R/N. REVISTA DE NARRATIVA 4.5 / 2019 ISSN 2605-3608
CON ÁNIMO DE ESPANTO (2)
R/N. Revista de narrativa Número 4, volumen 5 2019 ISSN 2605-3608
Con ánimo de espanto (2)
Edición y prólogo José Eduardo Morales Moreno
R/N. Revista de narrativa Número 4, volumen 5 ISSN 2605-3608 Noviembre, 2019
IES Saavedra Fajardo Murcia
DISEÑO Y MAQUETACIÓN: José Eduardo Morales Moreno ILUSTRACIÓN DE PORTADA: Jonny Lindner
Licencia Creative Commons
Reconocimiento — No comercial — Sin obra derivada Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente esta obra o cualquiera de sus partes (salvo la ilustración de portada, que tiene la licencia establecida en https://pixabay.com/service/license/) bajo las condiciones siguientes: Reconocimiento. Debe reconocer la autoría de los textos y su procedencia. No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales. Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra.
Expect poison from the standing water. WILLIAM BLAKE
ÍNDICE
Prólogo ....................................................................................... 7 No todo es lo que parece, por Andrea Arévalo Calderón........... 8 El timbre, por Antonio Campillo López .................................. 12 El cumpleaños de Antonio, por José Antonio Hoyos Lucas ..... 15 La historia del 31, por Steve Alexander Tite San Martín ........ 18 Allí, en los sitios más oscuros, por Paula Enrique Belando ..... 21 La pelea legendaria, por Luis Manzano Pellicer ..................... 23 ¿Owy? ¿Missy?, por Francisco Calvo Valera .......................... 25 Niño demonio, por Nacho García Delgado............................... 29 La venganza de Rogelio, por Iván González Arróniz.............. 31 La casa del terror, por José Antonio Rodríguez Acuyo .......... 33 El fantasma vengador de Jimmy, por Jeremi Giuseppe Achundia Marcillo.................................................................... 36 Hora de volver, por Karol Andrea Umbarila Cortés ................ 38 La piedra maldita, por Pedro Fuentes López ........................... 40 El cementerio, por Javier Flores Ballester ................................ 42 La noche oscura, por Marta Nicolás Jiménez .......................... 44 Madre, por Rocío Ochoa Garay ............................................... 46 Sangre por las muñecas, por Julia Guillén Montiel ................. 50 Las muñecas gemelas, por Julia Fernández Pastor ................... 53 Cuarto elemento, por Lucía López Martínez ........................... 56 La serpiente, por Antonio López Romero ................................ 59 Las estaciones, por Cristopher Andrés Escalante Guartatanga 61 Muerta de miedo, por David Castejón Sánchez ....................... 66 El monje, por Roberto Alonso Yelo ......................................... 68 Martes en el hospital, por Jesús Adolfo Rubio Arias ............... 70 El psicópata del pueblo, por Jorge Ruiz Pérez ......................... 72
La casa que construyeron los espíritus, por María Isabel Martínez Navarro ..................................................................... 74 El verdadero payaso, por Pilar Olivares Méndez .................... 77 El silbido, por Jorge Hernández Martínez ................................ 79 Storm, por Sergio Valiente Barba............................................. 82 El parpadeo, por José Ángel Ros Serrano................................ 84 El chirrido de una puerta, por Ariel Enrique Osorio Celedón . 86 La catastrófica historia de la casa del lago, por Carolina Alemán Pedro ........................................................................... 88 Los planes, por Álvaro Campillo González ............................. 90 Poseída, por María Párraga Riquelme...................................... 93 El Mutilador de la región, por Daniel Carmona Román .......... 95 La mudanza, por Marcos Saavedra Reina ................................ 99 La flor maldita, por Roman Biletskyy.................................... 102
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
PRÓLOGO
El último volumen de R/N. Revista de narrativa de este año lo dedicamos, como continuación del anterior, a la literatura de terror: una serie de relatos escritos por alumnos del IES Saavedra Fajardo (Murcia) para celebrar la festividad de la víspera de difuntos, cuando la santa campaña visitaba los hogares para llevarse algunas almas hacia los abismos insondables del más allá. En este volumen, nuevamente, el misterio, la muerte, el terror, la oscuridad, la fantasía tétrica y los horrores más despiadados se dan cita para suscitar en el lector el miedo más incontenible y el espanto más incandescente. Esperemos que disfruten de estas páginas y que puedan conciliar después un plácido sueño sin pesadillas que lo perturben…
José Eduardo Morales Moreno Profesor de Lengua y Literatura
7
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
NO TODO ES LO QUE PARECE, por Andrea Arévalo Calderón
2º ESO B
Yo siempre fui esa niña inocente a la cual nadie prestaba mucha atención, ya que nunca me quejaba ni aportaba nada, solo hablaba cuando era necesario. No me malinterpretéis: era feliz, aunque no tenía muchas amistades, pero todo cambió. Cambió un día soleado como otro cualquiera, todo parecía normal aquel día, brillaba el sol y no había ni una nube, todo parecía tranquilo esa mañana, la cual era igual a todas mis aburridas mañanas del verano. Pero aún no sé la razón por la cual decidí salir y no seguir mi monótona rutina. Mis padres me dieron el permiso con gran sorpresa y alegría, dado que nunca salía por mi cuenta, pero me recordaron que solo podía ir hasta aquel gran jardín de flores que estaba a tres calles de mi casa. Yo en ese momento no pregunté la razón, solo acepté sin pensarlo. Cuando llegué al jardín, di un par de vueltas y me dispuse a volver a casa cuando de repente algo me incitó a meterme por un callejón al cual no comprendía por qué está yendo. Cuando me acerqué más vi algo al final que me dejó atónita, al conseguir verlo bien corrí a casa, entré y me encerré en mi cuarto. Mis padres sorprendidos fueron rápidamente a verme, pero yo no quería verlos en aquel momento y ahora me parece una estupidez no habérselo contado porque así no me 8
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
hubieran sucedido los acontecimientos siguientes. Al final decidí abriles la puerta para que no se preocuparan más de lo que ya estaban, pero hicieron muy bien en preocuparse. Ellos al instante se dieron cuenta de que estaba distinta, ya no era feliz, al momento me di cuenta de que era muy notorio que estaba distinta y decidí fingir, ellos me creyeron dado que nunca mentía. Después de un rato convenciéndolos de que estaba bien regresaron a sus labores. Desde que vi aquello en ese callejón no volví a ser la misma. Las personas de mi alrededor se dieron rápidamente cuenta de que algo había cambiado, sobre todo a primera vista, ya que empecé a vestir otro tipo de ropa: siempre había llevado colores pastel y ropa muy bonita y elegante, como faldas de cuadros por debajo de la rodilla o pantalones de pana, por lo cual me llamaban rara y fea, dado que parecía que no estaba desarrollada como el resto, pero la gente no sabía que era una de las más desarrolladas pero al llevar ropa holgada no se notaba. Con mi cambio todo el mundo se fijó en mí al volver de vacaciones. Empecé a llevar ropa corta y ajustada y colores más oscuros; sin embargo, ni en mi casa ni en mi vecindario se notó, ya que cuando estaba allí seguía llevando mi ropa color pastel para que así mis padres me dejaran libertad, ya que si iba con la ropa nueva no me hubieran dejado salir. Todo el mundo me preguntó la razón de mi transformación y yo solo decía que quería un cambio. Tras mi transformación me empezaron a invitar a más eventos sociales y a citas, pero yo no confiaba en nadie. Desde aquella mañana no confiaba en nadie y seguía con las pesadillas de aquel día, todas las noches soñaba con ese suceso que me hizo cambiar por completo, pero un día pasó algo que me heló la sangre, fue cuando vi a un grupo de chicos que me estaban mirando, algo que no me 9
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
sorprendió, dado que tras mi cambio muchos me miraban, pero sentí que tenía que mirar y cuando me giré los reconocí: eran los chicos de aquel tan horrible día, cuando me di cuenta me fui rápidamente para perderlos de vista, lo cual no fue posible. Las pesadillas volvieron a ser tan intensas como los primeros días, lo peor fue que los volví a ver, ya que tenían amigos en mi instituto y los empecé a ver un día tras otro. Un acontecimiento me dejó atónita, ya que uno de los chicos me empezó a tirar los tejos, lo cual me daba repulsión, sobre todo cuando pensaba en aquella mañana, pero igualmente no puedo negar que empecé a sentir cosas hacia aquel chico que tan dulcemente me conquistó. Él era muy distinto al grupo de chicos, pero eso no cambiaba que estuviera aquel día. Después de un año, decidí contarle lo que había visto el verana anterior, no sabía cómo empezar pero fue así: —Una mañana decidí ir a dar un paseo a un jardín cerca de mi casa, cuando iba de regreso entré a un callejón, al cual no tenía permiso para ir, pero al acercarme al final vi un grupo de críos un poco más mayores que yo… —unas lágrimas cayeron al suelo y continúe—… y cómo dos de ellos mataban a una amiga mía de la infancia y cómo le gritaban que era una perdedora por su forma de ser y su forma de vestir. Después de ver y oír eso decidí cambiar para que no me pasara lo mismo que a ella, por eso cambié. Después de escucharme me secó las lágrimas y ese fue mi último error, ya que él determinó que era muy arriesgado que estuviera cerca, así que se acercó a mí como si me fuera a robar aquel beso que tanto deseaba que procediera de sus labios, pero tras recibir ese sutil beso sentí cómo se me desgarraba el alma, ya que me clavó un afilado cuchillo y me dijo: 10
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
—Parece que yo soy el inocente del grupo, pero no es así, yo fui el que quiso que muriera aquella chica, solo que a mí no me gusta mancharme las manos, pero tú eres especial —dijo con un tono macabro y sombrío que nunca había visto en él. Así fue mi muerte.
11
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL TIMBRE, por Antonio Campillo López
3º ESO C
31 de octubre de 1999 Una noche un tanto especial en Madrid una niña llamada Adriana se quedó en su casa porque tenía que cuidar de sus tres hermanos pequeños mientras sus padres se habían ido a visitar a un amigo que tenían en común que estaba hospitalizado en el hospital Rey Juan Carlos. Los padres de Adriana, para agradecerle el esfuerzo que hacía, ya que era Halloween y había quedado con sus amigas, le compraron unas cuantas pizzas, ya que era su comida favorita, y le dejaron jugar a la PS2 con su amigo murciano Antonio. Se quedaron ambos jugando hasta las tantas de la noche, pero algo inusual iba a pasar en la casa de Adriana. Cuando Antonio se fue a dormir, porque al día siguiente tenía que madrugar para ver a sus abuelos en el cementerio, Adriana continuó jugando al Call of Duty modo zombis. Continuó jugando media hora más hasta que tocaron al timbre de su puerta y fue a abrirla, pero no encontró nadie al otro lado, solamente una diadema muy parecida a la de su hermana Irene; entonces ella, con una sensación extraña en el cuerpo, fue a ver qué estaba haciendo su hermana, pero no la encontraba por ningún lado de su casa y, ya asustada, fue a 12
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
preguntar a su otro hermano Miguel que si sabía dónde estaba Irene, pero volvieron a tocar al timbre. Adriana corrió hacia allí pensando que era Irene que había salido un momento sin permiso a la calle, pero no, no había nadie al otro lado de la puerta, como la anterior vez. En el suelo había una carta de fútbol perteneciente a su hermano Miguel y fue a buscarlo de nuevo, pero no estaba tampoco en su habitación, como Irene; ya llorando, fue a ver en la habitación de su otra hermana Paula y volvieron a tocar al timbre y ella ya histérica y sin saber lo que estaba sucediendo en aquellos instantes se puso a gritar ansiosamente pidiendo ayuda, ya que estaba sola, y nadie contestó. A los dos minutos, llorando y buscando por toda su casa, decidió llamar a sus padres, pero cayó un rayo al lado de su casa que hizo que se fuese la electricidad en todo su pueblo y no pudo contactar con sus padres por el teléfono porque tampoco tenía cobertura. Toda su casa estaba sin luz, pero de repente se encendió una luz roja intermitente al final del pasillo de la casa y escuchó una voz que susurraba: “Adriana, ayúdame”, y ella se acercó y se encontró un coletero de su hermana Paula junto a la ventana abierta. Desde esa noche no se supo nada más de sus tres hermanos y siguen desaparecidos. Dicen que sus almas recorren las calles de San Agustín de Guadalix, su antigua localidad. 31 de octubre 2019. Ya hace veinte años de la desaparición de Miguel, Paula e Irene, y desde entonces se reúnen todos juntos en familia para que no surja otra tragedia igual o parecida. 13
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Adriana acudió a la cena junto a su marido Antonio y su hija Claudia, y tenía un extraño presentimiento de que aquella cena iba a ser diferente a la demás. Llegaron a la casa de sus padres sobre las 20:00 con un pastel de jamón york y queso para acompañar la cena. A las 21:00 decidieron empezar a cenar porque tenían hambre, y de repente sonó el timbre, Adriana fue a abrir la puerta y al otro lado no había nadie, solamente una pizza en el suelo con una nota deteriorada en su interior: Querida Adriana: Esta pizza te la regalamos tus hermanos Miguel, Irene y Claudia para agradecerte todo lo que hiciste por nosotros como hermana mayor y preocuparte tanto por nosotros. No hemos podido comunicarnos antes contigo porque estábamos intentando librarnos de aquello que nos raptó aquella noche de Halloween tan oscura. Y quiero decirte que, aunque no estemos presentes físicamente contigo, siempre te acompañaremos. Un beso, te queremos mucho, hermanita. Miguel, Claudia, Irene.
Ellos, muy asustados y enfadados porque se pensaban que era alguna broma, decidieron llamar a la pizzería de donde provenía la caja de la pizza y la pizza para preguntar que quién había hecho el encargo de aquella pizza; y la respuesta que recibieron fue que nadie había encargado ni comprado ninguna pizza por el momento. Entonces ya sí se creyeron la nota y se pusieron felices y tristes por saber que los tres hermanos estarían allí con ellos. 14
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL CUMPLEAÑOS DE ANTONIO, por José Antonio Hoyos Lucas
1º Bachillerato F
Un día, un grupo de tres amigos de Murcia pensó organizar una fiesta a su amigo Antonio por su cumpleaños. Buscaban irse un fin de semana a un lugar en pleno centro de la ciudad. Encontraron una oferta en un hostal de Valladolid, la ciudad natal de Enrique, un miembro del grupo de amigos. En las fotos se veía un sitio grande, moderno… Decidieron hacer el viaje. El día después todos sus amigos recogieron a Antonio de su casa en una caravana con la que iban a emprender el viaje. Pasadas más de seis horas, hicieron una parada para cenar en un sitio desierto, en el que solo había campo. A mitad de la cena un hombre vestido de negro con una hoz se les acercó sigilosamente y ordenó que abandonaran sus tierras de inmediato. Cuando llegaron a la dirección del hostal vieron un sitio viejo, lúgubre y tenebroso. Sobre el hostal se veía una gran luna llena y el sonido de los búhos reinaba en el ambiente. Ese lugar no se parecía en nada a lo que vieron en las fotos. Extrañados, llamaron a la puerta y, al tiempo, esta se abrió sola. Todos se quedaron mirando alrededor con miedo, menos Antonio. Antonio no tenía miedo en absoluto. Al cabo de un tiempo, un hombre se presentó y Antonio le preguntó 15
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
quién era. El hombre respondió: “Soy el dueño de este sitio, y solo estamos aquí vosotros y yo”. Todos se quedaron callados y fueron para su habitación. Mientras dejaban sus pertenencias escuchaban las risas de unas niñas. Cada vez que andaban crujía el suelo. La luz era muy inestable. A excepción de Antonio, todos querían irse de ese lugar. Llegó la hora de la cena y se dirigieron al comedor del hostal. No había luz, solo había unas grandes velas en el centro de la mesa y se escuchaba un ruido de un motor de fondo. Se sentaron y esperaron a que llegase el camarero. Otra vez apareció el dueño del hostal, y les entregó una carta. En el menú solo había sopa, pasta y arroz. Todos pidieron sopa. El dueño les sirvió la sopa y se marchó. Empezaron a cenar y se dieron cuenta que faltaba un amigo suyo, Vicente. Pensaron que habría ido al aseo y comenzaron a cenar para que no se enfriase la cena. La sopa tenía un color rojizo y el agua de sus copas desprendía un humo blanco. Al cabo del tiempo, Leo, otro miembro del grupo, encontró un trozo de dedo con un anillo puesto y en el mismo momento Enrique encontró un collar dorado en su sopa, y dijo: “¿Estas no son las joyas de Vicente?”. En ese momento todos se levantaron huyendo y gritando, cada vez el ruido del motor se iba intensificando hasta que llegaron a una habitación, de la que sabían con firmeza que el ruido venía. Nada más abrir la puerta se mancharon de sangre. Vicente estaba colgado de una soga y el dueño de aquel antro estaba cortándolo con una motosierra. Todos llorando, gritando, siguieron huyendo hasta que vieron a dos niñas vestidas con trajes muy antiguos, se quedaron mirando fijamente hasta que las niñas comenzaron a 16
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
chillar y sacaron dos cuchillos del bolsillo. Entraron en pánico y subieron a la siguiente planta, y se encerraron en una habitación, hasta que se fijaron que una estatua que había allí se movía, y Antonio, aterrado, se tiró por la ventana. Todos sus amigos fueron matados por la estatua. Antonio escuchó el ruido de la alarma para ir al instituto y despertó de esa pesadilla.
17
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA HISTORIA DEL 31, por Steve Alexander Tite San Martín
2º ESO B
Era un día normal como cualquier otro, íbamos a celebrar Halloween mis amigos y yo en un lugar determinado. Habíamos quedado todos a las siete en el IES Saavedra Fajardo para ir a pedir caramelos, pero solamente llegaron algunos, faltaba mucha gente y me pregunté por qué tardaban tanto. Harto de esperar, cogí el teléfono y les llamé para ver qué pasaba, pero ninguno me contestó. Solo hubo una llamada, pero no pude entenderla con claridad, parecía como si alguien estuviera susurrando por el micro, al no oír bien lo que decía pegué más la oreja al teléfono y de pronto un grito muy fuerte penetró en mi cabeza. Y caí en una terrible confusión y me desmayé en el suelo. Al levantarme, mis compañeros no estaban y el bioma había cambiado muchísimo, tanto que ni me molesté en intentar llamar a mis amigos, pero cuando quise darme cuenta mi teléfono no estaba, seguramente me lo habían robado. Las calles estaban demasiado oscuras para tan solo ser las siete, pude distinguir una sombra a lo lejos que lentamente se iba acercando a mí. Me quedé congelado por unos instantes y tampoco podía gritar, ya que estábamos completamente solos y nadie me escucharía. 18
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Cuando por fin reaccioné salí corriendo de allí y me refugié en un portal muy distorsionado con respecto a como era originalmente, pero al darme cuenta del portal que era me quedé helado: había entrado en el portal abandonado de las bandas. Decían que allí había fantasmas, pero me armé de valor y me adentré. Vi un hoyo profundo y miré por encima cuánta distancia había, se veía muy lejos, así que ello quería decir que era mucha altura, pero justo cuando me iba a ir alguien me empujó y caí dentro del hoyo… Nuevamente me volví a desmayar y perdí la conciencia. Después de un buen rato me recuperé y proseguí mi camino, pero me di cuenta de que no podía moverme porque estaba atado con cadenas. Me asusté y empecé a gritar desesperadamente. Vi que una máquina hidráulica estaba delante de mí, se iba acercando poco a poco, si seguía allí atado la máquina me aplastaría, pero me fijé en que había un serrucho en una parte de la sala, lo cogí con el pie derecho y lo coloqué en mi mano derecha. Intenté cortar las cadenas pero no sirvió; desesperado, tuve la alocada idea de cortarme una mano para liberarme pero fue una estupidez: al intentarlo sangré demasiado y nuevamente estaba perdiendo la conciencia, la máquina estaba justo delante de mí, no tuve ni siquiera fuerzas para gritar y dejé que el destino hiciese lo que tenía que hacer. Me sentí muy débil y supe que era el fin. Hasta que al final perdí la conciencia Después de unos momentos: —Chicos, levantadlo rápido —dijo mi amigo.
19
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Yo me encontraba tirado en el suelo teniendo una pesadilla en medio de la calle hasta que por fin mis compañeros me pudieron levantar y recuperé la conciencia. —¿Qué te ha pasado? —preguntó uno de ellos. A lo que yo le contesté: —¿Dónde estoy? —Dónde va a ser, en el lugar que quedamos. ¿O es que al propio anfitrión se le ha olvidado dónde estamos? —No, no, no es eso, sino que… Eh, me he desorientado, simplemente. Después de darme cuenta de que solo fue una pesadilla me tranquilicé mucho, mi mejor amigo me estaba llamando para que le comentase lo que había pasado y eso fui a hacer. Cuando me disponía a contarle lo que sucedió de pronto su forma había cambiado, me estaba cogiendo del brazo y me estaba arañando, tanto que me empezó a sangrar el brazo, le miré a la cara y supe quién era… ¡Era la persona que me estaba persiguiendo! A lo que este respondió: —¡Feliz Halloween! Tenía una voz muy grave, sonrisa y mirada macabra y antes de que pudiera reaccionar me metió un cabezazo dejándome inconsciente en el suelo y comenzando con la pesadilla nuevamente.
20
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
ALLÍ, EN LOS SITIOS MÁS OSCUROS, por Paula Enrique Belando
1º Bachillerato F
Érase una vez, en un pueblo muy pequeñito de España, un 31 de octubre de 1993, sin ir más lejos… Una familia se encontraba de vacaciones en aquel pueblo donde todo iba perfecto, las dos hermanas pequeñas, llamadas Beatriz y Sofía, decidieron jugar a un juego de gastarse bromas, sustos, etc. Ya que era la noche de Halloween e iban disfrazadas de cosas de miedo, la mayor, Beatriz, iba disfrazada de pequeña demonia, mientras que la más pequeña, Sofía, de bruja. La menor, convencida de que aquello solo era un juego, intentaba ocultar su miedo dejando de pensar en cosas malas, y decidió seguir jugando. Alejándose cada vez más y más de los padres y sin parar de correr, chillar y saltar, acabaron rendidas. Decidieron volver con los padres y, nada más llegar, a la pequeña le dieron ganas de ir al baño, así que sin perder ni un minuto y sintiéndose más calmada se dirigió al baño del bar donde se encontraban. Nada más introducirse en el bar y ver que no había ningún camarero, sintió que algo raro sucedía, pero no le dio importancia y siguió hacia dentro. Entrando cada vez más adentro y sintiendo un olor raro, encendió la luz, aquellos segundos de bloqueo acompañados de un escalofrío al ver aquellas pequeñas manchas excesivas e intrigantes de 21
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
sangre le hicieron pensar en irse, huir del baño, contárselo todo a sus padres, pero no: ella, muerta de miedo y curiosidad, decidió quedarse a seguir viendo qué pasaba aunque no se lo creyera. Cuanto más avanzaba era peor aquel escaparate morroñoso más lleno de sangre, y, claro, cuanta más sangre más intriga: ella siguió hacia delante y nada más abrir la puerta del baño de dentro lo vio. Vio aquel agujero en la pared repleto de sangre con aquel perro sin orejas, ojos y con muchísimos cortes, es decir, asesinado. Se quedó pálida, sin saber qué hacer, ni cómo reaccionar. Segundos después Sofía salió del baño para dirigirse a sus padres y aquellos tan solo cinco minutos que había estado allí dentro, que para ella fueron veinte, se le quedaron grabados, y sin decir nada se sentó junto a su hermana. Sus padres, al ver su cara, le preguntaron si estaba bien; respondió que sí, pero en su interior seguía aterrorizada y con ganas de soltarlo todo, pero prefirió no hacerlo y hasta el día de hoy ninguna palabra de esto salió a la luz.
22
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA PELEA LEGENDARIA, por Luis Manzano Pellicer
2º ESO B
Era una tarde de invierno del año 1974, se vivían tiempos difíciles en los que no paraba de sembrarse el pánico cada día y noche en el pueblo. Uno de esos días era un poco diferente pues era viernes 13. Ese día no iba a ser como cualquier otro, Jason Borhees estaba en el bosque buscando personas a las que tenía que seguir cobrando venganza tras el asesinato de su madre. De repente empezó a escuchar ruidos de hojarascas muy ruidosas a unos quince metros, lo que no sabía Jason era que se trataba de uno de sus mayores enemigos... Michael Myers estaba acechándole y él no lo sabía. Cada vez ese ruido se hacía más cercano a Jason, pero él siguió su camino despreocupado, ya que él solo quería matar gente. Pensó que podría ser cualquier persona desamparada en medio del bosque y decidió ir hacia el ruido. Cuando llegó no se lo creía, Jason Borhees y Michael Myers se volvieron a encontrar después de dieciséis años. Igualmente, los dos muy decididos fueron corriendo el uno hacia el otro para enfrentarse en una pelea que nadie, absolutamente nadie, se llegaba a imaginar. Jason fue él más rápido de los dos, cuando llegaron a estar cara a cara Jason le metió tal puñetazo que Michael estuvo rodando veinte metros, llegando a una fábrica de metales. Jason llegó y se preocupó 23
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
porque no encontraba a Michael. Michael aprovechó y le dio la vuelta al exterior de la fábrica con un palo de metal en la mano. Michael, sin hacer ningún tipo de ruido, llegó a Jason y le estampó el palo de metal en toda la nuca, dejando a Jason en coma durante unos minutos. El golpe fue escuchado por una banda de punkis enfurecidos tras haber sido expulsados de un concierto, fueron a ver qué pasaba y tratar de solucionar el problema violentamente, no sabían que dos tipos llamados Jason Borhees y Michael Myers que medían 2.90 iban a calmar a la banda a golpes. Cuando la banda llegó empezaron a ver sangre en el suelo y vieron a Jason despertándose del coma, se quedaron paralizados y Michael por la espalda hizo un pincho moruno con ellos. Mientras Michael los empalaba, Jason se despertó y aplacó a Michael dejándolo en el suelo y Jason finalmente acabó con su archienemigo clavándole el palo de metal en su estómago.
24
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
¿OWY? ¿MISSY?, por Francisco Calvo Valera
1º Bachillerato F
Era un día soleado, un día de agosto en el cual yo había nacido seis años atrás, era mi sexto cumpleaños y estaba junto a toda mi familia celebrándolo en casa de mi abuela Matilde. Yo estaba sentado en mi taburete con mi corona de rey y estaba tan feliz que nada podía salir mal aquel día. Al terminar de comer era costumbre que mis primos me dieran mis regalos los primeros, el suyo tenía un envoltorio supersuave y el color amarillo del plástico resaltaba con el sol que nos daba directamente en las espaldas y cabezas. No me lo podía creer, era aquel camión de juguete tan guay que siempre había querido. Salí corriendo a abrazar a mis primos, que sabían que ese camión era justo lo que quería. Después mi madre me dijo que por qué no traía a Missy, que era mi gatita, una gata preciosa con un pelo blanco como las nubes. Fui a mi habitación a por ella y la traje corriendo. Mi madre me dijo que Missy estaba muy sola y que habían decidido adoptar a otro gato, al que llamé Owy. Ese gato fue un regalo colectivo de mis hermanos, mi madre y mi abuela, a la que aquel día vi un tanto rara, no sabría decir qué le pasaba exactamente pero no podía mantener la boca quieta, no le paraba de temblar, y mi abuela no padecía ninguna enfermedad, bueno, al menos que yo supiese. 25
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Estaba siendo el mejor cumple de mi vida, pero todo en esta vida tiene que terminar, y ya era tarde, así que, mientras mis familiares estaban a punto de salir, Owy se fue corriendo hacia un pequeño cobertizo donde mi abuela nos había dicho a mis hermanos y primos que no entráramos bajo ningún concepto, pero en ese momento yo solo pensaba en mi gatita, así que fui corriendo detrás de ella. Justo en ese preciso momento mi abuela salió para terminar de despedirse de mis primos, que eran los últimos en irse, y me vio dirigirme hacia aquel cobertizo prohibido y empezó a correr olvidándose de los 94 años que tenía. Me empujó y durante un milisegundo pude mirarle a los ojos y no me pude estremecer más, se me puso la piel de gallina y me dio un escalofrío: tenía las pupilas dilatadas casi al máximo, todo su ojo era negro como el carbón. Me fui corriendo a los brazos de mi madre llorando y le conté lo que había visto, pero no me creyó, mi abuela regresó con el gato en los brazos y todavía tenía los ojos negros, le dije a mi madre y a mis hermanos que la mirasen, pero nada les parecía raro, yo grité: —¿Es que estáis ciegos, soy el único que lo ve? Mi madre me regañó delante de todos diciendo que como podía decir eso de mi propia abuela. Después de todo nos íbamos a ir de vuelta a casa, pero mientras mi madre arrancaba el coche, este dio un chispazo y se rompió el motor; total, que mi madre, mis hermanos y yo nos quedamos aquella noche a dormir a casa de mi abuela. Dirigiéndonos a la puerta, mi madre le contó lo sucedido a mi abuela, pero a esta parecía que le daba igual, porque empezó a mirarme con una sonrisa macabra en la que, al parecer, nadie se fijó tampoco.
26
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
A la mañana siguiente me desperté, pero no era un sábado normal, todo estaba en silencio y eso que ya eran las once. Me levanté de mi litera, pero ninguno de mis hermanos estaba arriba, miré en la cama de mi madre y tampoco estaba, fui a la habitación de mi abuela, pero el resultado fue el mismo. Después de eso fui a buscar a mis gatos, pero tampoco estaban, así que esperé en mi cama y me dormí. “Jack”, escuché. Era mi madre llamándome para comer, eran las dos, me había dormido casi tres horas. Me fui a la mesa para comer, pero nadie estaba normal, era como si a todos les pasara algo, ni hablaban, ni se miraban entre ellos, no hicieron un solo gesto en veinte minutos, así que me fui a mi habitación nada más terminar. Me di cuenta de que mis gatos aún no habían aparecido, pero estaba tan preocupado por todo lo demás que ni me había dado cuenta hasta entonces. Pasaron cinco horas, ya eran las siete de la tarde cuando me desperté de la siesta y otra vez me di cuenta de que todos habían desaparecido, pero esta vez oí varios maullidos, así que fui corriendo a ver qué pasaba. Los maullidos no procedían de otro sitio sino del viejo cobertizo al que yo tenía prohibido entrar, pero nada me detuvo. Fui corriendo hacia la puerta y cada vez los maullidos se escuchaban más cerca y, además, también sonaban como golpes de herramientas chocando en todos lados. Miré por la ranura de la puerta y vi algo de lo que nunca me olvidaré. Mi abuela estaba agarrando de la cabeza a mi nuevo gato, mordiéndole en el pecho, por la zona del corazón. No sabía si estaba despierto o estaba soñando y tampoco sabía qué hacer, y del miedo del momento sin querer empujé con el codo una antigua hoz de mi abuelo, que había muerto hacía años, y esta cayó sobre la puerta, haciendo un 27
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
ligero ruido. Yo pensaba que mi abuela no lo había oído pero de repente oí: —Has tardado mucho, Jack. ¿Qué estabas haciendo? Me armé de valor y entré a aquel sitio del que tanta curiosidad tenía por de saber qué guardaba, y la verdad es que me hubiera gustado seguir con la duda. Nada más entrar vi los cuerpos de mis tres hermanos ahorcados del techo y ensangrentados, en ese momento casi vomité, pero fui incapaz, no sabía qué estaba pasando. A continuación, mi abuela terminó de repelar la columna vertebral de Owy y me la tiró a la cara, obviamente la intenté esquivar agachándome, pero pisé algo, miré y, sí, era Missy, que estaba también muerto, ahí sí que vomité, no me podía contener más. Mi abuela empezó a hablarme y me dijo: —¿Quieres ver a tu madre?, mira arriba. Alcé la cabeza y vi la silueta de ella en el techo junto a la de un hombre y me dijo: —¿Ya sabes que tu padre no murió de una enfermedad, no? Empezó a reírse y me dijo: — Has tenido suerte, Jack, ¿quieres saber por qué no he acabado contigo antes? Vale, Jimmy, ponle la camisa de fuerza a Jack otra vez, se ha escapado de su habitación y está hablando con otros pacientes.
28
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
NIÑO DEMONIO, por Nacho García Delgado
Una noche, un niño con problemas para dormir escucha solo ruidos en su armario. Tras pasar unos minutos escuchando esos espeluznantes ruidos, su padre entra y le dice: “¿¡Que son esos ruidos!?”, a lo que el niño llamado Gregory responde: “Un monstruo, hay un monstruo escondido en el armario”. El padre le dice que se deje de tonterías y que se duerma de una vez. Gregory, tras intentar dormir, se levanta y va hacia la cocina a beber un vaso de agua; cuando vuelve la puerta de su habitación está abierta, y tras ella se encuentra una sombra. Gregory se asusta y cierra los ojos, y cuando los vuelve a abrir ya no está. Lentamente se acerca a la habitación, y cuando ya está dentro se escucha cómo el monstruo da un portazo. Gregory se acerca al armario, sigilosamente abre la puerta y ve que no hay nadie, el niño se sorprende y, cuando se da la vuelta, el monstruo se encuentra detrás de él, ante lo que Gregory sale corriendo y se tropieza con su madre. La madre le dice que qué hace despierto todavía, y el niño le responde que hay un monstruo; la madre le dice que es solo imaginación suya. En ese momento aparece su padre, que empieza a discutir con la madre. La madre le dice que está muy cansado y que se debería ir a descansar; el padre, muy enfadado, le dice que no, y le pega un empujón, junto a unos cuantos puñetazos. La madre queda inconsciente en el suelo. El niño, con su padre persiguiéndolo, se mete en la habitación, el padre ve cómo cierra la puerta del armario; 29
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
cuando procede a abrirla, ve a un pequeño demonio llorando y, cuando se da cuenta, el demonio salta hacia él, se produce un forcejeo hasta que el demonio le muerde el cuello y el padre cae al suelo desangrándose. Inesperadamente, el demonio vuelve a ser el niño y, después de lo sucedido, Gregory corre hasta donde está su madre inconsciente, y cuando despierta, Gregory le dice a su madre: “Ya no nos volverá a hacer daño”.
30
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA VENGANZA DE ROGELIO, por Iván González Arróniz
2º ESO B
Érase una vez un hombre llamado Rogelio Medina Blanco, vivía en Grecia y tenía un hijo que se llama Jimmy, solía maltratarlo a menudo, no lo dejaba ir al instituto. Porque a Rogelio lo maltrataban en el colegio de pequeño, por esa razón odiaba a los niños. Un día Jimmy se enfadó y le pegó a su padre, lo dejó tirado unos segundos. Cuando se levantó, Rogelio fue a buscarlo, entonces el padre lo cogió, lo mató previamente torturado. Cuando lo mató lo enterró en un sitio muy lejano. Después de todo eso Rogelio aprovechó que llegaba el día de los muertos, es decir, Halloween, para matar a todos los niños que se les ponían en frente. Imaginaos lo que podía hacer en una noche. Esa noche Rogelio fue a las casas de los niños que le maltrataban de pequeño, mató a todos los familiares de cada familia incluidos sus hijos. Rogelio se divertía matando niños con su machete, nadie lo entendía, todos corrían huyendo de él con sus hijos. Rogelio escapaba de la policía, lo perseguían cuatro patrullas, era una persecución muy frenética, no sabemos cómo, pero Rogelio consiguió escapar de esas patrullas. Se fue a su casa y pasó la noche debajo de un puente porque al día siguiente se iría a Francia para escapar del país. 31
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Fue un viaje muy largo en carretera. Él iba escuchando la radio tranquilo y lo nombraban diciendo que mató a más de ciento cincuenta niños. Él seguía feliz, puso rumbo a Montpellier ya que era un viaje largo. Al pasar tres días conduciendo llegó, se alojó y lo primero que hizo fue dormir, ya que estaba muy cansado. Allí en Francia todavía no había llegado la noticia, aunque os parezca extraño. Al cabo de dos días Rogelio iba a comprar al supermercado y pasó al lado de un bar y vio que ya era famoso en todo el mundo. Él no sabía qué hacer, la policía de Francia estaba en alerta, por eso decidió esconderse en las alcantarillas de la hermosa Francia esperando a que llegase el 31 de octubre para volver a hacerlo.
32
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA CASA DEL TERROR, por José Antonio Rodríguez Acuyo
2º Bachillerato B
Érase una vez, en un día de tormenta, una familia salía de su casa rumbo a su casa de campo en el bosque. De repente ocurre un imprevisto, la rueda del coche sufre un pinchazo. El padre baja del coche para ver lo sucedido y se encuentra con que se han quedado tirados en medio de la nada, a varios kilómetros de su hogar, por lo que decide usar el móvil para llamar a emergencias, con la mala suerte de que no hay cobertura y de un momento a otro se escucha un tenebroso ruido que asusta a toda la familia y hace que se pongan en marcha en su viaje por llegar a casa cuanto antes. En su lucha por llegar, la niebla y la lluvia dificultan a la familia el regreso, por lo que deciden llamar a una casa que había cerca de donde ellos estaban. Como no contesta nadie, el padre fuerza la puerta para poder entrar y descubren que es una casa abandonada, por lo que deciden entrar para pasar la noche, pero pronto se darán cuenta de que es la peor opción que han podido tomar. Se trata de una casa antigua, con goteras, maloliente, las ventanas tapiadas y sin agua ni luz. Cuando cayó la noche, el hombre y la mujer deciden quedarse despiertos para que sus hijos puedan dormir, así que acuestan a sus hijos en la cama y se van al pasillo a sentarse en una silla. De repente se escucha un golpe 33
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
procedente de la habitación de los niños, rápidamente los padres van a ver lo sucedido y se encuentran con que su hijo está en el suelo de la habitación, había sufrido una caída, lo suben a la cama y se salen de la habitación de nuevo. Todo parecía ir bien hasta que de pronto se escucha un chillido de los niños, los padres van corriendo a la habitación y cuando abren la puerta se encuentran a un hombre que está intentando matar a sus hijos con una navaja. Cuando el padre mira fijamente al asesino se da cuenta de que está ciego, esto le permite atacarlo por detrás para intentar reducirlo, pero no bastaría con eso, ya que el asesino era un exagente de la CIA retirado. La madre agarra a los niños para huir cuando, de repente, el asesino agarra un palo y le intenta golpear, ahí es cuando el padre se da cuenta de que la única forma de escapar de aquella casa sería sin hacer el más mínimo ruido para así no alertar al asesino. El padre le indica a su familia mediante señales que debían esconderse por la casa, para así luego poder huir cuando el asesino estuviera despistado. Pasadas unas horas, el padre ve el momento clave para huir y lanza un objeto contra el suelo para despistar al asesino, su familia aprovecha y escapa, pero él no se queda satisfecho, así que se queda en la casa. El padre agarra un cuchillo, y se pone a llamar la atención del asesino, cuando este llega, el padre le propina un cuchillazo en el costado que lo deja desangrándose, ahí es cuando decide irse de la casa y salir con su familia. Ya ha amanecido, la lluvia ha cesado, pero ninguno tiene valor para seguir andando por el bosque hasta llegar a su casa, por lo que van a la carretera, con la suerte de que en ese momento pasa un coche por allí, le cuentan lo 34
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
sucedido y rápidamente el conductor los lleva a comisaría a todos. Cuando llegan a comisaría, el padre le cuenta a la policía durante varias horas el infierno y calvario que habían pasado su familia y él en aquella casa. Finalmente, un policía lleva a la familia a su casa para que descansasen de todo lo ocurrido.
35
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL FANTASMA VENGADOR DE JIMMY, por Jeremi Giuseppe Achundia Marcillo
2º ESO B
Había una vez en Grecia un niño que se llamaba Jimmy, él era un niño que era maltratado por su padre adoptivo, llamado Rogelio Medina Blanco; Jimmy no iba al instituto por esa misma razón, él se quedaba a las órdenes de su padre, que más que como a su hijo, lo trataba como a su siervo. Un día Jimmy decidió rebelarse contra los maltratos de su padre y le pegó con el palo de la fregona, consiguió dejarlo inconsciente durante unos instantes. Él estaba escondido en el armario ya que no tenía las llaves de casa, cuando despertó su padre lo descubrió. Lo ató a una silla y empezó a torturarlo con cada cosa que se encontraba a su paso; y así toda la noche hasta matarlo. Después de matarlo se levantó temprano para llevarlo al cementerio más olvidado de Grecia. Pasaron tres días, la policía recibía muchas llamadas de la gente que vivía cerca del pueblo en el que casualmente estaba enterrado Jimmy. La gente afirmaba que veía una sombra de un niño que parecía estar buscando algo o a alguien… Después de tantas llamadas, la policía decidió actuar. Fueron tres personas: dos guardias y el comisario, estuvieron buscando dos horas y no encontraron nada, así que consideraron el caso como una broma.
36
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Lo que no sabía el comisario era que le iban a tocar el timbre a las tres de la mañana. Él estaba despierto, cuando iba dispuesto a abrir preguntó: —¿Quién es? ¿Usted sabe la horas que son? Nadie respondía. Lo tomó como una broma más de los del pueblo. Al día siguiente el comisario fue tranquilamente a sentarse en su oficina; al cabo de unos instantes entró su secretaria, que le traía, con ayuda de un guardia, una caja un tanto grande y en la que chorreaba un líquido rojo. La secretaria dijo: —Esto es para usted, comisario, lo han dejado en la puerta. Sorprendido, el comisario decidió abrirla, no se podía creer lo que había. Según la gente que trabajaba allí, el comisario se suicidó metiéndose un tiro en la cabeza. Resulta que lo que había en la caja eran varias cabezas de niños y con ello un expediente un poco quemado de hacía diez años. La secretaria justificó a los medios que en el expediente estaba el caso del propio comisario, en él salía que el comisario había sido acusado de pedofilia, maltrato y asesinato, y las cabezas eran de los niños a los que había violado y matado; encerraron a un guardia que había sido cómplice, quien afirmó que había quemado totalmente ese expediente. Y ahora reciben llamadas de suicidios el 31 de octubre. Se dice que el fantasma de Jimmy manda tales mensajes que no solo hace que se arrepientan…
37
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
HORA DE VOLVER, por Karol Andrea Umbarila Cortés
1º Bachillerato F
Era una noche tranquila, cuando de repente el reloj de Mike comenzó a sonar. Al dirigir su mirada hacia él, este marcaba la 3 de la madrugada, lo cual le pareció muy raro, ya que era prácticamente imposible que se le hubiera ocurrido la idea de ponerlo a esa hora. Pero bueno, no le dio mucha importancia pensando que solo era una de las tantas bromas que siempre gastaba su hermano, por lo que apagó la alarma y trató de seguir durmiendo No pasaron ni seis minutos cuando el reloj volvió a sonar, dejando a Mike aún más confuso, ya que estaba seguro de que la había apagado. Pero algo llamó aún más su atención: la hora. Esta marcaba de nuevo las 3 de la madrugada, estaba seguro de que habían pasado un par de minutos, pensó que a lo mejor solo era el sueño que tenía. Esta vez, para asegurarse, desconectó el reloj, así se aseguraba de que no sonaría más. Alcanzaron a pasar diez minutos y el reloj volvió a sonar. Esta vez Mike se sentó en la cama y, asustado, miró si en verdad lo había desconectado o solo fue un sueño, pero no, definitivamente el reloj estaba completamente desconectado, a lo que Mike pensó que era imposible que este pudiera sonar desconectado. Paralelamente, el reloj volvió a sonar, pero esta vez no solo era el suyo, sino todos los de la casa, dejando así a Mike aterrorizado. Apagó el suyo, 38
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
pero los demás seguían sonando, como si nadie se hubiera despertado con todo ese ruido, así que decidió salir e ir a la habitación de su hermano. Al salir, el ruido era ensordecedor, como si hubiera muchos más relojes de los que él recordara. Al llegar a la habitación de su hermano y abrir la puerta, Mike se percató de que esa no era la habitación de su hermano sino la suya. Era como si hubiera dado una vuelta en círculo y vuelto a la misma, por lo que se fue a la de sus padres, pero al llegar a esta y abrir la puerta ocurrió lo mismo: era su habitación, como si todas las habitaciones fueran la suya pero a la vez ninguna.
39
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA PIEDRA MALDITA, por Pedro Fuentes López
1º Bachillerato F
Nadie sabe por qué aquel campesino llamado Mike decidió vivir junto a sus hijos y a su mujer en aquella vieja cabaña junto al lago del poblado, era el sitio más frío y tenebroso rodeado de un frondoso bosque. Era el campesino más rico del poblado, pero renunció a todo debido a la maldición. Pasaban los años y sus hijos crecían sin saber por qué residían en una cabaña tan vieja y alejada del poblado. La mujer, muy descontenta, año tras año pedía a su marido que volvieran a su añorada casa. Un día sus dos hijos ya criados le preguntaron a su padre que por qué vivían tan lejos del poblado, ya que su madre les había contado todas las riquezas y posesiones que tenían allí. El padre comenzó a narrarles la historia del porqué vivían allí. El padre cuando era pequeño vivía ahí con su familia, allí creció. Un día explorando y jugando cayó a aquel lago, donde encontró una piedra, y no una piedra cualquiera, tenía un aspecto pequeño, fino y con un color burdeos. El pequeño decidió guardarla sin comentar nada a sus padres, porque algo había visto en ella. Aquel día por la noche, Mike decidió irse a dormir con la piedra a la vista encima de su mesilla. Su padre despertó y quedó atemorizado al ver aquella piedra en su casa. Como el padre esperaba, apareció aquel espíritu maligno del lago que alguna vida tenía que 40
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
llevarse. Dijo así el espíritu tras una sombra y un olor a podrido: “Mike, deberás asesinar a tu padre para que esto no continúe”. El pequeño se negó y sorprendentemente el espíritu se marchó. Al día siguiente él y su padre arrojaron la piedra al lago, lejos, muy lejos, para que no volviera a aparecer cerca de ellos. Aquella noche los dos fueron a descansar con inquietud, ya que no le habían contado nada a su madre. Un murmullo despertó al pequeño; efectivamente, era el fantasma, que así dijo: “Deberás asesinar a uno de tus hijos en esta misma casa, ya que has incumplido el juramento de esta piedra”. Mike terminó de contarles esta historia a sus hijos aterrorizados. Con las mismas fue al desván y cogió una guadaña, parecía poseído por la piedra. La madre, atemorizada, llorando y gritando, dijo: “No lo hagas, por favor, son tus queridos hijos”. Los hijos empezaron a correr campo a través y Mike detrás de ellos completamente ciego, al más pequeño lo alcanzo, lo ató a un árbol y con las mismas le cortó la cabeza. Así acabo esta maldición, misteriosamente la piedra se destruyó cuando lo hizo. Mike regresó a casa con su hijo mayor, dolidos al ver a la madre llorar y no parar. Finalmente, cogieron sus cosas y se mudaron al poblado, donde disponían de riquezas y de una vida mejor.
41
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL CEMENTERIO, por Javier Flores Ballester
3º ESO C
En un pueblo de cien personas hay un cementerio abandonado, los habitantes del pueblo dicen que pasan cosas raras en él como, por ejemplo, gritos a media noche, golpes… La gente del pueblo decide abandonarlo. Veinte años después un millonario decide comprar el terreno del pueblo y arrasarlo para hacer un centro comercial sobre el cementerio. Cuando ya están listos para empezar la obra un misterioso hombre cuyo rastro no se veía aparece y dice: —Como destruyáis este cementerio en la inauguración saldrán los que viven aquí. Los obreros y el millonario se lo tomaron a cachondeo y decidieron seguir con la obra. Durante la obra del centro comercial los obreros notaban cosas extrañas, y estaban muy asustados. Llegó el día de la inauguración, había mucha gente. Cuando llegó la hora de cortar el lazo, el suelo empezó a agrietarse y salieron muertos vivientes, mataron a todo el mundo, pero sobrevivió un niño de cinco años. En la actualidad ese niño tiene unos 60 años, ahora mismo es famoso por todo el mundo contando la historia que le pasó hace cincuenta y cinco años. Mucha gente ha ido al pueblo, pero solo está el centro comercial viejo y unas grietas en el suelo, pero ningún rastro de muertos vivientes 42
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
ni nada parecido, aunque dicen que debajo de las grietas se escucha algo. Por eso un equipo de investigación va a ver lo que hay por debajo de las grietas. Ese día había mucha gente, muchas cámaras en directo de la televisión y el hombre al que le pasó la experiencia paranormal. Él decía que no había que hacer esa barbaridad de ir a ver lo que había debajo de las grietas, pero no le hicieron caso y siguieron con la misión. En ese momento él estaba asustado. El equipo de investigación bajó, pero no había nada. Cuando subieron apareció el hombre que avisó de que no destruyesen el cementerio. Y dijo: —Salid de aquí o pasará lo que pasó hace sesenta y cinco años. La gente se fue y ya nunca volvió a aquel pueblo.
43
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA NOCHE OSCURA, por Marta Nicolás Jiménez
1º Bachillerato F
Era una noche oscura. Yo, como cada día, salía con mis amigos. Salí de casa sobre las siete de la tarde y quedé con ellos donde habitualmente quedábamos. Esta vez pensamos en hacer algo diferente, e ir a investigar un sitio de la ciudad el cual estaba abandonado. Cogimos un autobús y pusimos rumbo a este lugar, todos teníamos miedo, puesto que ya nos advirtieron de que era un sitio peligroso que causaba miedo, allí había tres casas abandonadas y un cementerio cerca. En una de ellas vivía un anciano enfermo que esperaba la muerte; en otra, un mendigo que no tenía techo y decidió ir allí para refugiarse del mal tiempo que siempre hay en nuestra ciudad; y, por último, en la última vivían unas gemelas cuyos sus padres abandonaron cuando nacieron. Al bajarnos del autobús tuvimos que andar una media hora hasta llegar a este lugar. Una vez allí todo estaba oscuro, hacía mal tiempo y frío. Nosotros íbamos felices sin saber la noche que nos esperaba. Al pasar por el cementerio vimos muchas botellas de alcohol y flores muy secas, también había restos de sustancias estupefacientes. Se nos quedó un mal cuerpo al ver todo eso, pero continuamos andando. Llegamos a la casa del mendigo, nos escuchó y salió corriendo hacia nosotros pensando que éramos ladrones, hablamos con él e intentamos tranquilizarlo, puesto que 44
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
había consumido drogas que lo alteraban. Nos dijo que esto no era un juego, que las gemelas eran terroríficas y el anciano tenía su casa llena de cadáveres. Nosotros no lo creímos, ya que no estaba en un buen momento por lo que había consumido. Seguimos andando y salieron las gemelas, nos atendieron muy bien e incluso nos invitaron a entrar a su casa. Al entrar todo parecía normal, fotos y muebles antiguos. Fueron a la cocina a sacarnos algo de comer y uno de mis amigos encontró sangre y un dedo en un rincón. Les preguntamos por la abuela que se veía desde fuera en una ventana, sentada en una mecedora, y nos dijeron que era el espíritu de su abuela, la cual había muerto hacía dos años. Todos asustados por esta situación quisimos escapar de ahí, pero todas las puertas estaban cerradas con llave y pestillos. Ellas se negaban a abrirnos y nos amenazaban con cuchillos y herramientas de cocina. Corriendo, conseguimos salir de ahí por las ventanas, todos salimos con cortes y ellas nos perseguían, el único refugio que nos quedaba era la casa del anciano sin saber que esa era la peor opción. Entramos y, como nos dijeron, esa casa era un auténtico infierno: el cementerio estaba vacío porque el anciano desenterraba todos los ataúdes y no sabíamos que los próximos éramos nosotros. Desde aquí nos despedimos de nuestras familias, esperamos que algún día nos encuentren y les pedimos perdón por el plan que elegimos sin saber que podía acabar en una tragedia como esta.
45
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
MADRE, por Rocío Ochoa Garay
3º ESO C
Hoy es 20 de septiembre, se podría decir que hoy es el día que más frío hace desde que se acabó el verano, las hojas de los árboles se caen y las ramas se doblan, parece que se van a romper pero no lo hacen, como si se resistieran a irse y no poder volver a estar en el lugar al que pertenecen, ojalá algunas personas hubieran pensado igual y no se hubieran dejado arrancar por tan solo una ráfaga de viento. Hola. Esta historia va sobre una chica llamada Rayh, tiene 16 años y, aunque no os interese, su madre la abandonó cuando ella era pequeña y su padre murió hace unos años, está viviendo con la bruja de su tía y, por si no lo sabíais, la vida es un asco según ella. Hoy es el primer día de instituto. Como siempre, Rayh empieza el día con mucha alegría, eso quiere decir sin ganas de nada. Rayh no es muy amigable; de hecho, es bastante borde, pero al menos tuvo la suerte de tener a Dani, su mejor amigo desde los tres años. Me extraña, pero la aguanta y no sé cómo, aunque se tienen el uno al otro, que es lo importante. Hoy no es un buen día, siendo sincera, porque hoy es cuando hace cuatro años que el padre de Rayh murió por un ataque al corazón, por eso Rayh está más borde que nunca. Ella lo único que quiere es que acabe este día, y acostarse y no volver a levantarse, pero eso no puede ser, así que sigue 46
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
con su vida. Llega la hora del almuerzo y, para variar, las mismas chulitas de siempre metiéndose con ella, pero Rayh tiene una buena virtud y es que no le importa lo que las pijas de su instituto le digan; bueno, ni ellas ni nadie. Se termina el instituto y llega la parte que menos le gustaba, que era llegar a su casa y ver la cara de su tía, pero no tiene más remedio. Hay una cosa que vosotros no sabéis, y es que la tía de Rayh no la trata muy bien porque dice que ella y su madre son las culpables de la muere de su hermano, el padre de Rayh. Los días pasa y siempre iba con la misma cara, no tiene ganas de nada, pero solo faltan dos días para Halloween y Rayh está más contenta. Dani no sabe por qué, pero es en la única fecha en que Rayh no está con la cara esa de muerta. Por fin, hoy es 31 de octubre y Dani y Rayh quedan esta noche para ir a una casa abandonada, porque era el único plan que le convencía a Rayh. No saben por qué, pero todo lo que a la gente no le gusta le gusta a ella, es un poco raro. Sin embargo, Dani hace lo que sea para que Rayh esté alegre. Llega la noche y estos deciden ir a la antigua fábrica donde trabajaba la madre de Rayh. Dani no sabe por qué quiere ir Rayh allí pero igualmente entran, la verdad es que se nota la inquietud de Dani pero Rayh parece bastante tranquila y sabe por qué, eso debería ser incómodo para ella pero le da igual, lo único es que pasó algo que no era normal y desde ahí Dani ya supo que iba mal. Esa fábrica debería estar hecha polvo y, sin embargo, las cosas están impecables, no tenía sentido, pero Rayh sigue como si nada. Todo eso es raro, aunque lo que viene ahora era mucho peor. Hay una vibra que no da muy buena espina 47
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
y cuando Dani va a decirle a Rayh que es hora de irse, no puede terminar la frase porque un ruido viene de la habitación de arriba y, a continuación, se escucha un llanto de una niña. Dani le repite que hay que irse, pero ella insiste en que quiere subir a ver qué pasa, él le dice que no es una buena idea pero Rayh no escucha y sigue subiendo. Dani no aguanta más y se sale de la fábrica, ya es tarde, ese día Dani no va a escapar. Rayh abre la puerta de donde venía el ruido y…, ¡ahhhhhhhhhh!, gritó Rayh. Dani oye el grito y va corriendo a ver qué pasa, Rayh está paralizada y en unos segundos se desmaya. Cuando Dani la ve allí tirada se asusta e intenta levantarla para llevársela, pero ya es demasiado tarde: Rayh ha visto a…, cuando de repente Rayh se despierta y dice: Madre. Dani se queda sorprendido, no sabe qué hacer y le pregunta a Rayh qué ha pasado, pero ella no habla, le dice a Dani que tiene que salir de aquí, pero él no la escucha, Rayh insiste en que se tiene que ir para que Madre no le haga daño, pero él no quiere irse sin ella. Rayh le grita para que se vaya y le dice llorando que, por favor, le haga caso, pero Dani, cuando decidió por fin irse, ya era demasiado tarde, alguien estaba detrás de él respirando fuertemente en su nuca. Dani, muy asustado, decide darse la vuelta poco a poco y descubre que la persona que está detrás de él era la madre de Rayh, pero no como una persona normal: lleva como un camisón negro, tiene la cara desfigurada y lo más surrealista era que está flotando. Dani se queda parado, no se puede mover, Rayh le sigue diciendo que huya, pero él no se quiere ir sin ella, así que lo que hace es coger de la mano a Rayh y salir corriendo, pero no le funciona y el espíritu agarra a Dani de la cabeza y se la parte. No cree lo que está pasando, Rayh se pone a llorar y a hablarle al espíritu. ¡Por 48
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
qué has hecho esto! ¡Quién te crees! ¿Quién eres? Rayh está muy asustada pero no entiende por qué le está pasando esto a ella y por qué el espíritu se parece tanto a su madre. Rayh se intenta ir pero no la deja, el espíritu la coge y se la lleva a su escondite. Rayh está aterrorizada, no sabe qué está pasando, pero de repente ese supuesto monstruo le coge la mano y se ríe en la cabeza de Rayh de forma que le transmite unas imágenes que le muestran todo lo que le ha sucedido desde el día que desapareció. Es la madre de Rayh, le enseña que no fue ella quien despareció, sino que su tía contrató a unos hombres para que la secuestraran y le hicieran todo lo que quisieran. Rayh se entera de que su madre fue violada, torturada y, por no seguir en esa situación, sé suicido. La madre de Rayh se reencarnó en este espíritu para poder matar a todas las personas que las habían tratado mal a ella y a su hija. Así que lo que pasa es que, para que puedan seguir juntas toda la vida, Rayh tiene que suicidarse para poder reencarnarse en un espíritu como su madre. Esa misma noche mueren todas aquellas personas que les han hecho daño, pero no se sabe qué les pasa. Están tan enfadadas que han tomado la manía de asesinar como algo divertido y han empezado a matar a gente inocente: han cortado cabezas, han quitado miembros del cuerpo, han tirado por precipicios a niños pequeños. Aquello se ha descontrolado, pero la gente no puede hacer nada, es algo inevitable. Desde entonces todos los días de Halloween salen a matar, pero solo a una persona: una persona inocente tiene que morir todos los años para que ellas estén alegres. Madre e hija se han reencontrado después de muchos años, pero para no hacer nada bueno.
49
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
SANGRE POR LAS MUÑECAS, por Julia Guillén Montiel
3º ESO C
Una semana antes de Halloween, Vega, Miguel y Laura se reunieron en casa de John para hacer los disfraces. —Tiene que ser algo muy original —dijo Laura. Todos estaban de acuerdo en eso, así que comenzaron a dar ideas. Pero ninguna de ellas era original. —Solo estamos pensando en disfraces de películas muy conocidas —reconoció Miguel. —¿Por qué no nos inventamos un personaje de miedo? —sugirió John. Todos se miraron como diciendo que era muy buena idea, así que empezaron a pensar e inventaron el personaje perfecto. La madre de John sacó unas telas y su máquina de coser, Miguel sacó de su mochila cuatro máscaras y pintura, y entre todos hicieron un gran disfraz. Su personaje tenía el pelo despeinado, vestía ropa desgastada y llevaba puesta una máscara negra. Vega se ofreció de voluntaria para hacer de modelo y probarse el disfraz. Se puso la ropa que habían hecho con la máquina, le cardaron el pelo, le pusieron sangre por la parte de las muñecas y el cuello, le pintaron ojeras y moretones y se puso la máscara: —Parezco una niña a la que han abandonado en el bosque —dijo. 50
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Todos se rieron y dieron la tarde por terminada, se despidieron de John y su madre y cada uno se fue para su casa. Vega. Ese día llegué muy cansada a casa, había sido una tarde muy divertida. Pero nada más llegar mi madre me dijo que saliera a sacar la basura; no me apetecía mucho, pero salí sin rechistar. Llevaba puesto el pijama, no me importó porque solo tenía que bajar al jardín del edificio. Cuando llegué abajo había una nota puesta en el contenedor que decía que había que ir a los contenedores de una calle más atrás porque alguien se había quejado del olor. Me fastidió porque iba en pijama y tenía ganas de dormir, pero fui. El mayor error de mi vida. El momento de ir de mi edificio a la calle de detrás lo tengo un poco borroso pero no creo que hiciera mucho. Cuando llegué allí tiré las bolsas y fui en dirección a mi casa, sentía una presencia que me estaba haciendo sentir incómoda, me di la vuelta y un hombre que había detrás me agarró del brazo y me puso una máscara negra con una sustancia que me drogó al instante e hizo que no me acuerde de nada del trayecto. Cuando desperté me encontré en una habitación de unos cincuenta metros cuadrados con un escritorio, una cama y un sofá. Estaba muy asustada y confusa. Pasaron días, no sé si meses, hasta el día de hoy, y siempre despertaba en la misma habitación, con dolores por todo el cuerpo. Mi pijama empezaba a ensuciarse, casi que no dormía, solo cuando me drogaba para hacerme daño. No sé si es una buena decisión pero no aguanto más, he encontrado unas cuchillas cuando me ha dejado ir al baño. 51
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
El juicio. El abogado de los padres de Vega terminó de leer la carta que esta había escrito antes de quitarse la vida y segundos después el juez le dio 30 años de cárcel a Tomás Aguado, el maltratador de Vega López. Sus amigos, después de enterarse de lo ocurrido, se quedaron muy asustados porque su difunta amiga se había convertido en el personaje que ellos inventaron para Halloween.
52
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LAS MUÑECAS GEMELAS, por Julia Fernández Pastor
3º ESO C
Había una vez hace mucho tiempo una cabaña en medio de la nada en la que vivía una mujer con sus dos hijas gemelas, cada una de cinco años. La mujer se estaba muriendo de hambre porque estaban en malos tiempos y no había animales que cazar al haber entrado el frío tan temprano. Alimentaba a las niñas como podía, pero igualmente lucían desnutridas y más pequeñas de lo que deberían. Una tarde volvió del bosque sin nada de comida, estaba asustada, tenía mucha hambre y las niñas lo único que hacían era dormir, al no tener fuerza. Se acurrucó junto a ellas y se durmió. Tubo un sueño fantástico: ¡Estaba rodeada de manjares! Empezó a comer, pero, de repente, empezó a ver solo sangre y los rostros de sus hijas. ¿Qué estaba pasando? Quería despertar y no podía. Despertó. Pero despertó de lo que parecían haber sido unas alucinaciones por la desnutrición. Creía que todo estaba bien, pero luego vio lo que había a su alrededor, parecía una carnicería y solo veía a sus pequeñas destripadas y llenas de sangre. ¿¡Qué había hecho!? Lloró durante lo que parecieron días, esperando que todo siguiera siendo un mal sueño del que despertaría y podría volver a abrazar a sus queridas niñas. No lo era. 53
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Cuando se quiso dar cuenta, la cabaña olía mal y los cuerpos de las niñas se descomponían, siendo imposible de limpiar. Su vida ya no tenía sentido, para qué se seguir alimentándose cuando no tenía por quién vivir. Un día apareció una extraña anciana que decía poder hacer que recuperara aquello que más deseaba, y ella dijo sin pensarlo que quería a sus hijas. La vieja bruja le dijo que era posible pero que necesitaría un pelo de cada una. Ella se lo dio y la bruja le dijo que en poco tiempo tendría en la puerta de su casa a sus hijas con ganas de jugar con ella. Pasaron semanas y ella cada vez estaba más enferma y creyendo que lo de la bruja había sido otra alucinación. Su final se acercaba y ella lo sabía, ya no tenía ni fuerza para ir a buscar comida. Una noche en la que ya casi no podía ni abrir los ojos, tocaron a la puerta, ella no podía abrirla, así que decidió dormir y que pasara lo que tuviera que pasar. No despertó, había muerto sin poder volver a ver a sus hijas. En la puerta de la casa había dos muñecas exactamente iguales, con caras bastante esqueléticas y cuerpos anoréxicos. Eran escalofriantes. Pasaron los años, décadas, y nadie aparecía por allí. Risas y gritos, eso es lo que se oía por gran parte del bosque. Un grupo de jóvenes había salido para pasar el fin de semana por allí. Siguieron andando y se toparon con la cabaña, al haber pasado tanto tiempo no quedaba rastro de sangre y los animales se habían comido los cadáveres, por lo que no podían imaginarse lo que había pasado allí.
54
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Entraron y lo único que encontraron fue una cabaña donde poder resguardarse por la noche, y unas muñecas horribles. Nadie quería tocarlas, así que se decidieron por dejarlas ahí. Todos se quedaron dormidos por el cansancio. Ya entrada la noche alguien se despertó por unos ruidos extraños. Una muñeca estaba abriendo a uno por la mitad y comiéndoselo. La chica se quedó paralizada por el terror que sentía, ¡la otra muñeca se estaba moviendo, yendo hacia sus amigos! ¿Por qué no entendían que ellas solo querían alimentarse? Pasaron horas y la chica sabía a ciencia cierta que si salía viva de aquello no podría recuperarse. Las muñecas habían acabado con todos sus amigos, ya no lucían desnutridas, y eso era escalofriante. El suelo estaba lleno de sangre y vísceras. Empezó a amanecer y se dijo que si no quería acabar como sus amigos debía irse de ese lugar. Las muñecas se habían quedado donde las encontraron al llegar a la cabaña, no sabía en qué momento se volvieron a poner ahí. No lo pensó más y se levantó, no dejó de correr hasta llegar a la civilización. Pasaron semanas y cada vez que cerraba los ojos veía todo lo que había tenido que presenciar, no podía soportarlo. Como si de un sueño se tratase se levantó, subió a la azotea y se tiró.
55
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
CUARTO ELEMENTO, por Lucía López Martínez
1º Bachillerato F
Érase una vez María y Pablo, dos jóvenes de diecisiete años que no sabían las consecuencias que iba a tener entrar aquel día por esa puerta. Todo empezó el 10 de noviembre, el día en el que María cumplía su mayoría de edad, sus esperados dieciocho. Pablo, tras darle muchas vueltas para encontrar una sorpresa para ella, pensó que le gustaría ir a un escape room y vivir la experiencia juntos. Al entrar, el recepcionista les pidió los datos personales y mucha información sobre su familia, esto les desconcertó, pero no le dieron mayor importancia. Antes de empezar les explicaron en qué iba a consistir y que era necesario que cumplieran los siguientes requisitos: debían entrar descalzos, con unos monos puestos, uno de los dos tenía que entrar esposado y solamente disponían de una hora. Siete en punto. Ya era la hora de entrar y un señor alto y robusto les dijo: “Buena suerte, la necesitareis”. El tiempo corría y María tenía que buscar la llave para poder salvar a Pablo, pero no iba a ser tan fácil, las esposas de Pablo necesitaban una combinación que solo podían conseguir encontrando el primer elemento, que se trataba de una muñeca blanca, y detrás de ella se encontrarían los números. 56
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Siete y veinticinco. Pablo pudo quitarse las esposas diciendo noventa mil nueve, los números que le había gritado María a lo lejos. Pablo, eufórico, fue en busca de María y se dio cuenta de que no estaba solo en la sala, había una niña pequeña llorando con varias marcas de violencia por el cuerpo y sin parar de repetir la palabra mamá. Asustado y preocupado por ella, fue en busca de María para poder salir y ayudar a la niña, pero no la encontraba; desesperado, comenzó a gritar su nombre sin obtener respuesta. Pablo empezó a dar vueltas por toda la sala llorando desconsoladamente cuando la niña le dijo: “Yo sé dónde puede estar, a mi familia y a mí nos tienen secuestrados desde que vinimos, pero yo he conseguido escapar”. Ocho menos veinticinco, y los secuestradores empezaron su plan, ya que podían ver todo lo que está pasando a través de sus pantallas. Encendieron unos conductos de ventilación que arrastraron a Pablo y a la niña hacia un garaje lleno de personas atadas a unas sillas, con cinta aislante en sus bocas, entre ellas María y la familia de la niña, que gritaban y lloraban al verlos. Los secuestradores eran muy estrictos y si hacían cualquier movimiento extraño los llevaban directamente a una sala donde nadie sabía lo que podía pasar, pero sí sabían que nada bueno, porque el que entraba no volvía a salir. Uno de los secuestradores puso en fila a la familia que más tiempo llevaba con ellos, los primeros que sufrieron el secuestro, la familia de la niña. Los metió a todos en la sala con la puerta abierta, obligando a que la niña viera cómo mataban y degollaban uno a uno a cada miembro de su familia. Pablo y María se dieron cuenta de que se trataba de una secta que vendía órganos humanos, eran conscientes de que 57
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
los próximos en morir serían ellos, pero inesperadamente la niña consigue cerrar la sala dejando al secuestrador atrapado y Pablo y María fingen un infarto, y así obtendrían la atención de los demás secuestradores. Con esto, la niña, a pesar de lo pequeña que es, es muy inteligente, consiguió escapar por los tubos. No todo salió como esperaban. La niña consiguió llegar hasta la entrada donde se situaba el escape room e intentó abrir la puerta para pedir ayuda cuando, afortunadamente, pasaba un agente de policía que, junto a su patrulla, pudo entrar y arrestar a cada uno de los trabajadores. Muchas de las personas secuestradas pudieron salir y se salvaron, otras cayeron en enfermedades muy graves y Pablo y María murieron tras su suicidio.
58
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA SERPIENTE, por Antonio López Romero
2º ESO B
Basado en un cuento popular
Hace ya muchísimo tiempo, más o menos cincuenta años, había un rumor en un pueblo llamado la Alberca que decía que, en una de las muchas cuevas próximas al monte, vivía una pequeña familia: un hombre, una mujer y un bebé recién nacido. El rumor decía que, de madrugada, una serpiente de color negra se metía en la cueva y mientras que esta ponía su cola en la boca del bebé, mamaba leche de los pechos de su madre. Al principio, los padres no se dieron cuenta del estado del bebé, pero un día, el padre vio que su bebé no cogía peso, pero que además estaba muy pero que muy delgado, podríamos decir que estaba desnutrido. La madre, estaba muy cansada y casi todo el tiempo estaba durmiendo, pero el padre ya estaba empezando a sospechar del estado de su bebé. Su padre ya estaba muy preocupado así que decidió quedarse una noche despierto y ver lo que estaba sucediendo. Una noche, era de madrugada, el padre creyó ver una cola de color negra, así que sigilosamente se acercó para ver lo que estaba sucediendo. El padre, cuando vio aquella 59
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
escena, quedó atónito y tenía mucho miedo de aquella enorme serpiente. Se lo pensó unos segundos antes de matarla y al final, con toda su valentía, mató a aquella descomunal serpiente. Esta historia se fue extendiendo por todo el pueblo en aquel entonces y según los rumores, la historia fue totalmente cierta. Conforme fueron pasando los años, la historia se fue pasando de generación en generación hasta el día de hoy.
60
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LAS ESTACIONES, por Cristopher Andrés Escalante Guartatanga
1º Bachillerato F
Hace unos años viví una experiencia con mis padres, una experiencia que nunca olvidaré. Parecía una completa película de terror. Todo empezó en un día cualquiera con mi familia. Teníamos que coger un autobús para llegar a la casa de mis abuelos, llegamos a la estación, era una estación nueva que habían construido. Nada más entrar la cosa ya empezaba a ponerse rara y oscura. Para empezar, no había nadie más en ese lugar salvo mis padres y yo; a los pocos minutos apareció un hombre vestido con el uniforme que se ponen los que conducen el autobús, nos dijo que el autobús salía en cinco minutos y que esperásemos frente a la estación. Ese hombre me daba mala espina, eso les dije a mis padres. Mis padres, sin pesar en nada raro sobre aquello que estaba pasando, siguieron adelante, yo al final me autoconvencí de que eran todo alucinaciones mías; decidí seguir, un poco desconfiado. El autobús llegó, era un autobús que no estaba acostumbrado a ver en esta zona, era alargado, con dos filas de asientos a cada lado, tenía unas ventanas rectangulares y dos puertas de salida, eso sí se veía completamente nuevo. Entramos y yo me senté en el lado contrario de mis padres. Antes de entrar, el conductor me dijo: “Intenta sobrevivir”. Seguidamente sonrió, esa sonrisa me produjo un escalofrío. El autobús se puso en marcha, al cabo de unos minutos el 61
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
conductor nos dijo que íbamos a pasar por una zona con mucha niebla. Fue en ese momento que cambio mi situación: una vez pasada la niebla, me encontraba en un sitio totalmente diferente, era de noche, había una brisa escalofriante, miré a mi alrededor y el autobús, que era completamente nuevo, ahora estaba sucio y viejo, las ventanas tenían unas placas de madera para evitar que entrasen esas cosas, y lo que más me impactó fue el conductor, que de ser una persona normal, ¡ahora era un robot!, un robot que repetía siempre lo mismo: “Sobrevive si puedes”, mientras se reía. Yo en ese momento entré en pánico porque ni siquiera sabía dónde estaban mis padres. El robot me dijo que si quería salir de ahí con vida tendría que encontrar las tres llaves que se encontraban en tres sitios diferente, a los cuales él me llevaría. Me advirtió que conseguirla no era tan fácil, tendría que evitar que me mataran los que yo llamo monos. Los monos son seres que caminan a cuatros patas, es bajita la altura de un mono adulto, pero lo terrorífico de estos seres es que tienen una boca muy grande con dientes afilados y gruesos a los que no se les sería difícil arrancarte una extremidad. El conductor robot me dijo que me daba un tiempo límite en cada lugar que me dejaba para encontrar la llave, el tiempo límite era de dos horas. Estábamos a punto de llegar a la primera estación, me dijo el conductor antes de que llegáramos que había una pistola y un cuchillo en un baúl al fondo del autobús, me dijo: “Cógelo y sobrevive”. Llegué a la primera estación, cuando bajé me encontré una gasolinera, a su derecha había un restaurante pequeño y a su izquierda una casa bastante vieja y deteriorada, el clima era denso y pesado, me costaba respirar y hacía mucho frío.
62
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Empecé por investigar la gasolinera, allí me encontré con una nota que ponía: “Si quieres encontrar la llave sigue estos pasos”. El primer paso de todos era encontrar una pieza de un coche que necesitaba para poder abrir el maletero, allí se encontraba una llave, la cual abría la despensa del restaurante donde se encontraba una cajita, la cual tenía que llevar a la casa abandonada y dársela a una mano que sobresalía de la puerta. Una vez hecho eso, se abriría la puerta de la casa y en una caja estaría la primera llave. Los dos primeros pasos fueron fáciles de hacer, ya que el sitio era bastante pequeño y se podían encontrar las cosas con facilidad. Lo difícil vino después de salir del restaurante: me encontré con dos monos, en ese momento recordé que eran ciegos, así que pasé de largo, con temor corrí hacia la puerta de la casa. Ese fue mi error: los monos eran ciegos, pero podían escuchar, corrieron hacia mí, yo con la pistola apenas le pude alcanzar a uno de ellos, el otro seguía con vida y se abalanzó sobre mí; por suerte, recordé que llevaba un cuchillo y se lo clavé, matándolo. Rápidamente fui a la casa, entregué la cajita, se abrió la puerta y cogí la llave, salí y vi venir el autobús, me monté en él. El conductor me dijo: “Felicidades, has superado la primera estación. Ahora te toca la siguiente”. Llegamos a una granja, era muy grande, había un granero y al lado, una casa enorme de dos plantas. En el granero encontré un libro, el cual tenía escrita una serie de códigos que se usaba para abrir la casa. Entré en la casa, había muchos cuadros de personas que seguramente habrían vivido allí. Quería salir, pero tenía que continuar, subí a la segunda planta y me encontré con un mono, del cual me costó deshacerme. Una vez acabé con él, este explotó y soltó una tarjeta, la cual me ayudaría más adelante. Entré a una habitación que, al 63
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
parecer, le perteneció a una niña. Allí se encontraba una parte de la llave que necesitaba conseguir, me faltaba otra parte más que se encontraba en el cobertizo. Me dirigí allí, y fue en ese momento cuando me di cuenta de que me quedaban cinco minutos para que llegara el autobús. En el cobertizo había cinco monos y en el centro se encontraba la última parte de la llave que me faltaba; decidido, corrí lo más rápido que pude, cogí la parte de la llave, salí de la casa y justo llegaba el autobús, abrió las puertas, me perseguían los monos, entré lo más ajustado posible y cerré la puerta del autobús. El robot me dijo que no pensaba que sobreviviría a esta estación, pero que la siguiente era la más difícil de todas. A esa estación la llamé la Gran Ciudad, era una parte de una ciudad completamente desbastada con coches en llamas, con escombros y edificios derrumbados. El conductor me dijo que en esta última estación tendría solo una hora para encontrar la llave. En ese momento pensé que ese era mi fin. Bajé del autobús y, con las pocas energías que me quedaban, fui en busca de la llave. Me encontré una nota en la que ponía: “La llave que quieres está en el laboratorio, concretamente en la sala B-19, en un cajón”. Durante veinte minutos busqué como loco el laboratorio, pero no lo encontraba, me puse a pensar que estos ya eran mis últimos momentos con vida, pero casualmente vi un letrero que decía: “Cuidado con lo bajo”. En ese momento empecé a atar cabos y me di cuenta de que el laboratorio era una tienda a la que, por culpa de los derrumbes, solo le quedaban las letras LAB. Corriendo entré allí buscando la sala B-19. La encontré, cogí la llave, para desgracia mía justamente cayó un trozo de pared bloqueando la salida. Fue en ese momento en que mi cordura se perdió: apenas quedaban diez minutos 64
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
para que pasara el autobús. En ese momento sentí desesperación al saber que no iba a poder salir de allí, así que a la desperada empecé golpear una puerta, la cual tras varios golpes se abrió. Entré en ella, era un pasadizo para salir de aquel lugar. Rápidamente salí de allí quedaban treinta segundos para que se acabara el tiempo límite. Corrí todo lo que puede. Para mi suerte, logré salir y entrar al autobús. Allí, sorprendido, me dijo el conductor que era el primero en conseguir las tres llaves, eso me hizo pensar que ya había pasado más gente y que no había podido escapar. Le dije: “¿Y ahora qué hago con las llaves?”. Me dijo que me llevaría a un lugar donde tendría que ponerlas y atravesar una puerta que me llevaría de vuelta a mi dimensión. Llegamos al lugar y puse las tres llaves, pero no pasó nada. Le pregunté al conductor que por qué no pasaba nada de lo que me había dicho y él se empezó a reír cada vez más fuerte. Cuando terminó me dijo: “¿De verdad creías que podrías salir de aquí? Pues estás muy equivocado, vas a pasar el resto de tu vida aquí”, y siguió riéndose. Yo empecé a llorar y a gritar de desesperación. Justo en ese momento me desperté. Así es, era todo una pesadilla que había tenido durante el trayecto. Me preguntó mi madre si estaba bien, le dije que sí. Al llegar a nuestra estación y bajarme, el conductor me dijo: “Me lo he pasado bien, veo que conseguiste sobrevivir, enhorabuena”. Me quedé en medio de la acera con una cara aterrorizada y fría. Después de eso investigué sobre aquella estación y, al parecer, nunca existió.
65
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
MUERTA DE MIEDO, por David Castejón Sánchez
2º Bachillerato B
“Les informamos de que esta noche, según fuentes policiales, han sido asesinadas dos personas en el interior de sus domicilios, situados en la Calle Lope de Vega n.º 2 y Avenida Primero de Mayo n.º 85, respectivamente. En este último domicilio se ha encontrado una nota, supuestamente del asesino, advirtiendo que se va a producir otro asesinato durante la noche. La policía aconseja a los ciudadanos que cierren puertas y ventanas y no permanezcan solos si ello es posible”. Alicia se prepara la cena mientras escucha de fondo la televisión. Apenas presta atención, algo de un asesinato. Cambia de canal. Se detiene en uno donde emiten un documental sobre depredadores. Está sentada delante del televisor, a oscuras, simultáneamente un gran tiburón blanco aparece en la pantalla y un ruido de cristales se oye en la sala. Se sobresalta, esta desconcertada, “¿qué pasa?”, se pregunta. Se levanta muy despacio, deja la bandeja suavemente encima de la mesa, su subconsciente le recuerda algo de un asesinato, ventanas y puertas cerradas… “¿Qué había dicho la policía? Dios…, ¿por qué nunca presto atención a las noticias?”. Cree que es mejor tirarse al suelo e ir arrastrándose inspeccionando su pequeño apartamento. Total, nadie la va a 66
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
ver, así que no hay riesgo de hacer el ridículo. Avanza a hurtadillas por la estancia, cuando de repente emite un grito contenido. Se acaba de cortar con un cristal enorme justo en la muñeca. Tiene que proceder de la ventana del patio interior. “¿Por qué alquilaría el entresuelo cuando yo quise vivir siempre en una planta alta con vistas?”, se pregunta. Está muerta de miedo. No sabe qué hacer. Oye unos pasos. Se queda quieta. Apenas respira pero oye su corazón como si latiera a 100 decibelios. “¿Qué hago?”. Está aterrada. Piensa, piensa. Y pensó. Pensó en coger el trozo de cristal inmenso, sujetarlo con fuerza, levantarse, dar la luz y actuar, actuar como le habían enseñado en las clases de defensa personal a las que había asistido el mes pasado animada por una amiga. Agarró el cristal, con tanta fuerza que se cortó la mano. Se levantó de un salto, dio la luz y se encontró cara a cara con una figura humana embozada y armada con un cuchillo. No lo pensó, le clavó el cristal en el pecho. Tenía tanto miedo que no podía pensar. El encapuchado cayó al suelo y ella se desplomó en el sofá. Todo había terminado. Cogió el teléfono. “¿Policía?”. “¿Dígame?”.
67
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL MONJE, por Roberto Alonso Yelo
1º Bachillerato F
Yo, Kobasky, un monje normal, decidí hacer un ritual para hablar con el diablo, lo que no sabía era que, en vez de hablar con él, me estaba poseyendo. Justo esa noche, al monasterio entró un hombre pidiendo refugio, yo le dije que se fuera, que era muy peligroso estar en este monasterio del siglo XVII, pero no me hizo caso e insistió en quedarse a pasar la noche. Le di unas pautas que debería seguir porque se habían dado casos de que a la gente se le aparecía el mismo diablo. En medio de la noche, mientras el hombre descansaba, notó cómo una sombra le invadió. En ese momento sintió mucho frío, se tapó aún más, también se encendió una vela y una tras otra las ventanas se fueron abriendo y cerrando, haciendo retumbar el monasterio, las puertas se abrían de par en par, el refugiado se hacía una idea de lo que estaba ocurriendo, ya que el monje le advirtió, e hizo lo que el monje le dijo: cogió un crucifijo y agua bendita. El monje empezó a correr por las paredes y por el techo haciendo un sonido extraño, el refugiado tenía que recitar lo siguiente: “Diablo, tú que estás aquí, vete, vete, y no vuelvas por estos lugares, deja al monje en paz”. Después de un silencio aterrador, el refugiado dijo: “Déjale, quédate conmigo, poséeme a mí, no al él, ten piedad de él”. 68
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Yo por dentro estaba intentando luchar contra el diablo que llevaba dentro, pero era demasiado poderoso, de repente me sentí libre, se apagaron las velas y todo volvió a la normalidad. Por la mañana me fui a rezar por lo ocurrido y enseguida me fui a hablar con el refugiado a ver cómo le había ido la noche. Me dijo todo lo que había pasado mientras estábamos desayunando un par de hostias recién bendecidas y un vasito de leche que nos sentó divinamente. Anochecía otra vez y nos fuimos a la cama a ver si podíamos dormir después de lo ocurrido la noche anterior. Pero la cosa no mejoró, ya que esta vez el poseído fue el refugiado: comenzó a sudar y a tener un frío como la noche anterior, pero aún más fuerte. Me llamó asustado, pero para cuando yo estuve allí, ya era demasiado tarde. Tenía un color pálido como la nieve, los ojos enrojecidos y abiertos de par en par, escupía sangre y la cabeza le daba vueltas. En ese momento ya supe lo que tenía que hacer: cogí un crucifijo y agua bendita y se la arrojé. Empezó a gritar de una manera aterradora, me quedé petrificado ante tal sonido y no dudé en coger una estaca y clavársela en el pecho. Empezó a caer sangre y el refugiado ya no estaba vivo, pero el diablo había desaparecido.
69
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
MARTES EN EL HOSPITAL, por Jesús Adolfo Rubio Arias
1º Bachillerato F
Era un oscuro martes por la noche, el pasillo del hospital estaba vacío, con enfermeras y médicos ocupados atendiendo a sus pacientes; ni una sola alma estaba a la vista. La cortina verde de la sala de emergencias se levantó con una ráfaga de viento y se revelaron dos cuerpos: uno, un sargento de policía que conoció su destino a manos de dos ladrones armados que le dispararon tres veces en la cabeza; otro, el de una gimnasta que se rompió el cuello mientras hacía volteretas en una competición. Ambos hombres estaban vivos hacía solo unos minutos, cuando los trajeron al hospital, pero ahora estaban sin vida con los ojos abiertos, como si estuvieran tratando de defenderse de una fuerza invisible para evitar que se llevaran sus almas. Más tarde llegaría el sonido de unos pasos familiares, ya que era hora de que las enfermeras hiciesen su ronda. Dos se dirigieron inmediatamente a la sala de emergencias, pero quedaron impactadas después de descubrir sus cuerpos sin vida. El personal y el equipo fueron directos hacía la sala de emergencias, rápidamente, con la esperanza de revivir a los dos, lo intentaron una y otra vez con el desfibrilador, pero sus esfuerzos fueron en vano, porque los pacientes estaban ya muertos. 70
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Justo cuando todos estaban a punto de cubrir los cadáveres con mantas, una enfermera vio que la ventana de la habitación estaba abierta y que había una guadaña ensangrentada en el suelo. La enfermera recogió la guadaña del suelo pensando que alguien podía haberla dejado ahí, pero tan pronto como la recogió, vio visiones, borrosas al principio, pero la imagen se aclaró lentamente y vio los dos cuerpos como si estuvieran acostados allí, pero la guadaña que ella sostenía había sido llevada por otro ser, con una sombra tan negra como la noche y cuya cara estaba oculta por una capucha. Este ser apuñaló los dos cuerpos, y en los ojos de la enfermera se vio lo que parecían ser sus almas. Mientras tanto, en la habitación se empezaron a escuchar risas. De repente, el miedo se apoderó de la enfermera, ya que ahora sabía que lo que estaba sosteniendo era la guadaña de la muerte, y cuando estaba a punto de tirarla por la ventana, todo parpadeó y se volvió negro. Sus compañeros, que vieron lo que estaba sucediendo, gritaron y rápidamente le quitaron la guadaña de las manos, pero ella no se movió. La puerta se cerró de golpe y, después de una ráfaga de viento, todo quedó en silencio. La puerta se abrió lentamente y se vieron varios cuerpos de enfermeras y médicos que estaban tumbados en el suelo sin vida, con los ojos abiertos, una muerte similar a la de los dos pacientes. La guadaña fue levantada del suelo por una sombra negra con capucha, que miró por la ventana para ver a las almas marchándose lentamente hacia un remolino negro. El policía y la gimnasta estaban ahora a su lado, y con una risa malvada se desvanecieron lentamente.
71
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL PSICÓPATA DEL PUEBLO, por Jorge Ruiz Pérez
3º ESO C
Había una vez un pequeño pueblo, todo era siempre muy tranquilo hasta que un día, en pueblos cercanos, se encontraron varios cadáveres. Todo el mundo estaba muy asustado y preocupado. Al día siguiente todos trabajaban y los niños tenían clase. A la salida de clase, un grupo de abusones fueron a pegar a un niño de su aula por haberse chivado de algunas trastadas. Esa misma noche el grupo de abusones fueron encontrados muertos junto al río. El niño estuvo muy pensativo, ya que le pareció muy extraño que justo los que se habían metido con él fueran hallados muertos. Al día siguiente se suspendieron las clases. El niño fue a la biblioteca a investigar sobre la antigua historia del pueblo. Encontró una historia parecida de un asesino que iba matando a todos los niños del pueblo por problemas psicológicos. El niño sabía que tenía algo que ver pero ningún amigo suyo le hizo caso. Al cabo de unos días volvieron a aparecer cadáveres y la policía cada vez insistía más, buscando para encontrar a quien hizo todo eso. Esa misma noche el chico fue a dar un paseo por alrededor de su calle pero empezó a ver rastros de sangre siguiendo el río hasta ver a un hombre que parecía un poco extraño por su forma de andar y de vestir, el hombre le 72
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
preguntó al niño qué hacía por ahí a esas horas y el niño le respondió que dando un paseo. El niño le hizo la misma pregunta y el hombre le dijo: “Te voy a decir una cosa: soy yo el asesino, pero ahora que lo sabes tendré que matarte también”. El niño salió corriendo y el hombre detrás. El niño estaba pensando mientras corría: “¿A dónde voy, a mi casa o a comisaría?”. El niño decidió ir a comisaría y entró por poco, sin ser alcanzado por el hombre, que fue detenido por la policía del pueblo. El niño ese día fue alabado por todo el pueblo y el hombre fue metido en la cárcel, sabiendo que tenía problemas psicológicos. El niño acabó siendo un famoso detective odiado por todos los ladrones y asesinos. Pasó a la historia llamado el gran Sr. James.
73
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA CASA QUE CONSTRUYERON LOS ESPÍRITUS, por María Isabel Martínez Navarro
1º Bachillerato F
Una mañana en Brooklyn, Tim y Annie, su hermana gemela, estaban haciendo las maletas para irse a casa de su abuela por problemas de salud, por la pérdida de su hija que falleció por circunstancias extrañas. El padre de ellos, ya en el coche en dirección a la casa, les cuenta una historia: “Hace muchos años esa casa se construyó encima de un cementerio y por las noches se escuchan pisadas, risas, voces, llantos…, como si los espíritus arrastraran sus castigos con unas cadenas”. Ellos, atónitos, lo escuchaban con cara de susto, pero con ganas de que les contara más cosas. Llegando a casa de su abuela, se formó una tormenta con truenos y relámpagos. De pronto se fue la luz, todos estaban en el salón, menos ellos dos, que estaban en sus respectivas habitaciones; salieron corriendo hacia el salón y de pronto ellos mismos escucharon esos ruidos, esas voces de niños jugando en el patio. Se lo contaron a sus padres y a su abuela y esta les relató una historia: “En el patio había un pozo y un niño sin querer se cayó y por las noches se escucha su lamento”. Ellos, muertos de miedo, le preguntaron a su abuela si nadie previno lo ocurrido y ella les contestó que era imposible: “Ese día amaneció como esta misma noche”. Ellos le preguntaron si no había nadie acompañando a ese niño, ella 74
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
contestó que era huérfano y no tenía a nadie que lo pudiera asistir. Al día siguiente siguió tronando, con relámpagos y con una lluvia mucho más fuerte, tanto que a través de la ventana no se podía ver nada, y no pudieron salir al patio. La luz seguía sin venir y el cielo, aún más negro; de pronto escucharon un golpe muy fuerte y a lo lejos, sin apenas poder ver nada, se formó como una bola de fuego. Algo había pasado y los ruidos no paraban de oírse, cada vez más raros y más fuertes. Asomados a la ventana, se preguntaban qué podría haber sucedido. Aburridos, sin saber cómo entretenerse, en ese momento cayó un rayo, se vieron sombras, una de ellas se asomó a la ventana y ellos pegaron un grito de terror y salieron corriendo a la cocina, donde estaba su abuela. Cerca había un granero, viejo, abandonado, a punto de derrumbarse. Entonces tocaron a la puerta. Los críos, asustados, se escondieron y su abuela fue a abrir, de pronto se vio una sombra grande y en la mano llevaba un cuchillo enorme, los hermanos empezaron a gritar como locos pensando que iba a matar a su abuela, la verdad es que daba miedo: iba sucio, con las manos ensangrentadas y la cara llena de hollín. Su abuela soltó una carcajada maléfica: era su padre, venía del granero. Llegó la noche y no podían dormir, estaban inquietos, asustados, y decidieron jugar a la güija, ellos solamente querían averiguar si los espíritus podían hablarles y, de pronto, una luz debajo de la puerta del desván se encendió. Tim le preguntó a su padre de dónde procedía esa luz y él les contestó que no veía la luz. La intriga se los comía y el miedo los paralizó en la silla, el desván estaba lleno de enredos, y entre ellos, un baúl; dentro del baúl había un 75
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
payaso, viejo, le faltaba una pierna, estaba bizco, olía fatal y tocaba un violín. Todo eso su abuela lo tiró en un momento dado pero, no sabía cómo, aparecía en el mismo sitio, a la misma hora todos los días sonaba el violín, cada vez que lo hacía anunciaba algo malo. Ellos querían volver a casa, pero todas las carreteras estaban cortadas por la tormenta, su padre les convenció de quedarse con una taza de chocolate bien caliente. A lo lejos se escuchaba la sirena, había ocurrido un accidente: dos chicos en moto se habían estrellado contra los guardarraíles, quedando descuartizados, nadie supo la gravedad del asunto hasta que a la mañana siguiente un vecino fue a contar la historia a casa de su abuela. Ellos, emocionados pero con mucho miedo, querían ver lo sucedido. Cogieron botas, chubasqueros, guantes; su abuela les advirtió que no era bueno para ellos, pero no les importaba si estaba lloviendo, tronando, etc. Salieron por la puerta corriendo y detrás su padre; al llegar se encontraron escrita en el suelo con la sangre de ellos esta frase: “Nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, sino que escuchamos para contestar”.
76
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL VERDADERO PAYASO, por Pilar Olivares Méndez
1º Bachillerato F
Un 20 de noviembre había una familia en un pequeño pueblo de Texas celebrando el cumpleaños de su hijo con todos sus amigos, a Justin el hijo pequeño de los Jonshon que cumplía 8 años, le encantaban tanto los payasos que quería que su padre se disfrazara de uno. El padre la mañana antes del cumpleaños fue a una pequeña tienda apartada de disfraces especiales, la tienda era como muy fría, crujía mucho el suelo con tan solo un paso y estaba el dueño de la tienda, un anciano con cara de malo, el padre entró y le dijo si tenía un traje de payaso, y el anciano le dio uno que tenía guardado en un maniquí lleno de telarañas y con un aspecto demasiado aterrorizador, el padre saliendo de la tienda fue contento a la fiesta de su hijo pensando que le iba a hacer mucha ilusión ver a su padre así y jugar con ellos de payaso. La madre le ayudo a vestir a su marido, y ya listo con todo puesto, fue con su hijo y sus amigos a que pasaran una gran fiesta. Terminado ya el cumpleaños que todos se lo pasaron genial, el hijo dijo que era el mejor cumpleaños de su vida. Llegó la hora de que el padre se quitará el disfraz, de pegarse una ducha y de quitarse el maquillaje, pero desafortunadamente sentía que algo no iba bien, no se podía quitar el disfraz, el hombre se quedo pensativo... y pensó que a lo mejor se había pasado de pegamento en la nariz... algo no iba bien y cogió sus alicates para quitarsela arrancando pero 77
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
no podía, sentía como si fuera parte de su cuerpo y no se la podía arrancar, y tampoco podía quitarse el disfraz. Al día siguiente el hombre se levantó como un payaso asesino y escapo de su casa para matar a alguien que viera por la calle, el payaso vio a un niño que se reía de su hijo en el colegio y fue directo a por el, lo mato y se lo comió. La madre se enteró de lo que paso y habló con un hechizero para ver que podría hacer para quitarle ese mal a su marido, pero el hechizero dijo que solo había una solución y era cortandole la cabeza a su marido. La mujer muy triste se negó rotundamente, pero su marido no paraba de matar a gente y de comersela, se estaba convirtiendo en un asesino terrorifico en el pueblo y nadie podía pararle. Por último la mujer se lo estuvo pensando y fue corriendo al bosque donde el se quedaba a refugiarse, la mujer aterrorizada iba andando y se encontraba muchos huesos o cuerpos de cadáveres, temblando vio al payaso y sin pensarlo, cojío el hacha lo agarró, lo puso en el suelo y le corto la cabeza, y el mal ya habría desaparecido para siempre, o no.. hasta que alguien se vuelva a encontrar el disfraz y se lo ponga...
78
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL SILBIDO, por Jorge Hernández Martínez
3º ESO C
Hay un pueblo con un total de 300 personas llamado Hiltop, en el que se va a hablar sobre una calle en específico, la calle Solano, en la que hay tres casas y un cementerio, aunque, por su tamaño, más que casas son mansiones. En la mansión de la derecha vivía un conde en 1789 y en ella ahora viven siete personas de la misma familia, son la familia López, aunque se conocen vulgarmente como los ricachones; la del centro fue comprada por un empresario con ideas de utilizar su gran cantidad de habitaciones para hacer un motel, y la otra casa sigue abandonada porque según el pueblo ocurre algo raro en ella, sin embargo hay una persona, el señor Sánchez, Iván Sánchez, interesado en su compra, porque tiene la idea de usar esa casa como casa de Halloween, ya que está al lado del cementerio, y quiere que los niños lo pasen bien, así que compró la casa y se dio cuenta de que por dentro era muy vieja, y eso le gustaba porque iba a parecer más terrorífica e iba a ser más chulo para la gente que quisiera hacer truco o trato en ella. Estaba a 20 de octubre y comenzó a decorar la casa, y cada día que pasaba se daba cuenta de que algo raro ocurría en el cementerio y decía que se sentía como vigilado. El día 30, cuando acabó de decorar la casa, se encontró una nota que ponía, “por cada silbido habrá un desaparecido” y él 79
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
decidió colgarlo en su puerta para darle misterio al asunto, ya que creyó que quedaría bien. Al día siguiente escuchó un silbido y acto seguido un grito, y por lógica pensó que alguien había leído la carta, pero al asomarse no vio a nadie; sin embargo, al asomarse al jardín vio un cuerpo sobre la hierba y entonces salió a ver, y estaba muerto con una carta que ponía: “Viste al desaparecido y no quiero testigos”. Tenía la misma letra que la que se encontró, entonces comenzó a sospechar algunas opciones, como que unos jóvenes querían gastar una broma y sacaron al muerto o que realmente ocurría algo peligroso. De momento prefirió pasar del tema aunque estando alerta, pero lo principal era que en unas horas se iba a celebrar la fiesta de Halloween y todavía tenía que comprar los caramelos para los niños que se acercasen, entonces fue al supermercado del pueblo y compró 30€ en caramelos y golosinas. A las 19:52 escuchó otro silbido y vio a unos chavales corriendo por la puerta del cementerio, entonces Iván se acercó al motel y a la casa de los López a ver si alguien estaba notando algo raro, y según lo que decían todo iba normal, como solía ir. No volvió a ocurrir nada hasta las 22:13, cuando sonó el timbre e Iván abrió con entusiasmo preparando su voz tenebrosa, y al abrir, en vez de ver unos niños diciendo truco o trato, aparecieron unos adolescentes y le lanzaron huevos. Con cabreo cerró la puerta y pensó cómo había cambiado esto, y cinco minutos más tarde volvió a sonar el timbre y con miedo a que le cayeran más huevos abrió despacio pero por suerte escuchó una voz de un dulce niño diciendo truco o trato, por lo que de alegría le dio a él y a sus amigos un montón de caramelos, repetitivamente vinieron más niños a pedir caramelos hasta que se acabaron, y cuando se acabaron los caramelos y las 80
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
golosinas volvió a sonar el timbre y cuando iba a decir que no le quedaban ya caramelos, vio a los adolescentes de antes acercándose pidiendo perdón y contándole que eran ellos los que hacían lo del silbido pero que ahora le perseguían muertos y el hombre, pensando que estaban de broma, se sorprendió al verlos, entonces de lejos se escuchó un silbido pero resultaba que el silbido no era de uno de allí y tampoco era de un vivo, y tras escuchar el silbido se escuchó de un muerto: —Lo que va a ocurrir es la consecuencia de profanar nuestras tumbas…
81
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
STORM, por Sergio Valiente Barba
1º Bachillerato F
La mañana del 31 de julio del 2014 se jugaba la final de la copa del mundo, entre las selecciones de futbol de Francia contra Alemania en el Estadio de Maracaná (Río de Janeiro, Brasil). Mi padre, que es de origen alemán —aunque en esa época estábamos residiendo en Uruguay—, estaba como loco por ir a ver el partido entre las dos selecciones y preparamos el viaje para asistir al mismo. El día de nuestra partida, fuimos al aeropuerto y, nada más entrar, nos extrañó mucho no ver pasajeros, tampoco funcionaban los teléfonos móviles, mi padre estaba estupefacto ante la situación, aun así nos dirigimos hacia la puerta de embarque, allí vimos a una anciana con una apariencia muy macabra que se disponía a acceder al avión, no sin antes dirigirse hacia nosotros para advertirnos que esa noche habría unas tormentas torrenciales, en ese momento mi padre tuvo un fuerte presentimiento de pavor y decidió que no cogeríamos aquel vuelo. De camino de regreso a casa, se confirmó lo que la extraña anciana nos había dicho en la puerta de embarque antes de acceder al avión, y comenzó a caer una fuerte tormenta acompañada de rayos, relámpagos y truenos; yo estaba aterrorizado y temblando ante las circunstancias, mi padre intentaba calmarme diciendo que lo tenía todo controlado, pero yo sabía que no, que me lo decía para 82
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
tranquilizarme, continuamos el trayecto hacia nuestra residencia, el cual resultaba muy complicado debido a la tormenta; entonces, cuando faltaban aproximadamente 20 kilómetros para llegar a casa, de repente una fuerte ráfaga de viento huracanado movió el coche e hizo que nos saliéramos de la carretera, dando dos vueltas de campana. Debido al impacto recibí un fuerte golpe en la cabeza y perdí la consciencia…, no sé cuánto tiempo estuve ahí tirado…, solo recuerdo ver el coche en el que viajábamos boca arriba y no ver a mi padre, y también recuerdo ver a la anciana del aeropuerto al iluminarse el cielo con los rayos y relámpagos que estaba a mi lado… Al despertar, miré a mi alrededor y comprobé que el coche estaba en una estación de servicio, me alegré enormemente al ver salir a mi padre de la tienda de la gasolinera en la cual acababa de pagar el carburante que le había puesto al coche. Se montó en el vehículo y, al alejarnos de la estación de servicio, por el espejo retrovisor del mismo vi a la anciana macabra del aeropuerto, que estaba observándome desde el arcén de la carretera… Sentí un alivio supremo y comprendí que habíamos recuperado nuestro trayecto y nuestra vida.
83
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL PARPADEO, por José Ángel Ros Serrano
2º Bachillerato B
Era una noche de sábado cualquiera, Zeus y sus amigos, Harry y Stuart, estaban jugando a la videoconsola en la casa de los abuelos de Zeus. Todo empezó a torcerse cuando la televisión comenzó a parpadear, pero no a parpadear de una manera aleatoria, sino como si de un patrón se tratara, cada minuto parpadeaba tres veces. En un principio nadie se asustó, ya que pensaban que era algún tipo de fallo en la televisión, así que Zeus se dirigió a la terraza a intentar mover la antena por si todo se solucionaba. En efecto, cuando Zeus volvió a la habitación la televisión funcionaba con total normalidad. Pero Harry no estaba del todo cómodo, de un instante a otro, con la mirada centrada en un punto fijo, Harry empezó a decir: “Merlina me ha dicho que no tengamos miedo, que todo va a salir bien”. Justo en ese momento, Zeus y Stuart se quedaron paralizados: Merlina era la abuela de Zeus, que falleció justo en esa habitación. De inmediato Zeus obligó a Stuart y a Harry a abandonar la casa. Juntos, se dirigieron a un hotel. Durante el trayecto no intercambiaron ni una sola palabra, excepto Harry, que no paraba de repetir la misma frase. Una vez ya los tres acostados, Harry gritó: “Está aquí, con nosotros”. Stuart y Zeus se despertaron al instante, y no pegaron ojo en toda la noche. 84
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
A la mañana siguiente, no dudaron en llamar a un espiritista. Nada más entrar en la casa de este, les dijo: “Estáis en muy mala compañía, lo que os persigue no es quien vosotros pensáis”. El espiritista tuvo que recurrir a rituales oscuros para liberar a Merlina o a quien decía ser Merlina. Nada más salir de la casa del espiritista, Harry se sentía liberado. Esa misma noche, durmieron en sus respectivas casas, pero no todo había acabado. Zeus vio que mientras él estaba acostado, una sombra negra, con rasgos de hombre, estaba en la puerta observándole. Zeus no quiso contárselo a Harry ni a Stuart para no asustarles más, pero a la mañana siguiente Zeus recibió un mensaje de Stuart que decía: “¿Lo has visto tú también, verdad?”. En ese momento, Zeus le contó lo que le ocurrió y sabía que lo que les perseguía no era para hacer el bien…
85
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL CHIRRIDO DE UNA PUERTA, por Ariel Enrique Osorio Celedón
2º ESO B
“Era un verano de 1988. Kevin, un chico de unos 13 años que escribía todo lo que le sucedía en su diario, vivía enfrente de una casa en la cual se cometieron una serie de asesinatos. Su padre no era especialmente un gran padre, era todo lo contrario: él fumaba y bebía todo el día; su madre trabajaba en una jornada completa y no estaba con su hijo. En la habitación de Kevin había un ventanal que daba a la casa de enfrente, todas las noches él escuchaba chirridos de la puerta principal de la otra casa, que se abría y cerraba por el viento, y él se quedaba mirando por la ventana la casa misteriosa. Algunas veces oía voces tan tenues que parecían susurros que provenían de la casa. La noche de Halloween, Kevin salió disfrazado de zombi y fue a pedir dulces. Como no tenía amigos, se quedó solo en una farola y a lo lejos vio cómo la puerta de la casa de en frente se abrió de par en par y en la alfombra había tres dulces. Kevin se acercó a recogerlos y los agarró, pero se sentía atraído por la misteriosa casa; entonces, armado de valor, entró en la residencia. Al comienzo solo vio cuadros y pinturas rotas y viejas y algunas cintas policiales. Mientras se adentraba en la sala sentía un frío tremendo y su respiración se escuchaba más fuerte y se sentía mal del estómago. Pasó por la cocina, donde había carne y otros alimentos podridos que olían mal; luego subió las escaleras y entró 86
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
en la habitación principal y pudo presenciar con sus ojos un lindo origami de dinosaurio en la cama principal. El chico, atraído por tal papel, se acercó y ahí, en ese momento, fue cuando desapareció.” —¿Está segura, señora Parker? —pregunta el oficial de policía. —Sí, señor, eso fue todo lo que él colocó en su diario —dice entre lágrimas. —Pues, señora, su hijo apareció muerto y descuartizado. —Junto con otros veinte niños, se ha atrapado al culpable, era un loco pedófilo que se hacía llamar “el asesino del origami”. La señora Parker, quien era la madre de Kevin, rompió en lágrimas y se cayó al suelo desconsolada. Pero ese no era el fin para el asesino de origami, porque él escapo de la cárcel y siempre va equipado con un machete y un cuchillo para descuartizar a cualquier niño solitario que ande solo en la noche de Halloween.
87
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA CATASTRÓFICA HISTORIA DE LA CASA DEL LAGO, por Carolina Alemán Pedro
3º ESO C
Hace muchos años, en una casita cerca de un lago murió una familia que no se dejaba ver mucho por el pueblo y nadie sabía cómo ocurrió. Alguna gente del pueblo contaba que alguien los asesinó, otros decían que los mató el padre y luego se suicidó, pero una anciana del pueblo siempre dijo que esa casa había estado embrujada, porque cuando pasabas cerca de ella se escuchaban gritos lejanos de unas niñas. Durante muchos años la casa estuvo deshabitada. Un buen día, una nueva familia llegó al pueblo preguntado por un lugar para poder vivir, muchos vecinos les comentaron la posibilidad de vivir en aquella casa deshabitada. Un vecino que había llegado al pueblo hacía pocos años apenas hablaba con nadie, era un hombre raro, desaliñado, con una barba y aspecto serio. Se dirigió a la familia para recomendarles que no viviesen en esa casa, puesto que él intentó vivir cuando vino al pueblo, pero oía ruidos y gritos muy a menudo. La familia no hizo caso a este vecino y decidieron irse a vivir a aquella casa puesto que, como nadie la quería, les costó muy económico. Al cabo de unos días de estar viviendo, una de las niñas empezó a escuchar ruidos, y sus padres la escuchaban 88
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
hablar sola durante varios ratos. Aquella niña poco a poco fue alejándose de la familia y cada vez hablaba menos con ellos, hasta que un día sus padres preocupados hablaron con ella seriamente: “¿Qué te pasa, hija? ¿Por qué ya no hablas a penas con nosotros?”. Y la niña les respondió: “Es que tengo miedo porque mis amigas me dicen que si hablo un hombre malo vendrá a por nosotros”. Sus padres, preocupados, fueron a hablar con el alcalde del pueblo y este les contó la historia que había pasado hacía años. Aterrorizados, decidieron dejar la casa, empezaron a recoger todas sus cosas, pero, cuando estaban a punto de marcharse, aquel vecino raro y serio apareció en la puerta de su casa. Ellos se quedaron asustados y le preguntaron: “¿Qué hace usted aquí?”. Y él respondió: “He venido a hablar con mis hijas”. Los padres y la niña se quedaron boquiabiertos y dijeron: “¡Si aquí solo vivimos nosotros!”. El hombre sin más dilación entró corriendo, se encontró con sus hijas y a lo lejos se vio venir una avalancha de gente, que eran los vecinos con antorchas y velas para acabar de una vez por todas con esta historia tan aterradora. La otra familia se fue a un lugar seguro y tranquilo.
89
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LOS PLANES, por Álvaro Campillo González
2º Bachillerato B
Esta historia comienza con un grupo de amigos que durante unas semanas estuvieron hablando sobre los planes para Halloween, sobre qué hacer el 31 de octubre. Estuvieron discutiendo varias veces, ya que tenían varias ideas para ese día, entre ellas salir de fiesta a alguna discoteca, pero no todos estaban de acuerdo con esa sugerencia, ya que al ser Halloween pensaron que sería mejor hacer algo relacionado con el miedo, hacer algo que te provocase terror y no te permitiera dormir esa noche. Entre tanta discusión uno de ellos propuso ir por la noche a un recinto abandonado del monte y ver qué cosas podrían encontrar por allí. Al resto de amigos les pareció una sugerencia bastante buena por el morbo que puede dar este lugar tan siniestro. Los chicos buscaron información en internet sobre el lugar abandonado que iban a explorar, leyeron en un blog una historia sobre una persona con problemas mentales que estuvo viviendo allí durante décadas, era un hombre que se escapó de un manicomio en 1983 y fue a aquel lugar para esconderse de aquellos que le buscaban para volver al manicomio, y a partir de ahí ha habido numerosas desapariciones de gente que tenía curiosidad de qué albergaba en el interior de aquella casa. Después de leer esto, los chicos empezaron a tener un poco de respeto hacia el lugar, ya que ahora les inquietaba bastante, pero al fin y 90
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
al cabo ellos querían pasar miedo en Halloween, por lo que acabaron por ir de todos modos, ya que lo más lógico era pensar que eran solo leyendas urbanas de internet. Llegó el día de ir a ese siniestro edificio abandonado. Esperaron a la noche para ir hasta allá, era una noche más gélida de lo normal, algo que a los chicos les gustó, ya que podía darle una atmósfera más terrorífica. Cuando llegaron a la zona del monte donde se encontraba el edificio, al bajar del coche a uno de los chicos le pareció escuchar un grito, el llanto de una persona; él se lo comentó al resto, pero ellos pensaron que estaba bromeando, que lo hacía para asustarlos. Finalmente sacaron las linternas para iluminar el camino mientras se dirigían hasta allá. El recinto estaba vallado, por lo que tenían que saltar para entrar dentro del edificio. Los chicos, cuando saltaron, decidieron separarse para explorar más a fondo la casa; uno de ellos, el que anteriormente había escuchado los gritos de una persona, que era al que más miedo le daba este tipo de aventuras, fue el primero en entrar. La sensación que tuvo fue rara, sentía que alguien le estaba observando, quizás eran imaginaciones suyas por haber leído la historia de aquel hombre que escribió el blog. Cuando dio los primeros pasos hacia lo más profundo de la casa, encontró unas manchas de algún líquido espeso y oscuro que parecía reciente, llamó al resto de chicos para que vinieran a ver lo que había encontrado y fueron todos hasta donde él se encontraba. Los chicos quedaron sorprendidos al ver eso; algunos, algo nerviosos, comenzaban a tener miedo. Uno dijo que lo mejor sería que se marcharan de allí, ya que podría resultar peligroso quedarse viendo la mancha de lo que parecía sangre; el resto no le hizo caso, ya que acababan de llegar y querían explorar más a fondo, pero este 91
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
chico decidió marcharse, ya que no se sentía cómodo en aquel lugar. Este chico cogió uno de los coches en los que fueron y finalmente se fue. Mientras, el resto de amigos decidió subir al segundo piso, pero, cuando subieron los primeros escalones, escucharon unos sonidos extraños: el sonido de algún líquido al gotear y el sonido de una respiración siniestra y ronca. Por unos segundos hubo un silencio, todos los amigos se pararon a escuchar el ruido, lo tenían muy cerca, estaban asustados, no sabían si subir al segundo piso finalmente o salir corriendo. Era obvio que había alguien allí, la historia del blog era real. Los chicos decidieron echarle valor y subir al piso. Una vez subieron se dieron cuenta de que estaba el cadáver de alguien colgado del techo de esa casa, el líquido que goteaba era la sangre del cadáver que se encontraba decapitado… Los chicos quedaron asustados y paralizados al ver a un cadáver ahí. Cuando finalmente reaccionaron, salieron corriendo, buscaron la salida de aquella casa, pero cuando bajaban las escaleras escucharon la voz de alguien, una voz de alguien mayor, una voz siniestra y ronca que decía mientras reía a carcajadas: —Vosotros sois los siguientes, hahahahaha... Este hombre estaba detrás de ellos, comenzó a apuñalar a todos los chicos por la espalda, a algunos les cortó el cuello, a otros los apuñalaba varias docenas de veces en el pecho y en todas partes del cuerpo. Ningún chico sobrevivió. Solo el chico que huyó cuando vio aquella mancha sospechosa de sangre. El chico no volvió a saber nada más de sus amigos, se sintió culpable al abandonarlos, al dejarlos tirados en aquel lugar. Este chico se suicidó.
92
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
POSEÍDA, por María Párraga Riquelme
2º ESO B
Marta era una chica de 16 años a la que le encantaba la noche de Halloween. Sus amigos solían hacer una fiesta todos los años, donde cenaban y pasaban la noche hasta las 12:00. Marta y Paloma iban las dos de Anabelle, la famosa muñeca diabólica de la tele. Por fin llegó el deseado 31 de octubre, por la calle encontraron a muchos amigos que también asistirían a la fiesta de Halloween. Al llegar pudieron comprobar que había muchos esqueletos, calabazas, gente disfrazada, ponche de color sangre, etc. Ellas eran las únicas que realmente daban miedo, llevaban dos trenzas largas y pelirrojas, una bata blanca llena de sangre, un cuchillo y en la cara se habían pintado las cicatrices de la muñeca. Eran las 23:00 h., la mayoría de gente ya se había ido a sus casas o a hacer el típico truco o trato, y ahí seguían Marta y Paloma, Marta salió de la casa para buscar el baño de Gabriel, el dueño de la casa, que estaba fuera, tardó un rato en encontrarlo, toda la zona estaba llena de tumbas y cadáveres, al salir pudo ver que estaban todas las luces de la casa apagadas, dedujo que se habían ido todos a por caramelos, pero ya tenían 16 años... 93
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Fue corriendo a entrar a la casa y llamó a Paloma, no estaba, ni Gabriel, ni Paula, ni Dani, no había nadie. Marta estaba muy preocupada, pero sobre todo asustada, la noche de Halloween, sola en la casa de su amigo, seguramente será una broma estúpida de Halloween, es lo que suelen hacer todos los años. Se podía escuchar un ruido fuera de la casa, en el baño, de donde venía Marta, desde lo lejos se podía ver una persona, una silueta, era… Paloma. Marta salió corriendo a buscarla, sí, era ella. Una chica disfrazada de Anabelle igualita a ella. Pero Paloma no la saludó, simplemente se quedó mirándola, sacó el cuchillo y se lo clavó. Antes de que Marta muriera pudo oír la voz de Paloma y todos sus amigos encerrados en los ojos de Anabelle. Esa chica no era Paloma.
94
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
EL MUTILADOR DE LA REGIÓN, por Daniel Carmona Román
1º Bachillerato F
La esperada fiesta de Halloween se aproximaba. El viernes 25 de octubre se celebraba una de las fiestas del año y tenía lugar en la discoteca Maná, en Murcia. Un grupo de diez amigos estaba preparando los detalles para ir a la fiesta. Vivían en El Palmar, y uno de ellos, Chema, era el más popular del grupo, gracias a él habían conseguido un reservado en la discoteca para la fiesta. Llegó el esperado viernes por la noche, el grupo de amigos estaba muy ilusionado y, como era de esperar, pasaron una gran noche, pero no esperaban la terrible tragedia que sucedería más tarde. Sobre las cinco de la mañana el grupo de amigos tenía que volver a sus casas en El Palmar. Roberto, que era uno de los integrantes del grupo, pensó en hacer autostop para que les llevasen hasta El Palmar. Chema advirtió que no era buena idea, pero acabó aceptándola. El grupo de amigos hizo autostop en la avenida Miguel Induráin. Pasó una furgoneta negra que venía de Puente Tocinos y decidió llevar a los chicos al Palmar. Una vez dentro, los chicos notaron algo raro en el hombre y en la furgoneta. El hombre cerró las puertas de la furgoneta y salió un humo raro de las rejillas que durmió a los chicos. El hombre misterioso los llevó a una finca ubicada a las afueras de Puente Tocinos. Pasadas unas doce horas, Chema se despertó en una habitación vieja y escalofriante. 95
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Él se encontraba en el último piso de la casa. Rápidamente bajó las escaleras en busca de sus amigos. Llegó al sótano y se encontró con dos habitaciones, entró a una de ellas y vio fotografías de chicas y chicos de su edad en la pared, aparte de numerosa información de ellos. Todo parecía indicar que el hombre era un asesino en serie. Chema, muy nervioso, pasó a la segunda habitación y se encontró con lo peor que podía ver: estaban todos colgados y mutilados. Chema quedó aterrorizado, pero pudo escuchar unos pasos que venían desde arriba de la casa. Chema se escondió detrás de un armario y vio por el rabillo del ojo cómo el hombre entraba a la habitación. Llevaba un chubasquero manchado de sangre y una motosierra a sus espaldas. El hombre cogió los cuerpos y se los llevó uno a uno a la parte de detrás de la casa para enterrarlos. Chema aprovechó ese momento para escapar y fue a la policía a contárselo. La policía tardó en llegar a la finca y, cuando llegaron, el hombre ya había escapado. Se abrió una investigación para encontrarlo y encontraron que un grupo de chicas en 2014, hacía cinco años, habían desaparecido la noche de Halloween, y en la casa encontraron fotos y prendas suyas. Todo parecía indicar que el hombre atacaba cada cinco años en esa noche. La policía siguió investigando, pero no encontró nada y con los años el caso se cerró. El hombre misterioso, que pasó a ser apodado el Mutilador de la Región, desapareció sin dejar rastro. Cómo era lógico, Chema se quedó con un fuerte trauma tras este suceso. Por eso, decidió hacer una oposición para meterse a policía con 18 años. Más tarde, fue escalando puestos y se convirtió en jefe de policía nacional de Murcia. Su objetivo principal era buscar a ese hombre que le arruinó la vida matando a sus amigos. Antes de meterse a policía, 96
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
había estado buscando información de él, pero no encontró nada. En 2024, Chema y su equipo de investigación estuvieron preparándose por si el hombre volvía a atacar, pero finalmente no pasó nada. Todo volvió a ocurrir la noche del 31 de octubre de 2029. Chema se levantó al día siguiente y recibió una llamada de un integrante de su equipo (Inspector Martínez) de que habían matado a dos universitarias y habían desaparecido tres la noche anterior. Todo indicaba que resultaba ser el Mutilador de la región, ya que en las pruebas del caso había una motosierra y un chubasquero de sangre procedente del asesino. Chema, con el paso del tiempo, se había convertido en una persona más fuerte y no le tenía miedo. Quería vengar la muerte de sus amigos matándolo. Recibió un mensaje anónimo que ponía lo siguiente: “ven tú solo a por mí, si no vienes solo, las chicas morirán”. La dirección venía en el mensaje y Chema se dirigió para allá solo. Se trataba de una casa fea y antigua, ubicada en el pueblo del Cabezo de Torres. Chema entró a la casa, que estaba abierta, con una pistola de nueve milímetros. Recorrió toda la casa, pero no encontró nada, hasta que llegó al sótano. Ahí se encontraba el hombre, esperándolo detrás de un armario. Chema bajó las escaleras muy despacio, siempre apuntando hacia sus laterales con la pistola, pero de repente escuchó un paso detrás de él, se giró rápidamente y disparó al hombre en el pecho. Lentamente el hombre cayó al suelo, y minutos después acabó muriendo al desangrarse. Chema había conseguido su venganza y había acabado con el Mutilador de la región. Finalmente, Chema y su equipo consiguieron encontrar a las tres chicas, que se estaban escondidas y atadas en un descuartizo a 500 metros de la casa.
97
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Él y su equipo recibieron la medalla de héroes de la cuidad por el alcalde de Murcia.
98
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA MUDANZA, por Marcos Saavedra Reina
2º Bachillerato B
Todo comienza con una familia en proceso de mudanza a una casa con notoria antigüedad, por el afán que tiene la madre al ambiente especial que desprende la casa. La familia está formada por un hijo único de unos 15 años, su madre, que está en el paro y buscando trabajo al mudarse de ciudad por la nueva casa, y su padre, que tiene un trabajo con turno de noche, lo que hace que el hijo se quede a menudo en casa. Al chico no acaba de convencerle la nueva casa, pero, por otro lado, sabe que a su madre le encanta, por lo que no quiere comentarle nada. Ya habiendo acomodado la mayoría de los muebles y objetos en la casa, se empieza a hacer de noche, la casa en ese momento se encuentra vacía a excepción del hijo de la familia. En mitad de la noche, cuando el chico ya está acostado y arropado en su cama sin llegar a estar dormido, empieza a escuchar unos sonidos muy extraños tales como el sonido de la madera crujir, pasos y susurros que no llega a entender; lo que llega a sacar en claro es que estaban sucediendo cosas muy extrañas, y ninguno de sus padres se encuentra en la casa, pero el chico decide hacer como si nada y se decide a dormir. El día siguiente va al instituto y en él le repiten durante todo el día las historias que se cuentan sobre esa casa, historias sobre la maldición que hay sobre ella, le empiezan a 99
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
contar que pertenecía a una pareja que practicaba brujería y murieron ambos por razones desconocidas. Al llegar a casa quería buscar a su madre para contarle sobre las cosas que le había dicho la gente en el instituto, pero cuando llega no hay nadie, y se decide a investigar sobre la pareja que murió allí. El chico sube al sótano a ver si encuentra algún resto que le ayude a informarse un poco, al subir encuentra objetos muy extraños, no entiende muy bien qué podrían ser, pero él supone que corresponden a las cosas de brujería que le habían mencionado en el instituto. Entre tanto buscar encontró un baúl muy misterioso; el chico, con mucha curiosidad de ver el interior, abre el baúl y encuentra una especie de gramófono antiguo bastante sospechoso. Se dispone a tocarlo para ver exactamente mejor qué podía ser, y al tocarlo empieza a sonar una música tenebrosa que asusta al chico y hace que baje con miedo a su habitación. Decide hacer como si no hubiera pasado nada e intenta dormir; consigue dormir, pero a mitad de la noche se despierta por unos ruidos que lo hacen asustarse, pero sale de su habitación a ver qué ocurre. Lo que él desconoce es que al tocar el gramófono había despertado a la pareja de espíritus. El chico escucha el timbre sonar, y es su padre que llega a mitad de la madrugada de trabajar. El padre, nada más entrar en la casa, siente la presencia de los espíritus, que lo hacen sentir cada vez más débil hasta que queda desmayado en el suelo. Cuando llega el chico a la entrada a ver al padre lo ve tan normal, después de saludarlo el padre le dice que se acueste, que es muy tarde, el chico se va a acostar, pero justo antes de dormirse se echa su padre encima de su cama con un una boca demasiado abierta y unos dientes afilados.
100
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
Al día siguiente viene la madre y ve al hijo sin cabeza y al padre desmayado sin idea de qué ha podido ocurrir.
101
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
LA FLOR MALDITA, por Roman Biletskyy
2º Bachillerato B
Hoy os voy a contar una historia que de contarla me da ya un miedo tremendo. Era la noche de 13 de septiembre del 2001, se celebraba una fiesta muy grande en el pueblo lejano. Pero pasa algo tan terrible que desde aquel momento no se cuenta nunca esta historia. Iba una pareja en ese día... —Andrés, ¿tú sabes la historia que pasó en el pueblo en esta noche? —dijo Lola. —Sí, lo sé, pero no vamos a hablar sobre esa historia — dijo Andrés. —No tengas miedo, eso pasó hace mucho tiempo —dijo Lola—, no va a pasar nada. —No es por el miedo, estamos en el barrio donde pasó todo esto —dijo Andrés. Ella le estaba mirando con ojos lloroso—. Vale, está bien, te lo cuento. —Perfecto. —Como siempre, en nuestro pueblo se hacía la gran fiesta de san Iván, todo iba bien nadie pensaba que podía haber pasado esto, había una pareja, Jesús y Lucia eran unos enamorados, se querían mucho. —Como nosotros también nos queremos mucho. —No me interrumpas. Bueno, por dónde iba, al principio de la noche las chicas iban a recoger flores y los chicos hacían el fuego, las chicas ya habían recogido las flores pero Lucia arrancó una flor venenosa que nunca se podía 102
R/N. Revista de narrativa, núm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
arrancan en ese bosque. Al principio no pasó nada. Después volvieron con los chicos. Todos se juntaron y Jesús la llevó más cerca al río y le hizo la propuesta de matrimonio y ella aceptó, eran ya las 12 de la noche y empezaron a tocar las campanas para saltar encima del fuego y Lucía empezó a saltar y empezó a hacer efecto la flor y se desmayó. Como bien piensas, murió quemada. Jesús echó a llorar. Él murió sentado al lado de su tumba. Fin de la historia. —Qué pena la chica. Mira, Andrés, qué flor más bonita he encontrado —dijo Lola. —¡Oh, no! ¡Lola! ¿Qué has hecho? Es esa flor. —¿Cómo? —y empezó el efecto de la flor. Le costaba mucho respirar. —Nooooo. Pasado el tiempo, Andrés cada día iba a su tumba y no podía vivir más sin ella y se mató, y cada noche de san Iván sale al pueblo su cuerpo... Y la gente no sale, porque cada persona que ve a Andrés directamente muere.
103
R/N. Revista de narrativa, nĂşm. 4, vol. 5. 2019. ISSN 2605-3608
104