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Nada de lo normal, por M.ª Elena Gómez Ripoll

1.º Bachillerato

Todo se remonta al año 1995.

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Julia, la madre de un niño llamado Marcos, llamó a Clara, su hermana, y decidió ir a la casa de su madre, que se ubicaba en el campo, a las afueras de Asturias. La casa estaba apartada de la civilización, era grande, tenía dos plantas y, además, fuera de la casa había un pequeño cobertizo bastante sombrío rodeado de un pequeño lago y vegetación. A Julia se le ocurrió esa idea, ya que ese fin de semana ella libraba y su marido, el padre de Marcos, no estaba porque le tocaba trabajar todo el fin de semana de tardes y noches.

Era una tarde de invierno cuando se dispusieron a emprender el camino bien temprano para no llegar de noche, pero a causa de unos incidentes en la carretera, el tiempo de llegada que calcularon se les atrasó. Nada más llegar, se les hizo tan tarde que no tuvieron más remedio que irse a dormir.

A la mañana siguiente, Marcos, que era un niño muy madrugador en esa época, pues todas las mañanas se despertaba muy temprano, despertó a su madre, pero como ella estaba tan cansada y no había podido dormir esa noche, a causa de dolores de cabeza y ruidos extraños, le dijo a Marcos que se fuera al salón para ver la tele y desayunar, así que Marcos obedeció y bajó a la primera planta, donde se dirigió al comedor. Allí se encontraba su abuela desayunando y le ofreció unas tostadas con un vaso de leche.

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Después de un largo día jugando y paseándose con la abuela por el campo, llegó la hora de la cena y, como era habitual, siempre que iban se sentaban en el patio de fuera de la casa, pero esa noche Julia no se encontraba muy bien, así que se fue a dormir quedándose Marcos acompañando fuera con su tía. Todo iba muy bien, hasta que, de pronto, Marcos escuchó fuera de la casa a alguien andar de menos intensidad a más, llevándose a cabo una serie de preguntas misteriosas hacia su tía como el que podría rondar por ahí. El niño le preguntaba, pero curiosamente Clara no le hacía caso y le ponía excusas como que podía ser un gato o algún otro pequeño animal. La respuesta de Clara no fue suficiente para acallar la curiosidad de Marcos, y tanto era su interés que quiso esperar a que todos descansaran para poder adentrarse en la noche oscura e investigar de donde procedían tales ruidos.

Él no se había percatado del pequeño cobertizo que había fuera, junto al lago, en el cual divisó una pequeña luz que le llamó la atención. Estaba aterrorizado, pero era tanto su curiosidad que hizo ademán de dirigirse hacia el cobertizo. No se esperaba para nada lo que momentos después ocurriría allí, un olor desagradable que provenía de un extraño saco. Se acercó para levantar la lona que lo cubría, y al ver lo que contenía, Marcos se quedó paralizado, pues su abuela, con la que había estado estos días atrás, resultaba que estaba muerta y se asustó tanto que huyó de aquel lugar sin mirar atrás.

Al día siguiente, se lo contó a su madre y a su tía Clara y al recibir la noticia de aquel suceso tuvieron que desaparecer de aquel sitio llamando a la policía, pues los días que Marcos jugaba con la abuela, esta resultó ser un fantasma.

Días después, Clara recibió una llamada que la dejó impactada, pues su madre había sido asesinada por su propia hermana, Julia.

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