Iglesia Nueva Apostólica Internacional Parte II La doctrina de las últimas cosas

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La doctrina de las últimas cosas Parte II La segunda parte de la serie de artículos sobre las últimas cosas trata en primer lugar sobre la venida de Jesucristo con poder y gloria. Luego el tema es el milenario reino de paz, en el cual el mal ya no podrá ejercer influencia alguna. La venida del Señor con poder y gloria Después de las bodas en el cielo, Jesucristo retornará a la tierra con las primicias. Basándose en Mateo 24:29-30, este acontecimiento es llamado venida “con poder y gran gloria”. A esta aparición de Cristo, en la cual queda en claro que Él es el “Rey de todos los reyes”, hace referencia una alegoría muy compleja y difícil de interpretar basada en el simbolismo véterotestamentario de Apocalipsis 19:11-16: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: el Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.” Estas imágenes no se pueden interpretar suficientemente sin entrar en dudas. El texto, y esto es típico del Apocalipsis de Juan, tampoco se puede despejar en términos teológicos, incluso se cierra a todo estudio doctrinario. Por lo tanto, a continuación sólo podrán abordarse algunos aspectos del mismo. Una figura central de Ap. 19:11 ss. es el jinete que monta el caballo blanco. Este jinete alude a Jesucristo. Los elementos de la imagen que lo describen, transmiten la impresión de alteza divina. El nombre del jinete tiene carácter programático, puesto que se llama “Fiel y Verdadero”, tratándose de atributos divinos. Jesucristo es fiel a sus promesas, y ahora se cumplirán también aquellas que hacen mención al futuro. El nombre “Verdadero” está estrechamente relacionado con ello. Además se incluye D&E © 2013 Iglesia Nueva Apostólica Internacional

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aquí el motivo por el cual Jesucristo es la verdad. Como Él es la verdad, al ser fiel a su palabra también es un Juez justo. Se diferencia básicamente de todos los demás jueces que conocemos, pues todos ellos también son injustos, desleales y no siempre veraces. Al hecho de que Jesucristo es Juez hace referencia el enunciado de que “sus ojos eran como llama de fuego”; esto significa que ve todo, nada le queda oculto. Se aclara de inmediato que el jinete también es Juez cuando dice: “con justicia juzga y pelea”. Las diademas sobre su cabeza simbolizan la plenitud de poder y verdadero liderazgo. Pero no sólo hay imágenes del jinete como Juez y líder, sino también otras que destacan otros aspectos de la naturaleza de Cristo. Cuando dice: “estaba vestido de una ropa teñida en sangre”, esto hace pensar en que Jesús ofreció su sacrificio para liberar del distanciamiento de Dios y del pecado. En el Apocalipsis, Jesús muchas veces es llamado el “Cordero inmolado”. Según Jn. 1:29 es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. El jinete no sólo es Juez, Señor, Redentor, sino también el “Verbo de Dios” (comparar con Jn. 1:1–3 y 14), es decir persona divina. La actividad del jinete se describe en misteriosas imágenes: con la espada que sale de su boca hiere a las naciones. El Verbo, es decir la persona Jesús y su palabra, tiene la función de juzgar. Muestra cómo está constituida la posición del hombre frente a Dios. Una imagen similar se encuentra en Hebreos 4:12-13: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Más adelante dice del jinete que rige con vara de hierro. Esto alude a que Él ayuda a que rija la justicia a pesar de toda resistencia que se le oponga. El juicio ligado a la aparición del jinete se vuelve a expresar por medio de que pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios. La ira de Dios se evidencia en que Dios no tolera la injusticia ni la hostilidad. Junto al jinete del caballo blanco aparece un gran ejército. También se mencionan características del mismo: sigue al Señor y está vestido de lino finísimo, blanco y limpio. La imagen del ejército es según nuestra interpretación la comunidad terminada que aparecerá después de las bodas del Cordero para establecer el reino de paz. Sin embargo, sólo un jinete, Jesucristo, es el que se ve que actúa. Él es el Señor, de Él sale todo, los demás lo acompañan. El ejército pertenece a Jesucristo, está en comunión con Él y tiene parte en su gobierno real.

El milenario reino de paz Apocalipsis 19:17 ss. habla de que los poderes enemigos de Dios –la “bestia” y el “falso profeta”, y todos los que se unen a ellos– serán lanzados dentro del “lago de fuego” (versículo 20). Satanás será atado (comparar con Ap. 20:2-3). De esta manera, finalizará por el momento el dominio del maligno.

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Del reino que dura mil años también habla Apocalipsis 20:4-6: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. El milenario reinado de Cristo, mencionado en este texto, no hace referencia a una duración concreta de un tiempo, sino que debe entenderse simbólicamente. En Salmos 90:4 y 2 Pedro 3:8 también se mencionan mil años, también aquí debe entenderse simbólicamente. Se señala un lapso que trasciende el tiempo de vida del hombre y va más allá de cómo este experimenta el tiempo. En el texto bíblico no hay menciones concretas sobre el reino de paz. No obstante queda claro que este reino será establecido sobre la tierra y que el maligno no tendrá potestad en él. Jesucristo ahora reinará ilimitadamente. Este reinado no se trata de un despliegue de poder por su propia voluntad, sino para la realización del plan divino de salvación. Con el establecimiento del reino de paz, Jesucristo dará lugar a la posibilidad de que el Evangelio pueda ser predicado ilimitadamente a todos, a los que viven y a los muertos. La tierra se convertirá en un espacio de paz y de reinado de la salvación de la cual forma parte la proclamación del Evangelio sin ningún tipo de barreras. De qué manera esta salvación de Cristo será acercada a la humanidad, sobre esto nada dicen los textos que hacen referencia a este acontecimiento. Sin embargo, Satanás no podrá seducir a cometer pecado, pero se puede suponer que los hombres seguirán estando sujetos a la inclinación al pecado y se diferenciarán en esto de los sacerdotes de Dios y de Cristo, los cuales al final poseerán un cuerpo de resurrección. En nuestra tradición bíblica se hicieron intentos para aclarar las condiciones que habrá en el reino de paz valiéndose de imágenes del Antiguo Testamento. Se vio por ejemplo como una imagen del reino de paz, el texto de Isaías 2:2-5: “Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”. Sin embargo, debe objetarse que el reino de paz no significa el final y la consumación del plan de salvación, sino que solamente es una estación en el camino de la nueva creación. Por lo tanto, las condiciones que habrá en ese período tampoco serán perfectas en todos los sentidos. No es posible describir más de cerca la vida y el trato de los inmortales y los mortales en el reino de paz. Si se lo intentara, se llegaría a especulaciones no bíblicas. Lo esencial es únicamente la fe de que en esta época será ofrecida la salvación en esta tierra y en el más allá.

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El reino de paz finalizará cuando Satanás sea soltado y tenga oportunidad de engañar a los hombres por última vez. Todos aquellos a los que fue anunciado el Evangelio en el reino de paz, serán llevados a una seria situación decisiva. La decisión definitiva por Cristo será tomada en términos del ataque de poderes ajenos a Dios. El tiempo de la nueva actividad del maligno será limitado. Él finalmente será juzgado y lanzado “en el lago de fuego y azufre” (Ap. 20:7-10). El mal en todas su formas será ineficaz para siempre.

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