Atornillar una historia

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Primera edición, 2011 Atornillar una historia © Carlo Gennaro Acevedo Edición y producción José Agustín Jaramillo chepejara@gmail.com Corrección Isabel Calderón Reyes Diseño de portada Tomás Silva Luna Ilustraciones Tomás Silva Luna Rodrigo García Fotografías Familia Acevedo Cantillo

Este libro se distribuye bajo licencia Creative Commons 2.0. by nc nd. Se permite su libre reproducción en cualquier medio siempre y cuando no se haga con fines comerciales, no se modifique su contenido, se respete la autoría y esta nota se mantenga.


ATORNILLAR UNA HISTORIA Torhefe y la familia Acevedo Cantillo



Gracias, Virgilio. Por haber llegado a mi vida, por esta gran familia que conformamos y porque tomaste mi mano con seguridad y me enseĂąaste a volar. Regina MarĂ­a



Carlo Gennaro: Gracias por este regalo que hoy nos entregas. Aceptaste el reto de escribir este libro y supiste interpretar y plasmar nuestra historia. La mente es frágil y los momentos se pierden, pero yo sentí el compromiso de rendir tributo y mantener inalterable la imagen de Virgilio. Su vida y sus méritos ayudarán a nuestra familia y a sus futuras generaciones a recordar al grandioso ser humano, esposo, padre y visionario que fue tu abuelo y en este libro encontraremos un lugar para consultar y atesorar nuestras raíces. Mi querido Carli-Ge: tú diste inicio a nuestra tercera generación y quiero decirte una vez más que me siento satisfecha y honrada de que hayas sido tú quien llevara a feliz término este proyecto que hoy es una realidad. Imagino a tu abuelo sonreído y orgulloso, mientras recuerda los bellos momentos que compartió contigo



cuando aún eras un niño y al ver el tiempo que ha transcurrido, festeja tus logros. Estamos seguros de que con tu preparación y tus habilidades, enfrentaras los desafíos del siglo y te convertirás en un gran líder empresarial. Regina, diciembre de 2011


Retos

1937-1956


V

irgilio Acevedo Ariza nació en Zapatoca el 20 de abril de 1937. En ese pueblo tranquilo de la Serranía de los Yariguíes, al norte del departamento de Santander, vivía su familia. Eran Pedro José Acevedo Duarte, su esposa, Isabel Ariza Acevedo y sus ocho hijos: Gerardo, Miriam, Irma, Gennaro, Antonieta, Hernán, Fanny y Virgilio, el menor de todos. El devenir de los años dictó para ellos grandes alegrías y tristezas a través de diversas pruebas. Gerardo, el mayor de los hermanos, contaba sólo con nueve años cuando perdió la vida en un accidente, y más adelante Hernán falleció cuando tenía alrededor de un año.

Virgilio, en el centro y entre sus abuelos, acompañado de otros miembros de su familia materna. Zapatoca, finales de la década de los treinta.

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Pese a los infortunios la familia Acevedo Ariza enfrentó el deber y pudo brindar un cálido hogar; incluso, en 1943, decidieron también acoger a un joven menos afortunado e incorporaron en su historia a Ángel María Acacio García. Virgilio vivió toda su niñez en Zapatoca. Cursó la educación primaria en el Instituto Santo Tomas de Aquino y en ese tiempo ya mostraba ciertas facetas de una personalidad inquieta y curiosa. A tan corta edad éstas se reflejaban de manera desordenada e infantil y por esa razón fue internado de forma permanente en la institución donde estudiaba, de lunes a viernes. Era 1947 y desde hacía algunos años la familia Acevedo Ariza se dedicaba a la producción de bebidas gaseosas. Aquel negocio doméstico tenía la fábrica dentro de la casa de la familia y comercializaba sus productos bajo la marca El Cisne. A sus nueve años, cada sábado, Virgilio salía de su colegio y se encargaba de repartir las gaseosas embotelladas por 12


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varias zonas del pueblo. Para esto llevaba por las calles una carretilla de madera, aunque algunas veces usaba una zorra. En 1950 la familia trazó nuevos horizontes y todos se trasladaron a la ciudad de Barranquilla, donde vivía Gennaro y desarrollaba su vida laboral. Pasaron sus primeros días en una casa que arrendaron en la Calle 30, pero al poco tiempo establecieron su primera residencia fija en la Carrera 38 entre las calles 57 y 58. Un nuevo ambiente y las ansias de dar el siguiente paso llevaron a la familia a montar una tienda que no mostró los resultados esperados, pero pocos meses después se fueron a una casa más grande en la Calle 68 No. 42-07. El espacioso garaje que esta nueva casa les brindaba los motivó a abrir una nueva tienda de abarrotes que bautizaron ‘Don Pedro’. “Ángel fue siempre el alma de este negocio”, afirma Gennaro y explica que él siempre se hizo cargo de su funcionamiento, excepto un día del fin de semana que tomaba libre y se dedicaba a sí mismo. 13


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Fue en Barranquilla donde Virgilio empezó a proyectar una carrera profesional que fue larga y difícil. A los trece años, por ejemplo, no se conformó con colaborar en el negocio familiar en sus días de descanso, sino que buscó nuevos horizontes y empezó a trabajar durante el día con su cuñado José Quijano Prada, esposo de Miriam, en su empresa José Quijano & Compañía, que se dedicaba al comercio de electrodomésticos. Todo esto lo hizo sin interrumpir sus estudios en la Escuela De Comercio Moderno, donde asistía a clases en la jornada nocturna. Su esfuerzo no tardó en dar los primeros frutos: a los pocos meses, con el producto de su trabajo, pudo comprar su propia bicicleta. No sólo fue una gratificación, sino que también simbolizó el primer logro de su vida. Tras su graduación Virgilio pudo dedicarse por completo a su vida laboral. Pasó por distintos empleos donde se destacó por su habilidad social y mostró facultades naturales como vendedor, primero en la dis14


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tribuidora de telas Fabricato y luego en uno de los almacenes que Pinturas Pintuco tenía en Barranquilla. Sin embargo, en 1956, a sus 20 años, entró a trabajar como cajero al National City Bank y consciente de que era necesario continuar con su educación decidió estudiar inglés por correspondencia. Más tarde se matriculó en el Instituto de Lenguas Modernas, que el profesor Alberto Assa había fundado en Barranquilla en 1952. Después hizo parte de la empresa Cicolac-Nestlé, un lugar en el que multiplicó sus habilidades como vendedor al ser trasladado a varias ciudades del país donde el comercio era vital. Allí trabajó en Medellín, después en Cartagena y finalmente, volvió a Barranquilla.


Encuentro

1956-1968


R

egina María Cantillo Henríquez nació en Barranquilla, en el hogar que formaron Antonio José Cantillo Martínez y María Concepción Henríquez Flórez, con sus hijos Dorys, Regina, Elizabeth y Antonio José. La familia maduró en un ambiente tranquilo, hasta que el destino les impuso una carga emocional y de incertidumbre inmensurable. Cuando el 4 de septiembre de 1958 nació Antonio José, el único hijo varón y por eso bautizado como su padre, los médicos le diagnosticaron al recién nacido una insuficiencia Regina y Virgilio, cuando se conocieron, en 1965.

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cardiaca. Según sus estudios, era cuestión de meses para que el nuevo miembro de la familia cumpliera su ciclo de vida. El dolor que invadió al hogar ante esta noticia no duró mucho, porque al transcurrir los días, que se convirtieron en meses y años, lo que habían pronosticado los médicos no fue más que un mal sueño. Con el apoyo de toda la familia, Antonio José logró llevar una vida digna. Pero en mayo de 1965 la tranquila vida de Regina, como estudiante de bachillerato en el Instituto Ariano, se transformó al conocer a Virgilio, quien por ese entonces laboraba en Nestlé y tenía su residencia en Medellín, pero estaba en Barranquilla visitando a su familia durante el día de la madre. Casi por coincidencia, se encontraron sus miradas por primera vez en ‘Don Pedro’, la tienda de la familia Acevedo. Regina se encontraba haciendo compras, como habitualmente lo hacía, dado que, como la familia de Virgilio, vivía también en la Calle 68. Virgilio, entretanto, estaba leyendo el periódico del otro lado 18


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del mostrador. Fue entonces cuando Regina, mientras recibía su pedido, le preguntó a Ángel. — ¿Quién es ese señor tan simpático? — Es Virgilio, el hijo de Don Pedro y Doña Isabel, los dueños de la tienda. Regina aún recuerda hoy ese momento que fue impactante para ambos y donde la atracción se presentó desde el primer instante. Dos días más tarde Regina volvió a la tienda. Para su sorpresa fue Virgilio quién se acercó a presentarse. Le dio la mano mientras Regina se debatía entre la vergüenza y la emoción, ya que ella era mucho menor que él y se sintió intimidada. Sin embargo, de forma inocente, Regina empezó a buscar excusas en casa para ir a ‘Don Pedro’ y poco a poco su acercamiento con Virgilio se dio de manera natural. Así fluyeron las cosas hasta que un día Virgilio visitó a Carlos Campanella, un amigo de su juventud que 19


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vivía a cuatro casas de Regina. Casualmente, ella salió de su casa e hizo un gesto con la mano para saludar a sus vecinos y a Virgilio, quienes se encontraban en la terraza, pero Virgilio, en un pequeño malentendido, pensó que ella lo estaba llamando. Mientras él se acercaba, Regina se sentía preocupada y confundida ya que Antonio, su padre, no era partidario de visitas masculinas para ella. Se sentaron afuera y en medio de la conversación los sorprendió la llegada de Antonio. En ese momento Virgilio se puso de pie y se presentó, diciendo que era hijo de Don Pedro y Doña Isabel. Antonio se dirigió a la cocina para saludar a María Concepción. Ese mismo día Regina se enteró de las palabras que su padre había dicho en la cocina: “ese mono me gusta para mi Reginita”. En los siguientes días María Concepción se enfermó y Virgilio visitó a Regina para asegurarse de que no hubiera mayores problemas. Éste fue un detalle determinante para ella y un estímulo importante para su futura relación. 20


El tiempo y la rutina llevaron a Virgilio al gesto amable de enviar cada martes un Marconi a Barranquilla.

Virgilio no se desanimó, pues podía viajar todos los viernes en la noche a Barranquilla para disfrutar del fin de semana junto a Regina y su familia. Todos los lunes, de madrugada, tomaba el camino de vuelta hacia la capital del Magdalena. El tiempo y la rutina lo llevaron al gesto amable de enviar cada martes algún detalle y un Marconi (telegrama) a Barranquilla, con una pequeña frase para demostrar a Regina el peso que ejercía sobre su vida. La re21


La cacería era el hobby que apasionaba a Antonio José, padre de Regina.

lación continuó próspera con el apoyo total por parte de ambas familias; un punto vital si se tiene en cuenta la actitud precavida y celosa que Antonio José siempre mantuvo sobre sus hijas. La relación se encontró con la fortaleza y el dolor el 10 de octubre de aquel revolucionado 1965. Ese domingo Virgilio sorprendió a Regina y a todos en el hogar de los Cantillo a las dos de la mañana con un trío que interpretó varios boleros románticos, de los cuáles quedó en la memoria de Regina la canción Cosas como tú, 22


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compuesta por Santiago Alvarado. Un suceso tan tierno como inesperado que reunió a la familia alrededor de la joven pareja. En la mañana Antonio José se despidió de sus hijas para ir a practicar el hobby que le apasionaba: la cacería. “Fue el último día que vi a mi padre con vida”, recuerda Regina. A lo largo de la jornada Antonio sufrió una trombosis que lo dejó inconsciente. Sus compañeros regresaron a Barranquilla y lo llevaron a un centro hospitalario, pero lamentablemente ya la fortuna había hablado y nada pudieron hacer los médicos. Aquel mismo 10 de octubre que había empezado con una tierna serenata, terminaba a las 10 de la noche con la muerte de Antonio. Ese día Virgilio, quien ya había vuelto a Santa Marta, se hizo presente a través de una carta que envió a Regina para hacerle compañía desde la distancia. La situación sacudió el núcleo del hogar de los Cantillo Henríquez. Virgilio demostró ser un fuerte pilar para Regina y la conmoción del momento lo llevó a presentarse tres días después a la casa familiar 23


Algunos días después de la muerte de Antonio José, Virgilio envió desde Santa Marta esta carta para acompañar desde la distancia a Regina y darle fortaleza.


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para hacerle saber a María Concepción Henríquez, la madre de Regina, que estaba dispuesto a tomar la mano de su hija. La respuesta la dieron el dolor y el cariño. Aunque su petición fue negada, María Concepción dejó abierta la puerta del compromiso, ya que Regina debía finalizar su último año escolar antes de dar el paso definitivo hacia su casamiento con Virgilio. Sin embargo, una nueva prueba llegó para la familia. Sólo tres meses después del deceso de Antonio, la salud del hijo menor de la familia decayó de manera considerable. Contra cualquier pronóstico médico, Antonio José había llegado a la edad de 6 años, pero su corazón necesitaba ser sometido a una compleja cirugía para que su vida pudiera continuar. Como un procedimiento de tal magnitud no podía realizarse en el país, María Concepción tomó una decisión radical y confiando plenamente en el juicio moral y en la educación de sus hijas, partió sola con su hijo hacia Nueva York, en los Estados Unidos. 25


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En los momentos difíciles es fácil caer en la desesperación o la resignación y la pena, pero cuando la voluntad es puesta a prueba y demanda fortaleza es cuando más se muestra el carácter de las personas. Dorys, Regina y Elizabeth se quedaron en Colombia enfrentando los acontecimientos y demostraron templanza. Regina continuó sus estudios y asumió sus responsabilidades como hija y como hermana, sin dejar de lado su relación con Virgilio que pudo continuar sin alteraciones. Una simple muestra de persistencia con la que demostró ser una persona madura y que podía solucionar sus propios problemas para colaborar con la solución de uno mayor, que recaía sobre toda su familia. Los resultados se dieron a finales de 1966, cuando Regina se graduó del bachillerato con notas sobresalientes y mientras tanto, en Nueva York, Antonio José fue sometido con éxito a la intervención en su corazón. Con su corta edad, él también sumó a la cuota de fortaleza que necesitaba la familia, para demostrar que 26


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nada está escrito y que con voluntad y constancia hasta la situación más adversa puede cambiar. Como se había acordado, el 15 de abril de 1967, en la Iglesia del Perpetuo Socorro de Barranquilla, Roberto Rash –quien había sido el mejor amigo de Antonio José Cantillo– acompañó a Regina hasta el altar y la puso en manos de Virgilio. Estaban rodeados de amigos y familiares que compartieron la felicidad del momento y celebraron su unión, y aunque María Concepción no estuvo presente también los acompañó: su presencia fue moral ya que ese sábado se acercó a la Catedral de San Patricio para acompañar desde Nueva York a su hija en el importante paso que estaba dando para su vida. Durante los siguientes dos años la pareja vivió en casa de Regina junto a Dorys y Elizabeth.

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Virgilio y Regina se casaron en la Iglesia del Perpetuo Socorro, en Barranquilla, el 15 de abril de 1967.



Hogar

1968-1982


E

l 9 de marzo de 1968 nació en Barranquilla Carlos Arturo Acevedo, el primer hijo de Virgilio y Regina. Sorprendido y emocionado con la noticia de que su primer hijo era varón, Virgilio dio tal salto que llegó incluso a lastimarse una mano con el techo. Decidieron mudarse al edificio Covadonga en el la Carrera 43 con Calle 85, donde se estableció la primera residencia familiar. Para buscar mayor estabilidad, Virgilio abandonó su puesto en Nestlé y formó una sociedad con su cuñado Juan Sanabria, el esposo de su hermana Fanny, en la fábrica de condimentos Industrias Sasoned S.A.

El 29 de abril de 1970 nació Claudia Patricia. En la foto la está saludando su hermano Carlos Arturo, de dos años.

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Las habilidades innatas de Virgilio y las adquiridas a través de su experiencia laboral fueron la clave para que con él como director de ventas nacionales la compañía viviera un claro período de crecimiento. Sin embargo la sociedad entre Virgilio y Juan Sanabria terminó en 1974. Sin dejar a un lado los logros laborales, algunas diferencias que se interpusieron entre ellos llevaron a Virgilio a tomar la decisión de hacerse a un lado para no afectar las relaciones personales ni empeorar la situación. Mientras trabajaba en Sasoned, el 29 de abril de 1970, nació la segunda hija de la familia Acevedo Cantillo. Aunque la situación de la familia aún no mostraba estabilidad económica, Virgilio y Regina sintieron que con la llegada de Claudia Patricia, como fue bautizada la recién nacida, complementaban finalmente el núcleo familiar. Decidieron mudarse a una casa de dos pisos –un lugar más amplio y más cómodo– que arrendaron en el barrio Riomar. Sin embargo, esta alegría no duró mucho: en un cumpleaños de Regina la pareja recibió una carta de los propietarios donde les pedían la casa de 32


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vuelta, pues ellos la querían vivir. Ya cansados de tanta mudanza, la reacción de Virgilio fue decidida: le pidió a Regina que empezara a buscar una casa para comprar. Así una mala noticia se convirtió en un excelente regalo de cumpleaños. En poco tiempo la búsqueda de Regina tuvo resultados. Después de recorrer la ciudad, encontró en la última calle de Barranquilla unas casas que entonces se estaban construyendo. Fue así como la familia Acevedo Cantillo vivió en su primera casa propia, en la Calle 94 No. 43-11. En 1975, después de dejar su trabajo en Sasoned, Virgilio formó una sociedad con su hermano Gennaro para comprar una hacienda en el municipio de Galapa, en el departamento del Atlántico. La finca fue bautizada Vir-Gen, término que surgió de las primeras sílabas de los nombres de ambos hermanos. Así, con Virgilio como gerente y Gennaro como subgerente, el terreno se empezó a usar para la actividad ganadera y a la siembra de frutos y pasto. 33


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Este terreno de 130 hectáreas tenía ciertas características peculiares que lo hacían sobresalir entre otras haciendas de la zona: en la cima de una loma estaba una casa grande con un altar de la Virgen que le daba la bienvenida a los recién llegados. Esta construcción alojaba a los huéspedes en la comodidad de cinco cuartos. La hacienda tenía una laguna interna que no se secaba en ninguna época del año y que además servía para regar el terreno. Además la Vir-Gen también tenía un pasado lleno de historia y misterio, pues se rumoraba que durante la Segunda Guerra Mundial había servido como campo de entrenamiento para tropas del ejército alemán. Se convirtió en una costumbre para Virgilio involucrar a Carlos Arturo en las labores de la finca. Cuando llegaba el fin de semana, o empezaban las vacaciones, padre e hijo madrugaban y salían desde Barranquilla hacia la Vir-Gen, donde fortalecieron su relación a través de experiencias que lograron guardar gratos recuerdos para ambos. 34


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“Arreábamos ganado desde la finca de Juan Mina –que también era de mi papá– hasta la Vir-Gen”, recuerda Carlos. Este recorrido, que tardaba cuatro horas, se convertía en una aventura para un niño de 8 años. Las anécdotas abundan. En una ocasión, Carlos Arturo jugaba inquieto con un ternero, sin pensar que esto podría molestar a la vaca, madre del animal, quien sin previo aviso lo embistió. Virgilio reaccionó exaltado y abofeteó a la vaca mientras le gritaba, hasta que ésta se retiró. Como en esta ocasión, Virgilio solía mostrar un carácter fuerte mientras trabajaba en la finca, enfrentándose a los animales de manera firme y sin temor.

La adquisición del terreno en Galapa, Atlántico, no fue el único hecho determinante durante ese año. El 29 de abril de 1975 a las 12:05 nació Sandra, la tercera hija de la familia Acevedo Cantillo. La coincidencia con el cumpleaños de su hermana no era total, pues cinco años 35


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antes Claudia había nacido en pleno medio día. Fue extraño para ella no ver a sus padres en la fiesta de su quinto cumpleaños, pero cuando pudo conocer a su hermana comprendió con emoción todo lo que había ocurrido. En 1977 Virgilio y Regina ya habían construido un cálido hogar con tres hijos, pero aún no lograban alcanzar una estabilidad permanente en el ámbito económico y laboral. Fue entonces cuando el capataz de la hacienda, el que conocía los pormenores de todas las labores de producción, murió. Fue inevitable que surgieran problemas en el funcionamiento de la Vir-Gen por ciertos conflictos de confianza con los empleados. Entonces, para evitar problemas mayores, los hermanos Acevedo decidieron vender la tierra y concentrar sus labores en otra actividad. Con la disposición para emprender nuevos proyectos, Virgilio se aventuró en 1978 a formar una sociedad con los hermanos Humberto y Carlos Campanella. Carlos, el antiguo vecino de la casa familiar de Regina, había sido buen amigo de Virgilio desde la juventud, 36


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cuando solían salir a jugar fútbol juntos. Pero esta vez los unió la idea de realizar una ferretería, un negoció que resultó exitoso y que incentivó a los socios a realizar en poco tiempo una segunda inversión para abrir un taller y comprar las máquinas necesarias para fabricar varillas y tornillos que se comercializaron bajo la marca de Ferretería Campanella. En esa coyuntura, el hogar de Virgilio y Regina continuó creciendo. El 24 de enero de 1979 nació Virgilio Acevedo Cantillo, Villy, el cuarto y último hijo de la familia. Pero tres años después, problemas personales que surgieron entre las esposas de los hermanos Campanella lograron desestabilizar la relación de confianza entre los socios y también el negocio de la ferretería y el sueño que había surgido tras la fuerte inversión que todos habían realizado. Tras un largo proceso que se llevó a cabo con intervención de abogados, Virgilio perdió todo el capital invertido. Debía volver a empezar desde cero, con la frustración y la experiencia de varios intentos de negocio que habían fallado, y no por falta de virtud sino por conflictos específicos. 37


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Con cuatro hijos y una gran pérdida económica, Virgilio recibió una nueva propuesta de su cuñado Juan Sanabria. Él quería abrir una sucursal de su compañía en la ciudad de Cali y necesitaba a alguien de plena confianza para dirigir el negocio: Virgilio era el indicado debido a su responsabilidad, capacidad de negocio y honestidad. Pero en momentos difíciles hay que tomar decisiones osadas y tras una larga meditación por parte de Virgilio y Regina, Juan Sanabria recibió una respuesta negativa. La decisión fue contundente por parte de Virgilio, quien había aprendido de la amarga experiencia que había vivido en sus intentos de aferrarse profesional, económica y legalmente a sociedades con personas ajenas a su núcleo familiar. Desde ese momento predicó y cumplió al pie de la letra un principio que lo llevaría, más adelante, a consolidar el éxito empresarial: no volver a involucrarse en una sociedad con personas distintas a su esposa y a sus hijos.

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Lucha

1983-1987


E

ra un momento difícil, pero Regina y Virgilio tenían presente que no debían caer en la desesperación. Por eso fueron versátiles y actuaron con determinación en medio de la crisis. Regina tomó cursos de belleza y empezó a trabajar a domicilio durante las mañanas, mientras sus hijos estudiaban, para pasar la tarde con ellos en casa. Mientras tanto Virgilio empezó a sentar las bases para el proyectó que trazaría el devenir de la familia y sus futuras generaciones. Sin capital para aventurarse en ninguna inversión, aprovechó sus facultades como

Durante los primeros años, Torhefe instaló avisos publicitarios con forma de señales de transito en varias zonas de Barranquilla

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vendedor e integró los conocimientos que había adquirido en sus negocios previos. Fue así como durante el año de 1983 se dedicó a visitar la industria y el mercado de la ferretería y se convirtió en un engranaje clave entre proveedores y clientes. Nació entonces Distribuciones Torhefe (Tornillos, herrajes y fabricaciones especiales). Virgilio vendía la mercancía incluso antes de tenerla y como si quisiera demostrar el origen de una empresa familiar, recibía de sus hijos mayores –Carlos Arturo y Claudia Patricia– una valiosa ayuda en el empaque de los pedidos que cada vez eran más numerosos y se iban amontonando en el garaje de la casa de la Calle 94.

El primer logo de Distribuciones Torhefe, en 1984.


1983 - 1987

En alguna ocasión Virgilio llegó a su casa con la moral fragmentada. Necesitaba efectivo para consolidar una transacción, pero no tenía liquidez y los conocidos a quienes recurrió para pedir un préstamo le habían negado esa posibilidad. Él creía que aunque estas personas sí podían ayudarlo, no lo hacían porque simplemente no creían en él. Su aflicción fue evidente para Regina, quien le comentó con tranquilidad: —Mi amor, si me hubieses dicho no habrías pasado por este momento tan triste: yo tengo ese dinero ahorrado. Regina, precavida, había guardado el producto de su trabajo como estilista y se lo prestó a Virgilio. Más tarde él les demostró a todas las personas a las que había acudido, a sí mismo y a su familia, que era un hombre de palabra. Sin embargo, para cumplir con los pedidos, Distribuciones Torhefe debía crecer: era imperativo 43


El garaje de la casa familiar de los Acevedo, en la Calle 94 No. 43-11, fue la primera bodega del negocio. Allí, siendo unos niños, Claudia Patricia y Carlos Arturo, ayudaban a sus padres a dar los primeros pasos de una larga y próspera vida laboral.

contar en todo momento con algo de mercancía y por lo tanto la empresa debía tener un local en donde pudiera mantener todo el inventario. Al tener un sitio fijo podía también abrirse al mercado de las ventas por mostrador, pero para llevar a cabo su idea, Virgilio necesitaba ayuda. Fue entonces cuando le propuso a su esposa que trabajaran juntos. Regina le temía a la convivencia laboral entre parejas, pero Virgilio no tenía dudas porque sus expe44


1983 - 1987

riencias laborales lo convencían de que era mejor trabajar con su familia. Por lo tanto le explicó a su esposa su idea: trabajarían juntos, aunque en ambientes laborales distintos. Mientras él se encargaría de formalizar las ventas al por mayor visitando los grandes clientes, ella se ocuparía de las ventas por teléfono y del mostrador, además de facturarlas con la ayuda de algunos empleados que se encargarían de buscar la mercancía, empacarla y entregarla. Pero ahí no terminaba todo: —Todo lo que produzca el mostrador será para ti –remató Virgilio. Al ver la autonomía y el respeto que su esposo le ofrecía en el campo laboral, Regina aceptó sin dudar. El concepto de Distribuciones Torhefe había quedado definido y la pareja empezó a trabajar para hacerlo tangible: a finales de 1983, con sus propias manos Regina pintó el local donde se ubicaría el ne45


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gocio, en la Carrera 45B No. 34-32. Una vez listo el local, la logística de ventas comenzó a funcionar de manera inmediata. Las cosas, al principio, no fluyeron como esperaban. Parecía que se hacían realidad los temores que sentía Regina antes de aceptar la propuesta, pues la falta de conocimiento mutuo en el ámbito laboral hizo que en ocasiones los esposos discutieran: en una etapa empresarial tan prematura era difícil percibir la división laboral y siempre alguno de los dos terminaba entrometiéndose en la responsabilidad del otro. Fue cuestión de dialogar y de reafirmar las funciones de cada quien para sentir la autonomía en los deberes. Incluso, para facilitar las labores, contrataron por medio tiempo a Mauricio Restrepo como contador en enero de 1984, sin imaginarse que él sería una pieza clave en el desarrollo de Torhefe. Pero el tiempo demostró que el concepto de la empresa era el adecuado. Algunos meses después, con clientes estables en Barranquilla como Cementos 46


1983 - 1987

Caribe, Inducol, Cervecería Águila y Monómeros, Torhefe ya estaba consolidada. Por eso, en noviembre, Virgilio formalizó el proyecto como una sociedad que fue registrada bajo el nombre de Distribuciones Torhefe Ltda. En ese punto se hicieron más claros los El primer local comercial de Torhefe, en la Carrera 45B No. 34-32, ocupaba sólo la puerta de la izquierda. Para no dejar de atender un mercado cada vez mayor, pronto debió expandirse hacia los locales vecinos.

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objetivos que se habían impuesto desde un principio. Regina entendió qué Virgilio le había concedido total autonomía en cuanto a las ventas por mostrador debido a su capacidad para ahorrar y el uso razonable que hacía del dinero –no en vano, la primera crisis de la empresa había sido solventada por el préstamo que años antes ella le había hecho a su esposo– mientras que Virgilio aprovechaba sus virtudes para vender su producto en el mercado: la organización, la responsabilidad en las ventas y sus aptitudes sociales. Con el crecimiento de la empresa se incrementaron también las responsabilidades. El compromiso y la dedicación que cada uno debía aportar aumentaba. Además, la demanda comercial apuntaba a la necesidad de una nueva inversión ya que con el capital fijo y variable que había empezado la empresa era imposible surtir el mercado. Virgilio y Regina optaron por la expansión de capital fijo e incrementaron la bodega a través del alquiler de locales vecinos a los cuales les tumbaron las paredes. El capital variable también incrementó a través del cre48


1983 - 1987

cimiento de la fuerza laboral que exigía el manejo del mostrador. Esto se hizo evidente en la organización de la mercancía en la nueva bodega y la fuerza de ventas.

Así era el ambiente laboral en el local de la Carrera 45B. Arriba, en sus escritorios, Mauricio Restrepo y Virgilio. Abajo, Regina, quien se encargaba de las ventas por mostrador.

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Por otro lado, en 1985 Torhefe entró en contacto con la empresa estadounidense Morrison Knudsen Corporation, que desde hacía algunos años se encargaba de la construcción de la infraestructura para la extracción de carbón en la mina de El Cerrejón, ubicada en el municipio de Albania en La Guajira. Virgilio y su equipo aprovecharon al máximo esta oportunidad y Torhefe se convirtió en el proveedor de tornillería para el proyecto. Fue el vendedor Hernando Montoya quien se hizo cargo de atender estas ventas y en algún momento alcanzó a registrar 25 millones de pesos de la época en una sola transacción. Esta relación impulsó significativamente la pequeña empresa de los Acevedo. La fortaleza laboral que experimentaba la familia en ese momento hizo que la relación de Virgilio y Regina mejorara también, al ver que juntos cumplían el sueño de construir un mejor futuro para sus hijos. Sin embargo, la empresa debía seguir con los ojos puestos en el futuro y Virgilio estructuró el negocio de una manera que le permitía crecer con el tiempo. 50


1983 - 1987

Distribuciones Torhefe se esparció a lo largo de toda la Costa Atlántica. Aunque ya tenía negocios en Cartagena con las empresas Conastil y Petroquímica Colombiana, empezó a hacer presencia en el resto del país. Para esto se designaron vendedores en distintas regiones y se trabajó en la expansión del catálogo, específicamente en la sección de herramientas manuales y artículos de ferretería.

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Huella

1988-1996


E

l 25 de marzo de 1988, Carlos Arturo Acevedo –el primogénito de Virgilio y Regina– decidió casarse con su novia de juventud, Susy Malo. Meses más tarde, el 27 de junio, nació Carlo Gennaro, primero de la tercera generación de la familia Acevedo Cantillo. Mientras tanto, en Distribuciones Torhefe se gestaba un paso importante y necesario para mejorar el funcionamiento de una empresa en expansión. Todo se concretó en 1990, cuando se pudo sistematizar la empresa a través del uso de un software que facilitaba la organización de la información relativa a su funciona-

En 1994 Virgilio fue reconocido con el Premio Comerciante Distinguido de Fenalco. La excelente gerencia y organización de Torhefe lograron que la empresa fuera reconocida a nivel nacional.

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miento. Virgilio acudió a la ayuda y recomendación de Gennaro, quien por aquel entonces vivía en Venezuela y trabajaba como ingeniero de sistemas para Nestlé. La empresa adquirió un primer servidor ARL386 con una capacidad de 20mb de disco duro y varios computadores con un sistema operativo Windows 3.1. A la cabeza de la empresa, Virgilio siempre buscó nuevas posibilidades para crecer. En 1992 Torhefe ya era un reconocido mayorista a nivel nacional, pero Virgilio nunca dejó de explorar y analizar el mercado: fue entonces cuando tomó una decisión que significó casi un segundo comienzo para la empresa: no venderían sólo productos nacionales, sino que empezarían a importar con el fin de expandir su catálogo y brindar a los clientes una mayor cantidad de opciones a un precio razonable. Estos movimientos dejaban clara una filosofía de la empresa que siempre se enfocó en el servicio. Como si comenzar a importar no fuera suficiente, ese mismo año Distribuciones Torhefe decidió expan54


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dirse más allá del departamento del Atlántico y en un ágil movimiento, sugerido por Carlos Arturo, abrió una segundo local en Cartagena. Virgilio aceptó, pero encomendó a su hijo la tarea de buscar un local que cumpliera con las condiciones necesarias, adecuar su fachada y asegurarse de que tuviera los servicios básicos. La tarea no se hizo esperar y la inauguración se llevó a cabo: “Fue todo un éxito”, recuerda Carlos Arturo. La razón era evidente, pues Torhefe logró brindarle un servicio más completo y cercano a una ciudad con clara tendencia comercial.

El año de 1992 marcó al mismo tiempo el principio y el fin de una era. El éxito empresarial de Torhefe le permitió a la pareja cumplir juntos sus sueños particulares: fue así como decidieron viajar a Europa por 45 días y conocieron Roma, la ciudad que intrigaba a Virgilio por su historia, y Paris, el destino soñado por Regina. En Colombia su ausencia pasó desapercibida 55


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en la rutina diaria, ya que Claudia, con tan sólo 22 años, se hizo cargo de la empresa familiar. Era increíble lo que había logrado la organización de una estructura de trabajo en Distribuciones Torhefe. Una idea que había empezado sin tener siquiera un local y que expresaba su vocación familiar a través de la ayuda que los dos hijos mayores de la familia prestaban para el empaque de los pedidos, nueve años después había logrado tener sucursales en ciudades importantes de la Costa Atlántica del país y una nómina importante. Pero ante todo seguía alimentándose del espíritu familiar, pues Carlos Arturo y Claudia ahora aportaban desde sus respectivas carreras profesionales. Carlos Arturo se graduó de Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica de Cartagena, mientras que Claudia Patricia realizó sus estudios de Negocios Internacionales en el Eckerd College en St. Petersburg, Florida. El éxito, sin embargo, no está exento de adversidades. Poco tiempo después, Virgilio fue diagnosticado con cáncer, por lo que tras un breve periodo de fuertes 56


1988 - 1996

En 1992 Virgilio y Regina cumplieron juntos su sueño de conocer Europa.

pruebas emocionales y bruscas transformaciones, decidió pedir ayuda a Carlos Arturo con la responsabilidad que la empresa y la familia requerían. De manera paradójica este fue también un periodo de vida en el cual Virgilio demostró haber llegado a la madurez de su vida profesional: el 23 de agosto de 1994, la Federación Nacional de Comercio, Fenalco, le concedió el premio Comerciante Distinguido, un he57


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cho que quedó plasmado en fotografías y artículos de periódicos locales, pero sobre todo en la memoria de allegados y conocidos. Ese mismo año tras observar y analizar atentamente la demanda del mercado y la forma como Torhefe lo atendía, Carlos Arturo recomendó a su padre aumentar el stock de herramientas. Esta decisión demostró la visión de negocio que había adquirido Carlos Arturo tras varios años de entrenamiento en la empresa familiar. Unos meses más tarde fue Virgilio quien, agotado por la enfermedad, tomó una decisión de peso y puso la empresa y la familia en manos de su hijo mayor, diciéndole: “No puedo más”.

La exitosa carrera que Virgilio desarrolló en Torhefe, su empresa familiar desde 1983, fue el motivo suficiente para que en 1995 pudiera ser nominado al premio Excelencia Profesional en la modalidad de comerciante distinguido que otorgó el Club Rotario de 58


1988 - 1996

Virgilio con su familia, cuando recibió de Fenalco el premio Comerciante Distinguido, en 1995. En la foto, desde la izquierda, Susy, Villy, Claudia, Regina, Virgilio, Sandra y Carlos Arturo.

Barranquilla. Además, una serie de sucesos extraordinarios ayudaron a reinterpretar las prioridades de la empresa y de cada uno de los miembros de la familia de manera individual. En primer lugar, el 5 de Mayo de 1995 Sandra –tercera de los hermanos Acevedo Cantillo– decidió formar su propia familia. Aquel día toda la familia y sus allega59


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dos celebraron su casamiento con Mario García en la Catedral de Barranquilla. Sin embargo, la felicidad de este acontecimiento fue opacada seis días más tarde, el 11 de mayo, cuando murió Virgilio Acevedo, padre de familia, esposo, fundador y gerente de la exitosa, pero aún joven empresa: tras meses de lucha, el cáncer lo pudo vencer. Aun así, su obra siguió siendo reconocida: dos semanas después, el 24 de mayo de 1995, se anunció a Virgilio Acevedo como acreedor del premio al cuál había sido nominado hacía algunos meses. A la ceremonia asistieron Regina y Carlos Arturo, quienes ilustraban simbólicamente las fases de la vida de Virgilio como empresario, padre, esposo y proveedor. Virgilio dejó una impronta generacional para su familia que quedó atesorada en los recuerdos de su esposa y de sus hijos para ser transmitida a los nietos de la familia, que nacían y advertían que la vida continuaba con la misma fuerza transmitida por su abuelo: dos meses antes de fallecer, el 7 de marzo, Virgilio alcanzó 60


1988 - 1996

a celebrar el nacimiento de Arturo Acevedo, hijo de Carlos Arturo y Susy y el segundo nieto de la familia. En octubre 25 nació Mario Andrés García, primer hijo de Sandra y Mario, y también el primer nieto que no alcanzó a conocer a su abuelo.

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Sangre joven

1997-2003


C

onsciente de la responsabilidad que la empresa seguía demandando tras la muerte de Virgilio, Carlos Arturo no flaqueó en su ritmo laboral ni desvió su visión del futuro de la compañía. Se marcaba un claro cambio generacional para Torhefe y para eso era necesario adaptarse a las condiciones que exigía una nueva proyección de mercados. Carlos Arturo realizó fuertes cambios en las líneas del portafolio de productos: decidió sacar del inventario la línea de herrajes que se manejaba desde la fundación de la empresa para poder hacer énfasis en expandir la línea de herramientas y ferretería, pero mantuvo la tornillería como su línea principal. 63


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Por otro lado realizó una vez más una inversión considerable para incrementar el capital fijo de la compañía a través de la expansión de la antigua sede en Barranquilla. Este proceso se dio tras incorporar algunos locales vecinos para poder contar con instalaciones más amplias. Al mismo tiempo, se dio también un crecimiento en nómina, inventario y ventas, a través del cual se logró explotar al cien por ciento una inversión tan significativa. Así empezaron a gestarse nuevos y más ambiciosos planes para el futuro de la compañía, que logró mantenerse gracias al dinamismo y la apertura que mostró hacia el cambio entre los distribuidores más destacados del país. En 1999 Torhefe logró consolidarse dentro del gremio a nivel nacional, a través de una nueva inversión que se materializó en la construcción de las instalaciones permanentes de Torhefe en una zona de Barranquilla de importancia para el sector industrial, exactamente en la Vía 40 No. 73-53. La obra fue fina64


Con las nuevas instalaciones de la Via 40, finalizó un proceso de reinvención empresarial, donde no sólo se modernizó la imagen de Torhefe sino que se organizó el catálogo de mercancías con el fin de atender mejor el mercado y convertirse en una empresa lider a nivel nacional.

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lizada a finales del año 2000 y el traslado de las operaciones se dio inmediatamente. Para principios del 2001, Torhefe contaba con una nómina de 63 empleados y un cuerpo administrativo que conformaban Carlos Arturo en la gerencia, Regina en la subgerencia, Claudia Patricia en la dirección comercial y Mauricio Restrepo –quién había ingresado varios años atrás– como director administrativo y contador. El cuerpo de ventas de la compañía contaba con diez vendedores y auxiliares en el mostrador para atender las ventas al por menor. Las nuevas instalaciones no sólo permitieron optimizar las operaciones de la empresa; también generaron una nueva imagen para Torhefe. El cliente se acercaba a través de un concepto más moderno, en una sede con más espacio y en un mejor sector de la ciudad. Además, a través de una nueva fachada, se logró romper con el estereotipo que mantienen los negocios de herramientas y artículos de ferretería. 66


1997 - 2003

En aquel entonces, Colombia atravesaba un momento difícil en materia de seguridad. Por eso, con la intención de proteger a los socios de la empresa, ésta se convirtió en Sociedad Anónima a través de una nueva razón social: Torhefe S.A. La estrategia de la empresa siguió centrada en la expansión, por eso el cubrimiento total de los mercados más importantes fue imperativo para mantener el posicionamiento que Torhefe había logrado.

Si había cambios en el ámbito laboral, la familia continuaba creciendo y estableciendo sus propias dinámicas. Durante el 2000 Sandra y Mario decidieron establecerse definitivamente en Estados Unidos debido a que buscaban mayor estabilidad. Eligieron la ciudad de Salt Lake City, en el estado de Utah, debido a que una porción de la familia de Mario ya estaba allí. Tres años más tarde, la tercera generación de la familia recibió dos nuevos miembros. El 19 de marzo 67


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de 2003 nació Daniela Acevedo Anaya, hija de Villy con su novia Carolina Anaya, quienes se casarían dos meses más tarde, el 21 de mayo. Finalmente el 4 de Diciembre de ese mismo año llegó Antonio José, el tercer hijo del matrimonio de Carlos Arturo y Susy, para fortalecer la unión familiar con una innegable sensación de prosperidad.

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Horizontes

2003-2007


E

l año 2003 llegó con una nueva sucursal de la empresa, que empezó a consolidar sus logros en terrenos distintos a la Costa Atlántica. Lista para servir en el mercado más competitivo del país, Torhefe abrió sus puertas en la ciudad de Bogotá, en un área que aún hoy constituye más de dos mil metros cuadrados. Para comenzar esta nueva etapa, la sociedad complementó la inversión con un cuerpo humano de 17 empleados. A pesar de haber conquistado este logro, Torhefe no dejó de pensar en su principal meta, la expansión, y se concentró en penetrar otros mercados. No tardó en hacerlo, pues en junio de 2005 Torhefe comenzó a operar en la ciudad de Medellín a través de la compra 71


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Entre 2003 y 2007 Torhefe buscó expandirse a nuevos mercados en el centro del país. Arriba, la sede de la empresa en Bogotá, ubicada en el sector de Paloquemao. Abajo, la sucursal de Medellín. Más tarde, en 2009, Torhefe abriría una nueva sucursal en la ciudad de Cali.

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2003 - 2007

de un tradicional negocio local llamado Tornillos y Accesorios. Debido a la naturaleza heredada de esta empresa, que ya tenía consolidado un funcionamiento y una logística, esta sucursal empezó manejando un mayor número de empleados y con un conocimiento previo sobre el mercado local. Aun así, la gerencia general prefirió confiar el liderazgo presencial de su nuevo proyecto a un antiguo miembro de la empresa. Se trataba de Clayton Rafael Atencio, quien había cumplido su labor como director de sistemas en la sucursal de Barranquilla y fue escogido para ser el gerente de la sucursal en Medellín. Al mismo tiempo, para cumplir su deseo de formar una familia y establecerse finalmente, Claudia decidió casarse el 31 de octubre de 2006 con Alberto Bustamante, con quien había compartido los años anteriores. Como él era originario de Ecuador, decidieron hacer la ceremonia en Miami como un punto neutro entre ambas familias para realizar una celebración modesta. 73


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Claudia se trasladó a la ciudad de Guayaquil, al sur de Ecuador, pero Villy, el menor de los hermanos Acevedo –quien había vivido varios años en Estados Unidos mientras estudiaba Sistemas en el Florida Computer College– volvió a su natal Barranquilla con su esposa y su hija para asumir el cargo de Gerente de abastecimiento dentro de la empresa familiar. Al año siguiente, en el 2007, la empresa decidió realizar una inversión para renovarse después de todos los cambios que se habían dado: La sucursal de Medellín se trasladó con el fin de mejorar sus operaciones y, sobre todo, para unificar la imagen nacional de la empresa a través de ciertos esquemas que la presentaban de manera similar a la sede principal de Barranquilla. Este cambio significaba un proceso de consolidación de Torhefe a nivel nacional. La dimensión de la empresa, sin embargo, obligaba a una evolución organizativa. Por eso la sociedad decidió considerar sus posibilidades y declararon que Torhefe debía disponer de una junta directiva de la 74


2003 - 2007

que harían parte únicamente sus socios. Sandra, como residía en Salt Lake, sería representada por Regina y Claudia viajaría a Colombia cuando fuere necesario. A su vez, decidieron que los asuntos familiares debían ser tratados a través de un protocolo que empezó a funcionar de manera inmediata: el 27 de marzo nació en Salt Lake City, Estados Unidos, Sebastián García, el segundo hijo de Mario y Sandra.

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Raíces

2007-2010


L

os logros de la compañía ya reflejaban su solidez. Esto quedó demostrado a mediados de 2008, cuando una inesperada oportunidad se presentó para la empresa. Una empresa estadounidense de distribución de productos industriales, llamada Grainger, manifestó su interés por entrar al mercado suramericano a través de Colombia, pues el país mostraba una economía emergente y un clima de tranquilidad en cuanto a su desarrollo político. Grainger no tardó en fijar sus ojos en el potencial que la empresa de la familia Acevedo podía brindar para su crecimiento. Esto no era gratuito, pues las relaciones entre las dos empresas ya estaban establecidas 77


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debido a que Torhefe había distribuido elementos del catálogo de Grainger en ocasiones anteriores. En sus ocho décadas de historia, Grainger se había posicionado como uno de los más representativos distribuidores industriales en el mercado norteamericano. Hasta el momento su expansión global había conducido a la compañía hasta América Latina, con ramas en México, Puerto Rico y Panamá. Además, había cruzado los océanos para llegar a Asia e incluirse en las economías de China, India y Japón. Su sólida estructura era evidente, con 612 sucursales y con más de 18 mil empleos directos alrededor del mundo. Aunque la propuesta de la multinacional exigía un trabajo muy exigente, el cuerpo administrativo de Torhefe decidió continuar enfocado en el éxito empresarial. Decidió reafirmar su presencia nacional y en un admirable gesto de determinación laboral inauguró una nueva sucursal en la ciudad de Cali con el fin de servir al mercado del suroccidente del país. El proyecto se concretó el 16 de febrero de 2009 con el apoyo de 13 personas en nómina. 78


2007 - 2010

Así mismo, la familia también continuaba creciendo. El 27 de enero de 2009 nació Antonio Alberto Bustamante, el primer hijo de Claudia y Alberto, en Miami. Tanto la familia materna como la paterna viajaron para acompañar a la pareja y conocer al recién nacido, por eso el bautizo fue celebrado cuando Antonio Alberto sólo tenía una semana. Las emociones siguieron multiplicándose y un mes más tarde la familia recibió a Sofía Acevedo, hija de Carlo Acevedo y Daniela Pabón. Mientras tanto, las negociaciones con Grainger seguían activas y se extendieron hasta mediados de 2010, cuando tras varias reuniones llenas de ofertas y demandas lograron, finalmente, materializar un acuerdo. Esta etapa demandó mucha intensidad por parte de todos los involucrados. Por un lado, Grainger estaba consolidando su representación en un nuevo mercado; por su parte, Torhefe –representado por Carlos Arturo, Villy y Mauricio Restrepo– tenía en juego el patrimonio que Virgilio había originado junto a Regina y, sobre todo, 79



2007 - 2010

casi tres décadas de trabajo. Con el acuerdo, la familia Acevedo Cantillo consiguió una participación del 20 por ciento en la nueva sociedad. La valiosa nómina de la empresa se mantuvo. Por eso cuando Carlos Arturo leyó el comunicado que hizo a los empleados de la empresa en el hotel Country Norte de la ciudad de Barranquilla, agradeció su determinante desempeño e hizo hincapié en cómo ellos lo habían ayudado a él y a su familia a lograr un acuerdo tan prestigioso. Además de estar rodeado de los empleados que formaron el antiguo Torhefe, en este momento lo acompañaron su esposa, Susy; su hijo mayor, Carlo; su hermano, Villy; su madre, Regina y una mesa directiva de Grainger, del exterior. Estos hechos hacían evidente el paso del tiempo tanto para la familia Acevedo Cantillo, que ya alcanzaba una cuarta generación, como para una empresa que veintisiete años después de su fundación lograba mostrar con las cifras de venta una diversidad que era sinónimo de fortaleza. Al principio, en 1984, el 90% de 81


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las ventas facturadas eran de tornillería; para 2010, esta línea representaba menos del 50% de las ventas, aunque continuaba siendo la bandera de la compañía. La fusión entre las dos empresas no significó un quiebre, pues logró complementar este respetable desarrollo de la empresa colombiana al permitir la combinación de talentos de ambos equipos: en palabras de Carlos Arturo Acevedo, quien dirigió las negociaciones por parte de Torhefe, “se logró fundir la estructura de una multinacional y el compromiso de una empresa familiar”. Algunos meses después, Torhefe se convirtió formalmente en Grainger Colombia. El 23 de septiembre de 2010 la sucursal de Medellín fue la primera en cambiar el aviso; de esta manera, se marcó un nuevo comienzo para una empresa que, aunque con un nuevo nombre, sigue manteniendo sus raíces en el seno familiar con Regina, Villy y Carlos Arturo en el corazón de sus actividades.

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Carlo, Arturo, Susy, Carlos Arturo, Antonio José, Sofía y Daniela. 31 de diciembre de 2010

Alberto, Antonio Alberto, Claudia y Alejandro Bustamante, quien nació el 8 de diciembre de 2010.


Mario Andrés, Sandra y Sebastián. Foto Familiar

Carolina, Villy Jr., Villy y Daniela. Primer cumpleaños de Villy Jr., 19 de octubre de 2011



Epílogo

C

asi tres décadas transcurrieron desde el día en que Virgilio decidió, de manera informal, dedicarse a la distribución de tornillería. En ese lapso, Torhefe se convirtió en una de las empresas más reconocidas dentro del gremio nacional y sirvió de base para representar la inserción en el mercado suramericano de una multinacional reconocida globalmente. Además, esta historia es un gran legado para la familia, pues Torhefe representa y resume lo que Virgilio y Regina, junto a sus hijos Claudia y Villy, más adelante, liderados por Carlos Arturo, pudieron conseguir trabajando con perseverancia. Pero, lo más importante, es recordar la forma en la que se lograron sintetizar las proporciones de lo que el sacrificio, la educación, la constancia y la unidad dentro de una familia pudieron brindar a una próspera descendencia que hoy en día no para de contar.


Atornillar una historia se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2011 en los talleres de la Fundación Javeriana de Artes Gráficas en Bogotá, Colombia. Su encuadernación estuvo a cargo de Ricardo Aguirre y el equipo del taller Ricardo Corazón de Papel. Para su composición se usó la tipografía Legitima, diseñada por César Puertas a partir de los tipos con que fue impreso un libro en la ciudad de Venecia durante el siglo xvii. Se produjeron 250 ejemplares.




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