R/N. Revista de narrativa. Número 3, vol. II. Con ánimo de pánico [II] (Relatos por Halloween)

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CON ÁNIMO DE PÁNICO (II)

R/N. REVISTA DE NARRATIVA. ISSN 2605-3608 n.º 3, vol. II

2018



R/N Revista de narrativa Número 3, volumen II / 2018 ISSN 2605-3608

Con ánimo de pánico (II) (Relatos por Halloween)

Edición y prólogo José Eduardo Morales Moreno


R/N. Revista de narrativa N.º 3, vol. II. ISSN 2605-3608 Diciembre, 2018

IES Los Cantos Bullas (Murcia) DISEÑO Y MAQUETACIÓN:

José Eduardo Morales Moreno ILUSTRACIÓN DE PORTADA: Leonardo Yip (Unsplash)

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En donde esté una piedra solitaria sin inscripción alguna, donde habite el olvido, allí estará mi tumba. BÉCQUER



ÍNDICE

Prólogo ........................................................................................... 9 El fantasma de la pared, por Alba López Escámez ..................... 11 La soledad, por Pedro Antonio García Díaz................................. 14 La feria de los infiernos, por Pablo Antonio Jiménez López ....... 19 La Universidad, por David Espín Jiménez ................................... 23 El hombre del saco, por Lope Javier López García ..................... 29 Stugartson, por José Javier Pérez Jiménez ................................... 32 No tengas miedo, por Francisco Espín Valera.............................. 34 La mujer del pasillo, por Fernando Caballero Puerta ................... 37 El aniversario de la muerte, por Ana Isabel Castro Gil .............. 39 La historia de mi abuelo, por Mateo Fernández Guirado............. 42 La caja misteriosa, por Rodrigo de Gea Fernández .................... 46 La mansión de los Cuervos, por José Manuel Sánchez Martínez. 50 Una familia con una sombra a las espaldas, por Carmen Lucía López Fernández .......................................................................... 52 Sombra, por Juan Pedro Gea Muñoz ............................................ 57 La chica de la fotografía, por Juana María Álvarez Ruiz ............ 59 La fatídica excursión, por Mauricio Maciel Fernández ............... 61 Las sombras de aquel día, por Ana María Noguera Muñoz ........ 64


Caso cerrado, por María López Jiménez .................................... 67 Terror en la atracción, por José Guirado Guillén ........................ 71 La isla prohibida, por Francisco Fernández Fernández ............... 73 Era una noche fría de invierno, por José Gómez Fernández ....... 76 Sigue durmiendo, por Lope Jesús Moreno Egea .......................... 78 La preciosa y misteriosa muñeca, por Marta Martínez Martínez . 81 La desaparición, por Mario Jiménez Pérez .................................. 85 La soledad de Pepe, por Alejandro Martínez Espín ..................... 88 Pequeñas mentirosas, por Noa Fernández Fernández ................. 90 El armario, por Mateo Sánchez Jiménez ..................................... 93 El vecino, por Juan José León López ........................................... 96 Nahir, por Francisco Valera García.............................................. 99 La criatura de la cama, por Lucía Llamas Jiménez ................... 101 Algo entre los matorrales, por Antonio Espín Fernández ......... 104 El fantasma de la familia, por María Cayuela Rodríguez .......... 106 No todo es lo que parece, por José María Valera García ........... 108 Un trastorno desconocido, por Rosa Belén López Fernández ... 111


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PRÓLOGO

En un cuento de Robert E. Howard, de cuyo título no quiero acordarme, se interroga a los lectores acerca de una cuestión que pocas veces nos planteamos en profundidad: “¿El miedo?”, nos pregunta este autor, y a continuación reprocha: —Ustedes no saben lo que es el miedo, ni siquiera pueden imaginarlo. Esta afirmación no es gratuita, pues el universo que desarrolla en su libro Rostro de calavera, publicado en 1929, sumerge al lector en situaciones dominadas por el horror más devastador y lo arrastra hacia los márgenes de los sueños, hacia las ruinas de la conciencia, de la voluntad y de la memoria; a lugares donde no solo habita el olvido sino la ausencia más absoluta de la esperanza, como si, nada más abrir aquel libro, se pudiese leer la inscripción que siglos atrás encontró Dante al llegar al Infierno en su Divina comedia: “Lasciate ogni speranza voi ch’entrate”. Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis. A esta labor de construir mundos donde habite el terror y la desesperanza se lanzaron los alumnos del IES Los Cantos (Bullas, Murcia); con algunos de sus relatos publicamos el primer volumen de este tercer número de R/N. Revista de narrativa; con otros publicamos este segundo volumen, para que los 9


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lectores se adentren en las fabulaciones y en las tramas que del horror y del miedo han imaginado y formalizado estos jóvenes escritores, algunos de los cuales se han visto envueltos, por primera vez, en la escritura de un relato, una aventura que han disfrutado y de la que no han salido tan mal parados como inicialmente se temían. Y es que el miedo habita muchas más veces en nuestra febril imaginación que en la propia realidad…

José Eduardo Morales Moreno Profesor de Lengua y Literatura

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EL FANTASMA DE LA PARED, por Alba López Escámez

3º ESO C

Ana era una chica muy feliz y divertida a pesar de que su madre había muerto cuando ella tenía diez años. Un día ella iba por la calle sola a hacer unos recados, por el camino se fue dando cuenta de que en algunas paredes de las casas había una especie de símbolo raro. No le dio importancia y siguió su camino. Al volver de hacer los recados colocó la compra y se dio cuenta de que en una de las paredes de su casa había una marca idéntica a las de antes. Decidió tomarle una foto por si acaso era una imaginación o desaparecía al día siguiente. Pasó un tiempo y cada día iba viendo la marca más y más grande, por esta razón llamó a un especialista en investigar casos paranormales. Al llegar, el hombre quedó impresionado y tardó unos días en dar con lo que estaba pasando. Un mes más tarde le entregó los resultados a los que había llegado… Resultaba que era una especie de fantasma que paseaba por allí y cada vez que pasaba agrandaba un centímetro la marca; al pasar tantas veces, si la marca se agrandaba hasta el tamaño de la pared, la casa quedaría encantada por unas criaturas peores y al final acabarían muriendo los residentes de la casa. 11


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Este fantasma no iba a cualquier casa, solo había dejado manchas en cinco casas de esta ciudad y era por casos que nadie sabía, solo él. Ana quedó asustada y fue en busca de los propietarios de las demás casas que estaban como la suya. Al llegar a las casas comprobó que nadie le abría la puerta y cuando miró por la ventana pudo ver cómo había una marca entera en la pared de la habitación y un rastro de sangre en el suelo, así que decidió entrar para ver qué era lo que había pasado… Al abrir la puerta notó cómo una corriente fresca y rápida cerró la puerta de un golpe fuerte y brusco. Ana se adentró por el pasillo, por el cual las fotos y los cuadros que había estaban con caras poseídas y medio rotos. Ana estaba empezando a arrepentirse por haber entrado a tal lugar. Vio una puerta entornada y decidió abrirla, y vio cómo un sillón se movía para adelante y para atrás como si alguien estuviera meciéndose, ella no podía creer que hubiera alguien ahí sentado, así que se sentó y se quedó dormida. Mientras dormía, un fuerte balanceo la hizo caer del sillón y se desmayó. Al despertar vio cómo todo había cambiado, ya que despertó en un mundo paralelo y muy oscuro y tenebroso… Estaba en la misma casa pero era todo diferente: en el sillón había un hombre serio meciéndose, en el pasillo ya no había rastro de sangre ni ninguna marca en la pared. Decidió salir de allí y se dirigió a su casa. Una vez allí entró al salón vio cómo su madre estaba al lado de la pared donde se encontraba la marca, y tenía una sonrisa maligna de oreja a oreja. Ana quedó en estado de shock y empezó a llorar, ya que comprobó que estaba muerta y que su madre había sido la que la había matado. 12


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Todos los días su madre pasaba por la pared del salón una vez, pero este día su madre se hartó y pasó muchas veces seguidas hasta conseguir llenar la pared y conseguir la muerte de su hija. En las otras casas en las que pasaba lo mismo, lo que ocurrió fue la misma jugada, pero con familiares o conocidos de los propietarios. Así que, si algún día ves una marca en tu pared que va aumentado de tamaño habiendo fallecido algún conocido, escapa de esa casa o te convertirás, como Ana, en el fantasma de la pared.

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LA SOLEDAD, por Pedro Antonio García Díaz

1º Bachillerato BH

Al volver del instituto, algo cansado y con los auriculares rotos tras la broma que le hizo John en dibujo, Mads se siente algo solitario, como si le hubieran arrebatado todo lo que le quedaba, pero él pensaba solo en su madre, que solo podía ver los viernes por su trabajo. Ella siempre le traía una barrita de chocolate de donde trabajaba para que Mads no estuviera tan triste. Como cada día, Mads pasaba por el puente de Brooklyn, que tanto le asombraba, quedaba impresionado con la cantidad de hierro con el que se hizo y con cómo, aun siendo tan grande, aguantaba tanto peso. Él quería construir puentes. Al llegar a casa y subir las escaleras fue a saludar a su madre, pero no estaba por ningún rincón de la casa, solo estaba su padrastro, al cual odiaba, echando la siesta en el sofá, lo despertó para preguntarle dónde estaba su madre, él le dijo que había ido a por unas cosas al supermercado, así que decidió esperarla. Pasada una media hora, Mads tenía hambre, por lo que cogió algo de dinero y fue a la cafetería S. King a por un sándwich que allí preparan que tanto le gustan, a una calle del recinto se escucharon gritos salir del local y en un abrir y cerrar de ojos un destello de luz acompañado de un grave ruido se escuchó. Mads corrió para ver qué había pasado, entró y se abrió paso entre la gente pero para su sorpresa un río de sangre 14


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se acercaba a sus pies dejando ver la cara del asesino y de otra mujer llorando, su madre tirada en el suelo con un disparo en el pecho yacía delante de él, por el suelo toda la compra que acababa de hacer y el sándwich que se iba a comprar; paralizado, empezó a llorar y salió del local corriendo, se dirigió hacia el puente por donde había pasado antes. Lloró durante un largo tiempo hasta que el camarero de la cafetería se acercó a él y le dijo que le estaba buscando, con una sonrisa extraña le mencionó que lo sucedido hacía un rato no era nada, pues él sabía que Mads había estado solo ya antes y que esto no era para tanto. Mads le gritó que se callara y se fuera, él no quería saber nada más, pasados unos minutos se levantó, subió a la barandilla y miró abajo, aterrorizado por lo que iba a cometer. Fue asustado por un hombre con un traje manchado y, sin quererlo, cayó al vacío, donde acto seguido murió.  Hacía un mes que cumplieron cinco años como casados, Jennefer dejó a su familia en Atlanta para irse a vivir con Michael a Nueva York, la relación no iba tan bien como otros años, él la culpaba de todas sus últimas desgracias y ella le insultaba diciéndole que no era nadie con un trabajo tan mediocre, que parecía mentira que hubiese estado en el ejército. Un día Michael se encontraba bebiendo en la cafetería, el camarero, interesado, le preguntó cómo llevaba el día, Michael respondió que, como de costumbre, tenía ganas de coger sus cosas y marcharse, el camarero le volvió a preguntar que por qué había llegado a esa situación, Michael dijo que había una persona que no paraba de amargarle la vida, que si pudiera le daría una lección. El camarero, con una extraña sonrisa, le dijo que lo hiciera, que nadie puede amargarle el día a nadie; 15


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Michael, pensativo, de repente se levantó y pagó, con una sonrisa salió del local. Mientras esto sucedía, Jennefer había vuelto a quedar con Stuart, él le había conseguido vender las acciones de la empresa con la consecuencia de que le daría una mejor vida a Jennefer, los dos llevaban viéndose unos meses a espaldas de Michael, Stuart no sabía sobre su existencia. Entonces se abrió la puerta y él apareció, en menos de un segundo su expresión de felicidad cambió a la de un tono más serio hasta acabar en el enfado, preguntó que quién era este tío; Jennefer, sorprendida, dijo que era un señor que les haría ricos con unas acciones que ella le había comprado, Stuart cogió su maletín y se marchó por miedo; Michael, como si nada hubiera pasado, abrazó a Jennefer y le besó, dijo que le daba igual el dinero, que tenía otro plan. A los pocos días Michael fue a sacar dinero, pero se topó con que no le quedaba nada, entonces pensó en sacarlo del depósito pero también estaba vacío, entró al banco para preguntar qué le había ocurrido a sus cuentas y le dijeron que tras la compra de unas acciones se había quedado sin nada y tampoco podía venderlas, pues la empresa hacía dos semanas que había cerrado por bancarrota. Michael fue a su casa, donde cogió algunas cosas y entre ellas una pistola, regresó a la cafetería, donde llamó a Jennefer para que fuera, que le tenía que decir algo muy importante. Ella llegó al local y se sentó en la mesa donde estaba Michael riendo, como si le hubieran contado el mejor de los chistes; ella, algo extrañada, se sentó y Michael le empezó a insultar diciendo que era la mayor de las putas y que ahora se había quedado sin dinero, pero que daba igual por lo que iba hacer.

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Michael se levantó y agarró a Jennefer hasta levantarla a ella también, entonces sacó un arma y le amenazó con matarla para darle una gran lección que nunca olvidaría, entonces ella le empujó, haciendo que se resbalara con un charco y disparando el arma, dándole a una mujer que estaba expectante del acto, Jennefer empezó a gritar y a llorar y unos cuantos hombres que allí estaban redujeron a Michael, el cual no paraba de reír. Un chico de repente salió de entre la multitud, empezó a llorar y salió corriendo de la escena.  Stuart era un hombre con suerte, tenía dinero, amigos, acudía a todas las fiestas y siempre le alababan. Un día, mientras estaba hablando por teléfono, un compañero le avisó de que algo raro pasaba en los porcentajes, él echó un vistazo rápido y dijo que todo estaba normal, que él ya lo había visto varias veces. Horas después hubo un desplome en bolsa donde la empresa de la cual tenía tantas acciones había entrado en bancarrota, algo asustado decidió intentar poner en venta las acciones, pero nadie las quería. A las pocas semanas había perdido la gran mayoría de su dinero y la gente con la cual se llevaba bien se empezó a distanciar, ya no le querían invitar a fiestas y aquel hombre que fue alguna vez se había convertido en un don nadie. Meses después, sin nada que vender, se dedicaba a estafar a personas vendiendo estas acciones que no llevaban a ningún sitio. Un día se encontró con una mujer, ella era Jennefer, vio que podía venderle las acciones que le quedaban y marcharse, pero cada vez que hablaban él se iba enamorando más y más de ella, pero en su cabeza aún quería venderle las acciones.

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Tras dos meses de intentos, Jennefer se comprometió a comprarlas. Una vez hechas las cosas la puerta de la casa de Jennefer se abrió y entró un hombre que no conocía de nada; asustado, decidió marcharse rápidamente, pasó los días bebiendo en un bar. Cuando salió de camino a su piso, pasó por el puente Brooklyn y vio cómo un chaval se subía a una barandilla, al intentar acercarse para bajarlo el chico se asustó y cayó al mar. Stuart, sorprendido, fue corriendo a pedir ayuda hasta acabar en la cafetería S. King, donde vio cómo bastantes agentes de policía arrestaban al hombre que vio en la casa de Jennefer y a ella siendo tranquilizada por otros agentes, el camarero se acercó a él y le dijo que habían matado a una mujer y lo peor era que el hijo de esta lo había visto todo pero que se había marchado al puente a llorar, entonces Stuart relacionó los hechos de la cafetería y se dio cuenta de lo que había generado. Meses después Jennefer acabó viviendo en la calle como mendigo, Michael acabó en un psiquiátrico por esquizofrenia y Stuart en la cárcel por negocios falsos.

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LA FERIA DE LOS INFIERNOS, por Pablo Antonio Jiménez López

2º ESO E

Me llamo Sinder y esta es mi historia, que me ocurrió el día cinco de enero de 1989, cuando tenía diecinueve años. Estaba en mi casa viendo la tele cuando de repente escuché entrar a alguien. Yo estaba en mi habitación cuando lo oí y mi primer impulso fue esconderme en el armario. Cuando llevaba unos diez minutos y ya no escuchaba nada, decidí abrir la puerta del armario y me lo encontré. No sé lo que paso después, pero aparecí en una atracción de una feria abandonada que no conocía. Me di unas vueltas para ver si averiguaba algo y encontré unos nombres grabados en la pared con sangre y, además, me di cuenta de que en el suelo había unos charcos de sangre y alguna que otra huella. Decidí seguir las huellas y cuando iban desapareciendo oí un disparo detrás de mí, me giré y vi un hombre muerto con un mensaje en el que pude leer: “Te queda poco”, y al verlo me asusté y me tropecé hasta que terminé en uno de los charcos de sangre empapándome todo el cuerpo. Después de esta locura quería salir de aquel lugar y me puse a buscar algo para abrir la puerta, pero por desgracia no encontré nada e intenté empujarla, y por sorpresa me di cuenta de que había otro mensaje que decía: “Nunca saldrás de aquí, a menos que hagas lo que te diga”. En ese momento me pregunté qué tendría que hacer para salvarme, y de la nada vi caer un hombre muerto con una nota que decía: “Lleva este cuerpo 19


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al cementerio de la feria, la puerta está abierta. Si intentas escapar, tus familiares lo pasarán peor que tú”. Después de leerlo cogí el cuerpo y lo llevé al cementerio. En aquel lugar en el que casi no veía nada, vi a un hombre con una pala y me acerqué. Él me dijo que enterrase a ese hombre que llevaba y yo, sin decir nada, lo hice. Cuando terminé de excavar, el hombre ya no estaba. No sabía qué hacer en aquel sitio y me quedé sentado. Cuando ya estaba aburrido, oí un grito que venía de la feria e, intrigado, fui a echar un vistazo. Cuando llegué, vi que las atracciones volvían a funcionar y me pregunté cómo era posible que funcionasen en tan mal estado. Pensé acercarme más por si veía algo, pero no vi nada. Al rato vi a una persona corriendo por la feria, intrigado me puse a seguirla y me di cuenta de que se dirigía a la salida, pero me paré porque vi cómo iba desapareciendo. Al girarme para intentar buscarla, escuché un disparo que venía de afuera, y vi a aquella persona misteriosa muerta. Yo lo único que quería era escaparme, pero el pensamiento de que algo malo le podría pasar a mi familia si lo hacía me detuvo. De modo que seguí investigando por la feria, cuando de repente me di cuenta de que un coche de choque que venía hacia mí con una metralleta en la parte delantera empezó a dispararme sin control, lo que pensé en ese momento fue que mi vida terminaba allí por todas las muertes que había visto, pero conforme iba corriendo me di cuenta de que había dado con la salida de la feria y, cuando me di la vuelta para ver si todavía me seguía el coche, no lo vi. Tras dar varias vueltas por el campo, por fin vi la carretera y, cuando la alcancé, resultó que era la que iba para mi casa, la seguí y durante el trayecto no me pasó nada, pero cuando 20


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llegué al vecindario mi casa había desaparecido, me fui a la casa de mi vecino a preguntarle pero no me abrió, miré por la ventana y había luz, pero no lo vi. De modo que miré en la ventana de mi vecina y toqué el timbre, pero tampoco me abrieron. Eso fue muy sospechoso y pensé que podrían estar muertos, porque ellos son ancianos y a esas horas suelen estar en casa. Busqué alguna llave en alguna de las dos casas y por suerte encontré una, era la de mi vecino Antonio. Cuando la encontré, abrí la puerta y vi su cadáver y, por desgracia, estaba junto con el de mi vecina. Pensé que eso de encontrar la llave lo hicieron para que entrase y los viera. Tras verlos me vino a la cabeza mi familia y, como vivían cerca de mí, allí fui corriendo a ver si estaban vivos. Cuando entré, vi manchas de sangre por toda la casa y no los vi. El único sitio que me quedaba era la terraza, subí para ver si estaban allí y, como esperaba, estaban muertos. Tras ver la situación en la que me encontraba decidí suicidarme, ya que no tenía nada que perder, pero cuando ya tenía los pies en el balcón y estaba dispuesto a hacerlo, oí una vocecilla que venía del suelo, me bajé y era mi hermana, que no había muerto del todo. Llevé a mi hermana al hospital corriendo, la dejé en urgencias y avisé a un médico para que la mirase. Cuando llegué con el médico, mi hermana estaba muerta con un cuchillo clavado en el corazón. Al día siguiente me fui de mi ciudad y cogí un vuelo para irme del país. Decidí vivir en Florida, ya que estaba lejos y era grande. Al llegar escribí lo que me había pasado en esos días tan angustiosos para mí. 

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Aquí acaba la historia de Sinder, que murió en un accidente de avión. Esta historia se publicó en los periódicos de todo el mundo y conmovió a muchas personas. Por suerte para Sinder y todos los de su familia, fueron enterrados en una catedral para que nunca se olvidara su historia.

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LA UNIVERSIDAD, por David Espín Jiménez

3º ESO B

Y aquí nos encontrábamos Melchor y yo, enfrente de ella, la que nos había atormentado y nos hizo perder a uno de nuestros mejores amigos, Rory. Cuando nos disponíamos a abalanzarnos sobre Moira, ella se escapó y nos dijo que la persiguiéramos, yo iba decidido a buscar venganza pero Melchor me dijo que esperásemos e ideásemos un plan, yo acepté, aunque por dentro tenía la corazonada de seguirle. Cuando nos paramos a idear un plan, me quedé empanado sin prestar atención a lo que decía Melchor, me puse a pensar cómo había sucedido todo esto, aquel día de primavera, de cuya fecha me acuerdo perfectamente: el 20 de agosto de 1998. Aquel día iba a comenzar como cualquier otro día tranquilo en el que nos encontrábamos Melchor, Rory, Moira y yo en la puerta de la universidad. Muchos os estaréis preguntando quiénes son mis amigos; bien, pues os voy a contar un poco sobre ellos. Melchor: es un chaval de 20 años el cual es mi hermano, es un chico rubio, de ojos marrones, de altura media, es muy listo y astuto, se le ocurrirían cosas que a nadie se le pasarían por la cabeza. Él y yo tenemos una mascota, un sapo llamado Alex. 23


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Rory: chico de 22 años, el mayor del grupo, el cual estaba enamorado de Moira, es un chico moreno con gafas, de ojos verdes, bastante alto y fuerte pero, aunque tenga un cuerpo robusto, es muy sensible por dentro. Es amigo de Melchor, Manolo y Moira desde muy pequeños. Moira: tiene la misma edad que Melchor, es una chica morena con mechas californianas en las puntas, con ojos verdes y un físico atractivo, es muy sensible pero a su vez muy lista y atrevida, ella también está enamorada de Rory, pero esto no durará mucho, ya lo veréis por vosotros mismos; también tenía como afición investigar cosas paranormales, lo cual no le llevaría por buen camino. Manolo: sí, este soy yo, soy el menor del grupo, tengo 18 años, pelo castaño, me considero bastante listo, divertido, sociable pero sobre todo muy sensible, ya iréis conociéndome a medida que os narro este intimidante hecho. Vayamos a lo importante: aquel día de universidad parecía todo muy normal, entramos a la primera clase Moira, Melchor y yo, los cuales íbamos juntos en la misma clase, al pobre de Rory le tocó solo. La primera clase transcurrió como cualquier otra, se pasó bastante rápido. Cuando iba a llegar la segunda clase pasó lo que no debería haber pasado: Moira se acercó a Francesco, un alumno de intercambio procedente de Italia, nadie se atrevía a acercarse a él, pues decían que era un chico el cual estaba metido hasta el cuello en cosas paranormales, Francesco le contó a Moira que había escuchado e investigado sobre esta universidad antes de venir y descubrió que hacía unos cien años, el año en que se inauguró la universidad, hubo un asesinato, el de Freddy, un chico de 18 años, del cual dicen que su alma todavía sigue vagando por la universidad. A Moira en ese instante le dio un poco igual, le pareció la típica

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historia de miedo que nadie se creía, ella se despidió de Francesco y volvió a su asiento correspondiente en clase, al lado de Melchor. Al terminar las clases de ese día Moira empezó a darle vueltas a lo que Francesco le dijo, lo que ella en un principio no se había creído. Decidió despedirse de Melchor y Manolo, así lo hizo y decidió salir en busca de Francesco para preguntarle más cosas sobre el asesinato pero, por desgracia, Francesco ya se había marchado a casa, entonces Moira decidió quedarse en los ordenadores del instituto investigando. Ella investigó e investigó, pero no encontró respuesta alguna, cuando de repente escuchó un ruido muy extraño, como si estuvieran arañando la pizarra, ella miró hacia la pizarra y vio cómo aparecieron las terroríficas palabras: “Deja de investigar y pregúntame a mí, aquí estoy yo, Freddy”. Moira pensó que sería alguna broma pero se dio cuenta de que no lo era cuando ella siguió investigando y el ordenador se le apagó: aparecieron unas letras en blanco en la pantalla que decían: “Te avisé”. Cuando, de repente, Melchor y yo oímos un alarmante grito que provenía del interior de la universidad, nosotros pensamos que no sería nada grave, por lo que decidimos irnos a casa. Al día siguiente, como era costumbre, fuimos a recoger Melchor y yo a Rory y después a Moira, cuando llegamos a la casa de Moira tocamos al timbre, salió a recibirnos su madre, como era costumbre, ella nos contó que Moira no había ido a dormir a casa y tampoco cogía las llamadas, nosotros pensamos que se habría quedado durmiendo en la sala de ordenadores de la universidad, ya que ya le había ocurrido varias veces en los últimos días. Cuando entramos en la sala de ordenadores y vimos que no estaba ahí Moira y tampoco la habíamos visto por ningún lado, saltaron las alarmas entre nosotros, decidimos al instante ir a hablar con el director para preguntarle

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que si sabía algo al respecto, por desgracia nos contó que no sabía nada pero que si se enteraba de algo ya nos avisaría. Entonces decidimos ir a clase y esperar a que apareciera Moira, pero no, no apareció en todo el día y decidimos Melchor, Rory y yo salir en busca de ella por toda la universidad, no fuese que le hubiera pasado algo. Ya era bastante tarde, sobre las doce de la noche, y seguíamos sin encontrarla cuando, de repente, pasamos por al lado del baño, se escuchó un grito malvado y decidimos entrar a ver qué había sucedido. Cuando entramos vimos una de las peores imágenes que había visto en toda mi vida: Moira acababa de intentar ahorcarse pero, por suerte, llegamos a tiempo para salvarla. Rory fue el que peor salió de toda esa escena, lloraba desconsoladamente al ver lo que Moira acababa de hacer. Desde aquel día Moira comenzó a comportarse de forma extraña, dejó de juntarse con nosotros y, por si fuera poco, su madre nos llamó ayer contándonos que su hija había empezado a hacer cosas y ruidos raros por la noche. Aquel día nos armamos de valor y decidimos ir a hablar con ella, pero hasta que no terminaron las clases no pudimos, pues nos esquivaba a todo momento. Empezamos a hablar sobre qué se le pasó por la cabeza para hacer esa locura y nos dijo que había algo que la obligaba a hacerlo, que ella no actuaba, había algo que la movía, ella nos contó que el espíritu de Freddy estaba dentro de ella, nosotros no la creímos y ella, para demostrarlo, giró la cabeza trescientos sesenta grados, cuando hizo eso quisimos salir corriendo, pero fuimos fuertes y nos quedamos allí delante de ella. Rory, asustado, saltó a por ella y Moira, controlada por Freddy, lo cogió por los pies, lo puso boca abajo y le arrancó los ojos. Melchor y yo nos quedamos sin saber qué hacer, decidimos salir corriendo mientras que Moira lanzaba a Rory por el 26


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balcón de la universidad. Intentamos escondernos de ella en los baños cuando, de repente, apareció saltando nuestro sapo Alex; Melchor, asustado de que le pasase algo, se lo escondió en el bolsillo, salimos del baño, fue salir y ¡zas!, ahí estaba Moira, lo cual nos traslada al principio de esta historia. A Melchor se le ocurrió la perfecta idea, con la ayuda de nuestro sapo Alex, de hacer que Freddy saliese del cuerpo de Moira, para ello Melchor cogió una biblia de la biblioteca y una cruz que llevaba en el bolsillo, hizo que su sapo Alex se la tragase, tras esto Melchor y yo salimos dispuestos a ir a por Moira y así fue, cuando nos la encontramos nos amenazó y nos dijo que nos quitásemos de su camino si no queríamos morir, pero nosotros lo único que queríamos era acabar con el espíritu, para ello Melchor sacó de su bolsillo al sapo, Alex salió directo a por Moira y ella se lo comió, lo que Moira no sabía es que dentro de Alex estaba la cura a los espíritus, la palabra de Dios, que según los mejores exorcistas era la solución, y así fue, Freddy salió del cuerpo de Moira, yo lo atrapé en un bote, Moira cayó desplomada al instante de que el espíritu saliese de su cuerpo, Melchor salió corriendo hacia ella y le echó agua para que se espabilase, pero ella no respondía. Decidimos salir corriendo con ella en peso a nuestra casa, una vez allí la acostamos en una cama, le pusimos una toalla mojada en la cabeza, tras dos horas Moira despertó asustada, pero allí estábamos Melchor y yo para calmarla. Le contamos todo lo sucedido, ella se sentía fatal por lo que le tuvo que hacer a Rory pero al final aceptó que quien lo hacía era Freddy con su cuerpo. Moira se marchó a su casa tras encontrarse mejor, cuando ella se marchó yo decidí llevar el bote con el espíritu de Freddy a una habitación, la cual estaba en el sótano, puse el bote en una estantería, la rodeé de cruces para que el espíritu no pudiese salir, tras eso salí de la habitación, la cerré 27


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con llave. ¿Qué hice con la llave?, os preguntaréis. Sinceramente, no lo sé ni yo, creo que la tiré al mar con la esperanza de que nadie la encontrase.

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EL HOMBRE DEL SACO, por Lope Javier López García

1º Bachillerato BH

Esta es la historia de un hombre, si se le puede llamar así, que era pura maldad, no tenía alma, parecía que estuviera muerto, pero quién dice que alguna vez estuviera vivo. Esta es la historia de Tommy, el pequeño e inocente niño de ocho años que un 31 de octubre de 1980, en Halloween, vestido con un traje de payaso, apuñaló a su hermana con un cuchillo jamonero hasta matarla. Tras apuñalarla intentó huir de su casa, pero sus padres, afortunadamente, lo cogieron. A continuación de este suceso sus padres lo internaron en un colegio de menores hasta los dieciocho, cuando lo trasladaron a una cárcel tras una serie de altercados en el colegio. Quince años después, durante la noche del 30 de octubre de 1995, el psiquiatra de Tommy y el encargado de seguridad de la cárcel, José María (Chema), se dieron cuenta de que había habido una fuga masiva de internos, incluyendo al pequeño Tommy, ahora de veintitrés años. Al día siguiente, el pueblo de Bullas se preparaba para la llegada de Halloween. Pedro, que era un empollón, rechazó la invitación de sus amigos porque tenía que estudiar y cuidar por la noche de los hijos de los señores Estrellos (gran fallo, sin duda alguna), los cuales habían sido invitados a una fiesta de disfraces. Mientras que Pedro iba caminando hacia la casa de los Estrellos se cruzó con Tommy, que por alguna extraña 29


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razón se paró y siguió a Pedro. Pedro recibió varias llamadas de sus amigos intentando convencerlo para que fuese a la fiesta; tras el rechazo insistente de Pedro, sus amigos colgaron el teléfono, pero no quedaron satisfechos. Mientras tanto, el encargado de seguridad de la cárcel había puesto en busca y captura a los presos fugados, pero él mismo se quiso encargar personalmente de Tommy. Al ser Bullas un pueblo pequeño era cuestión de tiempo que José María encontrase a Tommy, pero ¿sería capaz de capturarlo? Bueno, la pregunta está formulada, pero lo que José María no sabía era que se le agotaba el tiempo. En la casa de los Estrellos, Pedro estaba viendo una película de terror infantil, el famoso hombre del saco. Tras finalizar la película, Pedro acostó a los niños en su cama. Justo antes de que Pedro se despidiera de los niños estos le pidieron una última cosa, como de costumbre le pidieron que mirara en el armario. Pedro, con un tono sarcástico, dijo: —Vaya, chicos, ¿creéis que el hombre del saco está aquí? Vaya tontería, el hombre del saco no existe —dijo antes de ir a cerrar el armario—. ¿Veis como no hay nad…? El rostro sin vida de Tommy estaba en ese armario, tan frío y siniestro como siempre. Tommy apuñaló a Pedro con su cuchillo jamonero, vestido de mecánico con una máscara de fantasma. Los niños, aterrorizados, huyeron de la habitación, pero Tommy les persiguió. Los amigos de Pedro llegaron a la casa y tocaron a la puerta (no al timbre, para no despertar a los niños) y al ver que no les abría nadie saltaron la valla del jardín, colándose en el interior de la casa. Los amigos de Pedro escucharon gritos que venían de la planta de arriba, cogieron un cuchillo y fueron tras ellos, cuando llegaron los gritos habían desaparecido, solo se escuchaba un pequeño sonido. Los amigos de Pedro vieron 30


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a Tommy apuñalando a uno de los hijos de los Estrellos. Tras una pequeña petrificación por el miedo, no dudaron en abalanzarse contra Tommy, clavándole un cuchillo en el cuello, pero seguía con vida, o al menos en pie, sin inmutarse. Tommy golpeó a uno de los amigos de Pedro, dejándolo KO y, justo cuando iba a apuñalar al último amigo del ya fallecido Pedro, apareció José María disparándole en el pecho, haciendo que se cayera por el balcón. José María se preocupó por los amigos de Pedro y, tras una breve conversación para asegurarse de si estaban bien, se asomó al balcón para asegurarse de que Tommy estaba muerto, pero el cuerpo de Tommy no estaba. Es así que no se encontró el cuerpo de Tommy, por lo que puede estar en tu armario, debajo de tu cama o detrás de ti…

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STUGARTSON, por José Javier Pérez Jiménez

3º ESO B

22 de enero de 1981. Mi nombre es Rafael, trabajo en una carnicería dirigida por Danniel Stugartson, escribo este relato porque estoy empezando a notar cosas no habituales en el trabajo y en la calle. Mi jornada es de 5 p.m. a 9 p.m., aunque a veces tengo que hacer inventario yo solo y termino sobre la 1 p.m., es a esas horas cuando empiezan suceder cosas muy extrañas… Era un miércoles frío de enero, sobre la una de la madrugada. Mientras lavaba los cuchillos escuché un fortísimo golpe en la cámara donde se guardaban los jamones, cogí un cuchillo por si acaso hubiera algún ladrón, pero no, cuando encendí la luz vi una grandísima sombra correr, estaba asustado y empecé a mirar para todos lados pero, de repente, unas grandísimas manos arrugadas, despellejadas y llenas de sangre me taparon la cara diciéndome: “Te despertarás en un lugar donde nos conoceremos mejor…”. Cuando desperté me encontraba en mi cama y pensé que de una pesadilla se trataba, cuando intenté levantarme estaba atado a mi cama con unas cuerdas de barco, grité a mi mujer Anna: “¡Anna, ayúdame, socorro, Anna, no tiene gracia, sube y desátame!”.

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Después de casi cuarenta minutos esperando, escuché pasos subiendo la escalera, pensé que era ella, pero no. El negocio iba tan bien que nos faltaba carne y querían poner en venta distintos tipos. Cuando los pasos que escuchaba abrieron mi puerta, nunca lo habría pensado, pero era mi jefe, con cuchillos y motosierras. Le pregunté qué hacía y él no contestó, solo dijo: “Adiós, Rafael”. Le dije, intentando tranquilizarlo: “No tienes por qué matarme, la carne de humano no está demasiado buena”. Él me dijo: “La carne que vendiste ayer, los hígados, pechuga…, no era de pollo, sino de tu mujer, así que he decidido vender más y más hasta hacerme el hombre más rico del mundo”. Cuando lo vi arrancar la motosierra utilicé algunas de las llaves que hacía cuando hace dos años iba a taekwondo, se abalanzó sobre mí queriéndome quitar la cabeza primero; yo, al estar atado, lo empujé hacia atrás de un cabezazo y la motosierra salió volando hacia mis pies, me cortó el dedo gordo del pie pero también cortó una cuerda, de esta manera mientras Stugartson estaba aturdido aproveché para, con el pie derecho, quitarme las cuerdas, y así fue. Cuando me puse de pie, el jefe, del cabezazo, estaba inconsciente. Stugartson seguía inconsciente y yo no lo maté, cogí unas maletas rápidamente y me mudé de lugar, corrí cojo hacia un hospital para que me pusieran otro dedo gordo. Cuando me levanté de la operación vi por el pasillo al jefe en una camilla, yo solo hice como si no hubiera visto nada y cogí el alta médica y, por supuesto, me fui a otra ciudad. Pasaron cuatro días desde aquel día tan terrorífico y recibí una llamada de un número oculto con una voz muy grave diciendo: “Ten cuidado, sé dónde vives y sé dónde trabajas ahora…”.

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NO TENGAS MIEDO, por Francisco Espín Valera

3º ESO C

Esta historia se remonta al año 2010, cuando los padres de un niño llamado Tom se dieron cuenta de que a su hijo no le daba miedo nada, lo que es una cosa poco normal, ya que la mayoría de niños le tienen miedo a algo. Los padres decidieron llevar a Tom a un médico especializado en “el miedo en los niños”, este les dijo que les avisaría cuando tuviera los resultados. Dos días más tarde los padres volvieron a ir a la consulta y el médico les dijo que tenían que intentar asustar al niño como pudieran, porque si en unos cuantos años no conseguían asustarlo puede que tuviera una enfermedad, la miednitrosis, es decir, que al niño le costara reconocer a las personas porque el mismo niño les pondría una cara diferente de la que tienen y no las reconocería. Desde ese mismo instante los padres empezaron a intentar asustar al niño, lo intentaron con películas de miedo, con actores que se hacían pasar por fantasmas, pero el niño, al no tener miedo, siempre adivinaba que era una persona o bien tocándolos o bien observándolos y escuchándolos. Pasaron unos cinco o seis años, y los padres y Tom se encontraban en su casa, que estaba en una urbanización, y una de las características de la urbanización era que todas las casas eran iguales, en ese momento los padres se estaban desesperando porque no conseguían asustarlo, y encima habían puesto 34


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mucho empeño y dinero, y estaban pensando en dejar de intentar asustarlo y empezar a afrontar que su hijo en unos años casi no les reconocería. Hasta que un día Tom acababa de salir del instituto e iba hacia su casa y no paraba de pensar en la cantidad de deberes y de estudio que le habían mandado los profesores, y este no se dio cuenta y se metió en la casa del vecino, la cual era famosa porque era una familia extraña porque hablaba con espíritus y monstruos. Cuando entró en la casa lo primero que hizo fue ir a su habitación y nada más abrir la puerto apareció un espectro, Tom al principio no se lo creía, se pensaba que era otro intento de sus padres, pero cuando intentó tocarlo y vio que este se estaba moviendo y se percató de que no eran sus padres, empezó a llamarlos gritando, pero no contestaba nadie, y bajó las escalera corriendo y entró en la cocina, y al entrar se dio cuenta de que esa no era su casa, era la de sus vecinos. Fue corriendo a abrir la puerta pero no podía y, de repente, empezó a oír ruidos que provenían del salón y el chico se asomó y vio a una horrenda persona con cara de caballo que venía corriendo hacia él con un trote similar al de un caballo y le dijo: “Nunca podrás salir de aquí, estás atrapado y vas a morir”. Tom empezó a correr y subió las escaleras y entró en una habitación, era muy grande y había muchísimos juguetes de una niña pequeña, Tom se escondió dentro de las sábanas, la persona con cara de caballo entró pero no lo vio y se fue, en ese momento Tom tenía muchísimo miedo, encima para él era una sensación extraña porque nunca le había pasado, estaba casi llorando, en ese momento decidió meterse en el armario porque pensó que estaría más seguro, cuando abrió la puerta del armario oyó una voz que le decía: “Vete de aquí”.

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Tom se dio la vuelta y vio en la cama donde estaba acostado a una niña pequeña que tenía el cuello lleno de sangre y empezó a decir la niña: “Vete de aquí si no quieres morir”, y la niña empezó a gritar, y en ese mismo momento también el niño empezó a gritar muy fuerte, este estaba superasustado y no sabía qué hacer, en ese preciso instante sus padres, que estaban en la casa de al lado, escucharon los gritos, y como estaban buscando a su hijo porque era ya muy tarde fueron corriendo. Tom lo que hizo fue bajar corriendo, y decidió esconderse en el sótano, sus padres lo escucharon y fueron corriendo a la parte de atrás, ya que había una pequeña ventana que daba al jardín, Tom se dio cuenta de que estaban sus padres en la ventana e intentó abrirla, pero en ese momento entraron al sótano la niña, la persona con cabeza de caballo y el fantasma diciendo: “Ha llegado tu hora, vas a morir”. El chico empezó a gritar del miedo y su padre rompió la ventana y lo sacó de allí corriendo. Una semana más tarde decidieron mudarse y se fueron a otra ciudad, pero iban todos muy contentos, ya que su hijo iba a superar la enfermedad, porque había pasado muchísimo miedo. Desde ese momento a Tom le cambió la mentalidad y empezó a ser un poco miedica, pero bueno, siguieron viviendo felices como una familia.

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LA MUJER DEL PASILLO, por Fernando Caballero Puerta

2º ESO E

Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, jugamos a la ouija, cosa de la que todos nos arrepentimos. La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, no sé decirlo con palabras; bueno, total, es lo que quiso el destino. Todo empezó cuando los alumnos de 2ºE del IES Los Cantos y yo buscábamos una vieja ouija que tenía guardada mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo aún no estaba ni en pensamientos, y yo siempre había querido conocerla, ya que mis padres decían que era una mujer muy extraña y sombría, pero a la vez muy buena persona; bueno, la cosa es que mis compañeros lo querían hacer por diversión y yo por hablar con mi bisabuela. El juego empezó entre risas y bromas, pero yo estaba muy serio y concentrado; todo esto, hasta que cayó un rayo que iluminó la habitación oscura, seguido de un trueno, que no hizo gracia a nadie allí presente. Asustados por el rayo, mis compañeros y yo quedamos en un incómodo y sombrío silencio, hasta que la flecha de la ouija empezó a moverse ligeramente por el tablero. Uno de ellos preguntó suavemente quién era, pero no respondió. Más tarde empezó a moverse descontroladamente por el tablero hasta que paró y suavemente formó esta oración: “Estoy yendo a por vosotros”. 37


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Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba por entrar a la habitación. Seguido de algún llanto de algún compañero, intentamos bloquear la puerta, pero recordamos que el pestillo estaba echado, y no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puerta abajo. La mujer gritaba desesperada cada vez más hasta llegar a un ruido desesperante para mis oídos. Entonces me di cuenta: era mi bisabuela, algo quería decirme, aunque con aquel ruido era imposible descifrar lo que decía. Algo me decía por dentro: “Tengo que verla, tengo que verla”, pero mis compañeros me agarraron antes de intentar abrirla. La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: “¡Os lo advertí, y no me hicisteis caso, ahora moriréis!”. Oí los gritos aterrorizados de mis amigos, histéricos, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla, ya que ahora ya no se abría. Escribo esto al día siguiente de lo ocurrido, ya que el vecino nos salvó por la ventana de la habitación. Para los que leáis esto: No hagáis la ouija ni ningún otro juego, o de lo contrario estaréis en peligro de muerte. Si lo hacéis, acordaos de estas palabras.

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EL ANIVERSARIO DE LA MUERTE, por Ana Isabel Castro Gil

1º Bachillerato BH

Una tarde de invierno, Teresa planeaba una escapada junto a sus hermanas, Ana y Enma. Esta escapada debía ser muy especial, ya que sus padres celebraban su aniversario de boda. Tras buscar miles de lugares, decidieron viajar hacia la zona más alta de Italia, el pico Gran Paradiso, un lugar tranquilo en el cual poder disfrutar en familia. Las tres hermanas se dirigieron muy ilusionadas hacia sus padres para comunicarles la noticia, pero a Joan y Nina no les pareció muy adecuado el lugar elegido, por sus temporales de nieve. Finalmente, y tras debatir durante mucho tiempo el destino, decidieron viajar hasta allí. Llegó el día del viaje. Ana y Enma, muy entusiasmadas, estaban cantando y riendo continuamente, pero Teresa, la hermana mayor, notaba una actitud extraña en sus padres. No le dio mucha importancia y emprendieron el viaje hacia la casa donde vivirían durante esos días. Todo transcurría con total normalidad, pero a medida que se encontraban a mayor altitud, aparecían vientos y lluvias cada vez más fuertes. La lluvia acabó convirtiéndose en nieve y llegó un momento en que el temporal les impedía avanzar. Tenían que encontrar un lugar donde refugiarse lo antes posible o la nieve les alcanzaría. Tras buscar por varios lugares, acabaron encontrando un pequeño hostal, el cual estaba rodeado por un gran bosque y al 39


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lado de él había un lago. La familia entró deprisa y preguntaron si había alguna habitación libre para resguardarse del temporal durante esa noche. La recepcionista, con una apariencia desgastada y oscura, les condujo hacia sus respectivas habitaciones. Joan y Nina se encontraban en una habitación separada de la de sus hijas, lo cual no les dio mucha confianza. Llegó la noche y las tres hermanas empezaron a sentir miedo, por lo oscuro y siniestro que era aquel hostal. Minutos después, Ana, la menor de las tres hermanas, empezó a sentir movimientos extraños y de inmediato se lo dijo a Teresa y Enma. Estas no creyeron lo que Ana les dijo y siguieron como si nada hubiera pasado. Era la hora de la cena y Enma fue a buscar algo para comer. Por el pasillo, las luces comenzaron a parpadear y de repente se oyó una voz que le susurró al oído: “Esta será tu última noche”. Enma, aterrorizada, comenzó a gritar y volvió corriendo a su habitación. Allí les contó a Teresa y Ana lo que le había pasado y Teresa creía que sus dos hermanas pequeñas le estaban gastando una broma. Las dos pequeñas llevaban asustadas a Teresa hacia el pasillo donde había ocurrido todo y tras ver Teresa que no ocurría nada, se dio la vuelta y de repente se apagaron todas las luces. Las hermanas, atemorizadas, vieron al final del pasillo a una niña pequeña, vestida de blanco y con unas marcas en el cuello. La niña se fue acercando poco a poco hacia Teresa, Enma y Ana. Las hermanas echaron a correr hacia su habitación y escucharon un grito que les decía: “Esta será vuestra última noche”. A continuación, decidieron ir a la habitación de sus padres para contarles lo que había sucedido. Sus padres con lágrimas en los ojos no creían lo que acababa de suceder. Joan y Nina se miraron mutuamente y dijeron: “Es hora de contar la ver-

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dad”. Llorando desconsoladamente, la madre comenzó a contar el secreto mejor guardado que había entre aquel matrimonio: “Vuestro padre y yo viajamos un verano a esta misma zona en la que estamos. Nos encontrábamos junto al lago y presenciamos cómo una niña moría ahogada, y a la que no pudimos salvar. Esa niña era nuestra hija, a la que tuvimos antes que a vosotras”. Al escuchar las palabras de su madre, las tres hermanas se echaron a llorar y Teresa se dio cuenta de que la razón de esa actitud tan extraña de sus padres y de que no les gustase aquel lugar no era el temporal de nieve, sino lo que les había sucedido en aquel sitio. Desesperados, la familia buscó una solución para salir de allí, pero el temporal se lo impedía. De repente, escucharon pasos y, asustados, decidieron esconderse en el baño. Sin saber qué hacer, empezaron a escuchar agua caer de un grifo, abrieron la cortina de la ducha y sorprendentemente estaba la niña. Intentaron salir de aquel baño, pero la puerta no abría. El baño cada vez se inundaba más y más de agua. Finalmente, la familia murió ahogada, de la misma forma que murió aquella niña.

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LA HISTORIA DE MI ABUELO, por Mateo Fernández Guirado

3º ESO B

Esta historia que voy a contar está basada en un hecho real en plena posguerra civil. Mi abuelo entonces tenía 15 años, sus padres habían fallecido en la guerra y vivía con su abuelo paterno, que se hizo cargo de él desde que sus padres fueron fusilados en la guerra. Su abuelo era el enterrador del cementerio del pueblo, era un hombre ya muy curtido en la vida por todas las desgracias que había visto por sus propios ojos y había padecido en sus propias carnes, tenía una mirada triste y su rostro estaba marcado por el sol y el trabajo desde que era un niño. Mi abuelo comenzó a trabajar con él en el cementerio ayudándole en los entierros y en la construcción de nuevas fosas, por esa época la miseria y el hambre estaban al orden del día, encontrar un trozo de pan para echarse a la boca era una odisea y la falta de alimento y agua potable hacía que las enfermedades dejaran su huella en las familias, sobre todo a los más débiles, niños y ancianos. Los entierros algunas semanas llegaban a las diez o quince personas y la mayoría eran niños de ocho a diez años. Recordaba un día de noviembre gris, el entierro de un niño de ocho años llamado Francisco, era vecino suyo de toda la vida y le conocía desde que nació, el pobre murió de forma extraña, el entierro fue un sábado a las cuatro de la tarde, apenas había diez personas en el entierro, el ataúd era una mísera 42


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caja de madera hecha a mano con cuatro púas y cuatro tablas. Finalizaron el trabajo de darle sepultura como a otros tantos, entonces volvió a casa como todos los días después del trabajo. Me contaba que esa noche no podía conciliar el sueño y que cada vez que cerraba los ojos decía poder escuchar la voz del niño al que habían dado sepultura, era como si sintiera que quería comunicarse con él para contarle algo. La madre de Francisco era una mujer que trabajaba sirviendo en la casa de un acaudalado vecino, este hombre tenía fama de ser una persona que despreciaba a los demás, sobre todo a los niños. En el pueblo se contaba que Francisco nunca podía pisar la casa del patrón de su madre, incluso una vez cuentan que le pilló jugando dentro de la casa y le ató en una higuera que tenía en el patio y le proporcionó una tremenda paliza con el cinturón. Mi abuelo sentía noche tras noche la voz del niño, él estaba asustado y no le contó nada a su abuelo, todos los días se acercaba a la tumba de Francisco y le preguntaba en voz baja qué era lo que quería de él. Mi abuelo tenía un amigo que se llamaba Miguel y un día le contó todo lo que le estaba sucediendo desde que falleció Francisco, su amigo le miraba sorprendido y le dijo que tenía que contactar con él porque seguramente tenía que contarle algo sobre su muerte. Miguel le dijo a mi abuelo que por qué no iban una noche al cementerio e intentaban contactar con él, mi abuelo le contestó que si es que estaba loco, que cómo iban a contactar con él y si él sabía cómo contactar con un muerto. Miguel le respondió que él había oído a su madre hablar de su vecina Salvadora, una mujer anciana que decían que hablaba con los difuntos e incluso la visitaban el día antes de fallecer. 43


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Miguel le propuso hacerle una visita a la anciana, mi abuelo no estaba muy convencido pero al final aceptó, así que un miércoles al oscurecer después de terminar la jornada de trabajo acudieron los dos a la casa de Salvadora. Ella vivía en una casa que estaba a las afueras del pueblo, vivía sola con sus gatos. Llamaron a la puerta y la anciana respondió: “¿Quién es?”. Mi abuelo contestó: “Soy Mateo el nieto de Antonio el enterrador”. La anciana dijo: “¿Y qué es lo que os traído hasta mi casa?”. Mi abuelo dijo: “Usted abra la puerta y se lo contaremos”. La anciana cedió a abrirle la puerta de su casa y les pidió que se sentaran al lado del fuego, los gatos no paraban de corretear por toda la casa, la verdad es que estaban todos un poco asustados. La anciana miró a los ojos a mi abuelo y le habló como si supiera el porqué había ido a su casa y antes de que dijera palabra la anciana le dijo: “Habéis venido por lo de Francisco”. Los dos se quedaron atónitos sin poder decir palabra, entonces la anciana les dijo: “¿Es que os ha comido la lengua el gato?”. Se miraron él y su amigo y mi abuelo empezó a contarle lo que le pasaba todas las noches desde que había fallecido el niño, que escuchaba su voz y sentía que quería comunicarse con él mientras estaba entre sueños, pero nunca había podido entender lo que le quería decir y que habían ido hasta su casa porque la gente del pueblo decía que ella podía hablar con los muertos. La anciana los miró con una mirada fría y les dijo: “Todo eso son habladurías del pueblo, pero sé que la muerte de ese niño no ha sido algo natural”. Entonces mi abuelo le dijo que si le podía ayudar a contactar con él. La anciana le dijo que para tener contacto con él necesitaba una prenda que llevase el día de su entierro, mi abuelo le contestó que eso sería difícil, que habría que desenterrarlo, abrir el ataúd y quitarle algo que 44


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llevara puesto. Entonces su amigo le dijo que podían ir una noche hasta el cementerio y conseguir dicha prenda. La anciana les dijo que cuando tuviesen la prenda que volvieran. Mi abuelo y su amigo planearon cómo iban a conseguirla. Una noche mi abuelo cogió las llaves del cementerio y fueron él y su amigo hasta allí, cogieron las palas y desenterraron el ataúd, lo abrieron y le quitaron una camisa blanca que llevaba el niño y volvieron a enterrarlo otra vez como si nada hubiera pasado. Una vez conseguida la prenda fueron hasta la casa de la anciana, que les dijo: “¿Qué me habéis traído?”, y mi abuelo contestó: “Hemos traído la camisa que llevaba el niño”. Salvadora cogió la camisa y la colocó encima de una mesa cerca del fuego y les dijo que se sentaran alrededor de ella. Salvadora dijo que tenían que estar muy concentrados y que eso no era una broma, se colocaron en círculo, se cogieron de las manos, entonces la anciana empezó a hablar y a mencionar el nombre del difunto, entonces sintieron un escalofrío que les recorrió todo el cuerpo y se escuchó la voz del niño como si dentro de un pozo estuviese. El niño empezó a contar la historia de su muerte: su mamá quería irse a vivir con su patrón y le obligó a envenenarle poco a poco hasta que acabó con su vida porque él odiaba a los niños. Francisco dijo que no descansaría en paz hasta que no se supiese la verdad y que pagasen por lo que habían hecho, así acabó la sesión de espiritismo. Salvadora les sugirió que debían contar a las autoridades lo que el niño les había contado, así que al otro día fueron al cuartelillo y denunciaron el caso. La guardia civil mandó levantar el cadáver y mandarlo a Madrid a que el forense le realizara una autopsia, donde se confirmó que el niño había muerto por la ingesta de arsénico. La parricida y su cómplice fueron condenados a muerte y ejecutados con el garrote en la plaza del pueblo. 45


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LA CAJA MISTERIOSA, por Rodrigo de Gea Fernández

3º ESO C

Era una tarde como cualquiera en casa de Ana. Eran las cinco de la tarde, Ana estaba en su habitación preparándose para ir con sus amigos Carlos y María al mercadillo que se celebraba todos los domingos en la plaza del pequeño pueblo donde vivían. A las seis Carlos y María pasaron por la casa de Ana para dirigirse al mercadillo; una vez estuvieron todos juntos emprendieron el camino. Durante el camino discutieron sobre lo que iban a comprar con el dinero que les habían dado sus padres: Carlos iba a comprar una espada y un escudo de madera fabricados a mano, María compraría un collar y objetos de decoración para su habitación, pero Ana no tenía claro qué iba a comprar, y pensaba comprar lo que más le gustara para su habitación. Al llegar, Carlos y María compraron las cosas que querían, pero Ana no había encontrado nada, hasta que llegó a un puesto que estaba en una esquina, el cual era un poco siniestro y al que no iban muchas personas. Al fijarse en los objetos le llamó la atención una pequeña caja de madera de color negro que tenía una inscripción en la tapa, impulsada por la curiosidad y por el misterio que envolvía a la caja, decidió comprarla e investigar sobre su procedencia y sobre qué decía la inscripción. Llegó a su casa e inspeccionó la caja de arriba abajo pero no encontró ninguna llave o alguna cerradura para abrirla, excepto un pequeño agujero en el centro de la caja. Al no saber 46


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qué podía hacer, decidió investigar sobre la inscripción que tenía la caja, y se puso a buscar en el ordenador imágenes de cajas que fueran similares o en el idioma en el que estaba escrito. No encontró fotos parecidas, pero sí en el idioma en el que estaba escrita la inscripción, la cual estaba en latín y decía: SI VIS APERIRE BUXUM ET GUTTA SANGUINIS ET BOUSIT IN FORAMINIS, que traducido al castellano significa: “Si la caja quieres abrir, una gota de sangre en el agujero deberás poner”.  Ana, al enterarse de este descubrimiento, llama a sus amigos corriendo para que vayan a su casa. Una vez llegan los amigos se dirigen al sótano de la casa para no hacer mucho ruido en caso de que ocurra algo inesperado. Una vez están abajo encienden las luces y cogen el alfiler que previamente le habían pedido a la madre de Ana, supuestamente para hacer un trabajo de plástica. El elegido para clavarse el alfiler es Carlos, el cual está muerto de miedo al no saber lo que puede ocurrir. Se lo clava en el dedo y sale la gota de sangre que necesitaban para abrir la caja. Depositan la gota de sangre en el agujero y ante la mirada expectante de los allí presentes la caja se abre lenta y misteriosamente. Una vez abierta del todo, aparece la sombra de lo que puede ser un tablero de juego, lo sacan y lo que había dentro de esa misteriosa caja era un tablero para jugar a la ouija. Los chicos, inocentemente y sin saber de qué trata ese misterioso juego, empiezan a jugar siguiendo las instrucciones que había escritas en un papel que también estaba en el interior de la caja y que parecía escrito con sangre.

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Una vez comenzado el juego, los chicos se dan cuenta de su peligrosidad y de que se están comunicando con un espíritu. Después de hacerle una serie de preguntas a ese espíritu, les dice que lleva encerrado en esa caja más años que los que se pueden imaginar y les dice que por abrir la caja los va a matar a todos. Una vez el espíritu termina de decir esto, los tres amigos, muy asustados, deciden acabar el juego y olvidar lo que ha pasado, pero no se dan cuenta de que el espíritu ha poseído a Carlos y que puede controlarlo cuando quiera. Apagan las luces del sótano y suben corriendo a la habitación de Ana a investigar sobre lo sucedido. Una vez empiezan a buscar información, leen en un blog que el espíritu se puede apoderar del cuerpo de cualquiera de los allí presentes, y en ese mismo instante el espíritu se apodera del cuerpo de Carlos, al cual se le ponen los ojos blancos y le salen una especie de cardenales y arañazos por todo el cuerpo. Las chicas se dan cuenta de lo que pasa y se ponen a gritar y a llorar. Antes de irse, el espíritu les dice que va a matar a todos, el espíritu se va y justo llega Paula, madre de Ana, que ha subido alarmada debido a los gritos. Paula calma a los chicos y les pide que le expliquen lo que ha ocurrido. Una vez Ana y María terminan de contar lo ocurrido, Paula corre a llamar a un amigo sacerdote llamado Francisco. Le explica todo lo que ha pasado al sacerdote y el cura corre a la casa de Ana en su ayuda. Entra en la casa y lo primero que hace es subir las escaleras lo más rápido que puede y entrar en la habitación de Ana. Entre todo el alboroto, Ana y su amiga María se han encargado de inmovilizar a Carlos y atarlo a la cama por si acaso el espíritu toma el control del cuerpo de Carlos y se pone agresivo. Una vez llega el sacerdote a la habitación seguido de Paula, comienza un exorcismo para intentar liberar a Carlos 48


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del espíritu, Francisco les pide a las chicas que estén preparadas para sujetar a Carlos y que recen y no tengan miedo. Una vez el espíritu se da cuenta de lo que en unos instantes va a ocurrir, toma el control del cuerpo de Carlos, pero aún no se alborota. Cuando el cura va por la mitad del exorcismo, el espíritu se vuelve violento y se desata las cuerdas y se suelta; gracias a que las chicas estaban preparadas para lo que pudiera pasar, pueden controlar a Carlos y que no se mueva, pero no por mucho tiempo, ya que el espíritu se había dado cuenta de que podían liberar a Carlos, se pone muy furioso y saca volando a las chicas; el sacerdote consigue mantenerlo a raya, pero solo hasta que las chicas se levantan y en ese momento sale corriendo a la cocina a por un cuchillo. Cuando vuelve todos están muertos de miedo y derrumbados, el espíritu se aprovecha de la situación y primero mata a las dos amigas. Derrumbada por el miedo, Paula se pone a llorar en una esquina y, mientras, llama a la policía. Después el espíritu la mata y, por último, queda el sacerdote, pero justo en ese momento la policía irrumpe en la casa y el espíritu abandona el cuerpo de Carlos y el sacerdote se desmaya. Cuando la policía entra en la habitación se encuentran los cuerpos colgados boca abajo en forma de cruz de las tres chicas, y al sacerdote y a Carlos llenos de cardenales y heridas por todo el cuerpo. El caso es investigado por la policía junto con el Vaticano. Debido al gran poder que alberga la caja misteriosa, deciden custodiarla en la basílica de San Pedro al lado de la tumba del apóstol. Cada año miles de feligreses se acercan y contemplan la caja.

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LA MANSIÓN DE LOS CUERVOS, por José Manuel Sánchez Martínez

2º ESO E

Era fin de curso y el instituto siempre organizaba con un grupo de alumnos un campamento de verano. Para este año el sitio elegido era La mansión de los Cuervos, una mansión a las afueras de un pequeño poblado. Al campamento se apuntaron veinte niños y niñas de entre 15 y 18 años. Llegó el día del campamento y todos, montados en el autobús, se dirigían a La mansión de los Cuervos, llegaron ya al anochecer y empezaron a instalarse en las distintas habitaciones. La mansión era un lugar inmenso, tenía diez habitaciones, una biblioteca, una sala de juegos, una cocina, un amplio salón y siete aseos. Durante esa primera noche cayó una gran tormenta, cientos y cientos de rayos y truenos acompañados de un viento escalofriante. Allí, en la mansión y en el silencio de la noche, todo se oía terriblemente, los chicos y chicas se miraban unos a otros aterrorizados. Se encontraban en el salón cuando de repente se rompieron las ocho bombillas de la lámpara, la televisión de un chispazo y de un gran portazo se cerró la puerta. Solo se oía llover y tronar cuando, de repente, un gran chillido aterrador, ensordecedor, se oyó detrás de la puerta. Uno de los chicos salió corriendo a abrirla y, al abrir las dos hojas de la puerta de par en par, se vio la sombra de una niña vestida de blanco con un peluche en las manos. Los chicos al verla gritaban, chillaban e incluso lloraban de miedo, el miedo hizo 50


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que salieran por la ventana del salón que daba al jardín, al saltar por la ventana todos cayeron en una fosa llena de barro y agua, ellos chillaban desolados: “¡Estamos enterrados, por Dios, no podemos salir!”. Por más que lo intentaban no podían subir, tenían los brazos doloridos de trepar y, ya casi sin fuerzas, al mirar hacia arriba vieron a la pequeña niña vestida de blanco, los chicos le pedían ayuda sin parar pero la niña desde arriba solo los miraba cogida a su muñeco. El foso se iba llenando de agua de la lluvia y cerrándose cada vez más, ya casi no tenía ni luz, solo se oían los gritos inconsolables y aterradores de todos esos chicos. Una voz en el silencio de la noche susurraba: “No os queremos aquí, aquí el que entra jamás se marchará porque la mansión de los cuervos se lo tragará…”.

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UNA FAMILIA CON UNA SOMBRA A LAS ESPALDAS, por Carmen Lucía López Fernández

3º ESO B

Érase una vez una familia un poco extraña, eran tres hijos (Paco, Carlos y Alex) y tres hijas (Lucía, Valeria y Cloe); su padre se había divorciado de su madre (llamada Érica). Todos los hijos se fueron con su padre (llamado Fernando), ya que decían que su madre era un tipo de bruja y les hacía hechizos a sus hijos. Cuando Fernando se enteró decidió llevárselos de ahí, ya que los mismos hijos ya se lo habían pedido antes. Después de tres largos meses para que se supiera a quién le daban la custodia de los hijos se supo que se la daban a su padre. Fue entonces cuando su madre se cabreó tanto que los hechizó con magia negra a todos menos a Valeria, que según decía ella era su sucesora, a quien le llegaría toda su magia cuando ella decidiera dársela o muriera. Fernando decidió mudarse y olvidar esa época de su vida pero sus hijos seguían teniendo el miedo ya que ellos habían visto a su madre hacer brujería. Valeria estaba bien, no había mostrado ningún síntoma de brujería ni nada, de momento todo iba perfecto o eso parecía, ya que ellos lo que no sabían era que su madre les observaba cada día en la sombra. Era el 14 cumpleaños de Valeria. Fue el desencadenante de todo lo que pasó de aquí en adelante: su madre decidió 52


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darle ya gran parte de la magia que a ella le pertenecía y sabía que eso mataría a toda su familia, ya que ella sola no sabría controlar su magia. Fernando y todos los demás habían decidido hacerle el mejor cumpleaños a su hermana, ya que también hacía cinco años desde que se separó de su mujer, todo iba a ser perfecto ese día o eso creían: a primera hora de la mañana su madre ya había empezado su hechizo y Valeria ya estaría empezando a sentir la magia que le llegaba. Para empezar, Valeria se levantó de la cama de un golpe con los ojos en blanco, pero eso solo le duró unos segundos, nadie la vio, solo ella, y no supo que en esos segundos vio a su madre diciendo el conjuro que le traspasaba la magia, se levantó de un salto de la cama y fue al baño a vomitar. Lo curioso es que no vomitó comida ni nada de ese estilo: vomitó un colgante que luego lavó e investigó sin que sus hermanos se dieran cuenta. Fernando subió a levantarla sin saber nada de lo ocurrido, cuando llegó a la habitación Valeria ya estaba terminando de vestirse. Cuando Fernando la abrazó y le dio un par de besos felicitándola fue ahí cuando se dio cuenta de que llevaba un colgante nuevo, le pregunto por él pero Valeria le respondió que fue un regalo de una persona, aunque no le dijo quién, fue un poco extraño, ya que Valeria no supo por qué dijo eso, salió de su boca sin que ella se diera cuenta, como si alguien lo dijera por ella. Seguidamente bajó a la cocina a desayunar, ahí estaba Paco, era un poco más pequeño que ella y un pelín rebelde. Valeria iba a desayunar pero Paco estaba con la leche y no se la quería dar, fue entonces cuando Valeria en un ataque de ira mandó a Paco hasta el comedor con solo levantar la

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mano. Fernando bajó deprisa preguntando qué había pasado y ayudando a Paco a levantarse le pidió una respuesta a Valeria, pero ella no supo responder nada; su padre, muy enfadado al ver que ella no le respondía, la mandó a su habitación. Valeria, muy enfadada, hizo explotar el microondas y lanzó un cuchillo hacia Fernando, pero no le llegó a dar. Fernando, asustado y alucinado, no supo dar ni una explicación de lo que había pasado, llamó de inmediato a un médico que sabía un poco sobre cosas extrañas y le pidió que viniera de inmediato. El médico vino como un favor personal para su amigo Fernando, le contó lo ocurrido y lo dirigió hacia la habitación de Valeria, entró y le pidió a Fernando que no entrara y le dejara hacer su trabajo. Al cabo de unos minutos salió corriendo de la habitación hacia la puerta y le dijo a Fernando que se alejaran de ella, que no se podía hacer nada más por ayudar a esa chica. Fernando, sin palabra alguna, se sentó en el porche pensando alguna explicación, pero no había ninguna. Cuando miró hacia arriba, de la nada un pájaro cayó muerto al jardín y seguidamente unos treinta más. Se metió a la casa y cerró la puerta. Cuando la menor de sus hijas le dijo que ya tenía hambre y que quería comer, Fernando, sin saber qué hacer, puso la mesa y rezó para que todo pasase rápido o que no pasase, llamó a todos sus hijos e hijas e incluso a Valeria, que bajó de inmediato. Todos estaban sentados en la mesa cuando de pronto a Valeria, por un motivo desconocido, se le pusieron los ojos en blanco y con una mirada los apartó a todos de la mesa y los puso en las esquinas de la habitación, todos estaban asustados pidiendo explicaciones. Mientras Valeria preparaba como un tipo de conjuro en la mesa, Carlos se dio cuenta de que ese no era un conjuro normal sino uno para invocar 54


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magia negra y lo sabía porque lo vio en el libro de su madre cuando él y Valeria estaban mirando cómo su madre hacía los conjuros. Fue entonces cuando les gritó a sus hermanos que tenían que salir de ahí de inmediato o ya sería demasiado tarde para ellos, pero no había forma posible de moverse. Valeria ya había empezado el conjuro: primero empezó a decir unas palabras muy raras que solo Carlos entendía, y no todas, sino algunas. Agachó la cabeza y empezó a llorar, ya que sabía lo que iba a pasar. Encima de la mesa había seis muñecos y seis cuencos. Valeria cogió un cuchillo y les hizo un corte en la mano a todos, le sangre que les escurría por la ropa y la mano iba a parar a un cuenco, cada uno tenía su propio cuenco, antes de que se desangraran les curó mágicamente las heridas, ya que los más pequeños, Alex y Cloe, estaban casi desangrados. Luego llegó lo esperado: Valeria, aún con los ojos en blanco, dijo unas palabras y metió los muñecos en los cuencos con sangre, dijo unas palabras muy raras y levantó la muñeca del cuenco de Cloe, dijo una palabras y Cloe cayó al suelo muerta. Todos se echaron a llorar e intentaron desatarse, pero no podían. La primera fue Cloe, luego Alex, seguidamente Lucía y Paco, solo quedaban Carlos y su padre, Fernando. Cuando Alex sin pensarlo dijo unas palabras se liberó del hechizo que le impedía moverse y fue hacia Valeria para poder ayudarla, ya que no era ella la que estaba haciendo eso, se puso a su lado y con las manos en alto dijo unas palabras. Valeria por unos instantes volvió con los ojos, pero antes de que Carlos pudiera seguir con el hechizo Valeria volvió con los ojos en blanco otra vez y salió con la misma voz que la que tenía su madre: “No podréis pararme, hasta nunca, amor mío”, y justo después de esas palabras mandó a Carlos de un golpe a la pared y mató 55


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la muñeca de su padre. Carlos, corriendo, tiró el cuenco con su sangre y Valeria cayó al suelo, el hechizo se había roto. Carlos se llevó a su hermana, la única que había quedado viva, y los dos juntos se marcharon sin mirar atrás. Por lo que les había pasado, Valeria nunca volvió a ser la misma y juntos los dos hermanos iban a matar a su madre cuando pudieran controlar sus poderes, ya que era ella la culpable de todo lo ocurrido en esa casa, y así los dos quemaron la casa y se marcharon.

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SOMBRA, por Juan Pedro Gea Muñoz

1º Bachillerato BH

Cuando mi hermano era pequeño, a eso de los seis, siete años, dormía todas, absolutamente todas las noches con mis padres. Pero esto siempre era así: terminábamos de cenar, mi hermano iba al baño, yo iba al baño, nos íbamos a dormir y algunas noches mis padres se quedaban despiertos viendo la televisión. Dormíamos en la misma habitación y dejábamos la puerta abierta, que daba a un pasillo enfrente del cual estaba la habitación de mis padres. Cuando ya estábamos acostados, yo me quedaba observando a mi hermano, que no paraba de dar vueltas y de mirar hacia el pasillo, veía que tenía miedo por algo, pero yo nunca le dije nada de esto, yo me dormía y a la mañana siguiente mi hermano despertaba en la habitación de mis padres. Tras varias semanas viéndolo así, una noche mi hermano se quedó a dormir en casa de mis abuelos, y yo decidí dormir en su cama para ver qué le atormentaba todas las noches desde el pasillo, mis padres se quedaron abajo viendo la televisión, yo me acosté, apagué la luz y no vi nada extraño, así que me dormí. Cuando mis padres subieron a dormir, me desperté, y seguía sin ver nada extraño, me quedé mirando hacia el pasillo hasta que mis padres apagaron la luz de su habitación, y de repente vi una gran sombra oscura reflejada en la puerta que

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estaba abierta que no dejaba de mirarme, no sé si era un hombre o una mujer, encendí la luz, cerré la puerta y me fui a dormir a mi cama. Tras ver esto, ya sabía por qué tenía mi hermano tanto miedo todas las noches, pero yo seguí sin decir nada a nadie, y así una noche detrás de otra, cuando mis padres subían a dormir, mi hermano, corriendo, cruzaba el pasillo donde se veía esa sombra y se iba a dormir con mis padres, con ellos no la veía y se sentía protegido. Después de varios meses así, una noche todo era igual, la misma historia de todos los días: nos acostamos, no paraba de dar vueltas y se quedó mirando fijamente muy asustado durante diez minutos hacia la puerta donde veía la sombra, se levantó y pensé que iba hacia la habitación de mis padres, pero dio un par de pasos y se volvió a la cama temblando. Tras varios minutos sin parar de dar vueltas, se levantó con indecisión y fue hacia la habitación de mis padres, yo me levanté detrás porque este día lo notaba con demasiado miedo. Me quedé escondido detrás de la puerta y mirando hacia él, a la mitad el pasillo, vi cómo un gran hombre vestido de negro le puso la mano en el hombro, mi hermano se paró, y observé cómo el hombre le susurraba algo al oído, luego el hombre desapareció y vi cómo mi hermano entraba corriendo y asustado a la habitación de mis padres. Al ver que el hombre había desaparecido, yo volví a mi cama a dormir. A la mañana siguiente me despertaron mis padres asustados gritándome que dónde estaba mi hermano, yo pensaba que había dormido con ellos, y ellos creían que por una noche había dormido en su cama. Han pasado veintitrés años desde que ocurrió esto, y a día de hoy, seguimos sin saber nada de él.

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LA CHICA DE LA FOTOGRAFÍA, por Juana María Álvarez Ruiz

3º ESO C

Pablo era un joven de 18 años que vivía con su padre Arturo, su madre Amanda y sus dos hermanas gemelas, Lucía y Sara. Esta familia era procedente de Estados Unidos, pero decidieron mudarse a un pueblo cerca de Los Ángeles por temas de trabajo. Decidieron comprar una casa que estaba muy alejada de las otras viviendas del pueblo. Era una casa grande, antigua y que a Pablo y a sus hermanas gemelas les generaba inseguridad. Al hospedarse dentro de la casa, Lucía y Sara escogieron la habitación más grande, y Pablo se quedó con la más pequeña. Su habitación estaba enfrente de la de sus hermanas y al lado de la de sus padres. Al entrar, había una ventana en la que se podía ver la entrada de un bosque algo aterrador, pero él no le dio mucha importancia. Al lado de la ventana había un pequeño escritorio para poder estudiar, hacer su tarea, etc. La cama se encontraba enfrente del armario. Al anochecer, Pablo miró debajo de la cama para asegurarse de que no había nada y se dio cuenta de que había una fotografía de una chica vestida de negro con unos tacones blancos. Esta chica le resultó atractiva, y empezó a mirar la foto muy seguida, hasta que se quedó dormido con la foto en su mano derecha. A la mañana siguiente, Pablo fue a conocer su nueva universidad, e hizo amigos rápidamente. Por la tarde, Pablo se fue a su habitación para hacer todos los deberes que le habían 59


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mandado. Esa misma tarde, Pablo recordó la imagen de la chica de la fotografía, y sin pensarlo, miró hacia la ventana y la vio. Él se pensaba que todo era un sueño, pero la chica estaba en la entrada del bosque, indicando con sus dedos de la mano derecha un “2”. Rápidamente la chica desapareció, y Pablo se quedó en shock. Se fue de la habitación y salió de su casa para dirigirse hacia la entrada del bosque para comprobar si era real lo que había visto o no. Justo en ese momento, su madre le llamó para decirle que era la hora de cenar. Pablo subió y cenó. Al llegar a su habitación, sintió una extraña presencia, pero no le dio importancia y se fue a dormir. A las 3:00 a.m., Pablo se despertó de un mal sueño y empezó a escuchar ruidos por encima del techo de su habitación. Quiso saber lo que estaba ocurriendo y se levantó de la cama. Al salir de la habitación, había sangre por el suelo que indicaba un camino hacia la salida de la puerta de su casa. Justo al salir, la sangre continuaba en dirección a la entrada del bosque. De repente, la chica apareció y Pablo le preguntó que por qué le estaba molestando, a lo que ella le dijo que en esa casa murió de la misma forma en la que iba a morir él. A la mañana siguiente, los padres de Pablo, al ver que no estaba en su habitación, fueron a buscarlo y se lo encontraron muerto justo en la entrada del bosque. Arturo se fijó en que en su mano derecha había una foto de una mujer con los dedos levantados de su mano derecha indicando un “3”. ¿Será el siguiente?

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LA FATÍDICA EXCURSIÓN, por Mauricio Maciel Fernández

2º ESO E

Me llamo Mike, tengo 13 años y este año mis padres me apuntaron a un campamento para ir de excursión a la montaña, a mí no me gustaba porque yo quería quedarme en mi pueblo jugando con mis amigos, pero valió la pena porque la excursión no era una excursión cualquiera, era una excursión que solo niños con poca suerte pueden vivir. Mi madre me llevó al campamento el día 30 de octubre de 2017, y allí también había niños y niñas que tampoco tenían muchas ganas de ir, como Paul, cuyos padres se iban de viaje y no querían que se quedara solo en casa y por eso lo apuntaron; también Micaela, que fue porque su madre quería apuntarla a alguna actividad; y, por último, Adam, que, en cambio, sí quería venir a la excursión. Nuestros padres todavía no sabían a qué montaña íbamos a ir hasta que nos llevaran y nosotros no lo íbamos a saber hasta que llegáramos a la respectiva montaña. Los padres se enteraron de a qué montaña íbamos a ir, aunque a ninguno se lo dijeron. Al día siguiente, íbamos a ir a la excursión, estábamos entusiasmados para ver a qué montaña íbamos a ir, y cuando llegamos a nuestro destino quisimos que nuestros padres no nos hubiesen apuntado a la excursión: la montaña se llamaba Daemonium Cruento, que significa Demonio sangriento, debido a las muertes que se habían ocasionado en ella, espero 61


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que no sea literalmente... Nos fuimos adentrando en la montaña con siete monitores, no sabíamos sus nombres, porque se ponían nombres de frutas y verduras, todos mis amigos de la excursión (excepto Adam) estaban cagados de miedo, el bosque era muy oscuro, no había apenas luz y hacía el viento exacto para que el ruido de las hojas moviéndose diese mucho miedo. Llegamos al centro de la montaña donde íbamos a ir a acampar y pasar la noche. Todos los monitores sacaron tiendas de campaña y nos pusimos los pijamas, las tiendas de campaña eran supergrandes, había tres: una para monitores, otra para chicas y otras para chicos. A las 22:00 h nos fuimos a dormir. Como yo no tenía sueño me desperté a medianoche y oí un sonido muy siniestro fuera de la tienda. Inteligente de mí, salí afuera para ver qué era ese sonido y vi algo espeluznante: los siete monitores estaban despiertos y estaban cantando algo que yo desconocía, yo me extrañé, y cuando un monitor me vio, llamó a todos los demás monitores para que fueran a por mí, dijo con una voz grave: “Machacadlo”. Yo, muy asustadizo, hui por el bosque, dándome con las hojas, mientras los monitores me perseguían, hasta que los despisté y llegué a una explanada en la que había unas palabras dibujadas con ramas que ponían: “Bienvenido a tu pesadilla”. Después de leer eso se apareció Adam delante de mí y dije: “¿Qué haces, Adam?”. Adam se rio y dijo: “No entiendes nada, como soy buena persona te lo contaré todo. Todos los niños y niñas que estáis en la excursión sois descendientes de unos legendarios humanos que encerraron a un demonio llamado Malixitium, que iba a destruir la faz de la Tierra, pero tres humanos lo detuvieron y lo encerraron en un altar de este monte, yo soy descendiente del demonio Malixitium y la única forma de revivirlo y que destroce la tierra es destrozar y matar todo el 62


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linaje de cada uno de los tres humanos que lo encerraron. Decidimos reunir a los descendientes de los tres humanos y matarlos, contactamos con vuestras familias y les dimos dinero si venían a la excursión”. Yo dije: “¿Dónde están Paul y Micaela?”. Adam, sonriendo, dijo: “Están aquí”, y me enseñó sus cadáveres, y riendo añadió: “Solo quedas tú”, y yo pregunté: “¿Y los monitores?”. “Son demonios que también quieren resucitar a Malixitium; bueno, creo que ya es hora de matarte. Adelante, Cerbero”. Yo quise huir, pero de repente en el bosque me atacó un perro, medía tres metros de altura y tenía tres cabezas, cada cual peor que la anterior, de repente me atacó y sufrí una herida mortal y morí. Ahora ya solo era un alma y vi la resurrección de Malixitium y cómo destruía la Tierra. Espero que ningún niño viva otra experiencia como la mía.

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LAS SOMBRAS DE AQUEL DÍA, por Ana María Noguera Muñoz

1º Bachillerato BH

Todo pasó una noche de invierno, estábamos mi hermana María y yo en la calle jugando con nuestros vecinos y decidimos jugar al escondite, entonces yo me escondí en una cochera que estaba cerca de mi calle, pero nadie llegaba, y aunque nadie llegara yo quería seguir allí porque no quería perder. De repente empezó a hacer mucho frío y ya quería irme, pero vi una sombra pasar y me daba miedo salir, empecé a llamar a mis vecinos por el móvil pero nadie me contestaba, no había cobertura, esto empezaba a sonarme algo raro y esperé un rato más a ver qué pasaba. Pasaron quince minutos y seguía allí y nadie se había preocupado por mí, e intenté salir pero otra vez la sombra pasaba, y se acercaba cada vez más a mí y tenía mucho miedo. Luego, al rato, intenté salir otra vez y no estaba la sombra pero empezó a llover, y aunque estuviera lloviendo me daba igual, salí corriendo directamente para mi casa y allí estaba mi hermana en mi casa, y decía que no le había llegado ninguna llamada ni nada, estaba preocupada por mí pero como estaba lloviendo no salió. Nos quedamos viendo la televisión hasta muy tarde y sobre las dos de la mañana o así fui al frigorífico a coger un yogur y se fue la luz en cuanto lo abrí, pero en poco tiempo volvió y seguimos viendo la televisión, sobre las tres de la mañana empezó a llamarme un número muy raro y cogía la 64


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llamada pero nadie hablaba y colgaba, cada cinco minutos me estaban llamando y yo contestaba pero nadie hablaba, hasta que denuncié ese número y seguía llamándome, estaba tan asustada que le dije a mi hermana de irnos a acostarnos, pero al apagar la televisión vi muchas sombras pasar a la misma vez y la última sombra no se movía y fui a ver si había alguien pero allí no había nada. Escuchaba ruidos por toda mi casa y yo pensaba que así no me podría dormir y fui con mi hermana por todas las habitaciones de la casa con un cuchillo y seguíamos escuchando ruidos, pero no veíamos a nadie. Pensamos en esperar a nuestros padres, que iban a venir tarde porque venían de viaje, pero daba igual, en mi casa no estábamos seguras. De lo nerviosa que me estaba poniendo me tomé una tila para relajarme y me esperé con mi hermana en el sofá para a ver si se me pasaba, pero no hacía efecto, intenté dormir en el sofá y tampoco, porque los ruidos y las sombras no me dejaban dormir, no paraban de llamarme por el teléfono números extraños, le dije a mi hermana de salir de mi casa y esperar a nuestros padres en la calle, pero no podíamos abrir la puerta y no sabíamos por qué. Fuimos a la cocina a bebernos un vaso de leche porque ya estábamos desesperadas. Cuando entramos a la cocina vimos una mujer con el pelo para atrás, estaba como cabreada y quería venir detrás de nosotras, pero le cerré la puerta de la cocina y, como no podíamos salir de casa, nos fuimos a mi habitación y nos encerramos allí. Empezamos a llorar y estábamos superasustadas, no sabíamos qué hacer ya, lo habíamos intentado todo, era demasiado tarde y pensamos en relajarnos en mi habitación porque sabíamos que allí no podía entrar nadie porque la había cerrado con llave y por lo menos estábamos seguras. Dormimos más o menos dos horas y por lo menos pudimos descansar un rato, hasta 65


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que llegaron mis padres y les contamos todo lo que había ocurrido, y no nos creyeron, nos cabreamos mucho y estuvimos por un tiempo asustadas sin salir a la calle y sin separarnos de nuestros padres porque lo que había pasado no era normal. Aunque ni ellos ni nadie nos creyeran, sabíamos perfectamente lo que había pasado y había posibilidades de que pasara otra vez, fue una noche muy mala y de mucha desesperación y no queríamos volver a repetirla.

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CASO CERRADO, por María López Jiménez

3º ESO C

Esta historia que les cuento ocurrió hace tres años. Siete amigos fueron juntos al bosque para acampar allí un par de noches. Una de esas noches pensaron en gastarle una broma a Raúl, ya que él era el típico que siempre gasta bromas. Su mejor amigo, Samuel, estaba en contra, pero siguieron con su plan, así que Tomás, Leo, Iker, Fernando y Marcos lo estuvieron planeando durante todo el día y, al caer la noche, Leo e Iker se llevaron a Raúl junto a Samuel a lo más profundo del bosque y se sentaron en el bordillo de un barranco. Al rato llegaron Tomas, Fernando y Marcos para asustarlo, por desgracia la broma salió mal, ya que por el susto Raúl resbaló y cayó por el barranco. Todos, muy asustados, llamaron a la ambulancia y a los padres de Raúl pero únicamente vino su padre, ya que no localizaban a su madre. La ambulancia llegó un par de horas más tarde pero, al llegar, el cuerpo de Raúl no estaba, únicamente había una pulsera que pertenecía a él. Durante un par de días estuvieron buscándolo por todo el bosque junto a los policías y por fin apareció su cuerpo, pero lo raro fue que estaba enterrado a 5 km del barranco por el que había caído. La policía no le dio importancia a lo de su cuerpo, así que archivaron el caso, hasta que un par de horas después el cuerpo de Raúl había desaparecido. Sus amigos no estaban tan convencidos de que el cuerpo hubiera desaparecido así 67


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solo, pero qué más podían hacer, simplemente eran unos niños. Al caer la noche todo cambió, ya que los seis recibieron un mensaje que decía: “Sigo vivo…”. Todos, muy asustados y sin saber qué hacer, se lo callaron y no se lo contaron a nadie. Al cabo de un año el cuerpo seguía sin aparecer, así que ya archivaron el caso y lo dieron por muerto. Ese anónimo parecía saber hasta el mayor de sus secretos, ya que varias veces los había chantajeado para que le hicieran caso. Una noche decidieron terminar con todo, ellos sabían que ese anónimo iba a estar en una fiesta al otro lado de la ciudad y decidieron ir para buscarlo. Entraron todos juntos en una casa y de repente se apagaron las luces y se cerró la puerta. Al volver a encenderse las luces, Tomas y Samuel ya no estaban, así que decidieron ir a buscar al anónimo. Samuel despertó en una cornisa a punto de caer pero, por suerte, pudo volver a entrar en la casa y empezó a buscar a alguien que pudiera decirle dónde estaban sus amigos. Al abrir los ojos, Tomás se encontraba solo en un lugar que no había visto en su vida, así que decidió ir a ver qué encontraba. Lo primero que encontró fue una cabina en medio de un salón, se extrañó mucho, pero decidió entrar para poder llamar a sus amigos. En un momento la puerta de la cabina se cerró y ya no podía salir de ahí. Tomás empezó a ver sombras por fuera de la cabina y empezó a dar golpes, ya que creyó que eran sus amigos, pero alguien empezó a hablar y no reconocía esa voz, esa voz le dijo: “Deja de buscarme o morirás”. Creyó que esa voz era del anónimo, pero por miedo quedó inmovilizado, entonces empezó a ver cómo el pomo de la puerta giraba. Tomás, muy asustado, 68


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intentó atascar el pomo pero no pudo, hasta que de pronto oyó una voz que decía: “Hola, ¿hay alguien aquí?”. Tomas reconoció esa voz, era de Samuel, así que empezó a chillar para que Samuel lo oyera y vio cómo la sombra corría para no ser descubierta. Samuel le abrió la puerta a Tomás y ya juntos se fueron hacia la fiesta a esperar a que sus amigos salieran de esa casa. Unos días más tarde un número desconocido llamó a Fernando, cuando él lo cogió sonó una voz muy familiar, hasta que se dio cuenta de que era Raúl. Fernando no sabía qué responder, ya que creía que Raúl estaba muerto. Después de hablar, Fernando llamó a los demás para contarles todo y decirles que debían buscarlo.  A día de hoy, dos años después, siguen sin encontrar a Raúl y los mensajes del anónimo han ido a más. Ellos creen que les queda poco para encontrarlo, y es cierto, porque esa misma tarde Raúl volvió a llamar por teléfono, les indicó dónde estaba viviendo y esa misma noche ellos fueron a recogerlo, subieron a una enorme terraza, que era donde habían quedado, y allí estaba Raúl. Todos se dieron un enorme abrazo pero, de repente, una persona encapuchada entró en la terraza, era el anónimo, les apuntó con una pistola, por suerte Iker llevaba el móvil en la mano y sin que el anónimo lo viera llamó a la policía. Enseguida ellos estaban allí y el anónimo se fue saltando de terraza en terraza. Al verlo, la policía fue en su busca pero no encontraron a nadie. Luego todos juntos fueron a ver en qué sitio había estado Raúl: un teatro del que tenía que salir antes de que los dueños llegasen, pero no había sido el único lugar donde había vivido 69


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sino también en la calle y en muchos sitios más. Fernando fue al baño y al no oír nada decidió volver y, al asomarse, vio que el encapuchado les estaba apuntando con una pistola. Aprovechando que a él no lo había visto, cogió un trozo de metal y corriendo le dio en la cabeza y cayó así al suelo. Decidieron quitarle la capucha para por fin saber quién estaba detrás de ellos estos tres años. Al ver la cara quedaron muy sorprendidos: era la madre de Raúl. Él comenzó a llorar y se lo llevaron de allí a casa, al llegar al pueblo todos se quedaron sorprendidos al verlo, ya que habían estado tres años creyendo que estaba muerto. La policía le hizo un par de preguntas y él testifico que su madre lo había secuestrado, pero mintió, ya que su madre, al estar muerta, no podría decir lo contrario. La policía empezó a buscar a su madre y también a poner carteles, los dueños del teatro al ver los carteles avisaron a la policía y, al estar ella muerta, dieron el caso por cerrado.

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TERROR EN LA ATRACCIÓN, por José Guirado Guillén

3º ESO B

Esta historia empieza en un parque de atracciones. Todo iba con normalidad, me lo pasaba bien con mis amigos, compré un Calipo por tres con veinte. De repente a uno de mis amigos se le ocurre que podemos hacer una cola de tres horas y media para montarnos en la montaña rusa más grande que se le puede ocurrir a un arquitecto sin que su proyecto acabe en la basura. El caso es que cuando llevamos unas dos horas en la cola una voz suena por megafonía y dice: —La atracción quedará fuera de servicio por problemas técnicos. Perdonen las molestias. Entonces nos quedamos esperando y mirando a los técnicos con cara de no saber de lo que va la cosa durante veinte minutazos de aburrimiento en estado puro, cuando de repente la voz de megafonía dice: —La atracción vuelve a estar a pleno rendimiento. Después de unos minutos nos montamos detrás de un tipo que estaba grabando con una videocámara del tamaño de su cabeza. Cuando nos montamos, vamos a toda velocidad por la primera bajada y entonces el tipo de enfrente se da cuenta de que el sistema hidráulico que hace que cierre el asiento y no salgamos volando está bastante mal y empieza a salir un líquido de color rojizo de él. Y además al tipo que llevamos detrás se 71


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le cae la cámara con la mala suerte de que se queda enganchada en las vías. El vagón de la montaña rusa descarrila y, por el brusco movimiento, el sistema hidráulico cede y TODOS los de los primeros asientos salen volando precipitándose a toda velocidad al suelo. Los de los asientos del medio se quedan colgando de la barra de seguridad, muriendo en el instante. Yo, que estaba en las últimas filas, conseguí salvarme. Quizás mi cobardía hizo que no muriera, rechacé ponerme en las primeras filas. O eso creía, cuando los bomberos vinieron a rescatarme tuve la mala suerte de caer en la única colchoneta que estaba rota y morir en el acto.

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LA ISLA PROHIBIDA, por Francisco Fernández Fernández

2º ESO E

En 1890 había un pueblo a las orillas de un mar. Era una península adonde viajaban famosos a ver sus preciosas playas y montes. Pero en las faldas de un monte había un viejo edificio que había sido un sanatorio. En 1920, al darse cuenta de que el sanatorio no funcionaba bien, decidieron cerrarlo. Años después de su cierre, personas amantes de lo paranormal decidieron ir a visitarlo debido a las numerosas muertes que hubo en aquel sanatorio. Una vez allí decidieron comunicarse con ellos con una simple ouija. Consiguieron comunicarse con una niña que murió en aquel espantoso sitio. La niña dice que ella estaba con su padre en el médico cuando de repente viene el médico y dice: “Señor, usted tiene tuberculosis, las pruebas han dado positivo, deberá ir al sanatorio”. De repente mi padre se puso a llorar, el médico le intentó calmar pero él seguía llorando, yo no sabía qué estaba pasando. Al rato, cuando mi padre paró de llorar, nos fuimos a casa. Yo estaba muy asustada, no sabía qué estaba pasando. Mi padre no era el de siempre, ya no reía, no jugaba conmigo, algo había cambiado. A la semana siguiente nos fuimos al sanatorio, era un hospital en las faldas de un precioso monte. Allí empezaron a hablar médicos con mi padre y se acostó en una camilla. Allí conocí a Laura, era una chica de mi edad, me llevaba muy bien con ella hasta que se murió su padre y me dejó sola porque se fue a otro país con sus tíos. Yo en ese 73


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momento me quedé muy sola. El día 13 de noviembre mi padre murió, entonces ya no tenía con quién estar, no tenía a nadie y decidí tirarme del cuarto piso. Morí al instante, y esta es mi historia”. A los cinco años, los amantes de lo paranormal decidieron abrir un portal interdimensional para poder hablar mejor con la niña. Los riesgos de no salir con vida eran muy altos pero si descubrían esa historia podían ganar el récord Guinnes. Decidieron abrirlo, al abrirlo ya no había vuelta atrás, era meterse o morir. Cuando se metieron y empezaron a investigar se dieron cuenta de todo. Al darse cuenta de que la niña les había tendido una trampa para poder entrar al mundo de los vivos, salieron corriendo hasta el portal, pero ya era demasiado tarde, había sucedido un desastre: un montón de espíritus malignos salieron y fueron a aterrorizar al mundo. En 2012, iba en un avión desde España a New York, un vuelo de 13 horas. A las cinco horas de vuelo se escuchó un crujido, se cayó una turbina del avión, a los minutos se apagaron las luces. Nos habíamos chocado contra el agua. Era el único sobreviviente, decidí ir a buscar ayuda, estuve dos horas nadando pero no encontré nada. Cuando me iba a volver vi a lo lejos una isla. Sin pensar decidí ir. Al llegar vi que era una isla construida, pensaba que era una isla desierta. Pero había un inmenso pueblo. Fui a investigar y a buscar comida, encontré una tienda donde había solo sin caducar un par de latas de conservas, decidí cogerlas, todo lo demás estaba caducado desde 1890. Al volver encontré un chalé, decidí pasar allí la noche. Sobre las seis de la mañana escuché el ruido de un motor, me pensaba que era la ayuda pero era un todoterreno negro que se metía entre las montañas, decidí seguirlo. Aparcaron

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en frente de un edificio que parecía un sanatorio y al lado había un cementerio, creo que ahí enterraban a las personas que morían en el sanatorio. Decidí coger el coche de los que entraron en el sanatorio e irme a investigar, me fui al chalé. Allí encendí fuego en el salón y calenté las latas de conservas para comérmelas. Se me hicieron las doce y me acosté. A medianoche escuché un chillido y fui a investigar en el coche. Venía del sanatorio pero fui a investigar y no había nadie. A la vuelta me encontré un policía muerto en medio del camino con una flor en la mano. Me bajé a ver qué le pasaba, estaba muerto. Sin dudar cogí la pistola y las balas. Y me fui al chalé, aparqué el coche y me fui a dormir. Me desperté a las 12:30 y me fui a investigar, vi una sombra gigante, parecía un monstruo, era un chasqueador. No sé de dónde había salido pero yo ya estaba pensando que aquí pasaba algo. Me fabriqué una potente bengala con encinas de pino y un tubo de pegamento. Por la tarde vi un helicóptero sobrevolando la zona y se la tiré, gracias a Dios el helicóptero bajó y me pudo recoger. Les conté todo lo que había pasado y me dijeron que esa era una isla prohibida, que dos hombres la habían encantado, y entonces les conté lo de los hombres que fueron al sanatorio. Al día siguiente fuimos a la zona del accidente de avión pero no había nada, fuimos a investigar las zonas de alrededor. Al rato me acordé de que me dejé el fuego en la casa encendido. Me callé y no dije nada, pero a la vuelta estaba la isla en llamas. Cuando vino el barco de los bomberos, en la localización de la isla no había nada.

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ERA UNA NOCHE FRÍA DE INVIERNO, por José Gómez Fernández

1º Bachillerato BH

Era una fría noche de invierno en la que, junto a unos amigos, Juan, Marcos y Laura, decidimos ir de acampada al bosque y refugiarnos en el calor de la hoguera, así que cogimos mi coche y nos pusimos de camino. Al llegar comenzamos a montar la tienda de campaña y preparar la comida, nada más terminar prendimos una pequeña hoguera con ramas y Marcos se presentó voluntario para ir a por leña para avivar el fuego. Pasó y pasó el tiempo y Marcos no llegaba, por lo que empezamos a preocuparnos y decidimos ir a buscarlo, pasó una media hora hasta que Irene encontró unas huellas en el barro y decidimos seguirlas. Conforme nos fuimos acercando la cosa se volvió mucho más escalofriante, junto a las huellas se encontraban unas gotas de lo que parecía ser sangre, avanzamos más y esas gotas se volvían cada vez mucho más grandes y calientes, lo que indicaba que la sangre era reciente, todos estábamos muy asustados, al punto de que algunos se empezaban a plantear dar la vuelta, intentamos llamar a emergencias, pero no encontrábamos ningún tipo de señal por ningún sitio, por lo que seguimos nuestro rastro. Después de casi una agónica hora caminando encontramos escondida en el bosque una antigua casa abandonada de madera en muy mal estado y con rastros de haber sido quemada. Al ver que las huellas y los ya charcos de sangre continuaban hacia la entrada de la casa, muy a nuestro pesar y después de 76


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estar dialogando un tiempo, decidimos entrar todos juntos. La puerta estaba abierta, ligeramente entornada y sus bisagras chirriaban, en el recibidor de la casa se encontraban unas escaleras, las cuales subían a una segunda planta. Mientras estábamos observando la entrada de la casa, la puerta se cerró fuertemente por una ráfaga de viento y no encontramos forma de volver a abrirla, por lo que entramos en un fuerte estado de pánico, el cual aumentó estrepitosamente cuando seguidamente de un fuerte, corto y agudo grito nos giramos y nos dimos cuenta de que Irene había desaparecido. Juan y yo, ya casi al borde del shock, nos refugiamos en lo que parecía haber sido una cocina y nos metimos debajo de una antigua mesa de madera algo quemada. Unos segundos después, Juan me dijo que debíamos buscar algún tipo de cuchillo o utensilio por si tocaba defenderse, nos incorporamos y tomamos rumbo a dos estanterías distintas en las que encontré un viejo cuchillo, el cual agarré fuertemente y justo al darme la vuelta oí un golpe hueco y, Juan no estaba. Yo, casi paralizada por el miedo, me volví a meter debajo de la vieja mesa, y en ese mismo momento escuché la voz de Juan proveniente de la parte superior diciendo: —Lara, ¡ven! Fui rápidamente a la subida de la escalera cuando algo me cogió con fuerza, me tapó la boca y me dijo: —Yo también he oído eso. Era Juan. Eso fue lo último que recuerdo antes de que una especie de sombra se acercara fugazmente hacia nosotros. La mañana siguiente me desperté esposada a la camilla de un hospital, con el cuchillo que cogí en aquella estantería en la camilla de al lado. Acusada de degollar a mis tres amigos…

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SIGUE DURMIENDO, por Lope Jesús Moreno Egea

3º ESO C

Todo comenzó un nubloso día en Bullas en un parque donde se encontraban un grupo de amigos compuesto por Bryan, José Luis y Gregorio, los cuales estaban charlando sobre Fortnite, planeando la gran viciada que se iban a meter esa misma noche aprovechando que sus padres se habían ido de casa a celebrar el aniversario de los padres de José Luis. El problema era que ellos eran tres y el juego requería un mínimo de cuatro jugadores, por lo cual los chicos buscaron un cuarto integrante para poder jugar, tardaron mucho en encontrarlo porque era muy tarde, pero finalmente entró un jugador anónimo a las 3:33 de la madrugada. Este, con una voz tenebrosa, comenzó a decir que los iba a matar a todos y a sus familias, los chicos se lo tomaron en broma y empezaron a burlarse de él riéndose entre ellos, incluso llegaron a insultarle. Este jugador no dijo nada más después de amenazar de muerte a ellos y a sus familias y lo único que se escuchó durante toda la noche fue una respiración profunda y entrecortada; el grupo de amigos se dio cuenta de que este jugador tenía un gran nivel de juego a pesar de ser un nivel 1, de ahí el hecho de que jugaran con él durante toda la noche y no lo expulsaran. La noche siguiente, a eso de las 3:33 de la madrugada, Bryan se despierta tras recibir un mensaje de WhatsApp de su amigo José Luis, cuando abre la conversación para leer el mensaje se encuentra con una foto de una persona de cara 78


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blanca sonriendo de oreja a oreja, de una manera tenebrosa, y con unos ojos negros enormes, Bryan responde dudoso y cabreado preguntándole por qué manda eso a esas horas de la madrugada, a lo que José Luis responde fríamente: “Sigue durmiendo”. Cuando Bryan estaba en la cama, al principio no le quiso dar importancia, pero pasaron las horas y no podía parar de pensar en esos mensajes que le había mandado, y cada vez que cerraba los ojos veía ese rostro impregnado en su cabeza. A la mañana siguiente Gregorio crea un grupo de WhatsApp para jugar a Fortnite por la noche, Bryan responde aceptando su propuesta y deciden empezar a jugar a las doce de la noche. Después de comer Gregorio contacta con Bryan diciéndole que José Luis no leía sus mensajes y no le cogía las llamadas. Decidieron ir a eso de las nueve a su casa a ver si estaba, una vez estando allí se percataron de que la única luz que se encontraba encendida era la de su habitación y no dudaron en llamar, ya que creían que estaba allí. Tras tocar el timbre varias veces, Bryan decidió asomarse para ver si la luz seguía encendida, pero para su sorpresa no lo estaba, no le dieron importancia porque pensaban que José Luis les estaba gastado una broma de las suyas. En ese momento Bryan no se acordó de la foto y los chicos se fueron a sus casas. Como planearon, comenzaron a jugar a las doce de la noche y a las 3:33 se unió José Luis al grupo. Bryan y Gregorio comenzaron a preguntarle por qué no tenía el móvil disponible y si les había gastado una broma, pero en ese momento, cuando dejaron de hablar, escucharon una respiración profunda y entrecortada, la cual respondió: “Regla número uno: no cuestionéis mis palabras”. Bryan comenzó a recordar lo su-

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cedido en los últimos días y experimentó una sensación escalofriante al saber que su amigo José Luis estaba muerto, rápidamente se lo dijo eufórico a su amigo Gregorio, pero antes de que se dieran cuenta se apagaron todas las luces de su casa y se volvieron a encender, pero solo se encontraban Gregorio y Bryan en el grupo, José Luis lo abandonó. Bryan, muy asustado, le dijo a Gregorio que fuera a dormir a su casa, ya que probablemente no podría dormir. Una vez estando en su cuarto durmiendo escucharon un portazo muy fuerte y una cruz que tenía Bryan en su cuarto de repente se dio la vuelta, se escuchó un chillido muy fuerte y se rompieron todos los cristales. Bryan y Gregorio decidieron salir de la casa e ir al cuartel de la policía, pero este estaba cerrado, por lo que tuvieron que esperar hasta las ocho de la mañana a que lo abrieran. Durante esas cuatro horas los dos chicos intentaron dormir en dos bancos de un parque cercano. Cuando abrió, los chicos contaron todo lo ocurrido a la policía pero ellos no tenían registrado a ningún chico de su edad de nombre José Luis e incluso la casa en la que vivían él y sus padres era propiedad del banco, durante más de cinco años estuvo ocupada por un joven que acabó suicidándose en ese recinto. Los chicos quedaron impactados, desmayándose al instante, Bryan despertó en su cama con una sensación de que lo estaban observando y cuando se giró vio el rostro de su amigo José Luis sonriendo de oreja a oreja, con el rostro pálido y unos ojos negros, y una voz tenebrosa le dijo: “Sigue durmiendo…”.

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LA PRECIOSA Y MISTERIOSA MUÑECA, por Marta Martínez Martínez

3º ESO C

Esto empezó un 13 de marzo de 2018 cuando mis padres decidieron comprar una casa nueva, debido a que nuestra casa ya era vieja y se quedaba pequeña para mi familia, porque ya tenía dos hermanas gemelas y mi madre estaba de nuevo embarazada de un niño. Yo sinceramente no tenía muchas ganas de abandonar esa casa porque era mi hogar desde hacía ya catorce años y de mis hermanas, que solo tenían 6 pero también se habían acostumbrado a vivir allí. El día que nos mudamos yo cogí todas mis cosas, pero se me olvidó coger una de ellas, que era un muñeca idéntica a mí, que me había regalado una pobre anciana por la calle cuando tenía seis años, mis hermanas casualmente tenían otras, pero lo más raro de todo es que a ellas también se las había dado una mujer anciana este mismo año, cuando cumplían los seis, claramente a ellas no se les olvidó porque les encantaba que sus muñecas se parecieran tanto a ellas, y además se las habían regalado hacía nada, si a mis hermanas se les perdieran, sería algo que no podrían aguantar ni ellas ni yo, porque son tan cansinas que cuando algo se les pierde siempre lo padezco yo. Por el contrario, a mí me daba igual que esa muñeca se me hubiera olvidado en la casa de Segovia, porque ya la tenía aborrecida y me daba mala espina eso de que fuera igual que yo. 81


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Nuestra nueva casa iba a estar en El Tiemblo, en Ávila, en ese pueblo vivía una amiga mía que también se vino a vivir unos años atrás. Mientras íbamos en el coche, María y Marina, que así se llaman mis hermanas, no paraban de jugar con las muñecas, y no paraban de darme golpes, y entonces yo cogí, y se las quité; en cuanto hice esto, cogí el brazo izquierdo de la muñeca de María y vi que tenía un rasguño, mi hermana se quejó justo al mismo tiempo y levantó el brazo haciéndome ver un rasguño idéntico al de la muñeca, pero yo a esto no le di importancia y no se lo dije a nadie, solo era una gran casualidad. Más tarde, cuando llegué a mi casa nueva, cogí y dejé todas mis cosas en una habitación que vi muy acogedora y a mi estilo, que claramente iba a ser mi nueva habitación. Después me fui pitando a la puerta de la plaza de toros para reencontrarme con mi mejor amiga, que, como había dicho antes, se había mudado a los 10 años, pero a pesar de eso seguíamos hablando un montón por videollamada, y algunas veces yo la visitaba, es decir, el pueblo ya lo conocía como la palma de mi mano, siempre quedábamos allí en la puerta, y yo me quedaba en la casa que hemos comprado, porque antes la teníamos solo alquilada para las vacaciones. A ella fue a la única a la que le conté lo de mi hermana y la muñeca, y ella también pensó que solo era una casualidad. Al rato fuimos a comprar chuches a un chino. Mientras, a mi antigua casa ya se había mudado una familia con un bebé, y este bebé ya tenía mi regalo, pues había dejado en mi habitación “la muñeca idéntica a mí”: él estaba en la cocina en su cuna y, en cuanto cogió mi muñeca y tiró del brazo izquierdo, yo tiré toda una pila de cajas llenas de chuches, yo en ese momento tuve una visión de este bebé jugando con mi muñeca y

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me asusté tanto, que me caí al suelo haciendo saber a mi amiga que me había desmayado. Cuando me desperté, me encontraba en un hospital lleno de gente a mi alrededor, y en medio de toda esta gente, además de a mi familia, vi a la misma anciana que me había regalado la misteriosa muñeca, me fijé un poco más y esta se desvaneció. Al rato yo ya estaba un poco mejor, y los médicos dejaron que mis padres hablaran conmigo, yo les conté todo, pero ellos pensaron que yo me había imaginado todo eso cuando me desmayé. Les dije que llamaran a mi amiga porque quería hablar con ella para relajarme un rato. Esa noche dormí muy bien debido a todo lo ocurrido, y cuando me levanté me encontré la muñeca de mi hermana María en mi habitación junto a los pies de mi cama, la cogí y decidí tirarla porque me daba miedo por lo que ya me había pasado a mí, y no quería que pudiera pasarles lo mismo a mis hermanas: les tiré sus dos muñecas. Cuando mis hermanas se enteraron y se lo dijeron a mis padres, yo les conté por qué las había tirado y ellos directamente me cogieron y me llevaron al sicólogo. Al salir de casa para ir, vi cómo un perro cogía una de las muñecas y empezaba a morderla. Cuando volvieron mis padres a mi casa, mi hermana Marina estaba gritando, mirando a su hermana herida gravemente por mordiscos de un perro. Mis padres cogieron a María y, mientras que mi padre llevaba a María al hospital, mi madre me recogía a mí antes de lo debido y me montaba en el coche con mi hermana Marina. Cuando llegamos al hospital mi madre salió corriendo a la sala donde se suponía que estaba mi padre con mi otra hermana. A los cinco minutos de irse, Marina me explicó todo lo que había pasado y salí corriendo de mi coche para ir a buscar las muñecas, encontré solo la de mi hermana María e intenté arreglarla; 83


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cuando lo conseguí, mi madre me llamó dándome la buena noticia de que mi hermana se iba recuperar, en cuanto supe esto, me puse a correr, saqué a mi hermana Marina del coche y fuimos a ver a María. Mis hermanas estaban bien, eso era lo único en lo que yo pensaba en ese momento. Esa noche mis padres y yo nos quedamos a dormir en el hospital con mi hermana, y Marina se quedó a dormir en la casa de mi mejor amiga, porque yo la dejé allí a cargo de Marta, mi amiga, en cuanto le conté todo. A las 3 a.m. me levanté, me dirigí a la ventana, la abrí y en ese momento mis padres se levantaron, pero yo ya estaba cayéndome desde seis pisos y llegando al suelo, donde me esperaba la muerte. (A la misma vez que yo caía, en mi cabeza solo veía imágenes seguidas del mismo bebé de mi antigua casa, que había cogido una rabieta y había tirado mi preciosa muñeca por la ventana). Ahora mismo solo pienso en que por lo menos salvé a mis hermanas de la maldición de las muñecas, pero mi vida no llegué a salvarla debido a la distancia de mi muñeca, es decir, lo único que me da por pensar es que mi familia sigue viva, que es lo único que me alegra, espero que ahora mismo estén disfrutando de la vida, que mi hermano Manu esté creciendo como un campeón, como mis otras dos hermanas y mis queridos padres.

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LA DESAPARICIÓN, por Mario Jiménez Pérez

3º ESO C

Un martes 13 de agosto, una familia de Murcia se disponía a ir a comer a la huerta de sus abuelos, a unos 40 km de casa. En el pueblo al que pertenecía la huerta, dos semanas antes se produjo una desaparición de un niño de ocho años mientras este jugaba en el parque y a los tres días apareció su cuerpo dentro de la sacristía de la iglesia del pueblo. No tenía heridas ni signos de asfixia y no pudieron hallar las causas de la muerte, pero al lado del cuerpo había una nota que decía: “Tened cuidado, os estoy vigilando”. Juan, nuestro protagonista, tenía muchas ganas de jugar con sus primos, ya que llevaba meses sin verlos, pero su familia desconocía lo que había pasado días antes. El día empezó muy bien: los niños se bañaban en la piscina, jugaban a la pelota, hacían manualidades… La comida salió buenísima, un arroz con costillejas y caracoles de diez. Recogieron la mesa, los niños salieron a jugar mientras hacían la digestión para poder bañarse y los padres, mientras, hablaban y tomaban café, pero ellos no se imaginaban lo que les iba a pasar minutos después. Cuando ya estaban recogiendo salió la madre de Pedro (el primo con el que Juan más se juntaba) a decirle que ya se iban, no paraba de llamarlo y decidió preguntarle a Juan que si él sabía dónde estaba Pedro. 85


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Juan, que acababa de terminar de ducharse, le dijo que, cuando él estaba saliendo de la piscina, Pedro le dijo que se iba a quedar un poco más hasta que dijeran de irse. Charo, la madre, fue a la piscina a buscarlo pero él ya no estaba ahí. Toda la familia estuvo horas buscando al niño pero no lo encontraban. Isa, la más pequeña de la casa, miró en la piscina y vio algo en el fondo de la piscina que antes no estaba, llamó a Charo para que lo viera y cuando llegó vio que en el fondo de la piscina había una frase de color rojo sangre que ocupaba toda la superficie del fondo y que decía: “Os dije que teníais que tener cuidado, ya os avisé”. Después de eso no esperaron un segundo más para llamar a la policía, ya que estaban muy nerviosos. Mientras la policía llegaba tuvieron que llamar a una ambulancia porque a Charo le dio un ataque de ansiedad. Segundos antes de que llegara la policía se escuchó un ruido muy fuerte, como si se tratara de un disparo, pero aparentemente no había ocurrido nada. Cuando llegó la policía, estos no sabían qué hacer, ya que ellos no estaban de servicio cuando ocurrió semanas atrás. Los familiares de Pedro les dijeron lo que había ocurrido y fueron a la sacristía de la iglesia a ver si se encontraba ahí el cuerpo, pero lo que se encontraron no fue el cuerpo sino otra nota que decía: “Esta vez no os lo voy a poner tan fácil”. Posteriormente pensaron que podría haber sido un conocido ermitaño que perdió un hijo por causas desconocidas y llegaron a la conclusión de que podría haberlo hecho como venganza. Dicho ermitaño vivía en una pequeña casa junto a una cueva en la ladera de la montaña y se dispusieron a subir al lugar.

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Los primeros en llegar fueron dos agentes de la policía que ya lo conocían, pues tenía antecedentes y ya había cumplido alguna pequeña pena de prisión. Cuando bajaron del coche se escuchó un gran estruendo que venía de la cueva, se acercaron rápidamente y descubrieron el cuerpo fallecido del ermitaño, y al lado de este estaba la última nota de la historia, que decía: “Perdón por todo, no puedo seguir aquí. Voy contigo, hijo mío”. Más tarde entraron en la casa de este y encontraron al niño atado con una cadena y con la boca tapada. Cuando el niño se recuperó contó que no quería hacerle daño, sino que quería sentir que tenía un hijo, ya que no había sentido esa sensación desde hacía mucho tiempo, y le dijo que le dijera a la policía que siguieran buscando al hombre que asesinó semanas atrás al niño de ocho años, ya que él no había sido en esa ocasión.

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LA SOLEDAD DE PEPE, por Alejandro Martínez Espín

2º ESO E

Toca el reloj y Pepe se levanta, se da su ducha y va a desayunar. ¡Qué cosa más extraña! No hay nadie en casa, ni sus padres, ni su hermano Marco. No sabía que iban a viajar, llama a su perro Lucky, se lo habrán llevado sus padres. Es la hora de salir para el instituto, coge la mochila y sale a la calle. No ve a nadie, ni coches ni personas. Piensa que algo ocurre. Llega al instituto y está cerrado, no entiende nada, piensa que puede ser sábado y confundió el día. Llama a su amigo y no suena el teléfono, llama a sus padres y tampoco suena, sigue insistiendo, ese teléfono llegó a su fin, tendrá que aprobar si quiere otro. Pasa el día y llega la noche, Pepe empieza a sentir miedo. De pronto recuerda a su abuela, que está muy enferma en el hospital y decide ir a verla. Va por la calle y sigue sin ver a nadie, cada vez tiene más miedo, no consigue coger autobuses, echa a correr, por fin llega al hospital. ¡Qué cosa más extraña! No hay nadie, ni enfermeras, ni médicos, ni enfermos. Está aterrorizado, consigue llegar a la habitación de su abuela. Entra y por fin ve a una persona. Su abuela lo mira y le sonríe, le dice que lo estaba esperando, él la abraza y echa a llorar temblando de miedo, Pepe 88


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le cuenta todo lo ocurrido y su abuela lo mira con mucha ternura y… ¡sorpresa! La abuela se pone de pie y empieza a andar como si estuviese perfecta. “Se curó”, piensa Pepe. La abuela coge a Pepe, que la mira feliz y le dice que mire a la cama, allí está la abuela acostada, como dormida. No entiende nada, la abuela lo lleva de un plumazo y, sin saber cómo, están en un cementerio. Allí se ve un entierro y sus padres y hermano frente a una tumba llorando, también están todos sus amigos. Él se acerca pero nadie lo ve ni lo escucha. Solo su abuela, que le explica que lo atropelló un vehículo que se saltó el semáforo y murió en el acto. Pepe se quedó atrapado entre dos dimensiones y su abuela lo estaba esperando para atravesar la última dimensión con él. Pepe y la abuela caminan hacia la luz juntos.

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PEQUEÑAS MENTIROSAS, por Noa Fernández Fernández

3º ESO B

Basado en la serie Pequeñas mentirosas

En una oscura noche del verano de 2009 una chica llamada Alison desapareció. A la mañana siguiente se encontró su cadáver enterrado en el jardín de su casa. Un año más tarde fue su entierro, ya que en todo ese tiempo estuvieron investigando su caso, pero no encontraron al posible asesino o asesina. La historia que voy a contar comienza con la vuelta de Aria a Rouswood, una de las amigas de Alison, que mientras compraba comida conoció a Ezra e inmediatamente comenzaron un romance, sin saber que él sería su profesor de Inglés al iniciar la escuela. Hanna es una de las más populares del instituto junto con Mona, las dos habían sido víctimas de las humillaciones de Ali. Emily fue la única que se acercó para hablar con Aria el primer día de clases y le contó que ya no eran tan amigas como antes. Y por último está Spencer, una alumna destacada en todo. Todas ellas eran amigas de Alison y creían conocer todos sus secretos. El día del entierro las antiguas amigas de Alison recibieron un mensaje que decía: “Aún sigo aquí y lo sé todo. A”. ¿Qué significaba eso? ¿Alison estaba viva? Justo en ese momento llegó el nuevo inspector para decirles que pensaba enterarse de todo lo que pasó ese verano. Pero lo que ellas no 90


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sabían era que ese mensaje iba a ser el primero de muchos. Cuando Aria se enteró de que Ezra iba a ser su nuevo profesor, recibió un mensaje de A que decía que podía que él jugase con todas sus alumnas, y allí empezaron los mensajes. Hanna también recibió un mensaje, ya que debido a su mala situación económica robaba joyas, ropa y zapatos de marca para mantener su estatus en el instituto. Spencer siempre terminaba enredándose con los novios de su hermana Melissa y A se lo recuerda. Emily, aunque tenía un novio, aún no se ha dado cuenta de que en realidad era lesbiana, pero todo se le aclara con la llegada de Maya, que se mudó a la que fue la casa de Alison. A medida que pasaba el tiempo A empezó a revelar los secretos más preciados de las chicas que se suponía que solo Alison conocía, pero, como todos saben, su cuerpo fue encontrado y está muerta. Ellas se vuelven víctimas de los chantajes de A. Las chicas se unen nuevamente para intentar averiguar quién es A, pero lo único que han logrado es involucrar a las personas que quieren y salir lastimadas en el camino. Durante dos años las chicas siguen con sus relaciones con bastantes obstáculos de por medio, pero consiguen superarlos. A lo largo de esos dos años las chicas fueron acosadas por A, ellas intentaron de todas las formas averiguar quién era, sospecharon de varias personas, pero nunca llegaron a saber quién era A. Al pasar estos dos años las chicas cada vez estaban más cerca de saber quién era A, pero antes de averiguarlo descubrieron que Alison estaba viva y A las acosaba para poder encontrarla. Alison terminó volviendo al instituto, esto significaba que A sabría dónde estaba durante el tiempo que tenía que permanecer allí. Al final A secuestró al padre y al hermano de Ali y en ese momento fue cuando se descubrió todo. En 91


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realidad, A era la hermana transexual de Alison que desde pequeña había estado ingresada en un centro de salud mental porque tenía serios problemas, aún no se había curado, pero se escapaba del centro para seguir con su búsqueda. Lo que en realidad pasó la noche que Alison desapareció fue que A le dio un golpe pensando que era otra persona, la enterró pensando que estaba muerta, pero en realidad estaba viva y consiguió salir de la tumba para escapar porque pensaba que querían matarla. Todo esto lo descubrieron las amigas de Alison al ver a través de unas cámaras cómo A le contaba todo esto a Alison. Al final A acabó de nuevo en otro centro de salud en el que estuvo hasta curarse. Las chicas siguieron con sus vidas y Alison se reconcilió con su hermana. Pero la historia no termina aquí, unos años más tarde, cuando A ya había salido del centro de salud mental y las chicas volvieron a Rouswood, pasó algo inesperado: A apareció muerta en la entrada de la iglesia y esto significaba que el juego seguía. Las chicas volvieron a recibir mensajes, pero no entendían por qué si A estaba muerta seguía el juego y ahí fue donde descubrieron que no trabajaba sola, tenía muchas personas a su disposición y una de ellas quería terminar el juego. Las chicas volvieron a ser torturadas durante un año hasta que descubrieron que la persona que había estado ayudando a A y que se había vuelto adicta al juego era Mona. Esto no les sorprendió mucho, ya que ella ya había estado ingresada varias veces en el centro de salud mental donde conoció a A. Al final Mona acabó en el centro de salud mental de nuevo, pero ahora de por vida.

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EL ARMARIO, por Mateo Sánchez Jiménez

3º ESO C

Todo empieza una tarde cuando una niña de nueve años, Claudia, pierde a su padre, pues fallece de un infarto. Claudia, muy arrepentida, comienza a llorar, pues ese día estaba enfada con su padre y no pudo decirle nada antes de perderlo. Al día siguiente Claudia junto a su madre Ana comenzaron a preparar la mudanza, pues tenían planeado mudarse de casa, a un barrio de Nueva York, porque su madre iba a ser trasladada en su trabajo de bióloga. Por la tarde fueron al entierro de su padre, una tarde muy oscura en la que comenzó a llover y Claudia se fue corriendo a su casa. Al llegar a su casa su vestido negro estaba mojado, arrugado y roto por la parte de abajo. Se sentó en una esquina de la buhardilla, cerca de un armario, estuvo unos minutos sola, reflexionando sobre lo ocurrido con su padre y que no podría volver a hablar con él, y pensó en buscar un juego, la ouija, pero no se atrevió a usarla, así que decidió guardarla y llevársela a su nueva casa. Unos años después, cuando Claudia estaba en el colegio en Nueva York, estaba hablando con sus amigas sobre lo que hacer por la noche, pues era el día de Halloween. Cada amiga dio una idea: disfrazarse, llamar a las casas, ver una película, pero Claudia dijo de ir a su casa, pues iba a estar sola porque su madre estaba en el laboratorio trabajando en un nuevo descubrimiento. 93


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Esa noche las amigas llegaron a la casa de Claudia sobre las 10:30, prepararon unas pizzas para cenar, cuando terminaron fueron a su habitación, cogieron unas mantas, hicieron palomitas y pusieron una película, La ouija 2. Cuando terminó la película eran las 12:30, así que Claudia les propuso a sus amigas jugar a la ouija que tenía en su armario. La mayoría de sus amigas no querían pero cuando Claudia les explicó lo que le pasó unos seis años atrás con su padre decidieron ayudarla y jugar con ella. Se subieron a una sala que tenía una gran mesa, colocaron el tablero en medio y alrededor unas velas negras. Hicieron lo que vieron en la película, se cogieron todas de las manos y comenzaron. Pasados unos diez minutos las niñas seguían llamando a Antonio, el padre de Claudia, pero no contestaba, así que decidieron dejarlo, recoger las velas y guardar el tablero en un armario. Entonces las niñas comenzaron a hablar sobre lo ocurrido, una tenía miedo, así que permaneció sentada en el sofá, pero otra amiga comenzó a reírse y a decirle que esto no era como en las películas, que lo exageran mucho, porque ni se movían los muebles ni se apagaban las luces ni pasaba nada extraño. A la 1:00 se fueron todas las amigas, menos una que se quedó a dormir en su casa. Al día siguiente se levantaron y con total normalidad, se prepararon el desayuno y volvieron a la habitación a recoger sus cosas, pero se dieron cuenta de que la ouija ya no estaba en el armario en el cual la habían dejado, sino que estaba encima de la mesa de la habitación en la que habían dormido. Muy asustadas, la cogieron, la liaron en papel, el cual sellaron bien con cinta aislante, y la escondieron en el jardín en un profundo agujero cerca de un abeto, la dejaron ahí y se fueron sin decir nada de lo que ha pasado a nadie, ni siquiera a sus amigas, que estuvieron allí la noche anterior. 94


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Dos días más tarde, cuando Claudia regresó del colegio, se dirigía a su casa y le pareció ver a su madre sentada en un banco; ella, sin prestarle mucha atención, avanzó; más adelante la volvió a ver, así que aceleró su paso cuando vio que la mujer se levantaba. Cuando llegó a su casa subió las escaleras, dejó su mochila y se sentó. A continuación, escuchó una voz que decía: “¡¡Claudia, a comer!!”. Se disponía a bajar las escaleras cuando de repente sintió que un brazo rodeó su cabeza y la metió dentro de un armario oscuro. Era su madre, la cual le dijo: “Silencio, yo también he escuchado eso”.

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EL VECINO, por Juan José León López

2º ESO E

Este relato trata de un joven soñador llamado Williams, que con tan solo 25 años se independizó de la casa de sus padres en un pequeño pueblo de Texas, para mudarse a la gran manzana de Hollywood. Su sueño era poder llegar a ser un gran actor y triunfar en el mundo del cine, aunque para conseguirlo él necesitaba conseguir dinero para ir a la academia de arte dramático. Su trabajo de camarero y los gastos de la academia solo le permitía alquilar un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad, con una única habitación, un cuarto de baño y una cocina-comedor, todo en 30 m2. Este bloque de apartamentos viejos y siniestros estaban casi deshabitados, solo en el tercer piso vivía una anciana de pelo blanco que vivía sola. Pero esto no le importaba, estaba en una gran ciudad y tenía un gran sueño. Y lo iba a cumplir. La primera noche en su nueva casa él estaba exhausto y cansado de todo el día de mudanza, por lo que se fue a dormir temprano. Pero sobre las tres de la mañana unos golpes fuertes e insistentes en la puerta lo despertaron. Adormilado, fue a abrir y se encontró a una mujer en camisón blanco, solo pedía pasar una noche para poder descansar. Él sabía que no debía dejarla pasar, no la conocía, pero como la vio inofensiva, la dejó entrar y le ofreció un pequeño sofá y una manta. 96


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Al día siguiente, cuando despertó y fue a ver cómo estaba, la mujer no estaba. ¿Había sido un sueño? Todo estaba como él lo dejó la noche anterior. La manta en el armario de su habitación y la puerta estaba cerrada por dentro. A la siguiente noche, otra vez. A las tres de la mañana, unos golpes más fuertes, más insistentes, lo despertaron. Otra vez la misma mujer, asustada y llorando. Nuevamente la volvió a dejar entrar. Le preguntó qué le pasaba, por qué lloraba, quién era y qué hacía allí, pero ella no hablaba. Se acurrucó en el sofá y entre sollozos se quedó dormida. Él desistió y la dejo descansar. Mañana la ayudaría y la llevaría a su casa. A la mañana siguiente, cuando amaneció, de nuevo estaba todo en su sitio y ni rastro de aquella mujer de pelo moreno. ¿Otra vez el mismo sueño? Y la tercera noche él se fue a dormir con la sensación de que volvería a soñar con la misma mujer, pero nadie tocó la puerta. Aunque él a las 3:05 de la mañana se levantó, contempló la puerta y la abrió con la esperanza de encontrarla, pero no había nadie. Todo había sido un sueño. Decidió irse a dormir, y mientras se dirigía a su habitación escuchó gritos que venían de allí y de pronto cesaron. Asustado, fue a su habitación, y allí estaba ella, en su cama, ensangrentada y muerta. No podía parar de mirarla. ¿Qué hacía allí y cómo había entrado? Con el miedo en el cuerpo, corrió lo más rápido que pudo a pedir ayuda, pero en el edificio solo había una mujer mayor que con sus gritos salió a ver lo que pasaba. Él le contó lo que vio o lo que soñó, no sabía si aquello era real o no, él estaba confundido. Esa anciana entonces le contó lo que ocurría cada noche en esa casa a las 3 de la mañana, pues ella había vivido allí toda su vida y conoció a esa desolada mujer que vivía por y para su marido. 97


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Esa mujer de camisón blanco vivía con su marido, un hombre rudo y borracho, que cada noche a las tres de la mañana llegaba del bar y le pegaba. La mujer aguantaba porque lo amaba y era la única familia que le quedaba. Pero tras años de palizas, la mujer decidió dejarlo e irse lejos de él. Pero esa noche el marido llegó antes y la encontró empaquetando sus cosas, fue tal la paliza que le dio que la mató a golpes. El joven entendió por qué lloraba aquella mujer, no era feliz y no podía escapar de su cárcel. Pero él no podía seguir en ese piso tras conocer esa historia, así que decidió abandonar la casa y no se supo más de él.

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NAHIR, por Francisco Valera García

3º ESO C

Basado en el caso de Nahir Galarza

Era una noche fría y húmeda de invierno cuando Marcos volvía del trabajo y Nahir, su esposa, lo estaba esperando. La notaba un poco rara últimamente, pero no le había dado mucha importancia, ya que solía estar trabajando. Ella era una chica rubia de 20 años y Marcos un chico alto de 1.80 con el pelo castaño. Al volver a casa vio a Nahir sacando del horno los restos de la comida de esa tarde. Había sobrado un poco de pollo. Nahir se comió su comida sin siquiera saludar a Marcos, algo que lo extrañó. Marcos pensaba que Nahir estaba triste, ya que hacía unas semanas había muerto su perro. Marcos no sabía por qué estaba mareado, así que decidió ir a dormirse. Cuando iba por las escaleras cayó al suelo y quedó inconsciente. Al despertarse eran las tres de la mañana y tenía que ir a trabajar a las diez, así que decidió subir, pero encontró a Nahir en el jardín cavando un agujero. Fue a ver qué pasaba y al verlo Nahir se asustó. Marcos, sin darse cuenta de que Nahir portaba una pistola, le preguntó por qué estaba cavando un agujero a esas horas de la noche, a lo que Nahir no se molestó en contestar, apuntó a Marcos. ¿Cómo podía ser que la mujer con la que llevaba saliendo durante ocho años le disparara? ¿Había estado durmiendo con 99


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una asesina capaz de dispararle con tal sangre fría? No dio tiempo a que Marcos pensará más cosas, ya que Nahir se acercó, lo rodeó y por la espalda, apuntando a la cabeza, disparó. En su rostro no se mostraba más que odio, odio a quien siempre había querido y siempre la había tratado bien. El rostro de Marcos ya no expresaba sentimiento, ya que la bala lo había atravesado y salido por la parte de la nariz, no se le podía reconocer. Entonces Nahir, a quien se le había complicado el plan, eliminó las pruebas y enterró a Marcos. Ese horrible acto quedó sin testigos, así que pasaron semanas hasta que un vecino, aterrado por la situación, descubrió el cadáver de quien tiempo atrás había sido su mejor amigo. Desolado por la situación acudió corriendo a la policía, la cual no tardó en ir allí y preguntar a Nahir qué había pasado, a lo que contestó que no sabía nada. Nahir acabó en prisión condenada a la silla eléctrica. Sus últimas palabras, claras y concisas, fueron: “En el cielo volveré a ver a Marcos y lo volveré matar”.

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LA CRIATURA DE LA CAMA, por Lucía Llamas Jiménez

2º ESO E

Una vez una niña llamada Gissela se despertó a media noche, pensó que había algo o alguien debajo de su cama, asomó la cabeza con temor a que hubiese algo y de pronto vio una muñeca, la cual nunca había visto en su casa. Al día siguiente Gissela asomó la cabeza bajo su cama y vio que la muñeca no estaba, ella acudió a sus padres y les preguntó que de dónde había salido esa muñeca, su padre dijo que iba a ser un regalo para ella, más tarde su padre le preguntó que cómo sabía lo de la muñeca, y ella dijo que la vio debajo de su cama y su padre le contestó que no podía ser, ya que él la tenía envuelta en papel de regalo en el armario. Gissela, asustada al ver que era la misma muñeca que vio debajo de su cama, investigó sobre ella, no encontró nada extraño, y al quitar el ordenador de la mesa la muñeca estaba detrás de ella en el suelo, le preguntó a su hermana Laura si ella había dejado ahí a la muñeca y Laura dijo que no, que ella cuando utiliza las muñecas las deja en el sitio de donde las coge. Gissela, confundida por lo ocurrido, comenzó a sospechar que algo sucedía con la muñeca, un día la observó con atención y vio que las luces de su casa comenzaban a apagarse y encenderse sin razón alguna, gritaba llamando a sus padres aterrorizada pero ninguno de ellos acudía a sus gritos, y los comenzó a buscar por toda su casa, se paró a observar a la 101


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muñeca que esta estaba tumbada en el medio del salón y resultó que dentro de la muñeca habitaba un ser espeluznante, una criatura extraña que salía poco a poco de la muñeca, la criatura de un color negro, era alta, sobrepasaba los dos metros de altura y poseía unas garras afiladas. Gissela observó cómo esa escalofriante criatura comenzaba a moverse por todo el salón, vio cómo la criatura se le acercaba poco a poco, ella no reaccionó debido al terror de ver ese horripilante ser, acabó despertando en su cama y su hermana pequeña despertándola con la muñeca al lado de Gissela. Gissela, aterrorizada por el supuesto sueño, le dijo a su hermana que esa muñeca tenía algo dentro que ni ella misma podría explicar, pero su hermana Laura no se lo creyó y ella, segura de lo que decía, le dijo a su hermana que no tuviera tan cerca esa muñeca. Esa misma noche ocurrió una desgracia: su hermana pequeña desapareció. Sus padres, agobiados por el suceso y tristes por la desaparición de su hija, llamaron a la policía, la policía al investigar e inspeccionar la casa no logró encontrar ninguna pista que llevase a encontrar a Laura. Una semana más tarde sonó el timbre de casa y abrió Gissela, vio que era Laura y al lado de ella estaba la criatura extraña. Gissela dijo a Laura que tuviera cuidado con la criatura que tenía al lado y a eso Laura respondió diciendo que no veía a ninguna criatura cerca, en ese momento Gissela pensó que ella podría ser la única que viese a la criatura. En cuanto a Laura, llegó a casa con la muñeca en la mano, esa muñeca estaba intacta pese a que pasó una semana. Sus padres, llorando de alegría por verla, preguntaron a Laura qué había hecho en tanto tiempo, y Laura afirmó que solo había ido a la casa de su amiga, y sus padres se preguntaron que quién sería esa amiga. 102


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Esa misma noche Gissela se asomó debajo de la cama y la muñeca estaba ahí, la criatura volvió a salir de la muñeca, la criatura comenzó a dar vueltas por toda la habitación de Gissela. Ella, por el miedo a que la criatura le hiciese algo, se quedó paralizada ante esa situación por el terror que llegó a sentir. A la mañana siguiente vio a sus padres un poco extraños, no parecían ser ellos, Gissela creyó que era por culpa de la criatura que habitaba en la muñeca y, por ese motivo, decidió tirarla a la basura, pero por la noche volvió a estar debajo de su cama. A la mañana siguiente también notó rara a su hermana, ella comprendió que debía acabar con la criatura y así devolver la tranquilidad a su hogar. Como ella misma sabía que cuando se asomaba a ver debajo de la cama salía la criatura, para aquella noche tenía preparada una trampa: trataría de clavarle una estaca. Al llegar ese momento, Gissela consiguió acabar con la criatura de debajo de la cama.

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ALGO ENTRE LOS MATORRALES, por Antonio Espín Fernández

1º Bachillerato BH

Yo era de aquellas personas que no suele creer en sucesos paranormales, que niega todo lo que sus ojos incrédulos no ven, hasta que llegó aquel fatídico instante, en el cual todo mi cuerpo se paralizó e incluso mi rostro se tornó pálido, como la cara de aquel ente reflejado en la ventana de mi habitación, que causó dentro de mí una serie de sentimientos que rondaban entre el miedo y la angustia, y lo peor es que la aterradora experiencia no había hecho nada más que comenzar. Recuerdo ese día a la perfección, como si alguien me lo hubiese grabado a fuego en el subconsciente. Era media tarde, el reloj marcaba las 19:37 y mi madre se acababa de ir a hacer la compra de la semana, y yo hacía tiempo para que llegase mi padre de trabajar jugando con mi hermana pequeña, Cloe. Nos interrumpió un fuerte pitido que procedía del horno, ya que mamá nos había hecho para merendar torta de manzana, dejé a Cloe en mi habitación jugando, mientras yo bajaba a revisar la torta, cogí un cuchillo dispuesto a devorar sin ningún tipo de dudas aquel delicioso pastel, pero mi voraz hambre cesó con un grito desgarrador procedente de la habitación, allí encontré a Cloe con marcas de garras gigantescas, tan grandes que no podían ser de un animal, me quedé perplejo, y dispuesto a descubrir el responsable de aquel atroz acto, me asomé a la ventana, con una serie de pensamientos contradictorios que lo único que hacían era volver más insoportable la 104


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situación, de repente algo con forma alargada salió de unos matorrales, era increíblemente alto, nunca había visto algo igual, sin que me diese tiempo a parpadear se abalanzó sobre la ventana y puso sus zarpas contra mi cuello, pero de repente la puerta de casa se abrió, era mi padre cansado tras una jornada de trabajo, pero los gritos de Cloe lo alertaron, subió las escaleras de tres en tres, y cuando llegó a la habitación, el ente ya se había ido, pero me vio a mí, en shock, sin expresión en la cara, ni un parpadeo..., nada. Tras un tiempo de estar vagando entre psicólogos, dijeron que, tras tanto estrés, lo mío era un shock postraumático.

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EL FANTASMA DE LA FAMILIA, por María Cayuela Rodríguez

2º ESO E

Como cada noche de Halloween, un grupo de amigos se juntaba para celebrar esa noche tan terrorífica, pero no todos de aquellos miembros eran iguales. Sara no creía en nada que tuviera que ver con lo espiritual, pero se juntaba con ellos para pasar un rato divertido con sus amigos. Lo que ella no sabía era que esa noche iban a pasar una serie de hechos terroríficos. La noche comenzó en el campo de Hugo, un chico al que le gustaban mucho las cosas paranormales y todo relacionado con ello. Todos estaban muy tranquilos en el porche del campo con una gran hoguera encendida. Jorge no quería olvidar ningún momento de la noche, por lo que estuvo todo el rato con una cámara de vídeo. Tal y como iba diciendo, todos estaban muy tranquilos hasta que las luces se apagaron junto con la hoguera. Un gran grito conocido estalló en los oídos de todos y, cuando volvieron a encender todas las luces, Irene había desaparecido, pero todos sus amigos creían que era solo una broma de mal gusto y pensaron que se había escondido. Todos siguieron hablando de sus cosas, pero la hora de cenar había llegado y todos tenían hambre. Pedro entró a la casa a por las pizzas que habían encargado, pero él nunca llegó a salir de aquella casa. Ellos siguieron pensando lo mismo, hasta que el teléfono de Fran sonó, él contestó y era una voz extraña que decía: “Salid de aquí si no queréis morir”. Todos ellos, asustados, se encerraron en el baño, el cristal se empañó, y 106


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unas letras se dibujaran en el espejo, y ponía: “Ya os lo dije”. Las luces se apagaron y todos murieron menos Sara. Ella salió corriendo de aquel lugar en busca de ayuda de cualquier persona, pero una voz le susurró al oído, decía: “¿Crees ahora en estas cosas?”. Ella salió corriendo hasta que llegó a la policía. Esa misma noche fueron a investigar la casa y encontraron la cámara de Jorge, el policía vio el vídeo, pero no le encontró ningún sentido a lo ocurrido. A los pocos días de aquello Sara se puso a investigar sobre esa casa y encontró una historia que decía que, antes de que la casa fuera de Hugo, una familia entera murió allí, lo que a ella le llevó a pensar que la familia era la que había asesinado a todos sus amigos, ella contó aquella historia a la policía y la casa fue cerrada para que nadie más pudiera comprarla.

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NO TODO ES LO QUE PARECE, por José María Valera García

1º Bachillerato BH

Este cuento relata la historia de un joven llamado Robert Owen. La familia de Robert se mudaba cada poco tiempo debido a que despedían a su padre y tenía que buscar trabajo en otras ciudades, esto provocaba que Robert no pudiera hacer amigos. La familia de Robert se mudó a la ciudad de Newport, en Oregón. Encontraron una antigua casa a las afueras de la ciudad donde poder vivir. Nada más mudarse, sus vecinos más cercanos advirtieron al padre de Robert que esa casa había sido construida sobre una zona india de rezo y la leyenda contaba que la maldición de los chamanes permanecía presente para proteger ese sagrado lugar. El padre de Robert hizo caso omiso de la leyenda creyendo que era un estúpido cuento para asustar a los niños. Robert empezó a ir al instituto Newport High School. Todo iba bien hasta que la noche del tercer día se empezó a escuchar un ruido que provenía del desván, el padre de Robert cogió una linterna para poder ver pero al subir las escaleras no encontró nada, volvió a su habitación y para entonces el ruido había cesado. Durante el resto de la semana no se volvió a escuchar ningún ruido. Los padres de Robert se tuvieron que ir esa noche de viaje y Robert se quedó esa noche solo. Sobre las 2:17 de la mañana se empezaron a escuchar pasos provenientes del ático, Robert subió a echar un vistazo pero, al no ver nada, decidió volver a 108


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acostarse, poco después ese ruido de pasos volvió, pero esta vez provenía de la planta inferior. Robert, asustado, llamó a sus padres pero estos no cogieron la llamada. Robert, armándose de valor, bajó las escaleras, mientras la bajaba Robert vio una sombra en el jardín a través de la ventana de la puerta, rápidamente llegó abajo y se aseguró de que la puerta estuviera bien cerrada. Mientras que la cerraba volvió a escuchar los pasos que provenían de la cocina. Al entrar en la cocina la nevera se abrió y Robert vio a una mano salir de ella. Rápidamente Robert se dirigió a la puerta para poder huir pero no conseguía abrirla. Los pasos se oían cada vez más cercanos, Robert decidió subir al desván para esconderse. Al llegar arriba movió unas cajas para ocultarse tras ellas, al moverlas Robert vio un mensaje escrito en la para que decía: “Todo aquel que ose profanar el santuario será maldecido y su alma devorada por el antiguo espíritu del chaman Pacheco Cara Floja”. El sonido de pasos cesó pero, al darse la vuelta, Robert vio a una sombra alta y delgada parada enfrente de las escaleras. Robert pensó qué hacer, pero no se le ocurría nada y la sombra avanzaba hacia él. De repente, Robert vio un bate de béisbol en el suelo, el cual cogió para poder defenderse. Robert atacó al espectro pero este parecía no inmutarse, el espectro le quitó el bate a Robert y, como de si un dementor se tratase, le empezó a succionar el alma, hasta que la cara de Robert se quedó pálida y blanca. Al despertar Robert se encontraba en su habitación y, nervioso, se dirigió a la habitación de sus padres, los cuales seguían durmiendo. Robert volvió a su cuarto y, al asomarse a la ventana, descubrió que no estaba en Newport sino en una pequeña casa en pleno casco antiguo de Bullas.

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Robert pensó que todo eso solo había sido una pesadilla, pero al mirarse al espejo se notó más delgado y pálido que otras veces.

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UN TRASTORNO DESCONOCIDO, por Rosa Belén López Fernández

2º ESO E

Como ya era habitual, no solía irme a dormir sin que antes mi hermana me contara la historia de su entierro, después me dormía muy feliz. Yo soy una niña muy extraña, hablo con extraterrestres, pero mis padres y familia me quieren llevar al médico porque según ellos tengo un trastorno psiquiátrico. En el instituto los niños no se quieren juntar conmigo porque les doy miedo y yo no sé qué les voy a hacer, yo solo soy una niña con gustos y virtudes diferentes a ellos. Normalmente cuando llegaba del instituto solía salir al balcón de mi habitación a hablar con mis amigos extraterrestres. Mis padres estaban asustados, no sabían qué me estaba pasando, hasta que llegó la noche y después de cenar subí a ducharme y me dio un tic y salí a la calle sin ropa, mis padres se dieron cuentan de que no estaba, se asomaron a la ventana y ahí estaba, tumbada en el césped tomando el sol de noche, mis padres salieron a por mí, entramos y nos sentamos en el sofá, y empezaron a hablar conmigo pero yo no podía hacerles caso, ya que por el trastorno me fueron desapareciendo algunas neuronas. Mis padres fueron a la cocina a tomarse un café, yo me quedé en el sofá, y empecé a hablar con mi hermana de cómo se murió y de repente salieron mis padres de la cocina y me 111


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vieron hablando sola y me preguntaron que con quién hablaba y yo les contesté que con mi hermana. Mis padres se miraron y se quedaron pensativos, ya que solo tuvieron dos hijas (yo y mi hermana). Y empezaron a chillar como si pensaran que estuviese poseída y llamaron al cura para que me bendijera. Subí a la cama, ya que eran las 23:30 horas y tenía que ir al instituto, me dormí y a las 6:30 horas abrió mi madre la puerta sigilosamente para que no me despertara, me cogió como a un bebé y me llevó al médico sin que me despertase, ya que me negaba a ir. Tenía hora en el medico a las 7:00. Son las 6:45 horas y llegamos a las puertas del hospital y me meten al pasillo y ven en un cartel: “Sala de trastornos psiquiátricos/psicológicos”. Entramos a la sala y ahí está el medico esperándome, me observa y me pregunta cosas sobre mi vida diaria relacionadas con el trastorno, y yo le respondo que estoy dormida y no sé dónde estoy, me llevan a una sala para pruebas donde solo estamos yo y el médico, me sacan a la sala de espera y, cuando terminan de analizar las pruebas, entramos y el médico no sabe de qué tipo es mi trastorno psiquiátrico y salimos. Son las 8:15 horas y voy al instituto, al cual no me gusta ir porque lo paso mal, me persiguen personas muy extrañas. Llego a mi casa y mi madre tiene una buena... La buena es que el médico la ha llamado esta mañana y ya sabe de qué tipo es mi trastorno psiquiátrico y me tienen que operar de urgencias porque me está afectando a las neuronas y me puedo morir. Me operan y llegó a casa muy feliz, ya que me han podido quitar el trastorno. Mientras ceno, veo las noticias y escucho que esta noche va a haber una lluvia de meteoritos a partir de las 3:00 de la madrugada, son las 23:00 horas, y nos vamos a 112


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dormir un poco asustados, pero sabíamos que podría ser mentira, ya que no siempre sucede todo lo que dicen en las noticias de la televisión. Son las 5:00 h y la lluvia de meteoritos ha caído. Un meteorito no se ha llegado a desintegrar del todo, ha caído en mi ciudad y hemos muerto todos. Y colorín colorado, este cuento de terror ha terminado.

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