Andén. Ansioso, esperaba el tren de las diez. A cada minuto asomaba sobre la vía, aguzando los sentidos para lograr ver, escuchar o sentir el arribo de la poderosa bestia de acero. Al tiempo, buscaba en los ojos de cada uno de los que -igual que él- aguardaban en el Andén, tal vez buscando su aprobación. Miraba las manecillas de su reloj como avanzaban y del tren nada. ¿Porqué tardas tanto Arturo?