Iglesia Nueva Apostólica Internacional
La Santa Cena – 1ª parte Las exposiciones sobre la Santa Cena están basadas en el séptimo artículo de la fe. Luego le siguen explicaciones sobre el nombre del Sacramento. A continuación se trata el tema de las indicaciones del Antiguo y el Nuevo Testamento sobre la Santa Cena. Al final de la primera parte se presenta la institución de la Santa Cena por Jesucristo y el significado de pan y vino.
La Santa Cena en el séptimo artículo de la fe El séptimo artículo de la Confesión de fe nuevoapostólica dice: “Yo creo que la Santa Cena ha sido instituida por el Señor mismo en memoria del una vez ofrecido, plenamente valedero sacrificio y de la amarga pasión y muerte de Cristo. El gustar dignamente la Santa Cena nos garantiza la comunión de vida con Jesucristo, nuestro Señor. Es celebrada con pan sin levadura y vino; ambos deben ser separados y suministrados por un portador de ministerio de la Iglesia autorizado por el Apóstol”. De los tres Sacramentos, la Santa Cena es aquel que se dispensa y se pone al alcance del hombre reiteradamente. Sus contenidos y su significado no pueden hacerse totalmente accesibles en términos doctrinales y racionales. Se halla estrechamente vinculada con el misterio de la persona de Jesucristo. En la Santa Cena puede ser experimentada directamente la realidad de Dios y su dedicación al hombre. La Santa Cena es el acontecimiento central del Servicio Divino. También ocupa un lugar esencial en la convicción y la vida del creyente.
Los nombres del Sacramento Existen diferentes nombres para el Sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo, que destacan determinados aspectos del mismo. “Santa Cena” se refiere a la institución del Sacramento por Jesucristo en la comunión con sus Apóstoles en la noche antes de su crucifixión.
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“Eucaristía” proviene del griego “eucharistein”, que significa “dar gracias”. Al instituir la Santa Cena, Jesucristo expresó agradecimiento a Dios (comparar con Lucas 22:19). El dar gracias en la Santa Cena convoca a los creyentes a una amplia gratitud, en particular por el sacrificio y mérito de Jesucristo, pero también por la redención y la santificación. “Cena del Señor” es una designación de la Santa Cena que indica que Jesús es el Señor y como tal la ha establecido y nos invita a celebrarla. El “partimiento del pan” se refiere a la cena de Pascua que Jesucristo celebró al instituir la Santa Cena (comparar con Mateo 26:26). Cuán característico era de Jesús el partimiento del pan, se puede ver en el hecho de que los discípulos que se dirigían a Emaús pudieron reconocer en ello al Resucitado (comparar con Lucas 24:13-31). Los primeros cristianos llamaban “partimiento del pan” a la comunión de la participación en la mesa, por la cual expresaban su unión y comunión (comparar con Hechos 2:42 y 46).
Indicaciones del Antiguo Testamento sobre la Santa Cena En el Antiguo Testamento no sólo hay numerosas referencias al Hijo de Dios, su pade cimiento y sacrificio, sino que también se informa sobre hechos que guardan una cierta relación con la Santa Cena. En retrospección, pueden ser entendidos como referencias al Sacramento instituido por Jesucristo, dejando en claro qué estrechamente relacionados se encuentran el antiguo y el nuevo pacto. Génesis 14:18-20 explica el encuentro de Abraham con el rey y sacerdote Melquisedec, el cual en la epístola a los Hebreos es entendido como una referencia a Jesucristo, que bendice a Abram y le trae pan y vino (versículo 18). “Pan y vino” hacen recordar los elementos de la Santa Cena. Esta relación se torna aún más clara en Hebreos 5:10, donde Jesucristo es llamado “sumo sacerdote según el orden de Melquisedec”. Otra referencia importante del Antiguo Testamento a la Santa Cena se puede ver en la alimentación de los israelitas con el maná durante la peregrinación por el desierto (comparar con Éxodo 16:4-36). El maná es llamado el “pan del cielo” (versículo 4). En el Evangelio de Juan, Jesucristo se llama a sí mismo el “pan de vida” (comparar con Juan 6:35). En el maná, en cierto modo, es prometido algo mucho más grande, un alimento no sólo para el cuerpo, sino que fortalece a la persona entera y le brinda salvación.
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Los milagros de Jesús sobre la alimentación Los Evangelios dan cuenta de que Jesucristo comió y bebió con los pecadores. A diferencia de los fariseos y escribas, participó en la mesa para estar en comunión con aquellos que según la ley mosaica eran considerados impuros y que por lo tanto, estaban excluidos del trato con los devotos (comparar con Marcos 2:13-17). Y Jesús no sólo comió con otros, los Evangelios también informan que proveyó alimentos. Sus milagros de la alimentación, por ejemplo, la alimentación de los cinco mil (comparar con Juan 6:1-15), la alimentación de los cuatro mil (Mateo 15:32-38) y también el milagro del vino en las bodas de Caná (comparar con Juan 2:1-11) son señales del reino de Dios que, en Jesucristo, se acerca a los hombres. La alimentación terrena, más allá de ser una comida para saciar el apetito, alude a la salvación en Cristo. Esto queda en claro por las palabras del Señor cuando se refirió a la alimentación de los cinco mil expresando que Él mismo era “el pan de vida” (comparar con Juan 6:26-51).
La cena de Pascua Por indicación de Dios, los israelitas celebraron la primera cena pascual en la noche anterior a la salida de Egipto. A tal efecto sacrificaron y prepararon corderos sin defectos. Los comieron acompañados de pan sin levadura. La sangre del cordero, con la cual pintaron los postes de las puertas, fue la señal para quedar liberados de la décima plaga que sobrevendría sobre Egipto, la muerte de los primogénitos (comparar con Éxodo 12). Dios mandó celebrar la cena de Pascua cada año en conmemoración de la liberación de Egipto. Las semejanzas entre la cena de Pascua y la Santa Cena son evidentes: ambas son cenas de conmemoración, en las que el pan cumple un papel importante. La copa de vino que se bebe al final del festejo de la cena pascual, simboliza la alegría generada por la liberación del cautiverio egipcio. La sangre del cordero pascual que salvó a los primogénitos de los israelitas, es una referencia a Jesucristo como el “Cordero de Dios” que es sacrificado: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29, comparar con 1 Pedro 1:19). En la cena de Pascua se recuerda la liberación de los israelitas de la cautividad de los egipcios. La Santa Cena hace referencia a la liberación en un sentido mucho más amplio, esto es: a la redención de los hombres de la cautividad del pecado a través del sacrificio de Cristo y a la salvación de la muerte eterna.
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La institución de la Santa Cena por Jesucristo Ya antes de instituir Jesucristo la Santa Cena en presencia de sus Apóstoles, dijo: “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 6:53). “Carne y sangre” son una clara alusión a la Santa Cena, demostrando el Señor en estas palabras que es necesaria para poder alcanzar la salvación. Son igualmente importantes las demás indicaciones del Señor: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna [...] El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él” (Juan 6:54 y 56). En los Evangelios sinópticos podemos leer que Jesucristo en la fiesta de Pascua celebró una comida con sus Apóstoles. Mateo 26:26-29 explica cómo el Señor instituyó la Santa Cena: “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (comparar con Marcos 14:22-25; Lucas 22:14-20). Mientras que el informe del Evangelio de Marcos es muy similar al de Mateo, en el informe del Evangelio de Lucas se hallan los siguientes textos adicionales: “[...] haced esto en memoria de mí” y “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Lucas 22:19-20). Con las palabras: “Haced esto en memoria de mí”, el Señor confiere a sus Apóstoles el envío y la autoridad para celebrar la Santa Cena de la misma manera que Él.
La Santa Cena en la 1ª epístola a los Corintios En 1 Corintios 11:17-32 se halla un testimonio sobre el festejo de la Santa Cena y las palabras pronunciadas por Jesús al instituirla. En este texto se testifica en primer lugar, que en las primeras comunidades cristianas se practicaba el festejo de la Santa Cena. El Apóstol Pablo cita las palabras de institución de la Santa Cena utilizadas en Corinto. Aquí queda en claro que existía un texto establecido de antemano: "Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado”. Luego siguen las palabras de institución: “Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (1 Corintios 11:23-26).
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Este texto brinda explicaciones sobre la situación en la cual tuvo lugar la institución de la Santa Cena y cita las palabras pronunciadas por Jesús. Las palabras de institución incluyen la conmemoración de ese acontecimiento único en la historia de la salvación. Allí donde se festeja la Santa Cena, también se recordaba la noche en la cual Jesús fue traicionado. Asimismo van unidos el partimiento del pan y el agradecimiento a Dios (“eucharistein“). Al mismo tiempo se menciona la interpretación del pan y el vino: el pan no es sólo pan de Pascua, sino “mi cuerpo que por vosotros es partido”. Tampoco la copa contiene sólo el vino habitual de la cena pascual, sino que “es el nuevo pacto en mi sangre”. La copa con vino que iba pasando de mano en mano en el festejo de la cena, representa el nuevo pacto fundamentado en la muerte de Jesús. El que bebe de la copa, recibe la sangre de Jesucristo, es decir, al Señor mismo. Al final del texto se destacan el significado del anuncio de la muerte acontecida una única vez y el significado del retorno de Cristo. Asimismo se subraya la importancia de la Santa Cena para la comunión de vida con el Señor: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Corintios 10:16-17).
El significado de pan y vino Los elementos del pan y vino, constitutivos para el Sacramento, pertenecen en primer término al ámbito del sustento, de las fiestas y de los Servicios Divinos israelitas. El pan es un símbolo del alimento humano en general. La alimentación con pan y los milagros del Antiguo y el Nuevo Testamento vinculados con ella, muestran que lo importante para Dios es el hombre como un todo, no como una parte, no sólo el cuerpo y no sólo el alma. También dentro del Servicio Divino, el pan cumplía según la ley mosaica una función importante: doce panes de la proposición se colocaban sobre una mesa delante del velo del santísimo. Cada día de reposo eran comidos por los sacerdotes y reemplazados por nuevos (comparar con Éxodo 25:30). También con el vino se hace referencia en primer lugar a la dependencia original del hombre, como criatura, de la alimentación. En el antiguo Israel, el vino era una de las bebidas que se tomaban en las fiestas. En Israel, el vino también es el símbolo de la salvación futura (Isaías 55:1).
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