Etica prima

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Jorge Tarela

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ÉTICA PRIMA

Ediciones Intervalo


Tarela, Jorge Ética prima y lazo analítico. - 1a ed. Buenos Aires : Intervalo, 2014. 36 p. ; 20x14 cm. ISBN 978-9871. Psicología. I. Título CDD 150 © Ediciones Intervalo Isbn -en trámite Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 ©Todos los derechos de la edición castellana pertenecen al autor: Jorge Tarela - Av. Rivadavia 3132, Ciudad de Buenos Aires, CP1205 email: jorge.tarela@gmail.com / Mensajes: 15-5220-5141

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A Natalia. Que supo escudriñar en su sí a un mí con el que no sabía qué hacer.

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INDICE

Presentación. Guillermo Díaz [Pag. 6] Ética prima y lazo analítico [Pag. 10] Entre el acto y la experiencia analítica: Sentido o significación. [Pag.23]

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Presentación GUILLERMO DÍAZ Me toca presentar hoy 1 al trabajo de Jorge Tarela, “Ética prima y lazo analítico”. Debo decir primero que vuelvo a sorprenderme, aunque ya llevo varias lecturas del mismo, acerca de la factura que este escrito presenta. Con ello quiero decir que este trabajo hace con su escritura, aquello de lo que se ocupa su contenido. No solo por eso es muy recomendable su lectura, sino también porque este escrito toma soporte en otros textos, y en autores, cuya producción y obra son de gran valía para nuestro interés. Voy a nombrar entre ellos a la “Proposición del 9 de Octubre de 1967. Acerca del psicoanalista de la escuela” de J. Lacan; “Psicología de las masas y análisis del yo” y “El malestar en la civilización” de S. Freud; “Antígona” de Sófocles, pero también “Antígona” en Kierkegaard y en Heidegger. Tam1.-

Escrito basado en una presentación el 8 de Setiembre del 2012 en Ramos Mejía. La institución convocante “Cuestiones del psicoanálisis” dictaba un curso anual que alojaba disertantes invitados.

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bién se hallan enlazados allí dos textos de Levinas, que hallarán citados, y un texto de Giorgio Agamben sobre la “Signatura Rerum”. Cuando menciono el detalle de factura, de hechura del texto, me refiero también a la grata resolución para poner a conversar escrituras complejas a los fines del interés de la transmisión. Voy a tomar de modo resumido solamente un sesgo del texto según mi lectura, la que decididamente no agota el recorrido del mismo. Cada cual hace su práctica. El texto inicia recordándonos que la comunidad de experiencia a la que incita y convoca Jaques Lacan en su “Proposición del 9 de octubre de 1967. Sobre el psicoanalista de la Escuela”, es aquella que estará orientada por la experiencia del practicante. Y enseguida nos presenta una distinción que, por sencilla, podría pasar inadvertida, y es que, tratándose de la práctica analítica, la experiencia del practicante es algo que ocurre en un lado, mientras que la comunidad, donde dicha experiencia toma lugar, es algo que se halla en otro lado. Para situar esto nos propone entonces utilizar el aparato de discurso formalizado por Lacan durante el seminario del año 1969-70. En la parte superior del lado izquierdo, se halla uno de los lugares del cual Lacan vaciló, más de una vez, cómo nombrar. Por eso a los fines de esta presentación, nombraremos como el lado y lugar del agente, donde el escrito nos propones anotar al análisis y a su practicante. Mientras que del lado derecho y arriba, llamado lado del Otro, hay que inscribir a la comunidad, a la

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polis, aquellos que, como ha sido enseñado, son el origen y principio de Occidente. El problema, lo llamo así hasta que encuentre un término mejor, queda entonces planteado: ¿Se escucha, se escucha en lo que se lee, el orden de disparidad que se presenta como una consecuencia de la Proposición del Lacan del ‘67, el hecho de proponer la constitución de un lazo en la polis, que como comunidad de experiencia se halla orientado por la experiencia del practicante, que es algo que ocurre en otro lado? Tratándose de dos lados y sus respectivos lugares, la distancia entre uno y otro queda a merced de que, aquello que oficie de agente, no olvide que en el lado Otro, en la comunidad de experiencia, de lo que se trata es del análisis y su practicante. Ahora bien, que este olvido se halle en función velando la distancia, no depende de las buenas o malas intenciones, o de actos más o menos propicios. Se trata de que lo propio de la constitución del lado Otro, el de la Polis y sus instituciones (ecclesia, familia, escuelas de psicoanálisis, etc.) es el olvido de sí del corazón del practicante. Y que asimismo, todo el lazo grupal que concierne a la Polis, tal como lo desbroza Freud en su texto sobre “Psicología de las masas…” se halla ligado y regido por algo que bien puede llamarse… amor. Es en este orden del amor que una de las figuras más recientes, dado que del amor solo hay figura pero más de una- es aquella con la que se topó Freud en el corazón de su práctica, la cual, en tanto que practicante, llamó: transferencia.

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Entonces el texto vuelve así al meollo de la ligadura entre un lado y otro, entre una función, que es la del agente, y el lado Otro, el de la polis, permitiéndonos formular la pregunta acerca de si ¿no será esta nueva figura freudiana del amor, la transferencia, aquello que hace a la ligadura del olvido de sí en el Otro…lado? De otro modo ¿no es la transferencia misma en su faz subjetiva, subjetivante también, aquello que a la vez que vela, interroga, en el mejor de los casos, a la hiancia insondable que se sitúa entre comunidad de experiencia y experiencia del practicante? A esta altura el texto de Jorge Tarela me hizo recordar una otra pregunta, esta vez de Jaques Lacan, cuando en su discurso a los católicos les soltó “¿Hacer el amor…? bien…es algo que pueden esperar sentados…!!

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Ética prima y lazo analítico. JORGE TARELA Lacan nos participó a instaurar una comunidad de experiencia cuyo corazón esté orientado por la experiencia de los practicantes 2. Remarco estos dos términos, comunidad 3 y practicante 4, en relación a la experiencia que entiendo es la del análisis. Dejo de lado, apreciarán luego porqué, el “psico” de psicoanálisis. Si bien estos dos términos se ubican en dos variantes discursivas prácticas distinguibles, ambos refieren a formas del “Otro-en-el-sí”, en su faz de agente inscripta en dichas prácticas. Las variantes son la de la polis y la del análisis. La faz de agente en la comunidad es lo que hoy denominamos gobierno, siempre calibrado con su Otro ciudadano. 2 -“…une communauté d’expérience, dont le cœur est donné par l’expérience des praticiens”. En: Lacan, J: Proposición de octubre de 1967. Versión oral establecida en Analytica volumen 8 –1978. 3 - Communauté. 4 - Praticiens.

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La faz de agente del practicante en la experiencia del anĂĄlisis es el analista quedando el analizante del lado del Otro, segĂşn la distribuciĂłn en ese discurso. AsĂ­ comunidad refiere a un lazo cifrado en occidente como polis, sitio en donde ubicar la experiencia en tanto comunidad de experiencia. Practicante, en cambio, refiere a otro tipo de lazo, lazo en donde se realiza la experiencia, y que se nombra como experiencia del practicante. Ahora bien, tanto el practicante como la comunidad establecen, segĂşn sus discursos referentes, modalidades de agente y de Otro, lugares a ser ocupados por los tĂŠrminos discursivos.

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El desafĂ­o es entonces instaurar una comunidad cuyo agente no olvide al practicante segĂşn la experiencia del anĂĄlisis. Pero precisamente, Âżno es este olvido –que llamo ĂŠtica prima- lo que funda la polis, la comunidad? Cuando se habla de comunidad o incluso de grupo, lo que se subraya es el valor de abandono del “uno-al-Otroâ€?, en esto el texto freudiano de “PsicologĂ­a de las masas y anĂĄlisis del yoâ€? es guĂ­a, puesto que configura un anĂĄlisis del lazo grupal del amor allĂ­ cuando no se trata de la confesiĂłn de la soledad, de la desnudez, del “sĂ­-ante-el-Otroâ€?. Por ello ese texto revela en quĂŠ los amantes, dado el paradigma

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del enamoramiento, ex-sisten desde donde, en una suerte de ruptura y más allá de ahí, se accede a la polis. En ese lazo, en esa inconfesión comunitaria del amor, en esta confianza que no se muestra dado ese secreto intimo que sólo entre los amantes se revela 5, el valor del secreto que enlaza al grupo o comunidad, a falta de relación, vincula al Otro allí donde el Yo no es de sí 6. Y Lacan prefiere, además, otro ingreso al valor de la comunidad, ingreso indicado también por Freud, apelando a “El malestar en la civilización”. No sólo la entrada erotológica (un eros cuyo valor está en el paso del acto y en el acto de pasaje 7) sino, 5 -Freud lo indica en el ejemplo de la identificación histérica y la infección psíquica, que Lacan sitúa como identificación nodal en todo deseo, comunicación directa con el deseo del Otro. (Freud, S. Psicología de las masas y análisis del Yo. Cap.VII La identificación.)(Lacan, J. Seminario XII. Clase del 3 de marzo de 1965: “El tercer término, dice Freud, es el de la identificación directa del deseo al deseo, identificación fundamental por la cual nos dice, es la histérica quien nos da su modelo… El deseo de la histérica funda todo deseo como deseo de histérica. El juego, el tornasol de la decodificación, de la repercusión infinita del deseo sobre el deseo, la comunicación directa del deseo del Otro, está allí, instaurada como tercer término. ¿No es suficiente decir que el agrupamiento permanece indisociado, heteróclito, en ese capítulo esencial que Freud cree deber reunir?”) 6 -Parafraseando el aforismo de Lacan: “amo en mi, algo más que a yo”, indica en ese algo una identidad imposible entre ese mi y esa yoidad, sin desconectarla de la mismidad y, a la vez, indica que ese algo señala en el mismo sí a una estofa objetiva de otredad. 7 - En Freud el acto es fallido, la consideración del mismo es en su faz significante, pendiente así queda aquello que no se deja absorber en esa faz. Lacan desde esta vía lo problematiza al acto, arribando desde el acto fallido al acto analítico. En ese recorrido, al acto se lo considera como lenguajero, implicando compromiso, en tanto acontecimiento, promesa de fin en a, no implicancia alguna de la presencia del sujeto.

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además, la entrada dionisíaca, por donde la sublimación, por ejemplo en la perseverancia, es una vía destitutiva dada la inexistencia del Otro 8. El otro término, el de practicante refiere entonces a lo pasivo, dado el recorrido de la experiencia pero despejando o sintomatizando eso social de todo lazo según su discurso, político, universitario, 8 - Antígona ha sufrido una suerte de metamorfosis antes del comienzo de la narración sofocleana, se deduce por esos gritos ululantes “con una voz tan aguda como la del ave desolada” que comentan que ella profesaba junto al insepulto. Algo se desprende de Antígona, de su sí. ¿Y no es eso mismo lo que conduce su perseverancia, que Lacan llama “perseverancia del ser criminal”? (Lacan, J. Seminario VII. Clases de mayo y junio de 1960) Tal vez efecto de una Versagung que Kierkegaard hipotetiza con el título de Mi Antígona (Kierkegaard, S: De la tragedia: “Mi Antígona es una vida básicamente acabada… su dote es una fortuna eterna a la que los ladrones no tienen acceso y no pueden robársela… tampoco ella pertenece a este mundo en el que le toca vivir… su autentica vida está enterrada con su secreto… solamente junto a su padre encuentra Antígona sosiego… como si hubiesen sido socios en el mismo crimen… y con la muerte de su padre se ve privada de quedar libre de su secreto… hay un elemento sin embargo del que ella no está clara: si su padre lo sabía”). Algo que no puede ser incluido en una ley o en dictado enunciable, un ser criminal que se sostiene de su acto, fuera de sí, la independiza de su Otro, la autonomiza. Antígona se busca a sí hasta el punto que es otro. Aquí el valor de la sustitución pero no en términos de significación, de metáfora, o como valorización o idealización en términos de cultura. Sino substitución (o mejor subsituación) tomada en la vía de la sublimación, poniendo el acento en ese objeto insustituible en cuanto tal, irremplazable. Antígona se da a ver y a escuchar entre esas tinieblas en los límites de la Polis, de la civilización, generando el malestar. No hay ley de la polis que prohíba ese imposible, Antígona se autoimpone su propia ley basada en una identidad imposible, “mi hermano es mi hermano”. Esta autonomía (auto es una marca del origen helénico de occidente), no se sostiene en una otredad del Otro, sino en su inexistencia. (Copjec, J: Imaginemos que la mujer no existe. Cap. La tumba de la perseverancia)

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histérico o analítico 9. Practicante como agente 10, aún en la pasividad, sin autonomía pero con autorización 11. Heidegger y Lacan se apoyan, por ejemplo,

9 - Por ejemplo, la tragedia ática que surge en Grecia a finales del siglo VI a.c. muestra una Ética que un siglo después ya no será comprendida ni por la filosofía, la poética, la política e incluso por la ética todas ellas helénicas. (Vernant, J: Mito y tragedia en la grecia antigua) Tan sólo el psicoanálisis y sobre todo cuando deja de lado a Psique, retoma ese olvido constituyente. Y se sabe que hoy en día, en nuestro contexto la devaluación recae sobre los otros ámbitos nombrados, si es que aún quedara algo en ellos de su esencia que no quiera ser ubicado en el rechazo a aquella ética. 10 -En “Kant con Sade” tenemos la primera aparición del cuarto de giro de Lacan aplicado a un esquema que hace así de puente entre los esquemas primeros zigzagueantes y los estructurales de los 4 discursos. En estos esquemas sadianos aparecen valorizados los sitios fijos en número de cuatro y el esquema mantiene dos lados en cierta dialéctica: el lado del agente y el lado del Otro. Es del lado del agente donde encuentra lugar el torturador en tanto instrumento del Otro. Es una figura del agente la que así aparece, nunca una figura del Otro. El practicante en cuanto agente es el analista, su matema en el discurso es que podemos leer como “causa del deseo apoyada en la

disyunción del olvido en el lugar de la verdad”. Pero situar al practicante en cuanto analista, es cómo hablar del torturador allí cuando no es instrumento del Otro. Es considerarlos fuera de su faz de agente, forzando entonces una figura del Otro, con el cual poder comunicarse o dialogar. Allí el valor del zigzagueo sadiano que, tal como la aguja curva tan cara a los héroes de Buñuel, sutura dos lados de la cicatriz. 11 - La noción de agente en Lacan tiene un giro sorprendente después de su invención del objeto a. Los efectos de este invento son muchos y le llevará tiempo ir precisándolos. Por ejemplo, al reescribir “Kant con Sade” en 1966 para integrarlo a sus Escritos, aún manteniendo el esquema 1 de ese escrito -llamado del fantasma sadiano- sin ninguna variación, debe modificar todo lo que se desprende de dicho esquema en cuanto “máquina productora de explicaciones”. Me detengo en las dos flechas de ese esquema, la sinuosa y la que relaciona d y a. De la primera habrá que resaltar:

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en el término το δεινον con el que comienza el segundo coro de Antígona: De múltiples formas existe lo inquietante, pero nada es más inquietante que el hombre. Inquietante, ominoso, monstruoso, terrible, formidable, traducciones de las variantes en francés, en alemán, en fin, cada lengua des-aporta lo suyo. Ese término nombra en el hablante en tanto practicante, tal como lo aclara la continuación del decir del co-

- El placer con verificación retroactiva, que es situado en el inicio de la flecha y que hace invertir los términos del fantasma (a◊S), quedando el a de lado del agente y S del lado del Otro. -El esquema reduce toda intersubjetividad y toda subjetividad al hecho de que no hay más que un S y un a, es decir (1+a). -Que toda voluntad ya es goce, al menos en la efectividad sadiana que se instala en el lugar del agente a->V. aunque este goce corra paralelo a la puesta en juego del fantasma (de allí la pertinencia del troquel ◊) haciendo así no tan pura la voluntad de goce. -Que toda placer es sustituido por un instrumento y aquí la flecha (d -> a) cambia de dirección según el escrito (a->d) “el deseo que parece ser el agente” es decir que no lo es. -Situar el a en el lugar del agente es rectificar la orientación hacia una ética en donde no es S quien tiene las riendas quedando este último realizado del lado del Otro. Sadianismo en consonancia con el discurso analítico en este punto: a del lado del agente. ¿No hay aquí un motivo para que este sadianismo figure como rechazado aún en el mismo asunto Sade. Y, por qué no –dada la consonancia- en el discurso analítico? En nuestra lectura hay ahí una ética primera; donde no se corresponde el agente con su sujeto, punto de arranque de Occidente, renegación del olvido de sí o subsituación fundante. (La referencia obligada en este punto es el texto de Allouch, J: Faltar a la cita. Erotología analítica III).

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ro 12, la sustitución subsituada13 que lo constituye como diciente, en la dimensión del Decir sentido, 12 -Se suele aducir que no hay documento más central del saber trágico que la oda del segundo coro de Antígona de Sófocles. En esta donación poética se establece un origen de occidente, allí se intenta pronunciar ese comienzo mismo en el instante en que resulta impronunciable, conservándose en la palabra del poeta para que lleguemos a recibirlo. Según Heidegger mediante la Antígona de Sófocles se corrobra una fundación poética del ser al tiempo de la existencia de la polis. De múltiples formas existe lo inquietante, pero nada hay que se eleve más inquietante por encima del hombre. Él es quien navega por las encrespadas mareas en la tormenta invernal del sur atravesando bajo desgarradoras olas lo profundo. De entre los dioses es también la tierra, la más sublime, la que indestructible e infatigable es vencida por él, revirtiéndola, año tras año, removiéndola de aquí para allá, con la herramienta del arado. También atrapa a las ligeras bandadas de aves por los aires y caza toda comunidad de animales salvajes y el tropel natural de los mares, el hombre que piensa todo su entorno. Él es quien subyuga astutamente al animal, que duerme y anda por los montes, quien somete la cerviz del caballo y al toro nunca domeñado, abrazándole con el yugo de madera. También en el resonar de la palabra y en el raudo comprenderlo todo se encuentra él por sobre las ciudades y también con el ánimo del soberano Del mismo modo como evitaba exponerse a las inclemencias del clima, lo tenía ya pensado, así como las desgracias por heladas. Siempre anda experto viajero, inexperto y sin salida llega a la nada. El único embate, el de la muerte, no le ha sido nunca posible impedir, por evasión alguna, si bien logró esquivar muy hábilmente las más terribles enfermedades. Circunspecto, porque la habilidad inventiva domina más allá de lo esperado cae a veces en la perversidad otras, le salen bien empresas nobles. Vive entre la ley de la tierra y el orden jurado por los dioses: Eminente sobre el lugar, lo pierde porque la audacia del hombre lo hace considerar el ser como no-ser. No comparta el hogar conmigo, ni participe mi saber de su divagar, quien haya de poner esto en obra. Siendo el hombre lo mas inquietante (“inquietante” con toda la resonancia del Unheimlich freudiano) en cuanto al ser, el hombre se hace huyendo, encaminándose por las calles del ente. Pero ya no se siente como antaño, seguro de sentirse en casa, ahora vaga creyendo conse-

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guir algo allí sin asumir al final, que no llega a nada. Esa nada exterior repercute en su interior, es una extimidad angustiosa. Así arranca este poema, situando al indomiciliado hasta nombrar un sitio, la polis, una morada para este ser que vaga entre los entes: la polis aparece como la sede, sitial o matriz de su propio ser, ahora ciudadano. Se relata entonces cómo constituye un sitio: la polis, como el fundamento mismo del poder-ser-de-casa. El coro se cierra en relación a un no-dicho, que el coro –formado por ciudadanos- sabe. Este saber que se origina en cierta pertenencia a un hogar, queda secreto, como ocultamiento u olvido. Lo que hace al hombre aquel que es –lo inquietante– allí donde el hombre habita inhóspitamente, ya no es un saber que la opinión pueda dar cuenta, ahora es del orden del divagar. Que encuentre un sitio en la polis, en la resonancia del decir del coro ciudadano, efectúa lo que quedará como no dicho pero a proseguir en el Decir. 13 -Lacan dijo (Lacan, J: Seminario XVI. Clase 14 de diciembre de 1966): “Lo saben, doy importancia a esta estructura porque es fundamental para explicar la estructura del inconsciente, es a saber, que en el momento considerado como primero, original de la represión, se trata de un efecto de sustitución significante en el origen. Origen lógico y no otra cosa, Lo que esta sustituido tiene un efecto dependiente de la lengua que puede permitir expresarnos de una manera viva: el sustituto tiene por efecto sub-situar a lo que se sustituye. Se encuentra que, de hecho estas sustituciones, en la posición que se cree, que se imagina, que una doctrina en sí - sin razón, de vez en cuando- se borra, es simplemente sub-situada: así es como hoy voy a traducir -porque me parece particularmente práctico- la Unterdrück de Freud. En la versión AFI transcriben: “Vous le savez, je donne une grande importance à cet te structure pour autant qu'elle est fondamentale pour expliquer la structure de l'inconscient. C'est à savoir que, dans le moment considéré comme premier, original, de ce qui est le refoulement, il s'agit, dis-je, - puisque c'est là le mode qui m'est propre de le présenter-il s'agit, dis-je, d'un effet de substitution signifiante à l'origine. Quand je dis à l'origine, il s'agit d'une origine logique et non point d'autre chose. Ce qui est substitué a un effet que les penchants de la langue, si l'on peut dire, en français, peuvent nous permettre d'exprimer tout de sui te d'une façon fort vive: le substitut a pour effet de sub-situer ce à quoi il se substitue. Ce qui se trouve, du fait de cette substitution, dans la position que l'on croit, que l'on imagine, que l'on doctrine même -très à tort, à l'occasion - être effacé, est simplement sub-situé: ce qui est la façon dont, aujourd'hui je

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sin más remedio que siendo dicho o apelando a la temática del dicho, allí donde reina la significación. Hay una ética en esa dimensión, ética en su versión trágica 14. Hasta aquí lo que despejo expresado sucintamente, de esos dos términos, comunidad y practicante. ¿Acaso el amor de transferencia, en tanto modalidad del amor, encuentra su lugar entre esas dos formas, la de la polis y la del practicante? La transferencia (entendida ahora en cuanto posibilidad de comienzo y de resolución) es el marco de la experiencia analítica y Lacan comienza subratraduirai -parce qu'elle me semble particulièrement pratique le Unterdrückt de Freud.” Este decir está sostenido en el Seminario tras el despliegue del álgebra de la fórmula de la metáfora. De algún modo la barra que se reitera en toda esa escritura proporcional se transforma en el decir en tachadura. Si sustitución remite a la metáfora y a la metonimia, subsituación (de subsituar y porqué no, subsitiación, de subsitiar) remite al Decir. Sentencia que así se ubica al margen del campo del lenguaje en lo que hace al ser y a la tematización de todo dicho. Ubicamos ese Decir lanzado hacia la tachadura en las vías de un recorrido, de un tour, en términos de sublimación y sentido. En la enseñanza de Lacan a esa altura de su Decir y en ese Seminario, no se trata tanto de alojar a la represión, a la significación, que siempre será del falo, sino de interrogar al fantasma en su so-porte: (1+a). 14 - “Es mi responsabilidad para con el otro quien forma el para de la relación, la misma significancia de la significación que significa en el Decir antes de mostrarse en lo Dicho… No es que el “más allá” esté “más lejos” que todo lo que aparece, bien como “presencia en la ausencia” o como “manifestado por un símbolo”. Eso todavía sería someterse al principio, darse en la conciencia. Lo que aquí cuenta es el rechazo de dejarse amansar o domesticar por un tema”. (Levinás. E: De otro modo que ser o más allá de la esencia. Cap. La substitución”)

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yando en su “Proposición…” 15 que está allí mismo la objeción a toda intersubjetividad y, agrego, también a toda subjetividad, pues sigo dejando pendiente la implicancia de “psique” en este meollo. Está en esa modalidad de amor llamada transferencia la objeción, porque desde allí se funda lo impar del uno en tanto que “en-lo-de-si”. ¿Qué puede entenderse por subjetividad sino esta transferencia misma en donde se subsitúa un “por-el-otro” en un “para-el-otro” 16? La transferencia sostiene esta subjetividad que puede así soportar el oprobio sin hacer intervenir el acto, superar al traumatismo del “para-el-otro” en una responsabilidad por el Decir que siempre quedará puesto en entredicho. Pero esta responsabilidad es anterior a todo diálogo, incluso preliminar a la tematización en lo dicho, esta responsabilidad no se encuadra en un “otro-dentro-de-lo-mismo”. Nada de inter, pero tampoco nada de psiqué que deducirse puede del “uno-dentro-de-uno” 17. Lo impar atópico de la 15 - Lacan, J: Proposicion del 9 de octubre de 1967. La versión oral que tomamos como referente fue escrita para ser publicada en Scilicet dos años más tarde. 16 - La subjetividad del sujeto es la responsabilidad o el estar-enentredicho a modo de exposición total a la ofensa en la mejilla tendida hacia aquel que hiere. Soportar ese sufrimiento sin hacer intervenir el acto que sería por ejemplo, la exposición de la otra mejilla. Pasaje del “por-el” al “para-el”, fuera del inter-es. (Levinás. E: De otro modo que ser o más allá de la esencia. Cap. La substitución”) 17 Conocida como psique y bajo este nombre un ente espiritualcorporal con vida propia, que, cualquiera que su origen fuera, había ido a albergarse al interior del hombre para llevar en él, como un segundo yo, una vida aparte, vida propia que se manifestaba en el momento en que desaparecía la conciencia del yo visible: en los sueños, en los desmayos y en los estados de éxtasis… (Rohde, E: Psique, la

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transferencia, conduce al (1 + a) pareja impar si las hay. Y si hay de lo uno y del a, ¿desde dónde plantear lo subjetivo? 18 Si la transferencia ubica en sus referencias necesarias un lugar del Otro allí donde el hablante quiere encontrar su sitio, ubica también, a la vez, el límite de la imposibilidad de alojarse ahí 19. Pasaje ilustrado por ejemplo, en la distancia que va desde el “Tu lo has dicho” más freudiano al “Yo no se lo hago decir” más lacaniano. Pasaje de la retoma del dicho en el decir que implica un Decir que jamás se agote en el dicho 20. En otros términos, la experiencia del reidea del alma y la inmortalidad entre los griegos). Texto que cita Lacan cuando despliega la problemática de la tragedia ática recordando que: “mucho antes de toda elaboración ética… Sófocles nos presenta al hombre y lo interroga en la vía de su soledad, en una zona en donde la muerte se insinúa en la vida” (Lacan, J. Seminario 7. Clase del 15 de junio de 1960 18 - El planteo se sostiene en una lectura deudora de E. Levinas en particular “De otro modo que ser, o más allá de la esencia” texto que ya hemos citado. 19 Cuando el coro que citamos de Antígona nombre un sitio determinado (hypsipolis apolis: Eminente sobre el lugar… lo pierde) en donde el ser ciudadano se revela, este sitio desprende al lugar que lo sobredetermina. Queda así nombrado una anterioridad que se vuelve problemática, digna de ser pensada. A su vez el sitio queda establecido como el lugar donde se definirá las relaciones del hombre con el gobernar. Allí se alojará ese ser en cuanto dicho, pero nada dice del diciente –para el caso el mismo coro, apoyo del poeta cuidadano- y del Decir. Sobre el poeta ciudadano el texto a desarrollar es “Detienne, M: Los Maestros de Verdad en La Grecia Arcaica”. 20 - El concepto de recurrencia en Levinás hace envés con el de repetición, por ejemplo: “La recurrencia… lejos de esperar y entumecer el alma, la oprime y la contrae exponiéndola desnuda al otro, hasta hacer que el sujeto exponga su exposición, incluso aquella que correría el riesgo de vestirlo, hasta hacer el descubrimiento de Sí en el Decir”. (Levinás. E: De otro modo que ser o más allá de la esencia. Cap. La substitución”)

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corrido hacia ese límite indicado en el álgebra por la tachadura, la sub-situación en donde el lecho del significante –y su efecto: la significación- no acogen más al diciente en su deseo. Allí Lacan escribe, Sq: “Significante cualquiera” y lo hace encajar en lo no sabido de ese análisis mediante la destitución que entonces, recién ahí, se vuelve subjetiva, es decir que un instante antes no lo era. La transferencia entonces no es un efecto subjetivo pero sí, en cambio, la destitución que implica su finalización. Este efecto de liquidación de la transferencia implica, en tanto recorrido efectivizado hacia la tachadura, que ningún suplemento haga función de respuesta. Incluso el mismo devenir analista, queda cuestionado así en tanto posible respuesta y este es el gran problema para la comunidad y para el practicante. Porque está claro que cualquiera sea la respuesta responsable que advenga, se ubicará necesariamente entre comunidad y practicante, quedando tocado, tachado, el ser que las sostendría. (1+a): Un deseo más su falta en ser 21. Esa respuesta particular, condición desde la cual se construye la “Proposición…” tiende a ser el campo en donde se confirme o no, que el deseo de recorrer esa experiencia, una vez más, todavía, aún, …o peor y dada la perseverancia

21 - La sublimación está en relación al sentido y no escinde ningún pensamiento del sexo sino del sujeto supuesto saber. La satisfacción de la pulsión a través de la sublimación atestigua la auto-nomia del sujeto en su propia tachadura en tanto deseante. (Ampliar con Copjec, J: Imaginemos que la mujer no existe.)

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por retomar ese recorrido, nunca advenga como solución o respuesta. En este punto hay una ética que se desprende a contrapelo de toda otra experiencia de verdad sustentable, por ejemplo la filosófica, la metafísica, la cristiana, la ciencia, siempre ubicables entre las éticas del amor o las de la polis. Hay una ética anterior, primera a estas experiencias, ética sostenida en lo impar del (1 + a). Y es así como aparece, por ejemplo en el término “psicoanálisis” esa verdad olvidada de occidente, insistiendo en su mismo nombre, psiqué almática, nos deslumbra, inaudita 22. ¿Pasamos pues al análisis en su faz de interrogación de su mismo corazón, que no será otra cosa que nuestra experiencia de analizantes en la comunidad de experiencia?

- Esa verdad olvidada, verdad mediodicha, es más un lugar a ocupar por el Decir, que cualquier dicho deslumbrante o incluso inaudito. Hay otra vía de entrada de la ética en occidente: es la judeocristiana, a diferencia de la griega el acento no está en lo Mismo sino en lo Otro, no es el alma sino el espíritu. Intercambiar el término psico por otro (Allouch a propuesto spico, que deriva de espíritu) ¿puede no incluirse en la vía del olvido, en la medida olvido es uno de los nombres del saber?

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22


Entre el acto y la experiencia analítica: Sentido o significación. JORGE TARELA

1.

Comenzaré apoyando mi decir en un ejemplo que se corresponde a la práctica freudiana. Se encuentra en el texto “Psicopatología de la vida coti-

23


diana”, en el apartado de las “acciones casuales y sintomáticas” 23. Escribe Freud, que se trataba de “una mano que jugaba con una bolita de miga que depuso una elocuente declaración”. ¿Forma extraña de presentar la cuestión, no? Es un ejemplo temprano, de 1901. El paciente era un muchacho de unos 13 años, que tal vez habría tenido experiencias sexuales, supone Freud, sospechando que tal vez sí, pero buscando al mismo tiempo someter a prueba las premisas que orientaban estas sospechas. Prudencia freudiana relacionada con cierta hipótesis sobre el valor de las declaraciones. Mientras transcurría la conversación, el paciente modelaba una miga de pan que traía consigo. Lograba plasmar con ese material unas figuras de hombrecitos a las que deformaba de continuo y volvía a amasar. En un momento de la plática a los fines de cerciorarse si su paciente lo había comprendido, Freud le pregunta si acaso recordaba la historia de aquel rey romano que dio una respuesta pantomímica al mensajero de su hijo, en el jardín. El paciente cree que es una historia griega, Freud le dice que no es así, y le cuenta el ejemplo del Rey Tarquino, El Soberbio. En este punto subrayamos que Freud al escribir esto comete un yerro, un desliz, lo sabemos puesto que él mismo lo corregirá mediante nota al pié en otra edición futura del texto, práctica recurrente en Freud, volveré sobre esta práctica.

- Freud, S. Psicopatología de la vida cotidiana. Amorrortu Ed. Bs. As. 1978. Pág. 194 23

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Retomemos la viñeta allí donde Freud le relata la historia: el rey en el jardín le muestra al mensajero, como respuesta al asunto que le traía, simplemente el gesto de cortar una cabeza de adormidera y al mensajero no le queda otra que informar sobre lo que Rey había hecho. Ahora bien, mientras Freud relata esta historia, el muchacho dejó de amasar y cuando llegó la parte sustanciosa del relato, a las palabras “calladamente cortó”, las manos del muchacho, en un movimiento rápido como el rayo, arrancaron la cabeza de su hombrecito amasado. Había entendido. Con este ejemplo intentamos traslucir que para Freud, la castración es:

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-

un acto simbólico, corroborado en los efectos que han ocurrido en esa actualidad y precisada por el acto mismo no intencional del paciente;

-

y que además, para Freud media un objeto imaginario en el caso “las cabezas” que hacen serie en el ejemplo;

-

y cuyo agente es real, aunque aquí aparece la dificultad, puesto que rápidamente se suele decir “¡ah! si, si…el padre real”, pero muy poco se aclara al decir eso y en este sentido el yerro de Freud, intercambiando padre e hijo no hace más que sostener allí un vínculo amoroso indisoluble. Pero Freud escribe -allí radica el valor del ejemplo- que su paciente lo había entendido y que además, su paciente había tomado nota de que fue entendido por


Freud. Para nosotros lo único que se entiende es el malentendido propio de la cuestión, sostenido en un acto pleno de simbólico. Lo que vamos a destacar en el malentendido es que la mano que toma nota en el final, coincide con la mano que “depuso una elocuente declaración” del principio. Esa “mano” signa el agente real.

2. El artículo que precede titulado “Ética prima” está engrosado con una serie de notas, algunas de las cuales retomaré en esta ocasión, intentando leer allí cierto decir sobre los temas que intenta ir articulando este seminario del que participo. En la nota 6, precisamente, indico que en Freud el acto es considerado en su vertiente significante como fallido, fracasado. Esta es la cara del acto que queda subrayada en la viñeta antes citada. En Lacan, en cambio, esta cara freudiana del acto no soslaya la otra cara, cara real en el asunto. De este modo, según Lacan, el acto no sólo es lo que por él queda dicho, sino además, lo que hace decir, o sea, lo que el acto al decir eso, eso quiere. Queda así en esa resonancia, la “no implicancia alguna de la presencia del sujeto”. En el acto hay del agente, más no del sujeto. En la nota 9 se desarrolla una pregunta sobre el agente. Al releerla tomo nota de que al escribirla 26


anote dos veces “el lugar del agenteâ€?. Es un error. En los esquemas cuadrĂ­podos de Lacan, -los llama asĂ­ en forma bastarda 24, en la medida en que ese adjetivo estĂĄ formado por un elemento latino y otro griego- en esos esquemas siempre hay dos lados. Lacan subraya que los lugares son cuatro, reforzando que estĂĄn conformados por dos lados, son dos, como mĂ­nimo. Hay que distinguir en esos esquemas, lado y lugar. Los dos lados son a mi entender, el lado del Otro –esto Lacan lo seĂąala- y el lado del agente. ↑

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Por ejemplo, en el discurso del analista, del lado del agente hay dos lugares que son ocupados por dos tĂŠrminos heterogĂŠneos, el a en el lugar de la causa o del semblante y el S2 en el lugar de la verdad.

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Para todo discurso estos dos lugares, ocupados por distintos tĂŠrminos que cuartogiran, el lugar de 24 - VĂŠase Lacan, J. El Seminario 19bis “El saber del analistaâ€? Clase del 3/2/1972. Miller lo incorpora como charla dentro del Seminario 19 â€œâ€Śo peorâ€? pag.63. Paidos, BsAs 2012.

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la causa toma apoyo en el lugar de la verdad y ambos lugares estĂĄn del lado del agente. đ??żđ??żđ??żđ??żđ??żđ??żđ??żđ??ż đ?‘‘đ?‘‘đ?‘‘đ?‘‘đ?‘‘đ?‘‘ đ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Žđ?‘Ž

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En los esquemas sadianos, tambiĂŠn cuadrĂ­pedos, del lado del agente, estĂĄ el a y esa V de voluntad que ya es de goce. O cuartogiro mediante, tras la desapariciĂłn del troquel, el sujeto dividido por el a, a la manera del paciente de Freud, sujeto tras el acto de esa mano, dividido o en relaciĂłn a la castraciĂłn por esa mano, dado esa signatura. En ambos casos de los esquema sadianos, el sujeto o bien no estĂĄ del lado del agente, o bien queda ocluido 25 por el a.

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25 -“Se ve finalmente que como sujeto es en su desapariciĂłn donde rubricaâ€?. Lacan, J. Kant con Sade. Bloque 8, pĂĄrrafo 6. Escritos 2. Siglo XXI Editores.

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Termino esa nota 9 con un resumen del artículo, señalando el valor que tiene la no correspondencia del agente con su sujeto o dicho al revés, la no implicancia de la presencia del sujeto, en el punto de arranque de Occidente, donde ubico el primo olvido de sí o la prima subsituación fundante. Ahora vuelvo a retomarlo.

3. En este punto me parece pertinente colocar al sentido y a la significación en relación- aunque no sepamos qué tipo de relación-, pues el sentido es distinto de la significación, y no sólo distintos en cuanto efectos. Hay un autor que retoma actualmente esta distinción, es Giorgio Agamben en su libro Signatura rerum 26, en su “estudio 2: Teoría de las signaturas”. Propone al siglo XX, como el siglo en donde “podría suponerse algo así como una absolutización de la signatura, es decir, un primado constitutivo de la signatura respecto de la significación” El elemento material de la signatura es el signata, así como el elemento central de la significación es el significante. ¿Cómo localizar la Obra de Freud en esa tendencia del siglo XX? El avance de Freud va del significado a la significación, llegando a indicar un límite en esta significación. Pero ¿y el sentido? De aquí la rectificación de Lacan, que sí oriento su recorrido desde el sentido y no, como Freud, desde la significación. Desde el sentido del retorno a 26

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-Agamben, G. Ed. Adriana Hidalgo. Bs.As. 2009.


Freud en psicoanálisis27, la razón freudiana, la cosa freudiana localiza a ese inlocalizable del sentido, como una falta en Freud, incluso como aquello que, por el límite de la significación, se nos indica. Esto es así en la enseñanza proferida por Lacan, hasta el seminario 11, donde éste abandona su retorno. Intento pues leer en la Obra de Lacan, un recorrido que localice desde su inicio, un primado del sentido, pero no logro ubicarlo sino cuando el recorrido del Dr. Lacan se cruza con el psicoanálisis, cierto que antes del Lacan analizante que conduce al Seminario. Pero cierto también que después del Lacan psiquiatra de la tesis y otros escritos primeros. Esto podría dar cuentas -es una hipótesis- que la experiencia del análisis no es el producto de ese primado del sentido, pero en cambio sí, el acto que esencia, el acto analítico, eso que Freud no se interesó al dejarlo de lado por entender al acto en su valor únicamente significante -lo que no implica desestimar el avance freudiano en su época: significante por sobre el significado, distanciamiento de la psicología- que, según Agamben, no se corresponde con el siglo XX, siglo dominado por la primacía del sentido.

4. De allí, ahora vuelvo al artículo de marras de mi autoría, esa nota sobre la referencia a la subsituación, a ese sub que ubica a la situación, sitiación, citación. Lacan retraduce el unterdrück de Freud di27

- Así titula Lacan a ese esfuerzo, véase “La cosa Freudiana o…”

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ciendo que “el sustituto tiene por efecto sub-situar a lo que sustituye”. Sub-situar, sub-sitar, sub-citar. La substitución se localiza en el decir en tanto imposible. Será en el hablar, que por oposición queda del lado del dicho, donde ubicamos las operaciones metafóricas, metonímicas e irónicas, que constatamos como la barra o la tachadura que aparecen en los escritos, en las notas y que hacen referencia a estas operaciones del dicho y que por ende, no quedan del lado del decir. Es un trabajo de notación, de anotación, un trabajo con las notas, con el escrito y con el escribir, en donde se constata esa barra o tachadura. En el decir, que es el acto mismo del habla, ubicamos esa sub-situación. Lo que remite al ser queda del lado del dicho, de lo dicho, en la frontera que será del lenguaje, del significante. La palabra dicha reclama su valor en el campo del lenguaje, pero a la palabra hay que decirla y es cuando se dice que queda olvidado en lo que se escucha. ¿Qué queda olvidado?: el decir. Lo que la significación a fin de cuenta viene a situar, es que no hay de sí, y cualquier ser o existente en ese plano, tendrá que ser en tanto dicho. Lo que en la significación acontece olvida su implicarse en un decir. Pero al decirlo, eso dicho que falta a sí, dice lo que eso quiere, es la versión trágica del asunto. Si bien Freud pone en tratamiento al olvido fundante y al sujeto supuesto saber, lo hace bajo una razón solidaria a la significación. En este sentido la experiencia freudiana, basada en esa razón solidaria de la significación, no pone en consideración el acto, salvo, como dijimos, en su cara significante. En este

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punto destaco que “Acto y experiencia”, “Significación y sentido” son dos indicaciones que aparecen copulando en los títulos de este seminario, y sin embargo son elementos de distinta estofa, de difícil articulación, cuyo producto será bastardo, ¡cómo los esquemas escritos de Lacan! Pero retomando el pasaje de mi texto sobre ética prima, en la nota donde alego siguiendo a Heidegger que la tragedia antigua fue constituyendo la función del coro 28 para dar cuenta de lo que realiza al diciente, es decir “las múltiples formas de lo inquietante” allí está poetizado ese origen de una primera subsituación, y hay que decirlo, el coro lo dice porque allí hace función de un decir, decir sentido. El coro en la tragedia ática es el agente de ese decir, lo que queda de tragedia ética una vez acontecida, tal como la mano del paciente de Freud cuando no se aferra a intención alguna, ironía dicha que sitúa un valor simbólico, un impensado, un indecible. Si en esa mano hay cuerpo en acto, cuerpo que excede el tropo de la metáfora-metonimia y que afecta tanto al diciente como al interpretante, tanto al paciente como al terapeuta, así de este modo, actúa el coro de -Fue Nietzsche en “El nacimiento de la tragedia” (cap.6,7,8) tal vez el primero en precisar en el coro de la tragedia ática, un real puesto en acto en el potencial de la voz del proceso trágico. “Este proceso del coro trágico es el fenómeno dramático primordial: verse uno transformado a sí mismo delante de sí y actuar uno como si realmente hubiese penetrado en otro cuerpo, en otro carácter”. Para Lacan entre el coro y el espectador hay lugar para el sujeto dividido en ese entre dos, del lado del coro la voz y del lado del espectador la mirada (para esta cuestión hay que contrastar el Seminario “La ética…” en su desarrollo de Antígona, con el Seminario “El acto analítico”). 28

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la tragedia ática, por ese decir nos afecta, tanto a nosotros los espectadores como al héroe trágico. La mano signada del decir afecta a Freud, Freud el afectado que intenta en las notas precisar esta afectación vía lo tachado, vía retorno de lo fallido ligándolo a un secreto sacro amoroso entre el padre y el hijo. Pero la mano ¿qué quiere al decir eso cuando eso quiere decir? ¿Acaso dice sobre la relación entre esa mano como agente y el sujeto que dividido queda, en ese acto, relación representada por un vector sinuoso, más barra que tachadura, como las agujas curvas tan caras a Buñel 29? ¿se trata acaso de una verdad que cava un surco, así es como Lacan delimita la función de la palabra plena al comienzo del Seminario, o se trata de la verdad como un lugar en donde el surco se cava, como Lacan sitúa las cosas 17 años después? Y sabemos que ahí no está su final, pues luego pasará a las dimensiones del decir y de los esquemas al borromeo.

29 - Mención de Lacan que alude a ese objeto reiterativo en las películas que dirigió Buñuel, por ejemplo en “Él”. Desarrollo esta cuestión en el texto de mi autoría “Las fronteras del sentido” editado en formato digital, de acceso público en la Web.

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