sud América. Director: Ing. Enrique Eduardo Minio. Coordinación general: Viviana Aloy, Alfredo Haberstroh. Iglesia Nueva Apostólica Sud América. Registro Nacional de Cultos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto: Inscripción Nº 4 (Ley 21.745). Santiago del Estero 1568, C1136ABH Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tel: 54 11 4363-9400 / Fax: 54 11 4363-9441. Email: comunidadregional@inasud.org La página 3 fue extraída de “Unsere Familie” - la revista de la Iglesia Nueva Apostólica”, edición Nº 24/2020 (pág. 5). Las páginas 26 y 27 fueron extraídas de “Wir Kinder” - la revista para niños de la Iglesia Nueva Apostólica, edición Diciembre/2020 (págs. 2 y 3). Impreso en Argentina por: Mundial Impresos. Cortejarena 1862. C1281AAB. CABA. Todos los derechos reservados.
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Foto: © Vitaliy Hrabar - stock.adobe.com
EDITORIAL
Huéspedes de honor
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in tener en cuenta a María y José, las primeras personas que se enteraron del nacimiento del Hijo de Dios y que fueron invitadas a visitarlo fueron simples pastores. En aquel momento, esa profesión pertenecía a la clase baja,
no tenía gran prestigio. Muchos los consideraban personas de segunda clase porque dormían con el ganado en el campo y no podían obedecer la ley tan estrictamente como los fariseos exigían. Pero Dios lo sabía mejor. Precisamente a estos pastores les envió los ángeles para llevarles el alegre mensaje: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11). Hay hermanos que no siempre se sientan en la primera fila, que no se colocan en el centro de la comunidad. Hermanos que no provienen de los círculos más distinguidos o no siempre se comportan como pretende la mayoría. Hermanos con defectos y debilidades que deben luchar por su fe. Tal vez a estas almas se les haya levantado el pensamiento de que están al margen de la comunidad, que son hermanos “de segunda clase”. Tal vez alguien incluso les haya transmitido alguna vez esta impresión... Pero Dios lo sabe mejor. Él les dice: “¡Por ti ha nacido el Salvador, por ti ha muerto! ¡Precisamente por ti!”. De un Servicio Divino del Apóstol Mayor
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SERVICIO DIVINO
SERVICIO DIVINO DESDE ESTRASBURGO, FRANCIA FECHA: 15 de noviembre de 2020 TEXTO BÍBLICO: Juan 20:13 HIMNO: La grata nueva suena (HR 95) TRANSMISIÓN: A la Iglesia Nueva Apostólica Sud América (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay)
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Texto bíblico: Juan 20:13
Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
Dios enjuga nuestras lágrimas
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mados hermanos y hermanas, estoy muy agradecido al amado Dios de que se haya podido realizar este Servicio Divino. Era mi deseo tener comunión y vivir este Servicio Divino con ustedes, compartir la bendición y la palabra de Dios. Naturalmente, me entristece no poder estar con ustedes en Buenos Aires. Estaba planeado realizar allí el Servicio Divino en Pentecostés con los Apóstoles de Distrito,
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pero fue cancelado. Luego quisimos ir en noviembre y eso también fue cancelado. Entonces iba a realizarse aquí un Servicio Divino, pero ya no fue posible hacerlo en la forma habitual, pues aquí nuevamente tenemos confinamiento. La Iglesia está cerrada y tampoco pude invitar a un Apóstol. Pero hoy nos reunimos para orar juntos y recibir la bendición de Dios. Y estoy absolutamente seguro de que el amado Dios nos dará la bendición plena.
SERVICIO DIVINO
La palabra que he leído seguramente es conocida por todos ustedes. Habla aquí de María Magdalena. El suceso de la Pascua es el encuentro de María Magdalena con el Resucitado. Pero hoy no se trata de ese suceso de la Pascua, sino de María Magdalena. Ella era una mujer muy especial. Fue sanada por el Señor Jesús. En agradecimiento y por amor al Señor, lo siguió, lo sirvió fielmente. La Escritura dice que incluso le brindó apoyo económico, para dar un sostén a su tarea. Lo hizo por amor al Señor. Ella se quedó con Él hasta el final. Estuvo allí cuando fue crucificado y aun después de su muerte quiso hacer algo por Él, seguir sirviendo. Su amor no había terminado. Quiso ocuparse del cuerpo, entonces fue al sepulcro por la mañana y allí vio que estaba vacío. Por supuesto, estaba totalmente desesperada: “Ni siquiera sé lo que hicieron con mi Señor, no sé dónde está”. Entonces vinieron dos ángeles y le dijeron esto que hemos leído: “¿Por qué lloras?”. Cuando ella se dio vuelta, vio a un hombre parado a su lado. Pensó que era el hortelano. Él también le preguntó: “¿Por qué lloras?”. Ella no había reconocido al Señor. Recién cuando la llamó por su nombre, reconoció su voz y naturalmente se quedó maravillada. Entonces el Señor Jesús le dijo: “Ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17). Hasta aquí, la historia de María Magdalena. Queridos hermanos y hermanas, también hoy en día en la Obra de Dios hay muchas de estas “Marías Magdalena”. El Señor ha sanado su alma, les ha dado la salvación y por agradecimiento y amor lo siguen fielmente. Lo sirven con entrega, por amor, traen ofrendas y también son fieles incluso cuando llegan las tribulaciones o tentaciones. Sé que sobre todo en Sudamérica hay muchas de esas Marías Magdalena, en los distintos países, que a pesar de todas las circunstancias, a pesar de los sufrimientos, de las enfermedades, de las grandes dificultades económicas, a pesar de la violencia y la criminalidad siguen fieles al Señor. Sufren mucho, pero permanecen fieles en el amor de Jesucristo.
Y quiero decirlo muy claramente: lo veo con gran admiración y gran respeto. Verdaderamente hay muchas, muchísimas de esas Marías Magdalena entre ustedes, amados hermanos y hermanas en Sudamérica. Solo que llega un momento en que simplemente se hace demasiado. La situación se pone cada vez peor. Y uno cree que no tiene fin. Entonces surge la pregunta: “¿Dónde está el Señor ahora? ¿Ya no tiene poder, ya no puede ayudarme? Nada cambia en mi situación”. Si a esto se suma que durante mucho tiempo uno no puede asistir a un Servicio Divino, que no puede celebrar la Santa Cena, no puede tener comunión con sus hermanos y hermanas, entonces podría llegar un momento en que uno solamente puede sentarse y llorar. Las fuerzas se han agotado. Entonces ahora viene el Señor y nos pregunta: “¿Por qué lloras?”. Esto no es un reproche. El Señor Jesús no nos reprocha que seamos débiles y que lloremos. Esta pregunta no es un reproche. Simplemente es una señal de que Dios se ocupa de nosotros. El Señor Jesús nos quiere mostrar con esta pregunta: “Me interesa cómo te va, quiero participar de tu sufrimiento. ¿Por qué lloras? Me interesa saberlo”. Esto es una señal de que Él se ocupa de nosotros, pero al mismo tiempo es una invitación: “¡Cuéntame lo que tienes en el corazón, ábreme tu corazón! No abandones la conversación conmigo”. Este es mi llamado a todas esas Marías Magdalena. Queridos hermanos, no dejen de orar. No dejen de conversar con el amado Dios. Cuéntenle lo que tienen en el corazón. Quien persevera en el amor, quien habla con el Señor, puede estar seguro de que Él responderá.
Quien habla con el Señor, puede estar seguro de que Él responderá María Magdalena de repente se dio cuenta: “¡El Señor está aquí, está a mi lado!”. El amado Dios tiene muchas maneras de mostrarnos: “Todavía estoy aquí”. Alguna vez a través de una palabra que escuchamos en el Servicio Di-
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Jesús nos dice: “Así como mi Padre me ayudó a mí, también te ayudará a ti
vino, alguna vez a través de un pensamiento despertado por el Espíritu Santo en nuestro corazón, a través de un hecho de fe, a través de un encuentro. El amado Dios tiene muchas opciones y siempre responde cuando somos constantes en el amor. Y cuando continuamente hablamos con Él, nos da la respuesta. A través del Espíritu Santo podemos experimentar y de repente percibir la presencia de Jesucristo. Porque Él no está lejos, en algún lugar en el cielo. Está a mi lado. Y también a través del Espíritu Santo, el Señor Jesús nos da consuelo. Como le dijo a María: “Todo continúa. El mal no puede evitarlo. Voy con mi Padre”. Esto mismo nos dice hoy el amado Dios: “No te preocupes”. Seguimos yendo hacia la patria. El plan de Dios no se detiene. Seguimos yendo hacia la patria celestial. Jesús dijo: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. Con ello quería enfatizar: “Mi Padre también es vuestro Padre”. Además, Jesús nos dice: “Así como mi Padre me ayudó a mí, también te ayudará a ti. Es vuestro Padre. Él los ama como me ama a mí. Es mi Dios y vuestro Dios. Así como el Dios todopoderoso me ha redimido, también te redimirá a ti”. Este es el consuelo que el Señor Jesús quiere darnos a través del Espíritu San-
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to. “Estoy aquí, cuéntame tu sufrimiento. Confía en mí, te respondo, experimentarás mi presencia. Yo te consuelo. No te preocupes, iremos al cielo. Nadie puede detenernos. Como el Padre me ha amado a mí, te ama a ti”. Y a María luego le dio también un encargo: “Ve a mis hermanos, y diles”. Este mismo encargo nos lo da a nosotros: “Comparte este consuelo con tu prójimo”. ¿Por qué lloras? En el relato de la pasión y resurrección de Jesucristo, hay otro caso donde alguien lloró. Fue Pedro. Todos ustedes lo conocen. Cuando Jesús fue arrestado, lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro lo siguió y allí, en la casa del sumo sacerdote, traicionó al Señor tres veces. Entonces el gallo cantó y Jesús lo miró. Pedro cuando oyó al gallo y al ver la mirada de Jesús, salió y lloró amargamente. Se dio cuenta de lo que había hecho y estaba muy arrepentido. Pero el Señor Jesús no se enojó con él por eso. Se dirigió a él como a todos los demás discípulos, como su hermano. Cuando después de su resurrección lo volvió a encontrar, le hizo una pregunta más. Sin reproches. Solo una pregunta: “Pedro, ¿me amas?”. De modo que para el Señor Jesús
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lo importante no era el pecado, el error, sino el amor. “¿Todavía me amas?”. Eso era lo decisivo. Amados hermanos y hermanas, todos somos pecadores. Somos personas débiles y una y otra vez caemos en la tentación y el pecado. Entonces derramamos lágrimas, lloramos. Pero también allí el Señor Jesús nos hace la pregunta: “¿Por qué lloras, realmente? ¿Lloras porque temes un castigo por tu pecado? ¿O quizás lloras porque estás ofendido?”. Uno a veces se enoja consigo mismo por ser tan débil y se siente horrorizado. “¿O lloras porque me amas?”. Porque sé que el pecado me aleja un poco del Señor Jesús. Mi pecado me impide tener una comunión perfecta con Jesucristo. Eso es lo esencial. El verdadero arrepentimiento nace de nuestro amor al Señor Jesús. Cuando pecamos y nos damos cuenta de que este pecado, este error que cometimos nos impide tener una perfecta comunión con el Señor, entonces lloramos. Este es el verdadero arrepentimiento, el que proviene del amor. Y entonces el Señor Jesús, el Resucitado, viene y nos dice: “Estoy aquí para ti, te defiendo. He muerto por ti. Te perdono”. Quien se arrepiente de su conducta equivocada, por amor a Jesucristo, recibe la gracia del Resucitado. ¡Un maravilloso consuelo! Por supuesto, hay otras razones para llorar. Por ejemplo, cuando uno está de duelo. Cuando muere alguien a
quien apreciamos mucho, a quien amamos mucho, es natural que lloremos. Uno siente el dolor de la separación. Jesucristo puede entenderlo muy bien. Él también lo sintió. Piensen en la escena en la tumba de Lázaro. En el versículo más corto de la Biblia, dice: “Jesús lloró”. Él lloró, compartió el sufrimiento de sus amigos. Estaba triste porque Lázaro había muerto. Desafortunadamente, la gente a menudo pregunta: “Pero, ¿por qué lloras?”. Pues es normal aceptar que uno llore unas semanas después del fallecimiento de un ser amado, pero después de seis meses o un año, a veces hasta molesta que el otro siga llorando. ¿No es así? Entonces se suele decir: “Tienes que aceptar que ya no está. Ha muerto. No estés de luto para siempre”. Y noto que las personas tienen cada vez menos empatía hacia los que están de luto. Se supone que después de unas semanas debe quedar resuelto y no hablar más de ello. Pero quien ha experimentado ese dolor, sabe que no se va tan rápido. Puedes venir al Señor Jesús una y otra vez y llorar todo lo que quieras, porque el dolor de la separación sigue estando. El Señor Jesús no te lo reprochará. Él te entiende. Él toma parte en tu dolor y te consuela, como consoló a María y a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida. No te preocupes, he vencido la muerte”. Habrá un reencuentro. La muerte no puede separarnos para siempre. No te preocupes. Mi Padre también es el Padre de ese niño fallecido. Se ocupa de él, se ocupa del padre, de la madre. No
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te preocupes, también es su Padre y lo seguirá siendo en el más allá. El Dios todopoderoso conoce a todos. Quiere redimirlos a todos. Este es el verdadero consuelo cuando lloramos por aquellos que han muerto, porque los amamos y estamos separados de ellos. Hay otro llanto que Jesús puede entender muy bien. Cuando lloramos por aquellos que ya no asisten al Servicio Divino. Lloramos por aquellos que han dejado la comunidad de los hijos de Dios, aquellos que se han apartado. Eso duele. Puedo entender muy bien este dolor. Pero eso no es lo más importante. Lo principal es que el Señor puede entenderlo. Conoce ese dolor. Lloró por Jerusalén porque no lo querían aceptar, porque no podía reunirlos. Jesús también puede entender este dolor, estas lágrimas y toma parte en ello. Su consuelo también se aplica aquí. “No te preocupes, estoy aquí. No voy a renunciar a ellos. Continuaré con mi plan. Quiero salvarlos. Soy el buen Pastor, el que busca a la oveja perdida hasta que pueda llevarla de vuelta con las demás”. Y quiero ofrecer este consuelo a muchos hermanos y hermanas, a muchos padres. El amado Dios entiende tu dolor y quiere consolarte. Sigue amando a los tuyos. Ora por ellos y confía en el Señor. Es el buen Pastor que sigue a su oveja perdida hasta el final. No la abandonará ni la dejará, hasta el final. ¿Por qué lloras? Hermanos, tenemos esta garantía que Dios nos ha dado. Dios siempre enjugará las lágrimas de aquellos que lo aman. Quienes lloran por amor a Él, porque están separados de Él, porque ya no pueden ver su ayuda en cierto momento. Los que lloran por amor a Él, a causa del pecado. Los que lloran por amor al prójimo porque sienten el dolor de la separación. Lloran por amor
Dios siempre enjugará las lágrimas de aquellos que lo aman al prójimo que ya no puede creer, que ya no está en la comunidad. Dios siempre enjugará las lágrimas de aquellos que lloran por amor. Esta es nuestra confianza.
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Hasta aquí he hablado de las lágrimas que agradan a Dios, las que Dios consuela y quiere enjugar. Pero hay lágrimas que no son tan agradables para Dios. También debo mencionarlo. Piensen en el pueblo de Israel en el desierto. Está escrito en el Antiguo Testamento: “El pueblo lloró”. Lloraban porque ansiaban la buena comida de Egipto y se quejaban porque para comer solo tenían maná. Por tanto, lloraron ante Dios. No estaban satisfechos con lo que tenían. Pensaban en lo que habían dejado atrás en Egipto. Eso no le gustó nada al amado Dios. Siempre hay creyentes que se lamentan, que una y otra vez enumeran todo lo que han dejado por seguir al Señor Jesucristo, porque son hijos de Dios, porque asisten a los Servicios Divinos y miran con envidia a los demás, lo que otros pueden hacer o tener. “Yo no pude tener o hacer eso. Si no hubiera dado tanta ofrenda, me lo podría haber permitido…”. Creo que comprenden lo que quiero decir. Ese llanto no le agrada al amado Dios. También tenemos el peligro –puedo verlo en mí mismo– de hablar siempre de los buenos viejos tiempos. Como cuando pienso en cuántos hermanos y hermanas había en la comunidad en tal época, en cómo era entonces, tan hermoso y ese tipo de cosas. Me atrapa una y otra vez este pensamiento, cuando conduzco a través de algún paisaje y recuerdo: “Allí una vez había una comunidad, una iglesia, y ya no existe”. No me resulta indiferente, desencadena algo. Pero ¿deberíamos llorar por ello? ¿Le gustará eso al Señor? Al hacerlo, despreciamos lo que Dios nos da hoy. Menospreciamos lo que nos ha preparado. Pensamos en cómo era antes, tan hermoso,
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que olvidamos completamente, ya no apreciamos, la salvación que nos da hoy. Y olvidamos totalmente que lo más grande está por delante. Puedo imaginar que el amado Dios tampoco esté del todo satisfecho con este llanto, este lamento. Él quiere que realmente apreciemos lo que nos da hoy, que nos centremos en el futuro que nos brinda. Amados hermanos y hermanas, tampoco queremos derramar lágrimas innecesarias y dañinas. Queremos centrarnos en lo que Jesucristo nos da hoy, la salvación, la bendición, en lo que nos ha preparado, en la comunión eterna, la gloria junto a Él. La Sagrada Escritura nos habla de otro llanto. ¿Por qué lloras? Cuando el pueblo de Dios estuvo ante Canaán y los mensajeros enviados regresaron e informaron que esa tierra estaba llena de enormes gigantes, tuvieron miedo. Entonces empezaron a llorar. “¡Nunca lo lograremos! No podemos entrar a la tierra prometida. Es demasiado pedir”. Este es el tipo de actitud con la que a veces uno se encuentra en creyentes que piensan que el amado Dios pide demasiado. “Es simplemente imposible hacer lo que pide. ¿Cómo puede ser tan exigente? Nadie puede lograr algo así. Nunca podré hacerlo”. Estos lamentos tampoco le agradan al amado Dios. Muestran una falta de confianza en Dios. ¿Cómo podrías imaginar que Dios te exija algo sabiendo que no puedes hacerlo? Con su ayuda siempre puedes hacer lo que te dice. Ten confianza en Dios. Deja de lamentarte y llorar. Eso no lle-
va a nada. Ten confianza en Dios. Con la ayuda de Dios, puedes hacerlo. Un último punto: llorar también puede ser un encargo que Dios nos da. A veces nos pide que lloremos. ¿Cómo es esto? Pablo lo dijo muy simplemente: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Ro. 12:15). Así como Jesucristo comparte nuestras alegrías y nuestras lágrimas, espera de nosotros que compartamos el gozo, y las alegrías del prójimo, pero también su sufrimiento. Llora con los que lloran, alégrate con los que se alegran. Sí, muchos psicólogos tal vez digan: “Eso sería demasiado difícil. Es una carga insoportable cuando tomas sobre ti todo el sufrimiento de tus semejantes”. Pero si es el amor lo que nos motiva, entonces seremos capaces de compartir el sufrimiento de nuestro hermano, de nuestra hermana, porque hay un equilibrio. También podremos ser muy sinceros
Llora con los que lloran, alégrate con los que se alegran y alegrarnos profundamente cuando el otro es feliz. Naturalmente, si solo soportamos el sufrimiento del otro y luego somos envidiosos o indiferentes cuando el otro se alegra, entonces no habrá equilibrio. Allí se vuelve peli-
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groso. Pero quien ama sinceramente, puede alegrarse con los que se alegran en la comunidad. Y si es la alegría de un niño pequeño, la comparte. Mi hermano, mi hermana se alegra. Me alegro con él, con ella. De las experiencias hechas puedo dar testimonio de algo que cualquier portador de ministerio puede confirmar: esto nos da un maravilloso equilibrio. El que ama es capaz de compartir la alegría y el sufrimiento. Nunca se hace demasiado difícil. Una vez más, amados hermanos y hermanas, hoy el Espíritu Santo quiere escribir este mensaje en nuestro corazón: Dios enjuga las lágrimas de aquellos que lo aman. Después de un aporte musical, el Apóstol Mayor expresó: Amados hermanos y hermanas, probablemente ya lo habéis notado, en Francia tampoco podemos por el momento celebrar la Santa Cena y las comunidades no pueden reunirse. Sé que en muchos lugares de Sudamérica todavía es así. Pero el amado Dios nos da, al menos, como en este Servicio Divino, el perdón de los pecados y nos da –me gustaría subrayarlo hoy muy especialmente– la paz del Resucitado. Esta es una frase que escuchamos en cada perdón de los pecados. Cada vez que escuchamos las palabras de Absolución, oímos: “la paz del Resucitado sea con vosotros”. Es esta paz la que el amado Dios quiere poner hoy en nuestro corazón, también a través de una pantalla. La paz del Resucitado. La paz de quien nos dice: “No te preocupes, yo he vencido el mal. El mal lo ha intentado todo para matarme. Pero no pudo evitar que trajera la salvación”. Esta es una gran paz. El bien es más fuerte, más poderoso que el mal. Esta es la paz del Resucitado. La paz del Resucitado es la paz que le dio a María Magdalena. “¡Estoy aquí! ¡Estoy a tu lado! No te he olvidado. No te he dejado. No soy indiferente. Estoy aquí contigo y para ti”. La paz del Resucitado es: “Yo te perdono. ¿Me amas?
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Si eres constante en el amor, encontrarás el perdón. Yo te perdono. Es como si nada hubiera pasado. Nada ha cambiado entre nosotros”. Y esto continúa. En la paz del Resucitado, Jesús puede decir también: “No te preocupes. Yo estuve en el más allá. No he olvidado a los difuntos. También a ellos les he predicado el Evangelio, el alegre mensaje y sigo haciéndolo. No los he olvidado. Yo me ocupo de ellos, no te preocupes. Tu Padre también es su Padre. Mi Padre también es vuestro Padre”. Es un consuelo maravilloso. La paz del Resucitado es: “Yo vivo”. El buen Pastor que guía a la oveja perdida no está muerto. No ha perdido su poder, no está descansando. Sigue trabajando en la salvación. Eso también es parte de la paz del Resucitado. Y el último punto. “Te doy un encargo: Anuncia el alegre mensaje. Fortalece a tus hermanos, a tus hermanas. ¡Ve! Yo estoy contigo. No te preocupes. Tú también puedes cumplir este encargo, si me amas”. Hoy el amado Dios quiere colocar esta paz del Resucitado en lo profundo de nuestro corazón, de nuestra alma. Que cada oyente, cada ■ participante sienta y experimente esta paz hoy.
PENSAMIENTOS CENTRALES Dios está al lado de quien lo ama. Perdona a los que se arrepienten sinceramente. Ama y se preocupa por los que amamos. Su amor nos permite compartir las alegrías y los sufrimientos de los demás.
INFORMES
Cambio de planes, modificación de rutinas y nuevas prácticas sociales caracterizaron nuestra vida durante estos meses. A continuación, compartimos diez hechos destacados de nuestra Iglesia regional en 2020. 1. Servicios Divinos de palabra por transmisión: El 18 de marzo fue el último encuentro presencial en la comunidad. Al domingo siguiente comenzaron a transmitirse Servicios Divinos de palabra vía Internet. 2. El Apóstol Mayor en casa: Pudimos participar de tres Servicios Divinos junto al Apóstol Mayor: Pascua, Pentecostés y el 15 de noviembre, en un encuentro especialmente dirigido a nuestra Iglesia regional. 3. Juventud conectada: Además de los Servicios Divinos online para la juventud, siguió la publicación de la revista digital JNA y la comunicación vía redes sociales de JNA conectada. 4. Texto – Video – Audio: Al finalizar cada Servicio Divino de palabra, la Iglesia publica un resumen de la prédica en tres soportes: texto, video y audio. ¡Para descargar y compartir! 5. Vinculados en el amor y en la palabra: desde abril, en la Palabra pastoral de entresemana recibimos el mensaje en video de uno de nuestros siervos, basado en el texto bíblico del día. 6. Coros y orquestas virtuales: En los Servicios Divinos por transmisión y Palabras pastorales hemos disfrutado del maravilloso trabajo de ofrenda y amor de músicos y coreutas. Dos presentaciones llegaron de manera especial al corazón: “Alabamos y agradecemos
a Dios”, para Agradecimiento, y la presentación de Adviento 2020. 7. Sitio Web y Redes Sociales institucionales: El principal objetivo de nuestros medios de comunicación es transmitir y difundir el mensaje del Evangelio. Gran cantidad de hermanos y hermanas visitan el sitio web cada semana y miles de seguidores se han sumado a nuestros sitios en Facebook, Instagram y YouTube. 8. Publicaciones en línea: Nuestra tradicional revista “Comunidad regional” así como la edición trimestral “Community” mantuvieron su espacio en versión digital. 9. Por amor a Dios y a su Obra: La tarea de asistencia espiritual pudo continuar gracias a los medios de comunicación disponibles. Teléfono celular o computadora mediante, el diálogo con el hermano, la joven, el abuelo o la familia, se mantuvo activo. 10. ¡Seguimos aprendiendo!: También las clases de enseñanza religiosa tuvieron que adoptar nuevas modalidades. Encuentros virtuales, quincenales o por semana, mantuvieron el vínculo entre familias, niños, docentes y siervos. También la Escuela de Música para niños siguió activa, con el apoyo de la tecnología. El artículo completo puede leerse en: www.inasud.org/noticias
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Uruguay
El Apóstol Mayor en casa El domingo 15 de noviembre de 2020 el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider realizó un Servicio Divino con transmisión, dirigido especialmente para la INA Sud América. Miles de hermanos y hermanas de nuestra Iglesia regional pudieron experimentar una vez más su servir, en sus hogares. Colmados de alegría “Fue una sensación especial para el alma”. “Su presencia y su palabra siempre nos brindan seguridad y tranquilidad”. “Lo esperamos con muchas ansias”. Estas son algunas de las expresiones representativas del sentimiento de nuestros hermanos y hermanas ante la noticia de que íbamos a recibir la palabra del Apóstol Mayor en casa.
Preparación: interior y exterior Es que un Servicio Divino con el Apóstol Mayor nos motiva de una manera especial. No es usual que poda-
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mos asistir personalmente a una comunidad donde él activa. Y, sin embargo, esta vez él nos visitaría en nuestro propio hogar. En cada uno de los seis países del área la experiencia fue similar. Para predisponer el corazón, todo comienza con una oración. “Hicimos una oración especial de agradecimiento, para esperar con tranquilidad y gozo el comienzo de la transmisión”. “Le pedimos a Dios que todo pueda desarrollarse según lo planificado y que nada nos quite la atención”, manifiestan algunas de las familias. Nuestros hogares también se preparan de una forma especial. “Hace poco tiempo usábamos la computadora, pero ahora dejamos todo listo para poder ver las trans-
INFORMES
Brasil
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misiones en la televisión”. “Acomodamos todo, hacemos la oración en familia, escuchamos himnos de algún concierto”. “Mirar el Servicio Divino en la televisión desde el living con la familia reunida es realmente un momento de comunión”, expresan nuestros hermanos.
Reflexiones La hora pasa rápidamente, pero deja huella. Las palabras del Apóstol Mayor también despiertan reflexiones. “Jesús nos protege y se ocupa de nosotros. Por eso siempre debemos abrirle nuestro corazón”. “Nuestros hijos lo expresaron mejor que nosotros: Dios nos pide que abramos el corazón y que no dejemos de hablar con Él”. “Nos hemos dado cuenta de que nuestro amado Dios nunca nos ha desamparado”. “El Espíritu siempre coloca claridad (…) hoy ha sido un nuevo ejemplo de ello”.
Chile
El artículo completo, con experiencias de hermanos y hermanas de los diversos países, puede leerse en la sección Noticias de: www.inasud.org
Bolivia
Argentina
Paraguay
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“Entonces él se levantó y fue” Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar.” (Hechos 8:27)
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n Hechos 6: 1 se menciona un conflicto entre los miembros de la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén. Se habían formado dos grupos, a los que llama respectivamente los “hebreos” y los “griegos”. Esto merece una aclaración: todos eran judíos, la diferencia estaba dada en que los primeros eran más rigurosos en el respeto de sus tradiciones y los otros en cambio se mostraban más abiertos a la influencia extranjera, al helenismo (cultura griega). Para resolver los problemas que esta situación creaba, los Apóstoles decidieron derivar ciertas funciones en varones escogidos entre los hermanos. Fueron instituidos así siete varones a los que tradicionalmente se llamó diáconos y aunque pareciera que sus tareas estaban dirigidas a cuestiones prácticas resultó que algunos de ellos se dedicaron a predicar el testimonio cristiano y realizar labores de misión. De uno de estos diáconos nos ocuparemos ahora.
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Felipe Después del martirio de Esteban, otro de los diáconos, comenzó una gran persecución contra la iglesia de Jerusalén. Pareciera que esto afectó más al grupo de los helenistas que a los más conservadores, porque los apóstoles pudieron permanecer en la ciudad en tanto que muchos otros debieron dispersarse para evitar las consecuencias de esas medidas. Sin embargo, los que huyeron continuaron anunciando el Evangelio por todos aquellos lugares a los que sus caminos los llevaron. En estas circunstancias encontramos a Felipe en la ciudad de Samaria predicando a Cristo. Era muy antigua la hostilidad entre los judíos y los samaritanos. Además el ambiente con el que se encontró no parecía el más propicio. Había un hombre llamado Simón que practicaba la magia y había logrado con esas artimañas captar la atención de todos los habitantes. Ninguna de estas cosas fue obstáculo para la actividad misionera de Felipe. Oyendo su testimonio y viendo las
TEMAS BÍBLICOS
señales que hacía, había gran gozo en la ciudad. Fue tan bendecido ese trabajo de anunciar el Evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo que se bautizaban hombres y mujeres. Algo para destacar: hasta Simón el mago creyó y se hizo bautizar. Cuando las noticias de todo este desarrollo llegaron a conocimiento de los apóstoles que permanecían en Jerusalén, Pedro y Juan se trasladaron a Samaria para donar el sacramento que otorga la filiación divina.
Entonces ocurre lo sorprendente “Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: levántate y ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto”. Sabemos que las Escrituras conservan todo lo necesario para nuestra salvación. Aún los detalles tienen significación. Por eso la causa de nuestra perplejidad: un siervo con dones tan especiales, acreditados por un trabajo resonante en condiciones poco propicias, ¿es comprensible que sea enviado a un lugar desértico? Pareciera que lo más conveniente habría sido dirigir su actividad a centros urbanos importantes. Cuando en una organización ocurre algo similar, lo que de inmediato podemos presumir es que por algún juego de intereses a dicha persona se la desplaza a “vía muerta”. ¿Y qué pensamientos se despiertan en el involucrado? La respuesta de Felipe no deja espacio para conjeturas: “Entonces él se levantó y fue”. Cuanto más incondicional es la entrega, mayor es la experiencia de fe vivida. Esto es lo que va a suceder en ese paraje abandonado. Trasladándose en un carro, en el camino encuentra a un funcionario de la reina de Etiopía, leyendo las Escrituras. El Espíritu le indica a Felipe que se acerque. Fue una costumbre extendida hasta principios de la temprana edad media el leer en voz alta. Por eso, escuchando al lector, se ofreció a explicar el sentido del texto, cosa que el etíope acepta invitándole a subir al carruaje. Felipe se apoya en esa misma lectura y, comenzando desde ahí, le anuncia el Evangelio de Jesús. El testimonio produce un efecto inmediato: llegados a un lugar donde había agua el extranjero pide ser bautizado. Hasta aquí, el resumen del suceso.
Un testimonio singular Pero la realidad es mucho más rica. Solo que para verla debemos colocar el cono de luz en el interlocu-
tor de Felipe. En un único versículo (el 27) se sintetiza todo: ■ Un etíope: es decir, se trataba de un hombre procedente de África. ■ Eunuco: era frecuente asignar a los eunucos reales puestos de alta responsabilidad. ■ Tesorero de la reina: una persona culta y humilde, no solo invita a Felipe para que suba al vehículo sino, lo más importante: se deja enseñar. ■ Había venido a Jerusalén a adorar: Es probable que fuera lo que se llama un “temeroso de Dios”, porque dada su condición física estaba excluido de los privilegios de Israel. Cuando evaluamos cada uno de los caracteres enunciados, intuimos la magnitud del suceso. Pasaron dos milenios y aún ciertos prejuicios están vigentes. En la conversión del etíope ninguna de estas cosas fue impedimento. Es el momento de preguntarse si este testimonio singular, sentando un precedente escriturario, tiene menor importancia que lo hecho antes por Felipe en Samaria o lo que pudiera haber hecho en otra ciudad. Además, por la posición de prestigio del converso, seguramente era posible que una puerta importante se abriera por él para la difusión del Evangelio. A nosotros nos deslumbran los números. Lo cuantitativo es un criterio que encontramos confiable para decidir cursos de acción y evaluar resultados. En lo relatado vemos que para comprender lo verdaderamente grande en algunos casos es necesario un horizonte más amplio. Una perspectiva de otra dimensión para entender la trascendencia de lo sucedido. Y para abundar en esta evaluación del hecho, es oportuno destacar que al mismo tiempo en que se concretó este testimonio de Felipe, quien luego sería el Apóstol Pablo todavía asolaba la iglesia, entrando casa por casa, arrastrando a hombres y mujeres, enviándolos a la cárcel. Por otro lado, el Apóstol Pedro aún no había recibido del Espíritu la indicación de visitar la casa de Cornelio donde abriría el Evangelio a los gentiles. La actitud de Felipe es una guía absoluta para el trabajo en la Obra del Señor: en la seguridad de quien envía, “… él se levantó y fue”. Apóstol de Distrito e.d. Norberto Passuni
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Estar cerca, celebrar juntos (2° parte) En la primera mitad del año muchas de nuestras comunidades cumplieron sus aniversarios a la distancia. Durante los siguientes meses el contexto no se modificó demasiado y las celebraciones presenciales quedaron aún postergadas. No obstante, una vez más la creatividad de nuestros hermanos y hermanas quedó de manifiesto. Cuando hay motivos para celebrar, las ideas van surgiendo y se encuentra la manera de compartir el festejo. Esto mismo sucedió con las comunidades que a lo largo del año cumplían sus años y deseaban conmemorarlo de alguna manera. Videos, fotos, llamadas y encuentros virtuales fueron las herramientas más utilizadas que la tecnología regaló para poder estar un poco más cerca, compartiendo los mismos sentimientos. A mitad de año informamos los aniversarios de los primeros meses. Luego, entre junio y diciembre de 2020, en Argentina cumplieron: ● 70 años, la iglesia Ciudadela; ● 60 años, las iglesias Bernal, Monte Chingolo
Nº 3 y Turdera; ● 50 años, las iglesias Berazategui Nº1, Tala Pozo, Ruta 8, Mendoza, Laferrere Nº1, San Nicolás Nº1, Tandil y Villa Ite.
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Asimismo, en Uruguay celebraron: ● ● ● ●
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años, la iglesia Las Piedras; años, las iglesias Colonia 1 y Florida; años, la iglesia Nueva Palmira; años, las iglesias La Palmita y San Carlos.
Finalmente cabe destacar que el listado se amplía si sumamos a todas aquellas iglesias “más jóvenes” que a lo largo del año celebraban sus bodas de plata, es decir, 25 años desde su inauguración. Para todas estas comunidades, ¡muchas bendiciones! Y el deseo de que, cuando Dios lo permita, podamos volver a estar (más) cerca y (seguir) celebrando juntos.
INFORMES
75º Aniversario - LAS PIEDRAS (URU)
70º Aniversario - COLONIA 1 (URU)
70º Aniversario - CIUDADELA (ARG)
70º Aniversario - FLORIDA (URU)
60º Aniversario - NUEVA PALMIRA (URU)
60º Aniversario - BERNAL (ARG)
60º Aniversario - MONTE CHINGOLO 3 (ARG)
60º Aniversario - TURDERA (ARG)
50º Aniversario - LA PALMITA (URU)
50º Aniversario - SAN CARLOS (URU)
50º Aniversario - VILLA ITE (ARG)
50º Aniversario - BERAZATEGUI 1 (ARG)
50º Aniversario - LAFERRERE 1 (ARG)
50º Aniversario - MENDOZA (ARG)
50º Aniversario - SAN NICOLÁS 1 (ARG)
50º Aniversario - RUTA 8 (ARG)
50º Aniversario - TALA POZO (ARG)
50º Aniversario - TANDIL (ARG)
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Foto: Jürgen Priewe - stock.adobe.com
Un alumno, muchos maestros ¿Quién se ocupa de los niños? ¿Quién es responsable de la educación religiosa? Muchos, dice el Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider. Una mirada al amor, la responsabilidad y las estructuras de la Iglesia.
E
n el año 400 a. C., Platón a través de Sócrates llamó a sus contemporáneos a “cuidar el alma” (“epimeleia tés psychés”). Según el filósofo griego, no solo debían ocuparse del bienestar y el honor terrenal. Después de todo, el alma es inmortal, en contraposición con el cuerpo material. La asistencia espiritual hoy en día es entendida en ese primer contexto (cf. “La religión en la historia y en el presente”, Jürgen Ziemer).
materiales como espirituales. Aquellos que llevan adelante la asistencia espiritual, la realizan por amor y aprecio hacia su prójimo. Y esta labor no está ligada a un ministerio, sino que es una tarea de toda la comunidad (cf. Catecismo INA, 12.4.1.)
Apoyo y enseñanza
El trabajo en equipo: portadores de ministerio, maestros y familia
La asistencia espiritual no solo es un apoyo y una compañera en situaciones difíciles de la vida, sino que también se caracteriza por enseñar, orientar y brindar ejemplos. La asistencia espiritual aspira a que las personas puedan afrontar los desafíos y situaciones, tanto
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En la Iglesia, esto se hace particularmente evidente en el dictado de clases que forma parte de la educación religiosa para los miembros más jóvenes de la comunidad.
Padres y madres son los responsables de la instrucción religiosa. El Apóstol Mayor Schneider también subrayó este hecho recientemente. No se trata de transmi-
JUVENTUD NUEVOAPOSTÓLICA
jna conectada tir mandamientos y prohibiciones, sino más bien que “nuestra firme convicción es que Jesucristo es bueno para ti. El Evangelio es bueno para ti. Los padres son los primeros en transmitirlo”. Bajo ninguna circunstancia los padres deben eludir esta responsabilidad o considerar a la Iglesia como la única responsable de ella. Las madres y los padres dan testimonio de esta obligación en el acto sacramental del Santo Bautismo con Agua. Pero no se los deja solos en esta tarea. Los maestros participan a través de la enseñanza que es brindada en las comunidades y distritos de la Iglesia. Así que probablemente sean los niños quienes tienen a la mayoría de los asistentes espirituales a su alrededor.
Amplio ofrecimiento de enseñanza en la Iglesia “En las clases que se dictan en la Iglesia, los niños y adolescentes son guiados a ser conscientes de la responsabilidad que tienen en su vida frente a Dios. Fomentar la comunión y el sentido de unión constituyen metas centrales”, describe el Catecismo INA 12.4.1.1 en su introducción. Y la Iglesia hace mucho para proporcionar una buena base para los jóvenes creyentes, en la preescuela dominical, la escuela dominical, la instrucción religiosa y las clases de Confirmación.
JNA Revista: ¡edición de diciembre! A lo largo de este año, que ya termina, muchas veces hemos pensado en “volver a vernos”. Así se titula también el artículo que nos habla sobre el regreso a un Servicio Divino de juventud presencial en Uruguay. También conoceremos la historia de Luciana e Ignacio, quienes debido a la pandemia tuvieron que postergar su boda. ¿Cómo vivieron esta decisión? ¿Cómo se sienten? Una interesante experiencia, que encontramos en las páginas 11 y 12. Pero a pesar de las restricciones, la juventud sigue activa. En esta edición, actividades de los jóvenes de San Miguel y de Punta Alta (Buenos Aires). Además: -La primera parte del encuentro Conectados -El Servicio Divino del mes -y un video del himno “Como mi Cristo”. Revista JNA de diciembre está disponible en la sección Juventud/JNA del sitio web: www.inasud.org o bien ingresando con el siguiente enlace: bit.ly/JNARevista_Diciembre20
El Apóstol Mayor Schneider deja en claro a los maestros que la tarea no es solo “informar a los niños sobre las historias bíblicas del pasado, sino también ayudarles a desarrollar una estrecha relación con nuestro Padre celestial hoy y en el futuro”. De esta manera, el trabajo de los maestros y portadores de ministerio puede ayudar a los padres a apoyar la educación de sus hijos. Un trabajo en equipo para que los jóvenes puedan tener una fe firme y ser cristianos con alegría. Fuente: NAC Today
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El mismo fundamento Con el final del año llegaba también el momento de cerrar el ciclo lectivo en todos los niveles de enseñanza de la Iglesia. Un cierre especial, para un año especial.
Dentro de la asistencia espiritual brindada en la Iglesia Nueva Apostólica se encuadra también la educación religiosa de los niños, una tarea que envuelve a padres, docentes y portadores de ministerio. Los niños y adolescentes son guiados a ser conscientes de la responsabilidad que tienen en su vida frente a Dios, para que puedan obrar con responsabilidad propia y fundamentados en los valores básicos del Evangelio, en especial en el amor a Dios y al prójimo. Y este ciclo en particular comenzaría con una palabra del Apóstol de Distrito Enrique Minio: “Edificar sobre el fundamento: Jesucristo”.
Nuevas modalidades, el mismo fundamento En este año 2020 hemos hecho la experiencia de haber enfrentado cambios que no teníamos previstos. Pero, en
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el sentir de lo expresado por el Apóstol Mayor Schneider, los planes de Dios no cambiaron. De igual modo, las nuevas modalidades para vincularse, con métodos de enseñanza a distancia y el uso de medios tecnológicos, al principio trajeron algunos obstáculos y desafíos. Pero la palabra recibida al comienzo continuaba siendo la guía. El Apóstol de Distrito en aquel Servicio Divino de marzo había puntualizado los materiales para construir sobre el fundamento de Jesucristo. Entonces nombraba tres elementos: el oro de la fe, la plata del amor, las piedras preciosas de las virtudes divinas, como la humildad, la mansedumbre, la paciencia y la perseverancia.
A clase con los Apóstoles Para las clases de cierre, las familias, niños y niñas tuvieron la “visita” virtual del Apóstol de Distrito y también de algunos Apóstoles (en actividad y en descanso mi-
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Apóstol Claudio González
nisterial) que les dedicaron mensajes a través de videos. “Mi más sincero y profundo agradecimiento… Nos han dejado entrar en sus hogares y contarles a los niños estas historias”, manifestaba por ejemplo el Apóstol Claudio González (Argentina), subrayando que a través de ello “pueden ir percibiendo también el amor de Dios”. También desde Uruguay, el Apóstol Herman Ernst compartía la misma alegría y reflexionaba: “Cuánta oración se elevó a Dios y hoy cuánto agradecimiento podemos manifestar a Él por todo lo vivido”. Refiriéndose a los colaboradores, expresó que siempre buscaron la forma para estar a disposición, a pesar de las adversidades, en “una tarea hecha con tanto amor”.
Un mensaje para el Año de Confirmación
Apóstol Herman Ernst
Con estos conocimientos están en condiciones de tomar la decisión de responsabilizarse frente a Dios por la vida espiritual que les ha sido revelada. Si aún tienen dudas o temas que desean profundizar los invito a seguir en contacto con sus maestras o maestros (…) La situación actual no nos permite que puedan confirmarse en diciembre pero, Dios mediante, lo podrán hacer en el curso del año 2021. Más allá de ello, es el deseo que ya se pueden sentir parte de la juventud, por ello los invito a participar del Servicio Divino de juventud (…) ¡Deseamos que la bendición de Dios los acompañe!”. Así se llegó al cierre de ciclo, con la alegría de que cada ofrenda y cada tarea, más allá de los cambios y de lo nuevo, con la bendición de Dios pudo hacerse con esos materiales y el mismo fundamento.
El Apóstol de Distrito se dirigió especialmente a quienes están en camino a la Confirmación. Compartimos una parte de su mensaje. “La enseñanza de este año ha intentado transmitirles diferentes temas: ● cómo utilizar la Biblia, ● qué es la bendición de Dios, ● qué es la Confirmación, ● quién es Dios con el cual van a realizar un pacto, ● cuál debería ser la relación de ustedes para con Dios y para con el prójimo, ● qué quiere hacer Dios con sus vidas y qué espera de ustedes.
Apóstol de Distrito Enrique Minio
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El reino de paz Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar a Jehová de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor de Jehová. [...] Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros. (Parte de Zacarías 8: 22-23) El profeta Zacarías vivió en el siglo VI antes de Cristo. Estas palabras están dirigidas al pueblo judío, unos veinte años después de que el pueblo judío fuera liberado de la cautividad en Babilonia. Habían retornado a Jerusalén. Allí, el profeta los exhorta a volver a edificar el templo que había sido destruido por los babilonios y les anuncia un nuevo tiempo de salvación, diciendo que el Mesías iba a volver. Pero ellos tenían que dedicarse a esa esperanza y a la reconstrucción del templo. Esta palabra de Zacarías en la Escritura, que tiene más de 2500 años, hoy Dios nos la trae a nosotros.
El reino que esperamos: la primera resurrección El texto hace una referencia profética al reino de paz que esperamos, del que deseamos participar. Sobre él, 24 24
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dice en Apocalipsis 20: 6:: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. Deseamos ser parte de esa primera resurrección. Para ello nos estamos preparando. Ese período comienza en el momento en que Cristo venga a buscarnos. Donde aquellos que han partido fieles resucitarán primero y aquellos que estemos en la tierra luchando y que lleguemos fieles, podremos recibir un cuerpo de transfiguración.
Las bodas en el cielo Entonces podremos festejar con Cristo las bodas en el cielo. Pero mientras aquellos que han sido resucitados y arrebatados estén con Cristo festejando las bodas en el cielo, aquí sobre la tierra el poder de Satanás será desplegado. Entonces habrá quienes sigan luchando por
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su fe, defendiendo su fe en Cristo y siguiendo a Cristo, y quienes mueran por su fe en Cristo. Estos son denominados los mártires del tiempo de tribulación. Cuando nuevamente Satán sea atado, terminará este tiempo de tribulación. Ya no tendrá poder sobre la tierra.
El reino de paz y una tarea Allí terminará el período de la primera resurrección y comenzará el período del reino de paz. En este período, durante esos “mil años”, que representan un tiempo prolongado pero también limitado, será llevado el Evangelio sobre la tierra y Dios nos invita a trabajar como sus sacerdotes. Sobre la tierra seguirá habiendo nacimientos y muertes. El ser humano seguirá teniendo libre albedrío para decidirse por Dios o no. A nosotros nos tocará llevar el Evangelio, desde el corazón y con alegría. Anunciar las obras de bien, las cosas que Dios ha hecho con nosotros. Podremos anunciar cómo la bendición de Dios ha estado en nuestra vida, cómo nos acompaña y ayuda. Bendición significa la ayuda de Dios en nuestra vida, que está cotidianamente. Esa ayuda queremos tomarla, vivirla en plenitud y disfrutarla para que sea parte de nuestro testimonio en el reino de paz. También podremos anunciar con alegría el momento en que Cristo vino a buscarnos, la resurrección de los muertos, la transfiguración. Cómo fuimos liberados del pecado, aceptando a Cristo, cómo fuimos redimidos. ¡Anunciaremos bendición, resurrección y redención, con la alegría en el corazón!
“Iremos con vosotros” Pero para poder llegar a ese momento tenemos que prepararnos. Para que muchos puedan aceptar este testimonio y que ese testimonio, como expresa aquí Zacarías, les permita decir: “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros”.
cumplir con esta misión. Y que quiere darnos todo lo necesario. Lo hace en cada Servicio Divino. Entonces, debemos reflexionar: ¿Cómo vivimos cada Servicio Divino? ¿Es un encuentro con Dios para nuestra alma? ¿Nos preparamos, esperamos la palabra, buscamos la manifestación de Dios?
Con confianza y esperanza Dios está con nosotros y en nosotros, a través de la palabra, en cada Servicio Divino. Así iremos conociendo a Dios y dejando el miedo al futuro, porque confiaremos cada vez más en nuestro Padre. Más allá de lo que podamos entender con nuestro razonamiento, nuestra fe nos permitirá volver a confiar y a tener esperanza en Él una vez más. Podremos tomar todas las fuerzas de Dios para vencer lo que esté por delante y vencernos a nosotros mismos. Porque hemos recibido el don del Espíritu Santo, que es el don del amor, de poder, de dominio propio, que nos permite poco a poco ir alcanzando la imagen de Cristo.
Queremos ya hoy sentir que Dios está con nosotros
Este don nos permite ayudar al prójimo con alegría y servir a Dios. En este camino de preparación también nos equivocaremos y tendremos diferentes situaciones o incluso conflictos. Pero buscaremos ser uno en Cristo, contribuir a la paz. Es una alegría del corazón poder transitar juntos este camino Así nos preparamos para ese hermoso reino de paz.
Queremos trabajar en nuestra preparación para el sacerdocio real, sabiendo que Dios espera que podamos
Texto basado en el contenido de una Palabra Pastoral oficiada por el Apóstol de Distrito Enrique Minio, noviembre de 2020
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a M a e n ie v l e g n Un á según Lucas 1:26–45 El rey Herodes gobierna en Judea. En ese tiempo, Dios envía un mensajero a Nazaret; es el ángel Gabriel. En Nazaret vive María. Ella está comprometida con José, un descendiente de David.
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El ángel entró en la casa donde estaba María y dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo”. María se asustó. Se preguntó: ¿Qué saludo es este? Entonces el ángel le dijo: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre, darás a luz un hijo y llamarás su nombre Jesús. Será llamado Hijo de Dios. Será un rey y su reino no tendrá fin”. María dijo al ángel: “¿Cómo será esto?, pues no conozco varón”. El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder de Dios te cubrirá con
TEMAS BÍBLICOS
su sombra, por lo cual el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. El ángel agregó: “Y Elisabet, de la que se decía que no podía tener hijos, también ha concebido hijo en su vejez. Porque nada hay imposible para Dios”. Entonces María dijo: “Yo soy sierva del Señor. Que todo suceda como tú has dicho”. Y el ángel se fue. Ella fue de prisa a ver a su prima Elisabet.
Cuando ambas se saludaron, la criatura saltó en el vientre de Elisabet, ella fue llena del Espíritu Santo y exclamó a gran voz: “Bendita tú, María, entre las mujeres, y bendito también tu hijo. ¡Qué gran honor para mí que la madre de mi Señor venga hacia mí! ¡Bienaventurada que has creído! Todo se cumplirá como Él lo ha dicho”.
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Hasta aquí nos acompañó el Señor y lo seguirá haciendo
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ueridas hermanas y hermanos en el Señor, queridos todos. Acercarnos a ustedes en este tiempo especial es una necesidad del corazón. Hemos transcurrido un año muy particular. Nuestros planes han sido modificados, hemos transitado momentos inesperados. Pero más allá de lo vivido podemos decir: “hasta aquí nos acompañó el Señor y lo seguirá haciendo”. Esta es nuestra seguridad. Cristo nos ha hecho y nos hace libres: ■ Del pecado. ■ De las restricciones externas. Somos dueños de nosotros mismos. ■ Para amar, servir y perdonar a nuestro prójimo. ■ Para profesar a Dios. Queremos continuar en este camino y esperar el nuevo año para iniciarlo bajo la palabra que nos enviará nuestro Apóstol Mayor. El Señor viene y ese es nuestro anhelo: participar como dignos de ese día. En comunión con los Apóstoles y con agradecimiento del corazón por todo lo brindado, deseamos a cada uno de ustedes y sus seres queridos que puedan vivir esta Navidad y el nuevo año bajo la paz y el amor de nuestro Señor Jesucristo. Dios bendiga vuestros caminos. ¡Nos encontramos en cada oración! Hasta siempre Apóstol de Distrito Enrique Minio