R/N. REVISTA DE NARRATIVA 5.1 / 2020 ISSN 2605-3608
CON ÁNIMO DE COSMOS
R/N. Revista de narrativa Número 5, volumen 1 2020 ISSN 2605-3608
Con ánimo de cosmos
Edición y prólogo José Eduardo Morales Moreno
R/N. Revista de narrativa Número 5, volumen 1 ISSN 2605-3608 Abril, 2020
IES Saavedra Fajardo Murcia
DISEÑO Y MAQUETACIÓN: José Eduardo Morales Moreno ILUSTRACIÓN DE PORTADA: PIRO4D
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Y sobre todas las cosas, nunca pienses que no eres suficientemente bueno. Un hombre nunca deberĂa pensar eso. ISAAC ASIMOV
ÍNDICE
Prólogo ....................................................................................... 8
El resurgir de las doce rosas rojas, por Sara Jenfi Muñoz ...... 10 El mundo patas arriba, por Alba Garcerán Torres .................. 15 Pierre Berger, por Sara Carbonell Morales ............................. 18 La falsa identidad, por David Saura Conesa............................ 20 Peter Pan, por David Castejón Sánchez .................................. 25 Hasta que la muerte nos vuelva a juntar, por Mª Esther Vignacq Sánchez .................................................................................... 28 Los ojos de Roma, por Germán Murcia Granero ..................... 31 La cita fantasmal, por José María Moral Martínez .................. 34 Tal y como cuenta la leyenda, por Andrea Alonso Fernández 37 Gracias, Candela, por Lucía Leal Gálvez ................................ 40 Náufragos, por Francisco Calvo Valera................................... 43 Un problema que le cambió la vida, por Sonia Alcántara Monreal .................................................................................... 46 Caos, por Pablo Piqueras Rodríguez ....................................... 48 Lucas el marciano, por Alicia Marcos Caravaca ..................... 52 La importancia de las cosas, por Marta Nicolás Jiménez ....... 55 Amor de farmacia, por Gema Vera Osete ................................ 57
Congelado en el tiempo, por Ariel Enrique Osorio Celedón ... 60 El diario, por Alicia Ibáñez Fernández .................................... 66 El hechicero Malsa, por Lucía López Martínez ...................... 73 El corcho y las chinchetas, por Gonzalo Saura Gutiérrez ....... 76 El instituto, por Ana Ródenas Gambín .................................... 79 Extraviada, por Claudia Elkanouzi Almansa ........................... 82 Las favelas, por Mario Puerto Palazón .................................... 85 Mi dulce Catalina, por Andrea Arévalo Calderón ................... 87 Dulces 18, por Paula Jiménez Noguera ................................... 92 Caballero, por Ismael Capel López ......................................... 96 Un viaje inesperado, por Laura Barrachina Navarro ............... 99 Número cien, por Lucía Frutos Teruel ................................... 101 La fama y las drogas, por Antonio López Romero................ 104 El sueño predestinado, por Rocío Ochoa Garay .................... 107 Mala suerte, por Julia Fernández Pastor ................................ 111 Carpe diem, por Antonio Navarro López .............................. 114 La joven encerrada, por Paula Enrique Belando ................... 116 El elfo solitario, por Patricia Ruiz Contreras ......................... 118 Las chicas del tesoro, por Elena Gallego García ................... 121 Confusión, por Zulema Avilés Arévalo ................................. 125 Miguel y su caballo, por Marco Antonio Martínez Molina ... 129 La historia de un héroe, por Miguel Moreno Saura .............. 133 El coronavirus, por Antonio Campillo López ....................... 136
La venganza, por Luis Manzano Pellicer ............................... 139 Cosas que imagino, por Rigo Alberto Piamba Rodríguez ..... 142 La pequeña aldea, por Paula Martínez Saura ........................ 144 Covid, por Esperanza Martínez Sánchez................................ 146 Luna de Plutón Remix, por Alexander Steve Tite San Martín148 Los sueños de Carolina, por Carolina Alemán Pedro ............ 155 El tren, por Claudia Aranda Sánchez ..................................... 157 El pirata, por Jeremi Giuseppe Anchundia Marcillo ............. 159 Los príncipes traviesos, por Javier Flores Ballester .............. 161 La bella mentira, por Sonia Hua Xia ..................................... 164 El caso abierto, por Ana Campos León ................................. 167 Vampiro, por Abibatou Kanoute ............................................ 169 Una pesadilla, por María Isabel Martínez Navarro ............... 171 El fin del mundo, por Javier Carmona Román ....................... 174 Mi primer mundial, por Sergio Valiente Barba ..................... 176 Inseparables, por Jorge Ruiz Pérez........................................ 178 El duende que no pudo crecer, por María Isabel Contreras Barba ...................................................................................... 180 Covid, por Álvaro García Sánchez......................................... 182 Mi vida entre cuatro paredes, por Patricia Sotomayor López184
R/N. Revista de narrativa, núm. 5, vol. 1. 2020. ISSN 2605-3608
Prólogo
Lanzamos al mundo, en esta época de pandemia y de confinamiento tan insólita que nos ha tocado vivir, un nuevo número de R/N. Revista de narrativa, con los cuentos que han escrito los alumnos del IES Saavedra Fajardo (Murcia). Algunos de estas narraciones giran, inevitablemente, en torno a esta situación excepcional y a ese virus que, de repente, ha cambiado de forma radical nuestros hábitos y nuestras rutinas, como Caos, de Pablo Piqueras Rodríguez, o La importancia de las cosas, de Marta Nicolás Jiménez. Otros, sin embargo, tratan temas universales: el amor, que se muestra con una expresión impecable y un desarrollo narrativo fabuloso en el relato que abre este volumen, El resurgir de las doce rosas, de Sara Jenfi Muñoz; la muerte, reflejada magistralmente en Hasta que la muerte nos vuelva a juntar, de M.ª Esther Vignacq Sánchez; la naturaleza y la vida del hombre en la Tierra, sobre la que se reflexiona en El mundo patas arriba, de Alba Garcerán Torres; el arte y circunstancias, como muestra Pierre Berger, de Sara Carbonell Morales; la 8
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felicidad, que aborda David Castejón Sánchez en Peter Pan; la historia, uno de cuyos capítulos se utiliza en Tal y como cuenta la leyenda, de Andrea Alonso Fernández; la amistad, tratada en el cuento Gracias, Candela, de Lucía Leal Gálvez; y un largo etcétera del que podrán disfrutar los lectores de esta revista de narrativa para sobrellevar estos días de enclaustramiento o los futuros días de libertad… José Eduardo Morales Moreno Profesor de Lengua y Literatura
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EL RESURGIR DE LAS DOCE ROSAS ROJAS, por Sara Jenfi Muñoz 1º Bachillerato F
Ginés se levantó de la cama de un salto y alcanzó sus muletas, apoyadas en la pared, cerca del cabecero de la cama. Aquella mañana se sentía pletórico y con fuerzas renovadas. Se aseó y se vistió como para ir a una fiesta. Silbaba muy contento conforme se iba peinando, delante del espejo. En cuanto salió a la calle, saludó a varios vecinos con una sonrisa muy amplia. Tan solo unas semanas antes su actitud era muy distinta. Había vuelto destrozado del frente y apenas tenía fuerzas para levantarse de la cama. Una herida muy fea en la pierna era el recuerdo de una guerra muy reciente. Sin embargo, la tristeza no se había adueñado totalmente de él. Había un motivo para mantener las esperanzas. Un motivo que brillaba y le devolvía las ganas de vivir. La estación de tren quedaba muy lejos de su casa, pero a Ginés no le importaba caminar. Por toda la calle resonaba el eco de sus muletas, que seguían el enérgico ritmo de su corazón, a punto de reventar de emoción en el pecho. Cualquiera que lo viera andar pensaría que, de un momento a otro, levantaría los brazos a la altura de los hombros y extendería las muletas como si fuesen un par de alas, para echarse a volar. Bien dobladito en el bolsillo, guardaba el telegrama de Esther, en el que anunciaba que volvería del hospital de campaña a 10
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mediodía, después de varios meses. Fue precisamente en aquel hospital donde se conocieron. De no haber sido por sus cuidados, él habría perdido la pierna izquierda, convertida en un amasijo de carne por la metralla; es más, probablemente hubiera muerto desangrado. La guerra terminó cuando él aún estaba convaleciente, y había sido uno de los últimos soldados heridos en abandonar el hospital. Ella también lo haría, pero cuando ya no quedase ni un solo herido más. Y ese día había llegado. Durante las últimas semanas, el hospital estaba casi vacío; así que pasaban bastante tiempo charlando. Congeniaban mucho, y él no tardó en cogerle cariño, un cariño infinito. De camino a la estación, se detuvo a comprarle un enorme ramo de rosas. Era demasiado grande. A duras penas podía sostener el ramo y las muletas a la vez. Al intentar sostener el ramo, una muleta se le caía al suelo; cuando cogía la muleta, se le escaba el ramo por entre los dedos. Empezó a resoplar y a ponerse un poco nervioso. A la florista le inspiró un poco de pena, pero también ternura. –Déjame que te ayude –le dijo la florista. Al acercarse a él, Ginés reparó en que la chica tenía un ojo de cristal. Se quedó mirando embobado aquel ojo artificial, de un metal negro muy brillante. No se atrevió a preguntarle por qué tenía un ojo metálico. –¡Listo! –exclamó la florista de repente. Le había atado el ramo a la espalda con un cordel, que le rodeaba el pecho–. Corre, que te espera tu novia, cacahuete. Ginés le dio las gracias y se rio al imaginarse a sí 11
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mismo cogiendo las rosas del ramo, una por una, y disparándolas con un arco, como una especie de Cupido. Y así, fantaseando y con las flores a la espalda, llegó a la estación muy contento, como un niño pequeño. No podía dejar de imaginar cómo sería la llegada de Esther, bajando del tren. Estaba tan ensimismado que no se deba cuenta de que, a su paso, la gente se giraba y murmuraba maliciosamente en voz muy baja. –Con todas esas rosas asomando por la espalda, parece un pavo real –dijo un señor, muy serio, con bastón y bombín. –Menudo espectáculo –comentó una vieja enjoyada de la cabeza a los pies. Ginés no hacía ningún caso a lo que decía la gente a su alrededor, porque era feliz, porque no paraba de pensar en Esther, que llegaría de un momento a otro y que, en ese momento, lo era todo para él. En cuanto llegó a la estación, se plantó en medio del andén, para que ella lo distinguiera bien en cuanto bajase. Parecía que el tren llegaba con retraso, pero eso tampoco le importaba. Dos horas tardó en llegar, por fin. A Ginés le temblaba todo el cuerpo y le sudaban las manos. ¿Por qué? ¿Por qué esta vez iba a ser tan especial, si estaba tan acostumbrado a su trato, a sus cuidados, a su gracia natural? Uno de los últimos vagones se detuvo ante él y, en cuanto abrieron las puertas, apareció ella, soberbia sobre el fondo oscuro del interior del vagón. Bajó lentamente, radiante, pisando cada escalón con firmeza. Se dirigió hacia él, que se había quedado petrificado ante ella, y pasó de largo, sin dedicarle ni una simple mirada de reojo. Entonces, lo que se petrificó fue la sonrisa de Ginés al 12
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ver cómo Esther se detenía frente a un soldado. Por los galones, quizás fuese un general. En cualquier caso, se fundieron en un abrazo y un beso de película, mientras las rosas que llevaba el chico a sus espaldas se marchitaban y caían al suelo del andén, dejándolo todo lleno de pétalos secos a su alrededor. O, al menos, así lo sentía Ginés. Se dio media vuelta, cabizbajo, sintiendo que dejaba un rastro de rosas marchitas tras de sí. Confundido y desorientado, empezó el camino de regreso a casa; esta vez, lentamente. Desde las ventanas, apenas se distinguía el eco apagado de sus muletas. Ya no había energía ni ilusión en su forma de caminar. Se apoyó pesadamente en una barandilla, sin fijarse en si la masa de agua que había frente a él pertenecía a un lago, a un río o a un inmenso océano, porque no veía más agua que la de sus propias lágrimas; no veía más allá de su propia tristeza. Tardó un rato en percibir su propio reflejo en el agua, demacrado, mustio, envejecido... –¿Vas a tirarte ya o te empujo? –dijo el reflejo de una cara que apareció, de repente, al lado de la suya, en el agua–. Quítate el ramo antes. Menudo desperdicio de rosas me ibas a hacer. Si lo llego a saber no te las vendo, cacahuete –la florista le desató el ramo y se lo mostró–. Anda, quédate una. –Todo tuyo. Ya no las quiero. –¿Para mí? Muchas gracias. Nunca me habían regalado un ramo de rosas –dijo la florista, muy seria. Ginés sonrió de medio lado, burlón–. Es verdad, he vendido muchas, pero es la primera vez que me regalan uno, y especialmente viniendo de un chico tan guapo. 13
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Anda, cacahuete. ¿No me vas a invitar a una taza de chocolate? Te acabo de salvar la vida. Oye... Me caes bien... ¿Me cambias una muleta por mi ojo? Ambos se rieron por la ocurrencia. Después, Ginés se quedó mirando a la florista, a su lado, en la barandilla. Esta vez no solo reparó en su ojo, sino que fue más allá, y pudo leer en el corazón de la chica, que se presentó como Graci. De repente, se quedó en un estado total de serenidad. Instantáneamente, descubrió que Graci le inspiraba una confianza que nadie le había inspirado hasta entonces. Y sospechaba que a ella le ocurría exactamente lo mismo.
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EL MUNDO PATAS ARRIBA, por Alba Garcerán Torres 2º Bachillerato B
Hoy en clase me han mandado un trabajo para entregarlo el mes que viene, 6/3/2171, y tenemos que hacerles una entrevista a nuestros bisabuelos de lo que ocurrió en la guerra de 2020, más conocida como la guerra de los mundos, ya que esta fue el detonante para que nos fuéramos a vivir a Marte, donde nos encontramos ahora. No me aguanto más, quiero hacer el trabajo esta misma tarde, tengo mucha curiosidad por saber qué fue lo que pasó, porque, aunque en el colegio nos lo expliquen y nos pongan videos y películas sobre ello, seguro que todo contado por alguien que lo vivió es mucho más interesante y puede contarme muchas más cosas que no se dan en clase. Hoy en día los historiadores tienen la suerte de poder conocer la historia a la perfección, y siempre que tengan una duda se puede resolver en un momento, ya que existen las cabinas de congelación, allí es donde está mi bisabuela y cada vez que quiera puedo descongelarla, el mes pasado cumplió sus 150 años, y voy todas las semanas a verla y a hablar con ella, nos solemos dar una vuelta por la ciudad, no muy larga porque se cansa, y cada vez que sale de su cabina se asombra tanto como la primera vez que vio este nuevo mundo, dice que el mundo en el que ella vivía no era para nada así, que tenía unas cosas 15
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llamadas plantas, de colores verdes, amarillos o rojos, y que daba largos paseos por unos sitios llamados campos que estaban llenos de estas, y que sin ellas no podían vivir porque eran las que generaban el oxígeno, no como ahora, que todo lo crean las máquinas; yo creo que este mundo no le gusta porque no es en el que se ha criado, pero para mí es muy bonito. Acabo de salir de estar con mi bisa, me ha contado cosas fascinantes, me ha dicho que el planeta en el que ellos vivían, La Tierra, era precioso, lleno de árboles, bosques, con plantas de todo tipo y flores, que de ahí hacían el papel; que del interior de la tierra sacaban el petróleo, y que era un recurso que lo utilizaban mucho y era muy escaso; que los animales no los cuidaban tan bien como ahora, que mataban a un montón para poder alimentarse, que incluso había muchas especies que se extinguieron por su culpa, que abusaban de las carnes, que tiraban mucha de esas comidas; que incluso los mataban solo por sus pieles; también me ha contado que los coches no eran como ahora que funcionan con la luz solar, sino que iban con gasolina, y eso producía un gas malísimo para la tierra, producía mucha contaminación, igual que las centrales nucleares para producir electricidad, o las tiendas de ropa para crearla. Sus palabras textuales han sido: “Éramos unos monstruos egoístas que solo nos importaba el dinero”. Me ha contado que, debido al gran abuso que hacían de la tierra, esta les mandó varias señales, les mandó epidemias gravísimas que acabaron con la vida de mucha gente, pero que les daban siempre igual, no hacían caso, hasta que llegó la última epidemia para la humanidad, el último aviso que mandó la tierra, pues estaba ya cansada 16
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de alertarles continuamente y que les diera igual: el Coronavirus. Este se extendió por todo el mundo, habiendo muchas muertes y haciendo que todo el mundo se encerrara en casa. Esto consiguió que la contaminación se redujera, que los animales se reprodujeran tranquilamente, que las plantas se repoblaran, ya que fue una época de hambruna porque nadie se atrevía a salir de sus casas. El virus se fue, ya había hecho su función, le había dado una lección a la humanidad, pero cómo no, en cuanto todo esto pasó, la humanidad volvió a lo mismo, hasta que ya la tierra se cansó, se cansó de dar más oportunidades, de avisarnos constantemente, de que estuviéramos exprimiendo hasta la más mínima gota de lo que nos ofrecía sin preocuparnos ni un segundo por ella, y dejó que la humanidad se matara a sí misma.
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PIERRE BERGER, por Sara Carbonell Morales 2º ESO B
Si viajáis a París seguramente visitaréis el cementerio de Père Lachaise, el más grande de esta ciudad. Y si vais, lo más normal es que sea para ver las tumbas de escritores tan famosos como Oscar Wilde. Pero lo que vosotros no sabéis es que, detrás de las tumbas de todas esas grandes figuras, se encuentra la tumba de Pierre Berger, un hombre cuya historia perfectamente podría ser contada en alguno de los cuentos de los famosos escritores que se encuentran enterrados junto a él. Pierre nació en Gerberoy, un pequeño pueblo al noroeste de París. Era el único hijo de una familia humilde de pastores, por lo que se pasó la mayor parte de su infancia ayudando a sus padres en el campo. Lo que más le gustaba era leer y escribir: decía que era lo único que le ayudaba a escapar de su vida, ya que en esos mundos que él inventaba podía ser lo que quisiera: un caballero, un dragón, una princesa, un rey…. El día de su décimo sexto cumpleaños, sus padres le anunciaron que habían estado ahorrando un dinerillo para que él pudiera viajar a París y formarse como escritor, y que no tuviera que vivir como ellos habían vivido. Pierre llegó al París romántico de principios del siglo XIX y fue directo al barrio de Montmartre, donde se encontraban la mayoría de los artistas de la época, a los 18
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que él tanto admiraba. En este lugar conoció a un escritor, cuyo nombre no voy a decir, que le contrató como ayudante y le acogió en su casa como si fuera su hijo. Además de ayudar a su jefe, Pierre seguía escribiendo por su cuenta, y cada historia que terminaba se la enseñaba al escritor para que le guiara y le ayudara a mejorar, ya que su sueño era llegar a ser como él. Pierre se dio cuenta de que, al poco tiempo de enseñarle un escrito a su jefe, este publicaba un libro con temática similar. Al ser humilde y desconocedor de su auténtica valía, nunca le plantó cara ni le reprochó este comportamiento. Con el tiempo, este escritor se hizo muy famoso a costa de las historias de Pierre, incluso llegó a ser uno de los personajes más célebres de su época. A la edad de treinta años, Pierre murió por culpa de la tuberculosis, conocida en esa época como “la enfermedad de los artistas”. Varios años después, su jefe, ya en el lecho de muerte, pidió que llevaran a Pierre al cementerio de Père Lachaise, el lugar donde estaban enterrados los más célebres escritores de la época, para que pudiera descansar como tendría que haber vivido.
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LA FALSA IDENTIDAD, por David Saura Conesa 1º Bachillerato F
Elena mira el reloj, son las 2:17 de la mañana. No sabía que era tan tarde y acelera su paso. La calle está mojada, ya que está lloviendo. Sus tacones no le permiten correr por los riachuelos que se están formando en las amplias calles de Madrid. Después de un poco de esfuerzo y equilibrio consigue llegar a la parada de metro, completamente seca y vacía. Cuando llega al andén, después de haber bajado las larguísimas escaleras mecánicas, mira a su alrededor y se sienta en el banco más próximo. El siguiente tren llega en seis minutos. Es el último de la noche y no quería perderlo, aunque ahora le sobra tiempo. Decide quitarse su largo abrigo, mojado un poco por la lluvia. El bolso que llevaba, su favorito, también, así que saca algunas cosas. Por dentro todo está seco. Saca su teléfono pero no tiene cobertura. Y ahí se queda, esperando. Se nota que tiene sueño, ha sido una noche cansada. Había quedado con un chico que recientemente había conocido, ambos se gustaban y organizaron una cita, la cual ha salido mejor de lo que Elena esperaba. El chico le llevó a un gran restaurante, le pagó la cena y le ofreció irse a tomar una copa. Lo rechazó argumentando que tenía que estudiar al día siguiente; la universidad no se saca adelante sola, comentó. Ella misma decidió irse en 20
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transporte público, cuando este hombre le había ofrecido su coche para llevarla. La pantalla de información marca tres minutos para el próximo y último viaje, la parada está vacía y no hay ningún ruido además del tenue sonido de las lámparas. Es una de las más viejas de la ciudad y apenas tiene cámaras de seguridad. Elena mira alrededor: el gran mosaico con el nombre de la estación, el banco de al lado manchado, la profundidad del túnel en el cual la luz proveniente de la estación desaparece. De repente, se comienza a sentir un estruendo de lejos. La pantalla se ha apagado y una luz se acerca rápidamente desde lo profundo del túnel izquierdo. Elena se levanta y mira hacia donde estaba sentada para cerciorarse de que no olvida nada. Se pone su abrigo, más seco que antes y se cuelga su bolso. El tren se para y ella entra. La megafonía marca el final del servicio en esa estación y el cierre inminente de la misma. Es sorprendente pero no hay nadie dentro, además de dos personas las cuales ni se molestan en mirar a Elena. El trayecto no es largo, tan sólo son seis paradas que pasan por un centro comercial y un gran parque. Cuando alcanza la cuarta parada, las otras dos personas se bajan, quedando ella sola. Avanza hasta la quinta, donde se sube un hombre que desde el primer momento no da buena impresión. Va solo, viste con ropas rotas y sucias. Elena no se preocupa mucho, al fin y al cabo es una persona más. Por fin, el tren llega a su parada y Elena se baja con muchas ganas de llegar a su casa. Cuando coge las escaleras mecánicas, nota que no está sola. Se voltea y lo ve, ve a ese hombre que se había subido tan sólo unas paradas antes. Tampoco le da mucha 21
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importancia, aunque sí que aumenta su velocidad. Cuando sale a la calle, esta está vacía y oscura. De repente, ese hombre sigue ahí, mirándole fijamente. Ahora le puede ver el rostro. Es viejo y arrugado, tiene un ojo morado y tiene sangre seca bajo la nariz. Elena no sabe si preocuparse o lamentarse, la decisión es difícil a estas horas de la noche. Justo en ese momento se escucha algo en medio de la calle. Es él, llamándola. No se le entiende mucho y Elena se asusta, coge su teléfono y llama al chico con el que había cenado. Este no se lo coge. Tampoco puede pedir ayuda, la calle está sola. Solo es ella y el vagabundo. Apenas quedan cien metros para llegar a su apartamento, lo cual le da miedo, ya que no quiere que el hombre sepa su dirección. Él sigue ahí atrás, siguiéndola. Se tambalea mientras anda y Elena se asusta cada vez más. Acelera tanto su paso que nota su equilibrio perdiéndose a través de sus tacones de aguja y los charcos. Mientras busca sus llaves en su gran bolso, oye un estruendo. El vagabundo ha caído al suelo y ella decide omitir la situación. Al fin llega a su portal con el corazón a mil y todavía ansiedad en el cuerpo. Cuando sube a su apartamento, que comparte con dos chicas de su misma universidad, decide mirar por la ventana y cerciorarse de si el hombre sigue ahí. Efectivamente, ahí está, sin hacer ningún movimiento. Elena decide ir a dormir y olvidar lo sucedido. Al día siguiente, un mensaje del chico de la noche anterior había llegado a su teléfono. Le invitaba de nuevo a comer, a ir al cine o a pasear por el parque del Retiro e incluso montar en las barcas de su amplio lago. Elena aceptó la invitación y se dispuso a ducharse y arreglarse. 22
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Siguió su rutina y de nuevo fue a coger el metro. Mientras iba de camino, recordó la terrible experiencia acaecida la noche anterior. Cuando cruzó por donde estaba ayer el vagabundo tumbado, él ya no se encontraba ahí. Probablemente fuese un loco. El día transcurrió con normalidad y esta vez eran las 2:03 de la mañana cuando Elena iba a recogerse. De nuevo cogió el metro y esta vez la parada no estaba sola. Los ojos de Elena se llenaron de miedo cuando vieron que la única persona del andén era ese vagabundo. Este se dio la vuelta y la vio. Ella, que estaba sentada en un banco en el extremo del andén, apartó la mirada para evitar su reconocimiento. La pantalla marcaba dos minutos antes de la llegada del tren. El hombre se iba acercando. Elena se levantó nerviosa y comenzó a dar vueltas por la estación, junto a la línea amarilla de peligro. Comenzó a oír el estruendo del tren aproximándose hacia el andén. De repente, Elena notó el tacto de alguien. Sin saber muy bien cómo, ahí estaba el vagabundo, a su lado, tocándola, Antes de que él pudiese articular una sola palabra, Elena lo apartó inmediatamente. Él se comenzó a zarandear, sin soltar a Elena. Cada vez más nerviosa, ella comenzó a gritar y a moverse desesperadamente. Cuando menos se lo esperaba, el hombre cayó a la vía y Elena casi lo hace también. Su corazón empezó a latir muy rápido, la llegada del vagón era inminente. El hombre, postrado contra la vía no lograba moverse. Cuando por fin consiguió avanzar una pequeña distancia, el tren llegó a la estación y lo arrolló por completo. Elena quedó perpleja y subió al vagón. No pudo evitar llorar y mirar a través de la ventana. Y ahí estaba él, sin vida y con el cuerpo separado en dos partes. La vía se llenó de sangre 23
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y Elena lloró todo el camino. Cuando bajó del transporte, fue corriendo a su apartamento. Al día siguiente, después de una noche de completo insomnio, Elena puso las noticias y ahí estaba él. Afortunadamente, las cámaras de la estación no pudieron captar el momento del atropello. Elena, solo Elena supo, sabe y sabrá lo que aconteció aquella larga noche.
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PETER PAN, por David Castejón Sánchez 2º Bachillerato B
Hugo era un chico privilegiado, no le faltaba de nada. Su padre, propietario de una gran empresa, y su madre, cirujana de reconocido prestigio, le proporcionaban todo lo que quería. Pero Hugo no era feliz. Un día pasó con sus amigos al lado de un mendigo de aspecto descuidado que pedía limosna, guitarra en mano, a las puertas de un centro comercial. Junto a él había un perrito que no paraba de mover la cola. El mendigo le devolvía el gesto rascándole tras las orejas. Sus amigos comenzaron a meterse con él: “Lávate, sucio vagabundo”, “vete a otro sitio, no te queremos por aquí”. El hombre no contestaba, se limitaba a acariciar la barriguita del perro. Por un momento su mirada se cruzó con la de aquel hombre. Era una mirada limpia, sin maldad, pero lo que más le impactó era la felicidad que transmitía. ¿Cómo podía ser tan feliz?, se preguntó Hugo. A la mañana siguiente le dijo a su padre que no lo recogiera del instituto, que volvería paseando. Había pasado toda la noche pensando en la felicidad que parecía desprender aquel mendigo. Llegó a la calle donde lo vio la última vez y lo observó desde lejos. El hombre le pareció igual de feliz que el día anterior. “¿Por qué era feliz 25
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si no tenía nada?”, se preguntaba Hugo. Se acercó. No había nadie más. Le habló: –Buenos días, ¿le puedo hacer una pregunta? –Sí, claro. –¿Es usted feliz? –le hizo esta pregunta sin tapujos, como solo los niños y adolescentes saben hacer. –Sí –contestó sonriente. –¿Y por qué? –preguntó Hugo rápidamente. –¿Y por qué no? –Porque no tienes nada –replicó Hugo. – ¿Qué no tengo nada? –rio sonoramente–. Me encanta viajar. Hoy estoy aquí y mañana ¿quién sabe?, donde quiera estar. Hago un poquito feliz a los demás con mis canciones y siempre recibo sonrisas y agradecimiento. Mi pequeño Peter Pan –que así se llamaba el perro– me hace compañía día y noche. No puedo ser más feliz. Hugo se despidió amablemente y se marchó reflexionando sobre lo que el hombre le había dicho. Cada día que pasaba, Hugo notaba que despertaba más feliz. Aquel hombre le había hecho ver la realidad. La felicidad no se encuentra en los bienes materiales, ni en el trabajo que realicemos, ni en las personas “importantes” que conozcamos. La felicidad se encuentra en uno mismo. Ahora Hugo disfrutaba de un día de sol o de lluvia, de la compañía de su abuelo, de los perros de la finca que hasta ahora habían permanecido atados con cadenas y respetaba a todos, cualquiera que fuese su aspecto, sin dejarse llevar por las apariencias. 26
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Ese hombre había cambiado su vida para siempre. Y no sabía su nombre, por lo que este cuento se titulará Peter Pan (ya sabemos en honor a quién).
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HASTA QUE LA MUERTE NOS VUELVA A JUNTAR, por Mª Esther Vignacq Sánchez 2º ESO B
Esto ocurrió hace ya dos años, cuando aún vivía mi mujer. Era el verano de 2018, el 11 de julio de 2018, miércoles. Mi mujer, María, y yo decidimos ir a Venecia como luna de miel tras habernos casado. Llegamos a Venecia el 10 de julio, pero casi nos quedamos en tierra porque faltó poco para que se nos escapara el vuelo, desearía que hubiera sido así. Lo primero que hicimos al llegar al hotel fue relajarnos y tomarnos el día de descanso. El hotel estaba muy bien, eso hay que decirlo. Al día siguiente, al despertarme, me encontré a María ya arreglada y muy feliz. Le pregunté: –¿Qué tienes planeado para hoy, loca? A lo que ella me respondió: –Es una sorpresa, Fran. Tú lo único que tienes que hacer es ponerte ropa cómoda y traerte de recambio – supuse que iríamos a montar en góndola, y no me equivoqué. A las 10:30 de la mañana ya estábamos montados en la góndola y a flote. Había mucha gente en el canal, pero al chico no parecía importarle. María estaba muy feliz, por lo que yo también, aunque estaba un poco nervioso
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por toda la gente que había en las góndolas. Sobre las 11:00 ocurrió lo que me temía: dos góndolas chocaron. Se volcaron 2 o 3 góndolas, y una fue la nuestra. Yo estaba muy lejos de María, lo presentía, y me angustié. A mí me ayudaron dos personas a subir a otra, pero yo no quería. Lo único que quería era encontrar a María. Cuando me subieron a la góndola me tiré al agua y por fin la vi. Estaba debajo de una góndola, aguantando la respiración. No podía verla así, por lo que fui lo más rápido que pude, la gente ya se estaba disipando, y la pude contemplar. Flotando hacia abajo. Muerta. Pedí ayuda a gritos pero nadie me escuchaba. Al fin vino una góndola. El hombre me ayudó a subirla. No me dijo nada, puesto que estaba llorando a más no poder. Me desmayé. Al llegar a la orilla me desperté por el jaleo que había. Por un momento pensé que había sido una pesadilla, pero ahí la vi, acostada en mis piernas, inerte. El hombre llamó al hotel por mí y contó lo sucedido. No me podía creer que, de 70 personas que había, 2 estuvieran heridas y la única muerta fuera mi María. A las 19:00 ya estábamos en España y todos los familiares reunidos. Esperamos un día para hacer el funeral y todo lo necesario, como es lo normal. Aún no me lo podía creer. Tan joven, fuerte, risueña, en la flor de la vida a sus 24 años. Estuve todo el funeral ausente, y así pasaron dos meses. Lo único que hacía era llorar. Llorar y llorar. El 20 de septiembre vinieron mis amigos a intentar animarme y para quedar, ya que hacía mucho que no nos veíamos. Les agradecí el detalle y poco a poco fui teniendo más contacto con el exterior. Incluso conocí a una chica. Ella era bajita, con el pelo color azabache, risueña, aventurera y con muchas ganas de vivir la vida al máximo. Yo no 29
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merecía eso, era como un regalo caído del cielo, como tener a María conmigo, era idéntica. Poco a poco fuimos quedando más, teniendo citas, hasta que le pedí salir el 18 de enero de 2019. No sabía lo que hacía, si me permites decirlo. Después de unos meses de novios le pedí matrimonio el 10 de julio de 2019, a lo cual ella encantada aceptó. El día de la boda, domingo 1 de septiembre de 2019, me di cuenta de todo lo que había ocurrido, un poco tarde, pero me di cuenta. Lo que yo sentía por Elena no era amor y lo único que hacía ese sentimiento extraño era causarme dolor, porque cada vez que veía a Elena pensaba que era María. Ese día le escribí una carta a todos mis familiares y amigos, sin olvidarme de Elena. Me compré un billete hacia Venecia, llegué sobre las 15:00 y decidí comprar globos, regalos y una gran tarta de vainilla, el sabor favorito de María. No sé si te habrás dado cuenta, pero el 1 de septiembre es el cumpleaños de María. Alquilé una góndola para mí solo y le di una propina al chico para que se fuera. Me esperé hasta las 23:00 allí solo, en medio del canal. Cuando llegó esa hora solté todos los globos inflados con helio, encendí las velas de 26 cumpleaños, las soplé, me corté un trozo de tarta, me lo comí, me corté las venas principales y me tiré al agua. No fue la sensación más agradable que he sentido, no te voy a mentir, pero simplemente pensar que me volvería a encontrar con María me hizo sonreír. Ya ha pasado un año de todo lo sucedido, y sigo sin saber dónde estoy, pero lo único que importa es que estoy con María. Y que nos amamos.
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LOS OJOS DE ROMA, por Germán Murcia Granero 3º ESO C
Todo comenzó hace ya unos cincuenta años, donde ahora hay un parque antes había un huerto de limoneros. Este huerto pertenecía al señor Garcerán, todos los días trabajaba de sol a sol para sacar adelante la mejor cosecha de limones de toda la comarca. Un año, debido al intenso calor, tuvo que plantar un pino para refugiarse en su sombra los días de mayor sol. El pino creció y cumplió su función, pero había un problema: este había crecido torcido, de forma que podías subir por él como si de un puente se tratase. Los años pasaron y donde al principio había huertos empezaron a aparecer edificios. Al señor Garcerán le expropiaron su terreno para convertirlo en un parque, todos los árboles fueron talados, menos uno, el pino. Debido a su gran tamaño y la extraña postura en la que se encontraba no pudieron talarlo y decidieron dejarlo para que los niños juagaran. Poco a poco los edificios empezaron a llenarse de niños a los que les gustaba ir al parque; pese a ser uno de los parques más nuevos de la ciudad y con múltiples opciones de juego, la opción que más les gustaba a los niños era trepar por el árbol. Uno de estos niños se llamaba Jaime, le gustaba mucho leer y salir a pasear con su perro, en su tiempo libre le gustaba bajar al parque que había debajo de su casa. Allí jugaba con su 31
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vecina María a trepar a lo más alto del árbol, donde ellos decían que tenían su casa secreta. Un día, mientras estaban jugando en lo alto del árbol, descubrieron que había un hueco en el tronco, este apenas se veía, ya que estaba oculto por un montón de ramas. En el hueco había una caja de metal cerrada a cal y canto que parecía haber estado allí por lo menos unos veinte años debido a su aspecto muy deteriorado. En la parte delantera había una combinación de letras que, si las ponías correctamente, abrían la caja. Estuvieron probando palabras como árbol o parque, pero ninguna funcionaba, así que decidieron rendirse. No obstante, Jaime, impulsado por la gran curiosidad, decidió seguir investigando y finalmente dio con la solución. La clave fue mirar bien en la caja, en ella había grabadas unas iniciales: J.J.G. Jaime fue al registro de la propiedad, donde encontró que los terrenos del parque habían pertenecido a un tal Juan José Garcerán. Al introducir la palabra Garcerán en la caja esta se abrió. Rápidamente Jaime llamó a María para que descubrieran juntos lo que había en el interior. Al abrir encontraron una carta y un mapa. La carta decía así: Bienvenidx: Eres la persona que ha encontrado esto, no sé en qué año vives, puede que hayan pasado más de veinte años desde que escribo esto, pero eso no es lo importante ahora. Probablemente hayas tropezado con esto por casualidad o simplemente has pasado mucho tiempo observando este árbol en el que se halla escondida la caja. En esta caja hay un 32
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mapa y esta carta, ve al lugar que está indicado en el mapa, pues allí se halla uno de los mayores secretos jamás revelados y está en tus manos que este sea revelado o no. Eso lo dejo a tu libre elección, ya que, precisamente por eso, guarde esta caja. P.D.: Preguntar por el ojo de Roma. Murcia, a 17 de noviembre de 1997
Jaime y María decidieron ir al lugar indicado en el mapa. Era una vieja taberna de la ciudad, allí preguntaron al tabernero que si sabía algo del ojo de Roma y este los tomó por locos y los echó de la taberna. Al llegar a casa María se lo contó todo a su hermano mayor y este le dijo: “¿En serio os habéis creído la vieja leyenda del Señor Garcerán? Hay miles de cajas como esa por toda la ciudad. El señor Garcerán fue un conde al que le gustaban mucho las bromas, no un agricultor”.
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LA CITA FANTASMAL, por José María Moral Martínez 1º Bachillerato F
Todo comenzó una tarde de primavera con amigos, entre risas y anécdotas decidimos que era un buen momento en mi vida para encontrar una pareja de verdad, y no una mujer de una noche. En esta ocasión nos fijamos en una aplicación reconocida en hacer esta función, el famoso Tinder. Nada más crearme el perfil con mi respectiva foto me llegó un mensaje de chat de una chica de mi mismo pueblo llamada Judith, yo decidí intentar conocerla y darle una oportunidad. Tras hablar durante varios días, le concedí una cita en un restaurante, ya que me pareció una buena e interesante chica. No era consciente de que ahora empezaba lo impensable. Todo comenzó relativamente normal, quedamos en un bonito restaurante del centro para cenar, como anteriormente mencioné, ella era aún más guapa en persona y la conversación fluía. Sin embargo, no tardé mucho en darme cuenta de que era una persona muy reservada, por ejemplo, no me decía dónde trabajaba, por dónde solía viajar, algo sobre su familia... Dejó claro que se estaba protegiendo a sí misma, y honestamente, no la culpo. Me encogí de hombros y la cita continuó. Ella, al notar esto, decidió llevar el ritmo de la conversación y decidió preguntarme sobre mi vida, por ejemplo qué estaba estudiando, cómo eran mis anteriores parejas, etc. 34
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Lo que me resultó extraño es que se interesó mucho por el hecho de que yo estaba en el seminario estudiando para ser pastor, sinceramente a mí me pareció bien, pero a la vez curioso, ya que ella dijo que era lo que estaba buscando. Hacia el final de nuestra comida, dijo que tenía que confesarme algo: “Tengo algo que decirte”, dijo, “pero, por favor, no pienses que estoy loca”. Me preparé para lo que ella estaba a punto de decir, y seguidamente me explicó que hacía unos días se había mudado a un nuevo apartamento y que vivía sola, lo que también era algo nuevo. Aunque no podía poner el dedo en la llaga, estaba convencida de que había una presencia de naturaleza siniestra y paranormal en su apartamento. Apenas había dormido desde que se mudó porque estaba plagada de constantes pesadillas y sucesos extraños, podía ver el miedo y el cansancio en sus ojos. Parecía bastante sincera. “Puedo decir que eres un buen hombre”, dijo. Se sinceró y me dijo que parecía digno de confianza y que tenía una presencia tranquilizadora, al rato me pidió que pasara la noche con ella y yo, obviamente, acepté. Me imaginé que estaba diciendo la verdad o que había elegido una forma muy extraña de iniciar el sexo. La seguí a su casa y, cuando entré en su apartamento, me sentí inmediatamente impactado por las malas vibraciones, había algo siniestro en ese lugar, pero no quería asustarla, así que me guardé esos sentimientos para mí. Dije una rápida oración y la seguí hasta el dormitorio. Ella durmió tranquila y de una buena manera, todo lo contrario de lo que me pasó a mí, me sentía observado, por lo que fui directamente a investigar qué es lo que pasaba en esta casa. Llevando encima mi crucifijo y mis 35
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notas con oraciones, decidí preguntar al aire: “¿Qué es lo que pretendes?” Sin duda, fue la peor decisión de mi vida… Nada más terminar la frase sentí algo rodeándome el cuerpo y dejándome inmóvil, estaba siendo poseído. Era una marioneta humana, veía lo que hacía mi cuerpo pero sin yo darle dichas órdenes. Empecé a pegarme golpes en la cabeza con una fuerza inhumana, veía la sangre pasar por mi frente, mis ojos desviarse poco a poco, sin duda, pensaba que iba a morir. Rápidamente Judith intentó pararme y, entre gritos y golpes, salió gravemente herida por los golpes que le dio el ente con el crucifijo de metal, aun así, me salvó. Desgraciadamente, no me volvió a hablar porque se pensaba que tenía trastornos mentales y pensaba matarla. Esta es mi historia, escribo esto estando todavía en el psicólogo, ya que nadie me creyó, ni si quiera ella… Han pasado cuatro años desde esa cita. Sin duda, nunca la olvidaré…
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TAL Y COMO CUENTA LA LEYENDA, por Andrea Alonso Fernández 2º Bachillerato B
Érase una vez, en 1833 se inicia un cambio de tendencia en España con la introducción del régimen liberal. Este régimen no triunfaba por ninguna de las vías ni maneras posibles, por lo que María Cristina, actual regente de ese momento, tuvo que apoyarse en el ejército, garantizando así el acceso al trono de su hija Isabel. Isabel era una niña especial, desde siempre le habían gustado los cuentos de guerras y luchas, al contrario que a la mayoría de las niñas de su edad, a las cuales les interesaban las historias de princesas y príncipes. Por ello y porque era muy introvertida, solían excluirla de todos los grupos y prefería quedarse en su castillo a salir con personas que no entendían sus pensamientos. Además, en el castillo no le faltaba de nada. Zeus, el cocinero, le preparaba todas las tardes una merienda deliciosa; Terma, la costurera, le confeccionaba todos y cada uno de los trajes que ella deseaba, y junto a Loisa jugaba a representar las obras de teatro que Malta, la dramaturga del castillo, había escrito para ellas. Pasaba las tardes con ellos y disfrutaba mucho, ya que el cometido de María Cristina era que fuese feliz y no sufriera la presión y las amenazas de los distintos bandos de aquella época. 37
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La madre de Terma, Helen, convivía con ellos, era bastante mayor, tenía problemas graves de salud y los médicos le habían dado pocos días de vida. Ella había estado trabajando en el castillo, desde que tenía veinte años, como vidente y bruja. Isabel tenía mucha admiración por todos, pero con Helen tenía un vínculo muy especial, la niña todas las noches se acercaba a su habitación para que esta le enseñase sus pócimas, su libro en el que escribía todos sus hechizos y le contase alguna historia. Helen podía ver algo en Isabel que no podía ver ni sentir en los demás, cada vez que esta entraba en su habitación Helen se veía reflejada en ella cuando tenía su edad. Todo ocurrió una mañana de invierno, cuando estalló la primera Guerra Carlista. El bando enemigo, de Carlos María Isidro, luchaba contra el bando de Isabel, liderado y regido por su madre María Cristina. Los carlistas querían evitar que un reinado liberal tomase el poder del país y querían conseguir una monarquía absolutista, en la cual todo el poder estuviese en manos del rey. Isabel, quería plantarles cara a estos, pero no podía debido a su minoría de edad y a su género, por lo que con mucha impotencia fue directa a la habitación de Helen para suplicarle que hiciera algo al respecto para parar aquella guerra que estaba acabando con la mayor parte de la población y posteriormente acabaría con su reinado. Helen, en sus últimas horas de vida, casi sin aliento le dijo: –Isabel, ya no me quedan fuerzas… –Pero –dijo Isabel. 38
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–Busca en tu interior –dijo Helen justo antes de morir. Isabel, en ese mismo instante sintió como una fuerza sobrenatural y se dirigió hasta la antigua mesa que tenía Helen en su habitación llena de libros. Los cogió todos y subió corriendo hasta lo alto del castillo, desde ahí podía divisar todo. Comenzó a buscar en los libros algún conjuro que paralizase aquella guerra que tantas penurias estaba provocando, y sin ningún resultado, gritó mirando al frente: “¡QUE TODO VUELVA A SER COMO ANTES!”. Y al momento vio cómo todos los militares que estaban luchando para llegar al castillo desaparecieron y las chimeneas de las casas del pueblo volvían a echar humo como de costumbre. Incrédula, bajó corriendo y Helen estaba acostada en su cama esperándola con una sonrisa. A Isabel no le hacían falta ni hechizos ni conjuros, simplemente encontrar la magia que tenía en su interior, y sacarla con el mayor sentimiento posible.
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GRACIAS, CANDELA, por Lucía Leal Gálvez 3º ESO C
Bridgette y Jake siempre estuvieron muy unidos, prácticamente crecieron juntos; por lo que conocían al otro mejor que a ellos mismos. Por eso, cuando Bridgette tuvo que mudarse por una beca en la universidad, ambos se quedaron destrozados, esperando volverse a ver lo antes posible. No pasó mucho tiempo cuando su deseo se cumplió, aunque, no de la forma que ellos esperaban, pues ese día estaban despidiendo a Candela; una vieja mujer que desde pequeños los había tratado como si fueran sus propios hijos. Candela era una persona muy enérgica y alegre, que, aunque había sido duramente golpeada por la vida, nunca había dejado que su edad o su pasado le impidieran ayudar a los demás. No había podido quedar embarazada debido a que su marido murió a temprana edad por culpa de una enfermedad; por eso cuidaba a sus seres queridos como si fueran lo más importante en todo en el mundo. Además de eso, ella siempre fue una persona inteligente y risueña, que, aunque tenía una mirada despistada y que parecía estar en las nubes, sabía mucho más de lo que aparentaba. 40
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Nunca encontró a alguien que les devolviera a sus ojos un brillo parecido al que tenía cuando estaba con Agustín, aunque eso cambió cuando los conoció a ellos: a Bridgette y a Jake. Al instante se dio cuenta de que ambos tenían algo especial, una conexión y amistad que merecía la pena cuidar; una amistad sincera que, si sabían cultivar, duraría toda la vida. No necesitó mucho para poder conocerlos mejor, ambos eran amables y sociables, las típicas personas que te alegran el día con solo una sonrisa; por eso se encargó de recordarles todos los días lo que poseían; repitiéndoles siempre la misma frase: “Sois como la luz y la oscuridad, uno no puede existir sin el otro; por eso os pido, que nunca os separéis, una amistad como la vuestra solo se encuentra cada mil años”. Bridgette, queriendo satisfacer a Candela, decidió renunciar a la beca y volver a Vigo, su hogar, pues podría terminar su carrera los siguientes años, en la universidad local. Al principio su familia se mostró reacia a que abandonara esa gran oportunidad, pero terminó dándose cuenta de que eso era lo que ella realmente quería, y le dio finalmente todo su apoyo. Ahora, diez años después, Bridgette está en el cementerio, deseándole feliz cumpleaños a Candela, y agradeciéndole, porque, gracias a ella, tiene una bonita familia, y una amistad aún más fuerte y estrecha con Jake que en el pasado. Lo raro de todo esto es que no pensó ni una sola vez en qué habría pasado si no hubiera vuelto. Y ¿para qué pensarlo ahora? No se puede volver al pasado, y aunque 41
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se pudiera, Bridgette no cambiaría su presente por nada en el mundo. En el fondo, siempre supo que esta era la mejor opción. No queda nada más que decir; solo… Gracias, Candela.
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NÁUFRAGOS, por Francisco Calvo Valera 1º Bachillerato F
Era un día caluroso en Almería, era agosto y todos deseábamos que fueran ya las doce del mediodía. Habíamos quedado todos mis amigos y yo para emprender la gran excursión que llevábamos tanto tiempo planeando, íbamos a llegar a Marruecos en nuestra pequeña lancha desde Almería y regresaríamos al día siguiente al atardecer. Eran las 11:30 y yo ya estaba preparado, tenía la comida, la crema del sol, y la ropa de recambio preparada en la mochila. De repente, sonó mi telefonillo y eran Juan, Joaquín, Álvaro y Marcos, que también estaban listos. A continuación nos dirigimos al puerto, donde empezaríamos el viaje a las doce. Una vez estuvimos todos en el barco, empezamos a contar historias, chistes y demás para amenizar el viaje, que supuestamente duraría unas seis horas. Eran las tres de la tarde y el sol comenzó a esconderse, a la vez que un aire gélido nos llegó. Lo que acababa de suceder era algo extraordinariamente inusual, ya que era pleno agosto y aquel aire había bajado las temperaturas 15 grados en plena tarde, cuando deberían hacer 30. No íbamos abrigados, por lo que el frío empezó a pasar factura: estornudos, temblores... Todos estábamos asustados porque en cuestión de diez minutos el cielo se había puesto negro como si fueran las 43
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doce de la noche. Pero aquello no fue todo, a los veinte minutos se sumarían olas gigantes como las de Hawái. Del barco empezaron a desprenderse pequeñas partes como las barandillas, en aquel momento todos nos dábamos por muertos, pero de repente se abrió de la nada un portal, todos cerramos los ojos y nos tiramos al suelo, ya que no teníamos ni la menor idea de lo que estaba sucediendo. Después de diez segundos de caos, la tormenta cedió y estábamos de vuelta en el mar, pero ahora el agua estaba igual de tranquila que la de un lago y el sol resplandecía en lo alto del cielo. Todos estábamos flipando, nadie sabía qué había ocurrido, ni dónde estábamos, pero Juan dijo: “Allí hay algo, parece que es tierra firme”. Todos nos alegramos y nos dirigimos hacía allí, pero con grandes dificultades debido al pésimo estado del barco. Cuando llegamos a tierra todos nos abrazamos y vimos que estábamos bien. Pero Álvaro se dio cuenta de algo: todas nuestras mochilas habían desaparecido, o sea, que estábamos en mitad de lo que pensábamos que sería una isla desierta, sin nada, solo nos teníamos los unos a los otros, así que decidimos adentrarnos en la isla y ver si podíamos encontrar agua potable o algo que comer. Pero mientras lo hacíamos, una flecha alcanzó a Marcos en el cuello, matándolo en el acto. No sabría describir cómo me sentí en aquel momento. Nuestro instinto nos dijo que debíamos huir cuanto antes, así que eso hicimos todos, menos Marcos, que quedó tendido en el suelo con la flecha aún clavada en su cuello. Nos escondimos en unos matorrales y vimos a una tribu de personas, que luego denominaríamos como caníbales, cuando empezaron a comerse a nuestro amigo. 44
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Me acuerdo de que, al ver dicha escena, vomité, provocando que un mono que había justo encima de nosotros se fuera por los árboles. Los caníbales se acercaron y nos vieron a todos escondidos en aquel matorral. Nos llevaron a su aldea, donde nos atarían y nos tratarían como si fuéramos animales. Poco a poco por la noche fueron desapareciendo los demás: primero Joaquín, al que vimos cómo se lo comían delante de nosotros; a la semana, Juan; y luego Álvaro, al que torturaron cortándole las uñas una a una, por desgracia también delante de mí. A mí me dejaron para el último, quizás porque estaba más rellenito y me preferían para una ocasión especial, pero esa ocasión nunca llegó. Habían pasado dos meses desde que me tenían cautivo, comiendo solo pan y bebiendo agua. Pero un día me dejaron libre y yo no sabía por qué. Hui hacia la orilla donde hice un fuego que atrajo a un barco y me llevó de vuelta a casa. Han pasado ya dos años desde entonces y yo ya le había contado a la policía lo ocurrido, pero no me creyeron, así que me encerraron en un manicomio durante cinco años. Hoy se cumplen tres y aún sigo aquí esperando que alguien me crea.
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UN PROBLEMA QUE LE CAMBIÓ LA VIDA, por Sonia Alcántara Monreal 2º Bachillerato B
Sandra es una niña que nació con problemas de audición, su familia le apoyaba y le ayudaba en todo lo que necesitaba. En el colegio nunca le fue fácil, ya que además de no entender la mayor parte de las clases y repetir dos cursos, sufría acoso escolar desde los cinco años. Cumplió doce años, comenzó secundaria y los ofensivos comentarios e inadecuados gestos que recibía de sus compañeros eran cada vez peores. A ella siempre le ha gustado la música, en especial el piano. Desde pequeña quería aprender a tocarlo, formar parte de una orquesta y dar un concierto. Ese era su gran sueño. Al ver que no se encontraba bien consigo misma, que le costaba mucho estudiar y que no podía afrontar las críticas de sus compañeros de clase, les preguntó a sus padres si podía apuntarse a clases de piano. De esta manera disfrutaría haciendo lo que le gusta y se olvidaría de su difícil vida. Aunque no escuchara bien, su profesora de piano, Laura, le estuvo ayudando y consiguió tocar, de hecho, lo hacía bastante bien y se notaba que le gustaba. Laura se sintió muy orgullosa y Sandra, por fin estaba siendo feliz. Pasaron ocho meses y, desgraciadamente, comenzó a no escuchar, solo escuchaba golpes y no distinguía si eran voces o algún otro sonido. 46
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Fue al médico y le confirmó que, efectivamente, había perdido por completo la audición. Sandra no podía creer nada de lo que le estaba pasando, ya que para una vez que estaba encontrando su sitio, no iba a poder continuar en él. Se lo contó a su profesora de piano y ella le estuvo intentado convencer y apoyar para que no dejara de tocar el piano. Sin embargo, Sandra se rindió, ya que estaba completamente desanimada. De nuevo, volvió a la vida de antes, a sentirse peor que cuando el médico le dio esa mala noticia. Lloraba día tras día, estaba muy mal, solo deseaba haber nacido sin su problema de audición, ya que ella pensaba que, de esa manera, nada de esto habría pasado, podría ir bien en los estudios, tener amigos y tocar el piano. Un día, Laura fue a buscar a Sandra a su casa. Sandra le abrió la puerta y se llevó una gran sorpresa, la echaba mucho de menos, al igual que a su piano. Laura, sin decirle ninguna palabra, la llevó hacia el lugar donde daba clases de piano y le dijo que no se rindiera tan fácilmente que entre las dos iban a hacer magia. Sandra se puso muy contenta y aceptó, ya que estaba deseando volver a tocar el piano y a sentirse bien. A día de hoy, Sandra está muy agradecida a su profesora de canto porque, además de la paciencia que tuvo con ella para enseñarle, no le dejó abandonar su pasión. Y, sobre todo, gracias a ella consiguió cumplir su sueño porque forma parte de una orquesta muy importante de Murcia y da conciertos muchos sábados. Sandra se ha convertido en una pianista profesional, famosa y querida por mucha gente.
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CAOS, por Pablo Piqueras Rodríguez 2º ESO B
El universo observaba en silencio al planeta Tierra. Hacía tiempo que no le gustaba cómo se comportaban los humanos; algunos de ellos ni siquiera merecían ese calificativo. El cambio climático estaba variando las condiciones de vida de muchas regiones, provocando desplazamientos de algunas poblaciones y problemas de salud importantes, deforestación y destrucción de ecosistemas marinos, muerte de muchas especies vegetales y animales. Algunas voces se unieron para gritarle a la Tierra que debía frenar aquellos comportamientos faltos de humanidad causados por la gran ambición de algunas personas, dirigentes de grandes empresas. Las gentes de la Tierra no escucharon esa voz que les habló. Así que el universo tuvo que abrirse camino usando otras vías. Y lo hizo. Ya lo había predicho Nostradamus hacía cinco siglos: llegaría una gran plaga, con origen en Oriente, que afectaría al mundo entero, en 2020. Aquí está. Un virus transmitido en una localidad de China, por un murciélago, es capaz de afectar a millones de personas, en muchos casos, de manera leve; en otros, 48
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grave o muy grave. Y, sobre todo, en personas de tercera edad, de manera mortal. Nuestra sociedad no puede creérselo; es algo que descoloca a todo el mundo. Hay que paralizar el ritmo de las ciudades, de países enteros. Los hospitales se encuentran desbordados, no hay médicos, personal ni material sanitario suficiente para poder atender a tantas personas afectadas por el COVID-19. Los gobiernos adoptan medidas excepcionales: cierre de fronteras, de establecimientos o empresas que no sean de productos de primera necesidad. Se suspende el ocio, cerrando parques, bares, restaurantes, locales de copas. Se cierran antes todos los centros educativos, se prohíben las aglomeraciones o eventos donde haya grupos de gente que puedan fomentar la propagación del dichoso virus. En el caso de España, se decreta el estado de alarma y se pide que todo aquel que no tenga que salir a comprar, tirar basura, pasear a un perro, ir a la farmacia o al trabajo (actividades de primera necesidad), podrá recibir una multa dineraria. Y se produce el caos. Y todos nos quejamos, en mayor o menor medida. Fastidia no poder continuar con los planes inmediatos o, en algunos casos, de otros a más largo plazo, como viajes. Protestamos de nuestra rutina, pero cuando esta se rompe, no lo entendemos. Estamos acostumbrados a unas pautas, a una libertad de movimiento, a la vida exterior, a relacionarnos con otras personas de la familia, amigos, vecinos y compañeros. Pero debemos pensar. Aprovechas que dispones de tiempo y has hecho un stop y reflexionas. Y te das cuenta de que tal vez la Tierra nos ha castigado, precisamente por haber perdido su esencia: la humanidad. La 49
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naturaleza grita y solo puede hacerlo a través de un potente virus originado en un murciélago. La sociedad está aterrada, pero al fin unida. Por una vez, desaparecen los colores, las ideologías, las fronteras. Todos somos iguales y debemos defender a la humanidad misma. Y mientras lo hacemos, nos volvemos más humanos, y nos damos cuenta de quiénes son nuestros héroes más cercanos, a quiénes necesitamos en realidad: sanitarios, camioneros, comerciantes, farmacéuticos… Pasamos más tiempo en familia, reconociendo por fin las cualidades de aquellos que tenemos más cerca. Echamos de menos y valoramos lo que ahora no tenemos, todo lo que queda fuera de casa, lugares y personas que no conviven con nosotros. Nuestro colegio, instituto, familia, amistades, trabajo. Y despertamos. El virus solo era una alarma, un simple despertador de conciencias. Un aviso de que no somos seres tan poderosos como a veces creemos, que nuestra forma de vida quizá no es la más apropiada y de que debemos cambiar. En el caso de nuestro país, da alegría ver a todos caminar en el mismo sentido, apartando ideas políticas. Eso es lo que creo, al menos lo que quiero creer. Existen ideas que defienden la tesis de que el virus se ha creado por el hombre, en un laboratorio, pero sin saber explicar muy bien el porqué y para qué. Sabemos que siempre ha habido intereses creados detrás de cualquier crisis y que es posible que aparezca una vacuna contra el coronavirus.
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¿Algún laboratorio saldrá beneficiado por las ventas millonarias? Por supuesto que sí. Pero sigo pensando que después de que acabemos con este virus, seremos unas nuevas y más valiosas personas. Aunque es algo que tenemos que trabajarlo entre todos.
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LUCAS EL MARCIANO, por Alicia Marcos Caravaca 3º ESO C
Todo empezó con un niño llamado Lucas que tenía 6 años, le gustaba jugar a los videojuegos y era fanático de los marcianos. Un día fue de excursión con su clase y él, sin darse cuenta, se alejó de su grupo y entró en una sala, fuera había un cartel que ponía no entrar, pero él no lo leyó. Dentro de la sala había estatuas, figuras y cosas extrañas y antiguas sobre marcianos. En el centro de la sala había un portal, Lucas decidió pasar por en medio. Al abrir los ojos miró su alrededor, era como otro mundo o, mejor dicho, como otro planeta. –¡Guala, qué guay, parece marte! –dijo Lucas. –¡No, no parece Marte, esto es Marte! –dijeron tres marcianos de su misma estatura. –¿Que esto es Marte? ¡No, no y no! –dijo preocupado. –Ah, vale, se ve que te has metido por el portal y no eres de aquí. Bueno, pues los que entran a Marte no salen y... eres el único humano que ha entrado en el portal. Lucas se hinchó a llorar porque nunca volvería a ver a su familia, ni a sus amigos, ni a sus videojuegos... –¡Mi familia, mis amigos, mis videojuegos...! –empezó a gritar. 52
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– Es una pena, pero aquí tendrás a otra familia que te cuidará aún mejor y te queremos como a uno más –dijo un marciano para consolarlo. Lucas pasó unas semanas deprimido sin poder parar de pensar en su familia. Doce años después... Lucas ya tiene 18 años, y le gusta Marte, tiene un montón de amigos marcianos. Un día el cielo más cercano al portal por donde entró Lucas se iluminó. Lucas se fijó y apareció una chica de su misma edad, tenía el pelo castaño y sus ojos eran verdes. Se miraron los dos a los ojos, Lucas se puso nervioso, hacía años que no veía a una chica humana. Lucas sonrío y dijo: –Hola, me llamo Lucas. –¿Dónde estoy? –dijo sin presentarse ni nada. –En Marte. –¿Cómo que en Marte? ¿Me estás tomando el pelo? –Qué va, te lo digo totalmente enserio, yo llevo aquí doce años. –¿Y no hay ninguna manera de volver a el planeta Tierra? –Que yo sepa no, pero nada es imposible. La chica empezó a mirar de un lado a otro, nerviosa y agobiada. –¿Cómo te llamas? –le preguntó Lucas. 53
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–Me llamó Eva –contestó. Un año después... Lucas y Eva ya son muy amigos, pero Eva aún no está muy conforme con Marte. Un día dijo Eva: –Lucas, ¿tú no dijiste que nada es imposible? –¡Claro que sí! –contestó. –Pues ya que nada es imposible, se puede salir de Marte –contestó. Lucas se lo pensó y no quiso responder. Pero ella le volvió a preguntar: –¿Se puede salir de Marte? –Pero... ¡En Marte se está bien!, ¿para qué quieres volver a la Tierra? A lo mejor no nos veríamos nunca y me caes muy bien, ¡no te quiero perder nunca! –Lucas empezó a llorar. Y Eva le contestó: –Podrías ver a tú familia, es que... ¿No la echas de menos? Eva también empezó a llorar y los dos se abrazaron. Tres días después... Se vuelve a iluminar el cielo. Un señor aparece por el portal en el que aparecieron Lucas y Eva...
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LA IMPORTANCIA DE LAS COSAS, por Marta Nicolás Jiménez 1º Bachillerato F
Érase una vez una vez un grupo de compañeros que iban al mismo instituto, bueno, mucho más que eso, eran amigos, eran divertidos y también un poco rebeldes a nivel académico. Dentro de todo lo malo, ellos se apreciaban y disfrutaban siempre de cada momento juntos, todas las tardes iban juntos a la biblioteca y, como de costumbre, los viernes y los sábados solían quedar para salir o simplemente estar en un banco comiendo pipas. En resumen, sus vidas se basaban en estar juntos todo el día. Una mañana escucharon hablar de un virus llamado coronavirus. Se escuchaba que varias personas se estaban infectando en China, lo que hizo que ellos no le dieran importancia. Con el paso de los días se iban escuchando más noticias del mismo, y cada vez afectaba más a la población china. Ellos continuaban su vida como siempre, mientras que a nivel mundial esto se iba expandiendo y ellos no eran conscientes de la gravedad que iba a suponer. Italia se vio muy afectada también, y este grupo de amigos iba a ir a visitarla, pero debido a la situación no pudieron hacerlo. A raíz de ahí ya tenían más conocimiento del problema y de cómo evolucionaba en cuestión de semanas. Apareció en Madrid y la cosa fue empeorando, los contagios aumentaban y por desgracia las muertes también. 55
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Este virus tenía síntomas muy normales, como fiebre, tos, dolor corporal… Murcia fue la última ciudad en contagiarse. Este grupo de jóvenes pertenecía a ella y estaban muy orgullosos. Poco a poco todo fue evolucionando y llegó a su ciudad. Ellos se lo tomaban a risa, querían que suspendieran las clases y una vez sucedido esto, tuvieron que seguir una norma, la cual no les iba a gustar nada. Tenían que estar quince días en sus casas, y eso para ellos era misión imposible. Pasaron ese tiempo desesperados llamándose todos los días, haciendo trabajos, haciendo retos, deseando que pasara todo. Cuando iban a salir les dijeron que eran quince días más, esto los destrozó a todos, lo asumieron como pudieron y a aguantar. A la hora de salir todo fue increíble, pero a la vez decepcionante, por todo el daño causado y las muertes, al fin y al cabo había sido un parón para nuestro país y otros. Con todo esto, ellos aprendieron a valorar cada rato, cada risa, cada llanto, cada clase, cada tarde… Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes y algo tan sencillo como ir a clase, al trabajo, ver a tus amigos, salir a la calle, es un regalo.
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AMOR DE FARMACIA, por Gema Vera Osete 2º Bachillerato B
Era un jueves por la tarde y, como de costumbre, Amanda estaba tirada en la cama de su habitación cuando su madre, Ana, la llamó para que bajase a la farmacia a comprar unas pastillas que se le habían acabado. Ana estaba enferma desde hacía unos meses: tenía leucemia y por eso Amanda se pasaba el día pendiente de ella para poder ayudarla en todo lo que necesitara. Rápidamente se vistió, se puso los zapatos, cogió dinero y las llaves y se bajó. Iba un poco apurada porque ya era tarde y empezaba su programa favorito: Operación triunfo. Al llegar a la farmacia, fue directamente al mostrador y cuando levantó la vista se sorprendió al ver un chico nuevo muy guapo. El chico le preguntó en qué le podía ayudar y Amanda se quedó unos segundos como paralizada, tan nerviosa que hasta se le olvidó el nombre de las pastillas que había estado comprando cada semana durante tanto tiempo. El chico insistió y, casi a la misma vez y como si saliese en su ayuda, el dependiente que solía estar allí salió del almacén, saludó a Amanda y le preguntó por su madre, sacándole las pastillas directamente. Además, le explicó que ese chico que estaba ahora allí con él era su sobrino Nacho, que estaba de prácticas. Acto seguido, Amanda cogió las pastillas,
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pagó y se despidió mirando a Nacho, que le hizo un gesto de “adiós” con la mano. De camino a su casa, no podía parar de pensar en lo que acababa de ocurrir y se moría de vergüenza cada vez que se acordaba. Al subir, su madre le preguntó si pasaba algo, pero Amanda, que nunca había sido de contar sus cosas, le dijo que no y se sentó a ver su programa. Durante las siguientes semanas, ella estuvo bajando todo lo que podía a la farmacia y, aunque no entrase, también pasaba todo el rato por ahí, hasta para pasear al perro. Poco a poco, iban cruzando más palabras entre los dos y era notable la química que había sin ni siquiera verse más de diez minutos al día. Hasta que, pasado un mes, Amanda volvió a ir a la farmacia a por las pastillas de su madre, pero esta vez fue diferente, porque al salir vio que había algo escrito en el recibo: el número de Nacho. Al verlo, se puso muy contenta, pero a la misma vez, a ella, que era una chica muy tímida, le daba mucha vergüenza empezar a hablarle. Finalmente se dejó de tonterías de niña pequeña y decidió hablarle. Este fue el principio de miles de mensajes entre los dos, que los llevaron a quedar un día. Ese día estaban los dos muy ilusionados y nerviosos, pero se fueron tranquilizando a medida que avanzaba la cita. Tras terminar de cenar, Nacho la acompañó a su casa y, para despedirse, se le acercó lentamente, le retiró el pelo del lateral de la cara para ponérselo detrás de la oreja y la besó. Fue una despedida mágica con la que Amanda había estado soñando toda su vida. Pasaron algunos meses y su relación cada vez iba a más: había mucha más confianza y los dos estaban muy enamorados. Incluso uno de los días, Amanda le presentó a Nacho a su madre; esta, que no 58
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llevaba una época muy buena, ya que la quimio le estaba afectando mucho, se puso muy contenta y le agradeció a Nacho lo bien que estaba cuidando de su hija durante todo ese tiempo. Un año después ya tenían una relación bastante consolidada y apenas habían discutido, hasta que, como siempre, Amanda bajó a la farmacia a comprarle las pastillas a su madre y de paso darle un besito a Nacho. Después de despedirse con un “te quiero”, ella puso rumbo a su casa de nuevo cuando se dio cuenta de que su madre le había pedido que comprase tiritas, por lo que volvió a la farmacia. Unos metros delante de ella, estaba una chica que también se dirigía a la farmacia y, cuál fue su sorpresa, cuando esta chica entró y se dirigió directamente a darle un beso a Nacho. Amanda no supo cómo reaccionar y salió corriendo de allí. Nacho salió tras ella, pero allí había muy poco que explicar. Él le había estado engañando con la otra chica desde hacía mucho tiempo, pero le suplicaba que lo perdonase porque se había dado cuenta de que estaba enamorado de ella y que era la mujer de su vida. Aunque Amanda estaba destrozada y lo amaba con todo su corazón, no dudó en armarse de valor y decirle que, si él la amara de verdad, no le habría hecho eso. Amanda, pasó unas semanas muy malas en las que su madre fue su mayor apoyo y, progresivamente, se fue dando cuenta de que ella en realidad se merecía alguien mejor y de que podía estar sola perfectamente. Ella no necesitaba a nadie para ser feliz. Así que decidió centrarse en ella misma, en aprender a quererse y en cuidar de su madre, que era la que iba a estar allí siempre.
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CONGELADO EN EL TIEMPO, por Ariel Enrique Osorio Celedón 2º ESO B
Era un 22 marzo de 2067, la tierra perdió casi el 70% de su biodiversidad y la contaminación aumento bastante, y entonces cuando la humanidad daba por perdida la raza humana apareció el Mark Kallagan, un hombre visionario que con su inteligencia logro construir un aparato que rodearía todo el planeta con dos aros cruzados que serían capaces de modificar el clima al antojo del ser humano. 13/11/2067. Diario personal de Cristian. –¿Usted cree que su proyecto salvará a la humanidad, señor Mark? –Pues claro que sí, cambiará los climas a como estaban antes de la contaminación masiva y salvará a los animales y plantas en vía de extinción, ya todos los países aprobaron mi proyecto y tengo la financiación suficiente gracias a la ONU, y esperamos que el proyecto se lance hoy a las 20:00 p.m. Estaba viendo en la tele la entrevista a Mark Kallagan emitida en directo antes del lanzamiento. –¡¡Cristian, baja a desayunar, que llegas tarde al instituto!! –¡¡Voy, mamá!! – bajé a desayunar, comí tan rápido que casi no me ahogo. 60
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–No te olvides de tu mochila, hijo. –Sí, mamá, nos vemos por la tarde, adiós. Estudio un poco lejos y tenía que coger el autobús, mi ciudad de llamaba Sky City y era una de las más sobrepobladas de todo el mundo. Ya en el instituto, que no era uno de los más pobres, me dirigí hacia mi clase, que era 2B, me senté y esperé al profesor. Ya en el recreo todo el mundo hablaba del aparato de Mark, al que se le apodó APOLO porque este era el dios del sol en la mitología griega. Por la noche salí con mis amigos, los cuales me presentaron una amiga suya que se llamaba Natalia. Estábamos caminando sin rumbo por la ciudad y a Natalia se le ocurrió una idea: –¿Por qué no vamos a cenar a mi casa? –¡¡Genial!! –dije sin pensarlo. –Mi coche está allí –cuando levantó el dedo para señalar su coche se me paró el corazón, era una maldita limusina de última tecnología que podía levitar a más de 50 metros del suelo, porque ya no se utilizaban esos neumáticos anticuados, y de la puerta del conductor salió un hombre con traje y un bigote muy italiano que me hizo gracia. –¿Hoy va acompañada, señorita Kallagan? –Si, Albert, son amigos, no hay problema. –Espera, dijo Kallagan, puede ser que sea su hija, no, no puedo sacar conclusiones precipitadas, tendré que esperar a llegar a su casa –fue lo que pensaba en mi mente mientras llegábamos a su casa, eran las 19:00 cuando llegamos, era más bien un castillo, una megamansión, y eso quitó mis dudas: ella era la hija de mi ídolo además de estar guapa esta forrada de dinero era perfecta, cuando 61
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pase la puerta principal daba a unas escaleras gigantescas le pregunte a Natalia –Tu padre es… –Sí, mi padre es Mark Kallagan –ella no me había dejado terminar pero parecía que se lo preguntaban mucho y eso le molestaba. –Por favor, siéntense en la mesa, Albert les traerá la cena. Cuando me senté noté que un hombre trajeado con un maletín estaba en la mesa y parecía esperar a alguien –¡¡Natalia!!, ¿ya llegaste, hija? –Sí, padre, y traje compañía. De las escaleras bajó el señor Mark en traje, se sentó junto a mí y se puso a comer la cena preparada por el mayordomo. –¿Y qué le parece mi proyecto? –preguntó con entusiasmo. –Me encanta su proyecto y su visión de futuro, señor Mark. El hombre se volteó a mirarme, se asombró y tiró los platos al suelo. –¿Y tú quién demonios eres? –Soy…, soy Cristian, un amigo de su hija – el señor Mark miró al hombre trajeado y le preguntó: –¿No que tu hijo era mudo? –Él no es mi hijo, señor. –¡¡¡Natalia!!!, esto es cosa tuya, te dije que hoy no podías invitar a nadie, ¡¡te dije que correrían peligro!!
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–¿De qué habla, Natalia? –le preguntó mi amigo Gabriel. –Lo... Lo siento, padre, por favor, salgan de mi casa –pero cuando nos levantamos todos confundidos del show que montó su padre, una alarma sonó de la nada y Albert se asomó al comedor y dijo angustiado: –Ya están aquí, señor –entonces Mark sacó una pistola de su bolsillo y agarró al hombre trajeado de rehén mientras en la planta superior se escuchaba cómo se rompían unas ventanas y por detrás del señor Mark, donde había un ventanal, un hombre con chaleco antibalas y equipo de combate muy avanzado atravesó el vidrio, lo desarmó en un instante y le dijo: –Mark Kallagan, soy Cris Redfield, de las fuerzas armas, por favor, suelte ese maletín y ponga las manos en la cabeza o tendré que abatirle. –¡¡¡Papá!!! –gritó Natalia, quien intentó atacar al hombre armado, pero sus compañeros que entraron por arriba la agarraron y los otros nos pidieron retroceder, yo no entendía nada, pero Mark abrió el maletín y fue a oprimir un botón que había dentro, y el hombre armado tuvo que dispararle en un brazo, pero Mark, muy empeñado con su otro brazo, oprimió el botón y, cuando el soldado disparó, falló la bala por un temblor. –¡Capitán, mire por la ventana! –No puede ser, ese hijo de…, Lanzó el APOLO mucho antes. –Ja, ja, ja, ya completé lo planeado, ahora pueden matarme si gustan. –Usted es un desgraciado –el capitán disparó, mató al científico y nos miró. 63
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–Sé que tienen miedo, pero vengan con nosotros y estarán a salvo –nos montaron en un helicóptero del gobierno y nos lo explicó todo: –El señor Mark Kallagan creó APOLO con la idea de controlar el clima, pero su investigación se tornó macabra cuando unos terroristas contactaron con él y le compraron el proyecto para poder destruir el planeta, de forma que solo pudieran vivir ellos. El presidente me encargó la misión de impedir el lanzamiento del megasatélite, pero es muy tarde y ahora nuestra misión es salvar cuantos seres vivs nos sea posible. Mientras miraba al Sky City pude ver cómo una tormenta muy densa de arena se acercaba. –Señor Cris, mire ahí –cuando volví a mirar la tormenta ya nos había atrapado y no se veía nada. –Rodríguez, dígale que los terroristas ya tienen el poder de APOLO y que se metan en el búnker. –Sí, capitán. De la nada una bandada de pájaros chocó con las hélices e hizo que nos precipitáramos hacia una duna de arena. Mientras caía recordaba toda mi vida, todos mis recuerdos y cómo un gran científico se dejó corroer por la maldad. También pensé en mi madre, que probablemente estaría preocupa por la tormenta de arena o por mí, que todavía no había vuelto a casa, y luego, nada: cuando impactamos no me morí, no sé si fue suerte o milagro, pero alcancé a salir del helicóptero, estábamos sobre una duna que permitía ver toda la ciudad, pero sentía frío y de la nada empezó a nevar y el clima bajó por lo menos a -100 muy rápido, y mientras eso ocurría y caminaba buscando refugio me caí a una piscina que 64
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estaba cubierta de arena. No la había visto, y se congeló tan rápido que morí, y mientras moría pensé en que por solo el hecho de salir con mis amigos moriría tan joven y patéticamente: el 13/11/2067, a las 22:00 h., fue mi último respiro de vida. 24/05/2092 En las ruinas de una Sky City devastada por los climas tan extremos y cambiantes, unos exploradores equipados con trajes resientes al frío (porque era invierno) picaban hielo para abrirse paso, cuando de repente… –Padre, mira lo que encontré –dijo una chica que acompañaba al grupo nómada. –Dios mío, sigue picando, hija, ¡¡encontramos a un chaval y parece que respira!! –¿Dónde está? –En esa piscina. 24/05/2092. Diario personal de Cristian. Parece que sigo vivo.
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EL DIARIO, por Alicia Ibáñez Fernández 3º ESO C
12 de octubre de 1975 Hoy he tenido un día muy largo, bueno, comencemos por el principio. Esta mañana he desayunado tortitas, mis favoritas, y he llegado superpuntual al insti. Lo que me ha pasado en el insti ha sido un poco extraño, te cuento, no me he portado muy bien en clase y me han echado al pasillo con Amelia porque estábamos hablando. Yo no conozco mucho a Amelia, la verdad es que solo le había pedido un boli, y estábamos allí en el pasillo y me suelta que se iba, que no quería estar cerca de mí y que tenía problemas más importantes. Ha cogido y se ha escapado, me ha parecido un poco extraño, puesto que ella no se comportaba mal en clase, es una chica muy aplicada, no me lo esperaba para nada. Cuando el profesor me ha dicho que entrara y ha visto que Amelia se había escapado, me han llevado al despacho del director. Al parecer a unos tipos muy raros con traje a los que no había visto en mi vida les parecía que Amelia era como clave de no sé dónde y muy esencial para una organización. La verdad es que no lo he pasado muy bien, estaba segura de que iban armados hasta el cuello y tenía muy claro que si encontraban a Amelia no era para nada bueno. 66
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En fin, al llegar a casa he dormido una larga siesta para pasar un poco de ese tema y luego he ido a entrenar. Había conseguido despejarme un poco, pero en la ducha es como si todos mis problemas volvieran a mi cabeza, bueno, ya sabes, como siempre. He cenado puré de calabaza, mi favorito, y ahora a descansar. Buenas noches, diario. 13 de octubre de 1975 Hoy ha sido un bombazo. Carla, la pija de la clase, ha venido con todo el maquillaje corrido y toda la clase se ha reído de ella, pero hay una cosa que me ha extrañado muchísimo: estaba como si se hubiera pasado toda la noche buscando algo o a alguien, y es que Amelia no ha venido a clase. No creo que ella estuviera buscando a Amelia, no eran amigas, que yo sepa. A todo esto hoy se la han llevado los hombres con traje y la han sacado de clase, Carla parecía superasustada cuando volvió a clase y todo el mundo le preguntaba, hasta yo le he preguntado, pero no decía nada bueno. Tengo mucho, tengo mucho sueño, mañana más. 14 de octubre de 1975 Hoy en clase nos han informado de que habían encontrado a Amelia muerta en su casa, al parecer era un suicidio, pero yo estoy totalmente convencida de que no, y Carla ha llegado llorando a clase como si ella ya lo supiera, y los hombres con traje han desaparecido. Al enterarme he decidido esperar a que Carla se calmara y he hablado con ella, y ¿a qué no sabes lo que me ha contado? Me ha dicho que no se ha suicidado y que habían 67
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sido los hombres con traje, dice que están en todas partes y que trabajan para un tipo al que llaman Jefe. Todo esto me lo ha contado llorando. Hoy se han suspendido las clases y mañana tampoco habrá, hemos salido al patio para el minuto de silencio por Amelia y nos hemos ido a casa. Como no me encontraba muy bien, mis padres me han dejado no ir a entrenar por lo sucedido y, como sabes que soy muy cotilla, no he parado de buscar cosas sobre los tipos eso y qué es lo que estaba pasando, pero no he encontrado nada. Mañana no sé lo que haré, le he dicho a mi novio que venga a cuidarme porque estoy destrozada, no he cenado y todo me parece muy confuso. Hasta mañana, no creo que vaya a dormir en toda la noche. 15 de octubre de 1975 Hoy he estado toda la mañana con Ángel y hemos intentado no hablar del tema pero no podía más y he estallado se lo he contado todo incluso lo que me dijo Carla y me ha ayudado mucho. Después de comer hemos visto todas las historias del el Instagram de la gente que eran para Amelia pero hay una cosa que nos ha extrañado mucho, Carla no había subido nada a su perfil ni siquiera ha dicho nada por el grupo de la clase, todos sabemos que ella es muy repelente pero hasta ese punto? Es muy fuerte mi novio me ha dicho que algo no le cuadraba y a mí tampoco, es como si todo esto no hubiera acabado. Ahora estoy con mi novio le he dicho que no me quería quedar sola ya que mamá está trabajando y papá había salido a cenar con sus compañeros de trabajo nos acostaremos dentro de poco, buenas noches.
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16 de octubre de 1975 Hoy a las 10 se ha presentado Carla en mi casa, me ha dicho que los hombres con traje van a por ella. Al principio me ha parecido muy extraño y he pensado: “¿Por qué no sé lo dice a sus amigas?”. Le he preguntado y me ha dicho que Mercedes, Andrea y Sonia (sus mejores y únicas amigas) estaban metidas en el ajo y me ha contado parte de lo que estaba pasando; no le estaba haciendo mucho caso puesto que Ángel se estaba acercando mucho a ella y la he echado, no creo que la historia que se había montado para ligar con mi novio sea cierta y me he enfadado mucho con ella. Ángel me ha hecho la cena y, aunque todavía tiene que pasar un tiempo porque está muy reciente la muerte de Amelia, hemos hablado y mañana lo vamos a hacer, tengo la casa sola y no hay clase. Buenas noches. 17 de octubre de 1975 Esta mañana ha sido como un sueño todo. Ángel ha venido a las nueve. Te lo voy a contar hasta el último detalle, es lo único bueno del día. Hemos entrado a la habitación y se ha lanzado, al principio me cogía de la cintura pero iba bajando y bajando las manos, ya sabes, se quitó la camiseta y poco a poco me fue quitando toda la ropa hasta que nos tiramos a la cama, a los dos nos quedaba todavía una prenda pero no había prisa, empezó con besos por el cuello y fue bajando y bajando a la vez que me iba quitado, ya sabes, y bueno, el momento más feliz de mi vida, siempre lo había imaginado, pero es mejor en la realidad. Luego ha subido a mis labios otra vez y mientras que me besaba se quitó la última prenda, entonces me dijo: “¿Te está gustando”, y le digo: “Me 69
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encanta”. Ha sido increíble y, bueno, después de que se fuera ha empezado el peor día de mi vida, y es que toda la historia de Carla era verdad y Carla me llamó llorando para que fuera a su casa corriendo. Llegué y su hermana y su madre estaban muertas, les habían pegado un tiro, yo me asusté mucho. El padre de Carla había fallecido al poco tiempo de nacer Carla. Estaba destrozada en la escalera llorando y un montón de policía en su casa, le ofrecí quedarse en mi casa y ella dijo que sí. Después del día de hoy, Carla es la única en la que se puede confiar, nunca lo había imaginado, pero no es tan mala. Aparentaba ser una chica dura con mucho dinero y estirada, en el fondo lo único malo que tiene es que es muy guapa. En mi casa me ha dicho que va a matar a quien mató a su familia y en el bolso lleva una pistola y le he dicho que yo le iba a ayudar y que íbamos a acabar con esto. Está durmiendo en la habitación de invitados. Buenas noches. 18 de octubre de 1975 Menos mal que hoy era sábado, mi madre hace gofres los sábados y a Carla y a mí nos han hecho mucha falta para el día que nos esperaba. Después de desayunar fuimos a casa de Carla a encontrar algo que nos llevara a los hombres con traje y encontramos un móvil que solo tenía un contacto, y era el Jefe. Al salir del edificio una limusina dejó a dos hombres en la puerta y comenzaron a perseguirnos, no llevaban traje y cada vez los teníamos más cerca, pero no eran malos, iban en contra de los hombres con traje y nos ayudaron. Entonces les dimos el teléfono que, aparte del contacto del Jefe, tenía unos mensajes que, al parecer, no podíamos ver, eran 70
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mensajes del gobierno. Los hombres que nos ayudaban se llamaban Robert y Manu, llamaron al Jefe y este se mosqueó mucho y dijo que estábamos muertos. De fondo de la conversación escuchamos a Sonia, la tenían atada. Sonia sabía de una información que les interesaba mucho, pero, ¿sabes qué?, Sonia se hacía pasar por Carla para que su familia estuviera a salvo, por eso mataron a la hermana y a la madre de Carla. Sonia trabajaba para ello investigando a un profesor desde hacía siete años, el profesor que mató a Amelia. Y Sonia se encargaba de protegerla, se ve que estuvo con el profesor y le dijo algo y ahora tienen a Sonia ahí. Fuimos a comer y pensamos en un plan para ir a por ellos. Carla está un poco loca, ya que por culpa de Sonia se ha quedado sin familia. Robert encontró el sitio donde estaban torturando a Sonia y la conseguimos sacar de ahí. Carla la cogió del cuello, intentamos separarlas, pero la tiró al suelo. Entonces aparecieron los hombres con traje y eran cinco, nos apuntaban uno a cada uno con la pistola, pero solo dispararon a Sonia y se la llevaron, entonces nos pidieron el teléfono y yo, que llevaba el teléfono, se lo di pensando en que todo esto había acabado, y entonces le pegaron un tiro a Robert y a Manu, les revisaron todo lo que llevaban y rompieron los teléfonos, al parecer copiaron la información. Ha sido el peor día de mi vida. Carla sigue muy triste pero ya está muerta quien mató a su familia. Bueno, nos vamos a dormir. Pero antes quería decir que dejaré de escribir en mi diario. Adiós.
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13 de enero de 2005 Acabo de leer mi diario. Ya tengo 31 años y acaba de nacer mi hija, me parece increíble y nuca olvidaré la historia. Me voy a casar en tres meses y Carla, la dama de honor, es muy amiga mía y se echa un novio a la semana. La quiero mucho. Me voy a dormir. Buenas noches.
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EL HECHICERO MALSA, por Lucía López Martínez 1º Bachillerato F
Érase una vez una bella dama llamada Helena que vivía en una pequeña casa con su abuelo, ya que sus padres no sobrevivieron a la catástrofe que sufrió el pueblo hacía unos años. Su abuelo Malsa significaba mucho para ella, era un gran apoyo y un referente. Malsa fue un poderoso hechicero en sus tiempos, pero un terrible suceso ocurrió en su pasado que hizo que perdiese su increíble magia. Helena atendía en la escuela mientras que su abuelo cuidaba de la casa y de los animales. Un día tormentoso de noviembre de 1876 en Rosseville, Helena iba de camino al colegio cuando una figura misteriosa se tropezó en su camino y le dijo: –Tú… tienes la misma mirada que tu abuelo. A lo que Helena le respondió: –Perdone, ¿usted quién es? No la reconozco. –Pues veras, yo conocí a tu abuelo cuando era el hechicero supremo. –¡Vaya, qué sorpresa! Pensaba que nadie sobrevivió al ataque. –Tu abuelo y yo fuimos los únicos. Me transmites algo mágico, querida. 73
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En ese momento, Helena quería salir de la situación, ya que se sentía incomoda y asustada así que decidió pensar en una excusa para irse. –Bueno… Llego tarde al colegio. Adiós –Nos encontraremos pronto, Helena. Helena, al escuchar esto último, se quedó más confundida todavía así que decidió retomar rápido para no mojarse el camino a casa e investigar en casa de su abuelo sobre esta persona. Cuando llegó su abuelo se quedó muy sorprendido ya que debería estar en el colegio y Helena llegó nerviosa y asustada. –¿Qué te ha pasado? –Abuelo, iba de camino cuando una señora me ha dicho que transmito algo y tengo la misma mirada que tú. He intuido que la conocías. –Helena, no debes hablar con desconocidos, ya lo sabes, aun así ¿cómo era? –Llevaba gafas, un bastón, una manta por encima y unos zapatos dorados. –¿Zapatos dorados? Entonces se trata de la mismísima Atenea. Verás, Helena, Atenea ha sabido reconocerte porque era muy amiga de la familia hasta que la abuela murió y todo cambió para siempre –¿Qué os paso, abuelo? –No volvió a ser como antes porque el hermano de Atenea quiso acabar con nosotros y la abuela antes de morir nos lo contó todo, dejándonos una carta en la mesilla. Así que ella por vergüenza se alejó de nosotros,
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aunque para mí ha sido una persona importante, siempre tendrá un hueco en nuestra casa, no fue su culpa. Helena entendió la situación y a la mañana siguiente siguió con su rutina, que duró varias semanas, hasta que un día se volvió a encontrar a Atenea: –Ya te lo ha contado todo tu abuelo, ¿verdad? ¡Pues no es todo como pensáis, ahora vas a pagar todo lo que me hizo tu abuelo! Por su culpa yo no pude ser la hechicera suprema –dijo gritando. –¡Socorro! ¡Abuelo! Helena tuvo la suerte de que a su abuelo le llegaran sus gritos gracias a sus poderes y enseguida dijo un conjuro para deshacerse de Atenea. – ¡Atrás, Satanás, por aquí no vuelvas más! Y, finalmente, Atenea desapareció y Helena pudo volver con su abuelo sana y salva.
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EL CORCHO Y LAS CHINCHETAS, por Gonzalo Saura Gutiérrez 2º Bachillerato B
Este cuento narra la historia de un matrimonio que tenían un hijo, el niño tenía la edad de trece años, era un niño como el resto, sin nada peculiar, educado, respetaba al resto, sacaba buenas notas, era buen jugador de fútbol, le gustaba salir con sus amigos, como ya he dicho, un chico normal. Pese a todo esto, este niño cuando estaba en su casa discutía con muchísima frecuencia con su madre, por todo, todos los días tenía algo por lo que protestar y dar lugar a una discusión: la comida, si quería comprarse algo nuevo, por llegar más tarde de quedar con sus amigos, etc. Y siempre su respuesta ante la mayoría de las cosas que le decía su madre era “no”. Un día el padre cogió al niño y tras muchas broncas, ya que el padre veía que su actitud seguía sin ser la correcta, le dijo a su hijo: “Te he colocado un tablón de corcho en la habitación y te he dejado encima del escritorio chinchetas, a partir de ahora cada vez que te pelees con tu madre cogerás una chincheta y la clavarás en el corcho, al cabo de un tiempo cuando te hayas perdonado con ella sacarás la chincheta”. El niño, asombrado de la decisión de su padre y sin saber el porqué, le prometió que lo haría. Las broncas y las peleas con su madre seguían ocurriendo con la misma frecuencia, por más que le pusieran castigos y lo dejasen sin salir, este no 76
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cambiaba; la única diferencia era que el niño, haciéndole caso a su padre, iba al corcho y colocaba una chincheta. Sin embargo, casi nunca podía quitar alguna de estas chinchetas, ya que muy pocas veces se perdonaba con su madre, esto ocurría de vez en cuando y sobre algún tema muy específico. Al cabo de un tiempo el niño tuvo otra bronca con su madre en la que el padre intervino y se lo llevó a la habitación. Cuando el niño estaba más calmado, su padre cogió un trozo de papel que había por allí encima, lo arrugó y le pidió que lo volviera a poner bien, el niño, como pudo, intentó dejar el papel lo más parecido a como estaba al principio, su padre le dijo: por mucho que intentes dejar el papel como antes se quedará señalado para siempre. El niño se quedó extrañado, no entendía qué quería expresar su padre. El padre le pidió que quitase todas las chinchetas que estaban colocadas en aquel tablón de corcho de su habitación, el niño fue sacando una a una aquellas chinchetas, dejando el corcho lleno de pequeños agujeros. El padre, mirando al corcho, le dijo: “Ves, tú clavaste una de estas chinchetas cada vez que te peleabas con tu madre, y, aunque le pidas perdón por cada una de estas peleas, por muy pequeña que sea, siempre quedará una señal. Este tablón refleja la relación entre tu madre y tú, por muchas veces que le pidas perdón, cada vez que discutís vuestra relación se deteriora, hasta incluso puede llegar a romperse, la clave no está en pedir perdón o en sacar las chinchetas del corcho, sino en intentar no llegar a clavarlas, ya que de esta manera no dejan ninguna señal”. De esta manera el padre pudo explicarle a su hijo que la clave no está en que por pedir perdón las cosas se 77
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solucionan, sino en intentar pedir perdón las menos veces posibles evitando desde un primer momento la discusión o pelea, pues, aunque no nos demos cuenta, siempre dejan una pequeña secuela en nuestras relaciones.
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EL INSTITUTO, por Ana Ródenas Gambín 2º ESO B
Me mudé con mi madre cerca de donde vivían mi tía y mi prima en verano, me acuerdo de que lo pasé genial con mi prima, me acuerdo de aquel verano también porque mis padres se divorciaron, después del verano me tocaba empezar a ir al instituto, un instituto nuevo, lo único bueno es que iba a ir con mi prima. Una tarde que estaba asomada a la ventana vi pasar a un grupo de chicos, fue muy raro porque no me fijé en ninguno de los que llevaba la equipación de fútbol, sino en aquel chico que iba detrás que llevaba libros en la mano y una cámara de fotos colgada del cuello, él era diferente a los chicos que estaba acostumbrada a ver con mis amigas o que seguía en Instagram, sentía que era diferente, único, y por eso tenía más ganas de saber su nombre y si iba a ir al mismo instituto que yo. A la mañana siguiente vinieron las amigas de mi prima a recogernos a ella y a mí para ir al instituto, era mi primer día y me sentí muy incómoda porque todos me miraban, pero estaba interesada en encontrar al chico por los pasillos. Le pregunté a mi prima si ella conocía a un chico como él, alto, moreno, y que iba con el equipo de fútbol, ella me dijo que no, que no conocía ningún chico así, justo sonó el timbre y tuve que entrar a clase, por lo que no me dio tiempo a buscarlo por los pasillos. 79
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Cuando sonó el tercer timbre era la hora de salir al patio, y allí estaba sentado junto a la fuente, sin pensarlo dos veces fui y me senté, pero llegó el equipo de fútbol y las animadoras, y no pude hablar con él, escuchando un poco me enteré de que era el hermano del capitán del equipo de fútbol. Gracias a mi prima y sus amigas conseguí averiguar su nombre, se llamaba Mario, y también me enteré de que el equipo de fútbol tenía entrenamiento ese mismo día, por lo que me quedé a esperar a ver si salía y poder hablar con él. Cuando acabó el entrenamiento allí estaba yo, sentada en el banco esperándolo, cuando pasó a mi lado me levanté, pero no me salían las palabras, todos me quedaron mirando y empezaron a reírse, salí corriendo y me escondí en los aseos, nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida. Al rato llamaron a la puerta, era él, que venía a ver cómo estaba, y me pidió perdón por los amigos de su hermano: “Son muy estúpidos”, me dijo. Salí del baño y de verdad era él, el mismo chico que vi por mi ventana, con la misma cámara de fotos colgada del cuello. Empezamos a hablar y después de casi una hora hablando nos dimos nuestros números, me fui con una sonrisa enorme en la cara, no pensaba que eso fuera de verdad, no me había sentido así desde hacía mucho tiempo. Cuando llegué mi prima se había extrañado, ¿cómo es que había llegado tan tarde?, ¿de dónde venía?, ¿con quién había estado? Mi madre, mi tía y mi prima me preguntaron demasiadas cosas que yo no sabía cómo explicar, lo único que pude decir era que hoy había sido un día estupendo y no quería que fuese todo una mentira. Mi madre, mi tía y mi prima se lanzaron hacia mí para 80
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darme un abrazo, no se podĂan explicar que despuĂŠs de haber estado tantos meses triste y apagada, ahora estuviera feliz y que nada pudiera quitarme eso.
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EXTRAVIADA, por Claudia Elkanouzi Almansa 3º ESO C
Siempre que pienso en Cecilia, tengo la misma imagen. Su melena larga y castaña, sus ojos azules como el mar y su sonrisa que te cambia el día. Jamás pensé que un día desaparecería. Todo empezó hace dos semanas, el veinte de febrero. Habíamos quedado para ver juntas el amanecer y hablar un poco sobre nuestras vidas. Pero nunca llegó. He intentado llamarla y le he dejado alrededor de mil mensajes, pero no le llegan. Así que he decidido empezar yo misma su búsqueda. He estado investigando y mirando fotos de su habitación y creo que tengo varias pistas para lograr encontrarla. En uno de sus cajones he encontrado una postal de La Torre Eiffel de una tía suya. En otro, he visto una foto con una mujer que se parece bastante a ella y un hombre con sus mismos ojos, yo diría que son sus padres; aunque nunca ha nombrado a su familia. Estoy mirando en el último cajón, y para mi sorpresa hay un DNI. Pero, un momento, está su foto y su dirección; pero el nombre y los apellidos están en blanco. Esto está empezando a ser bastante raro, así que he decidido ir a la dirección de la postal para ver si puedo contactar con algún conocido suyo. 82
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El viaje ha durado tres horas y ahora estoy enfrente de una casa enorme. Cuando toco al timbre, me abre la puerta una mujer de avanzada edad que se hace llamar Ámbar. –Buenos días, señorita, ¿qué le trae por aquí? –Hola, soy Claudia. Quería saber si usted conoce a una chica que se llama Cecilia, a la cual le mandó una postal. Es mi amiga y lleva desaparecida dos semanas. –Ni hablar de ese tema, no te voy a dar información. Si la quieres, antes tienes que pasar unas pruebas para saber toda la verdad. No sé si podrás sobrevivir a ellas, aunque por lo que dice la teoría, si has llegado hasta aquí es que eres una de las nuestras. –Espera, ¿cómo que una de las vuestras? Me estoy asustando. –Para saber toda la verdad y aclarar todas tus dudas tienes que aceptar las pruebas; si no, puedes irte por donde has venido. –Está bien, acepto. La señora me abre paso a la casa y de repente desaparece. Todo está oscuro y no veo nada, delante de mí hay una espada. De repente, una voz me habla y me dice que estoy entrando a la primera prueba, donde tendré que enfrentarme a mis propios miedos. Estoy temblando y una araña gigante se planta delante de mí. Intento no alarmarme, porque en cuanto deje de tenerle miedo, desaparecerá. Al cabo de un rato logro dejar la mente en blanco y paso la prueba. 83
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En la segunda, tengo que enfrentarme a mis pensamientos. Y aunque me cuesta, logro pasarla. En la última prueba tengo que pasar por unos láseres hasta la salida sin que me atrapen mis pensamientos y mis miedos. Cuando por fin acabo todas las pruebas, veo a lo lejos a Cecilia con mucha más gente. Cecilia da un paso al frente y me susurra: –Sabía que eras una de las nuestras, bienvenida a tu nueva casa. Se ve que en su familia todos son espías y todo esto eran pruebas para ver si yo lo era. Finalmente, nos abrazamos todos y me lo explican detalladamente. Así que, aunque ha sido un viaje inesperado y difícil, también ha sido un viaje que me ha cambiado la vida.
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LAS FAVELAS, por Mario Puerto Palazón 2º Bachillerato B
Fernando era un adolescente que vivía en las favelas de Rocinha, cerca de Río de Janeiro. Allí todos los de su edad soñaban con ser futbolistas, triunfar como otros tantos lo habían hecho en el mundo del fútbol y llegar a lo más alto; pero eso a Fernando no le llamaba la atención, era una persona muy inteligente y lo que él quería era ser cirujano. Pero tenía los pies en el suelo y tenía muy claro todo el esfuerzo que su objetivo conllevaba. Cuando Fernando se graduó en el instituto, tanto sus padres como el resto de su familia hicieron un esfuerzo económico para poder matricular a Fernando en una universidad en la capital, ya que en las favelas no había ninguna. A los dieciocho años, Fernando se mudó a la capital, vivía en un piso modesto compartido con dos personas más. Se llamaban João y Ronaldo. João iba también a la universidad, estaba estudiando para ser ingeniero; mientras que Ronaldo trabajaba como dependiente en un supermercado de la zona, aunque al parecer no solo se dedicaba a eso. Un día, al volver de la universidad, Fernando se cruzó en el rellano de su piso con dos hombres bien vestidos y con gesto serio, mientras salían de su casa uno de ellos chocó hombro con hombro a propósito con Fernando, con intención de provocar. Al entrar al piso, 85
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Fernando vio a Ronaldo sentado en la cocina, con la mirada perdida, se podía intuir que estaba preocupado por algo, pero se negó a hablar con Fernando. A las dos semanas, mientras que los tres compañeros de piso estaban comiendo, entraron cinco hombres, con una indumentaria parecida a la que llevaban los dos de la última vez. Iban armados y uno de ellos le dijo a Ronaldo que se le había acabado el tiempo, que ya no hacía falta que le pagase lo que le debía; acto seguido acribillaron a Fernando y a sus dos compañeros. Al día siguiente salió en las noticias, la policía declaró que aquello fue un ajuste de cuentas y cerraron el caso. El sueño de Fernando se vio truncado por las drogas, en un país donde soñar sale caro.
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MI DULCE CATALINA, por Andrea Arévalo Calderón 2º ESO B
En un pueblo en las más alejadas colinas de Italia vivía Catalina, una chica de quince años, era la más conocida en el pueblo debido a su espectacular belleza y a su tan dulce inocencia, que no reflejaba en su cuerpo debido a haberse desarrollado a una edad muy temprana. A Catalina le encantaba ir a recoger flores cerca del arroyo, leer sus libros y cantar, todos sabían de sus aficiones, por lo que siempre tenía compañía hacia el arroyo o para sus lecturas, el único momento de soledad que tenía era cuando cantaba debido a que iba a su lugar secreto donde nadie la encontraba. No tenía muchas amigas debido a que siempre los chicos la miraban y querían ser su novio, pero a ella no le atraía ninguno de ellos. Todo era tranquilo en el pueblo hasta que llegó Dante, un chico de la ciudad, nieto de Bianca, una de las más ancianas del pueblo. Él era un chico alto, pelo negro, ojos claros, siempre vestía una camisa blanca o negra de botones y pantalones color caqui, desde el día en que llego todo cambió. Llegó en ferrocarril, nadie esperaba su llegada, solo su abuela. Cuando apareció por el pueblo todo el mundo se dio cuenta de su aparición debido a que todos se conocían, las chicas que paseaban por la plaza se percataron de que no era como los chicos del pueblo, vestía diferente y se comportaba diferente debido a que 87
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se acercó a ellas sin la más mínima vergüenza, lo cual era extraño para ellas debido a que los chicos no solían acercarse tan directamente, pero respondieron a su pregunta y con la cortesía correspondiente, con la cual las habían educado. Cuando el muchacho se retiró las chicas empezaron a cuchichear sobre aquel chico, haciendo comentarios de quién podía ser. Al día siguiente descubrieron que era nieto de Bianca, una de las señoras del pueblo, y que se iba a quedar a vivir en el pueblo tiempo indefinido. El chico no salió de su casa hasta el lunes, para dirigirse hacia el colegio del pueblo. Cuando llegó todos se quedaron mirando debido a que nunca lo había visto, a las chicas les gustó y los chicos se pusieron celosos. Ese día Catalina llegó tarde a clase, algo que no solía ocurrir, al llegar Dante la observó y cruzaron miradas, pidió disculpas al profesor y se sentó en su banco, le preguntó a su amiga Caeli sobre el individuo que nunca había visto, ella le contó lo sucedido con todo lujo de detalles. Al terminar las primeras clases y empezar el descanso todo el mundo se acercó a Dante para hacerle una infinidad de preguntas, menos Catalina y Caeli, que solo escucharon atentamente sin hacer acto de presencia en el círculo que se había formado alrededor de Dante. Después de un rato el grupo se disipó, Dante hizo varios amigos a los cuales preguntó por Catalina y por Caeli. El chico tenía otras maneras y forma de pensar, a todos les sorprendió mucho, hablaba de temas que tenían un tabú en las conversaciones y una rebeldía que llamaba la atención de todos sin excepción. A la salida de las clases Catalina se disponía a irse sola cuando Dante se acercó a ella, pero sin decir 88
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palabra, ella ese día no solía tener compañía debido a que todos sabían que los lunes ella iba a su lugar secreto y que nadie tenía que acompañarla, en un momento se desvió del camino y él tenía intención de seguirla, pero ella paró en seco y le dijo que no la siguiera. Él, sorprendido por la respuesta, siguió por el camino hacia el pueblo; cuando llegó a la plaza pasaron unos compañeros y Dante le preguntó a Paolo sobre lo que le había sucedido con Catalina. Él le contestó que Catalina no dejaba que nadie la oyese cantar y por eso se iba a un lugar secreto. Él, extrañado por la respuesta de Paolo, decidió no seguir preguntando. Pasaron los días y Dante se acercó cada vez más a Catalina, aunque ella no se acercaba mucho para no generar confusiones. A la gente mayor no le agradaba Dante debido a que no les hacía caso, se saltaba las normas, peleaba, robaba, les daba falsas esperanzas a las chicas, hablaba de temas tabú y no les inspiraba mucha confianza. Un día un suceso perturbó a todos en el pueblo. Cuando Giovanni, un chico de 15 años, apareció muerto en la plaza, todo el mundo se asustó. Cuando se enteraron de la noticia, la novia del joven estaba llorando junto a la familia del muchacho, no había muchos sospechosos, solo el lechero, que había ido el día anterior, el leñador del bosque y Dante, debido a que había estado actuando sospechosamente. En el pueblo empezaron los interrogatorios: el lechero había dormido en casa de la peluquera, el leñador estuvo cortando leña y con su familia y Dante se había acostado temprano. Como era de esperar, todos sospecharon de Dante, él negaba que lo hubiera asesinado, solo su abuela y Catalina le creían, Catalina creía que sin pruebas no podían acusar a nadie. 89
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En ese momento Dante se enamoró de Catalina, por sus ideales y forma de pensar tan madura que ocultaba en lo más profundo de su alma, pero a pesar de todos los intentos de descubrir al asesino no consiguieron nada, no había pruebas ni nada semejante que probaran La inocencia de Dante. Mientras buscaban un culpable, Catalina se iba enamorando perdidamente de Dante, cada vez más, pero ella sabía que ese amor era imposible, ya que si alguien descubría ese amor los separaría para siempre algo que les aterraba a ambos. Solo tuvieron dos días para estar juntos antes de que ejecutaran a Dante por su crimen. El día de la ejecución Catalina y Dante se vieron y en ese momento se dieron el beso más lindo con el que Dante la llamó la dulce Catalina, entonces Catalina le cantó una canción secreta a Dante y cuando se estaban llevando a Dante, Catalina disimuló la tristeza y nada más le dio una nota a Dante y él le dio un colgante de medio corazón, del cual él llevaba la otra mitad. Ella, para disimular, sonreía y miraba la ejecución. Cuando estaban a punto de ejecutarlo Dante leyó la nota que decía lo siento, cuando leyó esto miró a Catalina, que estaba sonriendo y mirándolo a los ojos, cuando zass, Dante murió. La gente saltó de alegría, menos Bianca, la abuela de Dante, que estaba llorando por lo sucedido. Ese mismo día Catalina fue a su lugar secreto, donde había papeles, carboncillo, notas, un vestido manchado, cuchillos, y con una sonrisa y cantando, lo enterró todo en un gran agujero. Nunca más hubo asesinatos en el pueblo y Catalina se fue recorriendo todos los pueblos en los cuales misteriosamente sucedía solo un asesinado y una ejecución en 90
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toda la vida. Pero en todos los pueblos hay un lugar secreto y una canciĂłn de mi duce Catalina.
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DULCES 18, por Paula Jiménez Noguera 3º ESO C
Son las ocho de la mañana y, como todos los días, me despierto con el horrible sonido de la alarma, aunque hoy es un día especial. ¡son mis 18! Bajo las escaleras corriendo porque, como todos los años, el día de mi cumple mi padre me prepara una enorme tarta de chocolate para desayunar, pero para mi sorpresa cuando llego a la cocina no hay ninguna tarta, sino una misteriosa carta encima de la mesa. Antes de leerla llamo a voces a mi padre y a mi hermano Lucas para que bajen, pero ninguno de los dos contesta, por lo que decido leer la carta yo sola. Querida Alicia: Hoy por fin es tu 18 cumpleaños y creemos que ya estás lo suficientemente preparada para ser consciente de este secreto. Soy Martin, director del grupo K.C., te preguntarás sobre qué estoy hablando. Pues bien, tu madre fue un miembro muy importante de esta organización de espías, y antes de marcharse nos dejó claro que quería que tú también lo fueras. Seguramente tendrás muchas preguntas, por lo que nos vemos esta tarde a las seis en la cafetería. Pops. 92
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Después de leer la carta decido releerla por si es una broma y al cabo de un tiempo me doy cuenta de que no. Decido no comentarle nada a nadie, por lo que cojo la carta y subo directa a mi habitación para esconderla antes de que alguien la vea. Son ya casi las seis, por lo que empiezo a prepararme corriendo para no llegar tarde. Estoy justo enfrente de la cafetería y no me he parado a pensar ni un momento que esto es de locos, pero decido entrar a ver qué es lo que me encuentro. Al entrar me siento en una mesa pegada a la ventana y saco el móvil para hacer tiempo mientras el tal Martin llega. Al cabo de dos minutos un hombre alto y pelirrojo se sienta justo enfrente de mí. –Felicidades, Alicia, soy Martin –dice–. Supongo que si has venido es porque quieres que te explique lo que ponía en la carta. Pues verás, tu madre fue una persona muy especial dentro de esta agencia de espías secretos y siempre quiso que tú también lo fueras, por lo que antes de que se marchara me dejó muy claro que quería que el día de tu 18 cumpleaños te entregara esa carta. Tienes que prometerme que no le dirás esto a nadie, ni siquiera tu padre y tu hermano lo saben. –Lo prometo. –Vale, bien, pues ahora acompáñame, tengo que enseñarte algo. Después de esta extraña charla en la que me he quedado flipando estoy un poco expectante sobre lo que va a pasar ahora. Es un poco raro, pero siento como si conociera a Martin de toda la vida. 93
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Al salir de la cafetería nos montamos en el coche de Martin, durante el trayecto estamos todo el rato en silencio, ya que me avisó de que hasta que no llegáramos no me podía responder a ninguna pregunta. Tras un trayecto de casi una hora, nos encontramos en las afueras de la ciudad y entramos a un edificio que parece que fue construido hace dos días. Al entrar, todo está decorado de color blanco: los muebles, los sofás… Martin me coge del brazo y me lleva casi corriendo al ascensor para bajar a la planta -7. Nada más salir entramos en una sala en la que hay una tele gigante y las paredes están forradas con fotos de mi familia, en ese momento la situación me empieza a parecer demasiado extraña. –Mira, Alicia –me dice Martin, y acto seguido aparece un vídeo de mi madre en el televisor. –Querida Alicia, si estás viendo esto supongo que hoy cumplirás tus 18 años. Alicia, es muy importante que no cuentes esto ni a papá ni a tu hermano Lucas, ellos todavía no pueden saberlo. Verás, Alicia, voy a realizar una misión de alto riesgo, por lo que, si estás viendo esto, supongo que algo ha ido mal y ya no puedo estar ahí contigo. A partir de ahora, si aceptas, tú también podrás trabajar como espía en esta organización, pero has de seguir muy bien los consejos de tu tío Martin. –¿Cómo? Mi madre nunca comentó nada acerca de tener un hermano. Después de esto siento como si todo comenzara a moverse y mis ojos empezaran a cerrarse y empiezo a notar un montón de frío. 94
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–Alicia –grita mi hermano–, ¡que hoy es tu cumpleaños! Me levanto de un salto intentando asimilar todo, bajo corriendo las escaleras para ver si por casualidad hay alguna carta, y por suerte o por desgracia no la hay. ¡No me puedo creer que todo esto haya sido un sueño!
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CABALLERO, por Ismael Capel López 1º Bachillerato F
Érase una vez en los poblados de Padelbur un caballero andante, con un caballo blanco reluciente de pezuña de porcelana y dientes perfectos. El caballero Tomas el valiente era también conocido simplemente como Tomas. Este caballero se dedicaba a vigilar por los lugares más extraños y temerarios de las tierras de Padelbur. Dicho caballero estaba enamorado de una princesa llamada Leila, ella era la hija del monarca de Padelbur, por lo que no aprobaría su amor a un caballero de clase media. Su única misión y deseo era conseguir la aprobación de su padre, llamado Adolg, para poder pedirle la mano a su hija y, finalmente, casarse en el reino de Padelbur. El caballero estaba cabalgando con su caballo, como de costumbre, por los senderos de Padelbur, cuando en un abrir y cerrar de ojos se encontró con un enano que le ofreció una bebida aparentemente de color azul celeste que le entregó con la recomendación de que si se la tomaba se convertiría en todo lo que él quisiera, siempre y cuando la utilizase de una manera correcta y funcional. El caballero, sin pensárselo, cogió el líquido viscoso y se lo tomó pensando en conquistar a su reina, convirtiéndose en un magnifico caballero al que su padre aceptase como esposo por su valentía, esfuerzo y dedicación. El
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caballero tomó su camino tan contento, no sin antes darle las gracias al enano, pero no mostró ningún cambio. Al paso de una hora se sentía igual pero con una mala suerte de mil demonios, el caballo de Tomas se tuerce una pata y Tomas cae a un charco de fango que le deja lleno de barro y de moscas alrededor de él, aparentando una forma y apariencia horrible. Sin molestarle, siguió con su camino, en este caso siguió pensando en ir al reino a pedirle la mano a la princesa Leila con el permiso de su padre, pero no sin antes cruzarse con una panda de ladrones de las tribus de las afueras de Padelbur, en una batalla en la que el caballero Tomas cayó derrotado y pisoteado por los ladrones. Tomas empezó a sentirse timado por dentro por el enano, pero decidió coger a su caballo y seguir adelante sin ningún prejuicio. Tras cruzar el bosque de las tribus Tomas vio en la lejanía un ciervo albino, blanco y puro como la nieve, prácticamente del color de su caballo, pero Tomas no le dio mucha importancia, aunque le parecía raro, ya que los ciervos se encuentran en sitios céntricos de caza. Cinco minutos más tarde su caballo se paró, dejando las patas endebles en el suelo; cuando Tomas se decidió a bajar para ver qué le pasaba, se encontró con una flecha clavada justo en el torso del caballo, que lo dejó moribundo y a punto de morir; apareció otra flecha en la cabeza del animal, con un cazador detrás, desde donde aparecían dichas flechas. El cazador le comentó que era coto de caza y que se parecía a la presa que estaba persiguiendo. Sin decir nada, Tomas, cansado, deprimido, sigue adelante con un aspecto horrible tras las desgracias que le habían sucedido por el camino, decide seguir 97
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hacia delante pero a menos de dos kilómetros para llegar al reino donde se encontraba la princesa Leila junto con su padre, se encontró a nueve caballeros muertos, presuntamente se habían suicidado todos, y cada uno de ellos por voluntad propia, debido a que llevaban sus dagas con sus iniciales clavadas en el pecho. Tomas, sin ninguna explicación, entró en la casa real, atravesando todos los guardias, sin mirar hacia ningún lado, solamente hacia su objetivo. Cuando se encontró a Leila en el trono, junto a su padre en el trono mayor, arrodillado junto a su padre y a Leila, le pidió la mano de su hija. Al monarca de Padelbur, con una expresión seria, le aparece una sonrisa, acreditando: –Con toda la mala suerte que has pasado, manchado, robado, siendo víctima de la muerte de tu propio caballo… De los diez caballeros que se han tomado el mejunje de la mala suerte, tú eres el único que has vencido, seguido adelante y superado dichas adversidades, por lo tanto tienes la mano de mi hija.
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UN VIAJE INESPERADO, por Laura Barrachina Navarro 2º ESO B
Faltaba poco para mi cumpleaños, se acercaba la fecha. Era septiembre, mi mes preferido, el clima era ideal, podías hacer deporte, salir y divertirte, pero aún más importante: no teníamos instituto. Mi nombre es Laura, con casi quince años me consideraba una adolescente feliz y sin preocupaciones. Esa tarde había quedado con mis mejores amigos, Alex el risueño, Alicia la despistada, José el dormilón y Alfredo, un chico muy hablador, pensábamos hacer un experimento, la capa invisible que nos llevaría a un lugar de ensueño. Alex trajo la sábana blanca, Alicia las tiras de sujeción, José los rotuladores, Alfredo las tijeras y yo el saltamontes. Nos vimos en el punto de reunión: el Monte Perdido. Estábamos muy nerviosos, debíamos hacer cinco capas, y colocar el saltamontes en el hombro de José; una vez hubimos terminado nos colocamos en círculo, cerramos los ojos y empezamos a imaginar cada uno nuestro viaje imaginario. Estuvimos así una hora más; hasta que volvimos a la realidad, todos teníamos la cara llena de inmensa felicidad.
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Empezó hablando Alex: “Yo he viajado a Oriente, allí he visto la Torre de Babel en Damasco, luego visité la Mezquita Azul de Estambul, y mi última visita fue a las pirámides de Gizeh que son las más grandes de Egipto”. Continuó Alicia: “Yo he estado en el Salar Uyuni en Bolivia, el mayor desierto de sal del planeta, cuando lo miras te llega a confundir con el cielo en el lejano horizonte. Sus flamencos se veían por doquier, ha sido alucinante”. Y José, atónito, comenzó a hablar: “Yo he volado a Capadocia, Turquía. Sus valles, desfiladeros y montañas dan como resultado un paisaje espectacular que he podido disfrutar en un colorido globo aerostático”. Después de José comenzó a hablar Alfredo, él comentó que había viajado en avión a la India, concretamente al Taj Majal, y que le había encantado el edificio y sus jardines, pero, sobre todo, lo que más le gustó fue ver el alucinante atardecer allí, dijo que fue lo más bonito que había visto jamás. Laura fue la última, estaba muy atenta a sus compañeros, apenas le salía la voz, por fin volvió en sí y dijo: “He recorrido parte de la Gran Muralla China, y he de deciros que es la estructura más grande hecha por el hombre en el mundo, su extensión es de 21000 kilómetros; se puede comparar con la muralla romana de Lugo”. Todos enmudecidos, se miraron unos a los otros, habían disfrutado y compartido unos viajes maravillosos que habían querido compartir con nosotros. Ese día hicieron los mejores viajes que llegaron a hacer en todas sus vidas. 100
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NÚMERO CIEN, por Lucía Frutos Teruel 3º ESO C
Hoy estoy aquí, en el escritorio de mi oficina, no para escribir otro titular de un periódico ni otro cuento para niños, os vengo a narrar la última voluntad de una persona, me pidieron que contase esta historia y aquí estoy, os la contaré. Quien me pidió que os relatara esto dijo al principio: “A la gente no le faltan historias que escuchar, le faltan mil historias por vivir para comprender una sola de ellas”. Hace cuarenta y pico años, en una pequeña casa de montaña había una humilde familia, mi familia. Eran cinco hermanos, el padre y la madre; no tenían mucho pero les bastaba para vivir. El padre, Alberto, era un artesano humilde, pasaba con sus creaciones por todas las casas que había en la montaña, sin duda era el que más vendía del condado. Lola era la matriarca, se ocupaba de todos los hermanos y de la casa. Y los hermanos eran: Hugo, él era el mayor, tenía 16 años y era la mano derecha de su padre Alberto; Juan era uno de los medianos, tenía 13 años, era muy nervioso y se perdía mucho por el monte; a Eva le encantaba jugar con sus muñecas, tenía 10 años; Luis era muy fiestero, pero como estaba en mitad del monte solo podía hacer fiestas con sus hermanos, tenía 7 años; y, por último, Pablo era un chaval muy 101
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raro, siempre le andaba dando vueltas a la cabeza pensando en las catástrofes que le podrían ocurrir, aunque era el más cariñoso de la casa, y eso que solo tenía 3 añitos. Un día normal, Alberto fue con sus tres hijos mayores a vender sus creaciones como siempre, ese día tenían más ventas de las habituales. Era un puente de verano y la gente estaba generosa, pero Lola recibió una horrible noticia… Un derrumbe en una de las laderas que solían frecuentar Alberto, Hugo, Juan y Eva, había acabado con sus vidas. Lola, con esta terrible noticia, se dio cuenta de que estaba sola con dos niños pequeños y en mitad de un monte, no tenía nada con lo que poder vivir. Así que, en cuanto pudo, Lola con Luis y Pablo, decidió mudarse a Málaga para estar más cerca de la familia de Alberto. A Pablo este pasado suceso le provocaba muchas calenturas de cabeza; Luis era el ejemplo a seguir de Pablo, pues era el único patrón que le quedaba para seguir. Lola se desvivía trabajando para que a sus hijos no les faltase de nada. Y así Pablo fue creciendo, cuando tenía cuatro años comenzó el colegio en Málaga, allí pasaba días enteros jugando y aprendiendo, cosa que le encantaba, y además estaba con su hermano Luis en los ratos libres. Luis le enseñaba a leer y escribir porque Pablo disfrutaba de ello como si se tratase de un juego. Él, a pesar de ser pequeño, quería aprender mucho, tanto que se escapaba de clase con una hoja rehusada con la que escribía cuentos. Cuando cumplió ocho años, en el colegio había muchas extraescolares gratis y se apuntó a un programa de invención de cuentos, aunque él ya había hecho algún cuento antes y sabía cómo escribir de forma seria. 102
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Escribiendo, encontró la forma de expresarse, de juguetes tenía lápices y papeles en blanco, que él rellenaba con sus historias… Con 13 años se presentó a un concurso de literatura y quedó en el sexto mejor puesto de ese concurso de escritura juvenil de Málaga. En ese momento Pablo se dio cuenta de que se tenía que dedicar a aquello, se quería dedicar al periodismo, quería contarle cien historias al mundo entero, esto no era un decir, era una realidad, se puso de reto cien historias reales y apasionantes a lo largo de toda su vida. Sin embargo, Pablo seguía atormentado pensando en que algún mal le ocurriría… Pablo tenía ya 22 años, así que se fue a Nueva York sin nada, a buscar historias. Allí descubrió la dura vida de una anciana que en su juventud había vivido una guerra. El malagueño lo relató todo en un papel y meses más tarde lo publicó en España. Pablo fue contando apasionantes historias durante su vida, acababa de cumplir los 36 años cuando le faltaba publicar una historia para llegar al número cien, él seguía temiendo que algo malo le ocurriese y no pudiera vivir otra historia más para plasmarla en papel, algo le dijo que no le daría tiempo a contarla él mismo, así que decidió que su última historia la descubriese y contase otra persona. Esa persona soy yo, yo no conocía a Pablo, una vez leí uno de sus artículos, pero jamás había hablado con él, no sé cómo llegó esa carta a mis manos, pero en cuanto la abrí y sentí el papel en mis manos, supe que podría contar una buena, la historia número cien, la historia de Pablo, la historia que pertenece a todos… Pablo sufrió un accidente de tráfico tres horas después de enviar la historia de su vida a alguien que no conocía.
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LA FAMA Y LAS DROGAS, por Antonio López Romero 2º ESO B
Érase una vez, en un pequeño pueblo de Murcia había una bellísima jovencita llamada Christine, a la que le encantaba el mundo de la música. Ella solo cantaba cuando sus padres se iban a trabajar y se quedaba sola en su casa. Sus padres no sabían que su hija cantaba, por lo que no notaron nada. Esta era la única forma de desahogarse de Christine, porque ella sufría bullying por parte de sus compañeros, y estaba todo el tiempo deprimida. También era autista y superdotada, y además tocaba el piano. Todos estos hobbies la mayoría de la población no los comprendía. Un día, una persona que casualmente pasó por debajo de la ventana de su cocina, la escuchó y se quedó en shock por unos instantes. Ella no sabía que aquel hombre la había escuchado, por lo que, como de costumbre, fue a sacar la basura, pero el hombre decidió esperar por si salía, y así fue. Cuando Christine salió, no notó nada, pero cuando pasaron unos minutos, este se le acercó y le dijo lo que pasó. Christine quedó atónita al escuchar eso y se puso roja. Luego el hombre se presentó, se llamaba Jesús Vázquez. Resultó que era un presentador de televisión que 104
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todavía se estaba dando a conocer. Él le ofreció a Christine ser famosa. Ella se lo pensó y le dijo que le daría la respuesta en unos días. Él aceptó de inmediato, y le dio su número de teléfono. Por la noche, cuando llegaron sus padres, les contó lo que había pasado y ellos, sorprendidos, le dijeron a su hija que, si ese era su sueño, adelante. Al día siguiente, llamó al presentador de televisión y aceptó su propuesta. Luego, se tiró dos semanas haciendo diversos castings, hasta que hizo uno en La voz kids, y la aceptaron. En ese momento tenía 17 años. Conforme fueron pasando las etapas del programa, ella quedó finalista y al final ganó cantando: “I Will Always Love You”, de Whitney Houston, canción de la película The Bodyguard. Después de ganar el programa, no tardó mucho en hacerse famosa. Cuando cumplió la mayoría de edad, Jesús le proporcionó uno de los mejores managers de España. Ella empezó a componer canciones, y tuvieron muchísimo éxito. Se vendieron millones de discos. Ella estaba de muy buen humor en aquellos meses y no tardó casi nada en dar sus primeros conciertos. Empezó a ganar millones de euros y se compró una casa de 403 m². En definitiva, Christine tenía una vida llena de lujos y trabajo. Pero un día, cuando tuvo un pequeño descanso, salió a correr y conoció al que sería su futuro esposo. Conoció a Álvaro. Él era muy bueno y cariñoso con Christine, por lo que todo al principio fue genial. 105
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Pero un día Álvaro comenzó a beber y le cambió el humor, se vio afectado repentinamente. Estaba enfadado siempre y logró convencer a Christine de comenzar a beber y traficar con drogas. Pero un día Christine bebió más de lo normal y se quedó en coma etílico. Tres meses después falleció y su familia no lo podía creer. Pero al final lograron pasar página y todo volvió a la normalidad.
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EL SUEÑO PREDESTINADO, por Rocío Ochoa Garay 3º ESO C
Hoy es el último día de verano de Hannah, y ya mañana empiezan las clases en su primer año de universidad. Hoy ha quedado con su mejor amigo, Thomas, para despedirse, ya que él sigue en el instituto. Esta misma noche Hannah se prepara la maleta, se ducha y se mete a la cama para intentar dormirse temprano. Al día siguiente, cuando todos se levantan y se preparan para salir y cogen rumbo hacia la universidad, ocurre algo extraño e inesperado: de repente un pitido extraño suena en el aire sin venir a cuento, el sonido es cada vez más fuerte y es irritante, tanto que llega al punto de que Isabel, la madre de Hannah, pierde el control del volante y se choca contra un árbol, en aquel momento Hannah se despierta en su habitación como si no hubiera pasado nada. Era un sueño. –¡Pero parecía muy real! –dice ella, asustada todavía. Ahora que sí que esta despierta, baja a desayunar y se sube corriendo a coger las cosas y salir corriendo, que llega tarde. Cuando llevan ya unas dos horas de trayecto, Hannah empieza a escuchar un sonido raro, muy parecido al del sueño, y cada vez más fuerte, es muy insoportable, pero levanta la vista y ve a su madre perdiendo el control, así que coge el volante para evitar el árbol, 107
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entonces el coche se frena. Hannah está en este momento un poco descolocada, ya que acaba de ocurrir lo mismo que había soñado esta noche. Luego de un rato, cuando la situación está más calmada y siguen el rumbo, ella empieza a relajarse porque empieza a pensar que ha sido una casualidad. Por si no lo sabíais, Thomas también está en el coche porque se había empeñado en que quería acompañarlas. Al fin han llegado y cuando están sacando las cosas del coche Thomas coge a Hannah y le dice lo mucho que la quiere y todos los momentos que han pasado juntos y en un abrir de ojos le pide salir, obviamente ella se queda en shock pero con una sonrisa, y después de un rato le dice que sí. Hannah sigue pensativa porque es su primer novio y encima nunca hubiera pensado que sería su mejor amigo, pero algún día tenía que pasar, pasaban mucho tiempo juntos. Cuando ya entran en la habitación se aloja y se despiden, Hannah está ya por fin sola. Está arreglando su ropa cuando, de repente, alguien entra en la habitación: es Jessica, su compañera de habitación. Hannah se queda un poco parada porque no es como se la esperaba, es un poco lo contrario a ella pero, eso sí, muy simpática, ya que este mismo día ya la ha invitado a una fiesta. Otra vez se había quedado sola, tenía sueño, así que se duerme un rato y cuando se levanta decide ir a la ducha y cuando está volviendo se tropieza con un chicho muy guapo y oye algo como “siempre en medio, la gente no mira por donde va”, pero lo raro era que el chico no había abierto la boca, era como si hubiese escuchado lo que pensaba. Cómo no, era otra vez un sueño, pero se levanta para darse una ducha y en cuanto está volviendo le pasa 108
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exactamente lo mismo, sale corriendo y se encierra en la habitación, ahora sí que está asustada. Pero al día siguiente va a clases y cuando está volviendo hay un hombre en su habitación. Ella se queda asombrada, al principio pensó que era el padre de Jessica pero cuando se gira y dice su nombre se queda parada y él le dice que no se asuste, que le va a explicar el porqué de lo ocurrido en estos días que parece tan raro. Entonces se sientan y empieza a hablar y el chico le está diciendo que es una elegida y que ya ha descubierto dos de sus tres poderes especiales. Cómo no, Hannah está pensando que todo esto es una broma, pero luego piensa que sería la respuesta a lo del sueño y la voz que escuchó del chico. Ahora está en un estado de imaginación, piensa que está soñando de verdad que todo es una ilusión, pero después de pellizcarse se da cuenta de que está despierta y de que no es un sueño. El hombre le está diciendo que todo esto es normal al principio, que quién iba a imaginar que tiene poderes. “El tercer poder lo descubrirás el día de tu cumpleaños cuando cumplas los 18”, le dice el hombre. Hannah piensa que su cumple es mañana y no sabe qué hacer porque todo le parece imposible. Hoy es su cumpleaños y está cansada porque con todo lo de ayer no ha podido dormir bien, y tiene miedo de en cualquier momento encontrarse con su tercer poder, y en cuanto se levanta pasa una cosa y es que está flotando, así que ya ha encontrado su último poder: el de elevar objetos. Se está vistiendo cuando alguien empieza a aporrear la puerta y Hannah va a abrir cuando un grupo de hombres vestidos de negro echan la puerta abajo, cogen a Hannah y se la llevan. Ella intenta soltarse pero no puede, sabe que está por la calle porque oye los coches 109
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que están pitando y acelerando, pensaba que todo había acabado cuando de repente escucha algo raro, como si se estuvieran peleando cerca de ella, alguien coge y le quita la capucha que lleva y era el hombre que le había explicado todo ayer, resulta que se llama Alexander. Le dice que se coja fuerte de él porque van a volar, y ahí es cuando empiezan a subir hasta llegar a las nubes, cuando un destello de luz se estampa contra ellos y Hannah se cae y antes de llegar al suelo se despierta en su habitación antes de todo, antes de ir a la universidad. Todo es raro y no lo entiende, es como si nada hubiera pasado pero ella creía que sí. Ya no está igual, tiene miedo, ya no puede saber si ese sueño es de verdad y tiene poderes de verdad. Pero lo que de verdad le preocupa es si la muerte es lo que le espera en estos días que le quedan para que pase lo mismo que en el sueño.
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MALA SUERTE, por Julia Fernández Pastor 3º ESO C
Me levanto y en lo primero que pienso es en el Examen, sí, en mayúsculas. Desde hace ya unos meses llevo esperando este día, hoy por fin podré hacerlo, nadie sabe de qué trata porque las personas que pasan el examen no vuelven a aparecer y los que no pasan no hablan de ello. Llego al instituto para encontrarme con mi mejor amigo Luis, a él sí le causa inquietud el examen y está preocupado, pero yo no puedo hacer nada más que estar emocionado. Entramos a clase y, una vez que estamos todos dentro, nos hacen salir uno a uno e irnos con diferentes personas. En el examen me han preguntado al principio cosas muy básicas como con quién vivo y demás, y luego cosas como cuántos idiomas sé y cómo actuaría en una serie de situaciones. Mi padre es alemán, mi madre, danesa, y vivimos en Suecia, así que tengo facilidad. Después de unas pruebas más me dicen que me vaya a casa sin hablar con nadie. Han pasado dos días en los que no me han dejado salir de casa y ya no puedo aguantar, me han quitado también el móvil, por lo que solo puedo hablar con mis padres y ellos no quieren decirme qué pasa.
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Me despierto y me doy cuenta de que no estoy en mi habitación, ni siquiera en mi casa. Me encuentro en un lugar blanco y pulcro, alguien acaba de entrar a la sala, un hombre que no había visto nunca. Me lleva a otra sala y me explican que he sido seleccionado y a partir de ahora no veré nunca más a nadie conocido, ni familia, ni amigos, vecinos o conocidos de vista. Si intento llegar a ellos, me matarán. Estoy asustado. He intentado buscar una salida o ventana, pero desisto al ver que no encontraré nada y que lo único que hago es probablemente llamar la atención. Pasan los días y solo he tenido la rutina de dormir y comer lo que me dan, al fin viene alguien a buscarme y me dice que empezaré a entrenar hoy y que lo haré solamente con un instructor. Ha pasado un año y no puedo seguir aquí, esto es una agencia de espías y mañana tendré mi primera misión. Llevo meses intentando conseguir que les den una carta a mis padres, pero solo me lo niegan. Mañana, cuando tenga la misión, me podré ubicar y saber dónde estoy después de un año bajo tierra y viendo a las mismas personas. Sé dónde estoy, en mi ciudad, y creo que no sería difícil entregar la carta y ver a mis padres por última vez. Empiezo a idear un plan para que no me descubran. Han pasado dos semanas y vuelvo a salir, le digo a mi compañero que he visto algo y desaparezco. Llego a la casa de mis padres y dejo la carta, los estoy viendo por la ventana y no aguanto. Toco al timbre y mi madre me abre, la quedo mirando expectante pero no hay nada que 112
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muestre que sabe quién soy. Les digo que me he confundido y me voy. Llego a la guarida y me meten en una sala para hacerme un interrogatorio. Miento claramente, pero ellos ya sabían dónde había estado. Me dicen que solamente tenía que seguir una norma y no he cumplido. Estoy de pie mirando a la persona que va a acabar con mi vida. Me dispara. Vaya, sí que se lo tomaban en serio, qué mala suerte.
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CARPE DIEM, por Antonio Navarro López 3º ESO C
Como casi todos los años, las temperaturas invernales no pasaban de los 10ºC en Glasgow, Escocia. Tyler era un adolescente bastante tímido y perezoso. Su madre siempre insistía en que saliera a la calle y se divirtiera con sus amigos, sin embargo, él se negaba y se respaldaba en que hacía mucho frío fuera y que cuando llegara el verano, saldría. Un día de febrero, como de costumbre, Tyler llegó de la escuela, se encerró en su habitación y se puso a jugar a los videojuegos hasta las tantas. Cerca de las diez de la noche, su madre lo llamó para cenar. Mientras cenaban, en las noticias informaban de la existencia de un nuevo virus procedente de China. Su madre le dijo: –Tyler, recuérdame que te eche un tarrito de desinfectante para llevarte al colegio mañana. –Vale, mamá –le contestó Tyler. Al día siguiente, Tyler desobedeció a su madre y no se echó desinfectante en la escuela porque, para él, el virus no tenía mucha importancia. Por la tarde, cuando estaba jugando a los videojuegos, se sentía cansado y con algo de fiebre, pero estaba tan centrado en el juego que lo pasó por alto. Fue al día siguiente cuando su salud empeoró y lo tuvieron que 114
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llevar al hospital. Después de varias pruebas le comunicaron que era el primer caso con el nuevo virus en toda Europa. Debido a su gran ignorancia e insensatez, Tyler incluso se alegró por el simple hecho de que no iría al colegio en dos semanas y podría estar viciado a los videojuegos todas las horas que él quisiese. La primera semana la pasó medianamente bien, aunque con un poco de fiebre, pero fue en la segunda semana cuando las cosas se le complicaron debido a su problema de asma que le habían diagnosticado con un año. Tyler fue ingresado de urgencia en el hospital. Los médicos no le daban mucha esperanza de vida y, desgraciadamente, al tercer día de estar ingresado, falleció. MORALEJAS: 1. Vivir el presente y no pensar tanto en el futuro, porque a lo mejor ese futuro que tanto esperas no llega. 2. Hacer caso a nuestros padres, porque ellos solo quieren lo mejor para nosotros. 3. Ser serios y responsables ante problemas como puede ser una epidemia.
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LA JOVEN ENCERRADA, por Paula Enrique Belando 1º Bachillerato F
Érase una vez un mundo perdido y nuevo allá por el 2250 después de que la vida como se conocía hace dos siglos explotara dejando el vacío de aquel planeta conocido como la Tierra. Esta nueva vida se encontraba en el planeta Corona. Todo iba bien hasta que un día el enemigo más poderoso que este planeta había tenido se apoderó de todo como conocíamos implantándonos un virus mortal del que nadie podía escapar. Digo nadie porque aún no había en aquel pequeño planeta ningún ser que pudiera resistirlo, hasta que nació, nació aquella especie de bebé poderoso que nadie sabía lo que estaba a punto de realizar. La pequeña nació, y nació de una forma rápida y asombrosa, sin salir de aquella pequeña casa, porque nada le parecía asombroso ni sentía la más mínima curiosidad, debido a que apreciaba nada más que gente vacía y triste y una vida sin color. Sus padres le advertían de que no era bueno permanecer encerrada y que debía conocer mundo, pero a ella le daba igual. Sus padres decidieron pagar a hermosos jóvenes para que pasaran por debajo de su ventana, a la cual estaba siempre asomada intentando comprender el mundo, pero este no le hacía sentir nada, y ninguno de aquellos miles de jóvenes la impresionaron, y sus padres perdieron una gran fortuna para nada. 116
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Caía ya sobre el planeta corona el año 2275, y aquella joven ya no era joven, sino una mujer hecha y derecha que decidió salir a la calle, estando a punto de descubrir aquel poder que escondía. Conforme avanzaba no podía creerlo, acercándose a cada persona, tras andar cerca, notaba una fuerte sensación y el rostro de las personas iban cambiando y alegrándose, como llenándose de color, y fue ahí cuando se dio cuenta de que debido al virus ocasionado por Huilo (el gran enemigo), tras ella no haber salido nunca a la calle, era la única que no estaba infectada, pero claro, mientras Huilo siguiera vivo esto jamás iba a terminar. Un día desde su ventana, y tras haber oído en la televisión que ya eran miles de heridos menos, decidió ir a hablar con Huilo a su castillo allá en el otro planeta. Cuando llegó, el otro se pensaba que le iba a pasar el virus, como a esas miles de personas, pero no fue así, y no fue así debido a que la mujer fue más lista y se puso mascarilla, pero guantes no, y no se puso guantes para tocarlo, y así fue, con tan solo un toque y una mirada seria que este se desvaneció, dejando un planeta más tranquilo y colorido, donde ninguna enfermedad jamás pudo hacer que desapareciera.
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EL ELFO SOLITARIO, por Patricia Ruiz Contreras 2º ESO B
Érase una vez un elfo llamado Octu. Este elfo vivía en un bosque que se llamaba Elfosolo. Octu se alimentaba de bichos y setas. Las personas que pasaban por el bosque no podían verlo porque era un elfo microscópico. Únicamente lo podían ver los animales. En ese bosque vivían otros elfos, cada uno en su casa. En el paseo del bosque los otros elfos construyeron una población a la que llamaron “El pueblo de los elfos”. Octu no tenía ni idea de que había más habitantes de su especie. Él se sentía tan solitario que todas las noches se dormía llorando. Un día en el que estaba paseando con su perro T–Rex, este empezó a ladrar y Octu a oler. Octu y T–Rex se dieron cuenta de que había una población de elfos. La ciudad era supergrande y tenía casas hechas de piedra y barro. Así que entraron al pueblo y se presentaron. Los demás elfos también se presentaron. El rey del pueblo le dijo a Octu que si se quería mudar a su pueblo. Octu, inmediatamente, le dijo que sí con una sonrisa de oreja a oreja de elfo. Al día siguiente Octu se mudó y empezó a vivir una vida nueva, conoció a más elfos y se hicieron amigos. En 118
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ese pueblo cada día un elfo hacía la comida, otro tendía la ropa, el otro le daba de comer a sus animales, etc. En ese pueblo había miles y miles de microelfos, felices y comiendo perdices. A Octu se le ocurrió una idea muy buena, esa idea era que quería montar una minicaseta turística para que viniesen más elfos y así conociesen el pueblo. Octu fue corriendo a la casa del rey para preguntarle si podía hacer la minicaseta. El rey, sin pensárselo, le dijo que sí podía. Octu, con una sonrisa, fue al bosque a coger piedra y madera. Una semana después la caseta estaba lista para inaugurarse, así que la abrieron. Ese mismo día recibieron un montón de llamadas que decían que querían hacer la ruta de los “mil chorros”, esa ruta era una ruta donde tenías que escalar una montaña y llegabas a una cueva gigantesca. Luego te metías dentro de la cueva y había dos caminos: uno que te llevaba para la izquierda y otro que iba para la derecha. El camino correcto era el de la derecha. Cuando te metías por el camino tenías que seguir recto y subir por una escalera. Cuando llegabas a la cima ya se veían los mil chorros, esos chorros llevaban mucha agua, que era recaudada de la lluvia. Os estaréis preguntando dónde se recaudaba el agua; pues el agua se recaudaba en un recipiente que los elfos pusieron en la cima de los chorros. El recipiente llevaba una minitubería por donde pasaba el agua y luego salía por mil miniagujeros. 119
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Y por eso se le llama los mil chorros. Os recomiendo que vayĂĄis a verlo. Bueno, pues a los elfos les vino genial la caseta y se lo pasaron superguay haciendo rutas.
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LAS CHICAS DEL TESORO, por Elena Gallego García 3º ESO C
Hola, me llamo Elena y os voy a contar una historia que sucedió en la playa en el año 2016. Era un verano como otro cualquiera, me estaba bañando con mis amigas Sofía, Patricia y Carolina, estábamos buceando y de repente me encontré algo brillante en el fondo, fui a cogerlo y cuando salí a la superficie y lo limpié, me di cuenta de que era un medallón, era del tamaño de una almendra, su color era dorado y muy brillante. Todas nos estábamos peleando para ver quién se lo quedaba, pero después de observarlo un buen rato nos percatamos de que en el reverso llevaba una inscripción. Yo decidí leerla, en ella decía: “Si el tesoro queréis encontrar, el mapa tendréis que mirar”. Todas nos miramos preguntándonos ¿pero qué mapa?, peleándonos por el medallón, ya que todas queríamos ver si lo había leído bien, forcejeando se abrió, y del medallón salió un minimapa del pueblo en el que veraneábamos, en el mapa se señalaban tres lugares: el ayuntamiento, la plaza y una zona del mar pegada al muelle. Al día siguiente, nada más despertarnos, fuimos a la playa, yo me llevé el medallón para seguir investigando con mis amigas, cuando llegué ya me estaban esperando, puesto que yo vivo más lejos. Cuando llegué Carolina estaba muy triste, ya que se tenía que marchar el resto 121
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del verano por problemas familiares, todas nos despedimos de ella y a la media hora decidimos ir al ayuntamiento a seguir investigando. En el ayuntamiento decidimos dividirnos, Sofía se fue a la parte trasera y Patricia y yo nos fuimos a la parte interior para preguntar si alguien sabía algo del medallón. Después de preguntarles a varias personas, un señor muy reservado y de altura media se nos acercó y nos dijo que pasásemos a una sala. Cuando entramos Sofía ya estaba esperándonos, puesto que encontró una entrada secreta. Allí encontramos a una anciana. Según lo que nos contó, ella también buscó las llaves y tras estar todo el verano buscando solo encontró una llave, la del ayuntamiento. Cuando finalizó el verano tiró el medallón al mar, cansada de buscar las llaves. Después de contarnos la historia se dirigió a un cajón que había en la sala y nos dio una llave. Después de dos días decidimos retomar la búsqueda de las llaves, todavía no sabíamos para qué servían pero teníamos mucha intriga por saber qué nos encontraríamos al final de todo esto. Todas quedamos en la plaza, yo fui la primera en llegar, ya que mi casa está al lado, pero no tuve que esperar mucho, Patricia y Sofía llegaron cinco minutos después, nos dividimos como la otra vez, pero yo me fui detrás de los árboles, Sofía buscó en el parque y Patricia preguntó al señor del quiosco de la plaza, pero no obtuvo resultados, no sabían nada del medallón. Aburridas de buscar y no encontrar nada, fuimos al centro de la plaza y noté como si una baldosa estuviese mal puesta, me agaché para ponerla bien y me encontré con otra llave. Sofía y Patricia y yo estábamos muy cansadas y decidimos dejar la siguiente pista para otro día.
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Mientras, yo guardé las llaves y el medallón a buen recaudo. A la mañana siguiente fuimos corriendo todas al muelle a primera hora, yo me tiré al agua sin pensarlo y Sofía y Patricia se tiraron juntas detrás de mí, tras estar más de dos horas buscando decidimos descansar y volver por la tarde. Al llegar la tarde fuimos otra vez al muelle, cuando entramos al agua me hice un corte pequeño con algo, fui a ver con qué me había cortado pero no vi nada. Cuando entró Patricia también se cortó en el mismo lugar y Sofía buscó con qué nos habíamos cortado, pero con mucho cuidado. Vio un bulto en la arena, quitó la arena con las manos y encontró un cofre. Con mi ayuda y la de Patricia, sacamos el cofre a la superficie. Nos dimos cuenta de que entraban las llaves pero nos faltaba una con forma de almendra, no sabíamos qué hacer, así que introduje las dos llaves con el fin de que se abriera, pero seguía faltándonos una llave. Después de estar un rato pensando si abandonar, nos dimos cuenta de que el medallón que encontramos al principio de la búsqueda tenía la misma forma que el hueco de la última llave, decidimos meterlo y probar. El cofre se abrió, pero en su interior encontramos un testamento en el que dejaba toda la fortuna a su hija Antonia Pina Gallego. Llevaba una foto antigua, en cuanto la vi supe quién era, eché a correr al ayuntamiento y mis amigas me siguieron sin comprender nada. Cuando llegamos me encontré a la anciana y le pregunté cómo se llamaba. Ella me dijo que se llamaba Antonia Pina, estuvimos hablando con ella y nos explicó que ese medallón era de su padre. Antonia nos dio las gracias y nos hizo un regalo a cada una.
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Al día siguiente todas nos despedimos, ya que empezaban las clases, Sofía se fue a Madrid, Patricia a Galicia y yo a Sevilla, todas estábamos deseando que fuese verano otra vez.
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CONFUSIÓN, por Zulema Avilés Arévalo 2º ESO B
Era una noche fría de invierno cuando dos niñas y su padre fueron a llamar a la puerta a una vecina para decirle que tenía el volumen de la radio muy alto, con lo cual las niñas no podían dormir, pero cuando el hombre llamó a la puerta, se encontró con una señora muy mayor en bata que estaba sola, por lo que le extrañó que ella hubiera hecho ese escándalo, pero, igualmente, le preguntó si ella había ocasionado ese ruido, a lo que ella respondió que no con un poco de confusión, pero a la vez con voz nerviosa. Una de las niñas dijo: “Es que alguien no nos deja dormir”, con un gran bostezo, y la señora le dijo, mirando al padre: “Hay mucha gente mala, pero seguro que no es su intención molestarles”, y el padre se disculpó por haberla molestado. Al día siguiente, las niñas, llamadas Lucia y Claudia, despertaron a su padre, José. Fueron a llamar a la vecina llamada Antonia, para conocerla un poco más, ya que parecía una señora con falta de cariño. Cuando abrió la puerta, no se lo podía creer, otra vez ellos. Lucía, sin preguntar, entró a la casa corriendo y Claudia la siguió por detrás, José le pidió disculpas a la señora y le dio un bizcocho que había preparado; la señora recibió el bizcocho algo enfadada y mosqueada; disimulando esa rabia y mostrando empatía, dijo: “No pasa nada”, pero que 125
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mejor pasasen a su casa otro día, ya que hoy no le había dado tiempo a limpiar, entonces José llamó a sus hijas y se fueron. Luego por la tarde Claudia se asomó por la ventana y vio algo muy extraño que tenía forma inhumana, lo más raro es que la ventana daba a una de las habitaciones de la casa de Antonia; ella, asustada, pegó un grito tan fuerte que su hermana que estaba en la habitación de al lado fue corriendo para ver qué ocurría. Claudia le explicó muy asustada lo que había visto y Lucía se quedó sin palabras pero le dio un abrazo para que se calmase. José estaba cocinando y transcurridos unos minutos las llamó para comer, las dos estaban muy silenciosas y algo nerviosas, por lo que a su padre le extrañaba esa actitud, ya que eran muy extrovertidas, ninguna dijo nada porque quedaron de acuerdo en que no se lo contarían a nadie, por lo que la comida fue rápida y silenciosa. Esa misma noche Lucía y Claudia planearon una salida nocturna a la casa de Antonia, una de las hermanas cogió un cuchillo sin decírselo a la otra mientras guardaban las linternas y una cuerda por si lo necesitaban; sin hacer ruido bajaron las escaleras, abrieron la puerta y cerraron sin que su padre las oyera. Las niñas, con temor, empezaron a rodear la casa para encontrar una puerta secreta, y entre tantas vueltas encontraron una puerta en el suelo, parecía que daba al sótano. Aunque las dos tenían mucho miedo, decidieron entrar y ver lo que pasaba en esa casa, abrieron la puerta y con la linterna iluminaron la habitación, olía como si alguien no hubiese abierto hacía mucho tiempo esa habitación, aun así Claudia se atrevió a entrar primero, no se hizo daño pero, mientras esperaba a que su hermana bajase, escuchó un ruido algo 126
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extraño, como si alguien estuviese hablando con otra persona, pero lo más curioso es que a la otra persona no se la oía. Bajaba Lucía pero tropezó con un tronco que había en el suelo de esa habitación y gritó, su hermana rápidamente le tapó la boca, pero la señora empezó a gritar que quién había ahí dentro. Las niñas, muertas de miedo, se escondieron detrás de unas escaleras que daban al interior de la casa, la señora abrió la puerta del sótano y bajando las escaleras empezó a escuchar risas de unas niñas pequeñas, la señora muy asustada y asombrada a la vez por tanto escandalo empezó a hablar: “¿Quién está ahí?”, a lo que se escuchaba muy bajito: “Alguien que quiere jugar contigo”, mientras que otra voz aún más aguda decía: “Baja, anda, que nos vamos a divertir”. La señora, asustada, intentó subir de nuevo las escaleras para coger el móvil y llamar a la policía, pero sintió que algo detrás de sus tobillos la sujetaba con tanta fuerza que la tiró por las escaleras. Aturdida y golpeada intentó levantar la cabeza y coger las gafas que se habían roto por la caída, casi no podía ver pero podía distinguir dos personas de estatura baja, con una voz muy peculiar pero a la vez muy familiar… Antonia, gritando, dijo que por favor no le hicieran daño, que se podían llevar todo lo que tenía en la casa, pero las dos personas que parecían mujeres, más bien niñas, no dijeron más respuesta que “no queremos tu dinero, te queremos a ti”. Las hermanas vieron cómo Antonia abrió la puerta, gritó que quién se había metido en su casa y que como no se fuesen las iba a matar, las niñas no dijeron nada y la mujer con un cuchillo bajó las escaleras pero no vio que en una de ellas había un escalón con la madera rota y se cayó; al despertarse, cogió las gafas rotas, y 127
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aturdida, empezó a dar cuchillazos al aire, las niñas lloraban y dijeron que eran las vecinas y que solo querían ver que no fuese un alienígena. La señora, como no veía bien, no se fiaba mucho e intentó acercarse a las niñas, pero se tropezó con el mismo tronco con que la niña en un principio se había tropezado, al tener el cuchillo muy cerca las niñas vieron cómo Antonia se clavó en el suelo el cuchillo y empezaron a ver la sangre caer en el suelo. Las niñas corrieron fuera de la casa de Antonia, llorando sin parar hasta llegar a su casa. Todo era muy confuso: Antonia gritaba de dolor, las niñas la estaban acuchillando, Antonia no entendía nada, hasta que una de las niñas dijo: “Esto te pasa por no dejarnos entrar en tu casa y no querer jugar con nosotras, ahora nosotras jugaremos contigo a nuestra manera”.
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MIGUEL Y SU CABALLO, por Marco Antonio Martínez Molina 1º Bachillerato F
Érase una vez un niño llamado Miguel, vivía a las afueras de México con su familia, él era el más pequeño de sus hermanos, desde su infancia le gustaban las carreras de caballos. Le gustaba esto gracias a su padre, que era muy fan de este tipo de deporte, ya que, cuando su padre era pequeño, el abuelo de Miguel también lo llevaba a ver estas emocionantes carreras. Miguel se pasaba todas las tardes en los establos observando a los caballos y viendo como los preparaban para las carreras, cuando llegaba a su casa él siempre le decía a su padre que quería ser el mejor jinete de carreras del mundo entero, a lo que su padre le decía que ellos no tenían dinero suficiente para comprarle un caballo ni el traje de jinete. Empezó a trabajar a los diecisiete años para intentar conseguir el dinero para la plaza y el traje de jinete. La plaza valía nada más que tres mil euros, algo que no era nada fácil de conseguir, pero después de mucho tiempo consiguió ese dinero y fue a apuntarse a la carrera de caballos más grande del mundo. Él ya había montado a caballo antes, pero en esa carrera estaban los mejores corredores del mundo y para 129
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ganarla tenía que trabajar muy duro junto a su caballo, un caballo negro de raza pura llamado Pegaso. Los dos trabajaban día y noche, todos los días, superando marcas de tiempo cada vez con mejor resultado. Miguel estaba muy ilusionado por competir en esa carrera, pero de repente algo no iba bien, Pegaso, el caballo de Miguel, enfermó. Justo dos semanas antes de la carrera lo llevaron al veterinario y él les dijo que Pegaso iba a tener que ser operado de la pata por una enfermedad que era muy común en los caballos de carreras y que no sabían si Pegaso iba a estar listo para la gran carrera. Miguel, muy asustado y decepcionado, se fue a su casa y todas las noches le rezaba a Dios para que, por favor, Pegaso estuviese listo para la carrera y totalmente recuperado. A los tres días Miguel recibió una llamada del veterinario, que le dijo que Pegaso estaba ya recuperado y que podría competir a la semana siguiente, pero necesitaba descansar de la operación. Miguel, muy feliz, fue a recoger a su caballo y lo dejo en el establo de su casa para que se recuperase al máximo. A la semana siguiente, Miguel sacó del establo a Pegaso para entrenar y ver cómo iba físicamente. Todo iba perfecto y la familia de Miguel tenía muchas ganas de verlo competir en esa carrera, sobre todo su padre y su abuelo. Miguel estaba en su casa a dos días de la carrera cenando con su madre, su padre y sus hermanos, cuando, de repente, suena el teléfono y lo coge el padre de Miguel y le dicen que su padre había tenido un accidente de coche y que lamentablemente había fallecido. Su padre en ese momento no podía creer lo que estaba pasando y, muy triste y desconsolado, fue al entierro de su padre con 130
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su mujer y sus hijos, pero la carrera de Miguel era al día siguiente y su padre le miró a los ojos y le dijo: “Hijo, has trabajado muy duro para esto, ve a la carrera y gánala en nombre de tu abuelo”. Miguel en ese momento se hizo una promesa, que ganaría esa carrera fuese como fuese. Al día siguiente él y Pegaso fueron a apuntarse a la carrera y, cuando iban a salir, el padre de Miguel le dio un casco de protección que tenía su abuelo en el trastero y se lo puso con lágrimas en los ojos. Por fin el día había llegado y Miguel estaba en la parrilla de salida junto a Pegaso y estaba muy nervioso porque había muchos participantes, cuando, de pronto, sonó el pistoletazo de salida y todos los caballos salieron como balas. Miguel salió en una buena posición, pero tenía a muchos caballos por delante todavía. El tiempo pasaba y Miguel iba adelantando posiciones, pero todavía estaba lejos de ser el primero, en total eran cincuenta vueltas y a cada vuelta que daba su familia le apoyaba y animaba como si fuese la primera. Cuando ya iba por la vuelta cuarenta y cinco, Miguel estaba en segundo lugar; el primero era un experimentado jinete, pero eso no paró a Miguel y, vuelta tras vuelta, iba acercándose cada vez más a él y a su sueño de ser el campeón de la carrera más importante de caballos. Ya en la última vuelta los dos caballos estaban muy reñidos, pero la fe y la fuerza de Miguel hizo que Pegaso cruzase antes la línea de meta. Cuando lo hizo, se quedó quieto unos minutos porque no creía lo que había pasado. ¡Había ganado la carrera! Su padre, eufórico, fue corriendo hacia él y le dijo: “Sabía que lo harías”. 131
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Cuando Miguel subió al podio y le dieron el premio y la medalla de campeón, su familia no se lo creía, y cuando los periodistas le preguntaron qué le parecía haber ganado la carrera, él dijo: “Yo no gané la carrera solo, la gané con mi familia”. Al final de todo, cuando a Pegaso y a él les entregaron la corona de Laurel de la victoria, al día siguiente fue él solo con la corona a la tumba de su abuelo, se la colocó encima y escribió lo siguiente: “Gracias por enseñarme a amar las carreras de caballos, esta victoria va por ti, te quiero”.
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LA HISTORIA DE UN HÉROE, por Miguel Moreno Saura 2º ESO B
Había una vez un luchador de lucha libre, él era uno de los mejores luchadores del mundo. Se hacía llamar El Primo por su historia pasada. Junto con su compañero, El Condor (un chico no muy fuerte que solo estaba allí por el dinero del premio), siempre ganaban combates y se llevaban todos los premios. Un día de pelea en un ring, a nuestro protagonista le tocó contra La Mole y Palmeo. La Mole era una mujer que medía más de cuatro metros y apenas podía moverse por su peso. Luego estaba Palmeo, una mujer sin participación en ningún combate, por lo que El Primo no sabía a lo que se enfrentaba. En la primera ronda tocó El Primo contra La Mole. El Primo aguantaba sus golpes sin problema pero no podía tumbarla. Luego de un rato El Condor cambió con El Primo y La Mole con Palmeo. Palmeo empezó a dar golpes con la palma de la mano en el torso de El Condor, dejándoselo, así, rojo como un tomate. El Condor, para salir de esa situación, salió corriendo y se relevó con El Primo, y al mismo tiempo Palmeo con La Mole. El Primo dio un salto en la red del ring agarrándose, así, al cuello de La Mole, tumbándola, dejándola KO. El tiempo se acabó y el combate se aplazó al día siguiente. El combate sería Palmeo contra El Primo. El Primo, ese día, se puso a pensar en el pasado... 133
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Él era un niño sin mucho dinero, que vivía con su primo en México. Un día ellos dos vieron un cartel de una pelea de lucha libre, por lo cual se emocionaron mucho, pero no tenían suficiente dinero, así que decidieron vender golosinas para reunir el dinero suficiente. Pasaron los días y consiguieron el dinero. Se lo enseñaron a sus amigos, los cuales les acusaban de ladrones, ciegos de envidia, a lo que ellos dos no hicieron caso. El día llegó y sus amigos, antes de que ellos llegaran, le dijeron al guardia que ellos dos habían robado ese dinero. Cuando los dos llegaron a la entrada, el guardia los acusó de ladrones y los echó a patadas de allí. Los dos muy enfadados, caminaron y encontraron a una bruja de la noche, la cual les ofreció unos trajes de lucha libre mágicos para que participasen en el torneo. Los dos aceptaron la oferta. Nuestro protagonista tenía una máscara y un pantalón azules y un cinturón con una estrella. En cambio, su primo no era así. Su traje tenía una máscara terrorífica y un pantalón, los dos de color morado. Luego de habérselo puesto, su primo empezó a pegar a gente sin ton ni son y a romper casas. Nuestro protagonista empezó a perseguirlo y a salvar a las personas. En una ocasión, una de ellas le preguntó cómo se llamaba, a lo que él respondió: me llamo El Primo. Y en otra ocasión le preguntaron: “¿Quién es ese contra el que peleas?”. A lo que él respondió: “Le podéis llamar El Primo malvado”. Luego de haber pensado en esto se sentía preparado. El día llegó y allí estaban los dos. 134
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La pelea empezó con Palmeo dejándole el torso a El Primo más rojo que la sangre, le hizo una llave y lo dejó inmóvil. Él volvió a pensar por todo lo que había luchado en su vida y en un esfuerzo inhumano puso el pie en la red, evitando así un KO. Palmeo lo cogió como un saco y lo dejó en medio del ring. Ella empezó a saltar en la red para caer encima de El Primo como si de un trampolín se tratara. Cuando le iba a dar el golpe definitivo, El Primo rodó hacia un lado evitando así el salto y dejándola inmóvil bajo el ring, de esa manera ganaba el combate. Pero, de repente, se escuchó un fuerte estruendo. Por alguna razón era él, El Primo malvado, seguramente escuchó de ese combate y decidió ir por su cuenta. Cuando el Primo le vio no se le ocurrió otra cosa que levantarse e ir a darle un abrazo, a lo que El Primo malvado respondió con un fuerte golpe que lo mandó al otro lado del ring. Esto a él no le importó y se levantó con dificultad, volviendo a dirigirse a él con las mismas intenciones. Pero algo cambió, ahora El Primo malvado no hizo ningún movimiento, era incapaz. Luego de que El Primo se acercara le quitó la máscara a El Primo malvado y después de esto todo cambió. El Primo malvado cayó al suelo como una tabla. Luego de diez minutos despertó y acto seguido le dio un abrazo a su primo. Aunque luego de esto se disculpó y salió como el rayo del lugar en el que se encontraba. El Primo empezó a vagar sin rumbo, buscando a su primo hasta el fin de los tiempos y nunca se supo otra vez de él.
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EL CORONAVIRUS, por Antonio Campillo López 3º ESO C
Érase una vez, en algún lugar del mundo estaba por suceder mundialmente algo inconcebible debido a un plato de comida. Diciembre Hin Hanchung, chef de un restaurante chino de 3 estrellas Michelin y un gran científico revolucionario de la nueva era, había sido contratado por el gobierno de los Estados Unidos para preparar un brebaje que tomaría el Ministro de Exterior. La razón que se rumorea por la que a Hin Hanchung se le rogó que elaborara este brebaje, fue para servir de cura para aquellos problemas respiratorios que sufría el presidente estadounidense. Ahora ustedes se preguntarán que por qué no fue el mismísimo y único Donald Trump; pues la verdad es que no se sabe la verdadera razón, pero se figura que es por los problemas de estado que tienen ambos países; y, por eso, Donald lo mandó como conejillo de indias. El ministro asistió al encuentro con el chef y se lo tomó y ya hizo allí algunos negocios con los otros ministros chinos; y al cabo de la semana, cuando su viaje estaba por concluir en China, le acaeció algo extraño. Tuvo 136
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que ser hospitalizado porque se llegó a desmayar en repetidas ocasiones. Se le hicieron numerosas pruebas para averiguar qué le estaba ocurriendo al mismísimo ministro de exterior de los Estados Unidos, pero ninguna de las pruebas concordaba con ninguna de las enfermedades ya conocidas, y hasta se llegó a suponer que fue por el brebaje, pero se dejó de lado aquella suposición porque se le produjo el incidente al cabo de la semana. El ministro murió y el brebaje se popularizó por el hecho de por quién había sido elaborado, para quién y porque era algo innovador. Enero En China la mayor parte de la población estaba infectada como el ministro y seguían desconociendo las razones de esto, pero ya era tarde, todo aquello que realizaban los médicos era inútil, el 80% de la población asiática ya había sido contagiada y se empezó a propagar por los países europeos. Febrero China ya había sido contagiada en su totalidad, se dio el informe de continente en caso de alerta por pandemia y esta enfermedad nueva llamada coronavirus causada por el brebaje había sido llamada con aquel nombre porque el prominente Panoramix de la famosísima serie televisiva Asterix y Obelix, ya había realizado antes un brebaje con el nombre de coronavirus. En Europa también se propagó hasta que, finalmente, sobre el 22 de febrero, ya había sido nombrada epidemia porque el 80% de la población mundial había sido 137
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infectada y el 20% de esta ya estaba en la UCI con serias complicaciones. Marzo Se desata el caos, la población está muriendo, los supermercados están vacíos, hay numerosas guerras entre países, las escuelas están suspendidas indefinidamente y se llegan a cometer asesinatos debido a la necesidad de mascarillas y geles desinfectantes. Sobre finales del mes ya solo quedan con vida 50 personas y se dice que es el fin de la humanidad y todo este debido al caprichito del presidente estadounidense por alargar su vida.
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LA VENGANZA, por Luis Manzano Pellicer 2º ESO B
Esta historia que os voy a contar sucede en un lugar donde el mar no lo puedes mirar porque su azul te deslumbra de una manera muy especial. En ese maravilloso lugar vivían dos familias rivales que se odiaban y estaban en guerra desde que nació el primer descendiente de cada una de ellas, pero, como en todo final, siempre hay un vengador en la historia. Una mañana de invierno a las 7:43 h., nació Calisto en Culiacán, su madre se llamaba Cristina, era soltera y muy alegre, tuvo una infancia feliz, aunque también tuvo sus días tristes. Cuando nació Calisto fue el día más feliz de su vida, cuando su madre le vio esa carita tan dulce pensó que los dos juntos serían invencibles ante todas las adversidades que se les cruzaran en su camino, su familia era acomodada tenían tierras y no carecían de nada. Cuando Calisto cumplió 24 años, ese mismo día después de celebrar un gran cumpleaños con su familia, Calisto se fue a pescar en su barca, mientras estaba concentrado en su pesca escuchó un gran estruendo que iluminó la oscuridad de la noche, parecía que estaban lazando misiles donde vivía su familia. Calisto recogió el sedal del agua y arrancó el motor de la barca, le faltaban 139
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caballos de velocidad para llegar a la orilla de la playa que estaba a un kilómetro de la casa familiar. Llegando sin aliento a su casa se dio cuenta de que habían lanzado un misil a su casa, en la que estaba Cristina, su madre querida, y los sirvientes. Cuando llegó al lugar de la gran desgracia vio su casa hecha ruinas, a los sirvientes muy mal heridos desangrándose, no sabía dónde encontrar a su madre, ya que todo era un caos. Uno de los sirvientes le dijo que ella se encontraba en la habitación en el momento del bombardeo. Calisto no lo pensó y entró a la casa quitando escombros hasta llegar a la habitación de su madre, que yacía en la cama ya muerta en un estado deplorable, se echó a llorar como cuando era un niño y se hacía daño cuando se caía de la bicicleta, pero su madre ya no estaba allí para poder consolarlo. Del llanto pasó a la rabia en décimas de segundo, no entendía el porqué de todo ese desastre, miró por toda la habitación para ver si encontraba alguna prueba de lo sucedido y por fin la encontró, una parte del misil asesino donde ponía unas letras del lugar donde se había fabricado: “Compañía Acaskán”. Y entonces todo se aclaró en su mente, era la familia rival durante generaciones que luchaban por las fértiles tierras de aquella zona pero que nunca consiguieron, y su cobardía les hizo hacer este crimen que sería más pronto que tarde vengado por la familia Tijuana. Días después del bombardeo, Calisto se mudó a la casa de su abuelo Rigoberto, un hombre con un corazón grande y noble, no había nadie como él, lo acogió con gran alegría y preocupado a la misma vez. Calisto le explicó todo a su abuelo y con su mirada a su nieto todo estaba dicho, habría venganza sobre la familia Acaskán. 140
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Llamó a sus hombres para que se infiltrasen en la familia e investigaran qué día podían realizar su venganza. Dejaron pasar unos meses para que todo se calmara y no sospecharan de la familia Tijuana. Uno de los infiltrados le dijo a Rigoberto que hoy celebraban una fiesta por haber destruido la casa de la familia Tijuana. Pasadas unas horas, la familia Tijuana estaba preparada, tardaron media hora en llegar y cuando llegaron ya estaban celebrando la fiesta. Entraron sigilosamente a la casa, sin que nadie se diese cuenta de su presencia, empezaron por la habitación del jefe al que estaban buscando, Calisto llegó a una parte de la casa que estaba cerca del salón y cuando se percató de que estaban ahí se lo dijo a su abuelo y cuando le escuchó dio la orden de ataque. Uno de los que estaban con ellos le disparó al jefe en la pierna para dejarlo sin movimiento, nadie se percató del disparo ya que la música de la fiesta estaba muy alta, Rigoberto mató a todos de un disparo en la cabeza, Calisto agarró al jefe de la familia Acaskán y se lo llevó a la misma playa donde él vio cómo destruían su casa. Cuando llegaron a la playa lo tiraron a la arena, lo ataron y, mirándolo fijamente a los ojos, le dijo Calisto: “Aquí tienes mi venganza, verás tu casa destruida y a tus seres queridos muertos, como yo vi a los míos”.
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COSAS QUE IMAGINO, por Rigo Alberto Piamba Rodríguez 1º Bachillerato F
Ring, ring, ring. Melanie se quemó el cabello cuando iba de camino a su casa… Estuvo jugando con sus amigas fuera de la escuela. Se despedía Melanie…, se despedía…, se despedía… –Me duelen las manos, estúpidas manos, quiero vomitar. Las amigas de Melanie notaban un comportamiento extraño, sí, extraño. –Melanie, ¿estás bien? –Melanie, ¿estás bien? Preguntan sus amigas. –No estoy bien… ¡NO! Estoy bien, adiós. Faltaban un par de calles para llegar a su casa. Melanie no quiso ir en autobús porque es una chica tacaña. Una silla en el camino. –¿Por qué hay una silla aquí?, tiene algo pegado, ¡ugh! Huele fatal. Las manos de Melanie se ponían frías mientras ella daba una patada a la silla que estaba en su camino, se apretaba los dedos y, ansiosa, seguía caminando, pues 142
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sentía que muchas personas la estaban viendo y juzgando, aunque la calle estaba vacía y solo ella estaba caminando por ese sitio, o al menos eso parecía, hasta que de una casa salieron dos hombres de forma brusca a por la chica y Melanie se asustó tanto que se quedó completamente paralizada. La casa estaba llena de tanques de gasolina y sillas, todas las sillas eran iguales a las que Melanie vio en el camino, y ese olor que desprendían era la gasolina. Al entrar los hombres proceden a atar a Melanie a una silla y la dejan en un cuarto donde se quedaría por días, largos días para Melanie. Aquellos hombres pretendían vender a Melanie a las mafias del tráfico de órganos humanos. Al cabo de dos días un hombre arribó a la casa a por Melanie y los hombres se la entregaron, Melanie estaba empapada de gasolina y con heridas en brazos y piernas a causa de las ataduras. Al entrar al coche él le pide a Melanie que encienda un cigarrillo y le pasa un encendedor de piedra, la chica no podía encenderlo, intentaba una y otra vez pero no podía, hasta que el hombre se enojó y, justo en el momento en el que le quería arrebatar el encendedor, Melanie logra encenderlo, pero cae encendido sobre el cuerpo de la chica, lo que hace que se prenda en llamas, y en un intento de librarse de las llamas Melanie abre la puerta del coche para salir expulsada hacia la carretera y, en eso, un camión acaba con la vida de Melanie.
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LA PEQUEÑA ALDEA, por Paula Martínez Saura 1º Bachillerato F
Érase una vez un pequeño pueblo de duendes en un lugar mágico de un escondido bosque. En aquel pueblo solo vivía aquel grupo de pequeños duendes. Unos a otros se ayudaban a sobrevivir y todos se llevaban muy bien, nunca había conflictos. No eran los únicos que habitaban en aquella pequeña aldea, también había dragones, los cuales ayudaban a los duendes a traerles comida a cambio de darles un lugar donde vivir. Un día, un pequeño duende le preguntó a su padre si alguna vez algún ser humano había descubierto su aldea. El papá duende le dijo que no, pero le contó una anécdota sobre un fenómeno extraño que todos presenciaron, y es que todos vieron con sus pequeños ojos como si alguien tapara la luz de la luna. El viejo duende sabio le dijo a toda la aldea que ese fenómeno era un eclipse, aunque muy pocos hicieron caso a sus palabras, ya que es muy anciano y a veces dice cosas que no tienen nada que ver o que se le pasan por la cabeza en cualquier momento. De repente, escucharon el llanto de un dragón en la puerta de la casa; salieron y vieron que una mamá dragón había dejado a su hijo en la puerta de su casa y se había ido. Decidieron hablar con toda la aldea para decidir quién iba a cuidar de él. Al día siguiente se reunieron todos y les contaron lo que les había pasado. Algunos 144
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pensaron que su madre les había dejado a su hijo para siempre y que se había ido para no volver. Pasaron los días y los meses, y su madre no volvía. El pequeño dragón creció junto a los duendes, ya era su nueva familia. Un día, sin que nadie se lo esperase, llegó la mamá dragón. Todos los duendes estaban muy enfadados con ella por haber abandonado a su hijo. Ella pidió que toda la aldea se reuniese para contarles por qué había dejado a su hijo con ellos. Pidió disculpas por las molestias que hubiera causado, y les explicó el motivo de por qué lo había hecho. Les dijo que, en la zona en la que vivían, ella empezó a ver cómo aquel precioso bosque fue descubierto por unos buitres, los cuales les quitarían toda la comida y la aldea podría estar en peligro; por eso decidió dejar un tiempo a su hija para poder ahuyentar a los buitres y asegurarse de que la aldea estuviera a salvo. Todos los duendes les dieron las gracias por ayudarles, aunque ellos no lo sabían y algunos les pidieron perdón por haber hablado mal de ella por sus actos sin saber por qué lo había hecho. Ella les dijo que no se preocuparan, pero que no había que tener prejuicios.
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COVID, por Esperanza Martínez Sánchez 1º Bachillerato F
Me llamo Covid, tan solo tengo unos meses de edad y ya he viajado mucho. Nací en China, donde no tuve un gran bautizo, la gente no me hacía mucho caso y eso no me gustó nada, así que empecé a moverme por unas cuantas ciudades a ver si hacía nuevos amigos; conocí a gente nueva, pero parecía que mi compañía no era muy agradable, ya que aislaban a mis amigos en unas habitaciones muy aburridas. Estaba harto de estar en salas blancas, por lo que cogí un avión y viajé a varios países, me hice muy famoso y comencé a salir en las noticias a todas horas, todos querían saber dónde estaba y yo no daba abasto para estar con todos, así que hice unos viajes cortos. En EE. UU. hice muchos amigos, pero solo la gente con más dinero pudo decir que me había conocido; en Inglaterra subestimaron mi compañía y realicé la media maratón de Bath, donde hice muchos amigos. También viajé a Italia, uno de los sitios donde mejor me lo pasé, estuve con ellos en clase, en los parques, en los cines, a la gente no le importaba salir conmigo a la calle, hasta que un día les prohibieron estar conmigo fuera de sus casas. A partir de ese momento, la gente empezó a tenerme mucho miedo. En algunos países la gente arrasaba en los supermercados, querían ser los primeros en quedarse 146
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muchos días conmigo en casa, y eso lo agradezco mucho. Mi viaje a España fue muy intenso, en Madrid hice muchos amigos, empecé a juntarme mucho con políticos, a los que no les caí muy bien; el 8 de marzo salí a manifestarme, conocí a mucha gente, demasiada, diría yo. Desde ese día me prohibieron la entrada a colegios, discotecas, bares…. Soy consciente de que estos son mis últimos meses de vida y me hace mucha ilusión vivirlos desde casa, viendo a la gente hacer retos con papel, aplaudir desde la ventana, jugar a juegos en familia, hacer ejercicio en casa y muchas otras cosas. Desde que estoy en casa, me he dado cuenta de la importancia de disfrutar cada momento de la vida, por pequeño que parezca. También he descubierto mi vocación: en otra vida quiero ser médico.
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LUNA DE PLUTÓN REMIX, por Alexander Steve Tite San Martín 2º ESO B
Esta historia está basada en hechos reales e imaginarios, he explotado mi cerebro en este texto con mi forma de pensar y de ser, así que te pido que por favor lo disfrutes *y si puedes ponerme una buena nota* :) Era un día aburrido en una clase aburrida (como cualquier otra clase), estábamos en clase de lengua (no te ofendas, profesor, es parte de la historia) e iba a tocar la campana en cuestión de segundos, yo tenía ya todo recogido para irme a casa y el profe nos dice: “Hay que hacer una redacción de tema libre que sea original y no sacada de internet para mañana, quien no la traiga suspenderá la materia y le pondré una amonestación y no le dejaré opción de recuperar en el trimestre ni en septiembre”, y yo pensé: “Pero a dónde vas, ¿quién te crees que soy yo: Bad Bunny, J Balvin, Anuel? Que yo para la imaginación soy muy malo, no tengo creatividad, ni soy compositor, ni poeta, ni escritor, así que me va a tocar exprimir mi cerebro hasta la última gota de imaginación sobre aquella historia que seguramente me llevaría bastante HORAS si quisiera que valga la pena”. (Jolín).
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Eran las 11 de la noche y me iba a ir a dormir, me sentía muy cansado y sentía que me iba a caer en cualquier momento, pero me acordé de una cosa: ¡Me he olvidado la historia! Pienso: No pasa nada, me podría despertar a las 5 sin hacer ruido para hacer esa historia. Ahh, es verdad, yo no soy responsable y no me levantaría temprano para hacer eso (lo más seguro). Psss, me va a tocar hacer eso y no dormir. ¡¡Qué pereza!! ¡¡Para qué mandará nada el profesor!! Me relajé, contuve le respiración y me senté para empezar a hacer eso, pero a los dos minutos ya empecé a gotear saliva frente a la hoja (me quedé a dormido, para los que no lo entiendan). Al estar dormido sentía que estaba cayendo poco a poco y caí de golpe contra el suelo, por suerte había una especie de cama elástica y salí disparado de morros contra una pared, vi a un par de personas bailando a lo lejos y me acerqué a ellos para preguntarles dónde me encontraba, pero yo no podía hablar, me asusté mucho, creí que de la caída aquella me había quedado mudo, pero por alguna extraña razón encima de mí había como una taquilla en la que había bailes y emoticonos y solo me podía comunicar con eso. Esto me sonaba de mucho al Fortnite, se parecía bastante el paisaje que había a mi alrededor y me acordé de aquella canción: “Me encanta el Fortnite, lo juego todo el día, esto no es Minecraft, me encanta, qué bueno”. En el momento que iba a hablar con ellos, uno me pegó con un pico en la cara, por suerte era un pico de juguete, lo sujetaba alguien con una mascará de payaso, 149
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me dio mala espina y me disponía a alejarme de ellos, pero uno me empezó a seguir y tenía en las manos un pico con alambradas, su rostro estaba lleno de pintura negra y tenía un sombrero de piloto, me hizo un gesto con las manos, me señaló y simuló que rompía un palo por la mitad, en ese momento no dudé y pensé: “Hoy muero, me van a reventar”, y empecé a correr para que no me cogieran, me iba a esconder en un cubo de basura pero otra persona salió del cubo y me apuntó en la cabeza con un revolver y me disparó… Primera historia: Atrapado en Fortnite No sé lo que sentí exactamente, es difícil de explicar, pero no me sentía bien, era como si me hubiera quedado atrapado en el limbo por unos instantes, en aquel momento volví a caer al vacío… Caí en el césped. Por lo menos esta vez no me hice daño, pero todo estaba extraño, estaba todo muy…, no sé cómo describirlo. ¿Cuadrado? O sea, sí, era eso mismo, estaba todo cuadrado, no era normal pero no le di mucha importancia. seguí mi camino, en frente de mí había un poblado, me levanté y fui allí a ver si alguien me podía ayudar, vi una especie de cartel en el que había el retrato de alguien colgado en la pared, era una persona normal y corriente, pero por alguna extraña razón tenía los ojos blancos. Debajo había escrita una canción que decía: Si hay que ser minero romper el pico en el hierro no importa “creeper” que venga pa” que sepas que te quiero como buen minero me juego la vida por ti.
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Me resultó gracioso y a la misma vez me asusté un poco, vi a un aldeano y me acerqué a él para preguntar dónde me encontraba, pensé: “Ojalá él sí me conteste”. Le pregunté: “Disculpe, ¿qué aldea es esta?”. Él me miró perplejo, y me respondió: “Jaaa”, y le pedí que me repitiese pero me dijo lo mismo: “Jaaa”. Pregunté a otro aldeano pero también me dijo “jaaa”. ¡¡Todo el mundo decía solo “jaaa”!!, y me empecé a desesperar. Le di la última oportunidad a otro aldeano pero me respondió lo mismo, lo miré enfadado pero él rápidamente se fue corriendo y todos los aldeanos a su alrededor hicieron lo mismo, creí que los había asustado pero… me di la vuelta y había un tipo muy alto, alcé la mirada y le vi, creo que era de color negro, tenía ojos morados, él también me miró y justo cuando le iba a preguntar me pegó un grito que fue como si hubiera roto todo mi sistema auditivo y me desmayé. Primera historia: Atrapado en Minecraft Esta vez me encontraba en una sala muy poco iluminada, vacía y abandonada, solo había un ventilador, un teléfono, una tablet configurada con cámaras de seguridad, y mucho silencio, solo se escuchaban las hélices del ventilador. De pronto alguien llamó al teléfono y di un respingo, cogí el teléfono tembloroso para saber quién era, y me hablaba en inglés y no entendía prácticamente nada, solo entendí ciertas cosas. Era algo así como “ellos te vigilan, ponte la máscara si ellos vienen, te sacaremos de ahí a las 6 a.m., dale cuerda a la caja de música si no él se enfadará y no te lo recomiendo, si él se pone en el 151
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pasillo mirándote fijamente tendrás que deslumbrarlo con la linterna; y una última cosa: si ellos te cogen, morirás”, y poco más, no sabía quiénes “eran ellos” y lo de que me matarían no sonaba muy amigable. Dicho esto me puse a ver las cámaras y había 13 muñecos, pero nada más, algunos estaban desfigurados, por lo que eran muy terroríficos. Era la 1 a.m. y yo seguía revisando las cámaras de seguridad y dándole cuerda a esa dichosa caja, ya me iba a quedar dormido de tanto esperar cuando, de repente, un muñeco se movió de su sitio, lo empecé a buscar y lo encontré. ¡¡Se había movido!! Me puse nervioso y lo estuve vigilando todo el rato, pero se me estaba olvidando la cuerda de la caja de música y estaba saltando la alarma, me estaba poniendo nervioso. Eran las 3am y se estaban moviendo más muñecos, se estaban poniendo en los pasillos haciendo ruido, me estaba entrando mucho calor y creo que empecé a tener alucinaciones porque veía una sombra en mi cuarto que me miraba con ojos blancos fijamente, lo alumbraba pero no había nada, pero eso seguía mirándome. Eran las 4 a.m. y todos se estaban moviendo, algunos entraban en mi salón y tenía que ponerme la máscara, pero no podía tenerla puesta, pues no podía respirar. Eran las 5 a.m. y todo se había sumergido en una canción que retumbaba en todo el lugar. Decía lo siguiente: “Nos has sorprendido, te pudimos ver de nuevo, debiste haberte ido y a este sitio decir adiós, como si hubiera más, creo que tú antes trabajabas acá, tu cara me es familiar, experto eres con la linterna”, y seguía la canción, pero no seguí escuchándola, sentí que me iba a dar un infarto, no podía más con la presión. Fue tanto el tiempo que tardé en incorporarme que el muñeco salió 152
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de la caja de música y recordé que si él salía me iba a matar. Entonces me escondí bajo la mesa dejando atrás todo lo que estaba haciendo, y las luces del local se apagaron… Usé la linterna para alumbrar el pasillo y solo vi esto: una cabeza volando. Alumbré por última vez y la cabeza fue volando hacía mí y grité. Tercera historia: Atrapado en Five Nights at Freddy’s Para finalizar, me encontré volando por el cielo. Había una pelea masiva en el suelo, eran…, eran… ¿¡¡los Vengadores!!? Pensé: ¡¡WTF, qué narices hago aquí!! Me fijé en quién me llevaba en brazos: era Spiderman, estábamos sobrevolando a los “chitaurí” y a “Thanos”, me asusté bastante, me pregunté: ¿¡¡Qué hago aquí!!? Los chitaurí nos perseguían porque Spiderman tenía el guantelete del infinito, él me dejó en el suelo y me dijo que corriese con el guantelete para mantenerlo a salvo, pero como no pensé en las consecuencias que tendría aquello, rápidamente me puse el guante en la mano y deseé volver a mi vida normal y acabar con toda esa locura… *Chasquido de dedos*. Atrapado en End Game Final 5 horas después.
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Ahhh, ¿dónde estoy…?, ¿esto es mi casa?… ¡Ay, ay, ay, por la raza! Que ha sido todo un sueño, son las 4 a.m. y me he quedado dormido en el escritorio. “¡Tengo que hacer la historia!”, pensé, y eso me puse a hacer. EN CLASE: -Chicos, ya tengo las notas de vuestras redacciones dice el profesor. Yo pienso: “Buahh, voy sobrado, yo he puesto en mi redacción los sueños que tuve anoche y eso fue superoriginal, seguro que he sacado un 10”. Profesor: “Toma, aquí tienes tu nota, Steve”. Yo: “¿¿Cómo que un 4?? ¡¡¡Pero qué carajo!!!”.
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LOS SUEÑOS DE CAROLINA, por Carolina Alemán Pedro 3º ESO C
Hace frío, mamá, tengo frío, no puedo verte, tápame… De repente sale el sol, pero… ¿dónde estoy? Y cuando por fin veo y sonrío, me despierta mi hermano. Esta es una parte de mi vida, ilusiones, sueños… Siempre apoyada por mi gran familia. Tengo una vida muy estresada, aunque he de reconocer que me encanta. Cada día me levanto, voy al instituto, luego llego a mi casa corriendo para comer y enseguida irme a entrenar. Cuando llego del entrenamiento siempre tengo que ducharme, cenar y, cómo no, estudiar. Bueno, y llega el momento en el que me voy a dormir y surgen todos estos sueños. Esta mañana me he despertado y he hecho mi rutina de siempre, pero al llegar al entrenamiento he notado algo raro, mis brazos y piernas no respondían bien y tampoco podía controlarlos. Cuando mis compañeras me lanzaban el aro no conseguía cogerlo, todo eran fallos. De repente, mi entrenadora vino hacia mí y me felicitó por lo bien que lo estaba haciendo, no entendía nada. ¿Cómo puede ser? Si mi cuerpo no reacciona y no hago ni un ejercicio bien. ¿Cómo me felicita? Mis compañeras me aplaudían, yo me empecé a agobiar y de repente
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escucho: “Carol, Carol…”, y me despierta mi padre. Era otro de mis sueños. Por fin es verano, aunque todavía no estoy completamente de vacaciones porque sigo entrenando. Hoy es un día especial, puesto que entreno todo el día, con la suerte de ir a comer a la piscina. Después de descansar un ratito volvemos al entrenamiento y, cuando quedan 5 minutos…, pum, caí al suelo y cuando fui a levantarme vi mi codo fuera de su sitio, empecé a llorar y a gritar y vino mi entrenadora corriendo para calmarme, rápidamente entró mi madre para llamar a la ambulancia (que, por cierto, tardó más de una hora). Después de dos operaciones y varios meses de fisioterapia volví a entrenar y competir… Estoy escuchando aplausos, la gente grita (vamossss, oleeee…), siento unas manos temblorosas tocándome y una voz diciéndome: “Sal ahí fuera y dalo todo, yo confío en ti”. Y en ese momento abro los ojos y veo que no es ningún sueño. Estoy asustada, me toca salir ya, respiro fuerte y allá voy. Termino mi ejercicio y voy corriendo hacia mi entrenadora, la abrazo fuerte y me voy a ver a mis padres, que estaban sentados en la grada apoyándome todo este tiempo. Y ya podría decir que mi gran sueño se ha cumplido, y qué mejor manera de terminarlo que con una medalla de oro y rodeada de todas las personas que me quieren. P.D.: No dejes de soñar.
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EL TREN, por Claudia Aranda Sánchez 1º Bachillerato F
Elsa y Diego eran dos jóvenes que siempre coincidían en la misma parada de tren, todas las mañanas a la misma hora estaban ahí los dos. Diego se fijaba en cada detalle de Elsa, siempre venía con prisas y justo cuando llegaba el tren, con el café en la mano y con una coleta alborotada que parecía hacerse con prisa, pero, aun así, a Diego le encantaba. Mientras, Diego veía que Elsa siquiera lo miraba y siempre iba pendiente de lo suyo. Al principio él solo sentía atracción por ella, ya que, en realidad, solo era una desconocida, solo sabía su nombre, y gracias a las carpetas que llevaba a veces Elsa en la mano, pero pasaban los días y Diego se iba dando cuenta de que en realidad se estaba enamorando de esa chica. Cada mañana Diego intentaba acercarse a esa chica para intentar hablar con ella, pero le podían sus pensamientos de ¿haré el ridículo? ¿pensará que estoy loco?, y así seguían pasando los días y él seguía sin tener el suficiente valor para poder hablarle. Hasta los amigos de Diego lo notaban distante y apagado, pero él les insistía en que no le pasaba nada y que no se preocupasen, que solo era por el estrés del trabajo. Hasta que una noche Diego se dio cuenta de que no podía seguir así todos los 157
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días y decidió que al día siguiente iba a declararle sus sentimientos a esa chica. Al día siguiente Diego estaba en la parada del tren muy nervioso esperando a que llegara Elsa, pero ese día el tren llegó, pero ella no, Diego mantuvo las esperanzas en que Elsa se subiría, pero no fue así. En ese momento se le empezó a llenar la cabeza de malos pensamientos, como que era un cobarde por no haber podido decirle todo lo que sentía, qué le podía haber pasado a Elsa o si estarían ahora mismo juntos si le hubiera hablado en su momento. Diego volvió a su casa triste y cabizbajo, pero cuando llegó le pasó algo que le cambió la vida por completo: estaba Elsa en la puerta de su casa y, sin dejar que Diego hablara, le dijo: “Que no separe la cobardía lo que ha unido el tren”. Resulta que Elsa era su nueva vecina, pero Diego no lo sabía, ya que él por las mañanas salía antes para no llegar tarde, al contrario que Elsa, pero Elsa llegaba mucho antes que Diego a su casa y varias veces lo veía llegar cuando ella estaba en su terraza leyendo. Ella tampoco había tenido antes el valor para hablarle a Diego. Desde entonces Elsa y Diego están juntos y van todos los días juntos a la parada de tren.
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EL PIRATA, por Jeremi Giuseppe Anchundia Marcillo 2º ESO B
Hace mucho tiempo llegó a surcar los mares un barco con una bella vela tan blanca como las nubes. Los rayos de sol apuntaban al mástil marrón que sujetaba su enorme vela. Era un barco dorado, pero no tanto como su tripulación. Corrían rumores de que llegaron a conquistar todos los océanos existentes, y hasta que descubrieron el mismísimo Caribe. Eran marineros algo vagos y desganados, pero nobles y con ambición; también decían que su capitán era un joven barba negra (pero claro sin barba), audaz e imparable. Con sus hombres, claro, ya que con sus enemigos era un poco cruel, por no decir bastante. El disparo del cañón resonaba en mar y tierra, y cuando esto pasaba todo se quedaba en silencio. También varias leyendas afirman que la tripulación, en busca de un tesoro, se encontró con hadas; estas volaron por encima del barco dejando un polvo luminoso que hizo que llegaran al cielo y lo conquistaran volando entre sus azules colores. Sin embargo, se enfadó y desde sus confines mandó un ángel en forma de criatura al mar. Pasarían años hasta que este se encontrara en el camino del barco y su tripulación. Para aquel entonces, nuestro capitán luchaba por Cuba, un tesoro bien guardado y que estaba a punto de ser suyo. Se dice que la noche antes de la batalla final la criatura adoptó una forma bella, llamó 159
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a la puerta del camarote del capitán y a este lo dejó dormido con su hermoso canto. Al día siguiente, la tripulación despertó con gritos y disparos. No hubo barco nunca más, no hubo gloria nunca más. El capitán, enfadado, juró vengarse algún día. Con los huesos de los marineros se alzó la bandera con la luz del alba, resonó un cántico que en el agua aguardaba y esperaba el momento preciso. Nuestro capitán abusó de santo y pecador, orgullo y vanidad. Decidió subirse en sus propias mareas. Su alma se volvió oscura y desapareció. Sin embargo, algunos cuentan que diez años después, con una sirena de mástil y una calavera al frente, divisaron un navío que parecía tripulado por un hombre con una larga barba de color negro y con un garfio de mano. –Señor, acabamos de tener noticias de que un nuevo barco ha entrado en las fronteras. Es la primera vez que vemos algo así. ¿Cree usted que acaso podría tratarse a eso que llaman…? –Pirata.
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LOS PRÍNCIPES TRAVIESOS, por Javier Flores Ballester 3º ESO C
Hace mucho tiempo, aproximadamente en la Edad Media, vivía una familia real que la formaban los exreyes, la reina, el rey y sus hijos, que son los príncipes. Los exreyes son los padres del rey y los abuelos de los príncipes. Vivian en un castillo grandísimo. Los príncipes se tenían que preparar para dar ejemplo de príncipe, pero el problema es que los dos príncipes eran unos traviesos porque hacían muchas bromas y travesuras. Claro, te estarás diciendo, pero si son niños, qué quieres que hagan, pero ellos se pasaban de la raya: por ejemplo, una vez hicieron que la cocina del castillo ardiera, escondían toda la comida que preparaban los cocineros. Y los príncipes tenían que empezar a ser maduros, entonces un día les dijo la madre que iban a empezar un curso de cómo ser un buen príncipe, pero a ellos no les gustó la idea. Cuando la madre se fue del cuarto, los príncipes empezaron a hablar entre ellos y no les parecía justo ir a un curso de príncipes y empezaron a planear varios tipos de bromas y jugarretas para que sus padres pensasen que el curso ese no valía para nada. Llegó el día que empezó el curso, y se fueron al lugar, que estaba bastante lejos. Cuando llegaron había otros príncipes, que también eran un poco traviesos, y a los príncipes les gustó eso. Tenían un profesor bastante majo 161
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que les explicó lo que iban a aprender en ese curso, como, por ejemplo, saber comportarse en la mesa, saber comportarse cuando están en público, etc. El primer día no hicieron ninguna travesura, se hicieron amigos de otros príncipes que les cayeron bastante bien. Cuando llegaron a casa se pusieron a hablar entre ellos sobre las bromas en el curso porque, como les había gustado, no sabían si hacer travesuras para que les quitaran del curso, entonces decidieron hacer una cosa: si les gustaba no hacían nada, pero si empezaba a cansarles o a no gustarles harían travesuras. Llegó el segundo día de ir al curso, los príncipes estaban bastante emocionados, el día fue bastante divertido, pero en alguna que otra ocasión se cabreaban, aprendieron a usar los cubiertos en la mesa y cómo se sienta uno correctamente. También en el curso hacían una actividad divertida que era montar a caballo, y los príncipes se lo pasaron muy bien, y al final del día hicieron un poco de yoga, aunque eso no les gusto mucho porque decían que era muy aburrido. Cuando llegaron a casa los príncipes contaron lo que habían hecho en el curso a sus padres y que se lo habían pasado muy bien. Los días iban pasando, los príncipes iban al curso y se lo pasaban muy bien y el curso para príncipes estaba dando efecto porque ya no hacían travesuras, y se comportaban bastante mejor, hasta que un día los príncipes se pusieron a hablar como todas las noches y uno de ellos dijo: “¿Te das cuenta de que, desde que estamos en el curso, no se nos ha pasado por la cabeza hacer alguna broma?”. Y el otro le respondió: “Pues es verdad, pero es que tampoco me apetece hacer una broma”. Cuando dijo eso él mismo se quedó 162
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sorprendido, entonces decidieron hacer un pedazo de broma que no habían hecho nunca. Estuvieron pensando hasta que a uno se le ocurrió que podían hacer en el curso una broma que era soltar a los caballos y destrozar todo el curso. Ese día antes de irse para el curso su madre les hizo un pedazo de sorpresa y era que le regaló un caballo a cada uno, porque les encantaba montar a caballo. La madre les explicó que se los había regalado porque se estaban portando perfectamente. Cuando iban camino al curso decidieron no hacer la broma. Durante todo el curso se portaron perfectamente y ya nunca hicieron ninguna broma más.
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LA BELLA MENTIRA, por Sonia Hua Xia 3º ESO C
Hace mucho tiempo, en las afueras de un pueblo había un bosque con animales fantásticos, cada animal poseía un poder diferente y más adentro del bosque vivía una ninfa del agua, que era tan bella que su belleza se podía comparar con una diosa. Se llamaba Defne y era amada por todos los animales que vivían allí. Un día pasó un muchacho por allí y solo con ver a Defne se enamoró perdidamente de ella. Pronto se conocieron, se hicieron novios y el joven le pidió la mano, ella le dijo que sí y al cabo de unos meses se celebró la boda. Después de eso fueron tan felices los dos. Pero un día, cuando Defne se dio cuenta de que estaba embarazada, se alegró muchísimo y fue a buscar al joven, pero buscó por todas partes y no lo encontró, sin embargo pasaron los días y la barriga de la joven era más grande. Un día cuando estaba por el parque llorando, encontró una carta que decía esto: “Querida Defne, lo siento mucho por irme pero no podía mentirme más, pues yo no soy un joven cualquiera, soy el príncipe de Enlantis y mi deber era casarme con una princesa, pero, como era joven y quería vivir una aventura, me escapé de casa y me enamoré de ti, fui muy feliz hasta entonces, pero mis padres supieron de tu existencia y me obligaron a alejarme de ti, si no me alejaba tú y el bebe estaríais en 164
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peligro, así que por ti y por el bebe me fui. No te preocupes por mí, cuando haya convencido a mis padres vendré a por ti”. Al leer eso, Defne se sintió como si fuera todo un sueño. ¿Quién se imaginaba que su marido fuera un príncipe? Se sintió supercontenta pero a la vez estaba triste porque no podía ver a su hija nacer. Llegó el día que Defne dio luz a la niña y la llamó Meredy. Pasaron los años y un día pasaron unos campesinos que charlaban sobre el príncipe de Enlantis, que se casó con la princesa de Odilia. Al oír eso, Defne se deprimió y murió de tristeza. Meredy, que ya tenía 18 años, estaba superenfadada con su desconocido padre y fue en su búsqueda para matarle junto a Kiara, que era su mascota. Recordó las últimas palabras de su madre: “Meredy, te doy este collar de perlas incrustadas con un escudo de Enlantis y busca a tu padre, que es el rey de Enlantis, cuando lo encuentres, por favor, no lo mates, pregúntale si se acuerda de la mujer que vivía al lado del lago y cuyo nombre era Defne”. Al acordarse se le frunció el ceño y se dijo a sí misma si no se acuerda de ti, madre, juro que lo traeré a tu tumba y le mataré. Dicho esto, emprendió un largo y difícil camino hasta allí. A1 llegar allí se fue a una posada a descansar. Al día siguiente fue directa al castillo y les enseñó a los guardas el collar, los guardas la dejaron pasar y cuando por fin llegó delante de su “desconocido” padre, se dio cuenta de que era verdad que tenía a una reina, se enfadó muchísimo, pero le preguntó si conocía a su madre, Defne. Al rey, en cuanto entró Meredy, le resultó que era Defne, pero no se parecía, y fue cuando se le vino a la cabeza 165
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que era su hija porque tenía el amuleto que le dio a Defne, y se le llenaron los ojos de lágrimas, pero las quitó tan rápido que Meredy no se dio cuenta. El rey le dijo que sí, y Meredy le preguntó que por qué nunca volvió a por su madre. Entonces el rey le dijo que tenía una enfermedad rara cuando estaba con Defne y que se fue porque no quería herirla, porque la enfermedad era que cuando veía a Defne le entraban ganas de matarla, por eso se fue. Meredy le preguntó sobre la reina con la que se casó, y el rey dijo que ella tenía un amado y que nunca durmieron juntos, solo era un matrimonio falso. E1 rey le preguntó por su madre y Meredy dijo que había muerto hacía dos años. Al escuchar esto, al rey le dio un infarto y murió. Meredy, triste, se fue de allí y volvió al bosque, donde siguió con su vida.
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EL CASO ABIERTO, por Ana Campos León 3º ESO C
Esta historia comienza como cualquier otra, con un lugar específico, unas fechas determinadas y unos personajes especiales, pero esto no termina de cualquier forma, esta historia termina... En fin, ya lo entenderéis. Todo empezó un día cualquiera, 3 de marzo del 1967, en Murcia. Saavedra Fajardo, un instituto con un gran número de estudiantes y con una larga historia para contar. Todo empezó en ese día, en el que un grupo de amigos decide contar sus experiencias paranormales, ese grupo estaba formado por Lucía, Sofía, Carlos, Marina, Francisco, Samuel y Hugo. Hugo empezó con una historia fuerte, una experiencia que había vivido hacía muy poco. Tras Hugo, Marina contó la suya, hasta que Lucía los interrumpió y dijo: “Venga, dejarse de tonterías, no veis que todo esto no existe, que todo es mentira”. Los demás se rieron y le dieron la razón, hasta que apenas unos instantes después la lámpara del cuarto en el que estaban explotó, comenzaron a asustarse, aunque no hicieron nada al respecto. Entre risas y anécdotas, explotó otra lámpara, a lo cual ya le dieron importancia. Después de un largo rato decidieron hacer una ouija, aunque algunos de ellos no estaban de acuerdo, pero no había otra forma de asegurarse de lo que estaba pasando. 167
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Empezaron a hacer preguntas y lo que sea que fuera las respondía, cada vez todo era más y más intenso, más nervios, más miradas, más ruidos y más respuestas. Tras cinco preguntas, llegó la más importante: “¿Quieres algo de nosotros?”. Respondió: “Sí”. Esa pregunta lo cambió todo, ahora no era una tontería, ahora todo iba a ir de mal en peor y todos sabían que nada de esto iba a acabar bien. Letra a letra dijo: “Quiero a Lucía”. Todos miraron a Lucía, asustados, sin saber qué hacer, cuando de repente Lucía lanzó su pregunta: “¿Qué quieres de mí?”. Nadie respondía, no se movió nada, simplemente sucedió, alguien les susurro: “Quiero tu alma”. Después de este momento explotaron todas las lámparas, las ventanas y la puerta se cerró completamente. Cinco minutos más tarde consiguieron una linterna, y ahí estaba, Lucía con los cristales clavados en varias partes de su cuerpo, sin respiración, sin vida. Llamaron a la policía, asustados, agobiados, y entre lágrimas contaron todo lo que había pasado, pero el caso quedó abierto, ya que la policía pensó que habían sido los niños, pero al no tener las pruebas suficientes, el caso quedó abierto y cuentan que el alma de Lucía ronda por el instituto Saavedra Fajardo.
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VAMPIRO, por Abibatou Kanoute 3º ESO C
Esmeralda se había ido con su padre a vivir en la ciudad, ya que su madre no podía ocuparse de ella. Conocía solo a una persona en esa ciudad y era su querido amigo Shadow, él y ella se conocían desde pequeños, tenían una buena amistad. Al llegar a la ciudad su padre le habló de su nuevo instituto y después le enseñó su regalo: ya que su instituto estaba medio lejos, le regaló un coche. Al siguiente día se levantó temprano para ir al instituto, ella era nueva y no conocía a nadie, pero se hizo un nuevo amigo, que era el periodista del instituto, Josh, tenía una amiga llamada Adison y conocía a todos los que estaban en el instituto, así que le hablo de todos. Había unos especiales, los hermanos Cullens. Adison decía que eran los hijos adoptivos del doctor Mark Cullen, eran cinco hermanos, solo iban ellos juntos, pero en pareja (chico-chica), había uno que no tenía pareja y todas las chicas querían conseguirlo, él se llamaba Eduard, Eduard Cullen era listo, guapo y serio. Iba a la misma clase que Esmeralda. Casualmente, le tocó ser pareja de ella y a él no le gustaba mucho juntarse con los demás a menos que fueran sus hermanos. A Esmeralda parecía que le gustaba Eduard, pero parecía que él la intentaba evitar, no quería hablar y apartaba el papel 169
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de ella. Esmeralda pensaba que era ella que olía mal o por sus pintas. Al día siguiente Eduard no aparecía, después de una semana apareció y volvió a clase. Al volver parecería haber cambiado, hablaba y le preguntaba cosas. Cuando salieron de clase Eduard parecía querer saber más cosas sobre Esmeralda, pero ella estaba enfadada por la primera vez que se conocieron, él se disculpó y al final lo aceptó. De repente Esmeralda le miró a los ojos y los vio diferentes, él se fue corriendo a otro sitio. Tuvieron una excursión y Eduard se acercó a ella, para disculparse, pero Esmeralda estaba cansada de que se fuese corriendo cada dos por tres. A Esmeralda se le cayó la mochila, entonces Eduard y ella se chocan, Esmeralda siente su mano congelada, pero no dice nada para no espantarlo. Cuando terminó la excursión, Esmeralda tenía que esperar a su padre porque se había dejado el coche en casa, su padre le llamó para avisarle de que no podía recogerla y que se podía ir en autobús. Al oír la llamada Eduard decidió llevarla hasta su casa en su coche, Esmeralda aceptó y subió al coche, notó el coche muy frío, le preguntó por qué y dijo que le gustaba así. Al llegar a su casa Esmeralda empezó a buscar información sobre sus manías y por su piel pálida, tras horas y horas, descubrió que era un vampiro…
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UNA PESADILLA, por María Isabel Martínez Navarro 1º Bachillerato F
Hoy, todo sigue. Hay que levantarse, ir a clase y seguir estudiando para la vuelta de la esquina, que llegan los exámenes finales. Después de los dos meses sin poder salir de casa por un apocalipsis, todo vuelve a la normalidad, o eso pensábamos todos, la crisis aumentó, los desperdicios de comida fueron abundantes y lo único bueno fue el cambio climático, pues al no poder salir de casa y dejar de usar transporte se había producido un decrecimiento abundante y notorio de la contaminación en países como China, donde era imposible ver con claridad. “El gobierno paralizó todo tipo de vuelos y cruceros para reducir el número de contagios que había producido un nuevo virus difícil de explicar y sin remedio de curar, muchos medicamentos hacían efecto positivo en personas mientras que a otras no les causaban lo mismo y podría producir hasta la muerte. El número de muertos fue de 774 y afectó a 8.098, similar al virus del SARS”. Documentos así eran frecuentes en todo medio de comunicación, donde veíamos tipos de imágenes horribles. Era inevitable que esto no fuera un nuevo tema para los jóvenes que tuviesen que estudiar este fenómeno surrealista que causó daños tremendos en cada país y que se recordaría como el COVID-19. 171
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Me llamo Margaret. Tomándome mis cereales con leche, al poner la tele, lo primero que veo en las noticias es esto; cuando termino, voy a mi habitación para arreglarme; antes de encender el móvil para ver la hora, veo que me está sonando, lo cojo y es mi amigo Leo, me grita que quedan menos de dos calles para que pase el autobús por mi parada, me despido y voy corriendo. Estudio en un instituto de Murcia y tengo por obligación cogerlo para poder llegar a clase. El último día fue difícil de explicar, solo diez personas en el autobús, calles vacías, comercios cerrados, policías rondando por las calles, llegaron a establecerse medidas extremas, si salías pero no ibas a comprar cosas necesarias, multa que podían ponerte, pero hoy era diferente, podíamos salir, esta era la mejor noticia que nos habían dado en años. Las calles repletas de gente, los autobuses, el tranvía, todo estaba a explotar, y miles de coches en las carreteras, aún había ese miedo circulando por las calles, pero eso era lo menos importante a estas alturas. Todo causaba esa sensación de felicidad, la gente en los bares y restaurantes festejando y agradeciendo el estar vivos y sanos. Cuando veo mi parada acercarse le doy al botón para indicárselo al conductor, en ella me bajó yo y mis amigos, que vamos juntos a la misma escuela, las risas, los abrazos eran inevitables darlos cada diez segundos, dos de ellos estaban enfermos y tenían algún riesgo más fuertes que otros, las videollamadas no eran lo mismo, terminábamos hasta las tres de la madrugada si era necesario hablando de nuestros últimos chismes o pidiendo ayuda en algún trabajo complicado que mandaba el profesor con fecha de entrega de esa semana. Cuando 172
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bajamos vamos andando y como de costumbre con nuestras bromas de todos los días de mal gusto. Me despido de ellos y entro a clase. De lo único que se habla por los pasillos es de la gran fiesta que piensan montar el sábado como comienzo de la nueva vida. Las clases se pasan rápido, exámenes y trabajos en abundancia, pero también muestras de afecto entre profesores y alumnos. “Desgracias como esta no se ven todos los días y es una suerte que podemos agradecer”. Frases como esas eran muy escuchadas en el cambio de clase y en la puerta de salida. Todos cogemos el mismo autobús y me despido de ellos al ver mi parada acercarse. Al llegar a casa las noticias siempre son las mismas, alegría y paz pululan entre la gente. Y esto es solo el primer día de la vuelta a la normalidad. Ese día era ineludible quedar para cenar hasta las once, que es el toque de ir a casa. El sábado nosotros también habíamos quedado en ir al cine, como tiempo atrás, pero por los exámenes no podíamos hacerlo. “Ojalá todo esto haya sido una pesadilla de una sola noche y que nunca hubiera pasado todo este desastre”. Frases así eran inevitables de escuchar y lamentar entre sollozos de la gente. Después de llegar a casa nos reunimos todos en la cocina para contar nuestro primer día pisando tierra y respirando aire puro sin mascarillas de por medio y solo quedaba el comienzo del siguiente día.
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EL FIN DEL MUNDO, por Javier Carmona Román 1º Bachillerato F
Esta historia trata sobre un grupo de chavales de quince años procedentes de Murcia, que hicieron algo histórico para la humanidad. Empezaba el curso como todos los años, y el grupo, que estaba formado por cuatro adolescentes, Gonzalo, Juan, Alberto y, finalmente, José, era un grupo friki, nadie quería estar con ellos; a ellos les daba igual, ya que con solo tener la amistad que tenían les sobraba. Un día por la tarde en casa de Gonzalo, Juan, que era un experto en experimentos, en la ciencia en general, predijo que iba a aparecer en el mundo una epidemia que iba a acabar con el fin de la humanidad tal y como la conocemos. Todos quedaron sorprendidos, y Alberto le preguntó: “¿Y a qué es debida la epidemia?”. Juan se quedó un poco pensativo, y respondió: “A la comida basura”. Al principio ninguno le hizo caso. Juan no paraba de decirlo por el instituto, sus compañeros se reían de él diciendo que estaba como una cabra. El director del centro tuvo que expulsar a Juan durante una semana entera debido a su comportamiento, pero justo un mes más tarde el ministro de sanidad del gobierno de España informó a los ciudadanos de un posible virus debido a la comida basura. Al ver esto, los amigos de Juan corrieron a su 174
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casa. Juan, también sorprendido por la noticia, dijo que todavía no tenía una vacuna, pero que lo importante era que cada uno de los españoles se quedara en casa, ya que el virus tenía muchas facilidades de contagio. Pasaban los meses y la cifra de españoles contagiados aumentaba sin temor, pero de repente Juan llamó a sus amigos diciendo que la había encontrado. Rápidamente la familia de Juan se puso en contacto con el ministro de sanidad y los sanitarios probaron la vacuna de Juan y… ¡Era correcta! El ministro informó al pueblo español de lo sucedido y Juan se hizo muy famoso por esto, ya que fue el niño más joven en descubrir una vacuna contra un virus. Juan salvó del fin a la humanidad.
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MI PRIMER MUNDIAL, por Sergio Valiente Barba 1º Bachillerato F
Érase una vez que se celebraba un mundial de fútbol en Asia, sucedió en el año 2002, exactamente en Corea del Sur, la novedad de este mundial fueron los equipos africanos: Ghana y Senegal, debido a que estas selecciones nunca habían disputado un mundial de fútbol. Lo más curioso de que participaran estas dos selecciones era que la gente no conocía a sus jugadores, ya que no eran futbolistas profesionales y tenían el fútbol como hobby, algunos eran fontaneros, otros albañiles, etc., por lo que nadie sabía quiénes eran. Llegaron a Corea del Sur y en el hotel donde se tenían que hospedar no aparecían los nombres de las respectivas selecciones, debido a que era ya muy tarde, por eso no pudieron dormir en el hotel, donde estaban todas las selecciones del mundial menos ellos. Al final tras una hora dando vueltas para encontrar un sitio donde poder pasar la noche, llegaron agotados a un modesto albergue, en el cual consiguieron que les hicieran hueco finalmente para pernoctar. A la mañana siguiente tenían que ir a la sede del mundial, ya que era la presentación y todos los jugadores de la selección de Ghana, que habían dormido la noche anterior en el suelo del pequeño albergue, estaban dentro de un estadio con una capacidad de 100.000 personas, 176
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por eso todos los jugadores estaban alucinados; ya finalizada la presentación y hechos los grupos, les tocaba, por fin, irse al hotel a descansar. Al amanecer, tuvieron que desayunar rapidísimo, ya que el autobús los estaba esperando porque iban por la tarde a la gran cita, su primer partido en un Mundial, el rival era la gran experimentada Alemania, cuyos jugadores la noche de antes habían estado de fiesta, ya que pensaron que esta selección, desconocida para ellos, no les iba a causar ningún tipo de problema, pero los jugadores alemanes se equivocaron, porque la selección de Ghana no se intimidó en ningún momento, pese a todas las circunstancias adversas, ellos habían sido invitados y no tenían nada que perder. El resultado del partido fue 0-0, y era asombroso para todo el mundo; la selección de Ghana no pasó del centro del campo, pero consiguieron aguantar el marcador, debido al grandísimo portero de su equipo. Los otros resultados fueron 2-0 en contra, cayeron contra la selección de España y en el último partido consiguieron marcar su primer gol, y la primera victoria fue contra la selección estadounidense por 1-0; finalmente cayeron eliminados, pero se ganaron el respeto de todo el mundo y muchos de sus jugadores, después de la cita mundialista, obtuvieron contratos profesionales.
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INSEPARABLES, por Jorge Ruiz Pérez 3º ESO C
Todo comienza en un barrio pequeño de Murcia llamado Vistabella, es un barrio con muy buen ambiente, muchos niños corriendo por la gran plaza situada en el centro del barrio. Entre esos niños estoy yo, apenas con dos años ya estaba en la plaza con mis amigos Miguel y Hugo, éramos tres chicos de la misma edad; nuestras madres ya eran amigas antes de nuestro nacimiento. Pasamos todos los años juntos, aunque íbamos a diferentes colegios, llegamos a la adolescencia y seguíamos siendo inseparables. Cada uno tenía sus sueños: Hugo y yo éramos compañeros del mismo equipo de baloncesto y Miguel jugaba el fútbol y le gustaba rapear, pero nunca se atrevió a sacar ninguna canción ni nada. Cuando llegamos a la universidad seguíamos teniendo relación, pero cada uno eligió un camino. Veinte años después yo, Jorge, jugador profesional de baloncesto, leí en el periódico acerca de Miguel, también rapero profesional. Un día quedé con Miguel después de saber acerca de él por el periódico, le invité a venir a verme jugar un partido, jugaba contra un equipo
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de Canadá, y al ver los jugadores del otro equipo, vi a Hugo, ni Miguel ni yo podíamos creerlo. Al terminar el partido quedamos los tres. Hugo se iba a mudar a España después de haber vivido en Canadá. Los tres decidimos comprar tres casas en la misma calle, los tres vecinos que acabamos de tener hijos, y se hicieron amigos: Miguel tenía un hijo; Hugo, un hijo y una hija; y yo, dos gemelas y un hijo. Todos envejecimos juntos practicando deporte y cantando, nuestros sueños, y siempre acabamos juntos, éramos inseparables.
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EL DUENDE QUE NO PUDO CRECER, por María Isabel Contreras Barba 3º ESO C
Esta es la historia de un duende del cual se ríen porque mide tan solo 20 centímetros. Todos sus “amigos” le hacían bullying porque era muy bajito. Ellos vivían en Duenqueland, que es una isla en la que solo vivían 100 duendes. Era un lugar muy pequeño. Un día se fue de excursión con el colegio a Laland, que era la isla de las hadas. Fueron a visitar a Catalalan, él era el hada más poderoso de todos, el que más poderes tenía de todos y todas. Les enseñaros un poco la isla y fueron a casa de Catalalan, donde estaba su mujer, Encalatan, ella era una antigua duende. Volvieron a Duenqueland y se fueron a sus casas. Lapdan es el padre de Mandaland y le pregunto qué tal había ido la excursión y Mandaland le dijo que muy bien, pero eran todos muy altos y se fue un poco triste a su cuarto. Al día siguiente la familia de Mandaland decidió ir a la casa de Catalalan y Encalatan a buscar un truco o algo para que Mandaland creciera unos centímetros y sus compañeros no se metieran con él, y les dijeron que no había nada, que el chico todavía era pequeño, tan solo tenía 10 años. La familia volvió a su casa con su hijo.
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Cinco años después el chico medía un metro, era el más alto de toda la isla, todos los duendes que se metían con él ahora querían ser sus amigos y él, por no ser mala persona, aceptó ser amigo de todos, ya que no eran muchas personas en la isla. Las familias estaban muy contentas porque los niños habían arreglado sus problemas como personas mayores. Al poco tiempo se celebró la fiesta duende. Aquello empezó y todos estaban bailando el baile tradicional e invitaron a los habitantes de Laland y estuvieron todos juntos y felices comieron, bebieron, jugaron y disfrutaron. Se dieron cuenta de que no tenían que estar separados, pese a las diferencias de cada isla. Todos los de Laland se mudaron a Duenqueland y la isla volvió a ser una gran familia pese a todo.
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COVID, por Álvaro García Sánchez 1º Bachillerato F
Érase una vez una niña de Mula (un pueblo de la provincia de Murcia) llamada Ester que todos los años pedía un perro por navidad; aunque llevaba tres años pidiéndolo y no se lo traían, ella no paraba de intentarlo, hasta que al fin, al cuarto año, le traen un cachorro de bichón maltés en una caja de zapatos y lo llama Covid. Lo educa y le enseña y se encariña con él; con el paso de los años Covid se convierte en su fiel compañero de vida. Un día Ester sale a comprar con Covid y mientras que ella entra al supermercado lo deja en la puerta solo, sin atarlo a ningún lado. Cuando sale se da cuenta de que su perro no está y se pone, muy nerviosa e histérica, a mirar por todas partes. Se va preocupada a su casa y les dice a sus padres, con lágrimas en los ojos: –Papás, he perdido a Covid. Después de contarles lo sucedido, el padre le contesta: –No te preocupes, lo vamos a buscar y lo encontraremos. Comienzan a buscarlo por todas las calles y preguntan por casas, supermercados, bares, etc., y la respuesta de todos es: “Lo siento, no lo he visto”.
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Finalmente, desesperados de buscar, van juntos a la comisaría de policía de Mula y ahí preguntan por Covid, pero no tienen suerte y les dicen que no lo han visto, pero que se pondrían en alerta constante para buscar al perro de Ester. Justo cuando están saliendo de la comisaría de policía, un agente de policía vestido con uniforme sale detrás de ellos con un perro blanco en brazos chillándoles: –¡Perdonen! ¿Este perro es de ustedes? Y Ester y su padre, asombrados e ilusionados, le responden: –¡Sí! ¿Dónde lo has encontrado? A lo que el policía responde: –Estaba sentado en la puerta de una casa sin nadie y me lo he traído aquí, pero al entrar por la puerta de atrás no os he visto y he preguntado a mis compañeros y me han dicho que el perro tendría que ser vuestro seguro. Ester y su padre llegan contentos a su casa y ya tienen claro que un perro no puede quedarse solo en la calle sin correa ni protección alguna.
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MI VIDA ENTRE CUATRO PAREDES, por Patricia Sotomayor López 3º ESO C
A veces escuchamos noticias y siempre nos parecen muy lejanas. Hace quince días nuestra vida diaria de levantarse temprano para ir al instituto, la academia de inglés, clases de matemáticas, academia de baile…, nos parecía tan monótona… Y ahora, lo mucho que lo echamos de menos. Poder salir a la calle, reír con mis amigas o simplemente ver caras nuevas. Es muy triste tener que llegar a una situación así para valorar las pequeñas cosas que tenemos en la vida. Pasamos de tener contacto directo, a hacerlo a través de una pantalla; cuando nos veíamos todos los días, éramos incapaces de dejar de usar el móvil, y ahora qué ganas tengo de olvidarme del móvil, del ordenador y de la tablet y poder visitar a mis abuelos, ver a mis amigos, abrazar, besar, correr o simplemente sentarme en un banco en el parque. Los días se hacen muy largos, los deberes, los trabajos, clases on-line… Todo, contacto a través de una pantalla. Mi hermana de cuatro años no entiende por qué no puede ver a sus amigos o por qué no podemos bajar a patinar. 184
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Mis padres trabajan los dos, salen con el respeto que supone exponerse cada día y tener que volver a casa sin saber lo que pueden traer, llegan quitándose la ropa y metiéndose a la ducha sin querer acercarse a nosotras. Esto un día tras otro, y cada día se les ve más cansados. Todos intentan que esta situación no nos haga sentir miedo, nos aconsejan y nos educan para evitar el contagio, pero la verdad es que pensar que algo tan pequeño, algo que ni siquiera podemos ver, algo que nadie conocía y que ahora es lo más oído en todo el mundo… Da miedo. A pesar de todo, da gusto ver que en estos momentos queda gente solidaria, que le hace la compra a las personas mayores, que hace mascarillas, que les ponen comida gratis a los camioneros, todas aquellas personas que salen a trabajar para que el resto pueda quedarse en casa, o que se exponen para salvar vidas. De todo esto, sé que vamos a salir pronto, volveremos a ser como éramos antes, supongo que con un poco de respeto al principio, pero seguro que lo superaremos y seremos aún más fuertes. Saldremos, estoy segura, pero con una lección aprendida: “Hoy estamos aquí, no sabemos cómo será mañana, valoremos las pequeñas cosas y, sobre todo, lo bonito que es vivir fuera de cuatro paredes”.
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