Marcelo chiriboga y la literatura ecuatoriana imaginaria

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Marcelo Chiriboga y la literatura ecuatoriana imaginaria Javier Izquierdo, indaga las características culturales y políticas del Ecuador del siglo XX, a través de un falso de documental sobre Marcelo Chiriboga, el escritor ausente dentro de la gran mesa del ‘Boom’ latinoamericano.

Un secreto en la caja, falso documental dirigido y escrito por Javier Izquierdo, no solo retrata al náufrago del Boom Latinoamericano -Marcelo Chiriboga-, sino que describe la esencia cultural del Ecuador y su proceso político-territorial en el siglo XX en 19 capítulos, con videos y fotos en blanco y negro. De la misma manera que Luis Ospina abarcó 50 años de política colombiana en su largometraje Un tigre de papel (2008).

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Marcelo Chiriboga vaga en las mentes de los personajes del ‘boom’ José Donoso y Carlos Fuentes. El mejor escritor del Ecuador de todos los tiempos nace de la creatividad de estos novelistas . El escritor ecuatoriano Jorge 2


Enrique Adoum se inerva de curiosidad en 1997 y se acerca a Fuentes para preguntarle las inasequibles obras de Chiriboga. “Esa fue una invención de Donoso. Era el miembro que le faltaba al boom”, le confiesa.

Carlos Fuentes, nueve años antes de morir (2001), le confiesa al diario El Comercio de Ecuador que Marcelo Chiriboga fue un intento suyo y de José Donoso para sacar a la literatura ecuatoriana del anonimato del ‘boom’. Un intento fallido. Hasta Adoum, según una columna de opinión de Miguel Molina Díaz en larepublica.ec, mencionó que si el poeta ecuatoriano César Dávila Andrade hubiera nacido en México o Argentina sus obras hubieran sido traducidas a todos los idiomas posibles. Un país sin industria cultural.

El falso documental presenta una premisa detrás de la ficticia vida del escritor Marcelo Chiriboga: el país donde cruza la línea ecuatorial, olvida tan fácil como un viejo con Alzheimer. Tanto, que hasta el único autor ecuatoriano incluído en el Boom latinoamericano, Ecuador no se acuerda quién fue. De esa manera, Izquierdo toma la imagen de Chiriboga para dar un mensaje detrás -y punto inicial de la desmemoria e ignorancia-: en Ecuador casi nadie lee.

La gente olvida y se tropieza con los mismos males. En 70 minutos el cineasta quiteño, Javier Izquierdo, retoma en su largometraje al Ecuador de las décadas del 60 y 70: las cinco presidencias de José Velasco Ibarra -que no dejaba de ganar desde 1934- y su último derrocamiento por el general Guillermo Rodríguez Lara, quien toma el mando (1972 1976), iniciando la

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dictadura y dando paso al Triunvirato Militar (1976–1979). Y como un punto final a la milicia, llega Jaime Roldós y con él retorna la democracia.

“¡Esos pinches ecuatorianos tienen una capacidad especial para el olvido! ¡Un pedo bien –acá– amnésico, guey!”, exclamó Julio César Langara, periodista mexicano entrevistado en el falso documental.

Cada evento, llena el imaginario de Marcelo Chiriboga. Velasco Ibarra o los militares. No ve diferencia. La gente olvida y va entre discurso en discurso del candidato del momento. Y la desmemoria mantiene atrapada al pueblo un el mismo círculo.

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Marcelo Chiriboga lo sabía y lo describió en su novela La Línea Imaginaria (1968); que publica en su exilio en la República Democrática Alemana, el lado este y comunista del país germano. Una guerra. Ecuador Vs. Perú en 1941. Un ganador. El país del ceviche y del Tacu Tacu. Un contrato. El Protocolo de Río de Janeiro de 1942, que mutiló a Ecuador, dejándolo sin la mitad del territorio. Un país convulsionado ante la gran derrota.

La guerra con el país vecino torturó a Marcelo Chiriboga. No solo el trauma nacional de recordar quedo Perú absorbió medio país, sino por perder a su hermano mayor, Antonio. Además, ver destrozada la hacienda familiar en el terremoto de Ambato de 1949 y su participación en la ahogada revolución de la Guerrilla del Toachi en 1962. Ante ese complejo colectivo y 5


sus demonios individuales, Chiriboga describe la ficticia defunción del Ecuador ante las continuas guerras con Perú.

Ecuador -según Chiriboga en el largometraje- estuvo/está consumido por su predilección a ignorar la historia; y como consecuencia, termina dejando huérfanos a sus ciudadanos al desaparecer. Un país que se desvanece entre un álbum de fotos amarillas y se olvida de quién es o qué ha hecho, y niega a seguir y progresar: como el tío borracho que se acuerda como perdió su parte de la herencia apostando, en cada reunión familiar. Ecuador lamentó el Protocolo de Río de Janeiro. Javier Izquierdo con sus entrevistados, lo deja muy claro.

Ecuador, en la ficción de Chiriboga contada en el documental, muere eliminado por un borrador. Las líneas imaginarias fronterizas, destrozadas. Un país disuelto y devorado entre sus dos vecinos.

Un síndrome crónico de olvido. ¿Y si este final desastroso del falso documental de Izquierdo es una enfermedad latente en Ecuador? ¿Si las líneas imaginarias fueran de hormigón para el ecuatoriano? Los artistas saltan el país como si fuera un charco en el asfalto. Las ferias del libro 6


escasamente traen espectadores de afuera y menos de adentro. Así como poco entra, poco sale de la línea imaginaria.

Hasta los mismo libros no entran ni salen fácilmente de las fronteras. Un pueblo condenado a no leer ni recordar. Ecuador es el 2% del registro de propiedad intelectual de libros en Iberoamérica entre el 2013 al 2014, según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc). Además, con un promedio de lectura de un medio libro por persona al año de una población de 15,49 millones, como registró el Cerlalc en el 2012, y la Cámara Ecuatoriana del Libro en el 2013.

Marcelo Chiriboga es para Carlos Fuentes y José Donoso, como Macondo es para Gabriel García Márquez. Un novelista ficticio disuelto en los libros, para comenzar un rumor y colocar al Ecuador dentro del ‘Boom’ latinoamericano: como la silla faltante en la mesa; y sacar la literatura ecuatoriana debajo de la alfombra. El mejor escritor ecuatoriano fue autoría de un chileno y un mexicano.

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Al final, la literatura en Ecuador se encuentra escondida, tanto de los lectores extranjeros, como de su propia gente. Tan fuera de radar que todos podríamos pensar parecido al poeta uruguayo Juan González Soto, dijo para la revista colombiana Ex-Libris en el 2005: “seamos sinceros, la literatura ecuatoriana no existe”.

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