Eutanasia Mi fe murió de inanición, a pesar de la abundancia de rezos, cera y pabilo. Me queda solo la esperanza, pero no sé cómo alimentarla. Tú ya no sufres, eres casi otro mueble del horrible hospital. Un cuerpo que da vida a esa consola llena de luces y alarmas. Sufre tu madre. Quizá porque no podrá verte de blanco rumbo al altar. Tu padre en cambio casi goza, no tendrá que cuidar futuros nietos. Si yo te dijera cuanto sufro, nunca acabaría este poema.
Hoy le pregunté al doctor, de nuevo por tí, esperanza. Me dice que mañana son tus exequias.